La Leyenda de las Facciones y...

By CamiloNavasAlvear

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Athena, después de siglos desde que existe, ha decidido expandirse y formar alianzas con el resto de seres, i... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 40
Capitulo 41
Capitulo 42
Capitulo 43
Capitulo 44
Capitulo 45
Capitulo 46
Capitulo 47
Capitulo 48
Capitulo 49
Capitulo 50
Capitulo 51
Capitulo 52
Capitulo 53
Capitulo 54
Capitulo 55
Capitulo 56
Capitulo 57
Capitulo 58
Capitulo 59
Capitulo 60
Capitulo 61
Capitulo 62

Capitulo 39

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By CamiloNavasAlvear

Después de que los Berserkers de Ares fueron derrotados, se estaba haciendo un recuento de daños.

-Capturamos a un total de veintitrés soldados Berserkers, pero todos se suicidaron inmediatamente después de ser capturados. La entrada del Santuario esta con daños leves y la Casa de Aries no sufrió daños en el interior por la batalla que se libro ahí. De bajas, 20 de nuestros soldados y dos Caballeros de Bronce fueron asesinados, y otros treinta soldados con heridas entre leves y graves- informo el Patriarca Nicole a Athena.

-¿Que sucedió con los Berserkers que entraron a las Doce Casas?- Pregunto Athena.

-Se hizo un recuento de un total de cinco. Shiryu y Marín eliminaron a cuatro, pero el quinto y el líder del asalto logro escapar después de luchar contra Kiki de Aries-.

-¿Cómo se encuentra Kiki?-.

-Esta en la Fuente de Athena sanando sus heridas. Eran graves, pero su vida no esta en peligro- bajo el papel que tenía la información del ataque. -Según Kiki, a quien enfrento se llamaba Lior de Amasu, el sub comandante del Batallón del Desastre. Si es así, no es de extrañar que haya sido una batalla dura para Kiki-.

-Realizar un ataque de este tipo un día después de su declaración de guerra no es coincidencia. Fue muy osado de su parte- dijo Athena, con una mano en su mentón.

-¿Habrá sido para probar nuestra fuerza?-.

-Tal vez, Nicole. Mi hermano puede ser bastante impredecible, así que no sabría decirte con seguridad. Esa es una de sus cualidades que lo han hecho peligroso-.

-Triplicaré la guardia por el Santuario y ordenaré a todos los Caballeros en misiones lejanas que vuelvan de inmediato al Santuario, alguno podría ser emboscado por los Berserkers-.

-Te lo encargo-.

Saori se recargo en su asiento de madera y suspiro. La situación estaba empeorando y no sabía que hacer. A diferencia de las anteriores Guerras Santas, es su enemigo el que viene a atacarla en su territorio y tiene que defenderse. Si los pocos recuerdos que ha recuperado de reencarnaciones pasadas en donde ha luchado contra Ares son de ayuda, entonces debe prepararse para luchas feroces y mucho derramamiento de sangre.

Alzo la vista por la ventana de la sala Patriarcal, recordando su conversación con Zeus cuando pregunto sobre Ares.

FLASHBACK.

A todas las personas de Grecia les extraño ver a las nubes juntarse de golpe en el cielo y un gran rayo retumbar por todo el país.

En su templo en la cima del Monte Olimpo, Zeus estaba furioso mientras escuchaba las palabras de Athena a través de su Cosmos divino que usaba para comunicarse por él sin tener que cruzar los Templos Divinos para llegar hasta él.

-¡Hermes!- Llamo al Dios Mensajero, quien no tardo ni un segundo en aparecer arrodillado a un lado de su trono.

-¿Me llamo, gran Zeus?-.

-¡Quiero que me traigas a Ares de inmediato! ¡Quiero explicación de lo que Athena me esta contando!-.

-Sobre eso... resulta que Ares no esta en el Olimpo- dijo el Dios nervioso.

-¡¿Qué?!- Ahora que Zeus se enfocaba, el Cosmos de Ares no se sentía en el Olimpo. -¡¿Y donde esta?!-.

-No lo se, ni siquiera Afrodita sabe su paradero, ya que me pregunto por él antes de que me llamara. Y no solo Ares, sus hijos al parecer tampoco están en el Olimpo-.

Athena podía escuchar la conversación porque su Cosmos aun mantenía la conexión con el Cosmos de Zeus, y escuchar esas noticias la lleno de preocupación y temor.

Zeus golpeo el reposa brazos de su trono, rompiéndolo por su gran fuerza. -¡Hermes! ¡Quiero que busques a Ares y me lo traigas ante mi, o le informes a Athena de cualquier rastro de su posible ubicación! He sido muy benevolente con Ares y sus guerras, pero no le perdonaré haber ignorado mi mandato de no más Guerras Santas. Se acabo mi paciencia-.

-Como ordenes, gran Zeus- con su misión dada, Hermes desapareció en un parpadeo.

-Athena- hablo el Rey del Olimpo a su hija por la conexión de Cosmos que aun mantenían. -Quiero que termines de inmediato tu pequeña disputa con Perséfone. No me importa tu alianza con las Facciones, esto tiene prioridad-.

-Mis Santos ya han partido al Inframundo a derrotar a los Espectros y capturar a Perséfone. Tengo mi completa confianza en que lograran su misión- dijo Athena.

-Bien. Cuando lo hagan, dale a Perséfone a Artemisa y ella me la traerá hasta mi. Perséfone también ha ignorado mi orden de no más Guerras Santas al revivir a sus Espectros para luchar contra ti. No me importa que sea la esposa de mi hermano, tiene que recibir un castigo por ir en contra de mi palabra-.

El cuerpo de Athena tembló de nervios al escuchar el tono con el que dijo eso su padre. A pesar de todo, no odia a Perséfone, ella solo es una mujer que quiere vengar al hombre que ama, sin importarle las vidas inocentes que Hades abría extinguido. En el fondo la entiende, pero no puede dejarla en paz cuando amenaza a su Santuario.

