Nerd 3: rey del tablero [+18]

By AxaVelasquez

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«Las mentiras terminaron, pero las obsesiones se multiplican». Sinaí cree ser la reina del tablero, y persegu... More

ADVERTENCIA Y ACLARACIONES
PREFACIO
Capítulo 0 [+18]
1: La Inocente
2: Definitivamente
3: Hoy lo siento
4: Un verano sin ti
5: Tres pecadores y una mentirosa
6: Volví
7: Happier
8: Freys y Mortem [+18]
9: Odisea [+18]
10: El tiburón y el mini demonio
11: Aysel Mortem
12: Beggin' [+18]
13: Liar
14: Llamado de emergencia [EDITADO]
16: Los ángeles de Poison
17: Quédate lejos
18: Obediencia
19: A los enemigos de Víktor Frey [+18]
20: Vas a quedarte
21: Desnudarte
22: La ocasión [+18]
23: I see red [+18]
24: Blanco y negro
25: Ella es el veneno
26: Problemática [+18]
27: Positions [+18]
28: Madrugada
29: Jaque mate
30: No soy celoso, pero...
31: Dama de cristal
32: Doce horas para el gambito
33: Apertura
34: El rey ahogado
35: La satisfacción de un ganador
36: Diáfano
37: De reina a peón
38: La persona en la vida del otro
39: Anillos de esmeralda
40: Misión gambito

15: Si tu ex es Axer Frey...

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By AxaVelasquez

Capítulo dedicado a:

Sinaí

—Entonces, ¿con quién vas a salir hoy? —me pregunta mi madre.

—Te lo diré cuando admitas que te ves con Lingüini cada que me descuido.

Mi mamá resopla, como siempre, mostrando cuánto le aburre mi trillada conversación, luego y vuelve a su plato de pasta con albóndigas para devorarlo mientras me ignora deliberadamente.

No sé por qué lo sigue negando cuando yo estoy tan segura de que están juntos. No he puesto cámaras de seguridad porque definitivamente no quiero ver eso. Ya tengo suficientes traumas.

No solo estoy segura de que sale con Lingúini porque Axer me lo dijo, no soy tan crédula. Lo descubrí por mí misma.

Sé que tiene citas, ella misma me lo dice cada que se arregla y me pregunta qué vestido ponerse entre diez opciones, solo para escoger el primero que se probó, ese con el que le dije que se veía perfecta pero ella insistió en que parecía una un bollo mal amarrado o una aceituna seca.

Lo que no admite es que sus citas son siempre con Lingüini, ni siquiera lo trae si estoy presente.

Pero sé que siempre sale con él. Es el único que siempre le regala ramos de rosas con tantas flores como años tiene. Ya le regalado tantos, uno por cada encuentro, que hay una habitación únicamente destinada a almacenarlos.

—Mamá, soy una persona objetivamente inteligente. Lo sabes, ¿no? Porque parece que asumes que me puedes engañar con trucos que solo funcionarían si yo tuviera diez años.

Ella pone los ojos en blanco y sigue comiendo.

—¿No lo vas a admitir? —insisto.

—¿Qué quieres que admita?

—Que sales con Lingüini.

—Ni conozco ningún Lingüini ni es tu problema, ¿o sí? No tengo que pedirte permiso.

Ahora soy yo la que resopla con fastidio. ¿Por qué tiene que ponerse a la defensiva cada vez que sale este tema?

—Mamá, en serio. ¿Por qué no confías en mí? Yo te cuento todo.

Mentira vil y descarada, por supuesto. No le cuento a mi madre ni el veinte porciento de lo que pasa en mi vida, pero eso tiene una explicación muy lógica: tengo la ligera impresión de que el resto es ilegal, y no quiero implicarla.

Pero al menos sí me tomo el tiempo y la molestia de inventar una historia aproximada y aceptable de todo lo que no le cuento.

