55LOVE (Runner 1)

By Basummers2020

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A Carlos Sainz , su equipo le da un ultimátum. Tiene que cambiar su actitud o el año que viene lo echan de la... More

♥️🅵🅸🆁🆂🆃 🅿🅻🅰🅲🅴♥️
🏎️ 🅿🆁ó🅻🅾🅶🅾 🏎️
𝟣. 𝐿𝒶 "𝓈𝓅𝑜𝓈𝒶" 𝒹𝑒 𝒫𝒾𝑒𝓇𝑜
𝟤. 𝒩𝑜 𝑒𝓈 𝟧𝟢 𝓈𝑜𝓂𝒷𝓇𝒶𝓈
𝟥. 𝒬𝓊𝒾𝑒𝓃 𝓃𝑜 𝒶𝓇𝓇𝒾𝑒𝓈𝑔𝒶 𝓃𝑜 𝑔𝒶𝓃𝒶
4. 𝑀í𝒶
5. 𝐿𝒶 𝒽𝑒𝒸𝒽𝒾𝒸𝑒𝓇𝒶
6. 𝐿𝒶 𝓅𝒶𝓇𝓉𝒾𝒹𝒶 𝒹𝑒 𝒹𝒶𝓇𝒹𝑜𝓈
7. 𝑀𝒾 𝒻𝒶𝒾 𝒾𝓂𝓅𝒶𝓏𝓏𝒾𝓇𝑒
8. 𝐿𝒶 𝓅𝓇𝒾𝓃𝒸𝑒𝓈𝒶 𝒹𝑒𝓁 𝒸𝒶𝓈𝓉𝒾𝓁𝓁𝑜
9. 𝒯𝑒𝓈𝓉 𝒪𝓃𝑒. 𝐵𝒶𝓇𝒸𝑒𝓁𝑜𝓃𝒶
10. 𝑅𝑜𝒸𝓀𝒶𝓁𝑒𝓉𝒶
11. 𝒟𝑒𝓈𝓅𝒶𝒸𝒾𝓉𝑜
12. 𝒯𝑒𝓈𝓉 𝒯𝓌𝑜. 𝐵𝒶𝒽𝓇𝑒𝒾𝓂
13. 𝑀𝒶𝓁𝒹𝒾𝓉𝑜 𝓈𝒶𝒷𝑜𝓇 𝒶 𝒸𝑒𝓇𝑒𝓏𝒶
14. 𝒩𝑒𝒸𝑒𝓈𝒾𝓉𝑜 𝓊𝓃 𝒸𝒶𝒻é, 𝓋𝒶𝓁𝑒, 𝓎𝑜 𝓉𝒶𝓂𝒷𝒾é𝓃
15. 𝒦𝓁𝓊𝒷 𝟥𝟨𝟢
16. 20 Horas y 12.800 metros
17. 𝟤𝟧 𝓅𝑜𝒾𝓃𝓉𝓈
18. 𝒜𝓈𝒻𝒶𝓁𝓉𝑜
19. 𝐸𝓈𝓉𝒶𝓂𝑜𝓈