-Como ordenes, padre- aunque no quería que su hermana sufriera cualquier castigo que Zeus podría darle, tampoco puede ir en su contra. Ella ya esta en una situación delicada al formar alianzas con otros Panteones, y cualquier acción que a Zeus no le parezca correcta podría arruinar todo por lo que ha trabajado para mantener segura a la Tierra y a los Humanos.

FIN FLASHBACK.

-Perséfone y los Espectros. La Brigada del Khaos. Y ahora Ares y sus Berserkers nos declaran una Guerra Santa. Demasiados sucesos están comenzó a surgir en poco tiempo. ¿Será esto una coincidencia, o el destino preparándonos para algo más grande?- Se pregunto Athena en sus pensamientos.
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(En el Inframundo)

-¡Erupción Repugnante!- De sus manos, Myu disparo un choro de acido. Mei se hizo a un lado rápidamente, evitando que el gas y acido lo tocaran. Aun con una Armadura Dorada no debía descuidarse; pero Myu movía sus manos siguiendo su dirección acercándose peligrosamente a él.

-¡Ondas Infernales!- Convoco un grupo de almas en la punta de su dedo que materializo y lanzo contra el acido que se acercaba. El ectoplasma de las almas y el acido chocaron, cancelando ambas técnicas.

-Eres bastante hábil controlando las almas del Infierno- dijo Myu, sacudiendo sus manos del mismo liquido que había lanzado. Las gotas que tocaron el suelo derritieron e hicieron un agujero superficial en el suelo. -Puedo notar porque la Reina tiene un interés en ti-.

-No me siento halagado de eso- dijo Mei con disgusto.

-Pues deberías, humano. ¡Hilo de Seda!- De las manos del Espectro se proyectaron numerosas cuerdas de seda que, sujetaron a Mei de las manos y pies. El Espectro ascendió con sus alas de mariposa, arrastrando a Mei a colgarse en el aire. -Deja que te presente a mis amigas. Están ansiosas por acabar contigo-.

Numerosas Hadas del Inframundo comenzaron a aparecer entre Mei y Myu, quien sonrió con malicia. Las hadas con forma de mariposas comenzaron a revolotear por todo el aire, moviéndose a la velocidad de la luz y comenzaron a rodear al Santo de Cáncer.

Mei intento desprenderse del hilo de seda con desesperación, las halo con fuerza, pero era muy resistente. Volvió su vista al frente, donde Papillon acariciaba despreocupadamente el dorso de una de sus mariposas y vio como estas empezaron a rodearlo. Acumulo Cosmos en sus manos y causo una explosión dorada de Cosmos que destruyo el hilo que envolvía sus manos, provocando que quedara colgando en el aire por sus piernas que seguían sujetas. Repitió la misma acción en sus pies, comenzando a caer, dando media vuelta de cuerpo completo, aterrizando sin problemas.

Las hadas se acercaron a Mei, quien desconfiando de su delicada apariencia, dio un par de brincos hacía atrás y a la izquierda para crear distancia, pero las mariposas lo seguían.

-No importa cuanto corras, mis hadas te perseguirán y te encontraran donde sea- dijo Myu orgullosamente.

-Pueden ser hadas, pero tienen la apariencia de mariposas, que son insectos- Mei canalizo un poco de fuego fatuo en su mano derecha. -Y lo que se de los insectos, es que odian el fuego- lanzo una pequeña llamarada de fuego fatuo a las hadas. Unas pocas alcanzaron a escapar, pero la mayoría fue consumida por las llamas azules.

-¡Infeliz!- Gruño con odio.

Myu le gustaría paralizar al Santo Dorado con su Telequinesis, pero estaba usando de todas sus habilidades psíquicas para mantener inmóvil al otro Santo para que no se uniera a su compañero. Ni él tenía tanta confianza como para enfrentar a dos Caballeros Dorados, así que tenía que combatir con sus otros poderes.

-Ahora verás lo temible de mis las Hadas del Inframundo- más Hadas del Inframundo surgieron alrededor de Myu. -Mis hadas te enviaran directo a pudrirte a una de las Prisiones que cruzaste. ¡Agolpamiento de Hadas!-.

Las hadas materializaron una luz de tonos arcoíris que voló en dirección a Mei, quien esquivo el ataque a la velocidad de la luz. Si seguía fielmente las palabras de su enemigo, entonces esa técnica era más de teletransportación que de hacer daño, así que no podía permitirse ser tocado.

Pero noto que quien realizaba el ataque no era el Espectro en si, sino las hadas. Eso le dio una idea.

-¡Niños Perdidos!- Reuniendo la punta de almas en sus dedos y usándolo como hilos, junto sus manos antes de extenderlas. Myu se elevo en el aire para esquivar el ataque, pero sus mariposas no tuvieron la misma suerte.

-¡Eso es...!- Myu vio con odio como el Santo manipulaba las almas para crear una red de almas que atrapo a sus preciadas hadas. Eso le recordó la forma en que fue asesinado en la Guerra Santa por Mü de Aries, llenándolo de furia. -¡No seré derrotado por el mismo truco dos veces! ¡Erupción Repugnante!-.

Mei esquivo el acido, no sin antes prenderle de fuego fatuo a su red, quemando todas las hadas que capturo. Cargo todo su Cosmos en su puño derecho y lanzo un golpe Khen, que voló por el cielo y golpeo directamente el pecho de Myu, perforándolo y haciendo un agujero en su cuerpo.

-No puede...- escupió sangre. -...ser... malditos Santos de...-.

No termino de hablar cuando su cuerpo cayo muerto al suelo.

-Ese si fue un Espectro complicado de vencer- admitió el Santo de Cáncer.

Ikki, quien se libero de la parálisis telequinética a la que estaba sometido por la muerte del Espectro, se acerco. -Te tardaste demasiado-.

-¿Ningún "bien hecho" al menos?- Comento con una sonrisa, sabiendo que su medio hermano no le diría eso. -Tienes que ser más relajado Ikki, así no conseguirás novia-.

-Como si me importara- Leo comenzó a caminar para salir de la Sexta Prisión.

-Eso dices ahora, pero ya te quiero ver cuando una mujer te quiera-.

-¡Hermano!- La conversación de ambos fue interrumpida por el grito de Shun, que venía brincando con Hyoga hasta llegar a donde estaban. -Finalmente los alcanzamos-.

