Anochecer Tras El Amanecer (D...

By Dylivm

86 24 89

La historia de Louis Gerald Train sigue, pero ahora en México y no sabe si algún día para encontrar a su más... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capitulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 18
Capítulo 19: Final

Capitulo 17

1 0 0
By Dylivm

—¿Estoy despedido, Jair? —Jair se enteró de que me fui a mi pueblo natal; alguien subió las fotos que me tomé con mis fans el día que llegué y me etiquetaron, eventualmente, mi equipo vio las fotos y debieron suponer dónde estuve (también que no era una emergencia para esa gente, para mí sí lo era). Aunque ese día también me encontré con Marcus, Jessie y Scott.

—No, Louis Gerald —gracias a Dios, Jair decidió no despedirme—. Pero me sorprende mucho, porque dijiste que no estarías aquí hasta dentro de un mes y resulta que te fuiste de vacaciones.

—No fueron vacaciones, Jair, estuve resolviendo un par de problemas.

—Está bien, haz lo que quieras; no te despedimos, solo que sí pensamos que era algo importante. Sin embargo, sí nos sorprendimos cuando vimos tus fotos en un centro comercial y tus fotos en Magic Kingdom —¿que Jair y el resto de mi equipo hicieron qué cosa?

—¿Quién me vio en Magic Kingdom?

—Eso no importa —me respondió de muy mala gana—, ¿cuándo vuelves?

—Eso no importa —le respondí con un dejo de orgullo en mi voz.

—Sí importa, porque podemos echarte a la calle si queremos y no estás cooperando —es que eso era algo que yo mismo ya había visto e incluso lo había vivido—. Así que, piénsalo dos veces antes de hacer una pendejada otra vez. ¿Quedó claro?

—Bueno, ya en estos días se va a cumplir un mes de que partí de emergencia de allá para acá —empecé a preocuparme porque no estaba tan seguro de no haber tomado el vuelo y haberlo perdido—. El miércoles regreso, tranquilo —pero no lo perdí—. Tal vez llegue a las tres de la tarde el próximo miércoles.

—Aquí te veo, bye-bye —y colgó.

Le mentí a Jair, fueron unas vacaciones en Itaville; y al final no convencí a mamá de que dejara a papá porque sí: lo necesitaba para poder pagar los gastos de la casa y los gastos de ella misma (él le seguía brindando dinero, por lo menos). Y Richard estuvo conmigo todos y cada uno de los días que estuve en la casa de mamá, en serio que lo que Richard sentía por mí sí era amor. Él solía hacer cualquier cosa para que yo estuviera bien, tranquilo, sereno, en orden.

Sin embargo, había veces que ya no me sentía cómodo del todo con Richard; sí, lo amaba y confiaba plenamente en él, claro. Solo que la relación era demasiado perfecta para que fuera real y lo dijo mi mamá apenas lo conoció: todo un cuento de hadas. ¿Por qué Richard Vallaj tenía que ser tan asquerosamente perfecto y no cometer ningún error en nuestra relación? ¿Por qué no podía haber una pelea de por medio? ¿En realidad quería que hubiera una pelea de por medio en nuestra perfecta relación?

Los días siguientes, los pasamos juntos Richard y yo; tan bonito, tan asquerosamente bonito que me preocupaba, era algo así como: no peleábamos, no había problemas; en caso de que sí, los resolvíamos inmediatamente y hablábamos como personas cien por ciento normales y civilizadas, era muy cariñoso conmigo, así como yo con él. Era la relación perfecta.

No me quejaba. De hecho, me agradaba mucho la relación entre Richard y yo, porque él era tan hermoso. No solo hermoso físicamente, sino también en cuanto a sus sentimientos e ideas. Richard me trataba muy bien; alguna vez me comentó que daría su vida por mí si fuera necesario. Siempre confié en qué no fuera necesario. «Dar su vida por mí»… es una frase sumamente fuerte. ¿Preferiría morir antes de que yo muriera? Es bastante poético y romántico. Sin embargo, creo que eso es demasiado. Aunque cualquier persona lo diría si está enamorada, hay una diferencia abismal entre decirlo y hacerlo. De todas formas, yo sí moriría por Richard, al igual que daría mi vida por él si fuera necesario.

