NO TIME TO DIE โ”€โ”€ levi ackerm...

By sugurusouls

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๐๐Ž ๐“๐ˆ๐Œ๐„ ๐“๐Ž ๐ƒ๐ˆ๐„ | ๐Ÿƒ๐Ÿ“– โš”๏ธ โ Y cuando debas empezar de nuevo, quema todos los archivos, olvida tus v... More

s. โ”€โ”€โ”€ NO TIME TO DIE
SOUNDTRACK + graphic area
p. โ”€โ”€โ”€ fragile and heavy like skin
BOOK ONE. โ”€โ”€โ”€ RELUCTANT VISIONS
a.1 โ”€โ”€โ”€ just a kid
a.2 โ”€โ”€โ”€ emerge

a.3 โ”€โ”€โ”€ poor marionette

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By sugurusouls

───⸸───

NO TIME TO DIE. article 3

poor marionette 

───⸸───

Fabian había olvidado esta sensación.

Suspiró de placer cuando los labios de su compañero descendieron por su cuello. Se aferró a los cabellos castaños frente a su rostro y enredó sus dedos entre ellos.

—Estás muy desesperado hoy —observó, con una sonrisa divertida.

—Cállate —le reprendió Vladimir, empujando a Fabian contra el muro tras su espalda, volviendo a besar sus labios para brindar más peso a su orden.

Fabian estaba en trance. La habitación pareció aumentar más de treinta grados en un segundo, mientras se entregaba furtivamente a la sensación de paz y éxtasis que el contacto con Vladimir le brindaba.

Ese sonido casi silencioso de sus labios acariciándose, su mano entrelazándose con la suya y sus alientos combinándose con lentitud.

—Te extrañé mucho —inició Vladimir, sonriendo entre la timidez y la sinceridad—. No hemos tenido tiempo para nosotros desde la última expedición.

—Yo también —dijo sin más, concentrado en los labios del otro. Sus manos tomaron sus mejillas con delicadeza y rozó sus labios con lentitud.

Si alguien le hubiera dicho que, inesperadamente, tendría sentimientos por Vladimir Sokolov y que aprovecharía cada oportunidad para escabullirse como un adolescente, definitivamente se habría echado a reír. Seguramente Minerva se los recordaría por el resto de su vida si acaso lo descubría.

Pero existía una característica muy particular de su relación con Vladimir: era furtiva, divertida, fugaz, efímera. El compromiso no existía. Los sentimientos ardían con una pasión incontenible; pero podrían apagarse tan rápido como él quisiera.

—Alguien podría vernos —murmuró, escandalizado cuando las manos de Vladimir lo tomaron por la cintura. Éste negó con la cabeza.

—Puse el cerrojo —explicó, relajando al hombre de los ojos verdes.

Bueno, eso pensaba él.

—¡¿Qué carajo....?!

Fabian soltó a Vladimir, quien se echó hacia atrás. Ambos giraron sus cabezas y observaron con pánico a Virginia ahí de pie frente a ellos; con el sonrojo cubriendo sus mejillas y una mirada de sorpresa.

—¡Perdónenme, debí haber tocado antes de abrir, me voy!

Entonces azotó la puerta nuevamente. Ambos hombres se miraron entre sí. Jadeante, Fabian soltó una risita y se acomodó la chaqueta y el cabello.

—Creo que acabamos de traumar a Virginia de por vida —observó, divertido.

Vladimir tragó saliva, pero sonrió finalmente.

—Le debemos una disculpa... ¿deberíamos ir tras ella?

La mano de Fabian cayó sobre los mechones oscuros de Vladimir y lo acercó una última vez a sus labios. Sonrió al separarse del beso y se alejó hacia la salida.

—Deja que pase la reunión con Zackly y se lo explicaré —aseguró.

OOO

Oh, Fabian y Vladimir. Eso... explicaba algunas cosas, realmente.

Virginia ocultó sus mejillas entre sus manos, aún sonrojada y con sus labios sellados en una fina línea.