20. 𝒰𝓃 𝓁𝒶𝓂𝒷𝑜𝓇𝑔𝒽𝒾𝓃𝒾 𝓎 𝓊𝓃𝑜𝓈 𝓉𝒶𝒸𝑜𝓃𝑒𝓈 𝓇𝑜𝒿𝑜𝓈
21. 𝐸𝓁 𝒶𝒷𝓊𝑒𝓁𝑜 𝒫𝒾𝑒𝓇𝑜
22. 𝒯ú 𝑔𝒶𝓃𝒶 𝓆𝓊𝑒 𝓎𝒶 𝓋𝑒𝓇𝑒𝓂𝑜𝓈 𝒹𝑒𝓈𝓅𝓊é𝓈
23. 𝒫𝓊𝑒𝓈 𝓁𝑜 𝑒𝒸𝒽𝒶𝓂𝑜𝓈 𝒶𝓁 𝓈𝓊𝑒𝓁𝑜
24. 𝒞𝓊𝒶𝓃𝒹𝑜 𝒸𝒶𝓁𝒾𝑒𝓃𝓉𝒶 𝑒𝓁 𝓈𝑜𝓁
25. ¿𝒫𝑜𝓇𝓆𝓊é 𝓃𝑜 𝓅𝓊𝑒𝒹𝑜 𝒹𝑒𝒿𝒶𝓇 𝒹𝑒 𝓅𝑒𝓃𝓈𝒶𝓇 𝑒𝓃 𝓉𝒾?
26. 𝒱𝓊𝑒𝓁𝓋𝑒 𝒶 𝓂𝒾
𝟤𝟩. 𝒩𝑜 𝑒𝓇𝑒𝓈 𝒱𝒶𝓁𝑒𝓇𝒾𝒶
𝟤𝟪. 𝐸𝓈𝒶 𝓈𝑜𝓃𝓇𝒾𝓈𝒶
𝟤𝟫. 𝒱𝑒𝓃 𝒸𝑜𝓃𝓂𝒾𝑔𝑜
𝟥𝟢. 𝐿𝒶 𝑅𝑜𝒸𝒽𝑒𝓇
𝟥𝟣. 𝑀𝒾 𝒿𝓊𝑒𝑔𝑜 𝒻𝒶𝓋𝑜𝓇𝒾𝓉𝑜
𝟥𝟤. 𝐸𝓈𝓉𝒶 𝑒𝓈 𝓂𝒾 𝓉𝑜𝓇𝓇𝑒
𝟥𝟥. ¿𝒬𝓊𝒾é𝓃 𝑒𝓈 𝓁𝒶 𝓇𝓊𝒷𝒾𝒶?
𝟥𝟦. 𝒯𝑜𝒸𝒶𝒹𝒶 𝓎 𝒽𝓊𝓃𝒹𝒾𝒹𝒶
𝟥𝟧. 𝐿𝑜 𝓆𝓊𝑒 𝓃𝓊𝓃𝒸𝒶 𝒻𝓊𝑒 𝓂𝒾𝑜
𝟥𝟨. 𝒟𝒶𝓂𝑒 𝓊𝓃𝒶 𝑜𝓅𝑜𝓇𝓉𝓊𝓃𝒾𝒹𝒶𝒹
𝟥𝟩. 𝑀𝒾 𝒹𝑒𝓈𝒶𝓈𝓉𝓇𝑒
𝟥𝟪. 𝐸𝓁 𝓉𝒾𝑒𝓂𝓅𝑜
𝟥𝟫. 𝒩𝒶𝓀𝓊𝓅𝑒𝓃𝒹𝒶
𝟦𝟢. 𝐿𝒶 𝓃𝓊𝑒𝓇𝒶
𝟦𝟣. 𝒞𝒶𝓇𝒶 𝒶 𝒸𝒶𝓇𝒶 𝒸𝑜𝓃 𝓂𝒾𝓈 𝑒𝓇𝓇𝑜𝓇𝑒𝓈
𝟦𝟤. 𝒱𝑜𝓁𝒶𝓇 𝓈𝒾𝓃 𝒶𝓁𝒶𝓈
𝟦𝟥. 𝑀𝒾 𝒽𝑜𝑔𝒶𝓇 𝓈𝑒𝓇á𝓈 𝓉ú
𝟦𝟦. 𝐿𝒶 𝒩𝑜𝒸𝒽𝑒 𝒟𝑒 𝒞𝒽𝒾𝒸𝑜𝓈
𝟦𝟧. 𝒯𝑒 𝒟𝒾𝓇é 𝒬𝓊𝑒 𝒯𝑒 𝒬𝓊𝒾𝑒𝓇𝑜
𝟦𝟨. 𝒩𝓊𝓇𝒷𝓊𝓇𝑔𝓇𝒾𝓃𝑔
𝟦𝟩. 𝐵𝓊𝑜𝓃𝑔𝒾𝑜𝓇𝓃𝑜 𝒫𝓇𝒾𝓃𝒸𝒾𝓅𝑒𝓈𝓈𝒶