Olvidé a mi gato, estando con Richard Vallaj, se me olvidó que alguien más dependía de mí. Comencé a preocuparme porque no tenía la más mínima idea de si estaba bien mi gato o no, así que volví a llamar a Fátima, solo para saber cómo estaba mi precioso Hades.

—No me mandaste dinero para comprar sus croquetas.

—¿Se acabó el costal de croquetas?

—¿Hay un costal de croquetas?

—En la habitación de huéspedes, bajo la cama; lo puse ahí para que no estorbe y creo que te lo dije.

—Ok, no lo dijiste, o tal vez sí; pero en mi defensa, no me enviaste algún mensaje en WhatsApp, o algo por el estilo, para asegurarnos de que sí había un costal en la habitación de huéspedes —oh, carajo.

—Pásame tus datos para hacerte una transferencia bancaria y pagarte lo que gastaste por mí o te puedo pagar por PayPal —suspiré—. Pensé que algo había pasado con Hades y me empezaba a preocupar; pero creo que fue en vano y me preocupé por nada.

—Está bien, él está aquí —se apresuró a contestarme.

—¿Qué está haciendo? No lo escucho maullar —y yo empecé a sospechar y a preocuparme un poco por mi pequeño e indefenso gatito.

—Es que está dormido, ya sabes que los gatos duermen todo el día.

—¿Estás en mi casa?

—Sí —volvió a apresurarse.

—Mándame una foto de Hades, por favor, Fátima.

—¿Qué dices? Louis, no te escucho —algo andaba mal, muy mal—. Creo que la señal se me está yendo y no puedo oírte bien.

—Yo te escucho bastante bien, Fátima, ¿dónde carajos está mi gato? —de nuevo, Fátima fingió no oírme y se hizo la tonta, así estuvimos otro rato—. Escúchame bien, Fátima Zamora —hasta que tomé riendas en la plática—. Si no está mi gato cuando llegue; llego el miércoles, puedo meterles una demanda a ti y a Leonardo, ¿oíste? Solo espero que puedan pagar un abogado.

Y colgó, siguió con su ridiculez sobre «no-oírme», así que me levanté de mi cama; haciendo despertar a Richard y empecé a querer regresar en ese maldito momento. También maldije un poco por lo bajo.

—¿Qué pasó, Gerald? —Richard se puso de pie—. ¿Todo bien, cariño?

—No —respondí, siendo seco—. Creo que extraviaron a mi gato.

—¿Por qué crees eso? —le conté a Richard lo que había pasado hace, literalmente, un par de segundos antes; él me escuchó atentamente—. ¿Tú crees que lo perdió?

—Long Story Short; como una canción que tiene Taylor Swift, sí y no dudo que fue haciendo una fiesta en mi departamento —comencé a acusarlos—. Seguramente invitaron a Diego y justo ahí lo perdieron.

—¿Lo perdieron por culpa de Diego? —soné bastante poco indulgente.

—Eso no fue lo que dije, Richard.

—Tal vez no, pero casi parece que lo dijiste.

—El chiste es que no sé dónde diablos puede estar mi gatito.

—Pediste un viaje redondo, ¿verdad que sí?

—Me atrapaste —reconocí—, sí fue un viaje redondo y no sé qué hacer ahora.

—¿Confiar en Fátima y Diego? —Richard encogió los hombros—. Quiero decir, ni siquiera sabes si está escondido por ahí en tu departamento y ya estás haciendo suposiciones; acuérdate que suponer es malo, pequeño.

—¡Ya sé! —casi le grité—. Pero entonces, ¿por qué no me dijo eso y empezó de ridícula fingiendo que no me escuchaba como en la película de Lindsay Lohan; The Parent Trap?

