Cuestión de orgullo

By MariselMaluenda

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Bright Chiva-aree es un joven aristócrata, soltero, dueño de grandes extensiones de dinero. Con una educación... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49

Capítulo 27

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By MariselMaluenda

✒️📜

El día estaba frío, Long Sands era una playa hermosa, arena casi blanca, mar oscuro y una brisa suave que soplaba esa mañana.

Todo el camino en el carruaje fue tranquilo, conversando y disfrutando el paisaje. El señor Chiva-aree relataba los próximos proyectos. La junta se reuniría pronto y todos los señores querían ver si las mejoras en las industrias estaban dando sus frutos.

Metawin un poco preocupado pregunta si acaso todo iba bien, no se perdonaría que su amado tuviera problemas por sus ideas un poco avanzadas para aquellos tiempos.

- Usted no se preocupe, ya hablé con nuestro contador y los números son muy buenos, dudo que alguno de ellos objete alguna de sus ideas.

Esas palabras calmaron el inquieto corazón del joven.

Siguieron hablando, pero ahora de sus planes para los días que descansarían en una propiedad de los Chiva-aree.

Al llegar, Metawin observó alrededor, el lugar era precioso, nada ostentoso, tranquilo, lejos de otras propiedades.

La casa, porque mansión no era, no como la familia Chiva-aree frecuenta poseer, emplazada en un gran terreno con salida privada a la playa, contaba con un pequeño bosque, abundante y exuberante vegetación. Un camino de piedra en la entrada que daba al porche de la casa.

Un recibidor adornado con vegetación. Grandes ventanas en frente, madera tallada, no por no ser ostentosa no gozaba de buen gusto.

La mano del señor Chiva-aree se posó en la espalda baja del joven para indicarle que siguieran y se adentraran. Ambos llevaron sus maletas, el cochero ya emprendía su viaje, solo estaría de regreso por ellos al término de ese fin de semana.

La escalera no era tan majestuosa como la gran mansión, pero era lo suficientemente grande como invitando al segundo piso. Grandes cortinas cubrían las ventanas que yacían cerradas producto la fresca brisa que había en la zona.

La chimenea templó el frío ambiente, los recibió de manera acogedora y eso apretó el corazón del joven. El señor Chiva-aree se había preocupado de cada detalle.

No quedaba rastro de personas trabajando en la casa, estaban solos. Subieron hasta la habitación que ambos ocuparían sin preocupación alguna.

Apenas dejaron las maletas en la entrada y cerraron la puerta de la habitación la tentación y las emociones se desbordaron.

Un beso profundo fue respondido por el joven.

Las manos temblorosas recorrieron su anatomía como si fuera la primera vez. El aire comenzó a abandonar sus tímidos cuerpos y hubo la necesidad de hablar.

- Le agradezco mucho la invitación, su casa es hermosa y acogedora ¿está seguro de que estaremos solos? Yo no quisiera que usted tuviese problemas por mi culpa.

- Il mio Paradiso, usted no se preocupe, no hay nadie en la casa. Dejemos nuestras pertenencias y bajemos, debe comer y darse un baño para que descanse -el joven suspiró ante las caricias que aún recibía.

- Pensé que...

- Amor, está cansado, ha sido un viaje largo y la idea es que usted esté cómodo y descanse, me basta con su preciada compañía, el tenerlo ahora aquí hace que mi intranquilo corazón sopese la lejanía de su cuerpo cada día, le añoro, lo juro, pero su bienestar está por sobre cualquier pensamiento que yo posea. Es la persona dueña de mi alma y de mi corazón, prometí a su padre cuidarlo y eso haré.

Bajaron las escaleras hasta adentrarse en la cocina, encontraron la comida preparada y la mesa dispuesta.

Se sentaron y tras muchos cruces de miradas, roces de manos, terminaron de comer.

Tomaron sus copas y fueron hasta la sala de estar donde se acomodaron junto a la chimenea. El lugar era realmente acogedor, elegante, pero fuera de lo que hubiese pensado el joven. Sin duda, el gusto del señor Chiva-aree era exquisito.

Con una manta cubrió al joven quien se sentó junto a él, tomó un libro para leerle.

La cabeza del joven yacía sobre su hombro, cansado del viaje y con su alma en calma por la compañía del ser amado, escuchó silencioso aquel poema que le era declamado casi en susurros:

Rima XI, Gustavo Adolfo Bécquer.

—Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión;
de ansia de goces mi alma está llena.
¿A mí me buscas?
—No es a ti, no.

—Mi frente es pálida, mis trenzas de oro,
puedo brindarte dichas sin fin.
Yo de ternura guardo un tesoro.
¿A mí me llamas?
—No, no es a ti.

—Yo soy un sueño, un imposible,
vano fantasma de niebla y luz;
soy incorpórea, soy intangible;
no puedo amarte.
—¡Oh ven; ven tú!

- Me encanta, la ironía de las personas en perseguir un sueño que nunca alcanzarán, a veces creo que no todos son felices, viven de apariencias tapando sus miserias humanas y carencias. El humano está hecho de mala manera, se esmera en aparentar, carente de sentimientos y emociones reales, nubla su mente con prejuicios y cosas banales. Parece una gran tragedia- sus palabras hacían una pequeña y sentida reflexión.

- Tiene usted razón, la felicidad es algo tan sencillo de alcanzar, pero nos fijamos en cosas superfluas y dejamos de lado aquello que tiene real sentido.

Besó la frente del joven y se quedó mirándolo, sus pestañas onduladas, unos pequeños lunares en su rostro, y esos labios abultados, tan rosados, se dio cuenta de que realmente todo lo que siempre había poseído no lo hacía feliz, la felicidad, el amor de su vida, yacía a su lado y quiso escapar de esa realidad a una donde sólo pudiesen estar los dos, pero aquel pensamiento era solo eso, que ironía.

