Más allá de lo que se puede V...

By LadyFrancesca0912

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¿En qué momento la perfecta burbuja en la que vivía se rompió? Todo el cuento de hadas que vivió por 26 años... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Fin
Epílogo

Capítulo 4

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By LadyFrancesca0912

Ánika

Cinco años Atrás

Han pasado seis meses de la conversación que tuvimos, no se me volvió a acercar o saludar. Se lo agradezco, yo no soy como las chicas normales, tengo que centrarme en mis estudios, cuando salga de la facultad debo ejercer los cargos de las empresas y cedes que dejaron mis padres.

El amor llegará cuando tenga que llegar, solo queda dos meses para los exámenes del semestre y hoy 8 de abril es el aniversario mis padres, el aniversario de muertos. Levan lejos de mi ya trece años , trece malditos años en los que los he necesitado tanto en mi vida.

Tenía siete años cuando fallecieron, ese día volaron para Canadá a firmar unos papeles con unas compañías de allá, y por la noche de camino al vuelo del regreso, nunca llegaron al jet, su coche hecho trizas fue encontrado en las carreteras cerca de uno de los más grandes bosques de Canadá, con ellos dentro. Cosas que yo no sé explicar pues nadie sabe exactamente qué sucedió, solo sé que mis padres murieron y ese hueco aún duele en mi pecho.

Decido no ir a la facultad hoy, todos los años este día me lo tomo para estar en casa, no porque haga rituales o algo parecido, sino porque me siento mal cada vez que llegan estas fechas y los recuerdo, como si fuese ayer que se despidieron de mí.

Por la tarde es que voy al cementerio a sus tumbas y me siento allí a llorar, tampoco lo hago porque crea que esten por ahí vagando o otras cosas que se piensan por ahí, al contrario, para mí los muertos están muertos, sin vida, sin pensar, sin existir. Lo contrario de la luz es la oscuridad, del día es la noche y de la vida es la muerte. Dejar de existir por completo.

Paso el día acurrucada en las sábanas, solo Alicia me trae una simple sopa de pollo para que no me vaya a dar algo. Cuando el reloj marca las seis de la tarde me levanto, me ducho y salgo.

Poco a poco camino hasta las lápidas, son doscientos cuarenta pasos en dirección recta. Me siento en el mismo camino de piedras que hay justo frente a ellas, no siento nadie más en este lugar, aunque nunca se sabe.

Lágrimas ruedan por mis mejillas, odio estos días, los necesito a ellos y demasiado. Escucho de pronto pisadas tras de mí y me pongo inquieto, Jorge se encuentra fuera esperándome en el auto y fácil puedo comenzar a gritar, que sé que estaría aquí en menos de tres minutos.

—Hola —escucho decir al chico que me hizo sentir como una mujer por primera vez en mi vida, y suspiro de alivio que sea él y no alguien quizá con malas intensiones.

—Hola —hablo bajo aún con la voz llorosa.

—¿Cómo lo llevas? —pregunta con preocupación.

—¿Sigues acosándome? —expongo yo irónica.

—No —espeta con sequedad.

—¿Qué haces aquí Scott?

—Pues no solo tú has perdido a alguien en la vida —bufa con sarcasmo.

—Lo siento... —dejo pasar unos segundos para volver a decir—, a veces soy grosera —sigo hablando y pequeñas lágrimas caen de mis ojos.

—¿A veces? —inquiere con ironía.

—¿Qué es lo que quieres Scott? Precisamente hoy no estoy de humor para tus jueguitos —farfullo alzando la voz.

—¿Tengo que querer algo siempre? —cuestiona sacándome del paso, precisamente hoy no es mi día de buenas.

—Mierda, ¡déjame en paz quiero estar sola! —le grito.

—¡Vaya! Siempre a la defensiva, quién lo diría, luces tan buena y inocente. Nadie pensaría que tienes ese mal carácter que te cargas —afirma serio.