—No sé —Richard se levantó a abrazarme, él era más alto que yo, así que pude dejar reposar mi cabeza en su musculoso abdomen—. ¿Tal vez era una broma? ¿Hades está vacunado? —asentí con la cabeza—. Entonces no pasa nada, no seas paranoico.

—Tienes razón, sobrepienso las cosas y mucho —se lo confesé (y me dio muchísima pena admitirlo).

—Si quieres llorar, puedes hacerlo ahora, llora —me separé de él y su abrazo—. ¿Todo bien, Louis Gerald?

—No —vi cómo la expresión en su cara cambiaba notablemente—. ¿Por qué tienes que ser tan perfecto?

—No soy perfecto —lo admitió y yo solo le dije que no le creía en lo absoluto—. Pero te juro que por ti lo intento, intento ser lo más parecido a la perfección que pueda existir.

—Por Dios, cállate, sí eres perfecto y tú mismo lo sabes; me lo dijiste hace un par de años —recordé lo que había pasado en Apple White, cuando él aún era novio de Jessie Jones e hizo lo que hizo con la pobre Grace—. ¿O ya se te olvidó lo que me dijiste?

—Sí, lo recuerdo bien, te dije que me gustaba que la gente me estuviera recordando lo perfecto que «soy»; sin embargo, muy en el fondo, sé que no lo soy.

—¿Por qué me amas? —Plot twist.

—Fuera de contexto; pero claro que te lo diré —él tampoco supo qué pasó por mi mente cuando lo dije—. Te amo porque me has enseñado a amar siendo correspondido, contigo aprendí lo bueno de la vida, tocaste mi corazón y tal vez no te amé desde el primer momento que te vi; pero espero poder hacerlo hasta el último de mis días, eres especial para mí y para todas aquellas personas que te ven; tus fans, amistades, familia, incluso el enfermo psicótico de tu fan que jura que te ama pero no ha revelado su identidad. Eres bastante hermoso y no es por eso que te amo, si no que me has hecho sentir como ninguna otra persona me ha hecho sentir en mi vida entera. No es comparación, pero ni Jessie Jones me hizo sentir como lo has hecho tú en estos años. Gracias a ti, descubrí que soy gay, es por ti que sigo adelante; sigo siendo una mejor versión de mí mismo que con nadie más había intentado ser. Me sentí como una mierda total cuando les dije todas esas cosas a Sean, Kevin, Lemus y Graham. Siento que no me has perdonado y eso me mata por dentro, ¿oíste? —¿Richard Vallaj? El amor de mi vida—. Creo firmemente en que nunca, nunca; jamás en la vida, podrás saber, o sentir, lo que yo siento por ti y no está mal. Pero te digo esto para que, más o menos, sepas todo lo que siento por ti.

—¿Por qué yo? —estuvo a punto de besarme, pero lo impedí con mi pregunta.

—Porque de todas las personas que conozco, tú eres el único que no cayó por mí en Apple White; sino en París, cuando te derramé el café al chocar contigo, solo el hecho de que tú no cayeras por mí, me volvía loco.

—¿Pensaste que nunca caería por ti y por eso me besaste y tuvimos sexo en el año dos mil veinte? —Richard no notó que me molesté.

—Obviamente no —soltó una risita—. Solo te vi y revolviste mis sentimientos como nadie más lo había hecho nunca.

—Y te amo como no tienes ni idea —le solté un beso—. Tú eres la única persona a la que más he amado —sonreí y lo volví a besar—. En toda mi vida.

—Ahora, no entiendo por qué dices que soy tan perfecto, Dios; solo mírate a ti mismo. Para ser perfectos, tú ya eres perfecto y medio. Lo sabes muy bien —solo me reí.

—Ya cállate y mejor vamos a hacer otra cosa antes de que regrese a México y tú vuelvas a…

—A Suiza —terminó la frase por mí—, pero ¿sabes algo?