—Mira, Sinaí —empieza a decir en un tono que conozco perfectamente. Es la manera en que dice «Voy a decir esto y será el fin del tema, no insistas»—. Si estoy saliendo con alguien o no es mi problema. Yo soy tu madre y seré tu madre en todo momento, pero mis «citas» prefiero dejarlas para mí. Ya hemos tenido malas experiencias en el pasado, no volveré a imponerte ninguna figura paterna. ¿Puedes entender eso o necesito presentarlo en una tesis para que sea admisible para tu brillante cerebro?

Yo ruedo los ojos por la pulla final, pero estoy sonriendo detrás de ese gesto.

De todos los motivos por los que imaginé que mi madre me mentía sobre Lingüini, jamás se me ocurrió que fuese para protegerme, que fuese consecuencia de los horrores de nuestro pasado todavía haciendo mella en ella.

A veces me olvido con demasiada facilidad de que ella vivió su propia historia de terror. Y sigue aquí, de pie y más fuerte que nunca, respaldándome en todo.

—Bueno —le digo—, cuando te sientas lista no me molestaría conocer a tu enamorado secreto. No tiene que ser una figura paterna para mí, tú eres suficiente, pero es lo justo. Yo te presenté a Axer.

—Al menos dame una pista de con quién saldrás hoy —me pide, ignorando con deliberación mis anteriores palabras, luego tragarse el refresco de un único y prolongado trago.

—Es humano —le contesto impertinente.

Ella me mira con cara de que me va a atravesar con el tenedor, pero lo deja estar por un momento mientras se sirve más Coca-Cola.

—¿Lo conozco? —indaga con el ceño ligeramente fruncido, ahora bebiendo de su vaso con mucha menos premura, más elegante ahora que ha saciado su sed o resuelto su atracón—. Es por eso que no me quieres decir, ¿no? Porque lo conozco.

—No lo conoces, mamá. No lo conozco ni yo.

Mi madre deja caer el vaso en la mesa con tal desgana que hace sonar los cubiertos contra los platos. Me mira, claramente esperando que le diga que es una broma.

—Es una cita a ciegas, lo conoceré en la cena —le explico para tranquilizarla, lo cual no parece dar ningún resultado gratificante.

—Sinaí Nazareth, así comienza al menos la mitad de los capítulos de La ley y el orden, ¿cómo pretendes que te deje salir?

—Bueno, ya soy mayor, y técnicamente yo me mantengo. Y a ti no te preocupa que me puedan secuestrar y atacar, solo te preocupa que quien sea con quien yo esté por salir no es Axer.

Mi mamá hizo gestos burlones repitiendo con voz aguda la última frase de la oración.

Podría decirse que mi mamá todavía no supera a mi ex. Influye un poco el que yo le haya dicho que terminamos por mi culpa, dejando a Axer en una excelente estima por parte de mi madre.

Sí, tuve que decirle a mi mamá que le fui infiel a Axer, el precioso ruso de la familia modelo que me llevó a una fiesta de disfraces en Halloween, luego a un viaje a Mérida con todo pago y posteriormente me declararía su amor alquilando una villa para mí y mi madre en las islas Turks and Caicos porque no quería vivir lejos de mí.

¿Qué más podía hacer? No quería dejar a Axer como un monstruo a ojos de mi madre diciendo que fue él quien me hizo daño, y no podía decirle «Bueno, Ma', resulta que me auto secuestré, y posteriormente suicidé, solo para obligar a mi novio a que me cediera todos sus bienes y así poder manipularlo, chantejearlo y hacer que nos trajera con él a la isla. Y solo por eso me terminó».

El momento en que me tocó contarle de la ruptura a mi madre fue cuando volví a la villa.

Había bajado del taxi con las maletas. Todavía me dolía la cara por la bofetada de Sophie, y el corazón por todo lo vivido con Axer y el inminente final de nuestra adictiva historia.

Me quebré en brazos de mi madre, y ella me consoló.

Le conté que Axer acababa de encontrarme la noche anterior siéndole infiel y que me dijo de maneras muy poco generosas lo irreparable que era nuestra situación, terminándome en rotundo. Eso sería un buen equivalente a la clase de mierda que me sentía.