𝟦𝟪. 𝒫𝑜𝒹𝓇í𝒶 𝒮𝑒𝓇 𝒞𝓊𝒶𝓁𝓆𝓊𝒾𝑒𝓇𝒶
𝟦𝟫. 𝑀𝒶𝓇𝒾𝓃𝒶 𝐵𝒶𝓎 𝒮𝓉𝓇𝑒𝑒𝓉 𝒞𝒾𝓇𝒸𝓊𝒾𝓉
𝟧𝟢. 𝐿𝒶 𝓂𝒾𝒶 𝓇𝒶𝑔𝒶𝓏𝓏𝒶
𝟧𝟣. 𝐿𝑒 𝓋𝒶𝓈 𝒶 𝒹𝒶𝓇 𝓊𝓃 𝒹𝒾𝓈𝑔𝓊𝓈𝓉𝑜
𝟧𝟤. 𝒮𝓊𝓅𝓁í𝒸𝒶𝓂𝑒
𝟧𝟥. 𝑅𝑒𝓃𝒹𝒾𝒹𝑜 𝒜 𝒯𝒾
𝟧𝟦. 𝒮ó𝓁𝑜 𝐸𝓈 𝒰𝓃 𝒩ú𝓂𝑒𝓇𝑜
𝟧𝟧. 𝒟𝑒𝒷í 𝐻𝒶𝒷𝑒𝓇𝓁𝑜 𝐻𝑒𝒸𝒽𝑜 𝒜𝓃𝓉𝑒𝓈
𝟧𝟨. 𝒯𝑜𝒹𝑜𝓈 𝑀𝒾𝓈 𝑀𝒾𝑒𝒹𝑜𝓈
𝟧𝟩. 𝒞𝓇𝒶𝓈𝒽
𝟧𝟪. 𝒪𝓇𝑔𝓊𝓁𝓁𝑜 𝒴 𝒞𝒶𝒷𝑒𝓏𝒶 𝒜𝓁𝓉𝒶
𝟧𝟫. 𝐼𝓁 𝒫𝓇𝑜𝓉𝑒𝓉𝓉𝑜
𝟨𝟢. 𝟣𝟦.𝟧𝟢𝟢 𝒞𝑜𝓂𝓅𝑜𝓃𝑒𝓃𝓉𝑒𝓈 𝐼𝓃𝒹𝒾𝓋𝒾𝒹𝓊𝒶𝓁𝑒𝓈
𝟨𝟣. 𝒞𝒶𝓃𝓃𝑜𝓁𝒾 𝒶𝓁𝓁𝒶 𝓈𝑜𝓇𝓇𝑒𝓃𝓉𝒾𝓃𝒶
𝟨𝟤. 𝒞𝑜𝓂𝑜 𝓈𝒾 𝒻𝓊𝑒𝓇𝒶 𝓊𝓃 𝒶𝒹𝒾ó𝓈
𝟨𝟦. 𝐿𝑜 𝓆𝓊𝑒 𝓁𝓁𝑒𝓋𝑜 𝑒𝓃 𝑒𝓁 𝒷𝑜𝓁𝓈𝒾𝓁𝓁𝑜
65. 𝐼𝓁 𝓂𝑜𝓂𝑒𝓃𝓉𝑜
𝟨𝟨. 𝐿𝒶𝓈 𝒹𝓊𝒹𝒶𝓈
67. 𝒜𝓂𝒶𝓇𝑔𝒶𝓈 𝒸𝒶𝓈𝓉𝒶ñ𝒶𝓈
𝟨𝟪. 𝐿'𝓊𝓁𝓉𝒾𝓂𝑜 𝒶𝒹𝒹𝒾𝑜
𝟨𝟫. 𝒱𝒾𝓋𝑒, 𝒶𝓂𝒶 𝓎 𝓃𝑜 𝓁𝓁𝑜𝓇𝑒𝓈 𝓂á𝓈
𝟩0. 𝒬𝓊𝑒𝓇𝒾𝒹𝒶 𝒱𝒶𝓁𝑒𝓇𝒾𝒶
𝟩1. 𝐿𝒶 𝓅𝒾ù 𝒷𝑒𝓁𝓁𝒶 𝓈𝓉𝑜𝓇𝒾𝒶 𝒹'𝒶𝓂𝑜𝓇𝑒
72. 𝒩𝑜 𝓉𝑒 𝓆𝓊𝑒𝒹𝑒𝓈 𝒸𝑜𝓃 𝓁𝒶𝓈 𝑔𝒶𝓃𝒶𝓈
𝒞𝓊𝒶𝓃𝒹𝑜 𝒱𝒶𝓁𝑒𝓇𝒾𝒶 𝒹𝒾𝒿𝑜 𝓆𝓊𝑒 𝓈𝒾
𝒫𝓇𝑒𝓂𝒾𝑜𝓈
𝐸𝓍𝓉𝓇𝒶 𝟣. 𝒩𝑜 𝒽𝒶𝓎 𝓆𝓊𝑒 𝒽𝒶𝒸𝑒𝓇 𝓃𝒾𝓃𝑔ú𝓃 𝒹𝓇𝒶𝓂𝒶