—¿Qué pasa, Richard? —Me posicioné justo a un lado de él.

—El jefe puede tomarse unas vacaciones de vez en cuando, ¿no? —¿A dónde quería llegar Richard, con exactitud?

—Sí, supongo, pero ya llevas casi un mes de vacaciones—la conversación cada vez se tornaba más rara—. ¿A qué quieres llegar?

—¿Quién es el maldito jefe de la empresa transnacional de mi familia en la sede que está en Suiza? —Pensé que ya había contado lo que Richard quería decirme.

—Tú.

—Así es —me miró con actitud jovial, muy propia de él—. ¡Yo soy el maldito jefe en la sede que se encuentra en Suiza de la maldita compañía que es de mi papá!

—¿Eso significa que…? —Lo hice para que él se diera la libertad de terminar lo que yo estuve a punto de decirle.

—¡Me voy a México contigo! Ahora mismo llamo al piloto de mi jet privado para que él miércoles venga a recogernos.

—A recogerte, querrás decir —Richard tuvo que preguntarme por qué no iba a viajar con él—. Pagué un viaje de vuelo redondo, ¿recuerdas?, no pienso dejar que ese dinero se pierda.

—Tienes un muy buen, e interesante punto, Louis —me tomó por los hombros—. Sin embargo, si no quieres que ese dinero se pierda, yo te lo pago, te pago el vuelo; pero tienes que venir conmigo, por favor.

—No pienso aceptar tu dinero, Richard, por favor, piénsalo. Sería muy cruel.

—Se me hace tan injusto que no quieras venir conmigo —ya no me consideraba tan vulnerable a sus rabietas.

—Que seamos novios, no quiere decir que tengamos que estar juntos en cada momento que pase de la vida —dije una variable de esa frase ya la había dicho antes, pero ¿cuándo y a quién se la dije? ¿Marie? No, imposible. Se la mencioné a Graham. Creo.

—Tienes toda la boca llena de razón.

—Pero sí me puedes acompañar a México y estar ahí un rato más, no creo que tenga algo de malo.

—Te seré sincero —se aclaró su garganta para hablar más claro—. Quisiera estar contigo en cada segundo o en cada momento de tu vida, Louis. Quiero que me lo permitas.

—Sabes que no siempre podrá ser así.

—¿Por qué?

—Porque yo saldré de gira; si todo va tan bien como va hasta ahora, probablemente seré un artista tan grande como lo es Taylor Swift. Y sabes que es mi sueño, también grabaré otro disco con música original, tengo que filmar videos musicales; quizás haya algún director que le haya gustado mi actuación en dichos videos y me llamen para aparecer como protagonista en una película —le platiqué todos mis sueños, así es como yo mismo me visualizaba en mi vida.

—Lo serás, Louis Gerald, serás un famoso cantante, así como un famoso actor y serás el mejor actor de toda la generación; enterrarás vivos a tus contemporáneos, también barrerás el piso con ellos.

—¿Solo a los hombres? —lancé mi treta.

—Sí; ningún hombre es mejor que ninguna mujer, ni una sola —mejor de lo que esperaba, como siempre.

—Te amo muchísimo —otra vez, nuestra relación se volvía a tornar aburrida y monótona. Siempre era lo mismo: decir que nos amábamos, llenarnos de besos, abrazos, sin peleas y me gustaba. Pero sí era aburrida. Aunque eso debería estar bien, o eso quise suponer. ¿El del problema era yo por querer discusiones en mi relación con el chico más guapo y rico de Itaville?

Ese día nos fuimos al cine de Itaville, comimos en un McDonald's y estuvimos todo el resto del día juntos (tomando nuestras medidas en público y amándonos como nunca en privado). Y a pesar de que comimos, mamá nos recibió con un plato de spaghetti bolognaise, ¡toda una diosa mi mamá!

Ya una vez en mi habitación, me posicioné frente a Richard para una pequeña sorpresa que le había preparado a mi amado, y el gran amor de mi vida.

