Distancia Inesperada

By SassyBlossom

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Rosalie ha ganado una beca para estudiar en Francia, y está lista para comenzar una nueva vida. Dejando at... More

SINOPSIS
PRÓLOGO
CAPÍTULO 01
CAPÍTULO 02
CAPÍTULO 03
CAPÍTULO 04
CAPÍTULO 05
CAPÍTULO 06
CAPÍTULO 07
CAPÍTULO 08
CAPÍTULO 09
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17

CAPÍTULO 10

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By SassyBlossom

Dominic blandió el florete en el aire, dando un golpe certero. Su oponente tropezó con sus propios pies, y dejó caer el arma. Dominic rio, elevando la vista al marcador. Acababa de marcar el quinceavo golpe. 

El ruido de una bocina resonó en los parlantes, indicando que el encuentro terminó. Dominic se sacó la careta, acercándose para estrechar la mano de su oponente. El joven le respondió el apretón, y recogió su florete. 

—Buen trabajo.

—Gracias. —Nick asintió—. Tú también. 

Dominic vio los monitores esparcidos en el estadio, leyendo su nombre en letras grandes. Finalmente lo logró. Se había coronado como el campeón regional de esgrima. 

El entrenador Jackson se acercó a él, seguido por el resto de sus compañeros de la academia. Lo abrazaron al mismo tiempo, antes de levantarlo en brazos. Hicieron saltar a Dominic un par de veces en el aire, gritando su nombre. Todos estaban orgullosos de él. 

—¡Felicitaciones Dominic! —Jackson gritó, haciéndose oír sobre el ruido—. ¡Sabía que lo lograrías!

Dominic sonrió genuinamente, abrazándolo. El entrenador era casi un padre para él. Jackson lo comprendía más que Michael. 

—Gracias por darme la oportunidad de competir. —Nick se sinceró—. Gracias por confiar en mí. 

—Tienes mucho potencial, Dominic. —Jackson palmeó su espalda—. Solo no dejes que tu carácter opaque tu talento. 

Dominic rio por el comentario, y asintió. Se acercó al personal encargado de la competencia, esperando que le retirasen el equipo. Él regresó a su asiento, y divisó a su madre a lo lejos. Rebecca le sonreía, felicitándolo entre señas. 

Nick la saludó, consciente que ella no podría acercarse hasta que terminase la competencia. Él sacó su teléfono, desconectándose de la realidad unos minutos. Todavía faltaban dos combates más antes que fuera la premiación. 

El teléfono comenzó a vibrar entre sus manos, y un nombre se iluminó en la pantalla. Él sonrió, alejándose del ruido para contestar. 

—Rosie... —la saludó, soltando un suspiro—. Hola. 

¡Felicitaciones al campeón regional de esgrima! —Rosalie exclamó, emocionada—. Sabía que lo lograrías, mi amor. Yo siempre confié en ti. 

Dominic agachó la mirada, sonrojado por sus palabras. Era la primera vez que ella le decía mi amor, y no supo qué responder. Él se aclaró la garganta, sin dejar de sonreír. 

—¡Gracias, hermosa! —Él peinó su cabello hacia atrás—. ¿Cómo supiste que gané?

Vi la transmisión en vivo. —Rosie soltó una leve risita—. Lo hiciste muy bien. 

Nick asintió, un tanto decepcionado de la respuesta. 

—Me hubiera gustado que estuvieras aquí. —confesó, suspirando—. Te extraño.

—Entonces date la vuelta. 

Dominic enmudeció, apenas siendo capaz de obedecer. Giró con lentitud, viendo a Rosalie a un par de metros suyo. Ella guardó su móvil en su bolsillo, corriendo hacia él. 

Dominic la abrazó, haciéndola girar. Rosie rio, besándolo con pasión. A pesar que solo fueron dos semanas, ella lo sintió como una eternidad. Lo echaba demasiado de menos. 

—Usé el boleto de avión que me regalaste. —Ella confesó en un susurro—. Jamás me perdonaría no verte ganar las regionales en vivo. 

Dominic volvió a besarla, sin creer que volvía a tenerla cerca. Ese era el mejor día de su vida; no podía pedir más. 

Rosalie volvió a su asiento cuando vio a uno de los encargados acercarse, ocultando una sonrisa. Estaba feliz de volver a verlo, sintiendo que usar el boleto en ese momento fue la mejor decisión que tomó. Detestaba estar lejos de él. 

Dominic se sentó, observando a Brooke competir. Sonrió al ver que su contrincante acababa de marcarle un punto, y llevó la vista a su celular. Respondió algunos de los mensajes que sus amigos le enviaron por haber ganado, y aguardó a que comenzara la premiación. 

