Cambiantes Libro III Trascend...

By CCmyc02

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Se dice que nadie puede romper el hilo rojo. No importa quién una. No importa lo que una. salvo un dios. Des... More

Saludos
Dar la espalda a tu pareja
Cuando un alfa se rinde
A cualquier parte
Alejarse de Narg
No hablas. No hables.
Porque yo quiero...
Amanas
Eliminando el amanas
Tú, ¿lo conocerías?
Sé que era raro
El secreto de Nalbrek
No puedes poder
Ella te amaba
Asilo
Llegada a Gammal
Tradiciones y una reunión
No el humano
Serpientes
Alejarse
Las reglas de la concordia
Heridas
Embarazadas
LLamada
Fargla
Pasa la eternidad conmigo
Un voluntario
Si puedo elegir
Pase lo que pase, no me sueltes
Un trato
La justicia de un zorro
Su pareja
Comienzo
No es un capítulo (Fuera de servicio)
En un pueblo tranquilo
Érase una vez un dios zorro

Porque, pase lo que pase, yo te protegeré

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By CCmyc02

—Explícame por qué, para ver a tu padre, tenemos que salir en plena noche —le pidió a Nalbrek siguiéndolo disgustado por el bosque varios días después, cuando por fin parecía haber recibido confirmación de su padre de que estaba cerca y podían verse.

—Porque nadie debe saber que es mi padre. Es muy importante.

—Hay demasiadas cosas que debes explicarme —le advirtió.

—Lo sé, pero cuando lo veas...— comenzó cuando se detuvo.

—¿Nalbrek? —lo llamó al sentir como la ansiedad comenzaba a aumentar en él—. ¿Nal? —insistió acercándose preocupado. Aquello estaba a punto de convertirse en un ataque de pánico, cuando el lobo lo sujetó de los hombros tan fuerte que le hacía daño.

—Tú no me dejarás, ¿verdad? —le preguntó sin mirarlo—. Cuando lo sepas, no me dejarás, ¿verdad?

—Nalbrek, lobo idiota, no le he prendido fuego a una ciudad, te he salvado de una manada de lobos, arrastrado por medio país y tenido tu polla en el culo durante dos días enteros para dejarte solo por conocer a tu padre.

—Prométeme que no lo harás —le pidió, así que se acercó obligándole a levantar la cabeza para apoyar la frente en la suya sujetándole la nuca con el brazo.

—Somos pareja y nada ni nadie va a cambiar eso —le aseguró.

—¿De verdad?

—De verdad. No me importa quién seas, quién sea tu padre, tu madre. Lo único que me importa es que eres mi pareja. Desde luego puede ser que tu padre decida que un zorro pulgoso como yo no es digno de su hijo, pero no me importará. Somos pareja y seremos pareja. Así que deja de dudar de mí —le advirtió.

—Lo siento, es solo que no quiero que me dejes.

—Y no lo haré —le aseguró.

Vio como Nalbrek asentía respirando hondo mientras la ansiedad de este bajaba a niveles más manejables, así que lo soltó. No entendía por qué parecía tan aterrorizado de presentarle a su padre, por qué parecía tan seguro de que, cuando lo supiese, rompería su unión. Pero lo estaba.

—Gracias por presentarme a tu padre —le dijo retomando la marcha.

—No, al contrario. Necesito que lo conozcas, que sepas esto de mí. No puedo seguir mintiéndote por más tiempo. No a ti.

—¿Mentirme?

—Ya te dije que hay algo sobre mí que no sabes, algo que he ocultado de todos y que solo saben mi madre, Andros, mi padre. Y ahora tú.

—¿De qué se trata? —le preguntó preocupado.

—Cuando conozcas a mi padre, lo entenderás —contestó sin detenerse hasta que llegaron a un claro—. Iré a buscarlo, tú espera aquí.

—¿No está aquí?

—No le gusta salir de noche —le explicó.

—Ah, ya —asintió.

—Cuando lo conozcas, lo entenderás —repitió antes de cambiar a lobo alejándose.