Lo abrazó atrayéndolo a su lado, temiendo que le arrebataran algún día toda la felicidad que había alcanzado y por primera vez, ese hombre tan fuerte, tan entero, y seguro de sí, sintió miedo.

El joven se acurrucó entre sus brazos, su nariz rozó la hendidura entre el hombro y el cuello, inhaló aquel exquisito aroma, tan varonil y se relajó. Encontró en ese cuerpo, en aquellos brazos, su lugar seguro, uno que nadie entendería y tampoco aprobarían.

Permanecieron así un tiempo más hasta vaciar sus copas, las caricias de por medio intentando no dejar escapar aquel mágico momento, tallarlo en los dedos y en la memoria para siempre.

Decidieron salir a caminar un momento, respirar aquel aire puro, llenar sus pulmones cansados del viaje, del aire de la ciudad que poco a poco se contaminaba sin querer con el avance de la era industrial, esa que los hombres llamaban modernidad.

Cambiaron sus trajes de viaje por unos más cómodos, no tan elegantes para poder disfrutar de manera relajada del agua bajo sus pies. El aire fresco les dio en el rostro, sus cabellos se revolvieron y tal desorden le pareció exquisito al señor Chiva-aree, quien no podía despegar su mirada del joven.

Doblaron el borde de sus pantalones para sentir la arena bajo sus pies, aunque la tarde estaba fresca quisieron disfrutar del paisaje. Luego de recorrer por unos momentos se sentaron en la arena, estaban solos. Aquella playa era parte de su propiedad.

- Espero que su estancia sea de su agrado.

- Lo es, su casa es preciosa, le agradezco mucho la invitación.

- No agradezca nada, esta casa no es de la familia, la adquirí producto de mi trabajo, le ruego se sienta como si fuera suya por favor. Puede disponer de ella cuando desee.

- ¡Oh no! Por favor no es necesario, me basta con su compañía, sin usted no sería lo mismo.

Ambos se miraron un instante. El joven comenzaba a temblar de frío y sus labios perdieron el rosado, reemplazándolo por un color más violáceo.

El señor Chiva-aree decidió que era tiempo de volver al calor de la casa.

Llenó la tina con agua tibia que había puesto a calentar, para que el joven temperara su cuerpo y sacara la arena de sus pies.

Dejó ropa para dormir y salió para darle privacidad y tranquilidad.

El joven agradeció tantas atenciones y detalles. Tomó un baño relajante y luego se vistió con los ropajes que le habían dejado.

Se dirigió a la sala donde estaba el señor Chiva-aree esperándolo junto a la chimenea.

Era su turno de tomar un baño, dejó una infusión servida para el joven para asearse.

Mientras esperaba el joven tomó la manta, un libro y procedió a beber aquella infusión que calentaba su entumido cuerpo, la temperatura había descendido y el viento se había intensificado. La casa olía a brisa marina y leña.

Su cuerpo pudo temperarse, el señor Chiva-aree salió de la habitación de baño.

Invitó al joven a preparar la cena, la charla se dirigió hacia su tema de interés, el nuevo trabajo juntos.

- Quería saber qué le parece que en unos días usted comienza a trabajar a mi lado ¿Está bien con eso?

- Me parece maravilloso, me tiene feliz saber que trabajaré con usted, aprenderé mucho.

- Alabo su entusiasmo, estoy ansioso de escuchar todas esas ideas que vuelven loca a la junta directiva, pero quiero que no se limite, quiero saber qué piensa y qué puedo hacer para cumplirlas.

- ¿Está seguro? Hay algunas para las industrias de su familia y otras para su empresa.

- "Nuestra empresa il mio luce" recuerde que es nuestra, y quiero ver todas sus ideas plasmadas en ella.

Beso tiernamente sus labios.

Cenaron carne y verduras, una copa de vino. Trazaron algunas ideas para el año de trabajo que les esperaba con la esperanza de que, al finalizar ese tiempo, el señor Opas diera su permiso al joven.

Era un gran cometido que el señor Chiva-aree iba a cumplir a como diera lugar. Todo por tener al amor de su vida a su lado, para siempre.

Dejaron todo en su lugar ya que estaban sin servidumbre y se fueron a la habitación.

Apagaron las velas y en la oscuridad de esa cálida habitación, en la casa del señor Chiva-aree, la joven pareja hizo el amor una vez más, lejos de esa sociedad que discriminaba y que estaban seguros jamás aprobaría sus sentimientos.

Se estrecharon en abrazos, las caricias recorrieron casa trozo de piel perlada en sudor, se llenaron de besos con el afán de marcar cada centímetro de sus cuerpos y sellar ese amor incorrecto, pero que se sentía tan correcto. Tenían la secreta esperanza de que algún día, quizás, no fueran señalados o condenados por ese gran amor que sentían y como dijo Gustavo Adolfo Bécquer en su poema, poder vivir sin aparentar, vivir sin sentir la miseria humana pisando sus talones y devastando sus vidas.

En la mente del señor Chiva-aree había solo un pensamiento, amar al joven cada día como si fuera el último, llenarlo de amor y darle la seguridad necesaria para que permaneciera a su lado tanto tiempo como les fuera posible.


~Miss Winita 🐰
____________________*

Hola!!!!

Necesito un señor Chiva-aree 🤧

Espero que les haya gustado.
Comenzarán a trabajar juntos!!

Nuevos desafíos se vienen, espero me acompañen por más tiempo con esta historia ❤️

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Leo sus comentarios con confianza 😊

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