El Chico Que Una Vez Me Amó

By CriselieKim

1.7K 89 44

Una corta historia de amor, de dos almas que se encontraron en el momento menos esperado, pero si en el indic... More

El Chico Que Una Vez Me Amó
El Chico Que Una Vez Me Amó
El Chico Que Una Vez Me Amó
El Chico Que Una Vez Me Amó
El Chico Que Una Vez Me Amó

El Chico Que Una Vez Me Amó

211 11 6
By CriselieKim

«Un punto por cada instante importante. Una estrella, una marca que solo tú y yo sepamos descifrar. Será el álbum de nuestras vidas»

El Chico Que dibujaba constelaciones
-Alice Kellen - 

...

Los tiempos habían cambiado, la ciudad estaba más evolucionada con la ciencia actual, y al igual que ella, nuestra familia también.

Como por ejemplo nosotros.

— ¿Qué te parece, Kohaku?

— te queda muy bien — fui sincera, aquella nueva camisa que compraste me gustaba mucho.

— ¿estas segura, leona? — dijiste con una sonrisa. Asentí, aun estando en ese pequeño lapso de segundos hipnotizada por ti, sensación que empeoró en cuanto cortaste la distancia y me susurraste en el oído — ¿bien segura?

— no lo sé — Titubee

Cuando me mordiste el lóbulo del oído supe lo que tramabas. Porque lo que estabas haciendo evidente, Senku. Y al mirarte de nuevo tragué saliva, arrepintiéndome un poco de mis palabras.

Lo supiste de inmediato, tanto que cuando me di cuenta de ello al ver una sonrisa dibujarse en tu rostro, no me diste tiempo de decirte nada y me besaste sin previo aviso.

— ¡mamá, Shizuku está invadiendo mi privacidad otra vez! — hasta que la voz de una de nuestras hijas nos detuvo.

— Senku, las niñas... — reí entre besos, tratando de separarnos.

— no las escuches. — pero me sostuviste las manos para luego colocarlas alrededor de tu cuello, pegando más nuestros cuerpos.

Así que traté de hacer lo que me pedías, dejarme llevar por el momento.

— ¡papá, mamá, Tsukiku está ocultándoles algo nuevamente! ¡Y esta vez no lo van a creer!

Pero nuestras hijas siempre tenían mucha energía.

No podía ignorarlas fácilmente.

— demonios...— murmuraste frustrado cuando hice que nos separáramos, esta vez de verdad.

— Senku.

— ya están grandes, Kohaku. Deberían resolver sus problemas por su cuenta.

— ja ¿y me lo dice el hombre que aun las trata como si fueran niñas? Son consentidas por tu culpa, Senku.

— controlar lo que hacen nuestras minis leonas no es tratarlas como niñas, Kohaku. Solo las estoy cuidando al igual que a ti. Y no, no las hice consentidas, leona.

Reí un poco por eso.

— ya te dije que no nos digas así, Senku. — te miré mal antes de suspirar — Pero bueno, necesito ver qué pasa esta vez.

— llámame si necesitas mi ayuda. No quiero que Tsukiku vuelva a meterse en problemas.

— está bien — dije antes de tomar tu corbata, jalarla un poco y darte un pequeño beso en los labios — te quiero.

Sin embargo, me sujetaste el brazo en cuanto quise irme, tomándome de la cintura y besándome en cuanto estuve frente a ti nuevamente.

— ¿ahora qué?

— también te quiero. — susurraste.

Tuve un pequeño sonrojo, pero cuando volví a escuchar a nuestras hijas llamar, tuve que zafarme de ti otra vez, pero esta vez con una sonrisa en el rostro que no desapareció pronto.

Porque antes de salir de la habitación, no pude evitar voltear y verte por última vez, ahí, mientras te ponías tu bata de laboratorio.

Dioses, sí que esa nueva camisa te quedaba muy bien... Demasiado bien.

Por otro lado, también hubo cambios con nuestras hijas.

Ellas parecían crecer muy rápido y algunas veces recuerdo que me sentía un poco triste por eso. Eran muy escasas las horas que podíamos verlas por las actividades que hacían y los amigos. Por ejemplo, Tsukiku, a quien la universidad la tenía muy atareada, estaba afuera casi todo el día.

— ¡ya estoy saliendo! — exclamó Tsukiku cierto día de semana al bajar rápido las escaleras.

Junto a Shizuku, estábamos en medio del desayuno y ella se había levantado tarde... Otra vez. La costumbre de no dormir bien me preocupaba.

— ¿no vas a desayunar? — le pregunté, preocupaba por su alimentación, porque dioses, era igual a ti Senku, también solía saltarse la comida cuando nadie la vigilaba.

— mamá voy tarde. Así que pensé que...

— al menos tomate algo ¿sí? — sugerí.

— pero mamá...

— Tsukiku — interviniste. — hazle caso a tu madre.

Quiso volver a protestar, pero tu mirada lo dijo todo.

— aish está bien. — y así, como la mayoría se veces, accedió a sentarse, haciendo que Shizuku riera un poco.

— sé más responsable nessan — le dijo.

— silencio, pulga.

Sonreí por eso antes de mirarte en agradecimiento. Porque creo que lo sabias, sabias lo importante que era mi pasar más tiempo en familia y lo feliz que me hacía tener a todos en el desayuno.

Puede que a simple vista eso no era la gran cosa, pero cuando eres consciente de que tener a todos los seres que más amas en el mismo lugar, compartiendo juntos, empieza a no ser frecuente, empiezas a apreciarlo mucho más.

Eran cosas pequeñas con significados enormes, Senku, por eso los dos lo valorábamos más.

— ahora sí, adiós. ¡Los veo por la noche!

Incluso aunque fueran momentáneas.

También teníamos a Shizuku, quien en ese entonces gracias a los dioses aún se mantenía cercana a nosotros. A diferencia de su hermana, ella no quería ser tan independiente aún, pero había veces en donde su etapa adolescente solía hacer que se desinteresara por ciertas cosas que antes apreciaba.

— ¿Enserio ya no quieres a Doraemon, Shizuku? — le pregunté la vez que decidimos remodelar un poco las habitaciones. — tu gato azul favorito se pondrá triste si lo mandas al ático.

Ella dejó su celular antes de mirarme.

— mamá, ya estoy grande para tenerlo. Además, Doraemon no es mi gato favorito. — agarró al gato que la acompañaba en la cama — Einstein lo es ahora.

Nuestro gato maulló en cuanto Shizuku le acarició la cabeza. Suspiré rindiéndome antes de decirle que estaba bien, que lo entendía y salir de su habitación.

Me sentí mal por el peluche en cuanto tuve que ponerlo en una de las cajas que tendrían que guardarse hasta quien sabe cuándo, porque el tiempo para donarlas ya había pasado. Y no solo eso era lo que me entristecía, sino también el hecho de que ninguna de nuestras hijas nunca supo lo que significaba en realidad ese gato para nuestra familia.

Sin embargo, sabía que era inevitable que eso pasara, tú me lo advertiste una vez. Que Shizuku crecería y dejaría de usar a Doraemon, igual como tú hiciste años atrás. Lo sabía, pero... no pensé que iba a ser tan pronto. Ella solo tenía 16 años.

Supongo que eso también estaba incluido en lo que ellas llamaban "crecer".

No obstante, fue sorpresa mía que, cuando cayó la noche, al ingresar a nuestra habitación, te encontré con el peluche en mano.

— así que ya no lo quiere ¿cierto? — dijiste y asentí en respuesta. Suspiraste antes de hablar — bueno, supongo que ya sabemos que hacer ¿no?

Pensé que me la darías para volver a guardarlo, pero en cuanto me acerqué a ti te levantaste, pasaste por mi lado y si más, colocaste a Doraemon en uno de los estantes que teníamos en nuestra habitación, justo al lado de una foto de nuestra familia.

— Einstein me agrada, pero no podemos dejar que Doraemon desaparezca fácilmente ¿verdad? — me dijiste con una sonrisa — Además, fue tu regalo e inicialmente era su dueño así que sugiero que se quede, es nuestro.

Era cierto, Einstein apenas llevaba un año con nosotros, después de haberlo encontrado en la calle en un día de lluvia, y aunque se había convertido en el nuevo mejor amigo de Shizuku, Doraemon seguía siendo muy importante para nosotros.

