📅 DOMINGO
Cuatro días lleva mi abuelo moviéndose entre la conciencia y la inconsciencia. Cuatro días en los que nos hemos turnado entre todos para que no esté a solo. Mi madre dejó todo para venir corriendo en cuanto se enteró. El abuelo es su suegro pero para ella ha sido más un padre que otra cosa. Los primos de Caronnia también están aquí. Esa llamada que tuve que hacer, es la más difícil que he hecho en mi vida. Pero aquí están. A nuestro lado. Agarrándonos la mano y escondiéndonos cuando Diana y yo queremos llorar a solas.
Estoy cansada. Más mentalmente que otra cosa. Duele ver a la persona que quieres en una cama de hospital. Lo veo hasta más pequeñito, más indefenso.
Sentada en el sillón, justo enfrente de él, sin poder apartar mi mirada. Quiero grabar su rostro en mi memoria para siempre. Esas arrugas alrededor de su boca y su bigote, ese que tantas cosquillas nos hacía a mi y a Diana cuando éramos pequeñas.
Tantas cosas que quiero decirle. Tantos abrazos y besos que le he dado estos días, pero, no son suficientes. Porque sé que cuando él no esté, no lo serán. Lo voy a echar de menos con cada fibra de mi ser. A cada instante. A cada momento de mi vida.
- ¿A qué hora es la carrera? -mi abuelo abre los ojos y me mira intentando sonreír
- Ya ha empezado -le contesto acercándome hacia él. Mi mano acaricia su mejilla con mucha suavidad y le devuelvo la sonrisa
- Anda, ponla -me hace un gesto con su mano dirigido al televisor de la habitación. Le devuelvo el gesto negando con mi cabeza
- Abuelo, no pasa nada, de verdad...
- Ponla Valeria. Es la última carrera de la temporada. A ver si sigue la racha y gana esta también
Cojo el mando de la televisión que descansa encima de una de las mesitas. Pulso el botón y busco la carrera entre los canales. Suerte que lo echan en abierto y podemos verlo. Llevan la mitad de las vueltas y Carlos va primero, seguido de Max, Charles y George que va cuarto.
- ¿Crees que ganará o dejará pasar a Charlie? -me dice mi abuelo
- Conociéndolo, déjala pasar a Charlie para que sea tercero en el campeonato, pero Carlos es impredecible
- Hasta para pedir matrimonio -mi abuelo suelta una carcajada mirándome y yo le respondo de igual manera. Agarro una de sus manos y me la llevo a la cara- ¿eres feliz, cariño?
- Ahora mismo...no lo soy -le contesto con un deje de tristeza en mi voz y si, intentando reprimir las lágrimas
- Cariño. No puedo ser eterno, y lo sabes... sé que me estoy...
- ¡No lo digas! -alzo un poco mi voz para hablarle. Las lágrimas van saliendo por mis mejillas sin poder controlarlas. Yo no quería llorar delante de él, y lo estoy haciendo
- Valeria, mi niña...
- Por favor, abuelo...
Dejo que mi cabeza repose en su mano. Mi abuelo me acaricia muy despacio y con mucha ternura. En la televisión, los gritos del locutor de una forma enloquecida llaman mi atención. Giro mi cabeza para ver como Charles ha soprepasado a Max y se ha puesto segundo. Sonrío al ver todo lo que está haciendo el monegasco, como lucha por ganar.
- Pues yo si soy feliz Valeria - vuelvo a mirar a mi abuelo escuchando cada palabra que sale de sus labios- soy feliz porque sé que cuando yo no esté, tú no estarás sola. Que tendrás a tu lado a una persona que te cuidará y protegerá más que a su vida. Tienes que prometerme algo mi niña
- ¿El qué abuelo? -mi voz apenas quiere salir de mi garganta. Me castañean los dientes y tengo mucho frío
- Que seguirás con esa sonrisa en tu cara
Trago saliva, y unas cuantas lágrimas. No quiero llorar otra vez. Aunque sea lo único que pide mi cuerpo. Asiento ante las palabras de mi abuelo y él me indica que miremos la pantalla para ver la increíble carrera que están haciendo los dos pilotos de Ferrari.
- Es un gran piloto -me dice mi abuelo con orgullo- nunca he visto a nadie igual que a él
- Lo es -le respondo de la misma manera
- ¿Te pondrás el apellido Sainz cuando te cases?
- ¡Abuelo! ¡Ni de coña! que la abuela se pusiera el tuyo no quiere decir que yo vaya a serlo
- Es que las mujeres de hoy en día sois muy modernas
- O tú que eres muy antiguo -le saco la lengua a mi abuelo y durante unos minutos nos dedicamos a chincharnos el uno al otro. Echaba tanto de menos estas maravillosas conversaciones con él
- Estoy tan orgulloso de ti Valeria. No olvides nunca lo mucho que te quiero mi niña
- Yo también te quiero abuelo
Reprimo otra vez las lágrimas. Dejo que él acaricie mi mejilla con mucha dulzura y me acerco para besar la suya.
