Bandolera

By JeseeD1004

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Una Bandolera que le dan por la cabeza y termina perdiendo en su propio juego. Unas risas + algo de drama More

Bandolera
Génesis
Pride
Ben Wa
Desmadre
Postres
Luces. Cámara. Acción
Margaritas
Reagruparse
Parker
Cliff Edge
Ensalada
Honor
Gatas
Sorpresas
La Intensidad Bolleril
La Despedida
Hay que joderse
Abrázame, Ámame, Tócame...
La Bandolera
Extra

Date Cuanta Amiga

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By JeseeD1004





Había salido a trotar aquella mañana con la intención de ocupar su mente, hacía mucho que no trotaba por las mañanas ya que por lo general prefería usar esas primeras horas del día para pasarlas con su mejor amiga, pero pasada una semana sin ella empezaba a pesarle.

Amelia era una mujer orgullosa y las cosas que le había dicho Luisita el día del evento a veces se encontraba recreándolo en su cabeza en bucle tratando de encontrarle una quinta pata al gato sin suerte alguna, hacía una semana que no hablaba con la rubia, solo sabía que estaba bien por Marina que estando en el mismo proyecto debían mantenerse comunicadas, pero la rubia no había querido hablar con ella desde ese día y ella tampoco lo había intentado.

Recordando esa última discusión entre ellas llegó a la conclusión de que ambas dijeron cosas demasiado crueles en algun sentido, no significaba que fueran mentiras, pero el tono usado no dejaba de ser cruel y le dolía el pecho cada vez que lo recordaba porque en todos sus años de amistada ellas nunca habían discutido de esa manera.

Eran muy diferentes, sin duda alguna, pero encajaban demasiado bien y por ello su amistada se había mantenido durante tanto tiempo a pesar incluso de algún suceso que pensaron no darían vuelta atrás.

Ella era orgullosa sí, pero extrañaba a la rubia muchísimo, y ahora aún más debido a la forma con la que se despidieron. Por lo general Luisita era la primera en recular o dependiendo de quién había metido la pata, pero Luisita no era capaz de estar días enfadada con ella, simplemente no podía.

Cuando Amelia era quien metía la pata, que por lo general así era, ella se disculpaba e intentaba ganarse el perdón de su amiga con exceso de cariño, le gustaba hacer el payaso para que la rubia terminara riéndose y así se le pasara el enfado, siempre estaba dispuesta a hacer lo que fuera para que Luisita no estuviera mucho tiempo enfada con ella.

Cuando era el caso contrario, por lo general, a la rubia no le costaba nada. Amelia era orgullosa, pero solo le bastaba con que la su amiga le hiciera ojitos y le invitara a unos mojitos y la tenía ganada, siempre.

Ahora sin embargo era diferente, más que nada porque las veces anteriores eran tonterías, discusiones sin fundamento a diferencia de esta vez que parecían querer atacarse entre ellas. Así que no sabía a quién correspondía dar el primer paso para esa anhelada reconciliación, por lo que los días estaban pasando y ninguna de las dos estaba por la labor de disculparse primero.

Entre otras cosas, esa pelea con su mejor amiga la tenía sumida en un bajón que no lograba entender, no le apetecía salir con nadie o hacer planes con sus amigas, el trabajo no le rendía para nada y no dejaba de pensar en Luisita y en lo que estuviera haciendo.

Así que salió a trotar esa mañana con la esperanza de empezar a hacer otra rutina que no implicara pensar demasiado en la rubia y en lo mucho que echaba de menos siquiera tener un mensaje de buenos días.

En el camino que llevaba recorrido hizo una parada en un parque bastante amplio y así hacer algunos estiramientos cuando notó los ojos sobre ella, más específicamente en sus morenas piernas largas cubiertas solo por un diminuto short deportivo y cuando aquellos ojos curiosos la miraron de vuelta ella le sonrió y guiñó un ojo haciendo que la pelirroja que también se estiraba se sonrojara con una sonrisa en los labios.