—¿Qué pasa, mi vida? —ahí empecé a cantarle una muy romántica canción de Taylor Swift.

—¿Te gustó? —pregunté cuando había terminado de cantar, él solo se acercó a mí.

—Me encantó —susurró—. Cantaste igual de hermoso que la primera vez que me la dedicaste, ¿sabes? —y luego me besó con dulzura y pasión.

Así fueron pasando los días, hasta que llegó el día de irse cada uno a México, le insistí a Richard para que no era necesario descuidar su empleo para ir conmigo a México; ese precioso país. Pero él insistió y, si se lo proponía, Richard podía ser tan terco como una mula. Así que no insistí más y dejé que fuera conmigo a México. Pero eso sí, cada uno por su forma de llegar. Me despedí de mamá y papá, algo en mí me decía que lo iba a perdonar por lo que le hizo y yo solo pensé en que ella no lo necesitaba, pero cada quién hacía lo que creía competente con su vida, ya que eran decisiones que no me competían a mí o a alguien ajeno a mamá.

No hubo nadie en el aeropuerto de la Ciudad de México esperándome, o tal vez sí hubo un par de fans, pero aún no ne consideraba tan conocido como para tener mi propio agente de seguridad (y no me alcanzaba el dinero porque eran muchos gastos que pagar: viajes, comida para mi gato; del cual no sabía nada, servicios de agua, luz, gas, internet; aunque sí tenía un servicio de internet ilimitado en mi teléfono, y una larga lista de etcétera).

Llegué a mi departamento poco después de haber llegado a la Ciudad, entré al edificio y comencé a subir corriendo las escaleras; no había tiempo de esperar el ascensor. Al llegar a la puerta de mi departamento, comencé a golpear la puerta y presioné el timbre, esperando que Fátima abriera la puerta.

—¡Hola, Louis! ¿Todo en orden? —y eso fue lo que pasó—. Recién terminé de alimentar a Hades.

¿Dónde está? —me apresuré a preguntar, no la saludé (un poco descortés), me importaba más mi gato que ella (bastante descortés)—. Necesito saber dónde está y si está bien, eso es todo —Fátima abrió más la puerta y lo vi ahí, sentado, comiendo en su bowl de croquetas. ¡Hades estaba bien!

—¿Ya me crees? —cruzó ambos brazos, yo solo corrí a abrazarlo, interrumpiéndolo al comer—. Creo que sí lo extrañabas.

—Sí, lo extrañaba —le respondí a Fátima y me preparé para decirle lo que pensaba y por qué corrí—. Hace un par de días te llamé y no quisiste pasarme una foto de él y todo estaba muy raro porque fingiste que no me escuchabas. Haciendo la misma escena que en la película de Lindsay Lohan, The Parent Trap —le expliqué el porqué de mi actitud tan pedante.

—¿Juego de Gemelas? —me vio feo porque yo aún utilizaba palabras, o títulos de películas, en su idioma origina en vez del título o nombre en otro idioma (o del doblaje)l—. Porque es la única película de Lindsay Lohan que tiene una escena similar, y sí, sí lo hice a propósito. Perdón por eso, ja, ja, ja, ja —soltó una fuerte carcajada.

—¿Dónde estaba mi gato y por qué no me mandaste una foto de él cuando te lo pedí?

—Se escondió encima del armario en tu habitación.

—¡Qué raro! Él solo hace eso si escucha un ruido muy fuerte o si lo molestan demasiado —la miré con cierto recelo y un poco de disgusto.

—Sí, ese día vino Leo —¡lo sabía!—. Y lo empezó a molestar bastante porque es alguien que se considera adicto a los gatos.

—¿Y no salió después de que se retiró?

—Es que ese día nos quedamos en tu casa, hasta el día siguiente, no hicimos nada.

—¿Vino Diego? —Por un lado: estaba tranquilo. Pero por otro lado: estaba preocupado.

—Sí, un par de días, nada grave, con él no se escondió porque Leo y él se metieron a la habitación de huéspedes a hacer ya sabes qué.