- ¡Mira! Creo que el señor Leclerc va a ganar
Me giro para mirar la pantalla de la televisión, donde Charles lucha codo con codo con Max. En cada curva y en cada recta, ambos se van atacando. Me muerdo los labios porque sé que cualquiera de los tres puede ganar. Me imagino como estarán en el garaje. Nerviosos y atacados, como lo estoy yo también. Las últimas vueltas son de locos. En una de las curvas, Carlos frena y le da al gas de una manera inteligente cerrándole el paso a Max, lo que le permite a Charlie sobrepasar a ambos y colocarse primero. Durante toda la última vuelta, mi novio le cierra el paso al neerlándes y consigue lo que quería, que su compañero gane ésta carrera.
- ¡Te lo dije abuelo! ¡Carlos ha dejado pasar a Charlie y ha ganado la carrera!
Me doy la vuelta para mirar a mi abuelo y siento un escalofrío y sudores por todo mi cuerpo. Tiene los ojos cerrados. Inmóvil. Siento las lágrimas como resbalan por mi cara y el corazón latiéndome muy deprisa. Me acerco poco a poco hacia la cama con mucho cuidado, y si, con miedo. Porque quiero pensar que está de nuevo dormido y no que se ha ido. Me niego a decirle aún adiós. No puedo dejar que se vaya porque aún no le he dicho ese último te quiero.
- ¿Abuelo?
Agarro su mano y acaricio su mejilla. Me fijo en que su pecho no se mueve y en que no respira. Me muerdo los labios y sigo acariciando su cara. Su preciosa cara. Sé que no puede oírme, porque él, ya no está aquí conmigo. Ya no volveré a abrazarlo nunca más y a escucharlo regañarme porque he hecho mal su receta de tarta de queso. No volveré a sentir sus besos en mis mejillas, ni sus brazos rodeándome cuando nada me salía bien.
No será mi refugio.
No será el mago que hacía magia con sus abrazos.
Mis labios besan sus todavía calientes mejillas. Mis dedos tocan su rostro por última vez. Duele. Duele tanto que me cuesta respirar. No sé si voy a ser capaz de soportar este dolor. Cojo aire y lo miro de nuevo, siendo a cada segundo más consciente de que él, ya no estará más a mi lado.
- Adiós abuelo. Te quiero
Cuelgo el teléfono sintiendo como mis dedos tiemblan al hacerlo. Me lo guardo y me llevo las manos a la cara. Siento las lágrimas deslizarse por mis mejillas y ahora mismo no tengo ganas de nada, sólo de llorar. La vida es injusta. Muy injusta. Una puta mierda.
- ¡Carlos! ¡Enhorabuena campeón!
Charlie entra en la habitación donde he entrado para hablar con Valeria. En cuanto me ve, su rostro cambia y se acerca a mi muy preocupado. Sabe perfectamente lo que pasa.
- ¿Es el abuelo Piero? -le respondo asintiendo y lo veo resoplar llevándose las manos a la cabeza mientras suelta una palabrota en francés
- Voy a necesitar un puto avión para largarme a Jerez ahora mismo y estar con ella -le digo pensando en como coño voy a llegar a España con lo lejos que estamos
- Yo lo gestiono. No te preocupes. Tenemos suerte que el mío esté en un aeródromo cercano. Pensaba largarme esta noche a Mónaco, pero, nos iremos a Jerez entonces
- ¿Tú vienes también?
- Por supuesto. Por Valeria y por ese hombre que me dio tanto cariño aún sin conocerme. Yo también quiero despedirme del abuelo Piero
Charlie se acerca a mi y ambos nos fundimos en un abrazo. Aparto las lágrimas de mis mejillas y dejo que mi amigo se encargue de todo. Llamo por teléfono a mis padres y les doy la noticia. Ni se lo piensan. Salen para Jerez ahora mismo para estar al lado de Valeria.
- Carlos. Tienes un par de entrevistas en la SPN y en RECORDARIS Premium -Lenna entra móvil en mano y viene hacia mi
- Lo siento Lenna. Anúlalo todo. Me voy ahora mismo a Jerez
- Oh, no. Mierda
Lenna se lleva las manos a la cara y tengo que sujetarla porque se pone a llorar. El abuelo Piero dejó una huella en todos mis amigos y sé que cada uno de ellos también está conmocionado por su muerte.
- No te preocupes. Ahora mismo lo anulo todo Carlos. Diré que tienes un problema familiar y nada más. ¿Cómo te vas a Jerez?
- En el jet de Charlie
-Bien. Dame media hora para que me encargue de todo y me voy con vosotros. Tengo que estar al lado de mi amiga. No la vamos a dejar sola.
Acabamos de llegar a Torre del Marqués. Me bajo del coche que alquilamos para venir desde Jerez y camino entrando en la sala de velatorios. El pueblo es muy pequeño y sólo tiene una. La cual está llena. La gente nos mira a mi y a mis acompañantes. Pronto se correrá la voz y esto se llenará de periodistas. Pero yo solo tengo un objetivo en mente, estar al lado de Valeria.