𝟨𝟥. 𝐿𝑜 𝓆𝓊𝑒 𝒸𝒶𝒹𝒶 𝓊𝓃𝑜 𝓆𝓊𝒾𝑒𝓇𝑒

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By Basummers2020

Diana no aguantaba más la tensión. Estaba harta de disimular que todo estaba bien y de forzar la sonrisa. Se disculpó con Bianca y salió despacio del patio donde la fiesta estaba en pleno apogeo. Cruzó el pasillo y fue hacia la puerta de la calle. Respiró el aire algo más frío en ésta época del año, y se sentó en los escalones de la casa de labriego.

En cuanto sintió que estaba sola y que nadie la vería, se echó a llorar desconsoladamente. No podía parar. Era demasiada carga para ella sola. La llevaba con tal de no hacerle daño a su hermana. La veía tan feliz al lado de Carlos, con su trabajo, con su vida, que no quería que sufriera. Ya habría tiempo de que lo hiciera. 

- Diana

La voz y los pasos de Charlie la hicieron enjuagarse las lágrimas con la manga de su vestido. Alzó la cabeza y ahí estaba el monegasco. El atractivo y guapo piloto de Fórmula Uno. Porque lo era. Era innegable. Ella apretó sus labios y forzó otra sonrisa más.

- ¿Qué tripa se te ha roto ahora? -le preguntó ella con ironía

- Deja de fingir Diana, conmigo no hace falta

Charlie se sentó a su lado e hizo lo que Diana menos esperaba. Pasó su brazo derecho por sus hombros y la atrajo hacia su cuerpo sintiendo como la mayor de las De Luca, temblaba ostensiblemente. 

- Llora, desahógate todo lo que quieras. Hazlo ahora por si luego no quieres que nadie se entere

- Oh, Charlie

Diana se quebró de nuevo. Su mano se agarró a la camiseta del piloto y dio rienda suelta a sus lágrimas. Sintió su mano en su espada como la acariciaba con mucha dulzura a la vez que dejaba un tierno beso en su frente. Minutos estuvo la joven profesora de fitness sollozando. Cuando creyó que ya había terminado, levantó su verde mirada para encontrarse con la claridad de la del castaño.

- Gracias Charles. Lo necesitaba

- Uy, Charles. Si que estás agradecida si -Charlie le sacó la lengua y recibió un pequeño codazo por su parte. La atrajo más hacia su pecho y dejó que ella reposara en el todo lo que quisiera. Minutos estuvieron los dos así, en silencio, sin mediar palabra entre ellos.

- ¿No vas a preguntar porque he llorado?

- No. Y no es porque no me interese, es porque quiero darte tu espacio

Diana sonrió. El monegasco la sorprendía con cada nuevo encuentro que se producía entre ellos. En Mónaco todo había sucedido tan deprisa y con tanta confusión, que ella aún no se había percatado de lo que tenía delante.

- No tengo ganas de hablar -le dijo ella separándose de su pecho

- Pues no hablemos -le contestó él sonriéndole. Charlie emitió un ligero suspiro al mirarla. Diana era preciosa. Sus ojos color verde lo atraían irresistiblemente

- Bésame Charlie

El piloto echó su cabeza hacia atrás, incrédulo ante tal confesión. No se esperaba que esas palabras salieran de los labios de Diana. Y mucho menos dirigidas a él. 

- La última vez que lo hice, te arrepentiste -le recordó él

- Estaba algo borracha y tú me estabas provocando -le dijo ella mojando sus labios. Recuerdos de aquella noche en Mónaco vinieron a su mente. Diana le dijo que era un niñato y él se enfadó, pero cuando volvieron a casa del monegasco, los dos solos, pues Darcy decidió irse en un taxi tras un desagradable encuentro con Max, ella lo besó en la puerta del dormitorio para, según la rubia, darle las buenas noches.

