enchanted || Bajifuyu

By BitterGreen_

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Chifuyu no sabe mucho de viajes en el tiempo, solo sabe que despertó y el chico del quinto piso que dice ser... More

Parte única

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By BitterGreen_

Al mirarse al espejo por la mañana supo que algo andaba mal.

No fue exactamente su reflejo, sino la extravagante cantidad de envases de gel fijador apilada en la repisa del baño. Chifuyu no usaba fijador desde los doce, hace casi cuatro años.

Con el ceño fruncido pensó que tal vez era una broma de Takemichi o Hakkai.

Tomó una rápida ducha y arregló su cabello, escogió una camiseta simple y unos pantalones holgados, era sábado e iría a recoger su moto al taller de Draken. Colocó un poco de delineador negro en sus ojos y cuando volvió su mirada al reloj de la pared soltó una maldición. Draken odiaba las tardanzas.

Garabateo una nota rápida para su mamá, quien debía seguir durmiendo, y ató las agujetas de sus zapatillas.

Una fresca brisa de otoño se colaba por los pasillos del complejo de departamentos y el sol brillaba en lo alto. Mientras corría escaleras abajo revisó si tenía suficiente dinero en su billetera para pagar el servicio de Draken, pero llamó fuertemente su atención la foto de su carnet estudiantil. Ahí aparecía un Chifuyu con copete y cara de pocos amigos, muy distinto a la foto que él recordaba.

Iba a soltar un grito de la impresión cuando trastabillo en un peldaño y su cuerpo al caer impactó con otro. Su mandíbula chocó contra un hombro y por instinto se aferró a los brazos del desconocido que tuvo la desgracia de cruzar camino con él ese día.

— Ey ¿Acaso no sabes caminar?

La sangre de su cerebro descendió a sus pies y un nudo apretó su garganta. Conocía esa voz ronca, aún después de años sin oírla más que en sus sueños.

Debía ser una alucinación.

Su cuerpo no quería soltarse del ignoto de voz conocida. No quería levantar la mirada y encontrarse con la cruda realidad.

— Oye, muévete — áspera e impaciente, seguía sonando como él.

— Perdón — murmuró avergonzado.

Pero al verle el rostro, pensó en desmayarse ahí mismo.

Era Baji Keisuke.

Mismos ojos avellanas. Mismo ceño fruncido.

Solo que el pelo estaba teñido de la mitad para abajo, y su clásica gargantilla había sido reemplazada por un collar simple.

— B-Baji san — susurró incrédulo.

— ¿Eh? ¿Y esa formalidad? — Baji enarcó una ceja — Creí que eras el irreverente del edificio. No tengo tiempo para tus rarezas, Matsuno — esquivó a Chifuyu con las manos en los bolsillos y siguió su camino escaleras arriba.

Sin mirar guardo la billetera en su bolsillo y en modo automático bajó el último tramo de escaleras.

Eso fue demasiado real para un sueño. Esa persona era Baji Keisuke, solo que muy distinto al que conoció. Para empezar, el Baji Keisuke que conocía, llevaba dos años muerto.

Si su presente había cambiado, podía eso significar que algo en el pasado fue alterado, y el único viajero del tiempo que conocía era Takemichi. Pero usualmente, Takemichi venía del futuro y Chifuyu no podía ser consciente de los cambios.

También existía la remita posibilidad de nunca haber conocido a Baji. Y que todo lo que vivió con él en Toman fuera un sueño.

Descartó eso de inmediato.

Existían tantas posibilidades, pero una incontenible alegría saltó en su pecho. Baji estaba vivo. Por un momento podía ignorar todo, incluso la indiferencia del mayor, porque Baji estaba vivo.

Retomó su camino con prisa y sacó el celular de su bolsillo para comunicarse con Takemichi y pedir detalles de su último viaje. Grande fue su sorpresa cuando el número de Takemichi no apareció entre sus contactos agendados. Con los dedos sobre los botones, deslizó la lista hasta darle tres rondas completas, pero no solo estaba ausente el número de Hanagaki sino también el de Hakkai, Draken, Inui, Mitsuya y todos los de la Toman. Había muchos nombres que no lograba identificar, pero ninguno de sus amigos cercanos.

Entonces cayó en cuenta de la situación. Él nunca conoció a Baji, tampoco a la Toman ¿Existía siquiera la Tokyo Manji?