Dominic recibió la medalla que le dieron con orgullo, y respondió las preguntas que los reporteros le hicieron. Aunque era la segunda vez en su vida que le hacían una entrevista, empezaba a acostumbrarse. Hablar delante de las cámaras se volvía sencillo. 

—¡Estoy muy orgullosa de ti! —Rosie habló en su oído, acercándose a él por la espalda—. ¡Eres el mejor esgrimista del mundo!

Nick sonrió, girando hacia ella. La abrazó con fuerza, besando su frente. Quiso responderle, pero se sobresaltó al escuchar a alguien más llamarlo. 

—¡Felicitaciones, Tristán! —Rebecca gritó, corriendo para abrazar a su hijo—. Lo hiciste excelente. 

—Gracias, mamá. —Él la abrazó de vuelta—. No creí que vendrías. 

—Jamás me perdería un partido tuyo. —Ella confesó, peinando el cabello de su hijo—. Tuve que rogarle a mi jefe para que me diera permiso de faltar al trabajo. 

Dominic ladeó una sonrisa, abrazándola de nuevo. A pesar de los problemas que tuvo con sus padres en el pasado, sabía que siempre podría contar con Rebecca. Ella era la mejor madre que hubiera podido desear. 

Rebecca se separó de su hijo, sorprendiéndose al ver a la chica al lado suyo. La abrazó también, sonriendo. 

—¡Amy —La saludó—. Qué sorpresa tenerte aquí; no sabía que habías venido. 

—Hice una pequeña excepción para verlo. —Ella sonrió, sonrojándose—. Yo sabía que él iba a ganar. 

—Tenemos mucho de qué hablar. —Rebecca la tomó de las manos—. Deberías venir  a casa a...

—¡Tristán! —un potente grito la interrumpió, sobresaltándola—. ¡Felicitaciones, hermano!

Gael se acercó a prisa a ellos, saludándolos. Gabriela lo siguió de cerca, deteniéndose junto a su suegra. Abrazó a Rebecca, aguardando su turno para felicitar a Tristán. Ella no sabía nada de esgrima, pero le alegró que ganara. 

Dominic se sorprendió al ver a su hermano, agradeciéndole que fuera a la competencia. Le gustaba sentir que la mayoría de su familia lo apoyaba. Incluso su cuñada estaba feliz por su triunfo. 

—¿Y papá? —Gael consultó después de varios segundos, notando que solo él faltaba—. ¿Dónde está?

—Él tenía un juicio hoy. —Rebecca se disculpó—. Tú eres abogado, y sabes lo ocupada que está la agenda de un juez. 

—Es que, encarcelar personas es más importante que ver a tu propio hijo ganar una competencia de esgrima. —Dominic habló irónico—. Parece que la justicia no puede esperar. 

—¡Tristán! —Rebecca lo regañó—. No creas que esto ha sido fácil para tu padre. Él también quería estar aquí. 

Dominic rodó los ojos, aburrido. Aunque sabía que Michael se enorgullecía de sus logros, le incomodaba que no lo demostrase. Su padre se enfocaba más en oponerse a su relación con Rosalie, que con cualquier otra cosa que le sucediese. 

Gael carraspeó, arrepintiéndose de haber preguntado por su padre. Él había pedido permiso en su trabajo, y supuso que Michael habría hecho lo mismo. Gael negó, recordando la pésima relación entre su padre y su hermano, Él creía que las cosas se habrían calmado en las últimas semanas, pero se dio cuenta que todo estaba peor que antes. 

—Mañana, Gabriela y yo haremos un pequeño almuerzo familiar; y queríamos invitarlos. —Gael elevó la voz, rompiendo el silencio incómodo—. Amelie, tu también puedes venir. Será un placer tenerte en nuestra casa. 

Rosalie le sonrió con incomodidad, pensando una excusa rápida. A pesar que Gael y Gabriela le agradaban, todavía le intimidaba pasar tiempo con la familia de Dominic. 

—Gael, agradezco mucho tu invitación, pero...

—Ella irá. —Dominic la interrumpió, abrazándola por el costado—. Iremos juntos; no te preocupes. 

Gael asintió, complacido. Conversó con ellos un par de minutos más, antes de retirarse. Rebecca se fue con él, resolviendo darle un poco de privacidad a su hijo y a Amelie. Ella la quería bastante, y le alegraba que hubieran retomado su relación. Ellos hacían bonita pareja.

—Tal vez no regrese a dormir. —Dominic avisó, viendo a su madre a los ojos—. Habrá una fiesta en la academia para celebrar el triunfo, y después... 