Te sonreí también antes de acercarme a ti, observarlo y acariciarlo un poco. No sé si también lo pensabas, pero Doraemon me recordaba a tu padre y se veía muy bien en ese lugar junto a nosotros, junto a nuestra familia. Su familia.

Recosté mi cabeza sobre tu hombro cuando pasaste un brazo por detrás de mi espalda y besarte la mejilla fue lo mejor que se me ocurrió para dejarte en claro lo bien que me agradaba tu idea.

— gracias y tienes razón, Senku — te dije antes de volver a mirarlo — Doraemon es nuestro... Siempre lo fue.

Meses pasaron después y con cada día atrás las cosas para nosotros iban muy bien, muy normal en realidad. Y aunque tuvimos algunos problemas, eran simples, nada que no podíamos solucionar con diálogos y uno y que otro acuerdo, también con algunas condiciones.

Y nuestra familia, aunque cambió, no me molestaba. De hecho, todo lo contrario, me era divertido. Porque no sólo podía ver a nuestras hijas crecer sino también a ti, Senku. A tu faceta de padre. Uno muy bueno si me lo preguntaran, y muy muy muy, pero muy sobreprotector...

— ya estamos a casa — avisaste una noche en el que llegamos juntos a casa.

— mamá, papá. Bienvenidos. — Shizuku nos saludó desde el sofá.

— cariño ¿ya cenaste? — le pregunté y sonreí cuando dijo que no — ¡genial! Porque trajimos algunas cosas para preparar. — dije mientras sacaba los ingredientes de las bolsas — tu padre estará ocupado hoy, así que es mi turno de hacer la cena ¿te gustaría ayudarme?

Mirar la sonrisa de Shizuku fue suficiente para saber que le encantaba la idea. Me gustaba compartir eso con ella, su talento culinario era simplemente increíble, y lamento decirlo Senku, pero nuestra bebé era mejor que tú en ese campo.

Y era muy bueno que lo reconocieras.

— ¿qué le pusiste? — preguntaste en cuanto terminamos y te invitamos a probar.

— ¿por qué? ¿Sabe mal?

Por un momento me preocupé, también Shizuku, porque esa noche era la primera vez que tu expresión parecía diferente.

— no sé. Es que no tiene fallas.

Shizuku sonrió aliviada por tus palabras y yo también. Recuerdo que solías decir que lo que ella hacía te recordaba a la comida de tu padre. Y mientras me ayudabas a poner la mesa, Shizuku nos contaba su día.

— ¿y qué hay de tu hermana? — le preguntaste una vez que nos sentamos — ¿te dijo a qué hora vendría?

— más tarde supongo. No hablé con ella hoy.

Puse una mano encima de la tuya al ver cómo te preocupaste. Te susurré que no te preocuparas, y logré convencerte de ello. Luego de comer, te fuiste a tu despacho cuando Ryusui llamó, así que aproveché la noche para acomodarme en el sofá al lado de Shizuku y nos pusimos a ver una película.

Y fue en medio de esta que el teléfono de la casa sonó. Shizuku contestó y por el ruido de la película que era de acción, lo puso en voz alta, pudiendo escuchar su conversación.

— diga.

— pulga, soy yo, Tsukiku, oye ¿Qué demonios pasó con tu teléfono?

— ¿Acaso lo olvidaste nessan? esta en mantenimiento — su tono de voz cambió llamando un poco más mi atención — Mañana lo tendré de vuelta. ¿Por qué?

— oh, bueno, lo que sea. Solo quería que le informaras a mamá y al viejo que llegaré un poco tarde hoy. Nuestro proyecto tuvo una falla, así que estamos tratando de arreglarlo.

—¿enserio? está bien.

— gracias y recuerda, solo será un poco tarde.

— lo haré. — dijo de mala gana antes de dejar el teléfono.

Su actitud me pareció extraña, y lo curioso fue que Shizuku al dejar el teléfono, no colgó. Me preguntaba por qué hacía eso. Sin embargo, a los segundos lo comprendí.

— ¡papá, Tsukiku dijo que no volverá hoy! — acusó.

Me golpee la frente por no haberla detenido, después de todo, el hecho de que el teléfono de Shizuku terminará roto era por culpa de Tsukiku cuando se pusieron a discutir sobre una tontería y en un forcejeo el aparato terminó dentro de la chimenea.

— ¡¿QUÉ?! — te escuchamos gritar desde la otra habitación.

— ¡pulga! ¡Oye, me meterás en más problemas! — luego a Tsukiku, quien además maldijo su suerte en voz baja.

No pasó mucho tiempo para que aparecieras y preguntaras por ella. Y mientras regañaba a Shizuku por apuñalar la confianza que su hermana le había dado, tomaste el teléfono y hablaste con Tsukiku seriamente.

No sé qué fue lo que hablaron exactamente, pero por la expresión que recuerdo que hiciste, parecías darle una advertencia... Otra vez.

Hicimos que Shizuku se disculpara con su hermana en ese momento y quedamos en hablar de eso cuando ella volviera. Tsukiku sí que llegó tarde, más de lo usual, y aunque te dije que también estaría presente, al final no pude porque me quedé dormida.

Me disculpé contigo por eso por la mañana, pero me dijiste que no era nada, que supiste manejarlo y claro está que, cuando fui a ver a nuestras hijas, me di cuenta lo bien que lo hiciste.

La mañana continuó como si el acontecimiento de la noche anterior no hubiera existido y no pude evitar regalarte un pequeño beso como recompensa.

A veces me preguntaba cómo lo hacías porque sinceramente me confundías. Es que eran dos, Senku y decir que eran nuestras hijas ya hablaba mucho de la enorme rebeldía que tenían dentro de su personalidad...

Dioses, creo que para ese entonces sí que comprendía muy bien las palabras de mi padre cuando nos decía que nuestras hijas eran muy problemáticas al igual que yo de niña. No obstante, saber que también te metías en problemas de niño hacia que ese sentimiento de culpa se apaciguara un poco.

Nuestra familia sí que era muy especial a su manera, Senku. No hay duda de ello.

Y tú... Eras el peor de todos.

— ¡ya estoy lista! — informó Tsukiku una tarde mientras alistaba su mochila para ir a la pijamada que tenía en casa de una de sus amigas

Obviamente no estuviste de acuerdo con eso, pero con la ayuda de Shizuku logré persuadirte para que lo aceptaras.

— pulga, apúrate que llegaremos tarde. — escuché a Tsukiku decir al ir a su habitación de Shizuku.

— ¿de verdad crees que es necesario que ella también asista, Senku? — te pregunté, curiosa porque la condición de que Tsukiku llevará a su hermana me pareció dulce, pero a la vez me hacía preguntar lo que tramabas con eso.

— 10 mil millones por ciento seguro. — respondiste seguro.

— qué nos hacemos tarde. — repitió Tsukiku, antes de que su hermana saliera de su habitación.

— ya voy, ya voy. Que pesada eres nessan.

Cuando las niñas se fueron, sonreí, porque si sacábamos el lado positivo de la situación, nosotros volvíamos a tener más tiempo juntos a solas en casa.

Pensé que de verdad lo aprovecharíamos, pero en cuanto te miré de reojo me di cuenta que eso no estabas pensando lo mismo, porque ver una sonrisa ladina formarse en tu rostro me hizo entender que efectivamente, tramabas algo.

— ¿ahora qué hiciste, Senku? — te cuestioné seriamente con los brazos cruzados.

— nada. — fingiste inocencia. — pero ¿sabes que, Kohaku? Ahora lo que necesito es recolectar la información que me hace falta para reafirmar mi autoridad. — dijiste antes de volver a nuestra habitación.

Suspiré, prediciendo quizás el plan qué harías esta vez. Ya estaba acostumbrada a eso, porque solía gustarte estar informado de todo lo que nuestras hijas hacían y tus métodos para lograrlo eran muy diversos.

Tu creatividad era realmente increíble y aunque de verdad me parecía lindo que te preocuparas mucho por ellas, algunas de tus planes solían ser un poco rastreras. Fue por eso que, a tus espaldas, me alié con las niñas y al igual que las otras veces, esa noche, volví a hacer que lo olvidaras.

Tuvimos más momentos bonitos y uno de ellos fue lo que pasó un cierto viernes, en cuanto me llamaste informándome de que te quedarías unas cuantas horas más en el trabajo para revisar algunos detalles del trabajo que tenías con el Dr. Xeno.