Quedó estático bajo la sombrilla de una tienda de conveniencia. Tal vez fue la única manera de salvarlos, pensó.

Su cabeza era un lío de emociones. Nunca estuvo en Toman. Nunca vivió los mejores años de su vida. Nunca conoció a sus amigos. Baji nunca lo salvó de esa paliza. Baji nunca compartió un Yakisoba Peyoung con él. Baji nunca despeino su copete con gentileza. Baji nunca le dio el uniforme de la Toman.

Aunque había algo en común con la línea de la que Chifuyu venía.

Baji y él nunca tuvieron un final feliz juntos.

Pasó el día dando vueltas por Tokyo. Pero no había rastro de su vida pasada.

Eso no podía estar pasando, no era un viaje en el tiempo. Pues seguía en el día calendario siguiente al de la noche en que se acostó.

Solo pudo pensar que era una especie de universo paralelo, algo como una línea temporal distinta a la suya. Y que por alguna extraña razón, había amanecido ahí, completamente solo.

— Chifuyu — llamó su madre mientras cenaban — si sigues jugando con la comida, Excalibur se la comerá.

— Es Peke J — murmuró desganado.

Bueno, no podía decir que estaba completamente solo, tenía a su mamá y a su gato, quienes le miraban extrañados.

Se sentía culpable por no estar rebosante de alegría ante la larga vida de Baji. Pero no podía hablarlo con nadie. Según el registro de llamadas y mensajes de su teléfono, este Chifuyu no tenía muchos amigos, ni siquiera tenía planes para ese fin de semana, como acostumbraba en su línea temporal.

No sabía cuánto tiempo se quedaría en esta línea temporal, pero tenía que hacer algo por la aburrida vida de este Chifuyu.

— Mamá — al menos aún vivía en el mismo edificio — ¿Qué sabes del chico del quinto piso, de la familia Baji? — preguntó intentando sonar casual.

Su mamá arrugó los labios y ladeó la cabeza, la expresión que adoptaba cuando identificaba algo sospechoso en su hijo.

— Baji Keisuke es hetero, hijo.

Los colores subieron a su rostro y se atragantó con los fideos de la sopa. Tosió hasta recuperar el aliento y bebió agua mientras sentía sus mejillas arder y su corazón acelerarse.

— ¿Qué? — alcanzó a preguntar.

Su mamá nunca soltado algún comentario tan directo de su vida amorosa ni de su orientación sexual. Ella sabía que su hijo era gay, o al menos debía sospecharlo, pero Chifuyu nunca sintió la urgencia de salir del clóset. En primer lugar, porque no era un tabú en su casa, y en segundo, porque nunca tuvo un novio para presentar.

Eso significaba que el Chifuyu de esta línea, sí presentó un novio a su madre, o tal vez más de uno. De repente le surgió la duda ¿Estaba soltero en ese momento? Dado que en su teléfono no figuraban planes para un sábado, supuso que o tenía un novio aburrido, o no tenía uno.

Una parte suya se alegró al saber que este Chifuyu (llámese Chifuyu 2.0 desde ahora), sí tuvo sus romances adolescentes, pero otra parte sintió pena, porque Chifuyu 2.0 no experimentó el curioso sentimiento llamado "enamorarse de Baji Keisuke".

— Bueno — su madre apoyo su mentón en su palma mientras recordaba algo —, tal vez es bisexual, no lo sé. Ryoko me comentó que hace una semana terminó con su novia, la pobre ya no sabe qué hacer con Keisuke para que madure, el chico abandonó la escuela y anda de fiesta en fiesta. Es un buen muchacho, pero su etapa de rebeldía le está durando mucho tiempo.

¿Ryoko sin saber qué hacer con su hijo? Definitivamente era la línea temporal más rara que existía. La Baji Ryoko que conocía le hubiera dado una lección a su hijo al mejor estilo Bruce Lee.

Por otro lado, Baji con novia era hilarante. Su Baji estaba más interesado en las matemáticas que en los romances. Aunque debía tener en cuenta que el Baji que conoció no llegó a cumplir los quince. En cambio, este otro Baji, cumpliría los diecisiete en unos meses.

— Además, creí que lo detestabas — agregó su mamá con una mirada intrigante.