Fue algo rápido, un hola que tal, que bonito día hace y lo siguiente que supo era que la estaban invitando a un café en casa de la mujer cuyo nombre creía recordar era Gina. No llegaron al apartamento de Gina, se quedaron en el portal, más específicamente debajo de las escaleras mientras Amelia la arrinconaba contra la pared, sus labios se conocían por primera vez y sus dedos se resbalaban por los pliegues de la bonita pelirroja. Se despidieron con un beso fugaz con la esperanza de volverse a encontrar al día siguiente en el mismo lugar.

Amelia decidió cambiar su ruta y no volvió a pasar por allí.

Los días seguían pasando y como siempre al volver del trabajo se daba una ducha, adelantaba cosas para el día siguiente, se preparaba la cena y veía un programa cualquiera, pero justo antes de apagar la luz al lado de la cama revisaba el teléfono y miraba la foto de perfil de Luisita en WhatsApp. Sintió un golpe en el estómago cuando se dio cuenta de que la había cambiado ese día por una en la que estaba sola con la cabeza hacia arriba dejando que el sol le diera a la cara y de fondo unas flores rosas brillante.

La foto anterior era una que ella le había tomado hace bastante tiempo, Luisita estaba sentada en unas escaleras, llevaba un moño desordenado y un vestido larguísimo de rayas rosadas mientras miraba las fotos de su cámara profesional. Amelia le había dicho que no había momento en el que se viera más guapa que cuando estaba descuidada y algo seria, y desde entonces no la había cambiado, solo porque a ella le gustaba tanto. Hasta ahora.

Parecía tonto, pero no lo era para Amelia.

Ya que no podía huir o esconderse del recuerdo de su mejor amiga porque igual ni podía ni quería, se decidió a hacer lo que solían hacer juntas y así tratar de no sentirla tan lejos a pesar de la distancia, por lo que volvió al café de siempre y se encontró con aquella chica cuyo nombre por su vida no podía recordar, la recordaba a ella sin embargo y recordaba sus gemidos y recordaba específicamente un lunar que tenía la ingle porque se lo besó con ganas en esa única noche que compartieron cama.

La chica le sonrió agradada de verla después de días. - Buenos días, Amelia. - La morena sonrió. - Te pongo lo de siempre? Una ración doble de croissants de jamón y queso, cappuccino sencillo con extra azúcar y un Frappuccino de rol de canela con extra moca blanco. - Recordaba su orden porque siempre era la misma.

Amelia le sonrió de lado acercándose más a la barista. - Eh no, solo el cappuccino y la ración de croissants, por favor. - Pensando en llevarle el otro a Andrea.

-En seguida. - La chica contestó he hizo su pedido pero antes de que Amelia se retirara decidió probar su suerte. - Oye Amelia, yo sé que lo que pasó la otra vez era algo de una ocasión. - Empezó y Amelia asintió recostándose en el mostrador para estar más cerca, su sonrisa nunca se perdió. - Pero no sé, quizás si algún día quieres yo no tengo objeciones, eh. - La chica levantó las manos entre risas.

Amelia se rió con ella. - Lo tendré en cuenta, bonita. - La miró de arriba abajo y se alejó y en cuanto estuvo de espaldas a la barista su sonrisa decayó. Frunció el ceño sin entender su propia actitud, en otras ocasiones no habría dudado ante la oportunidad, ella no tenía nada en contra de repetir raciones siempre y cuando las cosas estuvieran claras y con esa chica lo estaban, entonces porqué le había prácticamente rechazado?

Estuvo tentada a volver sobre sus pasos y tontear con ella un poco más hasta concretar algo, pero se detuvo porque la verdad es que no le apetecía nada y eso sí que era raro.

Volvió a sonreírle a la chica una vez le entregaron su pedido y salió rumbo al edificio en el que laboraba, minutos después Andrea entraba por la puerta de su oficina, estuvieron hablando de sus cosas hasta que la pelinegra la vio revisar su teléfono y dejando escapar un suspiro cansado. - ¿Todavía nada? - Preguntó acabándose el croissant que su jefa le había traído.