No estaba asustada, pero se sentía... traicionada. Sabía de las preferencias de Vladimir, y también sabía que Fabian era un galante que amaba las aventuras, sin importar quién se las diera. Pero esto... eran sus compañeros, uno más cercano que el otro, y ninguno lo había mencionado.

¡Así que por eso me dejó arriesgar su vida para conseguir una cita con el Capitán Levi!, ese maldito; pensó en Vladimir. Ganas de darle un puñetazo no le faltaban.

—Virginia —le llamó Olivia. La muchacha realizó el saludo de la Legión al encontrar a su superior—, ¿has visto a Fabian y a Vladimir?

—Nooo... no los he visto —respondió, sonrojada. Olivia ladeó la cabeza al notar su comportamiento. Era muy raro ver a Virginia avergonzada por cualquier cosa, solía ser más tranquila e impasible.

—El juicio está a punto de terminar, el Comandante Erwin y el resto están dentro. Han cedido a Eren —anunció, en sus facciones se notaba una especie de alivio. Virginia asintió con entusiasmo ante la noticia.

Obedeció y siguió a Olivia al interior de la corte. La Legión de Reconocimiento y la Policía Militar tuvieron una pequeña disputa por la custodia del chico capaz de transformarse en titán: Eren Jaeger.

Desde su aparición el nerviosismo estaba presente en la boca de su estómago. El apellido del joven, Jaeger... Virginia conoció a su padre, Grisha, antes de irse de Shiganshina. Por ende, la muchacha no entendía enteramente la historia detrás de su aparición, sin embargo estaba convencida que en la Policía Militar, el chico no duraría ni una semana: estaban preparados para acabar con su vida. Erwin Smith debía estar un poco fuera de sí para ir en contra de la división militar más cercana a la realeza y por ende, la más corrupta.

Por suerte para él, eso no pareció ser un problema.

Virginia chasqueó la lengua al observar a la Policía Militar ahí congregada. Sonrió con ironía y siguió a Olivia hacia su lugar correspondiente, al otro lado del juzgado.

—Ojos muy abiertos —le dijo su capitana. Virginia asintió y se quedó callada detrás de ella.

Observó a su alrededor. La Legión, la Policía y algunos miembros de la nobleza estaban ahí al igual que la Tropa Estacionaria. Virginia sintió un vuelco en el corazón al darse cuenta de dos cosas. La primera: Annastasia Läckberg la estaba mirando directamente a los ojos con una expresión en lo absoluto halagüeña.

Incómoda, la ignoró. Olivia tenía razón... Annastasia estaba viva. La noticia no la alarmó tanto como esperaba, solamente reforzó un miedo que ya sentía en el principio de su garganta. Un evento imprevisto, fuera de sus predicciones, que definitivamente complicaba su posición.

Su relación con la segunda persona que vio.

En los banquillos destinados para la nobleza, ahí estaba. Sentado un poco apartado del resto de nobles. Maldijo en su cabeza. ¿Por qué está aquí? Maldito sea, él y toda su familia de mierda.

Por la puerta, Fabian entró junto a Vladimir. El escuadrón de Olivia, completo, se colocó detrás de ella, el hombre alto ocupando el lugar junto a su amiga.

—¿Ocupado? —preguntó la muchacha sarcásticamente. Fabian rió entre dientes.

—Hay una buena explicación, te lo aseguro.

—Está bien. Puedes decírmela después del juicio.

—Me parece perfecto —comentó con una sonrisa encantadora.

A veces Virginia se preguntaba qué haría sin Fabian u Olivia. Ese pensamiento reemplazó el ligero sentimiento de decepción que la abordó cuando descubrió su especie de secreto.

—Solo añadiré, que para ser algo tan privado, no se esfuerzan mucho por ocultarlo —dijo, haciendo reír a su amigo, gesto que correspondió por lo bajo. Los ojos de Virginia cruzaron por accidente con los de Annastasia al otro lado de la sala, parecía juzgarla llena de resentimiento, y la mayor se sintió culpable por siquiera reírse en presencia de ella.

Se quedó en silencio aguardando que sus compañeros se acercaran.

