El Juego de Hades

By SabrinaMiicaela

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Aaron siempre fue el centro de las miradas y no por los mejores motivos. Entre otras cosas, tiene fama de ser... More

El Juego de Hades
〘Capítulo I〙
〘Capítulo 2〙
〘Capítulo 3〙
〘Capítulo 4〙
〘Capítulo 5〙
〘Capítulo 6〙
〘Capítulo 7〙
〘Capítulo 8〙
〘Capítulo 9〙
〘Capítulo 10〙
〘Capítulo 11〙
〘Capítulo 12〙
〘Capítulo 13〙
〘Capítulo 14〙
〘Capítulo 15〙
〘Capítulo 16〙
〘Capítulo 17〙
〘Capítulo 18〙
〘Capítulo 19〙
〘Capítulo 20〙
〘Capítulo 21〙
〘Capítulo 22〙
〘Capítulo 23〙
〘Capítulo 24〙
〘Capítulo 25〙
〘Capítulo 26〙
〘Capítulo 27〙
〘Capítulo 28〙
〘Capítulo 29〙
〘Capítulo 30〙
〘Capítulo 31〙
〘Capítulo 32〙
〘Capítulo 33〙
〘Capítulo 34〙
〘Capítulo 35〙
〘Capítulo 36〙
〘Capítulo 37〙
〘Capítulo 38〙
〘Capítulo 39〙
〘Capítulo 40〙
AVISO
〘Capítulo 41〙
〘Capítulo 42〙
☾Capítulo 44☽
〘Capítulo 45〙
〘Capítulo 46〙
〘Capítulo 47〙
〘Capítulo 48〙
〘Capítulo 49〙
〘Capítulo 50〙
AGRADECIMIENTOS
Epílogo
CONTINUACIÓN: El Infierno de Hades

〘Capítulo 43〙

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By SabrinaMiicaela

A veces las cosas no son como uno lo imagina, tal vez porque estás bien leyendo un libro que te encanta, que no te deja dormir y de repente te caes en cuenta de que alguien le arrancó la última hoja y no vas a saber el final.

Bueno, realmente nunca me pasó eso pero creo que se sentiría igual de sorpresivo e impactante. Darte cuenta de que la verdad estaba más cerca de lo que imaginabas y que nada era lo que aparentaba es una sensación dolorosa. Hay una presión en mi pecho que se va incrementando al seguir a mi abuela hacia la cocina.

—Ven mi niña, queremos hablar contigo —dijo cuando Garu subió los escalones hasta quedarse entre mis piernas. Yo lo hice a un lado con el pie al derlo con la intención de morder mis pies enfundados en medias blancas.

Estuve a punto de huir pero nada cambiaría mi destino, así que dándole muchas vueltas al asunto en mi cabeza y sin mucho más que una fuerte convicción decidí seguirla. ¿Tenía una opción distinta a eso? No, pero me hubiera gustado pensar que sí. No tenía donde escapar, pero mis convicciones me decían que nada de eso era correcto. Mi educación centrada en el respeto al otro y el amor, (según algunas de mis maestras) se alejaba completa y radicalmente de la realidad hostil que rodeaba de misterios a mi familia.

La respuesta a eso era simple. No quería formar parte.

—Siéntate Gianna —por un momento pude percibir la indecisión en mi abuelo, como reprochándole a mi abuela con la mirada lo que estaban a punto de cometer. Una confesión. La confesión más extraña e impensable que podría haber imaginado cuando vine a vivir este año con mis abuelos, a otro estado, a otro instituto, alejado de todos.

Obedezco sin chistar, teniendo al abuelo frente a mí, sentado en la mesa del comedor. Mi abuela a su lado se gira para servir en una pequeña taza de café ese líquido oscuro y amargo. Luego ella se gira y se sienta al lado de mi abuelo.

—¿Te sientes bien Gianna? Pareces abrumada —me analiza ella, poniendo su atención en mí. Da un sorbo a su taza y yo paso saliva sintiendo mi garganta seca.