Amelia la miró en silencio antes de negar y responder. - Nada, si no fuera porque Marina tiene contacto con ella no sabría siquiera si sigue viva. -

-Bueno, seguirá enojada, dale su tiempo. -

-Es una gilipollas, eso es lo que es. - Se quejó recostándose en su silla y mirando hacia la nada.

-No piensas eso. - Andrea la regañó. - A lo mejor necesita más tiempo para que se le pase el disgusto o está esperando a que tú seas quien le hable primero. -

-Y yo cuánto tiempo necesito para que se me pase el disgusto? - Reclamó la morena. - Ella también dijo cosas feas, ¿Por qué tengo que ser yo quien le hable primero? - Se cruzó de brazos.

Andrea se rió bajito. - Te estás escuchando? Suenas como una adolescente. - Amelia la fulminó con la mirada. - Amelia, ya en serio, es que si nos ponemos en eso nunca se van a volver a hablar y me parece una tontería que pierdan una amistad tan bonita y tan larga solo porque son tan cabezonas para pedir disculpas primero. - Amelia no dijo nada por lo que Andrea puso los ojos en blanco. - Se la adulta de esta relación te lo pido y escríbele que te mueres por hacerlo desde hace semanas. -

-No voy a escribirle. - Seguía en sus trece.

-Pues tu veras, después no andes llorando. - Andrea salió de su oficina dejándola sola.

Se mordió el labio pensando en las palabras de su amiga, tomó otra vez el teléfono en sus manos y abrió el chat de Luisita viendo como apareció en línea, su corazón se aceleró y esperó con los dedos entumecidos por encima de la pantalla táctil, ponderó si escribirle o no finalmente y en ese caso, qué decirle, pero entonces el en línea desapareció y con ello su gramo de valentía. Cerró el chat y bloqueó el teléfono dejándolo sobre su escritorio.

Los días siguieron pasando volviéndose semanas y cada vez era más grande esa brecha abierta entre ellas, seguía haciendo sus cosas como normalmente e intentó recrear su rutina con la rubia pero fue en vano, simplemente no tenía gracia alguna.

Una noche de sábado había decidido salir con las chicas a divertirse un poco y había logrado no pensar en ella al menos por un rato, aunque su ausencia no era dura solo para ella sino para todo el grupo, cuando sintió su teléfono vibrar en su bolsillo, quiso ignorarlo pero su sorpresa fue tan grande cuando vio "Mi Flor" llamándola que podía sentir su último trago devolverse por la garganta.

Se alejó del bullicio para poder contestar, pero no alcanzó a hacerlo cuando la llamada se perdió, así que se decidió ella en llamarla de vuelta. - ¿Luisi? - Gritó colocándose la mano en la otra oreja y así tratar de escuchar cuando la llamada se desconectó.

-H..la. - Se escuchó entrecortado. - Ya sé que es...s con l.s chicas. -

-¿Qué? Luisi no te escucho muy bien, espera. - Se alejó un poco más saliendo prácticamente a la calle con el corazón corriéndole a toma marcha y las manos temblorosas. - Extrañaba tu voz. - Susurró para sí misma.

-No de..í ll..mar, perdón. - Seguía escuchándose de muy mala manera.

-No pasa nada...

-Perdón, Amelia. -

Y luego la llamada quedó en silencio. - ¿Luisita? Hola? - Despegó el teléfono y notó que la llamada había sido colgada. - Mierda. - Intentó llamarla de nuevo un par de veces más pero no fue posible, el teléfono parecía no tener cobertura. Decidió volver dentro y ya al día siguiente llamarla y hablarle con más calma.

El problema es que al día siguiente Marina le dijo que Luisita había sido trasladada a una zona rural con poca cobertura por lo que ahora la extrañaría el doble de lo que ya lo hacía, pero no podía hacer nada al respecto.




Estaba almorzando con las chicas celebrando el cambio de nombre en el DNI de Alina, finalmente su documento de identidad llevaría el nombre que ella misma había escogido y su nombre de nacimiento estaría erradicado de todas partes desprendiéndose de ese lastre de una vez por todas. - Estoy tan feliz chicas. - Alina se abanicaba la cara con los ojos encharcados.