Ella me abrazó, me consoló, me dijo que me amaba por sobre todas las cosas y que estaba orgullosa de ser mi madre. Me dijo que un error lo comete cualquiera y todas esas cosas.

Ajá, pero cuando me vio lo suficientemente estable como para no temer que me subiera al techo y me lanzara de él, empezó a disimular mucho menos su desagrado a mis acciones, aunque siempre con algún comentario burlón que aminorase el golpe.

Como cuando me preguntó si la persona con la que le fui infiel a Axer era también un joven apuesto, multimillonario, con un futuro prodigioso y brillante en la cirugía.

Eso, y tampoco pierde la oportunidad para dejar caer su opinión sobre mi facilidad para «pasar página». No quiere que me arrastre por nadie, pero cree que puede ser una señal equívoca que tan pronto luego de mi «error» se me vea libremente saliendo con otras personas, como si Axer no hubiese importado nada, como si no sintiera el más mínimo arrepentimiento.

Ella cree que él está en algún lado vigilando en silencio y con el corazón roto, y que solo quiere que le pruebe que lo amo a pesar de mi error y que estoy arrepentida y dispuesta a arreglar las cosas.

Puede que en parte piense eso porque el mes de renta de la villa que corre todavía lo están pagando los Frey.

Ojalá ella tuviera razón.

Ella no tiene todo el contexto. No sabe que esta ruptura no es reciente, que he esperado más de un año, que he intentado todo a mi alcance para que Axer me perdone, que recién me convenzo a mí misma de que puedo vivir sin él y debo hacer hasta lo imposible para demostrármelo.

Y sé lo que se espera de mí. Que diga que ya superé a Axer, que soy una mujer próspera y empoderada que jamás piensa en un hombre.

Supongo que fallé, aunque no me afecta, me fallo a mí misma a diario.

De todos modos, ¿quién empezó esa idea de que una mujer empoderada es necesariamente una mujer sin un hombre en su vida? ¿Quién determinó que estar enamorada te hace menos  merecedora del título de «mujer fuerte»?

No soy ninguna experta, pero supongo que la idea del feminismo es demostrar que una mujer «puede» vivir sin un hombre, no que «debe» hacerlo.

Sin embargo, nada de eso importa en mi caso. No pretendo ser un icono, ni un ejemplo, ni el estandarte de ningún movimiento reivindicativo. Quiero maldita paz, y no la estoy consiguiendo, aunque me miento a diario y parece que estoy bien con esta ilusión de que dicha sensación existe.

Mi abstinencia es horrorosa, y lo digo consciente de que llevo menos de un mes fuera de la casa de Sophie y de que antes había podido pasar hasta un año sin Axer.

Pero hay diferencias.

Antes estaba convencida de que lo mío con Axer no solo tenía arreglo, sino de que no estaba mal en lo absoluto. Tomé mi estadía en España como unas vacaciones, un espacio de mutuo acuerdo en nuestra relación. Viví plena sin Axer porque en definitiva no creí que existiera la posibilidad de no volver a verlo, o de sostener largas conversaciones con él que desvelaran nuestras noches, ni que acabarían esos besos fugaces que sabían a victoria.

No creí que fuese el fin, así que estaba en negación. Y siempre podía volver a los recuerdos pasados porque no dolían, no como ahora.

Estos días han sido crueles, han sido dolorosos. Me atiborro de trabajo para no pensar. Distribuyo mi tiempo de manera en que únicamente me encuentre en soledad con mi mente a la hora de dormir, y eso me ha llevado a tener que medicarme para conciliar el sueño, porque los desvelos me hacen darle vuelta a cosas que no puedo solucionar, me hacen querer revisar sus redes, nuestras fotos, nuestros recuerdos, y acabo llorando hasta el amanecer, preocupando a mi madre y perjudicando mi rendimiento durante el día.

Estaré bien, sé que sí. Pero no lo estoy ahora, aunque no esté del todo mal.

Tengo un título. Un excelente trabajo. Tengo una posición monetaria envidiable. Vivo en armonía con mi madre, quien es mi mejor amiga y está feliz con su relación secreta.