— ¡Mamá! Solo preguntaba — mascullo aún con las mejillas rojas.

— Ajá — la señora Matsuno no solo no creía una palabra, sino también se divertía con el bochorno de su hijo.

El resto de la cena la pasó con Peke J trepando en él y olfateando, como si encontrara algo raro en su dueño.

Al día siguiente, volvió a encontrar los envases de gel fijador.

Ese domingo se propuso acercarse más a Baji y averiguar qué cosas eran diferentes, comenzando por la Toman.

El primer paso fue relativamente sencillo, pues al abrir la puerta se encontró con el mayor con la mano levantada y apunto de tocar la madera.

— B... Ke... ¿Hola? — su lengua se trabó, no sabía cómo dirigirse exactamente a Baji, probablemente Chifuyu 2.0 lo llamaba por su nombre, y su mamá dijo que lo detestabas, así que debía sonar arisco, pero el saludo salió como una pregunta.

Baji lo miró burlón y confundido por su repentina actuación.

— ¿Estás sobrio, Matsuno?

—¡Claro que sí!

¿Cómo debía saludar? De seguro estaba avergonzando a Chifuyu 2.0.

— Bueno ¿Qué quieres? — preguntó, molesto.

Baji sacó algo de su bolsillo y se lo entregó.

— Dejaste caer esto en las escaleras ayer.

Era su carnet de estudiante. No pudo evitar sentir una mezcla de vergüenza ajena y propia por la foto de Chifuyu 2.0 en modo delincuente juvenil.

— Gracias — arrojó rápidamente el carnet al estante de la TV.

— Bien, yo me voy, saludas a tu mamá de parte de la mía.

El mayor volvió a meter sus manos en sus bolsillos para alejarse por el pasillo.

— ¡Espera!

No sabía cuánto tiempo reemplazaría a Chifuyu 2.0, así que debía aprovechar sus oportunidades. Cerró la puerta tras de sí y alcanzó a Baji, quien se detuvo interrogante.

— Ehm... ¿La motocicleta abajo es tuya? — claro que era suya. Reconocería la Suzuki GSX250E en cualquier lugar, el Baji de su línea se la había legado.

— Sí, es mía ¿Por? — Baji se removió algo incómodo, al parecer era la conversación más larga que sostenían hasta el momento.

— ¿Sabes manejarla? — inmediatamente notó lo absurdo de su pregunta — Agh, claro que sabes.

Baji soltó una carcajada.

— Apura, Matsuno ¿Qué quieres?

— ¿Puedes enseñarme a conducir?

Chifuyu sabía conducir perfectamente, era uno de los mejores en Toman al volante. Pero no se le ocurrió mejor excusa para pasar el rato.

— No — respondió de inmediato y retomó su camino.

— Por favor — Chifuyu se apresuró en seguirle el paso, de repente era otra vez el chico que perseguía a Baji para unirse a Toman —. Tengo algunos conocimientos y aprendo rápido ¡Te pagaré!

— No me interesa.

Estaban por llegar a la primera planta cuando una idea vino a su mente.

— ¡Te daré Yakisoba Peyoung!

Baji se detuvo.

Bingo, pensó.

— ¿Crees que me venderé por unos fideos?

— ¿Honestamente? — sonrió, engreído — Sí, ya caíste.

El más alto soltó un bufido entre risa y molestia.

— Vale, pero te golpeare si le pasó algo a mi bebé.

— No le pasará nada, y no podrías asestarme un golpe aunque quisieras — se sentía tan bien bromear con Baji una vez más.

Entusiasmado corrió hacia la Suzuki y acarició el respaldar del asiento y la cúpula con pleitesía.

— ¿Cómo estás, bonita? — habló en susurros — Ayer debía recogerte del taller de Draken, perdón.

— Oye ¿Qué crees que haces hablándole como retrasado a mi moto? — Baji lo tomó del hombro.

— Pues así le hablas tú a mí gato.

Los ojos del teñido se abrieron más y sus mejillas se colorearon un poco.

— No sé de qué me hablas — mascullo montando la moto —, apresúrate y sube.

Con la sonrisa de oreja a oreja, Chifuyu subió y parpadeo un par de veces para espantar unas lágrimas traviesas. La moto arrancó y al sentir la brisa chocar salvaje contra su rostro volvió a su mente el recuerdo de la noche de su primera reunión en Toman.