Esa noche, todas nos encontramos en la sala, yo en el sofá aprovechando mi tiempo libre, y Tsukiku en la mesa en donde escribía su último informe del semestre.

— ¿no crees que está tardando mucho? — le cuestioné a Tsukiku al sentir que Shizuku aún no volvía todavía. Se suponía que traería los aperitivos que compré y los dejé en la habitación.

— pues...

Tsukiku no pudo terminar lo que quiso decirme porque de repente la voz de Shizuku sonó en toda la casa y por impulso las dos fuimos en su dirección lo más rápido que pudimos.

— ¿Qué pasó?

— ¿estás bien?

Las dos preguntamos, preocupadas.

— ¡miren, encontré un tesoro! — Solo para encontrar Shizuku en el suelo junto a una caja que llamó de inmediato la atención

Porque esa caja era especial, tanto que acercarme y ver lo que tenía dentro me hizo sonreír espontáneamente como la primera vez que lo vi.

Mientras Tsukiku regañaba a su hermana, no podía dejar de pensar que era cierto lo que Shizuku había dicho. Había encontrado un tesoro

Mi vestido de novia.

Había pasado mucho tiempo, así que dudaba que aún me quedaba. Sin embargo, cuando Shizuku terminó convenciéndome de que me lo pusiera, no podía creerlo.

Era curioso, aún se me veía muy bien.

— ¡te ves muy hermosa, mamá! — exclamó Shizuku emocionada mientras observaba cada detalle de la prenda — es muy bonito ¿verdad, Tsukiku?

— supongo — contestó ella apenas.

— ¡nessan!

Verme en el espejo hizo que recordará un poco aquellos días nuestros en donde solo éramos tú y yo. Y por primera vez hablé de nosotros con nuestras niñas.

Ellas conocían muy bien las grandes cosas que hicimos para la humanidad como todos los demás, pero esa noche fui algo específica en contarles un poco más sobre nuestra historia hasta el día de nuestra boda. Lo escucharon atentamente, aunque Tsukiku hacia algunas muecas de vez en cuando.

— ha pasado tanto tiempo desde entonces, pensé que no lo volvería a usarla jamás —terminé murmurando una vez que terminé de hablar.

— ¡pero si está muy bonito! ¡Tía Yuzuriha sí que se pasó con esto! ¿Cierto, nessan?

— tía Yuzuriha es una persona eficaz, era de esperarse.

Shizuku hizo una mueca y reí por eso. Luego, se le vino una idea de repente y ver cómo me sonreía como tú lo hacía cuando tenías un plan, hizo que tanto Tsukiku y yo sintiéramos escalofríos un poco.

Dioses ¿ahora que estaba tramando nuestra bebé? Los dos lo supimos en cuanto llegaste. Shizuku hizo que te sentaras en el sofá, diciendo que te teníamos una gran sorpresa. Todo mientras que Tsukiku estaba apoyada en el marco de la puerta observándolos.

Cuando me dieron la señal y salí a recibirte con el vestido puesto, te sorprendiste mucho, pero no tardaste en darme una cálida sonrisa. Tsukiku empujó a su hermana para dejarnos solos, y cuando se fueron me acerqué a ti lentamente, devolviéndote la sonrisa.

— bienvenido a casa, Senku — te dije, probablemente avergonzada.

No dejabas de mirarme, Senku y tampoco lo hiciste en cuanto me senté a tu lado y te expliqué lo que había sucedido, de cómo Shizuku que había encontrado mi vestido y como me convenció para arreglarme un poco y usarlo para ti.

— vaya, eso es... muy emocionante.

— lo es.

Recosté mi mejilla cuando acariciaste mi mejilla y cuando estuvimos a punto de besarnos, murmuros de nuestras hijas se escucharon claramente, interrumpiendo. Las descubrimos espiándonos en el marco de la puerta, y cuando se percataron de ello, se fueron.

Eso nos dio un poco de gracia. Había olvidado lo curiosas que eran, pero no con malas intenciones.

Pasé un mechón de cabello por detrás de mi oreja cuando te levantaste. Paulatinamente, me tomaste las manos, llamando mi atención. Un pequeño silencio se formó entre nosotros mientras me admirabas, como si estuvieras pensando en algo.

Y vaya que si lo estabas haciendo.

— Senku.

— tengo algo que mostrarte. Kohaku. — me dijiste. Traté de adivinar un momento de que se trataba, pero no pude.

Así que no me quedó de otra que preguntar:

— ¿a dónde vamos?

— ya lo veras.

Y sin más, dejé que me guiaras.

Te seguí.

Nos dirigimos al laboratorio que teníamos en casa y me sentí muy emocionada en cuanto, al llegar, te vi apretar aquel botón que abría una parte del techo, provocando que una noche cubierta de estrella se abriera paso entre los dos.

Aún recuerdo la hermosa vista que se apreciaba y fue mejor cuando una lenta y cálida canción empezó a sonar.

— Senku...

— ¿aún la recuerdas, Leona? — me cuestionaste cuando volviste a mí y tomaste mi cintura, atrayéndome hacia ti.

Te sostuve la mirada con una sonrisa por lo absurda que me pareció que me lo preguntaras. Juro que traté de no reírme.

— por supuesto que si — pero fue inevitable, me reí un poco — es nuestra, Senku.

No mentía, Senku y tú lo sabes muy bien, jamás podría olvidarla. Yo jamás olvidaría la canción que bailamos en el día de nuestra boda y la cual, volvimos a bailar aquella noche.

Así, mientras nuestros leves pasos se daban al compás de la música, recuerdo haber deseado que el tiempo con más lentitud, para apreciar más aquel momento.

Me gustabas demasiado, Senku y estaba más que decir que también te gustaba igual. Porque podía verlo a través de tus ojos, porque aquella noche, a pesar del tiempo, los cambios, de todo lo que se nos vino, tu mirada nunca cambió.

Seguía siendo la misma. Seguía siendo esa de la que me enamoré una vez.

Esa que siempre amé.

Me besaste la frente antes de abrazarme una vez que la música acabó, y sentir tus manos acariciar mi cabello con cariño se sentía cálido, muy cálido. Nos quedamos en esa posición mientras la luna nos iluminaba y las estrellas nos acompañaban en medio de ese silencio que nuevamente significaba nosotros.

Admito que me gustaba mucho ese ambiente, ese pequeño momento en el que no tenía que pensar en nada y solo disfrutar de mi existencia y la tuya, solo nosotros dos acompañándonos.

Era nuestro tiempo.

Observamos las estrellas un rato al sentarnos en el suelo luego de tender algunas mantas. Empezaste a explicarme más cosas del universo que desconocía y también una de las ideas de innovación que se estaba proponiendo en Jaxa. Y aunque no te entendía mucho, me emocionaba mucho ver como tus ojos brillaban al hablar con tanta pasión, emoción y mucha, mucha seguridad.

Verte de ese modo me hacías sentir orgullosa ¿sabes? Porque me hacías sentir segura y muy cómoda. Y quizás fue esa la razón por la que terminamos hablando un poco del pasado después.

Esa noche me divertí mucho a tu lado, Senku porque descubrí cosas muy interesantes y emocionantes, todo porque tú me lo contaste.

El día exacto en el que te diste cuenta que me amabas, el momento en el que tomaste la decisión de casarte conmigo y las razones, el cómo fue pedirle la bendición para nuestro matrimonio a mi padre y claro, de todos los planes que tenías para nosotros en ese entonces.

Porque si, pensaste en todo, desde como conquistarme hasta el día de nuestra boda, incluso algunas cosas para nuestro futuro, como nuestro ahora hogar y el trabajo.

— espera, espera, eso quiere decir que ¿planeaste nuestra relación todo este tiempo? ¿Hasta el día de nuestra boda? — juro que no podía creerlo, más aún cuando asentiste sonriendo como respuesta. — estás loco, Senku.

— te dije que era ilógico, Kohaku. — te defendiste. — No puedes culparme ahora.

Claro que no podía Senku, también era mi culpa por no darme cuenta de ello.

— ¿y hasta ahora me lo dices?

Pero tu confesión sí que me sorprendió mucho.

— bueno, no es como que haya tenido el control de todo exactamente. Mi objetivo eras tú después de todo. Así que... — pusiste una mano encima de la mía — ¿Sabes lo difícil que es cazar a una leona, Kohaku?