-No es para menos, guapa. - Marina acarició su espalda con una mano.

-Ay bonita y nosotras estamos felices por ti. - Amelia se levantó y la abrazó dejándole un beso en la cabeza. - Ahora si no puedes pasarte una luz en rojo, así que ojo. - Le advirtió en broma haciendo reír a las demás.

Alina se carcajeó limpiando el rabillo del ojo. - Ay calla que eso solo pasó una vez. -

-No me quiero imaginar la cara del oficial cuando le mostraste el DNI y te ve la cara y se da cuanta de que no más no concuerdan las descripciones. - Andrea recordó la anécdota entre risas.

-Un poema vamos. - Marina se rió también dando un sorbo a su agua.

-Pues sí, el pobre hombre no entendía nada y por no querer aclarar decidió dejarme ir sin multa ni nada. - Alina añadió entre risas.

-La libraste esa vez, la próxima no creo que tengas tanta suerte. - Amelia le respondió al tiempo que levantaba la cabeza para ver entrar un grupo de mujeres igual de parlanchinas a ellas y sentarse en la mesa de al lado, la última de ellas hizo contacto visual con la morena primero por inercia y luego por gusto y se sonrieron. Cuando Amelia volvió la vista a su propia mesa se encontró a sus amigas mirándola de vuelta. - ¿Qué me ven? - Preguntó extrañada.

Alina levantó las manos. - Que yo ya sé que estamos aquí para celebrar este día importante para mí, pero que no hay problema si quieres irte de ligueo por ahí. - Las demás soltaron una risita entretenida.

-Ja ja que risa, me voy de culo. - Dijo sarcásticamente haciendo que las demás se rieran más. - Además, que solo la he mirao así de refilón. -

-Pues ella sí que te está mirando bien a gusto, susususu. - Andrea aportó viendo de reojo a la otra mesa.

-Estoy segura de que en cuanto nos vayamos encontrarás la forma de llegarle aunque esté con otra gente. - Marina dijo ya conocedora de las tácticas de su amiga.

Amelia se rió sin muchas ganas. - Y quién dice que quiero hacerlo? - Todas en la mesa se quedaron en silencio y ella solo se encogió de hombros. - Podría hacerlo, pero no tengo ganas. - Hizo una mueca mientras masticaba algunos frutos secos que habían dejado en uno de los cuencos en la mesa. Marina frunció el ceño y se acercó a tocarle la frente. - ¿Qué haces? Deja! - Se quejó.

-Reviso si tienes fiebre o algo porque esto no es normal. - Respondió con cara seria ganando más risas entre las chicas incluida la misma Amelia. - Que Amelia Ledesma esté perdiendo la oportunidad de ligarse a una por ahí, es muy fuerte. - Las chicas asintieron dramáticamente.

La morena solo puso los ojos en blanco. - Bueno yo que sé, no estoy en el mood. - Agachó la cabeza sin ganas de seguir hablando del tema.

Cosa que notó Alina de inmediato. - Bueno no pasa nada. - Le sonrió. - Podemos mejor hablar y ponernos de acuerdo para la ruta de senderismo, por favor? Que llevamos como mil años diciendo que la vamos a hacer y cada domingo amanecemos con más resaca que pa' qué. -

Sus palabras volvieron a traer las risas a la mesa. - Serás exagerada, chica. - Andrea se burló.

-Eh perdona, no exagero, de verdad llevamos aplazando la ruta durante meses. -

-Será porque a quien se le ocurre organizar una ruta de senderismo en un domingo por la mañana, por favor, que despropósito. - Marina se quejó.

-Ah pues a la rubia. La Luisi lo propuso aquella vez. - Alina respondió.

Y Amelia no pudo evitar mirar la silla vacía a su lado que le recordaba que su rubia favorita no estaba allí con ellas. Eso le entristeció mucho. - Así que ahora planeas llevarnos a nosotras de senderismo cuando la promotora de esto ni siquiera está aquí, hay que joderse. - Seguía replicando Marina con una sonrisa burlona.