—Desgraciadamente hoy hace trece años que fallecieron mis padres. ¿Cómo quieres que esté?¿Feliz como una lombriz? — mascullo.

—Lo siento —habla ahora bajo y siento como se sienta a mi lado en el camino de piedras.

Tras varios minutos sin decir nada más escucho que susurra:

—Hoy también cumple aniversario mi madre.

—Lo siento mucho —le correspondo triste.

—¿Los extrañas? —pregunta.

—Claro , daría lo que fuera por estar ahora junto a ellos —le respondo llorando.

Una de sus manos rodea mi cintura de forma lenta y me abraza, pongo mi cabeza en su pecho y me desahogo, saco todo lo que tengo metido dentro.

—Mi madre me dejó en un maldito orfanato cuando tenía seis años —expresa Scott de pronto.

Debe ser duro pasar por algo así, no sé como una madre podría dejar a su pequeño hijo a la suerte en cualquier lugar, nunca lo entenderé.

—Hace unos años atrás hablé con el hombre que me crió, y me dio dinero para buscarla —sigue diciendo, yo solo estoy callada llorando—. Y solo me enteré que se casó a los tres años de dejarme en ese lugar infernal. No con tipo pobre, al contrario, con un puñetero dueño de casi treinta casinos en Las Vegas. Murió hace solo tres años y jamás me buscó, pasé toda mi maldita vida pensándola y cuando supe sobre eso, solo me dan ganas de escupir su maldita lápida.

—¿Por qué estás aquí entonces? — pregunto.

—Ni yo mismo se por qué —responde con un suspiro.

—Porque tú eres diferente a ella, aún crees que algo puede ser diferente y a pesar de todo la amas —le comento  y él me escucha con atención.

Una de sus manos acaricia mi mejilla de forma lenta, y me sobresalto al sentir su mano sobre  mi piel. Ese pequeño roce lo siento eterno, hasta que baja su mano y nos quedamos en completo silencio.

Tras un largo rato sin decir palabra alguna, escucho que dice:

—Me gustas mucho y creo que podrí... — habla Scott y yo comienzo a ponerme nerviosa otra vez.

—No quiero relaciones ahora —lo corto secamente.

—¿Por qué lo haces?

—No tengo tiempo para sentimientos, ni permitir centrarme en otras cosas que no sea lo importante —le respondo al instante.

—¿Aunque eso vaya en contra de lo que deseas?

—¿Para ti qué se supone que es lo que deseo? Creo que tenemos conceptos diferentes con respecto a eso, y que hayamos hablado par de veces no hace que me conozcas, como para que sepas que es lo que deseo o no —le manifiesto a él.

—Creo que todos deseamos que nos amen y se preocupen por nosotros, a los seres humanos nos gusta sentirnos amados —refuta él y me deja pensando por unos segundos.

—Ya tengo personas que me aman y se preocupan por mí —reafirmo luego.

—¿Has tenido pareja? —inquiere bajo.

—No —respondo secamente tras pensarlo un momento.

—¿Por qué no me dejas intentarlo? Déjame mostrarte el mundo a color, déjame hacerte sentir amada y querida de otra forma que no conoces y sé que te va a gustar. Pruébame... —pide Scott lo suficiente cerca de mí como para que mi corazón, empieze a vibrar de forma desenfrenada en mi pecho.

—¿Dejarías de follar con otras? — pregunto bajo muriendo de la vergüenza pues en mi mente no sonaba así, escucho como ríe a mi lado.

—A la única que deseo follar es a ti preciosa, escucharte gemir por lo que provoque en ti —susurra en mi oreja y mi piel se eriza, sus labios se pegan poco a poco a mi cuello y siento su respiración en el.

Besa con discreción esa parte del cuello y cuando pasa la lengua por ahí, gimo sin querer, juro que sin querer. Esto debo marcarlo como una de mis cosas favoritas.

—¿Podemos ir poco a poco? —pido con voz entrecortada.

Se separa de golpe y traga grueso.