Reí por eso, era absurdo que me lo dijeras así de la nada. Pero no iba a quedarme callada.

— ¿ah sí? Pero Senku, te olvidas de algo aún más importante — te desafié con la mirada — ¿Acaso no sabes lo difícil que es enamorar a un científico?

Esta vez los dos reímos de nuestra conversación ilógica, y después fui yo quien se acercó a ti para dar un beso en la mejilla. Tú besaste mi frente en respuesta y sonreí cuando volviste a unir nuestros labios en un tierno y lento beso.

— te ves muy hermosa esta noche, Kohaku. — susurraste entre mis labios.

Terminamos recostados en el suelo gracias a eso, yo encima tuyo, y mientras los besos continuaban, en un momento, fue inevitable que me estremeciera al sentir las yemas de tus dedos acariciar la piel desnuda de la espalda.

— vaya, parece que al señor Ishigami le gusta más mi vestido que a mí. — te susurré entre tus labios con una sonrisa.

— es correcto, pero me gusta más lo que hay dentro de él— Hiciste a un lado el velo que intentaba tapar mi rostro. —...tú, Kohaku.

Me gustabas tanto, Senku.

— eso quiere decir que ¿Aún recuerdas nuestra primera noche? — por eso te seguí la corriente, intentando provocarte.

Y claro que me funcionaba muy bien.

— cada detalle.

Volví a reír por tus palabras, pero, sin previo aviso, me besaste repentinamente, con ganas. Correspondí de la misma manera, pero te confieso que en ese momento para nada esperaba que, en un movimiento, sea yo quien terminará debajo tuyo.

No podía culparte, también lo estaba esperando y sentir tu mano acariciar mi muslo por la abertura de mi vestido, hizo que te abrazara. Dioses, tu memoria sí que era increíble porque supiste como demostrármelo muy bien aquella vez.

Porque no podía dejar de pensar en lo feliz que era estando contigo, así, siendo tu esposa, y sintiendo esa calidez que me provocabas en el pecho y en esa forma de ser vista de la misma manera y con la misma intensidad.

Me hacías sentir amada, Senku.

Tanto que, para la mañana siguiente cuando volvimos con nuestras hijas para el desayuno, no podía dejar de sonrojarme cada vez que me mirabas y me mostrabas tu sonrisa como si nada.

— mamá ¿te sientes bien?

— ¿eh?... — parpadee un poco antes de responder a Shizuku, quien parecía preocupada — sí, cariño. Todo bien.

— pues no parece, estas un poco roja. — miró a su hermana — nessan ¿crees que sea la fiebre?

La mirada que Tsukiku me dio fue más de juzgamiento que de preocupación. También hizo lo mismo contigo.

— no lo sé, quizás el viejo lo sepa. Porque parece que hoy amaneció de buen humor.

— eso significa que ¿si te gustó volver a ver a mamá usar su vestido de novia? — te preguntó Shizuku, interviniendo.

Tenías la opción de disimularlo como siempre lo hacías, Senku.

— por supuesto. Admito que fue muy emocionante — pero no lo hiciste porque hasta tuviste el descaro de sonreírme otra vez antes de volver a comer.

¡Lo estabas haciendo aún más evidente, idiota!

Te miré con reproche una vez que las niñas dejaron de hacer preguntas. No podía creerlo, habíamos hablado de eso, Senku, de no hacerlo notorio.

Ya tenía suficiente con saber que el laboratorio no estaba insonorizado y tener que maquillarme esa mañana para ocultar las marcas que claramente te dije que no dejaras.

Increíble. Ishigami Senku sí que era increíble.

...

Pasaron algunas cosas a importantes después, con Tsukiku, por ejemplo , quien empezó a no necesitarnos cuando consiguió trabajo y luego, decidió mudarse junto con una de sus amigas a un departamento que estaba cerca de su universidad. Fue duro para los dos, en especial para ti, que siempre estaba detrás de ella apoyándola incluso sin que te lo pidiera.

Sin embargo, a la vez fue inevitable que me pareciera muy bien para ella, porque mientras la ayudábamos a empacar sus cosas y se ponía hablar de lo que tenía planeado para su nuevo hogar, los ojos le brillaban de lo emocionada que estaba.

Era como una nueva aventura y sabía muy bien que también la entendías. Porque empezaste a hablar del tiempo en el que solías quedarte solo en casa cuando tu padre se encontraba en Estados Unidos para su entrenamiento como astronauta.

Me sorprendió la cantidad de consejos que le diste y aunque me sentí triste verla irse, me despedí con una sonrisa. Los dos lo hicimos. También Shizuku, quien semanas después, no dejó de hablar en todo lo que haría una vez que ingresará a la universidad.

Los dos miramos antes de suspirar cuando ella se fue sin terminar su desayuno, deseando que ese momento no llegara pronto. Deseando que ella siguiera a nuestro lado. Me sonreíste cuando te lo dije, pero cuando me abrazaste entendí el trasfondo de tus acciones, porque era inevitable.

Nuestras niñas crecían.

Los siguientes dos años, a pesar de la distancia que nos separaba, nuestra relación con Tsukiku no cambió. De hecho, Shizuku solía quedarse muy seguido con ella y gracias a eso siempre nos mantenía muy informados de lo que hacía.

Vaya, no recuerdo muy bien de quien fue la idea exactamente, tuya, mía o si simplemente se dio de forma natural, pero admito que fue muy divertido. También la íbamos a ver de vez en cuando, y fue en una de ellas que algo interesante pasó.

— ¿Flores? — cuestioné después de recibir el envío cierto día en el que quedamos en almorzar en el departamento de Tsukiku, aprovechando que su amiga se fue a visitar a sus padres.

Nuestras hijas se miraron, quizás algo asustadas, pero mi sonrisa las tranquilizó. Qué bueno que no estabas, Senku, porque si no me hubiera burlado de la cara que pondrías al ver el hermoso detalle que alguien le envió a nuestra hija.

— si, a pesar del carácter, al parecer Tsukiku es muy popular — comentó Shizuku, ganándose un pequeño reproche de su hermana.

Tsukiku me contó lo que pasaba y sinceramente no me sorprendió que esa no sea la primera vez que alguien intente "conquistarla" porque creo lo sabíamos, desde pequeña ella siempre fue muy extrovertida, y aunque tenía el mismo carácter que tú de vez en cuando, nuestra hija era muy hermosa.

Eso nadie podía negarlo, y quizás fue por eso que solías cuidarla demasiado. En especial, cuando mis amigas la relacionaban con sus hijos. Aún recuerdo lo molesto que te sentías cuando Minami exageraba un poco de las cualidades de su hijo.

Era muy divertido y tierno.

— oh ¿enserio? Entonces ¿Por qué no nos lo dijiste? — le cuestioné a Tsukiku. — quedamos en mantener la confianza ¿no?

— mamá, el viejo enloquecería. Ya sabes como es.

Me reí un poco por sus palabras tan ciertas, porque tenía razón, mucha razón, y aunque te parezca mal, ese día, sí que tuvimos suerte de que aún no llegaras. Porque eso nos dio tiempo de esconder las flores en un almacén que Shizuku lo llamó "cuarto de regalos".

Sin embargo, para la cena de navidad de ese año, que se dio en casa de mi padre, Shizuku llegó acompañada. Le dimos la bienvenida como siempre a sus amigos, a quienes ya conocíamos, pero algo fue diferente. Porque fue sorpresa para toda la familia observar la obviedad de las intenciones de dos de sus amigos, quienes intentaban llamar su atención.

Estuviste de mal humor por eso y ninguno te pareció lo suficientemente bueno para ella. Recuerdo que semanas después, solías decir que "no se la merecen porque ni siquiera podían entender la conversación que tú y Tsukiku tenían".

Sinceramente, a pesar de tus palabras, no sabía que era exactamente lo que te molestaba de ellos, pero independientemente de lo que yo o tú pensáramos siempre fui fiel creyente de que esa no era nuestra decisión.

Sin embargo, estabas en tu papel de padre muy sobreprotector otra vez, Senku, y de eso era casi imposible que alguien cambiara tu forma de pensar.

Porque ¿desde cuándo eso era importante para ti? Te lo comenté cierto día en el que estábamos en sofá. Habías llegado muy cansado y me ofrecí a darte un poco de consuelo y te convencí que recostaras tu cabeza encima de mis piernas.