Hyoga vio de reojo el cadáver de Myu. -Ya estamos cada vez más cerca de terminar esto. ¿Cuántos Espectros quedan, Shun?-.

El peliverde levanto el Rosario de las 108 Cuentas. -Sin contar a Triptolemos, quedan cuatro Espectros solamente, entre ellos Wyvern-.

-Nos estarán esperando en las últimas dos Prisiones que quedan- analizo Hyoga. -No perdamos más tiempo. ¡Vamos!-.

-¡Si!- Gritaron los otros Dorados, comenzando una carrera hacía Giudecca.

Descendiendo por la cascada de sangre, llegaron a la Séptima Prisión del Inframundo, que era un gran lugar rocoso donde habían diez fosas ubicadas por toda el terreno. En las fosas era donde se castigaban a quienes cometieron el pecado de fraude y, dependiendo del tipo que fraude que hayan hecho, serán castigados en uno de los fosos.

Lo que preocupo al grupo de cuatro fue no encontrarse a ningún Espectro protegiendo la prisión. ¿Perséfone se guardara los Espectros restantes para protegerla? Sonaba a lo más probable.

Corrieron por diez minutos por la Prisión hasta que el suelo rocoso fue reemplazado por uno de hielo. Estaban entrando a la Octava y última Prisión del Inframundo: Cocytos, el infierno de hielo. El lugar donde todos aquellos que se han rebelado contra los Dioses terminan.

Pasaron los cuerpos que estaban bajo el hielo, con la excepción de las cabezas que eran solo cráneos a este punto. Podían ver la unión entre el techo del Inframundo y la Tierra, pero no el fin de aquel umbral de invierno. Se preguntaron cuantos Caballeros de Athena están en este lugar y sufrieron injustamente solo por pelear por la Tierra y por su Diosa en contra de los Dioses malvados y egoístas.

Da un poco de temor saber que este será su destino final, pero si es para proteger a los humanos, lo aceptarán con gusto.

Más adelante vieron un gran templo de color blanco con toques violáceos que abarcaba todo el camino, lo que los obligaba a cruzar. En la punta del templo había una estatua de un wyvern verde, haciendo que reconozcan quien es el que los estará esperando.

-Si no me equivoco, esta prisión se divide por cuatro esferas, ¿no?- Dijo Mei.

-Si. Tres de ellas pertenecen a los Jueces del Inframundo, y la cuarta es el templo de Hades, donde seguramente estará la Reina del Inframundo- respondió Hyoga.

Llegaron al templo de la Primera Esfera: Caina. Cuando abrieron la puerta y se adentraron un poco, el guardián del lugar los recibió.

-Soy el guardián de este templo, la Estrella Celeste de la Furia y uno de los Tres Jueces del Inframundo. Radamantys de Wyvern- se presento orgulloso el último de los Tres Jueces.

-Yo me encargo de este. No pierdan el tiempo y sigan adelante- Ikki se puso entre el grupo y el Juez a modo de reto.

Nadie discutió la decisión y siguieron su camino. Radamantys no hizo el intento de detenerlos, más concentrado en la persona delante suyo.

-Si no mal recuerdo, nos dijiste a Minos, Aiacos y a mi que escogiéramos turnos para morir- la imagen de un Wyvern negro se manifestó detrás suyo.

-Lo recuerdo bien, y ya a llegado tu turno de morir- la imagen de un León rodeado de llamas se manifestó a sus espaldas.

Por un lado, el Espectro más fiel a Hades y Pandora: Radamantys de Wyvern. Y por el otro lado, uno de los Cinco Santos de la Esperanza que han obrado milagros para derrotar a Dioses: Ikki de Leo. Dos feroces guerreros que nunca tienen piedad de sus enemigos iban a enfrentarse.
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Dejaron la Primera Esfera de Cocytos detrás y se acercaron al templo que es la Segunda Esfera: Antenora. Era un templo blanco igual que el anterior, pero con techos redondos y con la estatua de una garuda en la punta, indicando que ese lugar era donde reposaba el Espectro de Garuda.

Al entrar al lugar, vieron al Espectro que reemplaza al de Garuda protegiendo el lugar.

-Ya me estaba cansando de esperar- Triptolemos estaba de pie a la mitad del templo con los brazos cruzados.

-Chicos, él es Triptolemos de Benhu, el Cuarto Juez del Inframundo- presento Mei. -Te debo una por esa emboscada que hiciste aquella vez, te aseguro que no terminará igual-.

-Aunque me gustaría enseñarte el verdadero poder de mis llamas negras, la Reina tiene asuntos contigo- Triptolemos rechazo el desafío de Cáncer. -Mi señora me ordeno dejar pasar a Cáncer y Virgo, pero tú...- enfoco su vista en Hyoga. -No pasarás de aquí-.

Eso confundió a los tres Dorados. Entendían porque Mei, ya que la Diosa tiene algún uso para él, pero no entendieron porque deja pasar tan fácil a Shun, considerando que él fue el huésped de Hades. O por eso mismo, es que lo dejan pasar.

-Ustedes sigan adelante, pero sean cuidadosos- advirtió Hyoga. -Esto apesta a trampa. No bajen la guardia-.

-Si- dijo Shun.

Mei estaba inconforme. Por su expresión, era claro que quería ser él quien enfrente a Triptolemos, pero la misión era prioridad. Apretó sus puños para aguantar el deseo de golpear al Semi-Dios.

-Más te vale patearle el culo-.

-Ya váyanse- sonrió el rubio.

Los dos Dorados pasaron de lado a Triptolemos, quien tampoco hizo el intento de detenerlos. Cuando sus pasos comenzaron a escucharse lejanos, Benhu descruzo sus brazos.

-Tu amigo ya me presentó, pero por la cortesía lo haré yo mismo. Soy la Estrella Celeste de la Justicia y el Cuarto Juez del Inframundo. ¡Triptolemos de Benhu!- Las llamas negras se sobrepusieron encima de su cuerpo.

-Yo soy el guardián del Templo de Acuario. ¡Soy Hyoga de Acuario!-.