Andrea vio a su jefa de reojo y esta le sonrió. - Podríamos tomarnos muchas fotos y mandárselas para que sepa de lo que se ha perdido. -

-Aquí las únicas que vamos a perder horas de sueño un domingo somos nosotras, ya te digo. - Marina refutó.

-Mira que eres rezongona. - Alina le dio un golpecito en el codo.

-Y una pesada- Intervino Amelia finalmente. - Todo lo que se queja y termina viendo siempre. -

-Siempre y cuando me den desayuno, yo feliz. - Se rieron.

Al salir del restaurante Amelia volvió a dedicarle una mirada y una sonrisa a aquella mujer de la mesa de al lado y se alejó sin más, era verdad lo que había dicho antes, no estaba de ánimos para tratar de ligar con nadie, ella solo quería que Luisita volviera y que siguieran siendo las mismas de siempre.

En las semanas que siguieron seguía sin saber nada de la rubia, intentó llamarla un par de veces, pero seguía siendo imposible ya que al parecer la agente de bienes raíces estaba trabajando con una asociación de transformación de viviendas en poblados rurales en los que la conexión era malísima según le había explicado Marina, así que literalmente tendría que esperar a que su mejor amiga volviera del exilio tecnológico.

Y la espera cada vez se hacía más cuesta arriba, antes sabía que Luisita estaba allí a la distancia de una llamada telefónica o un mensaje, pero ahora no tenía forma de saber de ella en absoluto y esa idea, ese silencio, esa lejanía le estaba creciendo un nudo en el pecho que día a día se hacía más presente.

Todo a su alrededor le recordaba a la rubia, las calles por las que caminaba, los lugares que frecuentaba, incluso su propio apartamento, un día en que estuvo haciendo limpieza general notó que cada vez había más cosas de Luisita allí y no solo cosas materiales, sino su esencia, sus gustos, incluso el color de unas paredes habían sido modificados recientemente porque a la rubia le gustaba más así, en su habitación parte de su closet estaba llena de camisetas de Luisita con su olor particular y el cajón de ropa interior exclusivo para ella igual y en el baño su crema corporal de viaje reposaba a lado de su satisfayer.

Luisita estaba en todas partes y en ninguna al mismo tiempo, porque la tenía en sus pensamientos pero hacía ya más de tres meses que no la veía ni escuchaba su voz siquiera, al irse a la cama su último pensamiento era ella y cuando se despertaba al día siguiente el primero también era dedicado a ella. La extrañaba y la quería de vuelta, nunca habían estado tanto tiempo lejos la una de la otra y menos sin contacto alguno.

El domingo de senderismo finalmente había llegado luego de mucho planearlo, cada una cargó una mochila con hidratación y fruta para no desfallecer en medio de la montaña, a penas y salía el sol cuando emprendieron su camino y mientras este era plano no paraban de reírse y contarse sobre sus semanas, a medida que fueron ingresando ya en la montaña ya se escuchaban menos risas y más respiraciones agitadas.

Una detrás de la otra con Alina liderando y Marina siendo arrastrada por Amelia, seguían a paso firme para alcanzar su meta como los demás senderistas que aquella mañana habían tenido la misma idea que ellas.

El último tramo era más empinado por lo que debían esforzar más las piernas e ir una por una para que alguna las fuera recibiendo ya estando arriba y así hicieron. El sol estaba ya a sus espaldas cuando finalmente Andrea llegó a la cina siendo ayudada por Amelia. se quedaron las cuatro allí de pie admirando las vistas con sudor resbalando por sus cuerpos, los labios secos y la respiración agitada.

Ya otras personas habían llegado igual que ellas y otras más estarían por llegar y aunque estaban cansadas, incluso Marina pudo apreciar lo mucho que había valido la pena por solo poder llegar hasta allí las cuatro juntas. - Ojala la Luisi hubiera estado aquí para ver esto. - Marina comentó sentada al lado de Amelia antes de darle un trago largo a su termo de agua.

-Sí, la verdad es que la rubia se hace extrañar. - Alina asintió mordiendo una banana.