—Claro preciosa, como quieras. ¿Qué tal si mañana vamos a una cita?

—¿A dónde? —pregunto.

—Pues podríamos ir a un parque de diversiones —escucho que dice Scott y al momento me tenso.

Odio los lugares concurridos y llenos de personas que andan a lo loco con sus hijos tras los aparatos.

—No sé... —respondo dudosa.

—No te preocupes, estaré contigo todo el tiempo —comenta  y su mano sostiene la mía apretándola un poco.

—Está bien, luego de la universidad Jorge nos puede llevar.

—¿Jorge? —pregunta dudoso.

—Sí, mi chófer, me lleva a todos lados.

—Está bien, pero podemos ir tú y yo solos en mi Harley —afirma Scott.

¿Una moto? ¡Jamás he montado en una!
Suena tentador pero tengo un poco de miedo

—Estará todo bien, te cuidaré, ¿Podrías por una vez darme un voto de confianza? —expresa como si mi cara se hubiese contraído con duda.

Me lo pienso por un momento.

—Solo si no intentas follarme en algún aparato de esos —comento y escucho como ríe a carcajadas a mi lado.

—¿Entonces lo mío es follar y follar para ti? —dice entre risas.

—Pues obvio sí y no lo pienso solo yo sino toda la facultad —ironizo.

—Pues con razón nunca lo has hecho, sino, no tuvieses tantos reclamos con follar. Deberías probarlo nena —susurra entre risas y después en tono seductor.

—Vez, a esto me refiero, cambias de actitudes de repente. ¿Aceptas la condición? —digo.

—¿Tengo opción? —comenta gracioso.

Tras salir del cementerio, mi reloj inteligente me dice que son casi las nueve de la noche. Pasé horas después hablando con Scott, debo decir que es un chico con el que se puede conversar de cualquier tema.

¡Me encanta!

Hace años tuve varios pretendientes, y todos se rendían cuando los trataba mal, cosa que me demostraba que realmente no les interesaba tanto, pues el que quiere busca e insiste.

Al otro día opté por un par de jeans de mezclilla, nunca los uso, siempre ando en faldas o vestidos, pero ya que quedé en montar ese dichoso aparato, no quiero que me vean las bragas en el camino.

Convino los jeans con una chaqueta corta de mezclilla igual y bajo esta solo un simple pulover blanco; me pongo unos tenis Adidas blancos y dejo mi cabello lacio suelto, solo  pongo una gorra de la misma marca. Tengo en mi closet todas las ropas separadas por tipos y color.

¡Estoy emocionada!

Desde que llego a la universidad, entro a la primera clase y me siento en mi pupitre habitual, tras saludar a varias de mis compañeras.

Al rato de escuchar los murmullos de los demás, siento unos labios en mis mejillas y su aliento hace que algo revolotee en mi estómago.

Sonrío y lo escucho decir tras besar mi mejilla:

—Buen día preciosa —me ruborizo al instante pues los murmullos cesan.

Todos en él aula gritan un intenso y potente "Uyyy".

—Hola —correspondo con timidez.

Justo llega el profesor y comienzan las habituales clases del día. No estuvo a mi lado después de esa primera clase.

Llega la tarde y llegando casi la hora de la salida, comencé a preocuparme: ¿se habrá ido? ¿se habrá arrepentido?.

Pasa la última clase y mi ánimo se decae. Salgo fuera con alguna esperanza de encontrarlo pero nada.

Al llegar a las escaleras de la entrada su voz me habla.

—¿Me extrañaste?

—¿Dónde estabas? —pregunto con curiosidad al instante.

—Siempre respondes mis preguntas con otra pregunta, es de mala educación eso Ánika —me sermonea.

—Sí, te extrañé, pensé que me habías dejado plantada —me sincero un poco molesta.

—Con el trabajo que pasé para lograr que aceptaras salir conmigo crees que voy a desperdiciar la oportunidad —comenta y río.

—No has respondido mi pregunta.