El fuego negro del Inframundo iba a chocar con el frio del Cero Absoluto en una colisión de Cosmos de grandes alturas.
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Siendo los únicos dorados restantes en seguir adelante, se apresuraron a llegar a la Tercera Esfera de Cocytos: Tolomea. El diseño del templo era muy parecido al templo de la Primera Prisión, pero era más de un pulcro blanco como las dos esferas anteriores y tenía dos estatuas de Grifos en la entrada. El Juez de Grifo debe ser el guardián del lugar en situaciones correctas.

Entraron al templo. Aparentemente estaba vacío, lo que les facilitaría el acceso y salida hacía Giudecca.

Cuando ya estaban cerca de la salida, una voz detuvo su avance.

-La verdad de la vida y la muerte es algo que pocas personas alcanzan averiguar. La inmortalidad solo puede obtenerse cuando todos los seres se unifican en uno solo-.

Ambos se giraron estrepitosamente para ver como unos brazos de metal se estiraban y empujaban a Mei afuera del templo y las puertas se cerraron de golpe.

-¡Oye!- Grito Mei afuera del templo, golpeando las puertas. -¡Déjame entrar, maldito! ¡¿Quién eres?!-.

Shun observo a un Espectro que nunca antes había visto, sentado en posición de loto. Era un hombre adulto, piel negra, calvo, aunque no se podía notar por el casco que traía puesto, y una Sapuris más oscura que la del resto de Espectros y que lo protegía completamente. Los brazos que empujaron a Mei estaban en su espalda.

-Lamento por la rudeza, Cáncer, pero me ordenaron enfrentar al Caballero de Virgo, así que no me interesas-.

-¡Mierda! Ese es el plan, ¿no? Divide y vencerás- exclamo Mei.

-Estaré bien, Mei- dijo Shun, colocando una mano en la puerta. -Espéranos en Giudecca. No hagas nada imprudente hasta que lleguemos, por favor-.

Mei estaba en conflicto. Quería entrar y ayudar a Shun, pero estaba tan cerca del templo de Hades que era una gran oportunidad y no parecía que el Espectro lo dejara entrometerse en su lucha.

-Demuéstrale tu fuerza y alcánzame pronto, Shun. Te quiero tomar una foto sentado en el trono de Hades-.

Shun se rio por la broma de su medio hermano. Escucho sus pasos alejarse. Cuando se aseguro de que estaba lejos, se giro hacía su oponente.

-¿Terminaste de despedirte?- Pregunto Atavaka.

-¿Quién eres? Puedo sentir que tu Cosmos es el de un Espectro, pero también... es diferente- pregunto Shun con sospecha.

-Tienes buenos instintos. Tienes razón, soy un Espectro, pero de una clase diferente al resto: soy Atavaka, la Estrella Terrestre del Líder. En el Inframundo soy el Espectro más cercano a Dios-.

Shun abrió los ojos sorprendido al escuchar que en el Inframundo existe alguien igual a los Santos de Virgo, que son considerados los humanos más cercano a Dios.

-¿Cómo es posible que no te haya visto antes en la Guerra Santa?-.

-Hace siglos, traicione a Hades en un intento de usurpar su puesto como gobernante del Inframundo, pero fracase y fui sellado en una prisión especial entre la Séptima y Octava Prisión. Fue Perséfone quien me libero y me encargo derrotarte, pero sin matarte- explico Atavaka. -No se que planea ella contigo, y ni me importa, pero no desperdiciaré la oportunidad de luchar contra la constelación de Virgo-.

Shun, la persona que por Hades fue considerado el ser humano más puro del mundo y el actual Caballero de Virgo, enfrentará al Espectro que el mismo Hades sello y que es considerado el más cercano a Dios en el Inframundo Griego.
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Los ojos de Mei vislumbraron la estatua de ángel en la parte superior de Giudecca. Detuvo sus pasos al contemplar de lleno la Cuarta Esfera de Cocytos y que era el templo personal de Hades, donde dirigía a sus fuerzas en el Inframundo. Contemplo las grandes y numerosas columnas que sostenían su fachada, las grandes ventanas que corrían en sus pasillos laterales y la enorme puerta de caoba en su frente a la que se llegaba al atravesar numerosas escaleras.

A pesar de haber tenido una actitud sarcástica y relajada desde que llegó al Inframundo, Mei sentía su corazón latir con fuerza. Sin saber como, sentía que al entrar, finalmente descubriría la razón por la que Perséfone esta tan interesado en él.

Subió las escaleras que lo separaban de la puerta de Giudecca, y las abrió de un puñetazo. El salón se vio iluminado por la luz de afuera y vio más escaleras que se encontraban flanqueadas por esculturas de dos dragones, y arriba de las escaleras estaba el trono de Hades, y detrás del trono estaba una cortina roja que cubría el camino posterior.

-Así que ese es el asiento del Rey de las Tinieblas. Me lo imagine más grande- se dijo a si mismo, comenzando a subir las escaleras. Observo de reojo el lugar. Una parte de él esperaba verlo destruido, pero era obvio que la Diosa iba a reparar todo el daño que recibió el templo por la Guerra Santa.

Paso al lado del trono de Hades e hizo a un lado las cortinas, avanzando por un pasillo oscuro. Encendió un fuego fatuo en la palma de su mano como antorcha y avanzo con precaución, ya que parecía la situación idónea para una emboscada, y aun habían tres Espectros vivos aparte de Wyvern.

Apago el fuego cuando vio una luz al final del pasillo, y al llegar al lugar, se quedo boquiabierto con lo que encontró.

-El Muro de los Lamentos...-.

Había un gran muro con los rostros de Thanatos e Hypnos, uno al lado del otro sin un oído que era sustituido por un ala bajo a ellos, que estaba eclipsadas por el disco solar. Pero lo que llamo su atención fue el enorme agujero que había en el gran muro. Un agujero que fue creado por el Cosmos y el sacrificio de los 12 Caballeros Dorados anteriores a ellos, entre los que se encontraba su maestro, y que permitía una vía libre a la Super Dimensión y a los Campos Elíseos, que en la actualidad son terreno de Zeus.