Era la tarde después de su tercera lección. Los rayos del atardecer incidían sobre el piso de la habitación de Baji, donde ambos estaban sentados y comiendo Yakisoba recién hecho. Chifuyu no podía evitar enumerar en su mente las diferencias de esta pieza con la anterior. En primer lugar, había menos mangas y más posters. El escritorio estaba aterradoramente limpio, ni un solo libro de estudio ni material escolar. Al menos en la esquina aún había un cuenco con croquetas del que Peke J comía alegremente.

No tenían muchos de temas de interés en común, no había Toman ni escuela de la que hablar, pero Chifuyu estaba feliz de oír que hacía Baji en su vida diaria, que en realidad, no era mucho.

Baji no hablaba del pasado, ni una pista.

— Entonces, buscas trabajo.

En sus manos tenía un periódico con ofertas de trabajo encerradas y tachadas con marcador rojo.

— Es lo que quiero, mi mamá no está dispuesta a mantenerme después de los dieciocho.

Por lo que sabía, había abandonado la escuela a los quince. Desde ahí comenzó a tener trabajos esporádicos, pero era muy difícil para él mantener uno estable, principalmente por su poca disciplina y mala relación con sus jefes.

— Pero, debe haber algo que quieras hacer, algo para dedicarte en el futuro.

— Pues, creo que pasaré el resto de mi vida en trabajos esporádicos esperando a que me despidan o renunciando al mes.

En ese aspecto no había mucha diferencia, el Baji de su línea tampoco soportaba recibir órdenes. A menudo se quejaba de las condiciones laborales en el país y decía que él preferiría renunciar a ser explotado por menos de un sueldo mínimo. Aunque había un sueño que guardaba.

— ¿Y sí inicias un negocio propio? — propuso.

El pelinegro enarcó una ceja.

— No lo sé, requeriría mucho trabajo y no hay nada que me interese.

— Que tal una tienda de mascotas.

En los días que pasaron notó que a pesar de llevar una vida diferente, Baji era en esencia el mismo. Así que aún debía guardar para sí ese sueño.

Baji lo miró extrañado pero la mueca en sus labios indicaba que estaba evaluando la idea.

— No suena mal — admitió finalmente.

Entre las cosas que más confundían a Chifuyu, estaba la ausencia de la sonrisa maníaca de Baji.

Siempre andaba con los hombros caídos y una polera desgarbada (diferente a las camisetas raídas y el porte altanero que tenía el Baji de Toman). Cuando iban por las calles siempre se encontraban con alguien que reconocía al mayor, Baji por su parte, solo respondía con una sonrisa altiva de labios cerrados, que aparentemente todos encontraban atractiva. No es como si Chifuyu fuera ajeno, él también lo encontraba muy atractivo, pero esa sonrisa era típica de los chicos populares de su escuela, no de su capitán.

Este Baji era muy popular, andaba siempre de un lado a otro y perdía el tiempo en clubes o fiestas. Pero Chifuyu podía notarlo, sin importar en qué línea del tiempo se encuentre, nadie podía leer mejor a Baji Keisuke que él. Baji se sentía solo, igual que Chifuyu 2.0.

Pensó en incendiar algún auto, tal vez eso activaría un interruptor en su interior y le devolvería la euforia que le faltaba a su vida. Pero creyó que era muy pronto y no quería meter en muchos problemas a Chifuyu 2.0.

Así que en su sexta lección/no lección (en las cuales Chifuyu fingía alegría al encender con éxito la motocicleta), se planteó averiguar qué pasó con los miembros de Toman.

Pensó preguntar primero por Mikey y Kazutora, los más cercanos a Baji, pero razonó que si Keisuke terminó así fue porque algo le pasó a uno de los dos. No quería tocar una fibra sensible tan pronto.

— ¿Conoces a Sāto Ryūsei? — preguntó casualmente mientras tomaban un descanso en el muelle.

— No ¿Debería? — Baji tomó otro sorbo de su bebida.

— No, es solo que era un compañero mío con quién perdí contacto y creí que tal vez... Bueno, olvídalo — eso descartaba a la primera división de la Toman, no pudo evitar sentir tristeza por los buenos compañeros que hizo ahí — ¿Qué hay de Ryuguji Ken? ¿Te suena?

— ¿Tengo cara de directorio telefónico? — se burló.