Cierto que tengo la desgracia de que una de las personas que más suele alegrar mi existencia o solucionarme la vida es Aaron, quien no solo es el ser que más ganas le tiene a Axer después de mí, sino que es el único al que no le veo las probabilidades en contra.

Cómo odio al muy maldito. Es una lástima que me caiga bien.

Todavía me debe la de Malcom, pero ese es otro tema.

Ya no se me dificulta socializar, no me odio al verme al espejo, solo al cerrar los ojos y recordar lo que hay debajo del reflejo, e incluso tengo una facilidad espontánea para coquetear.

No me cuesta nada salir con otros hombres, pero en general no permito que llegue a nada pues en cuanto noto el interés de ellos pierdo el mío de inmediato.

Si yo fuera psicóloga me diría a mí misma que, dado que en el pasado fui por tanto la fea, la nerd, la invisible, ahora consigo placer en demostrarme que puedo tener a quien quiera, sin realmente «quererle». Solo me interesa su deseo, su aprobación, y en cuanto lo consigo me doy por satisfecha.

Hoy será distinto. Voluntariamente quiero dar un paso más allá. Por mí misma. Por demostrarme que no dependo sexualmente de Axer Frey, y dejar las malditas excusas de una vez para realmente superarlo.

Sé que no es la manera de superar a un hombre, pero si existiera una manera oficial lo enseñarían sin duda en algún libro científico, y dado que no existe me tocará improvisar.

Y sí: usaré protección.

♟️🖤♟️

Seis horas más tarde...

Hay solo una cosa peor que no tener carro propio y que tu ex sea taxista: tener una emergencia médica y que tu ex sea Axer Frey.

—¿Hola? —contesta su voz al teléfono. Es él, lo sé, aunque suena confuso.

¿Sabrá que soy yo?

No es posible, ¿o sí?

¿Y ahora qué coño le digo?

Mierda, seguro va a colgar, mierda...

—¿Hola? —insiste.

Su voz me mata incluso cuando no está ordenándome que me desnude...

«Focus, Sinaí. Esto es serio».

—Hmm... Hola, yo... Hmm...

—¿Qué pasa? —le oigo demandar, directo y sin analgésicos en su tono. Ahora sin duda sabe que soy yo.

«Te odio, te odio, te odio».

—Es que... No sabía a quién llamar y...

—Esta es la línea de emergencia de Frey's empire, Nazareth, ¿estás bien?

«En perfecto estado, o al menos lo estuve antes de saber que contestarías tú».

—Yo estoy bien.

—¿Entonces?

—Es...

Me llevo la mano a la frente. Mierda, estoy sudando. No esperaba esto. Sin darme cuenta estoy pasando los dedos por mi cabello y... Vaya, sí que está hecho un desastre.

Al menos.

Estoy divagando, un hombre podría estar sufriendo gangrena en mi cama. Debo accionar profesionalmente.

—Oye, ¿podrías solo enviarme una ambulancia y olvidarte de que te llamé? —le pregunto a mi ex, a Axer la enfermedad de mi vida Frey, con la vergüenza incinerando mis mejillas.

—¿Dónde estás?

—En la villa de mi madre.

—Voy para allá.

—¡No! No es necesario que tú...

Cuelga, por supuesto. Es Axer Frey.

Maldita sea.

Estrello el teléfono contra el piso. Ni siquiera me preocupo por verificar si sobrevivió. No tengo tiempo para lidiar con esa maldita máquina de estrés justo ahora.

La ambulancia no tarda en llegar y una vez en ella todo empeora.

¿Y qué esperaba? No hay ninguna circunstancia en la que mi ex revisando el pene dolorido y erecto a perpetuidad de mi revolcón de una noche sea una situación remotamente agradable.

Axer se quita sus guantes y los tira antes de acercarse a mí.

Maldición.

Había olvidado lo irresistible que puede llegar a ser cuando recurre a la severa seriedad del médico que lleva por dentro. Había olvidado, o tal vez solo lo desplacé a un lado tolerable de mi memoria, cómo se ve con la bata, los lentes, el cabello hecho un desastre por las horas de guardia y esa camisa pegada a su pecho...