- Ahora eres tú la que me provocas -él miró esos jugosos labios que si, estaba deseando probar otra vez pero esta vez con más calma. Aún le quemaba la boca con el recuerdo de aquel beso que ella le robó

- Para que te quedes más tranquilo, te prometo que después te odiaré otra vez

- Tú no puedes odiarme en la vida, chérie

Charlie no dejó que ella volviera a hablarle. Tenía que aprovechar la oportunidad que la española le brindaba. Acercó su boca a la suya y dejó que sus labios la tomaran con calma. Se había prometido a si mismo disfrutar con calma de ese beso. Pero una cosa era pensarlo y otra rozar esos labios que desataban en él el más puro y primitivo deseo. La tomó de una forma algo salvaje. Repasando cada centímetro de su boca con su lengua, haciendo que ella emitiera un pequeño y entrecortado gemido al sentir los labios del monegasco de nuevo sobre los suyos.

Se besaron durante lo que pareció horas. Saboreando la boca del otro sin prisa. Dándolo todo en ese beso que prometía aún más de lo que era. Charlie se separó de ella y acarició sus labios con las yemas de sus dedos. Ahí donde había estado su lengua. Diana emitió una sonrisa de satisfacción y se levantó de los escalones para entrar dentro de la casa. Antes de hacerlo, se giró para mirar a Charlie.

- Tus besos siguen siendo un escándalo, Charles Leclerc

Lando salía del baño cuando al cruzar el pasillo, vio a Bianca en la cocina. La italiana le estaba robando el corazón. Le encantaba hablar con ella. Su visión de la vida era algo optimista y siempre sacaba el lado bueno a todo lo que le contaba. Entró para verla tomarse una pastilla con un vaso de agua. Se había fijado que no había probado el alcohol en toda la noche, no así él, que un sólo vaso de sangría lo tenía ligeramente mareado.

- ¿Te encuentras bien? -le preguntó Lando a la joven señalando el blister que descansaba junto a su bolso

- Oh, si -le respondió ella con una avergonzada sonrisa- es que me tocaba mi medicación

Lando la miró un poco confuso y se revolvió los rizos. No quiso ir más allá y preguntar, pues su madre le había enseñado que tenía que ser discreto con las personas y que fueran ellas las que le contaran lo que quisieran.

- Espero que no sea nada grave -le dijo él acercándose un poco más hacia ella. Su cercanía ponía nerviosa a Bianca. El piloto británico era bastante guapo y tenía que admitir, que dentro del circuito de la Fórmula Uno, él era su favorito

- Bueno, ahora lo estoy. ¿Tú no sabes lo que me pasó, verdad Lando?

- No suelo prestar atención a los chismes del paddock .-le contestó él colocándose a su lado. De un salto, Bianca se sentó en una de las esquinas de la encimera, dejando a Lando a pocos centímetros de sus muslos. Los cuales, lucían medio desnudos, pues se le había subido la falda al encaramarse al mármol

- El año pasado tuve cáncer -le dijo ella sin ningún atisbo de duda. 

El silencio se instaló entre ellos al hacer la chica su confesión. Lando tragó saliva y se giró hasta estar delante de ella. Puso sus manos en sus desnudas rodilla y la miró con una intensidad a la que Bianca no estaba acostumbrada. Ni a que unas manos tan suaves la tocaran. Un remolino de sensaciones se instaló en su vientre y apretó sus labios disimulando lo que la cercanía del británico la afectaba. 

- ¿Y como lo llevas? dicen que la quimio es una mierda -Bianca le sonrió. No la miraba con cara de pena, ni con lástima. Seguía sin apartar su mirada de la de ella

- Lo es, pero gracias a ella, estoy aquí. De hecho, aunque no te lo creas, estar este fin de semana aquí, es lo mejor que me ha pasado desde hace meses

- Bueno, en eso coincidimos. Verte aquí este fin de semana, también es lo mejor que me ha pasado en meses

Bianca tragó saliva y sintió como sus mejillas enrojecían. Nunca un chico le había hablado tan abiertamente como lo hacía Lando con ella. Y le gustaba. Porque no le tenía miedo por ser la nieta de Piero Ferrari. Sus manos subieron algo más arriba de sus muslos desatando todo un infierno en el cuerpo de la joven. Sólo una mirada y un leve roce de su piel, y ya jadeaba su nombre. 