—Estaba durmiendo, bajé por un poco de agua —miro de reojo el grifo de la cocina sintiendo que mi saliva se acumula bajo mi lengua en un intento de aligerar la garganta. Pero no sirve.

—Toma —la abuela me da un vaso de agua y yo siento la tensión palpitante en el ambiente. Mi abuelo no deja de escrutarme y ella parece tan serena como si no estuviera por decirme lo que ya oí pero por alguna extraña razón necesito aclarar. Tal vez estaba tan dormida que no escuché bien.

Eso me gustaría creer. Me gustaría creer que todo es un sueño y volver a cuando creía que mi abuelo y mi abuela eran gente que tenían un par de tiendas en el país.

Sujeto con cuidado el vaso y lo llevo a mis labios, humectando mi garganta. Miro por un momento el agua pensando si de verdad esto está pasando. Mi corazón late tan fuerte en mi pecho que mis sienes pitan, eso delata que es real. Quisiera pellizcarme, pero no lo hago. Solo dejo el vaso medio vacío frente a mí y los observo. ¿Preparada? No, pero no hay otra salida.

—Hay algunas cosas que hemos querido decirte hace mucho tiempo —mi abuelo corta el silencio. Su voz seria es fría y calculadora, casi tosca. Veo lo meticulosos en su mirada de ojos cual cielo nublado. Se inclina hacia adelante, recargando el peso de su torso sobre sus brazos. Sus manos se tocan pues sus dedos están entrelazados.

Asiento con la cabeza esperando que continúe, y lo hace. Cuando empieza a hablar veo que nada es como yo creía.

—Cuando tu abuela y yo nos conocimos, yo trabajaba para su padre, tu bisabuelo, Magnus Douce en un negocio, las tiendas de supermercado. Empezamos siendo una tienda pequeña en este pueblo pero luego se expandió —empieza a relatar—. Se expandió porque teníamos muchos clientes y entre ellos, algunos compraban productos fuera del mercado.

—¿Qué clase de productos? —corto el relato al ver que no es específico. ¿O no es importante?

Sus ojos me escrutan, y la abuela también mientras bebe en silencio su café. Ella me mira meticulosamente, pero yo evito su mirada. Me concentro en el abuelo quien está contándome lo que quiero saber.

—El negocio empezó siendo un proveedor, los clientes buscaban cosas que el bisabuelo podía conseguir con algunos contactos que tenía de cuando fue a la guerra, y luego los revendía. Así empezó todo, armas, drogas, documentos falsos —cuenta serio —. Pero luego dejamos de depender de esas personas y los conseguíamos nosotros mismos...

—¿Por qué me estás diciendo todo esto? —vuelvo a interrumpir sintiendo miedo. Miedo porque después de este punto ya no hay vuelta atrás. Miedo porque entrar a un mundo donde se que las cosas no son miel sobre hojuelas me hace dudar de todo, hasta de lo que pienso.

—Porque ahora tú tienes que seguir este negocio —mi abuela deja la taza a un lado—. Esto es mi matriarcado mi niña, y no puedo confiar más que en la familia para llevar adelante todo esto. Este negocio es lo que ha dado sentido a mi vida y por eso estamos donde estamos.

—Esto es la mafia —me horroriza hasta el decirlo. Sostengo mi vaso de nuevo entre mis manos sintiendo un sudor frío helarme en mi lugar. Sí, es la mafia.

—Sí —mi abuela sonríe—. Esto es el imperio que tu vas a seguir Gianna. Ahora mismo es tu momento de empezar a prepararte para esto, eres la cuarta generación de los Douce, segunda de los Morrigan y como tal, tu destino desde el comienzo ha sido el seguir el negocio de tu familia.

La intensidad en la mirada de mi abuela me hace ver a un ser distinto al que conocía. Esa mujer sumisa, tan delicada cuyo trabajo era ser ama de casa.

—Me mintieron toda mi vida —exhalo el aire atrapado en mis pulmones mientras niego con la cabeza.