― empiezas a comportarte como un viejo amargado, Senku...― Me Rei cuando te escuché refunfuñar de bajo. ― ¿no crees que te lo estas tomando muy enserio?

― sé lo que hago, Kohaku.

Besé tu mejilla para hacer que tu humor cambiara. Y de forma improvisada, empezamos a susurrarnos tonterías. Te acaricié la mejilla con una mano mientras que con la otra tu cabello. Nos miramos y una sonrisa brotó espontáneamente de tus labios.

Unos años muy bonitos fueron los que vinieron, incluso a pesar de ciertos momentos. Como el noviazgo oficial de Tsukiku, el cual hasta el día de hoy aun pienso que también lo esperabas o predecías. Porque recuerdo que hubo muchos días en el que parecías estar más pensativo que antes.

Y finalmente, todo ocurrió una cierta tarde en el que el chico apareció en casa y te pidió permiso para salir con ella.

Shizuku y yo estábamos sorprendidas por su valentía, pero sus palabras fueron tan firmes y sin titubeos que, juro que por un momento sentí que una guerra iba a iniciar. Si, quizás es una exageración mía, pero nadie podía negar el tremendo ambiente tenso que teníamos, más aún cuando de repente Tsukiku llegó.

La espera era un martirio, pero a los dos nos bastó ver a Tsukiku y luego ver como ella miraba a ese chico cuando le sostuvo la mano, para saber la decisión que ella ya había tomado.

Me acerque a ti, sosteniendo tu brazo para hacer que me miraras también. Porque sabía que era duro para ti admitirlo, pero gracias a los dioses lo hiciste y la respuesta que todos esperábamos llegó.

Y yo tuve que pagar a Gen por la apuesta que perdí.

Por otro lado, también estaba la decisión de Shizuku de irse a estudiar al extranjero cuando le aceptaron su solicitud, junto a la carta de recomendación académica que, para ese entonces, ya hablaba mucho de la capacidad que tenía.

De ello, admito que fue inesperado y tenía miedo de que no pueda adaptarse a todo un país que era desconocido para ella, porque al igual que tú pensaba que seguiría en la misma universidad en que su hermana acababa de graduarse aquí en Japón, pero la amábamos, Senku. Y al igual que Tsukiku, le dimos la oportunidad de abrir sus propias alas, de formar su propio camino. Tomar sus propias decisiones.

― sabes que puedes contar conmigo ¿verdad, pulga? ― le dijo antes de abrazarla cuando fuimos a dejarla en el aeropuerto. ― puedo ayudarte en lo que sea.

― lo sé.

Quizás nunca pudimos descifrar muy bien el tipo de relación que ellas dos tenían, pero no pude evitar sonreír por sus palabras, porque al igual que tú, Tsukiku se preocupaba mucho por su hermana, incluso aunque solía decir y fingir que no.

― llama cuando llegues y no preocupes tanto a mamá. Aunque es el viejo quien debería preocuparte más.

Shizuku rió

― sí, lo haré.

También se despidió de su abuelo y el resto de la familia y amigos que asistieron para despedirla. Sus amigos también, aún recuerdo como una de ellas lloró hasta que los mocos se le salieron.

Cuando fue nuestro turno de despedirnos de ella, pensé que lloraría. Es que Shizuku estaba a punto de ir a otro país, Senku y a diferencia de su hermana, no íbamos a verla tan seguido.

― los voy a extrañar. ― Shizuku nos dijo después de abrazarnos.

― también nosotros.

― ten un buen viaje, cariño.

Era el momento para dejarla ir, y lo hicimos. Pero cuando estaba a punto de cruzar esa puerta en donde se embarcaría, se detuvo. La miramos con curiosidad un momento, y fue cuando volteo y regresó a abrazarnos con nunca, que la entendimos.

― papá, mamá, los amo tanto. De verdad los amo ― y escucharla llorar mientras pronunciaba esas palabras hizo que espontáneamente la abrazáramos igual.

― también te amamos, Shizuku. Te amamos mucho. ― le llené de besos la frente y la mejilla por última vez.

Era nuestra pequeña, Senku, y quizás fue por eso que Tsukiku también se acercó, uniéndose a nuestro abrazo.

― a las dos, la amamos a las dos. ― También besé su frente antes de que ocultará su rostro en tu pecho.

Por lo general, nuestra familia no era de mostrar ese tipo de cosas en público, pero ese día no nos importó nada ni nadie. Porque nos quedamos en esa posición un rato y, después de tantos años, mientras aun nos abrazábamos, volví a sentir ese pequeño sentimiento de felicidad que sentí el día en el que la conocimos por primera vez, lo emocionada que me sentía y lo afortunados que éramos por tenerlas.

Era nuestra familia, Senku.

Y nuestras bebes se habían convertido en seres tan hermosas que ser consciente de ello, de su crecimiento y soltarlas, dolía, me dolía.

Sin embargo, también confiaba en ellas tanto como lo hacía contigo, y aunque pensarlo dolía, no podía detenerlas... incluso aunque lo quisiera.

Porque esa era la ley de la vida.

Esa noche, al llegar a casa y recostarnos, compartimos nuestras preocupaciones.

Recuerdo que era una noche muy silenciosa, pero se sintió cálida, la primera de muchas que tuvimos después. Porque Shizuku mantuvo su promesa, y a pesar del trabajo, nos lo arreglamos para no perdernos de cada detalle de la nueva aventura que tenía en su vida, al igual que Tsukiku, quien meses después se comprometió.

Tuvimos una pequeña fiesta para celebrarlo, y Shizuku, aunque no pudo asistir, estaba segura que al igual que nosotros, le deseaba mucha felicidad a su hermana.

Eso fue muy evidente cuando el día de la boda de Tsukiku comenzaba a acercarse y ella tomó el primer vuelo que encontró para volver cuando sus vacaciones llegaron. Fue así que en tan solo unos días pudo ponerse al día con los detalles.

Los recuerdos que tengo de ese día son muy bonitos. Shizuku fue la primera en estar con ella desde muy temprano, incluso más que nosotros. De modo que, escucharla hablar y hablar emocionada por el teléfono mientras íbamos de camino a verlas, nos pareció muy divertido.

Y fue más en cuanto llegamos y ella y todas las damas de honor nos rodearon y por alguna razón, vendaron nuestros ojos.

Sabía exactamente porque lo hacían, Minami me lo había dicho la noche anterior, pero conocíamos muy bien a las amigas de nuestras hijas (ahora mujeres hermosas) así que nos dejamos llevar.

Te escuché tropezar unas cuantas veces, y fue cuando nos quitaron la venda, que fuimos más consciente del acontecimiento que vendría.

― mamá, viejo...si vinieron. ― La mirada avergonzada de Tsukiku me lo decía todo. Estaba nerviosa, pero a la vez decidida, muy decidida.

― te ves muy hermosa, cariño ― les dije antes de abrazarla.

Tsukiku no era del tipo de persona que solía usar vestidos, así que de verdad estaba impresionada. Y ver el pequeño guiño de Shizuku me decía que todo era gracias a ella.

Esperaba que le dijeras algo una vez que me separé de ella, pero no lo hiciste. Y fue cuando volteé a verte que me fijé el porqué.

— ¿papá? — también Tsukiku. — ¿estás bien?

No podías dejar de verla, Senku.

— ¿eh? Si, si si. Es solo que por un momento... Te vi como tu madre. — y fue la respuesta que diste que hizo que me sonrojara.

Nuestras hijas se rieron por mi reacción, pero eso no evitó que también te acercaras a saludar a Tsukiku como se debe. Pero lo mejor fue cuando llegamos a la ceremonia que se realizaba en la playa, y ver como la llevabas al altar. Y justo antes de entregarla, besarle la frente.

Aunque.... escuchar cómo le decías las siguientes palabras al novio, hizo que dudara un poco de ti, Senku.

— si la lastimas, voy a acabar con tu vida. Recuérdalo — porque sin previo aviso, lo amenazaste con una sonrisa.

Sin embargo, en contrario de lo que pensé que podrías llegar a hacer, gracias a los dioses nada pasó y todo salió muy bien. Me sentí aliviada por eso y una carcajada fue lo que obtuve de ti cuando te lo comenté al llegar a casa.

— ya me disculpé, Senku. — te dije intentando que dejaras de reírte. Pero no lo hiciste y me estuviste molestando con eso el resto del día.