El británico no se lo pensó. Se acercó a ella hasta casi sentir su respiración en sus mejillas. Rozó su nariz con la suya y acercó su boca sólo un poco. Lo suficiente para saber que probar esos labios serían su perdición.

- Si te beso ahora Bianca, no podré parar. No querré dejar de hacerlo ni ahora, ni mañana ni nunca

Bianca se mojó los labios y alzó sus manos hasta ponerlas en su cuello. Echó un poco su cabeza hacia atrás y lo miró esbozando una enorme sonrisa.

- Tendré que ir a verte correr para que me sigas besando entonces

Ya era más de medianoche cuando Darcy se retiró a su habitación. Recuerdos de la última vez que estuvo aquí y sus consecuencias, invadieron su cabeza. Llevó su mano a su vientre y lo acarició en el justo instante que Max entraba por la puerta. En neerlandés sintió un vuelco en el corazón viendo la mano de la pelirroja ahí donde estaba su bebé.

Porque sí, era suyo. Estaba segurísimo. Era lo que deseaba y por lo que rezaba que fuera. Tragó saliva y entró en la habitación algo nervioso. La última vez que hablaron le había dicho a la pelirroja que irían poco a poco, pero estaba claro que no podía. No cuando la tenía tan cerca y se moría por ella.

- ¿Estás bien Darcy? 

- Si...sólo un poco pesada. Creo que he comido demasiado .-le dijo ella sonriendo levemente. Bostezó para seguidamente llevar su mano a la boca mientras miraba a Max- lo siento. Otro síntoma del embarazo, el tener sueño constantemente

- Lo sé... -Darcy frunció sus labios mirándolo- he empezado a leer algo sobre embarazos

- Oh. Bueno, yo también lo estoy haciendo. Aunque, hasta que no pasen los tres meses no quiero hacerme muchas ilusiones -la pelirroja acabó sentada en la cama temblando ligeramente

- Dars. No digas eso -Max se acercó  a ella y cogió una de sus manos con mucha dulzura. El volver a sentir sus dedos sobre el otro después de tanto tiempo, les producía a ambos los mismos sentimientos de anhelo por el otro

- Tengo miedo Max. Miedo de que cuando me haga la primera ecografía pase algo, o de que lo pierda o de que...

- Basta Darcy -Max le quitó un mechón de pelo de la mejilla y le dio una dulce sonrisa con la que intentó calmarla. Sus dedos aún seguían acariciando los de ella y no tenía intención de apartarlos- no pienses en eso. Sé más positiva. Está bien que no quieras pensar en el futuro por no hacerte ilusiones, pero, ilusiónate con lo que hay y disfruta de tu embarazo

- Es difícil Max. Me siento la peor persona del mundo por no saber si quiera cual de vosotros es el padre. Aún no ha nacido y ya soy un puto mal ejemplo para mi bebé

Max la miró. Le dio una larga mirada que no contenía ningún reproche. No podía hacérselo cuando él mismo no había sido un dechado de virtudes.

- Ya hemos hablado de eso Darcy, por favor te lo pido, no te atormentes más

- Está bien, lo haré. Por mi paz mental y la de mi bebé

Darcy se puso en pie y se quito los pantalones sueltos que llevaba. Se quito el jersey ante la atenta mirada del rubio, el cual, no podía quitarle la vista de encima. Ella ladeó su cabeza y lo que vió en la mirada de él la puso aún más nerviosa. Era esa mirada que siempre le ponía cuando quería estar con ella. Cuando quería hacerla suya y ella nunca se negaba. 

- ¿Qué lado de la cama quieres Max? -le preguntó al rubio para, seguidamente, ver que su gesto había cambiado hasta volverse algo apesadumbrado

- Me importas mucho Darcy. Más de lo que tú crees. Y por lo mucho que me importas, creo que me voy a ir a dormir al sofá. Te dije que iríamos paso a paso y desde luego que ésto no lo es

Max se levantó dejando a Darcy bastante sorprendida. Esto si que no se lo esperaba. El que Max quisiera respetarla de esta manera la confundía. Y a la vez, le daba esperanzas de que, si alguna vez hubo algo maravillosa e increíble entre ellos, pudieran recuperarlo.