Chifuyu apartó la mirada hacia el río mientras una astilla se clavaba en su pecho. Sin Draken, era imposible que exista Toman.

— Conoces a mucha gente — se encogió de hombros.

— No creo que conozcamos a la mismas personas ¿Alguien más en tu búsqueda de amigos perdidos? — preguntó con sarcasmo.

— Sí — había alguien que en su línea murió, pero definitivamente Baji debía conocerla — ¿Sano Emma?

Los ojos de Baji se ensombrecieron y su sonrisa se borró. Inmediatamente Chifuyu se arrepintió de la pregunta.

— ¿Qué sabes de ella?

— Pues, yo la conocí, una chica muy agradable.

Baji bufó.

— ¿Cuándo la viste por última vez?

Hace dos semanas, cuando fui a visitarte a ti y a ella en el cementerio, pensó.

— Hace años.

— Si la vuelves a ver dale mis saludos y dile que espero que tenga una buena vida — Baji lucia vacío de esperanza.

Emma se fue, fugó de casa o algo similar. Mikey de su línea no la hubiera dejado sola nunca, y Draken tampoco. Un nudo se formó en su garganta, esta línea temporal no fue amable con casi nadie.

— Hanemiya Kazutora.

— ¿Qué?

— Dime que al menos lo conoces a él por favor.

— Estás delirante, anda por una guía telefónica — acto seguido arrojó su botella vacia a un tacho de basura se alejó en dirección a la Suzuki.

Esto está mal, fue lo único que pudo pensar. Si Baji no conocía a Kazutora, entonces el tigre estaba solo en el ambiente familiar más tóxico de la historia, abandonado y siendo usado por falsos amigos.

— Mikey — el nombre salió de sus labios antes de pensarlo bien y Baji quedó congelado de espaldas a él —. Sano Manjiro.

Baji giró con los ojos cargados de dolor puro y los dientes apretados con enojo.

— ¿Qué quieres con él? ¿Te parece que está aquí?

— Yo solo...

— No me salgas con esa mierda de que lo conoces. Si lo conociste entonces no preguntarías por él — sus orbes saltaban con algo que nunca vio antes en Baji, ni siquiera cuando hablaba de Shinichiro — Ya entiendo, lo conociste en el hospital y no te llegó la noticia. Entérate, está muerto, hace dos años.

Por sus venas comenzó a correr hielo y su lengua no articuló ni una palabra coherente.

— Terminamos por hoy, puedes tomar el metro para volver a tu casa.

Aferrándose al barandal y atrapado en su mente, apenas fue consciente del ruido del motor alejándose.

Por fin llegó el sábado y Chifuyu nunca se sintió tan orgulloso de sobrevivir a una semana escolar. Pero ahora se encontraba con la mesa repleta de libros y cuadernos con tareas para Chifuyu 2.0. Como extrañaba a Takemichi y Hakkai en ese momento.

Resignado arrojó el lápiz sobre el libro abierto de matemáticas y saltó al sofá donde Peke J dormía plácidamente. El felino maulló por la intrusión pero se dejó asir en los brazos de su dueño.

— ¿Extrañas a Chifuyu 2.0, Peke J? — preguntó mientras jugaba con las almohadillas del gato — Seguro no notas demasiada diferencia, apuesto que Chifuyu 2.0 actúa igual de cariñoso contigo que yo. Le falta diversión en su vida, Peke J. Debes asegurarte de llevarlo con Baji más seguido, me pregunto cómo actuaría — rio imaginando a su versión alterna —. Aunque ahora él está molesto conmigo por lo de Mikey.

De repente se oyeron toques en la puerta, su mamá no volvería hasta la noche y tenía su propia llave, así que con pereza se dirigió a girar la perilla. Del otro lado estaba Baji con una mano en la nuca y la otra sosteniendo unas llaves.

— ¿Bueno?

— Perdón por dejarte en el muelle ayer — desvío la mirada genuinamente arrepentido — volví a los quince minutos pero ya no estabas.

Chifuyu en realidad no estaba molesto por el desplante, de hecho, prefería procesar toda esa información solo.

— ¿Preocupado por mí? — cuestionó con burla.

— Me quedé sin Yakisoba, que puedo decir — Baji se encogió de hombros —. Un amigo me prestó su motocicleta — con la mirada señaló las llaves que traía — ¿Que dices de un paseo?

