Punto de vista de Lauren.
Me aseguré de programar todo correctamente para que no hubiera demora. Camila y yo estamos ansiosas por comenzar a vivir finalmente en este departamento que compramos, y cuanto más rápido suceda, mejor.
—¿Dónde están las cosas que te pedí que trajeras? —Le pregunté al hombre frente a mí.
—Ya están ahí. —Rascó algo en el papel de su portapapeles.
En este momento estoy afuera del apartamento esperando a que Camila entre para que podamos entrar. Simplemente no sé dónde demonios se metió. Llegamos juntas al condominio, pero estaba tan ocupada empacando que me alejé de ella.
—¿Y dónde está mi novia? —El hombre me miró por encima de su pestañas.
—Eso no lo sé, señorita. Jauregui
—Estoy aquí, hermosa y maravillosa como siempre. —dijo ella cuando la puerta del ascensor se abrió.
—¿Donde estabas? —Pregunté
—Hablando con el liquidador. Alguien necesitaba preguntar cuáles son los requisitos del condominio, ya que no hiciste eso. —Camila se acercó, tomó mi mejilla y me dio un beso rápido en los labios.
—Todo bien. ¿Podemos entrar?
—Claro amor.
—Ya puedes irte, Derik. Gracias.
—Hasta luego. —El hombre se despidió con la mano y subió al ascensor.
Todo esto es solo nuestro. Nadie subirá aquí, y en consecuencia no tendremos disturbios en el corredor. ¡Esto es maravilloso!
—¿Lista? —Pregunté mientras agarraba una de sus manos para acercarla más a mí.
—Siempre lo he estado.
—Toma, abrela. —Le di las llaves a Camila. Ella sonrió, mordiéndose el labio inferior, y me las quitó de la mano.
Camila tomó una de las llaves de la cerradura y la giró lentamente, luego miró hacia atrás una vez más antes de abrir la puerta y le di una sonrisa sincera en un pedido silencioso para que continuara.
Cuando la puerta se abrió por completo, Camila me tomó de la mano y me llevó al departamento y luego la cerró nuevamente. Ella no dijo nada, pero en ese momento no se necesitaba una palabra. La sonrisa de la hermosa chica frente a mí podría iluminar cualquier cosa, y no podría estar más feliz con esta nueva etapa nuestra.
Hemos pasado por momentos que me gustaría excluir de la memoria, pero ahora sé que han servido para demostrarnos que nuestro amor puede superar cualquier cosa. Que fuimos creadas para estar juntas. Y ahora me prometí a mí misma que disfrutaría cada momento al lado de Camila. Cada hora, cada minuto, cada segundo. El tiempo es demasiado largo para perder.
—Estoy tan feliz. —dijo ella mientras envolvía sus brazos alrededor de mi cuello.
—Yo también, Gatita. Vamos a dormir juntas todas las noches ahora. ¿No es maravilloso?
—Dormir juntas y despertar juntas. Es increíble. —Ella me besó con calma. —Pero necesitamos tener algunas pequeñas reglas aquí... —dijo, alejándome.
—Oh no.
—Sé que eres mucho más organizada que yo, pero hay algo que haces que odio.
—Cuando dejo la toalla en cualquier lugar que no sea el baño. Sí, eso ya lo sé. —Dije acercándome a Camila nuevamente.
—Exactamente ¿Y sabes lo que eso significa? —Fruncí el ceño.
—¿Qué?
—Que si sigues haciendo eso, te castigaré. —dijo con firmeza, y juro por un momento que su tono de voz me intimidó.
—No te preocupes, amor. Eso no va a pasar.
—Creo que es bueno.
(...)
Pasamos el resto del día sacando cosas de las cajas y empacando nuestra ropa en el enorme armario. Camila se encargó de un lado del departamento mientras yo me ocupé del otro, pero una y otra vez nos topamos, y ningún trabajo nos impidió pasar largos minutos intercambiando besos ardientes.
Por el momento se encuentra sin pantalones. Solo lleva una camisa negra sin mangas, unos calcetines negros hasta la rodilla y bragas de encaje negro. Este fue el resultado de una de las veces que tropezamos con la habitación
Camila está de puntillas guardando algunas cosas en el armario de la cocina mientras la miro de cerca. A veces me pregunto si es normal que un humano tenga un culo tan grande y hermoso.
Tengo suerte de que esta chica sea mía.
—¿Te gusta mirar mi trasero? —Preguntó, mirándome por encima de su hombro izquierdo y sacándome de mi trance.
Camila tenía una sonrisa inocente en sus labios, aunque sabía que era puro cinismo. Pronto continuó lo que estaba haciendo y soltó una carcajada.
—Me encanta. —Dije, y al ver mi cámara en la mesa, tuve una idea maravillosa. —Gatita, quédate quieta. No te muevas, por favor.
—¿Que pasa? —Preguntó asustada, pero aun así me obedeció. —No me digas que estás viendo una cucaracha.
—No, solo quiero hacer una cosa. Quedate quieta. —Fui a la cámara y la encendí.
—¿Qué haces? —Camila volvió a mirar por encima del hombro. —¿Estás tomando una foto de mi trasero?
—Sí.
Camila no dijo nada más, solo continuó lo que estaba haciendo y esperó a que tomara la foto. Admito que me tomó un poco más de tiempo de lo normal porque me estaba acercando repetidamente antes de eso.