—Te protegimos y lo seguimos haciendo —Andrés Morrigan intenta tomar mi mano sobre la mesa, pero yo la quito de su alcance.

Me siento a la defensiva, como un animal enjaulado alternado la mirad entre ellos. Mi abuelo se ve serio y tosco, pero algo en él me hace pensar que no está disfrutando nada de lo que está pasando. En cambio la templanza de mi abuela parece la oposición perfecta a él.

—No quita que me hayan mentido —paso saliva, haciéndome hacia atrás en mi asiento—. Me mintieron con Leia, con mi papá. Dijeron que había muerto en un accidente.

Mi abuela bufa y pone los ojos en blanco.

—Leia no tiene nada que ver aquí —oigo un rechazo en la voz de Marianne y eso me saca de mis casillas.

—¡Es tu nieta! —levanto la voz mientras mis labios tiemblan. Mi corazón late tan fuerte que duele. Limpio la humedad de las palmas de mis manos en mi pantalón.

La abuela me observa serena, pero levanta las cejas.

—No vuelvas a levantarme la voz Gianna, estamos hablándonos con respeto —siento hasta repulsión por esto. ¿Qué demonios les pasa? ¿Cómo creen que decirme que son mafiosos es algo fácil de tolerar?

—Ustedes me lo faltaron a mí al mentirme toda mi vida. Y le quitaron la posibilidad de tener una familia a Leia, ya entiendo por qué me odia —la violencia está contenida en mi voz. Mi expresión endurecida, y mi siseo entre dientes sintiendo lo apretada de mi mandíbula es inusual. Mis dientes se presionan tanto, con tanto desprecio que hasta siento que mis vellos se ponen de gallina.

—Leia no es más que una niña resentida —el abuelo me mira con seriedad—. Desde el principio pudimos ver que no tiene control pero la ayudamos en lo que pudimos, sin embargo siempre quiso más y más.

—Es caprichosa y volátil —la abuela Marianne mira mi vaso ya vacío—. ¿Quieres más mi niña?

—No —digo con desprecio—. No quiero formar parte de esto, no quiero, alguien más puede tomar mi lugar.

—Lamento decirte mi niña, que no hay otra opción, las cosas se complicaron un poquito y tu abuelo y tú tendrán que irse en cuanto termines el instituto unos días a Italia a cerrar un acuerdo con los Monaca, yo me quedaré aquí manejando el negocio hasta que vuelvan —ella se inclina un poquito—. No quería que las cosas sean así Gianna, pero ya eres una mujer. Deberás aprender del negocio en tiempo récord ya que con Hades fuera del mapa tú serás quien dirija todo esto.

—Aaron puede hacerlo.

La expresión facial en el rostro de la mujer frente a mí se deforma con una sonrisa que en un momento parte de ser una mueca de lado a una sonrisa completa en fracción de segundo. Luego, involuntariamente, deja escapar una carcajada. La abuela ríe como si le hubiera contado un chiste y toma su taza, para ojearla. Levanta su mirada y me mira con gracia. La sonrisa en su rostro hace que sus ojos se achiquen.

—¿Tú también con eso? —niega con la cabeza—. Aaron Draven no tuvo lo suficiente para apretar el gatillo cuando tuvo que hacerlo, Hades tuvo que hacerlo por él. ¿Crees que le dejaría la protección de este negocio y la tuya a cualquiera? Después de todo, quien maneje este clan deberá protegerte también a tí —.su ceño empieza a endurecerse al igual que su voz que en algún momento me pareció tierna y tranquila, alejándola de la abuela que en algún momento pensé que tenía—. Escúchame bien Gianna, cuando eras una niña dejé que tu abuelo y tu padre decidieran que lo mejor para tí era estar alejada de este mundo, pero cuando él murió no hubo nadie que siga con nuestro legado, con mí legado. Así que decidimos que en cuanto cumplas la mayoría de edad ibas a prepararte para que en unos años puedas seguir el negocio.