Sin embargo, a pesar de la alegría que nos pintaba la vida, sucesos inesperados sucedieron de repente.

Recuerdo esa noche, esa en la que nos encontramos preparando ramen solo porque se nos apetecía. El teléfono de la casa sonó y contestaste, tardaste mucho en volver así que, en mi curiosidad, fui a buscarte. Pero la expresión que tenías era triste.

— ¿Senku? ¿Pasa algo?

Y fueron las palabras que a continuación me dijiste que hizo que por un momento me quedara sin respiración.

— mi padre ha muerto... Mi padre...

Me abrazaste en el momento exacto en el que mis lágrimas empezaron a brotar. Y a mí, no me quedó de otra que aferrarme a ti mientras los recuerdos amables invadían mi mente.

Lo peor fue cuando el día del funeral llegó. Cuando me encontré con Ruri nessan, no dude en abrazarla y llorar otra vez. Luego, mientras Chrome la abrazaba después pude ver a sus hijos llegar junto a los demás amigos y conocidos de mi padre. También a las nuestras hijas, quienes cabizbajas y casi sin hablar, vestían de negro.

Te recuerdo a mi lado ese día, incluso a pesar de que en ciertos momentos te dije que necesitaba espacio a solas. Pero ¿sabes? Gracias por estarlo.

Lo enterraron junto a la tumba de mi madre y ver como lo hacían hizo que me rompiera por dentro, al pensar que ya no volveré a verlo, al pensar en que ya no podré escucharlo quejarse de mi comportamiento cuando solía contar algunas historias del pasado. Y del pensar que nunca volveré a abrazarlo.

Ese día sentí que todo pasó tan lento, porque al llevar a casa, el silencio continuó, era muy denso y doloroso. Shizuku subió a lo que aún le llamábamos su habitación, y mientras intentabas que cenara algo al llevar comida a nuestra habitación, pudimos escucharla llorar.

Estaba destrozada y yo también, tanto que me perdía en pensamientos cada vez que me decías algo.

— lo quería mucho, Senku... — mi voz rota llenó la habitación.

— lo sé.

— no pensé que se iría tan pronto.

Te sentaste a mi lado tras mis la palabra, con la espalda al cabecero y sentir tu mano encima de la mía, fue reconfortarle. Acogedor. También cuando me acercaste a ti, abrazándome.

— sé que es difícil, pero estoy aquí, Kohaku. — me susurraste y fue inevitable que te abrazara después.

Estaba muy triste. Sin embargo, sabias que te necesitaba y nuevamente estuviste ahí para mí. Nunca me dejaste sola, una vez más no lo hiciste.

Nos quedamos abrazados un buen rato, o eso fue lo que sentí hasta que la puerta de nuestra habitación se abrió y Shizuku apareció.

— ¿no se suponía que deberías estar durmiendo ya? — le cuestionaste.

— es que no puedo dejar de pensar en el abuelo y... — hizo una pausa, avergonzada — sé que esto sonará extraño, pero ¿podría quedarme con ustedes solo por esta noche?

Intercambiamos miradas y te sonreí dándote a entender la respuesta que ella buscaba.

— se supone que deberías estar dormida — dijiste — pero qué más da. Ven acá.

Le hicimos un espacio entre los dos y ella se metió bajo las sábanas al igual que cuando era pequeña. Shizuku se recostó en mi pecho y te escuché soltar un poco de aire cuando hice que tu brazo terminará sirviéndome de almohada.

— avísame cuando se adormezca — te susurre en un momento, haciendo que sonrieras.

Recordamos algunos momentos vividos con mi padre esa noche, y Shizuku no pudo evitar reír cuando de repente empezaste a relatar la vez que ganaste la gran batalla en el pasado sin querer y tuviste que casarte y divorciarte de mi hermana en cuestión de segundos, todo para conseguir el material que necesitabas.

Era una locura, también pensé lo mismo y me reí cuando ella empezó a cuestionarte sobre el no considerar los sentimientos de mi padre cuando tuviste el descaro de atreverte a pedir mi mano en matrimonio tiempo después. Y fue peor para ti cuando Shizuku de repente llamó a su hermana y después de contarle todo, juntas empezaron a interrogarte.

Fue bonito recordar esos momentos a pesar de la tristeza que aún sentíamos, porque nos despedimos con sonrisas, Senku.

Nos despedimos juntos... con cariño.

Cuando Shizuku se fue las cosas en casa continuaron igual para nosotros. Iba a ver a Tsukiku seguido mientras que tú trabajabas en algo que no quisiste decirme por más que te insistí mucho. Era una sorpresa, eso fue lo único que Tsukiku y yo pudimos sacarle a Chrome con un poco de ayuda de Ruri nessan.

Estaba emocionada por eso, en adivinar lo que ahora tenías para mí. Porque para ese entonces teníamos mucho más tiempo para nosotros y me gustaba mucho.

Pero, cuando el día en el que se suponía que me lo darías llegó, una vez más, algo interrumpió nuestro momento.

— ¡¿QUÉ?! — exclamé en cuanto contesté la llamada de Tsukiku y me dijo lo que estaba sucediendo — ¿por qué no me lo dijiste antes? Tsukiku... ― y claro que no me gustó para nada lo que dijo.

Me miraste confundido mientras regañaba a nuestra hija por ocultarnos algo tan importante a nosotros, sus padres. Estaba tan molesta.

No te respondí cuando me cuestionaste una vez que la llamada se cortó, porque sinceramente no tenía cabeza para hacerlo. Me seguiste cuando me dirigí a nuestra habitación y empecé a buscar lo que necesitábamos en ese momento.

— ¿qué pasó? ¿Qué hicieron? — insististe

— ¡lo encontré! Gracias a los dioses. Tenemos que irnos de inmediato, Senku — te dije antes de mostrarte lo que estaba buscando.

— ¿nuestros pasaportes? ¿Pará qué lo necesitamos si... — lo dedujiste por la mirada que te di. — ahora si dime ¿qué fue lo que hicieron, Kohaku?

Y fue después de que lo dijera que reaccionaste peor que yo.

— ¡¿QUÉ HICIERON QUÉ?!

Pedimos permiso en el trabajo unos días, y tuvimos mucha suerte de que nos dieran días libres (aunque con condiciones) para embarcamos en el primer que encontramos para Estados Unidos, california. Y al igual que yo, sabía que también te sentiste un poco decepcionado por lo que dejamos en casa, porque me habías pedido que me arreglara y teníamos todo listo para esa noche, nuestra noche.

Sin embargo, los dos sabíamos que nuestras hijas eran lo más importante en ese momento.

Lo único que Tsukiku dijo era que su hermana sufrido un accidente de tránsito que le dejó una fractura en la pierna. Y lo que a ambos nos molestó era que Tsukiku no nos lo dijera en cuanto lo supo...¡Hace 5 días atrás!

La preocupación nos inundaba, y fue peor cuando, después de dejar nuestras cosas en el hotel, nos dirigimos al hospital. No teníamos muchos detalles del estado de Shizuku, pero para que el médico le recomendará quedarse en el hospital por unos días, me daba una idea que me angustiaba mucho.

— ¿mamá? ¿Papá? — pero en cuanto estuvimos con ella, nos aliviamos al ver estaba bien. — ¿Qué hacen aquí? ¿Cuándo llegaron?

— ¿y todavía nos lo preguntas? — cuestionaste con los brazos cruzados mientras me acercaba a abrazarla.

Dioses, era un alivio enorme.

— s-sí, perdón por eso papá, pero... — parecía confundida — pero le pedí a Tsukiku que...

— tu hermana estará aquí en unos días. — la interrumpí ― pero antes tenemos que hablar de algo importante contigo, señorita.

Ella tragó saliva cuando la miramos con seriedad y, a la vez, empezamos a cuestionarla. Del accidente, de lo que el médico dijo de su estado, de cómo se sentía ahora, del porqué tenía a su hermana como su cómplice para ocultarnos algo tan importante como haber sufrido un accidente.

La excusa que nos dio fue porque no quería preocuparnos por nada. Por nada...¡¿un accidente significaba nada?! Juro que no la entendía, tampoco a Tsukiku, quien se puso de su lado cuando llegó y discutimos. Y no estaba exagerándolo, Senku, aun no entiendo cómo pudiste ponerte de su lado también cuando sabias perfectamente lo preocupada que estaba.