—¿Listo? —ella preguntó.
—Sí, ven a mirar.
Camila se acercó a mí y le mostré la imagen en el visor de la cámara. Ella es simplemente perfecta.
—Wow, me gusta Eres una gran fotógrafa.
—¿Una gran fotógrafa? Creo que eres una gran modelo, sí. Deberías posar para mí algún día. Me encantaría hacer una sesión de fotos contigo.
—Podemos hacerlo mañana, ¿qué te parece?
—Creo que es genial.
—Sí, pero terminemos de arreglar este apartamento primero.
—Si, señora.
(...)
Camila y yo seguimos cargando cajas arriba y abajo, de un lado a otro. Ya me estaba haciendo dolor porque me ofrecí a recoger los más pesados. Camila es demasiado pequeña para prestarse, aunque insiste en que no lo es.
El reloj ya era las 10:30 pm cuando finalmente lo terminamos todo. Después de eso, Camila y yo fuimos a darnos una ducha rápida sin ninguna intención. Ella me bañó, yo la bañé, y eso fue todo. Ahora estoy acostada en la cama mientras estoy en mi teléfono celular.
Cuando terminó de secarse el cabello, Camila vino a mí y rápidamente besó la parte superior de mi cabeza.
—¿Cansada?
—Y adolorida. —le respondí.
—Te advertí que no cargaras esas pesadas cajas tú sola, amor. —Se sentó en mi trasero con cuidado para no lastimarme. —Mantente relajada. Te daré un masaje.
—Eres un ángel, ¿lo sabes? —Sentí sus delicados dedos cerrarse sobre mis hombros.
—No lo soy.
—Si lo eres. —La sentí apretar donde me dolía mucho. —Eso, justo ahí. A la mierda.
—¿Realmente tienes que ir a trabajar mañana? —Preguntó Camila. Su voz era astuta, y cuando lo hacía, era porque quería algo.
—Sí, pero prometo prepararte un desayuno muy grasiento antes de que me vayas.
—Quiero que te quedes conmigo, Laur. —Giré mi cuerpo con cuidado.
La enfrenté y luego me senté también, dejándola sentada en mi regazo frente a mí.
—¿Qué pasa, Camz? Nunca me pediste que falte al trabajo.
—Es solo que... —jugó con algunos mechones de mi cabello. —Juro que no puedo explicarlo, pero ahora odio cada vez que necesitamos estar lejos la una de la otra, incluso por un corto tiempo. Creo que estoy traumatizada. —Ella sonrió débilmente y la abracé por la cintura.
—Hey, está bien. Podemos hacerlo así... —Camila hizo un gesto con una ceja en un pedido silencioso para que continuara: —Me levanto temprano, preparo tu café y me voy a trabajar. Puedes dormir todo el tiempo que quieras, pero si te sientes sola cuando te despiertes, llámame y vendré corriendo por ti.
—No tienes que venir a buscarme, amor. Puedo ir en mi carro.
—Pero tengo la intención de almorzar contigo, y no estoy de humor para viajar en autos separados. —Ella sonrió y besó la punta de mi nariz.
—Eres tan linda, ¿Te lo he dicho?
—Mhm...a veces. —Camila se rió y tomó mi barbilla con su dedo índice.
Pronto unió sus labios a los míos y suspiré con tanta suavidad y sutileza. Camila es delicada como una muñeca.
Apreté su cintura con ambas manos y emparejé el beso con la misma intensidad, aprovechando la oportunidad para insertar mi lengua en su boca. Fue succionado con fuerza, lo que me hizo jadear e inevitablemente solte su cintura y luego la abracé de nuevo.
Camila pasó sus besos por mi cara hasta mi cuello, que maltrató de todas las formas posibles. Traté de acostarla en la cama para ponerme encima de ella, pero realmente sentía mucho dolor.
—¿Te lastimé? —ella preguntó.
—No, no. Simplemente no creo que pueda hacer movimientos bruscos. —Sonrei sin humor.
—Aw, cariño. Yo te cuido, ven aquí. —Camila me obligó a acostarme con ella, y así lo hice. Escondí mi cabeza en la curva de su cuello y la froté como un gatito. —Estaba pensando...Podríamos criar un conejito enano, ¿qué te parece? Él no crecería. Continuaría pequeño para siempre y no daría trabajo en absoluto.
—Creo que es una gran idea. Mañana podemos ir a la tienda de mascotas para comprar uno.
—¿Se puede llamar Kyle? —ella preguntó.
—Claro mi amor.
—Laur...
—Si?
—Algún día tendremos un hijo, ¿no? —Levanté un poco la cabeza para mirarla.
—Sí, por supuesto que lo haremos!
—Realmente quiero tener una familia contigo. No estaba bromeando cuando dije eso a los 16.
—Tendremos la familia más perfecta del mundo, Camz. Guarda mis palabras. —Dije firmemente.
Sé que nada es perfecto, pero juntas podemos hacer todo lo posible para que todo salga bien al final. Construir una familia con Camila es algo que siempre ha estado en mis planes, y también en mis sueños. No es posible saber qué sucederá mañana o más tarde, pero si depende de mí, realmente seremos la familia más feliz del mundo.
Haré lo que sea necesario para ver feliz a la chica que amo.
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