—¡Yo no quiero hacerlo!

—No importa lo que tú quieras, desde que naciste estás condenada a esto.

—Mi papá no lo querría —me defiendo molesta, con la respiración acelerada y la garganta cerrada. Mi nariz escuece y mis ojos se empañan—. Mi papá no querría esto.

—¡Tú papá está muerto! —ella se pone de pie y mi abuelo a su lado—. Él solo firmó su sentencia de muerte.

—¡¿Qué demonios le hicieron a mi papá?! —me pongo de pie, alejándome de ellos. Mi abuela se inclina sobre la mesa, y me mira seria.

—Tu papá murió mi niña.

Niego con la cabeza dejándo escapar las lágrimas de mis ojos. Cada una empapa mis mejillas rojas por el llanto.

—¿Cómo murió?

—Lo mataron —dice mi abuelo.

—¿Quién? ¿Por qué? —cuando esas preguntas salen de mi boca veo que mi abuelo mira a mi abuela, quien ni siquiera se gira a verlo. Solo me mira a mi, como analizando cada uno de mis movimientos.

—Yo ordené que lo mataran —su voz se oye sombría, seca, sin un ápice de sentimientos. Abro la boca shockeada por lo que me acaba de decir. Mi sangre se hiela y me congela en mi lugar, las lágrimas dejan de rodar por mis mejillas—. ¿Quieres saber por qué?

No puedo decir nada, me encuentro muda. Parece que mi silencio le molesta así que sigue contándome los hechos. Creo que mi abuelo quiere detenerla pidéndole que deje de hablar pero Marianne Morrigan no le obedece.

—Me robó, nos robó, venía ocultando dinero de las ventas por unos meses creyéndo que no me iba a dar cuenta y cuando descubrí que pensaba robarse mi negocio lo seguí hasta el depósito de la tienda y hablé con él. Claro que desmintió todo pero ya tenía pruebas, ¿Cómo puede traicionarte tu propio hijo? —veo el rencor aflorar en su ser, y sus ojos se ven enrojecidos por el recuerdo de la traición —. Aaron y Hades estaban con él, y luego apareció tu abuelo porque yo lo había llamado. Luca Morrigan se arrodilló ante mí y me pidió perdón, pero ya era tarde ¿Sabes? Hay cosas que no se perdonan, y una de ellas es traicionar a tu familia. La familia que te dio todo.

Mi cabeza se imagina la escena, viendo a dos niños asustados mientras que mi padre se arrodillaba frente a su madre y le imploraba el perdón. Las lágrimas vuelven a correr, y mi corazón galopa con fuerza al entender el destino de mi papá.

—Besé su frente, le dije que lo perdonaba pero... No podía confiar en él de nuevo —me mira con lágrimas en los ojos y limpia una lágrima que no alcanzó a deslizarse por su mejilla. Inhala y se serena—. Ordené a Aaron que lo mate, pero las súplicas de tu padre hicieron titubear al niño estúpido y débil que estaba entrenando. ¿Sabes qué se hace en esos casos? Tu abuelo puso el gatillo en la cabeza de Aaron, debía matarlo, nosotros no podemos permitirnos ver deslealtades. Le ordené matarlo pero...

No lo mató...

—Hades disparó primero —sonríe ella, inhalando con orgullo, un orgullo que luego se marchita y se transforma en odio—. El niño tomó el arma de Aaron y le disparó a sangre fría sin piedad alguna. Y ahí supe que él iba a ser quien siguiera este legado. Pero lo arruinó todo.

Mi cabeza me duele y mi respiración empieza a cortarse. ¿Qué demonios acabo de escuchar? ¡NO! ¡NO! No puede ser... ¡No puede ser!

¿Hades? ¿Hades mató a mi papá? No, no puede ser. Dios. ¿Qué demonios estoy diciendo? Claro que puede ser. Ya no sé ni qué pensar. No quiero saber nada.

Niego con la cabeza repetidas veces, y me sostengo del marco de la puerta cuando siento que todo me da vueltas.