Puede que el tiempo me haya vuelto un poco sensible a ciertas cosas, pero acaba de perder a mi padre hace solo algunos meses atrás, así que ¡¿Cómo se supone que no me preocupé por nuestra familia?! Además, todo lo que dejamos en Japón ¿Qué? ¿ya no te importaba?

Esas niñas y tú de cómplice después...¡agh! A veces me sacaban de mis casillas.

Sin embargo, en contra de todo lo que podía pensar, lograste que lo olvidara cuando, a sugerencia de Shizuku, salimos a hacer un poco de turismo para "despejar la mente". Mientras lo hacíamos, sabía muy bien que había algo más detrás de eso, algo me lo decía, mi intuición de madre quizás. Porque los susurros y conversaciones sospechosas de nuestras hijas eran tan evidentes cuando a Shizuku le dieron de alta, pero tú no lo notaste.

No te dije nada porque no pensé que sería la gran cosa. Pero todo cambió una mañana en el que fuimos a visitar a Shizuku a su departamento sin avisar, y además de su hermana, encontramos a otra persona.

Un chico, quien aparentemente había venido a ver el estado de Shizuku.

El pronóstico de tu humor a continuación era evidente, pero gracias a los dioses que no duro mucho porque, cuando empecé a hacer preguntas incomodas a Shizuku en venganza por no avisarnos de su accidente, la respuesta que obtuve fue todo, pero menos emocionante.

― ¡solo somos amigos! ― eso fue lo que tanto Shizuku como su amigo dijeron a la vez, pero la pequeña risita disimulada de Tsukiku hizo que dudara un poco de sus palabras.

― ¿enserio? ― le cuestionaste, serio.

― si. No tengo ese tipo de intenciones con su hija, créanme. Además, regresaré a Londres cuando me gradué, y aunque me emociona también me siento un poco nervioso por mi proyecto de tesis.

Ese chico era muy agradable, algo inseguro, pero sus palabras y deseos eran tan firmes que era fácil de dialogar. Aunque quizás la palabra agradable quedaba muy lejos para ti.

― ¿y que estudias? ― en especial cuando le preguntaste por sus estudios.

― aeronáutica y astronáutica.

Tsukiku se rió por el pequeño asombro que tuviste. Miré a nuestras hijas ocultando la mía, y fue solo cuestión de tiempo para que ustedes dos empezaran a hablar, hablar y perderse en una conversación que, desde hace mucho, había dejado de entender.

Más aun cuando el chico te mostro algunas imágenes de su proyecto que tenía en su celular, y a palabras de Tsukiku, empezaste a decirle los errores que tenía.

Se quedaron hablando incluso después del almuerzo, en el sofá.

― sí, creo que lo entiendo. ― lo escuchamos decir después ― El Dr. Xeno dijo lo mismo cuando se lo mostré al ir a una de sus conferencias.

― ¿lo conoces?

― estuve insistiéndole por un tiempo para que sea mi asesor, pero discrepamos mucho. ¿puedo serle sincero, señor Ishigami?

― adelante.

― las ideas del Dr. Xeno por lo general me parecen algo ambiguas.

Te vi reír por eso cuando me uní a Tsukiku a espiarlos desde el marco de la puerta. Parecías muy entretenido, Senku, como si hubieras encontrado un nuevo compañero de juego. Hasta parecía que ese chico vino a verte más a ti, que a Shizuku.

Y no era la única que pensaba lo mismo.

― sabía que esto pasaría. ― murmuró Shizuku algo molesta antes de ver a su hermana y susurrar ― por eso te dije que no era conveniente que conociera a papá.

― tsk, demonios, pulga, creo que tenías razón. Pero ¿Por qué no me dijiste que también conocía al Dr. Xeno? Ahora tienen más cosas de qué hablar, ya sabes cómo es el viejo.

Miré a las niñas buscando una explicación por la conversación que tenían. Y claramente me estaba haciendo una idea de lo estaba pasando, pero para nada esperaba las palabras que Shizuku me dijo después.

― creo que me gusta. ― confesó.

― ¿Cómo que crees? ― le cuestioné.

― ¡mamá!

― ¿Qué?

No sabía que decirle, Senku. Lo juro. Es que por un momento me confundió un poco. No la entendía ¿era lo que estaba pensando o no lo era? Le insistí para que me diera una respuesta clara, pero dudaba, eso me confundía mas. Sin embargo, su sonrojo me hizo llegar a la respuesta que quería.

― no puede ser, hermana, de verdad te gusta mucho ― agregó Tsukiku, divertida, cuando se dio cuenta de mi descubrimiento.

― ¡no es cierto! ― Shizuku se defendió, con la cara aun roja ― pero...uh...es complicado.

Shizuku enamorada me parecía tan linda con sus pequeños sonrojos y me sorprendió mucho que no lo negaras cuando, al volver al hotel, sin querer te lo dije.

― entonces... ¿no vas a decir nada? ― te pregunté una vez que salí del baño. No respondiste

― ¿Qué? ¿Qué esperas que diga, Kohaku?

― no se...algo. Te has pasado la vida juzgando a los pretendientes de Tsukiku y ¿ahora? ¿de verdad me lo dices enserio, Ishigami?

Reíste un poco y pasaste las manos por el cabello. Parecías pensarlo demasiado.

― quizás debería, pero mientras se despidieron hoy, me fijé muy bien en como la miraba. Así que te aseguro que no hay nada de qué preocuparse.

― ¿ah sí? ¿y cómo se supone que la miraba?

Lo pensaste un poco antes de responder mirándome a los ojos.

― como yo te miré a ti cuando supe que te amaba.

― ¡dioses, Senku! ¿Qué te sucede? ― exclamé con las manos en el rostro, avergonzada por tus repentinas palabras. En serio no lo esperaba.

Tampoco esperaba que te acercaras y me besaras la frente.

― además, aunque quisiera, no podría. ― y pronunciaras esas palabras antes de dirigirte al baño —... es una locura, Kohaku.

Rocé mis ojos con las manos, pensando que estaba soñando. Esto no podía ser cierto. Porque me pareció un poco extraño que dijeras eso, pero fue cuando me recosté a la cama que también aprecié lo que antes observabas en tu laptop: los antecedentes del amigo de Shizuku.

Sabía muy bien que te gustaba investigar, pero ¿no crees que era un poco demasiado? ¿Exagerado? Porque los documentos que tenías eran prácticamente informes de toda la vida de ese chico. Mi intuición me decía que Gen y Ryusui tenían algo ver con esto, quizás también Chrome o no sé, quien sea necesario.

Sin embargo, en contra de todo eso, cuando empecé a leer me di cuenta que amigo de nuestra hija sí que era muy decente, quien lo diría. Graduado con honores, buena familia, practicaba deportes, hacia voluntariados, tenía un buen manejo de idiomas, etc. Un historial muy limpio en general.

Me pregunté si ella también lo sabía. Era interesante, si, así como solías decir. Pero lo inesperado de todo fue que, sin querer, una sonrisa se me salió cuando supe que fue él quien salvó a nuestra hija del accidente que sufrió.

Varias fotos habían salido en el periódico de hace semanas, en donde ellos aparecían. Y era tierno ver a Shizuku como era cargada por ese chico en una de esas fotos. También otra donde él la acompañaba en la ambulancia.

Salvar...acompañar...me recordaba a nosotros. Quizás fue por eso que, en un momento, saque mi teléfono y tome una foto a la portada de ese periódico.

La quería para recuerdo, y ¿sabes algo? Tenías razón. Porque los días en el que continuamos visitando la ciudad, ese chico amablemente nos acompañó con la excusa de cuidar "solo por prevención" a Shizuku cuando mejoró.

Y fue en muchos de esos días en el que también pude ver aquella mirada de la que hablaste. Me reí un poco cuando me dijiste que sus palabras te parecieron simples, pero que no estaba del todo mal. Que también hubieras hecho lo mismo conmigo.

Esos días, a pesar de que Tsukiku tuvo que volver a Japón por su trabajo, la pasamos muy bien.

Era agradable ver a Shizuku tan contenta y cómoda con alguien, porque también compartía esa mirada cálida y, a diferencia de su hermana, los leves sonrojos que tenía eran más evidentes.

Puede que también lo hayas notado, y saber que la apoyabas era un alivio, incluso antes de la formalidad o de cualquier cosa que pudiera llegar a pasar en el futuro de nuestra hija.