—A tener sexo, dilo, no se me ocurre un eufemismo para eso ahora mismo —fui directamente a la habitación de huéspedes para verificar que no hubieran hecho nada indebido o estuviera sucio. Pero estaba peor de lo que me imaginaba—. Al parecer, la pasaron muy bien en mi ausencia.

y no te voy a mentir.

—¿Tú también trajiste a algún novio o algo por el estilo? —pregunté.

—Novia —me corrigió amablemente—. Y no, yo sería incapaz de hacer algo así. Nunca se me habría ocurrido.

—Pero ¡qué respetuosa eres, Fatty! —se lo recordé—. Diego y Leonardo me dejaron un verdadero desastre en la habitación de huéspedes —empezamos a caminar, con la cabeza baja, dentro de la habitación de huéspedes con mucho cuidado—. Basura, lubricante; no el envase de lubricante, literalmente, hay lubricante tirado en el piso, hay poppers, condones usados y más basura.

—Son unos cerdos, eso es seguro —lo confirmé, y a pesar de que no se lo pedí y le negué su ayuda, me ayudó a limpiar mi habitación de huéspedes—. ¡Eres superamable, Fátima, gracias!

—Es lo menos que puedo hacer ya que no les impedí que hicieran algo indebido en tu habitación —encogió los hombros—. Te debo una disculpa; varias, por lo que pasó con Hades, por no impedirles que hicieran todo esto y por no pedirles que limpiaran tu habitación, mínimo.

—No tienes nada de que preocuparte, Fatty. Pero ¿ellos tampoco vieron el enorme costal de croquetas para gato que hay aquí? —Señalé el costal.

—No o sí lo vieron no me dijeron nada al respecto. Me agrada tanto que seas tan amable, en serio, Louis —me acerqué al almacén y tomé todo lo necesario para limpiar, como: mi escoba, trapeador, el recogedor de basura, jabón multiusos, cloro y todo lo necesario para hacer una buena limpieza.

—Yo puedo encargarme a partir de este punto —ella solo me ayudó a levantar lo máximo que podía de basura—. Creo que no necesito nada, ¿quieres algo? —le ofrecí tomar una bebida, comer una botana, ver una serie, una película o simplemente no hacer nada.

—Creo que estoy bien —ella me rechazó todo lo que le ofrecí—. Pero sí me gustaría estar con Hades y después voy a casa, ¿puedo?

—Adelante, yo me encargaré de todo, tranquila, cuando termine de limpiar; espero no tardar mucho, te llevo a tu casa. Sé dónde vives y puedo llevarte porque no estoy bajo el efecto de ninguna sustancia psicotrópica, ¿de acuerdo?

—¡Ok!; aunque sigo sin saber la necesidad de mencionar que no estas bajo el efecto de ninguna sustancia psicotrópica, en serio, ¿con qué finalidad?

—Para que confíes en mí.

—Eso solo me hace desconfiar más de ti; mejor me voy a casa yo sola, solo jugaré con Hades un rato.

—Estoy limpiando, ¿alguien bajo el efecto de alguna sustancia psicotrópica podría hacer esto?

—¡Tienes razón en todo lo que dices, Louis Gerald! —sonrió, y por fin, se fue a la sala a jugar con Hades.

Mientras tanto, yo seguí limpiando; definitivamente esa sería la última vez que dejaba que alguien más estuviera en mi departamento. Corrección: sería la última vez que dejaba que alguien invitara a otras personas a mi departamento. La habitación de huéspedes apestaba a cloro y jabón (al menos usé guantes para proteger mi piel del cloro), no miento cuando digo que la habitación de huéspedes parecía una habitación de una casa abandonada o de un motel de mala muerte; desordenada, sucia, tal vez vi un par de insectos; nada grave. Lo difícil fue limpiar el tapete.