¿Yo me comí todo eso?

—¿Escuchaste una palabra de lo que dije? —demanda con reproche.

Sacudo la cabeza para espabilarme.

Coño 'e la madre, ¿qué habrá dicho?

Decido hacer lo que mejor me sale en su presencia: ponerme a la defensiva.

—¿Qué haces tú aquí? No eres paramédico —le recuerdo—. Para un cirujano debe ser humillante el simple hecho de ir en esta ambulancia.

—De hecho no soy cirujano, no todavía. Soy pasante, así que se espera de mí que me ensucie mucho las manos con todo lo «humillante».

—¿Por la experiencia?

—Y para la morbosa satisfacción de mis superiores. —Se encoge de hombros con tal despreocupación que considero que esté siendo honesto—.  No me quejo, ya me tocará a mí encargarme de los rituales de iniciación de otros.

—Temo por ellos —murmuro.

Él sonríe, no parece ofendido en lo más mínimo.

—Ahora, sobre tu caso...

—No es mi caso. —Siento el rubor subirme como hormigas que escalan a mi frente, así que volteo para afrontar la vergüenza—. Yo solo hice lo que debía hacer: notificar a emergencias.

—Ya —acepta Axer, mas su voz me sugiere un escepticismo que espero estar imaginando. Se acomoda los lentes y vuelve a su actitud profesional—. En mi opinión médica, tu amigo...

—No es mi amigo, y no necesito tu opinión médica, puede atenderle otro doctor —le digo bajando la voz al acercarme a él—. Te solicité explícitamente que no vinieras, solo necesitaba la ambulancia.

—De mi empresa.

—La empresa de tu padre, ¿no?

Sus labios sufren un espasmo extraño, como si estuviera aguantando las ganas de reír.

—Claro, habría sido mucho más agradable la situación de haber contestado mi padre.

—Vete al infierno.

Él relame sus labios, está muriendo por reírse y yo por golpear esa sonrisa.

—¿Qué? —inquiero con los ojos entornados. Considero lanzarlo por la ambulancia, y ni siquiera entiendo por qué.

—Antes disimulabas mejor, o tal vez yo era peor intérprete.

—¿Antes disimuaba mejor, qué?

Se encoge de hombros, pero no lo deja ahí, el muy desgraciado se atreve a ladear la cabeza y verme como a todo menos una paciente cuando dice:

—Lo mucho que te encanto.

Ahora soy yo la que ríe. Me tapo la boca para que el resto de los profesionales, y el desafortunado en la camilla, no lo noten, pero, vaya, cómo me hace gracia todo esto.

—Axer —aunque hablo en voz muy baja me aseguro de enfatizar cada palabra, cada sílaba—, estás atendiendo a un hombre con el que claramente tuve sexo. No nos hablamos hace semanas. No te creas...

—No, Nazareth, no me «creo» nada. Eres tú la que me idolatra.

Abro la boca de tal manera que siento que pronto voy a vomitar una carcajada.

—Tu ego es...

—Ya le conocías el tamaño, bonita, y dado que acabo de inspeccionar el otro al que te expones, entiendo por qué no superas el mío.

Se da la vuelta y me deja así, impotente y anonadada. Vuelve con el grupo de paramédicos, les habla con la misma concentración y tranquilidad de antes. De hecho atiende muy bien al paciente pese a las circunstancias.

Lo quiero matar.

Tal vez me precipito en mis deducciones, pero imagino que esta ha sido su manera de desquitarse por el hecho de que lo llamara para que atendiera el pene de un tipo con el que me he acostado. No me sorprendería, aunque siempre está la opción de que no sea así, de que él no hubiese premeditado ni una de sus palabras y que yo esté viendo movidas donde no hay tablero.

Y sin embargo... Lo quiero matar, punto.

♟️🖤♟️

Me levanto de la sala de espera de Frey's empire al ver a Axer regresar con un portafolio en las manos.

—Tu amigo...