La busco entre la gente. Algunos me son familiares de otras veces que hemos estado aquí y los saludo con un movimiento de cabeza. Sigo oteando la sala hasta que la veo. Está hecha un ovillo en una esquina de un sofá. Su madre está a su lado abrazándola por la espalda. Al otro lado está la mía agarrando su mano. Llego hacia ellas y mi madre es la primera en percatarse de que estoy aquí. Ella se hace a un lado para que pueda estar al lado de mi novia. Saludo a mi suegra y ella también se aparta para darnos algo de intimidad.
Me siento en el sofá y agarro a Valeria hasta hacer que se siente en mis rodillas. Ella abre sus ojos y en cuanto me ve, se pone a llorar. Sus manos agarran mi cuello, como si yo fuera su salvavidas. Acaricio su espalda y la abrazo dejando que su cuerpo ocupe por completo el mío.
- Ya estoy aquí mi amor. Tranquila mi niña
- Oh, Carlos. Estoy tan triste -sus lágrimas mojan mi camiseta. Las mías se mezclan con las de ella. Mi mejilla se posa en la suya dejando un tierno beso en sus labios
- Lo sé, mi niña, lo sé. Es una puta mierda
- Lo voy a echar tanto de menos
Dejo que Valeria llore todo lo que quiera. Intento calmarla como puedo e incluso creo que se queda dormida en mis brazos una media hora. Mi madre alarga su mano y coge la mía mirándome con mucho cariño.
- No ha comido nada Carlos -me dice ella bastante preocupada- intenta que lo haga cuando despierte
- De acuerdo
Mi madre me da un beso en la cabeza y se levanta del sofá. Le hace un gesto a mi suegra para que se levante también. Van a saludar a Lenna, a Charles y a los demás, los cuales rodean a Diana. El monegasco no se ha separado de ella desde que llegamos y mi cuñada se está dejando consolar por mi amigo. Le sonrío a los primos de Valeria. Al resto de familia que ha llegado de Caronnia. Aún no he sido capaz de acercarme al féretro, y no sé si podré hacerlo.
El abuelo Piero era un gran hombre. Sus palabras calaron muy hondo dentro de mi y fue la persona que más me abrió los ojos con respecto a mis sentimientos por Valeria. Siempre le voy a agradecer sus palabras y sus buenos consejos, así como no olvidar nunca la sonrisa de orgullo con la que miraba a sus nietas.
Ferrari ha enviado una enorme corona de rosas rojas. No es la única que reposa a los pies del féretro. Valeria me contó que a su abuelo le gustaban mucho las flores y que de no haber sido mecánico, hubiera sido jardinero.
La siento moverse en mi regazo y ella abre los ojos muy despacio. Su pequeña y triste mirada se clava en la mía intentando sonreírme.
- ¿Tienes hambre? -le pregunto acariciando su mejilla. Verla así me duele en el alma. Tan pequeña y frágil
- No mucha -me contesta frunciendo sus labios
- Pero tienes que comer algo
- Luego, ¿vale? ¿y Diana?
- Está con Charlie
- ¿Charlie ha venido? -Valeria se incorpora un poco y me mira algo sorprendida. Decidí no contarle nada de quien venía para no ponerla más nerviosa
- No es el único, cariño. Todos querían estar contigo y darle el último adiós al abuelo
Valeria gira su cabeza hacia una de las esquinas. Las lágrimas brotan de sus mejillas al ver a Charlie muy cerca de Diana, a Lenna con George, a Max, Darcy, Lando y hasta Bianca. Ella se pone en pie y yo la sigo cogiéndola de la mano. Se dirige hacia donde están nuestros amigos, y ellos, en cuanto la ven venir, hacen lo mismo, ir a abrazarla.
Este momento es sumamente emotivo porque las lágrimas y los sentimientos están a flor de piel. Valeria casi no puede sostenerse y le cuesta dar las gracias. Me acerco a ella y pongo mi mano alrededor de su cintura, siendo ese apoyo que tanto necesita.
Minutos después, Valeria, se refugia en mi pecho escondiendo su cabeza en mi cuello. Me da una pena que me muero no poder hacer nada para hacerla sentir mejor.
- Gracias por estar aquí conmigo Carlos -me dice ella con los ojos hinchados de tanto llorar
- No me des las gracias Valeria. Mi sitio es a tu lado
- Mi abuelo tenía razón, ¿sabes?
- ¿En qué cariño?
- Me dijo que un día me enamoraría de alguien que me haría olvidar y que sería esa luz al final del túnel. Tú eres más que eso. Eres mis ganas de luchar, de vivir y de querer ser amada. Eres mi todo, Carlos.
*** Tengo que confesar que cuando he editado el capitulo para publicarlo, yo también he llorado, y mucho, así que supongo que alguno de vosotros también se le habrá escapado alguna lágrima. La decisión de que muriera el abuelo Piero era necesaria para la trama y todo lo que vendrá después, no solo en ésta historia, sino en el resto de la Saga Runner. Espero que me perdonéis por estos capítulos tan tristes ***