Duré limpiando la habitación aproximadamente dos horas y media; no era un trabajo que se hiciera de un instante a otro. Cuando había acabado de limpiar, me fui directo a darme una ducha, pero antes, tomé mi celular y vi que tenía bastantes llamadas perdidas de parte de Richard Vallaj. Oops! También habían mensajes que decían algo como esto:
«Amor, llegué a México, ¿te espero en el aeropuerto?; ¿Tardas mucho?; Ya es algo tarde y creo que no te vi bajar del avión porque fui a comer, me arrepiento de ir a comer; ¡No recuerdo dónde vives!; Estoy dando vueltas como idiota por el Auditorio Nacional; Me hospedaré en el “Four Seasons”; No me iré hasta que te encuentre; Estaré en el centro de la Ciudad, tal vez entraré a algún museo o algo, ¿yo qué sé?».

—¡Ay, no es cierto! —me llevé la mano a la cabeza—. Me olvidé por completo de Richard.

—¿De quién? —Fátima tenía a Hades acostado en el piso mientras ella estaba en cuclillas, acariciándole la barriga al pequeño Hades.

—Mi novio —me dio bastante vergüenza explicarle que me olvidé de mi novio; un pequeño detalle—. ¿Me acompañas al Centro a buscarlo?

—No sé —me respondió tras unos minutos de haberle planteado la pregunta—. Es una enorme bandera roja andante que hayas olvidado a tu novio.

—Lo sé —admití mi error—. Es que me urgía llegar para ver a mi gato —le mostré a Fátima todos los mensajes.

—No solo fue tu culpa, él se fue a comer y nunca pudo verte bajar del avión.

—En cuanto bajé del avión, tomé un taxi hasta aquí.

—Cierto, no serías capaz de tomar el metro.

—Sí, sí soy capaz de tomar el metro; pero es solo que tengo las posibilidades de poder pagarme un Uber para llegar del aeropuerto a mi casa y de mi casa al aeropuerto.

—¿Sabías que antes no podían entrar los taxis de Uber al aeropuerto?

—Desconozco si es igual en Estados Unidos, yo siempre llegué en auto —tal vez sí me comportaba como un Whitexican.

—¿Nos vamos a ver a tu novio? —Fátima me preguntó y en ese momento nos fuimos al Centro de la Ciudad de México a buscarlo; Richard no podía estar tan lejos como pensábamos.

Y ahí estaba, lo encontramos en la calle de Madero, hablaba con una chica y un chico. Richard estaba contando chistes en español, y era el idioma principal que hablaba, se veía bastante bien: camisa blanca de manga larga, jeans ajustados, su cabello rubio peinado de su lado derecho con el fleco cubriéndole la frente y sus gafas de sol. Además de que la chica y los dos chicos que la acompañaban llevaban puestos sus cubrebocas. Dios, se veía tan sexy.

—Ahí está, es él —lo señalé, Fátima volteó a verlo y guau, ella también quedó impresionada por su belleza—. No me imagino una vida sin él, ¿sabes? No puedo imaginarme una vida sin las bromas que les está contando a la chica y al chico con quienes está, no me imagino una vida sin él recordándome que siempre estará para mí.

—¿Viste The Amazing Spider-Man?

—Sí, ¿quién no la vio? —la miré, aunque no entendí del todo su pregunta.

—El punto es que hay una canción en las películas de The Amazing Spider-Man y un video musical sobre la relación entre Gwen Stacy y Peter Parker; se llama…

Gone, Gone, Gone —terminé la oración por ella.

—¿No has pensado que puede ser su canción?

—No —respondí de una manera muy rápida y un poco despectiva—. ¿Acaso quieres que uno de los dos se muera?

—No, ese no es el punto —puso los ojos en blanco—. Pero solo olvídalo y ya.

—Iré a hablarle a mi novio, me dan un poco de celos que ellos sí puedan estar con él y yo no —lo admití.

Celoso —hizo muchísimo énfasis para después reírse y comenzó a caminar directo a Richard, yo corrí tras de ella para alcanzarlo.