—Gianna —la voz de mi abuelo se escucha alejada, pero luego cercana. Levanto la cabeza y niego repetidas veces.

—Yo no voy a hacer lo que ustedes quieren —los miro con odio. Mi abuelo y mi abuela están del otro lado de la mesa—. Yo no quiero tener que ver con esto, son unos asesinos, mataron a su propio hijo... ¡Mataron a su propio hijo! —grito haciendo que mi garganta arda, como si entrara agua hirviendo en ella—. No puedo creer que hayan tenido la cordura de llorar la muerte de un hijo que ustedes mismos mataron —Limpio mis lágrimas y los miro con todo el odio y la repugnancia que mi cuerpo puede contener.

—Fue por el bien de esta familia mi niña —la voz de mi abuela me llega a los oídos. La observo, la expresión de su rostro de desconfigura un poco, dejándome ver una expresión similar a la tristeza en ella. Pero ¿Cómo le creo? Me está mintiendo—. Tu padre nos había traicionado... todo fue para proteger este hogar que tanto amor te dió.

¿Quién demonios llora la muerte de un hijo que tú mismo mataste? Hades... Hades lo mató. Lo mató. Hades lo mató. Sabía que había matado a mi padre... Él lo sabía. Los miro a ambos con desprecio.

—Lo único que pensaban era en usarme, como un peón que ustedes pueden manejar —escupo con ira—. Yo nunca seré como ustedes, jamás sería tan vil como ustedes malditos asesinos. Los denunciaré con la policía.

—Mi niña, es inútil que pelees contra esto, es más fácil de lo que crees; o estás dentro o... no estás —me sonríe Marianne—. Además, pierdes tu tiempo, el Comisario cobra algunos billetes por su silencio. Morirías antes de poder delatarnos y no te gustará eso.

—¿Me estás amenazando?

—Tómalo como una advertencia.

—Eres una maldita... —siseo con violencia...

—Gianna, como vuelvas a faltarnos el respeto no te gustarán las consecuencias, así que ahora sube a tu habitación y medita todo esto hasta que te des cuenta de que siempre hicimos lo mejor para protegerte, y que ahora te toca a tí cuidarte a tí misma, eso implica que debes saber que eres el ojo en la mira en todo momento. Hay aliados pero también hay enemigos, nunca sabes cuál es el que tienes sentado en tu mesa —mi abuelo habla con serenidad—. Ve a tu habitación.

—Yo no...

—Obedece, se una niña buena —mi abuelo parece cansado y desafiante, al límite del buen semblante así que temiendo por mi decido cerrar la boca y subir a mi habitación corriendo. Saco al gato que estaba durmiendo en mi cama y me acuesto dejando salir toda mi frustración.

Lloro hasta dormirme, porque ya no puedo hacer otra cosa más que eso. Al otro día permanecí encerrada en mi habitación pensando en cómo irme, cómo escaparme. Le envié a Magnolia la información necesaria y ella me prometió ayudarme a buscar un viaje en autobús. El problema es que no sé a dónde ir, no tengo donde ir. Debía pensar en una salida lo más rápido posible. La siguiente semana hice planes, muchos planes. Luego lo decidí, me subiría a cualquier autobús y luego buscaría ayuda, pero no estaba dispuesta a vivir en este circo de carne donde o eres parte o estás afuera.


═══════════●❤●═══════════


—¿Tú lo sabías? —increpo a Alex en los baños de mujeres del instituto. Tomé su brazo y la arrastré dentro cuando el timbre para volver a casa sonó.

—¡¿Qué?! —ella acomoda sus gafas y safa su brazo de mi contacto.

—Lo sabías —más que pregunta es una afirmación. Alexandra es la hija del comisario, entonces... ella sabía todo. Es imposible que no lo haga.

—¿A qué demonios te refieres Gigi? ¿Qué te pasa? No has venido una semana a clase y no respondes mis mensajes. Necesitaba ayuda para organizar el baile de graduación —me dice y yo niego con la cabeza.