-¿Por que Perséfone no ha reparado el agujero?- Se pregunto, más sin embargo sonrió ampliamente al encontrar la respuesta. -Es porque no puede. La proeza que mi maestro y el resto de Caballeros Dorados hicieron aquí fue lo suficientemente grande como para perdurar por mucho tiempo. Estoy seguro que incluso será una ventaja para las generaciones futuras-.

-Y es por ello que nosotros necesitamos una ventaja sobre Athena. Por ello te necesitamos a ti- la fría voz de Perséfone susurro a su espalda.
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(En la Mansión Gremory)

Penemue estaba cruzada de brazos, viendo con algo de interés como Seiya le daba instrucciones y movimientos de golpe a Koneko y Rias. La primera le seguía el ritmo sin problemas, pero era la segunda que tenía dificultades.

Como Azazel no necesitaba más pruebas hoy, Seiya decidió venir para cumplir su papel de instructor y enseñar a Rias y Koneko, para después ir a ver al Clan Sitri.

-Qué raro verte por aquí- comento Shoko, caminando hasta estar al lado de la Caída, viendo a Seiya entrenar con las chicas.

-Tenía poco papeleo, así que aproveche la oportunidad de descansar un poco y de observar como entrena un Caballero a otras personas- fue la simple respuesta de Penemue.

-Las chicas han mejorado mucho físicamente, sobre todo Rias. Me alegra eso- agrego la pelirroja. Le lanzo una mirada curiosa a la pelinegra, que lo noto.

-¿Sucede algo?-.

-Nada es solo... no tienes que responder si no quieres pero... ¿cómo te volviste Ángel Caído?-.

Penemue parpadeo y miro a Shoko, sorprendida por la pregunta tan repentina.

-Es que escuche que los Ángeles se vuelven Caídos al cometer uno de los siete pecados, pero a diferencia de la mayoría que he escuchado, ni tu ni Azazel parecen malvados, así que solo es curiosidad- agrego rápidamente la Saintia. -Como dije, no tienes que responder si no quieres, entiendo que puede ser muy personal-.

Penemue miro seriamente a Shoko por un segundo, quien sonreía de manera preocupante por haber tocado un tema sensible sin saber. La Caída suspiro y relajo su mirada.

-Yo te contaré como caí, pero si tu me cuentas como te volviste una Saintia- propuso.

-¿En serio?- La Saintia de Águila estaba un poco sorprendida de que la otra mujer acepte contarle.

-Me agradas, y la razón por la que caí no es algo como para mantenerlo demasiado oculto, además de que tengo interés en como un Santo comienza su viaje- explico.

-Eso... tiene sentido, creo- Shoko se rasco la cabeza. -Pues la razón por la que me volví Saintia fue para salvar a mi hermana-.

-Ya habías dicho un par de veces que tenías una hermana...-.

Shoko asintió. -Ella fue la que entreno para volverse una Saintia para protegerme, porque Eris, la Diosa de la Discordia quería tomar mi cuerpo para hacerlo su recipiente y reencarnan en la Tierra. Yo no sabía nada de eso hasta que sus Driades me atacaron y mi hermana me salvo. Fue ahí que conoce a Saori-san, y supe de las Saintias y porque me perseguían- sonrió con melancolía. -Pero mi hermana fue secuestrada en mi lugar, y decidí hacerme más fuerte para salvarla- alzo la mirada. -No fue fácil, Mayura-san no tuvo piedad en su entrenamiento conmigo, pero cunado conseguí que la armadura de mi hermana me aceptará, sentí que podría salvarla-.

-¿Lo conseguiste?- Penemue presentía la respuesta, pero valía la pena preguntar.

Shoko negó con la cabeza. -Cuando intente salvarla la primera vez, fracase y pensé que mi hermana había muerto. Estuve decaída por varios días y Saori-san dijo que ya no necesitaba seguir siendo una Saintia. Casi estuvo apunto de abandonar, hasta que conocí a Seiya por coincidencia- sonrió al recordar ese encuentro. -Él me enseño a siempre levantarme cuando caiga y a no rendirme. Gracias a eso pude recuperar la voluntad para luchar-.

-Seiya de Sagitario...- Penemue sonrió levemente al recordar como la ayudo aquella noche. -Sin duda, es un sujeto bastante extraño e interesante- al escuchar sus palabras, Shoko la mira con intriga. -Tu que lo conoces mejor, ¿qué lo hace actuar deliberadamente? ¿Por que ayuda a las personas de manera desinteresada?-.

-Son buenas preguntas...- una pequeña sonrisa cariñosa apareció en el rostro de Shoko. -Te diría que es porque es su deber como Santo... pero no sería del todo cierto. Seiya tiene un don para levantar el animo de las personas y darles esperanza cuando todo parece perdido. Siempre esta dispuesto a ayudar a otros, sobre todo a las personas que quiere. Es un Héroe para todos en el Santuario, no solo por su fuerza y hazañas, sino por lo que representa: fuerza, persistencia, esperanza. Él es mi héroe-.

-No existen personas como él... solo existe él-.

Al escuchar las palabras de Penemue, Shoko la mira sorprendida, pero siguió sonriendo. -Tienes razón. No existe otra persona tan buena, amable, considerada y valiente como él-.

-Estoy de acuerdo- la Cadre se llevo una mano al pecho. -Incluso ayudo a alguien como yo...-.

-Si lo hizo, es porque vio algo bueno en ti. No lo parece, pero Seiya tiene buen ojo para las personas-.

Penemue no puede evitar mirarla con gran sorpresa ante sus palabras, para luego sonreír. -¿Cuando se volvió esta conversación tan animada?-.

Shoko suelta una pequeña risa divertida.

-Ya conté como me convertí en Saintia, creo que te toca ahora a ti-.

Penemue asintió, era lo justo.

-Mucho antes de que comenzara la Gran Guerra, después de que Azazel, Shemhaza y otros Ángeles cayeran, varios Ángeles, entre los que me incluyo, los vieron con desprecio por haber decidido dejar la gracia de nuestro Padre, aunque también hubieron Ángeles como Michael y Gabriel que no les importo eso y los siguieron tratando igual. Por un tiempo los ignore, pero Padre me ordeno vigilar a Azazel y a otros Caídos por precaución, ya que no quería problema con otros Panteones ni que los Caídos hicieran daño a las personas-.