—Cuando lo veas lo entenderás —lo imitó disgustado—. ¿Qué hay que entender? ¿Qué tienes un padre tanto o más raro que tú? Porque es el primer lobo que conozco al que no le gusta salir por la noche. Tu familia es demasiado rara —se lamentó. ¿Por qué había tenido que elegir una pareja así? Debería haberse emparejado con una ardilla. Un par de nueces y eran felices.

Se sentó en el suelo cerrando los ojos intentando descansar mientras prestaba atención, ya que no quería que lo primero que viese su suegro de él fuese a un zorro inútil durmiendo en medio de la nada. Quería dar una buena impresión, por más que la culpa de su agotamiento fuese el insaciable idiota de su hijo, que argumentando que era por culpa del afrodisiaco, no lo dejaba tranquilo. Y podía admitir que la duración era por culpa del afrodisiaco, ¿pero las veces? ¿Qué tenían que ver los residuos que aún quedaban con las veces? Nada.

Apartó aquello de su mente antes de enfadarse más centrándose en el padre de Nalbrek. ¿Viviría cerca o habría venido desde lejos ante el llamado de su hijo? Dado que no lo había visto en la ciudad, quizás vivía en algún pueblo por la zona y que por eso Nal le había dicho que estaba más cerca de lo que pensaba. El problema era que, el pueblo con lobos más cercano, estaba a más de tres días de camino, claro que a saber qué consideraba "cerca" aquel lobo raro.

Si al menos Nal se hubiese marchado podría calcular la zona por su tardanza, pero este no se movió de la cabaña, lo que significaba que le pidió a alguien que avisase a su padre y mientras que no supiese de qué animal se trataba, no podía calcular cuánto tiempo había tardado el padre del lobo en llegar y, por lo tanto, la distancia.

Lo que sí entendía era por qué era el padre de Nal el que iba hasta allí ya que aquello era lo que tenía más lógica. No creía que las águilas iniciasen una guerra solo porque dos lobos se encontrasen en su zona de caza, pero, a la vez, aseguraba que nadie de Narg estuviese cerca, manteniendo oculta la identidad de su padre. Dado lo locos que estaban aquellos lobos, a saber lo que le harían al padre de Nalbrek por dejar embarazada a Gerna incluso tanto tiempo después.

Quería saber quién había dejado embarazada a una niña de once años, esperaba que fuese también muy joven o tendría un problema con él. ¿Se marcharía el padre después de conocerlo? ¿Se quedaría en la cabaña con ellos unos días? Nalbrek debería haberle dicho algo más sobre sus planes, pero no podía culparlo cuando notaba lo nervioso que estaba por todo aquello.

De repente un leve olor llegó a su nariz, apenas perceptible. De hecho, si no estuviese con los ojos cerrados buscando el olor de Nalbrek y de cualquier otro lobo, no lo hubiese notado. ¿El padre de Nalbrek? Se concentró en el olor mientras se obligaba a mantener la calma para no afectar a su pareja a través de su conexión. Siguió centrado cuando se levantó cambiando a zorro.

Aquello no era un lobo, eran tres, ninguno de ellos era nubecita y, lo que era peor, parecían estar dirigiéndose hacia él. Y dado que no le apetecía conocer a tres lobos que habían salido de cacería de noche, huyó tan rápido como pudo mientras mantenía los nervios bajo control, pero era difícil. Sus instintos le decían que mejor no permitir que esos lobos se acercasen a él mientras estos no dejaban de acortar distancia.

—¿Dawi? —lo llamó Nalbrek por su conexión—. ¿Qué ocurre? ¿Qué te persigue?

—Me gustaría decir que amigos tuyos, pero tú no tienes amigos entre los de tu especie, así que... —contestó mientras sorteaba los árboles. ¿Por qué no conseguía deshacerse de ellos?

—Voy para allá.

—No —lo detuvo—. Si son quienes creo, es mejor que no te acerques.

—¿Crees que son de la ciudad?