Chifuyu fingió pensarlo.

— Perdonado — concluyó con una sonrisa —. Pero, yo quiero conducir la Suzuki.

— Tú ganas — respondió más rápido de lo esperado y le dio la espalda, invitándolo a seguirlo por el pasillo.

— ¡¿En serio?! — calzó sus tenis rápidamente y cerró la puerta con seguro tras de sí.

— No hagas que me arrepienta.

— Deberías dejarme plantado más a menudo.

Con una sonrisa de oreja a oreja adelantó a Baji, llegó al estacionamiento primero y se montó en la Suzuki disfrutando el típico confort.

Baji en seguida lo alcanzó y le arrojó las llaves, mientras se montaba en una Honda.

— Un rasguño y eres hombre muerto.

Chifuyu hizo rugir el motor por toda respuesta.

— Alcánzame primero.

A su atrás escuchó a Baji maldecir.

El viento del atardecer era refrescante y salvaje, por ese instante el mundo se volvía ligero y la carga en sus hombros se esfumaba. Era solo una tarde más con Baji y su Suzuki.

La Honda prestada de Baji se detuvo a su lado cuando un semáforo cambio a rojo.

— Aprendes rápido ¿eh?

El rubio volteo a verlo con la mirada iluminada y la sonrisa extasiada.

— ¡Claro que sí! ¿Una carrera hasta Shibuya?

Algo destello en los ojos avellanas ante la idea de un desafío. Era un brillo salvaje. Colocó la liga para el pelo entre sus dientes y con sus dedos arrastró su cabello hasta formar una cola alta de caballo con unos mechones sueltos que enmarcaban el rostro.

— Prepárate para morder el polvo.

En su rostro tenía esa sonrisa con la que Chifuyu soñaba desde hace años. Amplia y resplandeciente con los colmillos como protagonistas y los ojos enloquecidos. La auténtica sonrisa maniaca de Baji Keisuke.

Cuando la luz cambió a verde y ambos arrancaron, Chifuyu sintió el viento hormiguear sobre la piel y remolinos batallando en su interior. Recordó que seguía enamorado de Baji Keisuke.

Chifuyu no sabía si quería golpear a alguien o echarse a llorar.

La luna no brillaba con suficiente fuerza sobre el complejo de apartamentos y Chifuyu lo agradecía, así nadie vería como sus ojos intentaban contener las lágrimas, aunque cerca de la medianoche no había ni un alma rondando cerca. Estaba en el rellano de las escaleras, su lugar favorito en el mundo, donde, en su línea temporal, solía conversar hasta la madrugada con Baji, claro, antes de su muerte.

Era lunes otra vez, su décimo día en la línea temporal donde Chifuyu nunca fue vicecapitán de Baji y seguía comprando ese ridículo gel fijador.

Pasó todo el día buscando información, en cada rincón, y lo que encontró no le daba esperanza. Manjiro había sufrido un accidente que lo dejó en estado vegetativo por años, hasta que finalmente murió. El abuelo Sano murió, el dojo cerró y Emma huyó de su casa. Intentó sin éxito localizar al resto de Toman. Con tanta frustración acumulada, no podía entender como Takemichi se mantenía cuerdo.

Su labio inferior temblaba. No sabía que le aterraba más, despertar en la línea a la que pertenecía o quedarse para siempre en ésta.

Un sollozo escapo de su garganta, como un grito de impotencia ahogado, y el llanto dio inicio.

¿Que se supone que debía hacer? ¿Cuál era el punto de todo este viaje?

Las lágrimas corrían desenfrenadas y su cuerpo se tensó intentando contener los lamentos.

Cuando sintió el tacto de una mano sobre su hombro se sobresaltó. Por instinto, intentó limpiar el rastro de lágrimas con la manga del suéter antes de mirar al intruso.

Una capa nebulosa obstruía su visión, la imagen de Baji frente a él se licuaba en sí misma como si de un fantasma se tratara.

— Oye tranquilo — Baji tomó asiento junto a él y arrugó los labios sin saber que decir.

Chifuyu apartó con furia las lágrimas restantes, molesto consigo mismo, la única vez que lloró frente a Baji fue cuando este agonizaba.

— Estoy bien — murmuró sin fuerzas.