Shoko estaba en silencio, prestando mucha atención a las palabras.

-Al inicio era solo un trabajo, pero cuando más los observaba, note que Azazel y otros eran más felices como Caídos que cuando lo eran como Ángeles puros. Aunque cometían los pecados de lujuria y codicia, muchos se veían más relajados y felices de lo que fueron antes, pero sin cambiar quienes eran. Pronto, una parte de mi comenzó a anhelar lo que ellos obtuvieron al teñir sus alas blancas en negras... libertad-.

-¿Libertad? ¿Acaso los Ángeles no son libres?- Pregunto la pelirroja confundida.

-No del modo que piensas- la Cadre decidió explicar un poco ese tema antes de seguir. -Dios creo a los Ángeles como seres puros, no pueden dejarse llevar por sentimientos "impuros", lo que significa que no pueden amar como una persona normal, no pueden dejarse llevar por sus emociones... no pueden sentir nada que se considere pecado. Todo su amor y devoción debe ser para Padre y sus ideales-.

-Que horrible...- soltó Shoko sin pensar.

-No es tan malo como parece. Los Ángeles si pueden sentir emociones como alegría, preocupación por un ser querido, y enojarse hasta cierto punto, pero cualquier sentimiento que se relacione con cualquier pecado es malo. Hay Ángeles que viven de esa manera sin problemas, como Michael, Gabriel y el resto de Arcángeles... pero yo no. Yo quería sentir todo tipo de emociones, buenas y malas, por eso comencé a sentir envidia a los Caídos, que si podían experimentar todo tipo de cosas-.

-Caíste por el Pecado de la Envidia- comprendió Águila.

Penemue asintió. -Azazel no tuvo problemas en aceptarme, y varios de mis hermanos entendieron mis motivos por caer. Todos excepto uno...- su mirada se volvió nostálgica un segundo, antes de recomponerse. -Y a pesar de todo lo que vino después y los problemas que me da Azazel con su flojera, no me arrepiento, aunque...-.

Desplego sus alas y las observo.

-A veces extraño mis alas alas blancas. No tengo problema con las negras. El negro se volvió mi color favorito... pero a veces las extraño-.

-Entiendo el sentimiento- Shoko también extraña de vez en cuando usar la armadura de Equuleus, ya que fue la armadura de su hermana y la que uso para enfrentar a Eris. Se siente honrada de que Marín le haya heredado su armadura de Plata, pero a veces siente esa añoranza. -Gracias por contarme la historia, Penemue-san. Fue divertido charlar contigo-.

Penemue guardo sus alas. -Penemue a secas. Y también me divertí charlar contigo, Shoko-.

Ambas se miraron fijamente por unos segundos, para después entregarse una pequeña sonrisas.

Quizás... ambas encontraron una nueva amiga en la otra.
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(Con Ikki)

A Ikki le hacía un poco de gracia al ver a su enemigo, no porque le divirtiera o algo así, sino por algo más; en la Guerra Santa, derroto a Aiacos de Garuda, y en el pasado, con algo de ayuda de Death Troll, derroto a Vermer de Grifo. Ahora se enfrentaría a Wyvern, el último Juez del Inframundo que le quedaba por vencer para completar su lista de jueces vencidos. Al final si cumplirá su cometido de derrotarlos a todos.

-Derrote a tres Caballeros Dorados al mismo tiempo en la Guerra Santa, entre los que estaba tu predecesor. Pueden ser los guerreros más fuertes del ejercito de Athena; pero para un Juez del Inframundo, no son nada- se jacto Radamantys.

-Es patético que te vanaglories de una victoria que conseguiste ante oponentes que no podían usar todo su poder por la Barrera de Hades- respondió Ikki. -Y te recuerdo que Kanon estuvo a punto de derrotarte en más de una ocasión, y aun así pudo vencerte sin armadura. Tus victorias han sido falsas-.

Los ojos mieles de Wyvern vieron con furia al actual Leo, estudiándolo. Las partes de la armadura de Leo que portaba eran mucho más filosos que la que vio con el otro Dorado, este traía su casco que también era filoso y cubría su ojo izquierdo. La armadura también era más brillante y clara que la otra, pero eso no importaba.

-¡Ya veremos!- Por unos segundos, sus ojos emitieron un destello rojizo y lanzo una explosión violácea de su Cosmos al Japonés, que la bloqueo con un destello dorado de su Cosmos.

-¿Eso era un ataque? Por que fue patético-.

-Solo fue un pequeño saludo. ¡Te mostraré la verdadera fuerza de un Juez del Inframundo!- Radamantys exploto su Cosmos violáceo, el cual comenzaba a despedazar todo lo que estaba a su alrededor. Se impulso con sus piernas y se lanzo al ataque, dejando tras de si una nube de polvo que se disperso por todo el ambiente.

Estiro su brazo con la intención de golpear a Ikki en el rostro. Apenas se coloco a escasos centímetros de la cara de Leo, este levanto su mano y detuvo su puño con fuerza, causando un impacto de la onda de choque entre sus puños, el aura de ambos se combino.

Radamantys abrió los ojos y levanto las cejas impresionado al ver como el Santo había detenido su golpe, el más fuerte que había lanzado desde que resucito y estaba potenciado por el poder de Ophis, y sin embargo, el peliazul parecía que estaba jugando al detener su mano, por lo que aumento la presión en su puño y sintió como la mano del Quinto Guardián de Athena crujió, lo que lo hizo sonreír. Frenar su puño trajo repercusiones, aunque el rostro de Santo mostrase lo contrario.

-No te emociones- Ikki empujo el brazo de Radamantys hacía atrás y lo alejo de él.

-Voy a disfrutar acabar contigo, Leo, tanto como lo hice con tu predecesor- el británico sonrió con malicia y volvió a lanzarse al ataque contra Ikki. El aura de su enemigo le recordaba a la de Kanon, así que sabía que si le daba respiro podría ser perjudicial.