- Oh, vamos Max. No vas a dormir en el sofá. No cabrías. Y esta cama es muy grande -le dijo ella haciéndole un gesto con su mano y señalando hacia la cama

- Darcy, si me meto en esa puta cama contigo, no voy a querer dormir, joder -Max la miró llevándose las manos al pelo terriblemente fastidiado. La pelirroja mordió sus labios y tomó una decisión. Porque ya estaba harta de luchar contra si misma. 

- Pues no durmamos entonces Max

Carlos no podía desviar la vista del bolsillo de su maleta donde descansaban los objetos que el abuelo Piero le había entregado. No quería mentirle a Valeria ni esconderle nada. Pero, le había dado su palabra al anciano y la iba a cumplir, muy a su pesar. 

- ¿Estás bien Carlos? -Valeria se quitó las zapatillas y se metió dentro de las sábanas mirando a su novio

- Si...sólo algo cansado. El día de hoy ha sido...intensito

- Si que lo ha sido sí. Oye, ¿tú no ves a mi abuelo más cansado de lo normal?

Carlos tragó saliva y maldijo no saber que responderle a Valeria. Su abuelo estaba enfermo. Estaba seguro de eso. Por sus gestos. Por como hablaba y por los comportamientos que Diana tenía con él.

- Si, si que lo veo cariño. Pero es normal. Los achaques de la edad que le llaman, ¿no? -le dijo él intentando quitarle una importancia que no tenía

- Si, pero es que le ha costado soplar las velas de la tarta... y me ha dado una pena

- Lo sé cariño, lo sé

Carlos la estrechó contra su pecho y dejó que ella lo abrazara. Él intentaba protegerla de todo. Es lo que se propuso. La meta de su vida. Pero, estaba claro, que esto, no lo podía controlar. Y si algún día ocurría lo inevitable con su abuelo, él estaría a su lado el primero, dándole todo lo que ella necesitara.

Valeria se separó de él y se puso en pie para salir de la cama. 

- ¿Dónde vas? -le preguntó Carlos al ver su determinada mirada

- A ver a mi abuelo, ¿te importa?

- Claro que no

Valeria se acercó a su novio y le dio un ligero beso en los labios. Se puso de nuevo sus zapatillas y cogió su sudadera de la silla donde descansaba. Salió de la habitación y caminó por el pasillo en dirección a la habitación de su abuelo situada al final del pasillo. Iba a tocar a la puerta, cuando escuchó risas en su interior. Sonrío y llamó a la puerta con timidez para abrirla a continuación. Asomó su cabeza y Diana y su abuelo estaban los dos tumbados en la cama riéndose a carcajadas. 

- No me habéis llamado -les dijo Valeria entrando en la habitación y cerrando la puerta tras de sí

- Deberías estar dándole amor a tu novio, no aquí con tu anciano abuelo y tu hermana

Piero vio como Valeria se metía con ellos en la cama, una nieta a cada uno de sus lados. Cogió ambas manos y se las llevó a su pecho, orgulloso de ellas. 

- Mis dos niñas. Os habéis convertido en dos maravillosas mujeres. Habéis pasado mucho en la vida, pero, aquí estáis. Fuertes, valientes, decididas. Dispuestas a comeros el mundo

- Somos lo que somos gracias a ti -le contestó Diana con lágrimas en los ojos a su abuelo. A la persona que más quería sobre la faz de la tierra

- Bueno, yo sólo os enseñé el camino, pequeñas -le dijo él con una gran sonrisa

Valeria abrazó más a su abuelo poniendo su cabeza en su pecho, como cuando era pequeña. El abuelo la agarró por el hombro y reprimió las lágrimas que querían salir por sus ojos. Sus dos pequeñas. Los dos amores de su vida. Tanto que aún le quedaba por decirles. 

Y tan poco tiempo. 

*** Poco que decir sobre lo que estáis leyendo. Sólo que la disfrutéis porque queda poco para acabar ésta historia. Y os aseguro que habrá de todo, lágrimas, risas, sorpresas... Lo que es un buen fin de fiesta.

Muchas gracias por el apoyo que recibe esta historia, no sólo con cada capítulo sino cada día. Es brutal lo que hacéis con ella. Seguid así que os adoro ***

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