La sala se fue vaciando poco a poco. Eren fue escoltado por miembros de la Legión, entre los que se encontraban Olivia, Erwin y Levi. Al resto les habían encargado quedarse ahí, cosa que molestó a Virginia. A veces le gustaría ser capaz de participar en las reuniones secretas de la Legión; codearse con Erwin Smith, Mike Zacharius y el Capitán Levi. Desafortunadamente no confiaban mucho en ella, cosa que a veces no sabía si le importaba en verdad.

—Oye, hermana.

La mujer se dio media vuelta, sorprendida por el llamado. Ni siquiera tuvo tiempo de ver quién le hablaba cuando un puñetazo aterrizó en su nariz, tirándola al suelo debido al impacto.

La sala se llenó de alboroto. Fabian maldijo mientras intentaba alzar a Virginia, aún aturdida, del suelo. Vladimir se aproximó hacia la agresora y la detuvo con fuerza.

—¡Te odio! ¡Te odio, espero que te mueras un día de estos, en verdad! ¿¡Cómo pudiste, maldita perra?! ¡¿Cómo pudiste dejar a papá solo, a Fiona, a mí...?! ¡Espero que tengas una muerte horrible, una mierda como tú no merece más que eso!

—¡Annastasia, cálmate! —gritó un joven de cabello rubio junto a Vladimir. intentando tranquilizar a la adolescente.

Virginia se sentó a duras penas en el suelo. La sangre corría a borbotones por su nariz. Le punzaba como un segundo corazón. La cabeza le dolía y lo único que quería era salir de ahí.

—¡Di algo! ¡Di algo, maldición! —exigió la menor. Sus ojos se llenaron de lágrimas, incapaz de hacer algo más al tener a Vladimir sosteniéndola fuerte por los brazos.

Virginia se limpió la nariz de la cara con un movimiento tosco de su mano.

—¿Terminaste?

Annastasia contuvo un sollozo fuerte. Virginia, por su parte, se puso de pie con ayuda de Fabian, y se sostuvo de él para recuperar el equilibrio.

—No vuelvas a tocarme —exigió, aún en tono tranquilo—, solo para que lo sepas: yo no tengo hermanos, así que tú y yo no tenemos relación y es mejor que se quede así. Tu apellido es... una desafortunada consecuencia.

Las palabras de Virginia le picaron en la boca, se sintieron igual de dolorosas que como lucía el rostro de Annastasia, descompuesto y lleno de lágrimas. Sus ojos enrojecidos la miraron con absoluta tristeza mezclada con odio, mientras Virginia se daba la vuelta y se alejaba de la habitación con ayuda de Fabian.

OOO

—Mi pañuelo está completamente lleno de sangre —observó Fabian, separando el trozo de tela de la nariz de Virginia. La mujer se permitió, en la única presencia de su amigo, empezar a llorar. Fabian suspiró y, con tristeza, se inclinó hacia Virginia y recargó su frente en su pecho, dándole privacidad.

—¿Estuvo mal? —quiso saber ella.

—Estuvo perfecto.

—Ella me odia. Siempre lo va a hacer, no importa lo que haga o lo que diga... —sollozó ella, Fabian la atrajo con más fuerza y le besó entre sus cabellos.

—Nunca importó eso para ti. Sabías que tus decisiones iban a causar que te odiara —le recordó.

Virginia ejerció un silencio prolongado entre ellos antes de llorar de nuevo.

—¡Me odio, Fabian...!

—Todo va a estar bien, te lo prometo —aseguró él, ocultando a Virginia mientras ella continuaba sollozando.

El jardín trasero del juzgado estaba solitario. Nadie pasaba por ahí a menos que hubiera una buena razón para ello. Fabian pensó que ese era un lugar mejor que el que Vladimir y él eligieron para esconderse.

—Soldado Schwartz, ¿le importaría darme un tiempo en privado con la señorita Läckberg?

Fabian enderezó su cabeza y encontró ahí al hombre que Virginia vio en la zona de la nobleza en el juicio. La muchacha se secó las lágrimas con el dorso de sus manos y se separó del pecho de Fabian.