Rebecca hizo un gesto para que dejase de hablar, sonriendo. No le sorprendían sus palabras. 

—Descuida. —lo tranquilizó—. Nos vemos mañana. Cuídate, Amy. —se despidió. 

Rosalie se despidió de ella, antes de girar hacia Dominic. Ella se cruzó de brazos, frunciendo el ceño. 

—¿Por qué le dijiste a tu hermano que iría al almuerzo? —reclamó con voz baja—. Tu padre me da miedo, y no quisiera arruinar su momento familiar. Si quieres, podemos visitar a Gael en otra ocasión...

Dominic la besó, callándola. Se aferró a su cintura, y juntó su frente con la de ella. 

—Eres mi novia, Rosalie. —Él le recordó, susurrando—. Fuiste mi cita en la boda de Gael, y quiero que vuelvas a serlo en la reunión de mañana. Tú ya eres de la familia. 

Rosalie sonrió enternecida, abrazándolo. Le gustaba oírlo hablar así, y creyó que nada malo podría suceder en aquel almuerzo. Después de todo, fue en la boda de Gael donde Dominic le propuso volverse pareja. 

Uno de los compañeros de Dominic se acercó a ellos, indicándoles que un bus estaba llegando a recogerlos. El joven no se detuvo más que un par de segundos con ellos, y se fue a buscar a los demás. El entrenador lo mandó a llamar a todos los de la academia. 

Dominic tomó a Rosalie de la mano, viéndola a los ojos. Acarició su rostro, inclinándose hacia adelante. 

—Rosie, sabes que el entrenador siempre hace fiestas después de cada competencia, y quisiera que vinieras conmigo. —pidió—. Por favor. 

Rosalie desvió la mirada, pensándolo un par de segundos. Era la segunda vez que Dominic la invitaba a una de esas fiestas, pero ella no sabía que responder. Rosie vio a Brooke a lo lejos, y recordó que fue por ella que decidió no ir a la fiesta la primera vez. Ella solía darle miedo. 

Brooke era la exnovia de Dominic, y Rosalie tuvo problemas con ella en el pasado. Aunque Nick se esforzaba en negar que fueron pareja, Rosie siempre sospechó que sí ocurrió algo entre ellos. Sino, Brooke jamás la habría amenazado para alejarse de él. 

—Pero, comprenderé si todavía no te sientes cómoda yendo a reuniones con mis amigos. —Dominic continuó, sacándola de sus pensamientos—. Así que, tú y yo podríamos ir a otro lugar para festejar mi triunfo. 

Rosie negó, elevando el rostro. Brooke ya no la asustaba. 

—Será un honor acompañarte a la fiesta. —Ella sonrió, entrelazando sus dedos con los de él—. Vamos. 

Dominic besó su frente, regresando con el entrenador. Él se sentó con Rosie en el bus, tomándose fotos con ella. Podía notar su insipiente nerviosismo, y la ayudó a tranquilizarse. 

—¡Por Brooke y por Dominic! —El entrenador brindó cuando llegaron a la academia—. ¡Y por que su racha de victorias continúe hasta las nacionales!

—¡Salud! —respondieron todos los presentes, elevando unas pequeñas copas con gaseosa. 

Dominic dio un breve discurso, y luego presentó a Rosalie como su novia. Ella los saludó con timidez, esbozando una sonrisa. 

Dominic carraspeó, pensando en que Rosalie era la segunda novia oficial que tenía. La primera fue Delilah, una chica con quien salió a los quince. Sin embargo, el resto de chicas con quienes salió y se acostó entre esos años, no significaron nada para él. Nada más que placer. Ni siquiera su aventura con Brooke fue relevante. Para Dominic, solo dos mujeres fueron capaces de dejar una huella en él. 

Rosalie bailó un par de canciones con Dominic, y comenzó a relajarse después de la primera media hora. Sus compañeros de la academia de esgrima le parecieron agradables, al igual que el entrenador. Ella se alegraba de haber ido a la fiesta.

Rosalie le pidió irse poco antes de las once de la noche, cansada. Ella llegó tres horas antes de la competencia de esgrima para sorprender a Dominic, y apenas si descansó. El cambio de horario la mareó, y ella quería recuperar el sueño perdido. 

Dominic salió con ella, pagando un taxi hasta el hotel donde se estaba quedando. La ayudó a entrar a la habitación, comprendiendo cómo se sentía. A él le tomó casi una semana adaptarse a la diferencia de horas. 

Nick cerró la puerta, sentándose en un pequeño sillón que tenía la habitación. 