La mirada de Baji era pesada, como la de un jugador que intenta resolver una partida de ajedrez sin tocar las piezas.

— Si es por lo de Mikey — comenzó con un suspiro —, lamento haber sido tan crudo con la noticia, debes saber que él sufría mucho, morir fue un último aliento de paz.

Chifuyu sacudió la cabeza.

— No es eso. Es solo que todo esto — con las manos hizo un vago gesto a su entorno —, no sé qué debo hacer, yo no pertenezco aquí.

El pelinegro elevó una ceja, interrogante.

— ¿Estás teniendo una de esas encrucijadas adolescentes?

— Nada que ver. Literalmente no pertenezco aquí, Baji... — mordió su lengua antes de agregar el honorífico que solía acompañar a su nombre — Yo... — miró a esos ojos avellanas que extrañó por años y el dique se quebró — Yo vengo de otra línea temporal. Hace una semana desperté aquí, en una realidad en la que aun uso copete, no conozco a mis amigos, Toman no existe, Mikey está muerto, y tú... tú estás vivo.

Hablo y hablo hasta que su garganta clamó por un poco de agua o siquiera un trago de saliva. Le contó todo lo que considero relevante, la formación de Toman, la muerte de Shinichiro, su primer encuentro, su cercanía, la llegada de Kisaki, su propio sacrificio, la muerte de Emma, e incluso lo último que hizo antes de despertar en esta realidad.

Baji escuchó atentamente y con expresión estoica, analizando cada palabra.

Pasado su desahogo, el lugar quedo en silencio por unos minutos.

— Entonces, vienes de otro mundo — rompió el silencio.

— No de otro mundo, más bien de otra realidad.

— ¿Como un multiverso?

— Más como una línea temporal alterna.

— ¿Y cuándo se acaba tu hechizo, Cenicienta? — preguntó un poco burlón.

Chifuyu le dio un golpe en el hombro por respuesta.

El silencio los envuelve otra vez. Chifuyu capta la mirada perdida de Baji, con el ceño ligeramente fruncido, evidentemente creyó cada una de sus palabras. Casi desearía que no fuera así.

— Esa otra línea suena bastante bien — es todo lo que dice.

— Tú mueres en esa otra línea, no es "bastante bien".

— Mikey vive y Emma no huye de casa, honestamente es mejor que esta.

Ahí está otra vez, dejando en claro que es el mismo Baji. Lleno de lealtad y autosacrificio por sus amigos.

— No entiendo esto — las lágrimas secaron pero dejarían unos ojos hinchados por la mañana —¿Por qué estoy aquí? Me siento como Alicia cuando cayó por la madriguera del conejo blanco.

— ¿Y cuál fue tu deseo, Cenicienta?

Chifuyu soltó una risa sin humor.

— No hay noche en la que no desee volver a verte.

Baji deslizo con cuidado sus manos entre las suyas y miró sus ojos con afecto.

— Lo lamento.

— ¿Qué cosa?

— Que tu deseo no resulte como querías, no volviste a ver a tu príncipe azul.

— ¿Qué quieres decir con eso? — Chifuyu frunció el ceño, de repente Baji tenía un semblante que nunca vio en su rostro, una expresión de derrota.

— Me gustas, Chifuyu — no sabía si era la confesión o su nombre en sus labios, pero el aire escapó de sus pulmones —. Desde que te vi hace años, he tenido la sensación de conocerte. Era un auténtico dolor de cabeza, no podía recordar de donde, pero sentía conocerte. Lo negué mil veces, tú y yo no teníamos nada en común, me resigne, no eras el tipo de persona con la que entablaría una amistad, y yo no era el tipo de persona con quien hablarías por más de tres minutos. Y un día apareces con un peinado distinto y te colas en mi vida con tanta naturalidad. Todas las piezas encajan, y de repente paso las noches preguntándome como viví por años sin ti ¿Qué clase de encantamiento es este? ¿Enamorarse en diez días?

Chifuyu no sabe que decir, solo respira y deja que Baji continue.

— Pero resulta que no es a mí a quien buscas. Ese otro Baji parece un gran tipo, aunque algo idiota. Te enamoraste de un gran tipo y estoy seguro que él se enamoró de ti.