—No tan rápido, Fátima Zamora —corrí, solo un poco, para alcanzarla, y al realizarlo, caminé lento junto a ella; ¿me daban celos de una chica?—. ¿Podrías esperarme aquí un segundo?

—¿También tienes celos de que me vea a mí? —Fátima me sonrió, esa niña era bastante linda y muy tierna. En serio ella era una niña bastante bella y muy simpática—. Ni hablar, vengo contigo y yo también te acompaño.

—Está bien —sonreí y me resigné a que Fátima fuera conmigo a reunirme con Richard—. Hola, guapo, ¿estás perdido o algo? —llegué por detrás de él, literalmente no me vio llegar. Solo se sorprendió un poco de verme, me sonrió y me saludó abrazándome y dándome un ligero beso en mis labios.

—Te esperé y te envié mil mensajes, ¿dónde estabas? ¿Por qué no me respondiste ni una sola vez?

—Lo apagué, no estuve cerca del teléfono, porque me puse a limpiar la habitación de huéspedes que quedó hecha un desastre debido a que mis inquilinos no pudieron limpiar ni una sola vez y me dejaron la habitación echa un completo basurero —le expliqué.

—Tiene sentido —Richard me atrapó y me cargó para quedar frente a frente de él, pero yo fui más alto que él por un minuto, escuché el click de una cámara y ambos nos percatamos de que Fátima nos tomó una foto—. Sí, ¡gracias a Dios tomaron una foto, esas duran más! —su voz despectiva a veces me irritaba.

—No seas tan grosero, Richard —lo regañé un poco—. Fátima solo quiso ser amable y tomar una foto para el recuerdo.

—No —¿qué dijo?—. Pero sí hay un photoshoot de Andrew Garfield cargando a Emma Stone que fue para la promoción de una de las películas de The Amazing Spider-Man; solo quise que ustedes hicieran el photoshoot realidad y más o menos salió bien la foto, miren cómo quedó —nos mostró la foto y al mismo tiempo nos mostró la foto de Andrew Garfield cargando a Emma Stone.

—Fatty —la llamé—. En la fotografía no tienen cubrebocas y en la foto que nos tomaste, tenemos nuestros cubrebocas, no puestos hasta el puente de la nariz, sino que estaban en nuestra barbilla. Sin embargo, me gusta cómo nos vemos.

—Quítense los cubrebocas y volvamos a rehacer esta fotografía —Richard y yo nos quitamos nuestros cubrebocas para que él pudiera cargarme y rehacer esa foto.

Sonreí, estar con Richard Vallaj era como estar en el paraíso y me encontraba total y completamente enamorado de él. Como siempre había querido. Un amor de verdad. Los chicos que estaban con Richard también nos tomaron un par de fotos mientras Richard me cargaba, supongo que lo hicieron para guardar el momento y demostrar que el amor es amor y nadie debería meterse.

Continue Reading

You'll Also Like

448K 26.1K 44
The story continues to unfold, with secrets unraveling and new dangers lurking in the shadows. The Chauhan family must stay united and face the chall...
4.1M 170K 63
The story of Abeer Singh Rathore and Chandni Sharma continue.............. when Destiny bond two strangers in holy bond accidentally ❣️ Cover credit...
1.5M 133K 45
✫ 𝐁𝐨𝐨𝐤 𝐎𝐧𝐞 𝐈𝐧 𝐑𝐚𝐭𝐡𝐨𝐫𝐞 𝐆𝐞𝐧'𝐬 𝐋𝐨𝐯𝐞 𝐒𝐚𝐠𝐚 𝐒𝐞𝐫𝐢𝐞𝐬 ⁎⁎⁎⁎⁎⁎⁎⁎⁎⁎⁎ She is shy He is outspoken She is clumsy He is graceful...
280K 32.3K 81
#Book-2 of Hidden Marriage Series. 🔥❤️ This book is the continuation/sequel of the first book "Hidden Marriage - Amazing Husband." If you guys have...