-Pues hagámonos una foto para mostrársela cuando vuelva. - Andrea se levantó con un quejido del dolor de piernas haciendo a las demás reís, sacó su teléfono de la mochila y pidió el favor a un chico que también descansaba por ahí que les tomara la instantánea.

-Estoy enamorada de Luisita. - Dijo de la nada Amelia justo cuando el chico hizo click y todas se la quedaron viendo. - Podrías tomar otra, por fa? Estas tontas se olvidaron de que la cámara está enfrente. - Rió divertida al chico quien amablemente tomó otra y luego le dio el teléfono a la dueña. - Me muero de hambre, vamos bajando ya? - Se puso de pie muy tranquilamente.

-Oye, óyeme no, no puedes solo soltar semejante bomba y luego pretender largarte. - Marina negó con el dedo índice. - Vuelve aquí y marujeanos el cuento completo. -

-No sé qué más quieres que te cuente si es algo que está clarísimo. - Andrea se rió por lo bajo.

Alina asintió. - Es que esto ha sido el verdadero "Amiga, date cuenta" - Dijo antes de reír. - Bien por ti, cari. - Levantó el pulgar arrugando un poco la cara ya que le daba el sol en los ojos.

Amelia seguía mirándolas pensativa. - Estoy enamorada Luisita, ya está, ya lo he dicho. - Movió los brazos de lado a lado.

-¿Y qué piensas hacer ahora? - Marina preguntó.

Se encogió de hombros. - Ni puta idea. -



Esa misma noche, luego de darse un largo baño y tomar algo para sus piernas doloridas, ya estaba ella en una edad, cenó ligero y cayó como piedra antes de que su teléfono la levantara con una llamada entrante, preocupada vio quien era y de inmediato el sueño desapareció y los nervios llegaron.

Contestó con premura. - ¿Luisi? -

-Hola flor. - Escuchó al otro lado y como respuesta natural sus ojos se encharcaron en lágrimas que intentó evitar. - Perdona que te llame a estas horas, te he despertado? -

La rubia hablaba con su usual tono dulce haciendo que ese nudo en el pecho de la morena se fuera desenredando poco a poco. - No te preocupes, me alegra tanto escucharte. - Confesó.

-Te he extrañado tanto, Amelia. - La escuchó sorber su nariz haciéndole saber que estaba igual de emocionada que ella y ese hecho le calentó el corazón. - Lamento tanto todo lo que pasó antes de irme y esta distancia entre tú y yo la odio, no me gusta nada. -

-Pues a mí menos. - Y menos ahora, pensó. - ¿Cuándo vuelves? - Era lo que más le importaba saber ahora mismo.

-Por eso te llamo, regreso en una semana, necesito dejar esto aquí bien organizado y ya estoy de vuelta. -

-Que ganas de verte. - Apretó los ojos sintiendo la humedad en sus mejillas.

-Y yo, amor, muchas ganas. - Podía imaginarla sonriendo y aquel apelativo cariñoso tan usual entre ellas ahora lo sentía tan diferente, cómo es que no se había dado cuenta antes? - Tenemos muchas cosas que hablar, flor. -

-Ya lo haremos cuando estés aquí. - Tranquilizó la morena, ella solo quería recrearse en su voz y la sensación de tenerla cerca a pensar de estar a tantos kilómetros lejos de ella. - Tengo algo que quiero contarte. - Adelantó sintiendo su corazón retumbar dentro.

-Yo también te tengo que contar muchas cosas. - La escuchó reír al otro lado de la línea haciéndola sonreír también. - No discutamos nunca más por favor. Te quiero mucho. -

Amelia se mordió el labio inferior antes de responder. - Yo te quiero más. - Podía sentir sus mejillas calientes.

-No es verdad, yo te quiero más. - Se echaron a reír. - Bueno flor, te dejo descansar que mañana tendrás que trabajar. Ya en nada estaré allí contigo. -

- Aquí te espero, guapa. -

___________________________________________

Holi querides!

Lamento tanto la espera, pero este es un capi que quería escribir con mucho cuidado y cariño, espero que les guste.

Que creen que va a pasar ahora que la Luisi vuelve? Let me know 👀

Kudos ❤️

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