—De haber sabido que vendrías, te habría propuesto quedarte en mi casa. —Él la jaló con suavidad, sentándola en sus piernas—. Pasaríamos estos días juntos. 

Rosie negó, pasando saliva con dificultad. 

—No quiero más problemas con tu familia, Nick. Recuerda todo lo que pasó cuando tus padres descubrieron que me quedé a dormir contigo. —Ella carraspeó, viéndolo a los ojos—. Tu madre finalmente me aceptó como tu novia, y espero que tu padre también lo haga en algún momento. Dejemos que terminen de asimilar lo nuestro, por favor. 

—Tú eres mi mujer, Rosalie. Tarde o temprano, Michael tendrá que acostumbrarse a la idea de vernos juntos. 

Rosalie se acomodó entre sus piernas, sentándose a horcajadas. Lo vio a los ojos, buscando hacerlo entrar en razón. 

—Yo sé que ambos nos pertenecemos, pero todavía no estamos casados. —Ella habló con firmeza—. Y todavía faltan cinco años para que podamos planear nuestra boda. No adelantemos ciertas cosas, por favor. 

Dominic asintió, camuflando su incomodidad. Él no estaba seguro de sentirse listo para casarse dentro de cinco años, pero prefirió no hacer comentarios sobre eso. Acarició el cabello de Rosalie, decidiendo que no volvería a insistirle para que ella se quedase en su casa. A él no le importaba pelear con su padre, pero no quería arruinar su primera noche en el país. 

—¿Me puedo quedar a dormir? —Él preguntó, entrelazando sus dedos con los de ella—. Te he extrañado mucho, Rosie. 

—Puedes quedarte —ella sonrió—. Pero con una condición. 

—¿Y cuál es?

—Que te duches conmigo primero. —susurró en su oído, coqueta. 

Dominic asintió, besándola con pasión. Avanzaron hasta el baño sin romper el beso, y apenas si se separaron para quitarse la ropa. La ducha era más pequeña que la que usaron en Francia, pero no les importó. El mundo se volvía insignificante cuando estaban juntos. 

Rosalie se acurrucó en el pecho de Dominic cuando volvieron a la habitación, y durmió abrazada a él. Sintió que Nick besó su frente, y sonrió. Esa fue la mejor noche que pasó en mucho tiempo. 

Dominic fue el primero en levantarse, y vio las llamadas perdidas en su celular. Su madre le escribió poco antes de las ocho de la mañana, preguntándole si lo esperaban a desayunar. Él revisó la hora, notando que iban a ser las nueve. Respondió el mensaje, y giró hacia Rosalie. 

—Rosie —susurró en su oído, pasando una mano por su cabello—. Rosie, despierta. 

Rosalie no le respondió, y giró hacia el otro lado. Dominic se enterneció por su actitud, moviéndola suavemente. Ella entreabrió los ojos, aturdida por la luz de la mañana. 

—¿Qué pasó? —alcanzó a decir—. ¿Qué hora es?

—Son las nueve de la mañana. 

Ella se sentó lentamente, tallando sus ojos. Demoró en asimilar dónde se encontraba, y acarició el rostro de Dominic. Ella bostezó, sintiéndose todavía cansada. 

—Rosie, nos esperan para desayunar. —Él comentó, levantándose de la cama—. Vamos, tenemos que cambiarnos. 

—¿Ordenaste servicio a la habitación? —consultó. 

—Rebecca me llamó. —explicó, viéndola a los ojos—. Le dije que iríamos a desayunar. 

Rosalie asintió, confundida. Se puso uno de los primeros vestidos que confeccionó, meses atrás, y terminó de asimilar lo que ocurría en el taxi. A ella le agradaba la señora Rebecca, pero no sentía que tuvieran la confianza suficiente como para desayunar en su casa. 

Rosie relamió sus labios, empezando a creer que las cosas eran más sencillas cuando aún mantenían su relación en secreto. Le ponía nerviosa tener tantos compromisos con la familia de Dominic, y temió que así fuera su vida en el futuro. Las cosas entre ellos estuvieron mejor en Francia. Cuando solo eran los dos. 

—Me gusta tu vestido. —Dominic rompió el silencio, girando hacia ella—. Es el mismo que usaste el día que te ayudé a postular a la beca. 

Ella sonrió, sonrojándose. 

—Lo recordaste. 

—Jamás lo olvidaría. —La besó—. Te ves hermosa cada vez que lo usas. 

Rosalie se recostó en su hombro, soltando un largo suspiro. Aunque intentaría mantener el buen humor, presentía que ese sería un muy largo día. 


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