Para sorpresa del Juez, Ikki esta vez desvió el ataque y le jalo la mano hacía el suelo, haciendo que cayera de rodillas contra el piso. En esa posición, dio una patada al rostro de Ikki, quien la bloqueo con su antebrazo y por el contrario, le golpeo la espalda con fuerza con su pierna, derribándolo por completo.

-De pie, Radamantys. No soy ningún cobarde que ataca a alguien en el suelo. Eso es de cobardes- dijo Ikki. -¿Qué pasa? Antes te jactabas de que podrías vencerme, pero solo te veo en el suelo-.

Radamantys gruño mientras se apoyaba en el suelo, impulsado con sus manos, dio un salto y aterrizo limpiamente cerca de la entrada de Caina.

-¡Plasma Llameante!- Ikki desato los miles de golpes de fuego a la velocidad de la luz. En medio de la técnica, abrió los ojos de sorpresa al ver como el Espectro esquivaba los golpes moviéndose a la velocidad de la luz. A pesar de que lo esquivaba hábilmente, a este paso los ataques terminarían golpeándolo.

Algo que el Juez también se dio cuenta, por lo que elevo su Cosmos y aspiro aire. -¡Rugido Deslizante!-.

Lanzo un rugido lleno de furia, como el de la bestia mitológica que representa su Sapuris, creando ondas de aire llenas de Cosmos que chocaron la técnica, cancelando los rayos rojizos.

Con la técnica de Leo cancelada, se elevo por los aires y se deslizo en picada hacía él con la intención de atacarlo de frente. Ikki lo vio venir y lanzo un golpe Khen, que Radamantys, elevando su Cosmos violáceo que rodeo su cuerpo, deshizo lanzando múltiples ráfagas de Cosmos como meteoros que impactaron en Ikki y su alrededor. Aterrizo al frente del Caballero y le dio un golpe en el rostro que lo empujo. La condensación de polvo que se genero por el impacto de sus ataques lo hizo perderlo de vista, hasta que noto el brillo de su armadura y se abalanzo hacía él, usando el humo como cortina para no ser visto venir.

Cuando Ikki alcanzo a ver a Radamantys, ya era tarde hasta para él de esquivarlo; recibiendo una patada en el pecho que lo aturdió, y su enemigo se elevo un poco en el aire para patearlo de nuevo y tirarlo contra el suelo. Aprovechando su posición, Radamantys tomo a su enemigo de su capa blanca que ahora estaba completamente sucia y empezó a arrastrarlo en su vuelo, rasgando su piel contra el suelo, dejando marcas de destrucción con su cuerpo. Cuando ambos sintieron que estaban alcanzando la velocidad del sonido, el Espectro lanzo a su enemigo contra uno de los pilares de Caina, que sucumbió al impacto. Radamantys volvió a alzar el vuelo y de nuevo lanzo una ráfaga de Cosmos hacía el lugar donde colapso la pilastra.

Pero los escombros del pilar salieron volando por un estallido de Cosmos del interior, que también borro los pequeños ataques de Cosmos que había lanzado. Ikki se apoyo en un trozo de la columna rota para levantarse.

-¿Creías que tu técnica me sorprendería? Los Caballeros son muy arrogantes si creen que son los únicos guerreros cuyas técnicas no funcionan dos veces. El otro Leo al que me enfrente la uso varias veces en un vano intento de hacerme siquiera un rasguño- se jacto Radamantys, recordando como Aioria lanzaba su técnica y él la esquivaba o deshacía con su Cosmos en su combate desigual.

Ikki no lo admitiría nunca, pero su cuerpo dolía mucho por todo el dolor que su oponente le causo. Dio un imperceptible suspiro para liberar la tensión de sus huesos y escupió sangre por la boca, limpiándose el hilo de sangre que cayo con la muñeca.

Tenía que admitir algo: Radamantys de Wyvern era un guerrero feroz. No por nada era uno de los Tres Jueces del Inframundo, y sin olvidar que el poder de Ophis lo hacía más fuerte. Se enderezo y se rasgo la capa, tirándola al suelo.

Radamantys tomo aquel gesto como la señal de que su enemigo iba a pelear en serio. Eso era bueno, ya estaba cansado de los saludos.

-Ahora te demostraré la fuerza que obtuve al obtener la armadura de Leo-.
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(Con Hyoga)

El Cuarto Juez levanto sus brazos sobre su cabeza, concentrando y generando sus llamas negras arriba de sus manos, creando una bola de fuego negra que lanzo. Hyoga contrarresto eso con una ráfaga de aire frío que podría congelar fácilmente una armadura de Bronce.

El fuego oscuro y el aire frío chocaron, generando un caos en la temperatura del lugar. Para Hyoga, no era la primera vez que enfrentaba a un oponente que dominaba el fuego, el elemento con el que tenía desventaja, pero no sería un Caballero Dorado si no supiera contrarrestar llamas.

El choque de temperaturas exploto, liberando una onda de aire. Triptolemos vio a su enemigo. Había escuchado del poder de hielo de los Caballeros de Acuario, pero no importa que tan frio era el hielo, el fuego siempre lo derretiría, era una regla de la naturaleza.

-¡Infierno de Apolo!- Junto sus brazos, concentrando sus llamas y las libero como un torrente de fuego que golpeo de lleno a Hyoga, quien fue arrastrado por las llamas casi hasta salir del templo, de no ser porque Hyoga concentro Cosmos en sus dos brazos y los coloco frente a las llamas y coloco los pies firmes contra el suelo, quebrándolo un poco, pero deteniendo el avance de las llamas.

Resistió el dolor de sus manos que eran quemadas por las llamas y uso su aire frío para apagarlas, pero este fuego no era normal, como ya debió quedarle claro. Impulsándose con sus piernas, dio un salto, evadiendo la técnica del enemigo.

Hyoga lanzo un golpe Khen a la velocidad de la luz. Triptolemos apago sus llamas para esquivar el golpe, que dejo un agujero en el suelo donde estaba parado, y se elevo al aire con sus alas al mismo tiempo que Hyoga aterrizo al suelo.