Ellos aun insistían con eso de ser "solo amigos", pero creo que los dos ya lo sabíamos. Sabíamos de los sentimientos que compartían, solo que supongo que  todavía estaban en esa etapa de negación. Y solo era cuestión de tiempo para que algo suceda... O no.

Era divertido pensarlo y fue por eso que, en la última noche que estuvimos en California, volví a pensarlo, pero ahora solo en nuestra etapa de negacion. Ja, es que era curioso, porque si echabamos una vista al pasado, si que la nuestra duró mucho tiempo ¿verdad?

Era ilógico.

Sin embargo, eso no me importó en lo absoluto porque al final de cuentas terminamos juntos. Estabas conmigo, senku. Casados, con nuestra familia y en ese momento simplemente disfrutando de nuestro tiempo juntos y compartiendo la vida en general. ¿Qué más podría pedir?

Era feliz, senku.

Recuerdo haber escuchado el susurro de noche cuando me acerqué al balcón que teníamos en nuestra habitación, pensando un poco en lo increíble y afortunada que era por la vida que tenia.

Y allí, mientras las estrellas de esa noche brillaban y la luna me observaba, pensé en la vez que existió la posibilidad de abandonar la vida que tenía a tu lado... eso... me hizo sentir triste.

Por alguna razón recuerdos de nuestro matrimonio empezó a invadir mi mente y de repente, solo culpa era lo único que empecé a sentir.

Hasta que apareciste.

— ¿qué haces allí, kohaku? Está noche está haciendo frío — tu voz hizo que volteara a verte. Y de forma natural, los latidos de mi corazón se aceleraron.

Parecías preocupado cuando fuiste por una manta y luego te acercaste a mí. Y fue inevitable que cuando cubriste mis hombros pensará en ¿Cómo pude haber pensando en divorciarme de ti? Porque para ese entonces la respuesta me parecia absurda.

La idea de alejarme de ti era simplemente ilógica. E incluso aunque eso si eso se hubiera dado, estaba segura de que no podria llegar a obtener la felicidad que tenía contigo, senku.

Porque nunca podría encontrar a alguien mejor que tú. Y aunque lo existiera... Todavia te escogería. Siempre te escogería a ti.

— gracias... — fue por eso que quería  decirte mis pensamientos cuando me abrazaste por detrás — ha pasado mucho tiempo ¿cierto?

— si.

Cuando giré mi cabeza para mirarnos, pensé cuidadosamente en cómo debía decirtelo. Y fue cuando volví a ver el cielo que remplandecia que continúe.

— nuestra vida es muy buena, Senku. A pesar de los problemas que tuvimos, nuestro matrimonio y nuestra familia ahora es buena ¿te imaginas si nosotros nos hubieramos divorciado aquella vez? — hice una pausa —... Yo no tendría nada de esto.

— ¿por qué dices eso, kohaku?

Hubo silencio y pensé cuidadosamente antes de responder.

— Esta vida es mas de lo que pude haber deseado, senku. Y a veces... siento que no me lo merezco.

Te diste cuenta porque te lo decía, a que me refería con eso, pero en remplaz de las palabras que esperaba que me dijeras, tomaste mi cintura de repente, y sin previo aviso, me besaste como nunca, con tanta pasión que por un momento pensé que querías comerme.

Tomaste mis manos entre las tuyas unas vez que nos serparamos, llevándolas hacia arriba para besarla.

— Senku...

— te amo, Kohaku. — susurraste, sin dejar de mirarme ni por un segundo — Eso es lo único que debe importarte ahora.

Sonreí, porque tenias razón, senku. Y sentir como me abrazaste después, hizo que volviera a sentirme como aquel día en el que supe que quería estar a tu lado para siempre.

Recordé porque te amaba.

Recordé la primera vez que te vi, en aquel bosque, mientras estaba atrapada debajo de ese tronco de árbol. Cuando llegaste a mi vida acompañado de tu ciencia y todo lo que eras. Un caballero con la lengua de otra dimensión, un hechicero, un científico. El hombre más fuerte de este mundo. Aquel con la suficiente fuerza de corazón que era capaz de persistir sin importar las dificultades que se presenten, a cada paso, incluso si era lento.

Y fue cuando me sonreíste que algo dentro de mi me dio el impulso de ser yo quien te besara. Lo hice y confieso que amaba esa sensación, de saber que era correspondida y deseada igual. De sentir tus manos acariciar mi rostro y besar mi frente.

— también te amo, senku — te dije aun manteniendo la cercanía.

— entonces  ¿ya no sientes frío, verdad? 

— contigo nunca, senku.

Los dos sonreíamos.

Volver a Japón fue como volver a respirar lo habitual, y al llegar a casa, a pesar de que continuamos con la misma rutina, un suceso muy, pero muy especial para nosotros llegó.

Ese día recuerdo que había llegado un poco tarde a casa, me había demorado un poco porque Ruri nessan me pidió que cuidará a mi sobrino. Te lo dije cuando te encontré en nuestra habitación, y despues de darme una ducha, de repente dijiste que tenías algo muy importante que decirme.

Me acerqué a sentarme a tu lado y, emocionada de lo que podrías llegar a decirme, no pude evitar recostar mi cabeza sobre tu hombro cuando sentí como entrelazaste tus manos con las mías.

Estaba acostumbra a que lo hicieras frecuentemente, sin embargo, esa vez fue especial porque cuando sentí como acariciaste mi anillo de bodas, te noté algo diferente.

Como si estuvieras pensando en algo, algo que, aunque tardaste un poco en decirmelo, valió la pena. Porque lo que me dijiste en ese momento aún sigue siendo uno de los recuerdos más valiosos que tuvimos juntos.

— Kohaku ¿que te parece si renovamos nuestros votos?

No lo esperaba y creo que por eso, por la impresión o por la sorpresa que sentí no pude decirte nada. Llamaste varias veces mi nombre en busca de una respuesta, respuesta que si te la di a los segundos. Pero quizás no de la forma que esperabas.

Porque te besé en ese momento mientras te decía que también te amaba, que de verdad te amaba.

— kohaku... espera — y no te escuché cuando me pediste que parara. No podía — ¡leona!

Porque no podía estar más que feliz, senku.
Cuando te decía que "si" varias veces mientras te llenaba de besos la cara. Tenías mi repuesta y sabía que también te hacía feliz por como te sentí sonreir entre mis labios cuando volvimos a besarnos.

Y allí, siendo iluminados por la luz de la luna que se colaba a través de la ventana. Una vez más, volvimos a encontrarnos.

Volvimos a mirarnos como siempre lo hicimos. Volvimos a amarnos.

Volvimos a disfrutar de nuestro tiempo juntos. En nuestro pequeño mundo. En lo que significaba un nosotros.

Sólo tú y yo.

Continuará...

:3

Ñyaaaaaaaaaa aquí un nuevo capítulo ;) y no saben, esta historia es tan linda. Lo sé porque cuando lo volví a leerla para corregir ciertos errores, me emocioné <3 Dios mio ¿a poco no soy buena con el romance? Amo aquiiiii.

Iba a poner algo más de altibajos como las peleas entre padre e hijos o alguna ruptura amorosa, pero al final lo descarté, porque creo que no venía a la historia. Eso lo iba a alargar y ya no quiero eso.

Porque, aunque no lo crean, estamos por la recta final (la de verdad... Enserio). Hace días atrás me propuse terminar esta historia antes de volver a clases ¡en diciembre!. Aish, se pasan ya, como ya voy a pasar mi navidad teniendo clases. Pero bueno, ni modo.

¡Gracias por leer y nos vemos!

Continue Reading

You'll Also Like

205K 24.8K 48
Por un caso que esta investigando la aurora Hermione Granger llega a la mansión Malfoy en busca de su ex compañero, llevándose la sorpresa de que el...
590K 41.7K 76
Lara pensaba que Toni era el amor de su vida, pero dejó de serlo hace mucho, después del primer golpe que recibió por su parte cuando estaba embaraza...
1.8M 243K 58
El amor puede llegar de manera impredecible... Para aquel Omega que por mucho tiempo creyó que lo había encontrado, vendrá en su demandante e impone...
303K 26.1K 73
Agustina Ortiz,hermana menor de Valentina Ortiz es una Omega recién ingresante a la secundaria,ser Omega no es fácil menos a esta edad (historia crea...