—Pues hoy es el único día a la semana que solo nos toca una clase juntos —me declara.

—¿Y el almuerzo?

—Mi padrastro me llamó con urgencia y tuve que salir, pensé que me daría tiempo, pero cuando regresé ya estabas en clases —dice Scott—. ¿Puedo ya salir con mi cita o aún hay más preguntas detective?

—Vamos —comento y siento su cuerpo cerca del mío y cómo su mano toma la mía.

—Te ayudaré a bajar —afirma él.

Bajamos juntos las escaleras gigantes hasta el parqueo, siento como Jorge se acerca. Escucho sus llaves en el cinturón moverse, por eso lo sé.

—Señorita, ¿no irá a casa? —pregunta mi chófer.

—No Jorge, voy a salir con Scott hoy, dile a Alicia que no se preocupe que estaré bien —le digo y le tiendo mi mochila con los libros de clases, solo me quedo con el pequeño bolsito y dentro mi bastón y dinero.

—Está bien señorita, cuídese —se despide Jorge pero nos sigue sin hablar.

Scott me lleva hasta su moto, me tiende el casco y él pone el suyo primero para después ayudarme con el que tengo en mis manos. Luego siento como él monta antes, me tiende la mano y yo con trabajo subo con su ayuda.

—Nena me privaste hoy de las vistas —sisea con gracia.

—No entiendo que dices.

—Siempre vienes en vesitiditos y hoy te pones un pantalón —habla fingiendo pesar y yo río.

Arranca y todo mi cuerpo vibra, la adrenalina corre por mi cuerpo por la sensación que me provoca. Me aferro con fuerza a su espalda.

Sale disparado y me encanta la exquisita sensación del viento a toda velocidad impactando en mi rostro. Mis manos lo abrazan con fuerza, hasta que llegamos.

Hoy es viernes, según el chico que me acompaña el parque no está tan lleno pero aún así se siente el bullicio de personas. Me pongo nerviosa al instante, Scott me ayuda a bajar de la moto y la asegura. Entramos juntos de mano dentro del parque.

Se escuchan niños y adultos gritando, música de fondo y olores deliciosos de dulces, pizzas y hamburguesas. Vamos a un cubículo de tickets, Scott paga por dos atracciones y nos dirigimos a ellas.

La primera dice él que es una estrella gigante, de por lo menos un edificio de doce plantas, llena de luces y cabinas pequeñas de cristal. Después de hacer la cola, subimos a una, los asientos son cómodos y Scott desde que llegamos no suelta mi mano. Suben varias personas más y hasta que arranca.

Él me explica con detalles todo lo que se ve, según él las vistas son espectaculares  y yo lo escucho con atención.

—No sabía que eras chico de citas.

—No lo soy —responde con sinceridad—, esto lo hago por ti, para mí todo es primera vez también.

Mi mano suelta le suya y voy recorriéndolo poco a poco, subo hasta su pecho, su cuello, hasta llegar a sus labios. Los delineo con mis dedos tratando de hacerme una idea de como luciría, parecen ser carnosos, se sienten suaves a mi tacto.

¡Es horrible padecer de esto!
¡Ni siquiera sé como luzco yo!

Mis dedos ahora van a sus mejillas y a sus ojos, hasta que llegan a su cabello y se lo revuelco un poco riendo. Con timidez pego mis labios a los suyos. Beso los suyos con suavidad, pero esa suavidad se va a la mierda cuando siento una de sus manos enroscarse en la parte baja de mi nuca y pegarme más a él.

Su lengua invade la mía y juega con ella, succiona con deseo mi labio inferior y yo me hago de gelatina bajo sus labios. Gimo de placer y le correspondo con el mismo deseo pero lo interrumpe, para posar su frente junto a la mía.

¡Jamás me habían besado así!

—¿Me recuerdas el por qué de no follarte aquí mismo? —expone con voz entrecortada y la respiración agitada como yo.

¡Rayosss!
¿Qué le digo?

_______________________

Scott...

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