Sus alas se rodearon de fuego oscuro y batiéndolas con fuerza, lanzo plumas cubiertas de fuego a su enemigo, que las esquivo fácilmente. Triptolemos comenzó a descender y a avanzar volando cerca del nivel del suelo y estiro el brazo rodeado de su Cosmos violáceo de un tono más oscuro que el resto de Espectros con toda la intención de golpear al antiguo Cisne; pero Hyoga levanto su puño con el mismo objetivo.

Los dos golpes chocaron, generando una colisión de Cosmos que libero una onda que fracturo los pilares cercanos y el aura cósmica de ambos se combino.

Aunque Hyoga sonrió, y antes de que su enemigo hiciera algo, con el puño con el que chocaba el golpe, lo tomo rápidamente de la muñeca. Triptolemos abrió los ojos al entender que era una trampa, pero era tarde.

-¡Tornado Congelante!- Con su otra mano libre, cargada de Cosmos, tiro a Triptolemos más cerca y le dio un golpe en el mentón, liberando a su vez un tornado de hielo y granizo que rodeo al Juez, que salió despedido al aire. La careta de su Sapuris salió volando a alguna parte del templo por el golpe.

Tritpolemos gruño secamente por el golpe y el daño que el granizo le ocasionaba en su piel, antes de que se desvaneciera y cayera de cara al suelo. Ignorando el dolor en su mentón y en cuerpo, apoyo una mano contra el suelo y se levanto. En su mirada destellaba odio a su enemigo.

En el fondo, Hyoga estaba impresionado. Su técnica fue suficiente para matar a un debilitado Minos, pero Triptolemos la sufrió con menos daño de lo esperado. Tiene que recordarse que su enemigo no es cualquier: es un Semi-Dios, por lo que esta en una liga diferente a la mayoría de enemigos que ha derrotado.

-Te he subestimado, Caballero- vocifero despacio Triptolemos. -Quería reservar mis fuerzas para enfrentarme después a tus amigos, si es que logran sobrevivir, pero si quiero cumplir mi misión, tengo que pelear con toda la intensidad de mi Cosmos-.

-No subestimes a los Caballeros de Athena. Vencimos al ejercito de Hades una vez, y volveremos a hacerlo de nuevo- declaro Hyoga.

-Veo que Athena confía mucho en ustedes, y ustedes confían mucho en sus camaradas. Veremos cuanta de esa confianza permanece cuando el Caballero de Cáncer los traicione-.

-Mei nunca haría eso-.

-¿Estas seguro? Los Caballeros de Cáncer están más conectado a los muertos que a los vivos. Tú mismo has debido de ser testigo de la crueldad que tienen los de ese signo-.

-Puede ser así; pero Mei es diferente: él es un autentico Caballero de Athena. Un hermano de armas y de sangre. Le dejaría mi vida en sus manos-.

-Entonces tu vida terminará aquí. ¡Yo me aseguraré de eso!- El Cosmos de Triptolemos se elevo de golpe, generando fuego negro de su cuerpo que se expandieron por todo el templo.

Hyoga libero su aire frío con intensidad para apagar las llamas. Sabía de sobra que si las llamas rodeaban el campo, tendría desventaja a la larga por la temperatura. Aunque su aire frío era intenso, las llamas no dejaban de generarse, haciendo que el apagarlas fuera imposible, así que tendría que derrotar rápido al creador del fuego.

-¡Polvo de Diamantes!- Lanzó su técnica básica con todo el poder y aire frío que la técnica podría ser lanzada, dejando un rastro de hielo que apagaba las llamas a su paso.

-¡Fénix Oscuro!-.

A Hyoga le pareció ver las Alas Ardientes del Fénix de Ikki, ya que la técnica era muy parecida a la de su hermano, solo que el fénix generado era más grande y de color negro.

El fénix de fuego voló, haciendo temblar el suelo y las paredes de Antenora, extinguiendo con facilidad el aire frío del Polvo de Diamantes. Embistió con violencia a Acuario y lo elevo al aire, sus llamas quemando al rubio, pasando por los pequeños espacios vacíos de la armadura y quemando directamente su piel, antes de explotar en el aire.

Hyoga cayo con fuerza al suelo, su casco saliendo volando de su cabeza. Todo su cuerpo estaba adolorido por las quemaduras que sufrió. El poder del ataque y el dolor que le dejaron no podía compararse con ninguna técnica de fuego anterior que haya recibido.

Levanto un poco la cabeza, los mechones de su cabello cayendo a los lados de su rostro. Su oponente lo veía con un brillo de diversión cruel y una sonrisa en sus labios.

-¿Eso es todo, Caballero?-.
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N/A: Hasta aquí el capitulo. Largo pero justo, y ya entramos en la casi al final del arco donde concluirá la guerra contra Perséfone, donde casi todos nuestros Santos ya tienen oponentes que enfrentar y tendrán batallas difíciles. Como en dos, tres capitulos máximo, termina el arco y volveremos a DxD.

¿Qué les ha parecido este arco y las batallas libradas aquí en general? ¿Qué les parece los combates elegidos? Ikki vs Rada, Hyoga vs Tripto y Shun vs Atavaka.

Por cierto, la técnica que usa Radamantys en este capitulo es una exclusiva que él usa en Lost Canvas.

Con el capitulo, Mei derroto a Myu, que es de mi Espectros favoritos, así que quería darle una buena batalla. Ahora que todos lucharan la última batalla en el Inframundo, en el siguiente capitulo, Mei finalmente va a tener la respuesta de porque Perséfone tiene tanto interés en él, además que será un capitulo lleno de combates.

Se vio la reacción de Zeus ante Ares declarando una Guerra Santa, y que este no esta en el Olimpo, sino que se esconde en otra parte.

También un pequeño espacio para hacer una charla entre Shoko y Penemue, donde nos enteramos como la Cadre se volvió Caída y parece comenzar una amistad con Shoko, que será buena para ambas a la larga, ya una esta enamorada de Seiya y la otra caerá por el burro dentro de poco.

Sin nada más que decir me despido. Visiten y comenten el resto de mis historias por favor. CHAO.

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