Soldado Läckberg —corrigió, a la defensiva.

Kaelus Alistair sonrió fingiendo disculpa, entonces se inclinó ligeramente hacia el frente en señal de respeto.

—Mis disculpas, soldado Läckberg. Necesito hablar con usted en privado.

—Eso es imposible. Me temo que tendrán que charlar conmigo presente —intercedió Fabian. La muchacha le tomó del brazo fuerte.

—Fabian, gracias. Pero el joven Alistair tiene razón: necesitamos hablar en privado.

Fabian presionó la mandíbula, pero asintió con la cabeza.

—Con cuidado —pidió, antes de despedirse respetuosamente (de una manera igual de irónica que Kaelus Alistair) y se alejó del jardín, de vuelta a la sala del juicio.

Kaelus Alistair se acercó a Virginia y se sentó junto a ella en el banco sobre el que estaba sentada. La mano del hombre tomó con delicadeza el rostro de la muchacha; Virginia sintió prepotencia en el agarre, a pesar de su ligereza.

—No está rota. Estará bien para mañana en la mañana —inició—. ¿Qué fue lo que pasó?

—Me golpearon —dijo secamente, echando su rostro hacia atrás y dejando caer la mano de Kaelus en su regazo.

—Qué desafortunado —observó, con una media sonrisa—. ¿Fue tu hermana pequeña, verdad?

Virginia tragó saliva.

—Yo no tengo hermanos.

—El apellido Läckberg es muy raro dentro de estos muros —puntualizó el hombre, pensativo.

—Sí, al igual que Alistair —replicó—. La única diferencia es que el tuyo tiene prestigio, es un apellido noble. Yo solo soy una chica pobre de Shiganshina.

—...Shiganshina —exclamó Alistair con tranquilidad—. Es verdaderamente triste lo que sucedió ahí... mucha gente murió.

—Toda mi familia murió en Shiganshina.

—Virginia, creo que nuestra relación es lo suficientemente íntima como para dejar de mentirnos. ¿Qué piensas sobre eso?

—No le estoy mintiendo —susurró ella, ante la mirada divertida de Kaelus Alistair.

—Yo no soy la corona, Virginia. Tampoco soy Kenny... no tienes que ocultarme secretos.

—Precisamente, porque no eres Kenny —respondió, enfadada—. No tengo hermanos, Kaelus. Lo que quieras hacer con esa información es tu problema. Yo he terminado aquí.

Virginia se puso de pie, alejándose del hombre. Virginia sintió que podía respirar nuevamente.

—Tarde o temprano —inició Alistair—. Sabes lo que va a pasar, Virginia. Tarde o temprano, lo que has estado intentando ocultar va a estallar frente tuyo. Yo me preguntaría si vale la pena arriesgarme tanto por una persona que me odia de la manera en la que la pequeña Annastasia lo hace. Si yo fuera tú, intentaría salvarme a mí mismo primero.

Virginia sonrió con cinismo. Giró ciento ochenta grado para encarar a Kaelus Alistair.

—Cuando todo se salga de control... recuerda mis palabras, Alistair. Voy a ir por ti. Y desearás no haberte metido conmigo.

El hombre sonrió complacido con la respuesta.

—Lo estaré esperando entonces.

Virginia siguió con paso lento hacia la salida, hasta que Kaelus habló nuevamente.

—Lo olvidaba... al salir de este juzgado un par de amigos míos estarán esperándote. Considéralo un incentivo para decir la verdad la próxima vez que nos veamos...

—No toques a Annastasia —siseó Virginia, aturdida. Kaelus sonrió, sabiendo dónde picar a la joven para sacarla de sus casillas y enfadarla.

—Si cooperas con mis amigos, no tocaremos a Annastasia. Es una promesa —aseguró.

Virginia sabía que Kaelus no mentiría en algo como eso. Respiró profundamente y se dirigió a la salida, consciente de la paliza que se le venía encima.

OOO

La mano derecha le punzaba. Incluso sus nudillos se habían tornado morados, todo a causa del puñetazo que le dio a Virginia.