—Me interesa una mierda tu jodido baile de graduación Alexandra, ahora responde a mi pregunta. ¿Tú sabías que tu padre trabaja para mis abuelos sí o no? —interrogo al límite de la paciencia. Todo este tiempo mi abuelo me ha estado llevando y trayendo al trabajo. He escuchado que hay más personas en esto, muchas más de las que yo pensaba.

Luego de que Hades desapareció hay más gente buscándolo, teniendo en cuenta de que por su culpa mi abuelo debe mucho dinero, armas y drogas a los Monaca, la familia más influyente del norte de Italia. Me ha obligado a estar presente en algunas charlas, y mi educación en lenguas me permite saber qué es lo que dicen. Se van a reunir en un mes, un mes donde viajaremos a Italia, y yo debo escapar de eso.

—¿Qué? —Alex se aparta y me mira con confusión—. Repítelo por favor.

—Tu padre trabaja para mis abuelos —la miro molesta y ella abre los ojos grandes—. Mis abuelos manejan la mafia aquí, la mafia de la que me hablaste y tu papá está aliado con ellos.

—No puede ser... —ella se sujeta del lavamanos y cierra los ojos. Sus libros caen al suelo y la veo inhalar. Luego se desplaza hasta terminar sentada en el piso—. Gigi no puede ser... me estás mintiendo.

—Ojalá lo hiciera —me siento a su lado, observándola llorar por alguna razón que no entiendo.

—Mi papá no puede ser malo Gigi, él es un hombre de honor.

—He oído decirles a mis abuelos que te apuntó en mi clase con la idea de que nos hiciéramos amigas, y que eso lo ayudaría a saber de mí, ¿Tu le hablabas de mí? —inquiero deseosa de respuestas.

—Sí pe-pero porque eres mi única amiga y-y él estaba orgulloso... —me mira e hipa conteniendo el llanto. La abrazo sintiendo que ya no tengo lágrimas para llorar.

Minutos después oigo el sonido de unos pasos pesados hasta la puerta del baño. Miro a Alex cuando oigo el sonido de la voz de un chico.

Ambas tomamos las hojas rápidamente y nos asomamos por la puerta para ver a una chica empujar a Aaron hacia un aula vacía.

—¿Qué demonios pasa?

—Es la ex novia de Aaron, la chica con la que estuvo en el campamento —me dice Alex y las vemos a las dos entrar en el aula vacía pero le restamos importancia.

¿Están peleando?



Advertencias para el público sensible: El Juego de Hades es una novela +21 que contiene temas delicados como sexo explícito, lenguaje vulgar, ilícitos, violencia, etc.

Es una novela ficticia en la cual NO se GLORIFICAN, ENALTECEN, MINIMIZAN o INCITAN a cometer ilícitos. Todo ilícito que se encuentre en esta novela debe ser penado como tal.

Recuerden en todo momento que esto es FICCIÓN, por favor, sepan separarla de la REALIDAD.

Capítulo dedicado a Dalila Cavalier <3 Gracias por leer lindura. 

Recuerden que me piden dedicatorias a IG. 

Ahora opinemos: 

¿Qué les pareció el capítulo? 

Qué quieren que pase? 

Qué piensan que va a pasar? 

ESTAMOS EN LA RECTA FINAAAAL!!! 

QUÉ PIENSAN DE: 

Hades

Aaron

Leia

Gianna

Abuela Marianne

Abuelo Andrés

Alex

El papá de alex (el comisario) 

Nika

Aira

Bruno 

Luca Morrigan

y de todos los demás

¿Qué opinamos de Aaron? 

¿Queremos acercamiento con él? 

¿Sexo? jajaja

no sé

¿Extrañan a Hades? Ya pronto... tal vez pronto... 

Nos leemos el próximo jueves bebés, gracias por el apoyo que le dan a la novela. ¡Ya pronto llega al 1M! 

Un beso desde el infierno de Hades, 

La autora, 

Sabrina Micaela 


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