—No se me ocurren demasiadas razones para que un grupo de lobos esté tan cerca del pueblo de las águilas. Mucho menos para que persigan con tanta insistencia a un zorro que no conocen. Y si son ellos, no te quiero cerca.

—Aguanta hasta que llegue —le advirtió.

—Sí, claro —murmuró sonriendo.

Eligió para huir la dirección contraria a aquel lobo culo gordo por una razón: Era imposible que lo alcanzase antes de que él despistase a sus perseguidores. O estos lo atrapasen.

Esquivó un grupo de árboles saltando a través de ellos cuando frenó en seco al encontrarse en el filo de un precipicio, estando a punto de caer por él. Vio por un segundo la luna reflejándose en el río que corría varios metros más abajo antes de retroceder con el corazón acelerado cuando, al recordar que estaba siendo perseguido, se volvió tan solo para ver a los tres lobos aparecer. Estaba atrapado.

Vio como los tres se ponían en posición erizando los lomos y enseñando los dientes mientras él hacía lo mismo. Vendería su piel cara.

—No hagas tonterías —le pidió Nalbrek por su conexión.

—¿Tonterías? ¿Quién va a hacer tonterías? —contestó mientras pensaba que no iba permitir que lo cogiesen.

Vio como el lobo que estaba en medio cambiaba a su forma humana encontrándose con un lobo que le resultaba familiar.

—Tú eres de la ciudad de los lobos. O de lo que queda de ella —añadió malicioso cambiando a humano.

—Mejor no menciones eso, zorro —le advirtió molesto—. Ven con nosotros y no te haremos nada.

—¿Ir a dónde?

—Con nosotros. Es todo lo que necesitas saber.

—Ya tengo un lobo, gracias —rechazó.

—Esto no ninguna broma —le advirtió haciendo una seña y ambos lobos se lanzaron a la vez a por él hiriéndolo en el hombro y retirándose antes de que él pudiese reaccionar.

—Dos lobos contra un zorro. Debéis estar orgullosos —les dijo sujetándose el hombro negándose a dejarse amedrentar por unos cobardes, mientras ambos gruñían amenazadores.

—Ríndete, no es a ti a quién queremos, así que no abuses de tu suerte —le advirtió el que seguía en forma humana.

—¿E irme con vosotros para que haga de cebo y volver a secuestrar a Nalbrek? No, gracias. Con dos días es suficiente.

—Dau, no hagas tonterías —le pidió Nalbrek por su conexión al sentir lo que estaba pensando.

—Yo nunca hago tonterías —replicó en voz alta.

—¿Vas a ser sensato y acompañarnos? —le preguntó el lobo al oírlo.

—¿Sensato? ¿Acaso crees que me voy a rendir antes tres lobos cobardes y sin honor? Antes me corto la lengua.

—Dau, no lo hagas. Estaré allí enseguida, así que no lo hagas —le pidió Nalbrek desesperado al saber lo que estaba pensando.

—No me gusta que me den órdenes —le recordó por su conexión.

—¿Y si no qué vas a hacer, zorro? No hay salida —le recordó el lobo mientras sus dos compañeros daban un paso, amenazadores.

—Siempre hay una salida. Solo hay que tener el valor de usarla —replicó—. Y yo tengo el valor —añadió dando un paso hacia atrás y cayendo al vacío.

—No —gritó el lobo intentando alcanzarlo, pero ya era demasiado tarde.

Sintió como caía, tan rápido y tan lento a la vez mientras recordaba la vez que Nal le preguntó si le gustaría poder volar. En esos momentos, debía admitir que le hubiese gustado poder hacerlo, pero era un zorro, así que... Esperaba que nubecita lo entendiese y esperaba que encontrase a alguien...

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando chocó contra el agua con tanta fuerza que sacó toda el aire de sus pulmones atontándolo antes de comenzar a hundirse y al ver que la oscuridad se lo tragaba, sonrió.





Porque, pase lo que pase, yo te protegeré.









Bueno, Dawi saltó  😅  y se hundió 👉👈

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