—Esto es una mierda —maldijo la muchacha entre lágrimas, sus manos enjuagaron las nuevas gotas que descendían por sus mejillas—. La odio, la odio tanto...

Sus palabras se detuvieron abruptamente cuando Armin se inclinó frente a ella y tomó su mano derecha. Sus ojos no se encontraban, la mirada del chico estaba posada en los nudillos morados de Annastasia.

—¿Te duele? —quiso saber, Annastasia asintió y apartó la mano—. Lo siento. Debería quitarse el color en un par de días.

Armin se sentó junto a Annastasia frente a una de las hogueras donde se incineraban los cuerpos de los soldados caídos en Trost. Las pérdidas habían sido grandes, para unos más que otros; para Jean Kirschtein, por ejemplo, pues Marco, a quien consideraba su mejor amigo, ahora estaba muerto.

—Esa mujer... —inició Armin lentamente, Annastasia se sorbió la nariz y miró hacia el frente. Las llamas rojas se reflejaban en sus ojos azules, hacían énfasis en un dolor perceptible en su mirada, en sus ojos enrojecidos por el llanto.

—Es mi hermana... —musitó—. O eso creo... Fiona solía dibujar una mujer, es ella: mismos ojos, misma nariz, mismo cabello...  creo haberla visto alguna vez con la Legión cuando pasaban por Shiganshina... pero no hablaban mucho de ella en casa; me enteré que se fue antes de que yo naciera y cuando mamá murió, que nos abandonó... que me abandonó —finalizó, pegando sus rodillas en su pecho.

—¿Solo se fue así, sin más? —inquirió Armin, pensativo. La existencia de una hermana mayor de Annastasia era algo que desconocía. Su amiga nunca hablaba al respecto y, a decir verdad, apenas y conocía a su padre. Igsem Läckberg era el dueño de la imprenta en quiebra de Shiganshina. Le había permitido ojear algunos de los libros viejos que tenía. Pero... nada más.

—Es lo que todos dicen —insistió Annastasia—. Lo que hizo es imperdonable Armin: abandonó a su familia. Se fue. Dejó a papá solo cuando más lo necesitaba...

Armin se quedó en silencio. No sabía qué decir. Era una historia imprevista y difícil de asimilar.

—¿Por qué no me lo dijiste antes? —quiso saber. La chica se sorbió las lágrimas nuevamente.

—No es algo que me guste compartir, honestamente. Además, no necesito a alguien como ella... yo ya tengo familia —sentenció. De repente el dolor causado por ver a Virginia era diferente. Más ligero.

Armin le sonrió con debilidad.

—Estoy preocupado por Eren —expresó el rubio—. Mikasa está peor.

—Yo también —admitió la chica—. Pero, sinceramente, es mejor que la Legión lo tenga, en lugar de la Policía Militar...

—Lo sé. —Armin bajó la mirada—. Con él ahí, es más fácil tomar una decisión.

Annastasia asintió. Los tres jóvenes sabían adónde se dirigían sus pasos. Sabían la decisión que debían tomar.

—Chicos... ustedes ¿ya saben a qué división se irán? —preguntó Jean acercándose a ellos—. Yo ya lo sé... ¡me uniré a la Legión de Reconocimiento! —anunció, tomando con fuerza su puño derecho y comenzando a sollozar.

Hola amiwos!! Este capítulo fue planeado para subirse la semana pasada pero pasaron cosas 😔🙏🏼 una disculpa jeje

Pero volvimos!! También me gustaría hacer un disclaimer porque este capítulo no me gusta mucho PERO ES IMPORTANTE OK y no tengo tiempo (ni ganas ok) de reescribirlo, necesito avanzar para escribir las cosas que de verdad quiero sjdkdk

Aún así espero que les haya gustado!!! Se revelaron muchas cosas importantes sobre Virginia y su relación con Annastasia, y nos acercamos poco a poco a la primera expedición 😼

Enfin es todo, espero que les guste, nos vemos muak muakkk 💙💙💙💙

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