— ¡Basta! — sus dedos se enredan con firmeza en los ajenos — Amo estar a tu lado. Eres tú, idiota, siempre eres tú. No eres otra persona, solo pasaste experiencias distintas y tomaste decisiones diferentes, no hay algo como un "buen Baji" y un "mal Baji". Lo entendí en estos días y duele, duele pensar que algún día cerraré los ojos y volveré a despertar sin ti.

Baji deja que Chifuyu se recueste en su hombro, con delicadeza aparta una de sus manos y se dispone a acariciar el pelo rubio.

— Tu hada madrina es cruel — intenta bromear.

— Es una maldita perra — responde con una ligera risa.

— Háblame de tus amigos en la otra línea.

— Pues, están Takemichi y Hakkai, Takemichi es un llorón pero muy valiente, Hakkai es un eterno enamorado, son unos idiotas. También los miembros de la primera división de Toman, ahora no los veo a menudo, pero siempre van a saludar en mi cumpleaños y esperan que solucione sus disputas, como si fuera el rey Salomón — a medida que hablaba su voz se llenaba de emoción —. Y los miembros fundadores, a Mikey no lo veo desde hace tiempo, pero Pah salió de la correccional y a veces se agarran a golpes entre ellos para no perder la costumbre. Inupi se sumó al grupo, trabaja con Draken y observa en silencio nuestras estupideces.

— Los extrañas — no era una pregunta, era una afirmación suave.

— Sí — admitió en un susurro.

Los largos dedos pasaron de su cabello a su mentón, obligándolo a mirar sus ojos.

— ¿Puedo besarte?

Las mejillas de Chifuyu se colorearon y por instinto apartó la mirada.

Quería besarlo, más que a nada en el mundo. El universo podría colisionar en sí mismo y a Chifuyu solo le importaría morir en los labios de Baji.

— En los cuentos el hechizo se rompe con un beso ¿Y sí te pierdo otra vez?

Baji sonrió. Era la sonrisa "está bien, confía en mí" que siempre le daba cuando Chifuyu dudaba de un plan demasiado arriesgado.

— El tiempo podría reiniciarse mil veces, y otras mil veces me enamoraría de ti.

Si Baji seguía actuando tan romántico tendría un infarto ahí mismo y no habría línea temporal a la que volver.

— Se que no es justo. Si tú te vas, yo no pierdo, mi Chifuyu es más arisco y obstinado que tú, pero en diez días deshiciste mis escudos y me arrancaste de una vida ordinaria y solitaria, haré lo mismo por ti. Cuando te vayas, muy probablemente no vuelvas a verme, pero no estarás solo, tienes amigos y yo estaré contigo, siempre.

Aun tenía miedo. Le esperaban muchos años sin Baji a su lado y soportar la ausencia no sería fácil. Pero sabía que así debía ser, el encantamiento debía terminar. Esos días junto a Baji fueron un regalo. Tal vez era una segunda oportunidad, la manera correcta de terminar su propia historia de amor, no con una muerte, sino con un beso. Tal vez era el comienzo de la historia de Baji y Chifuyu en esta línea.

Al irse, al menos sabría que existía una línea en la que eran felices juntos.

— ¿Cuidarás a Chifuyu 2.0? — volvió a verlo esperanzado.

— Lo prometo.

— Emma, búscala por favor, es lo que Mikey querría.

— No pararé hasta encontrarla, y a todos esos tipos que mencionaste. Pero los golpeare si son muy cabezotas — ambos rieron —. A cambio ¿Puedo pedirte dos cosas, Chifuyu 1.0?

Chifuyu asintió, divertido por el sobrenombre.

— Cuida a mi mamá por mí, por favor.

— Lo haré por siempre — juró solemnemente.

— Y sé feliz, no olvides que te amo, Chifuyu.

Inhalo para contener una nueva ola de lágrimas. No era un sueño, era Baji pronunciando las palabras que ambos anhelaban.

— Yo también te amo, en todas las líneas temporales.

Baji sonreía con los colmillos relucientes mientras acercaba sus rostros.

— Fue encantador conocerte, Chifuyu 1.0.

El tiempo se redujo al instante en que sus labios colisionaron. Casto como era, ese beso abarcó todos los anocheceres que vieron juntos y todos los amaneceres que despertaron pensando en el otro.

A la mañana siguiente, Chifuyu despertó sin un solo envase de gel fijador en la repisa.












N/A

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21-09-2022

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