—Por favor —lo corto con mis dedos masajeando mi entrecejo—, deja de decirle así.

Él asiente.

—Tu amante...

—Dejémeslo en amigo, ¿de acuerdo?

Él fuerza una sonrisa amable.

—Se recuperará —explica—. Fue una buena decisión llamar a emergencias al instante, aunque ahora que ha sido tratado no hay riesgo de gangrena. De todos modos, yo lo dejaría en observación unas horas más para estar seguros de que no habrá más complicaciones.

—Pero... ¿Qué le pasó?

Él me mira a los ojos a través del cristal de nuestros lentes.

No. No lo hagas. Deja de mirarme, Axer Frey. Deja de notar que existo o yo tendré que asumir que tú también lo haces, pero muy lejos de mí y de lo que alguna vez tuvimos.

Si entendió o no lo que sentí al mirarle, no da indicios de ellos. Está tranquilo y se dispone a responder al pregunta médica que le he hecho.

—Lo suyo es un caso de lo que se conoce como priapismo. Generalmente se produce al abusar de ciertos estimulantes, y en el caso de tu hombre, fue una leve sobredosis de esas mágicas pastillitas azules. —Cuando dice este, veo al diablillo arrogante brillar detrás de sus lentes—. Ya sabes, esas que suelen ser necesarias después de los cincuenta para mitigar la disfuncionalidad en actividades con las que seguro ya estarás familiarizada.

—¿Terminaste? —inquiero con mis ojos entornados.

—¿Yo? Desde luego, la pregunta es... ¿Sí alcanzó a terminar él?

—Axer —pronuncio con voz de amenaza. Lo salva que estamos tan rodeados de personas que podrían asistirlo al instante si me atreviera a clavarle su bolígrafo en la oreja.

Él sonreí, es una curva muy sutil, pero honesta. Estaba disfrutando de incomodarme, pero no de manera sádica. No puedo ni describirlo, simplemente... Está sonriendo de verdad.

—Se recuperará —añade en un tono más pacífico—. No hubo complicaciones de ningún tipo, pero deberías ir a verle. Le hará bien en esta situación, se siente evidentemente humillado, y hasta castrado. Tuve que inyectarle en...

—¿Lo hiciste tú?

Axer cierra el expediente y me mira con mucha menos amabilidad que hace un momento.

—¿Dudas de mi competencia o profesionalismo a la hora de operarle el pene a tu amante?

—Amigo —corrijo.

—No fue lo que te pregunté.

—No tengo que seguir con esto.

Doy un paso, el primero para alejarme de él y todo lo que se le relacione, pero me sostiene el codo.

Nos vemos por un tenso segundo, pero con una mirada de soslayo acaba por recordar en dónde estamos y lo que debería estar haciendo él, así que me suelta y carraspea, mirando lejos de mí al decirme:

—Solo dime una cosa...

—Sí —corto y me volteo en su dirección, aunque él sigue de espaldas—. Fue bueno. Y sí, yo quedé satisfecha.

Él ríe por lo bajo y niega con la cabeza. No le veo el rostro, pero vaya que me lo imagino.

—De hecho, yo iba a preguntar si tenías la noche libre.

—Jódete —digo antes de ir por mi flácida víctima en la sala de urgencias. Y a pesar de mis palabras, me muerdo la mejilla para que no se note que muero por sonreír.

~~~

Nota:

Ains, ya quería que leyeran este capítulo.  Yo me reí muchísimo escribiéndolo, no me imagino la vergüenza de Sinaí de que justo el día que decide acostarse con otro tipo le suceda ESO.

Si algún día piensan que tienen mala suerte, recuerden este cap.

Ahora... ¡¿CÓMO ES ESO QUE AXER LE PREGUNTÓ A SINAÍ QUE SI TENÍA LA NOCHE LIBRE, KESTAPASANDOOO?!

¿Vieron que hemos tenido tres capítulos en menos de una semana? No era mi plan original, pero es que han estado tan activos en comentarios que me llenan de hype. Gracias por seguir apoyando esta historia 🖤🤍

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