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-Elián-
Al empujar la pesada puerta de madera sin picaporte, se encontró con el inicio de una deteriorada escalera y mas allá de ella, oscuridad absoluta.
Se le pusieron los vellos de punta con el simple hecho de haber abierto aquella puerta, sentía que lamentaría lo que acababa de hacer. El aire se sentía pútrido y sofocante al respirar, podía oler el oxidado olor de la sangre vieja y algo desconocido.
Se acercó al soporte de cámara que había instalado y lo grababa en el proceso de desnudar y abrir la puerta del pasadizo.
—Bueno, chicos. Creo que hemos encontrado algo bastante turbio e interesante, ¿qué les parece si bajamos a investigar? —preguntó parado frente a la lente de la cámara con el celular en la mano, listo para empezar a leer los comentarios de sus fans.
Estos pasaban con demasiada rapidez y solo alcanzo a leer unos cuantos:
"No bajes, se ve tenebroso".
"Que miedo".
"Buuuu👻👻👻".
"Hay algo detrás de ti😲😨".
"Baja baja baja baja".
"Hazloooooo".
"Queremos veeeeeerrrrr".
Algunos le causaban risa, otros lo ponían nervioso con sus bromas y los pocos que se preocupaban por su bienestar le daban cierta calidez que no pensaba admitir ante nadie. Pregunto por simple compromiso, sin importar sus respuestas iba a bajar a revisar, lo que el creía, era algún tipo de sótano escondido.
—Como la mayoría lo esta pidiendo... ¡bajaremos! con forzada alegría en su tono y una falsa sonrisa en su rostro, se obligo a ocultar su nerviosismo, había algo instintivo que le gritaba que corriera lo mas lejos posible, pero su curiosidad e impulsividad podían mas que su retorcida y casi inexistente auto-conservación.
Dejo el soporte de cámara grabando la entrada del sótano, preparado con una pequeña cámara y linterna en mano, empezó a bajar lentamente las escaleras con piernas temblorosas y el sudor bajándole por la espalda de los nervios.
Apenas podía ver algo con su linterna, era peor que cuando entraron por primera vez a esa mansión. La oscuridad parecía no tener fin, tenia miedo de tropezar con algo en su bajada pero tampoco quería mantener la mirada gacha, el solo imaginarse alzar la vista y encontrarse con algo escalofriante frente a sus narices le hacia helar la sangre.
No tardo mucho y parecía haber llegado al final de la escalera, se quedo al pie de esta mientras hacia una toma panorámica de aquella escalofriante oscuridad.
Su cámara en modo visión nocturna no capto nada extraño desde donde estaba parado, no había signos de alguien encerrado como comúnmente aparecía en las películas, tampoco había ratas, algo bueno porque las odiaba y no pensaba dar otro paso si las alcanzaba a ver.
Se paseo un rato por el área mas cercana a las escaleras, grabando las paredes o el piso, esperando encontrar símbolos o marcas que indicaran para que se uso esa habitación. No logro descubrir nada interesante o informativo, por lo que no tuvo mas opción que aventurarse mas adentro en el aterrorizante cuarto.
Se arrepentiría por completo de ello.
Sus instintos estaban como locos, instándole a salir lo mas rápido posible ahí.
Dando pequeños respiros para evitar sentir por completo aquella peste que le irritaba los ojos, se tranquilizo y dio ánimos para continuar su tortura autoinfligida. Decidió seguir grabando las paredes y pisos de toda la estancia, para después pasar al centro del lugar una vez terminado.
En las esquinas del sótano encontró un patrón de símbolos que había tomado por simples grabados de pared antes, no sabia su significado, pero le daba escalofríos, tenia el presentimiento de que su propósito era oscuro, ya que fueron escritos con sangre humana o animal. El color de la sangre era marrón oscuro, casi negro, significaba que hace años que nadie entraba a ese lugar.
Paso su mano lenta y suavemente por los símbolos, se sentía áspero contra las yemas de sus dedos.
—Esto me parece extraño y no tengo ni idea de para que es. —admitió Elián con pesar en su voz —Sinceramente, me da un poco de repelús este lugar.
Continuo paseándose por la estancia hasta llegar al centro de esta, examinó el piso cubierto de una gruesa capa de polvo, moho y huesos de roedores. A simple vista no parecía haber nada raro, pero conforme mas lo veía, mas creía ver marcas en la madera.
Se puso de cuclillas con cámara y linterna en mano, apuntando directamente al piso.
—Esto es muy creepy, no puedo ni siquiera imaginarme que había aquí antes de que se llenara de tanta suciedad. —acerco su mano lentamente al piso de madera, pasando sus dedos y raspando con sus uñas las extrañas formas.
Sin darse cuenta, los comentarios del directo empezaron a pasar cada vez mas rápido, advirtiéndole sobre tocar sustancias desconocidas en una casa embrujada conocida por ser usada para rituales satánicos. Esa había sido la regla numero tres que el Creepy-Team les había inculcado a sus seguidores, no toques nada en un lugar embrujado, puede tener energía maligna y hacerte mucho daño. Eso por supuesto seguido de la regla numero dos, nunca vayas solo a una exploración paranormal y la regla numero uno, nunca hagas una exploración paranormal, no importa cuan experto creas que seas.
Elián actuaba demasiado extrañamente, es como si todo lo que había aprendido a lo largo de los años lo hubiera olvidado en un instante.
No era normal.
Y sus seguidores se habían dado cuenta de ello.
—¡Ay! —el grito de Elián asusto en sobremanera a su seguidores, tenían tanto miedo de que algo pudiera pasarle a Ghosty. —Qué torpe soy, no puedo creer que esto me haya pasado.
Elián se había cortado el dedo con un clavo sobresaliente de la madera. La sangre roja y caliente goteo lentamente de las yemas a las marcas en el suelo.
Fue el peor error que pudo haber cometido.
El aire se empezó a sentir cada vez mas pesado, la oscuridad ya presente en la habitación parecía ser palpable.
De un momento a otro, la puerta del sótano se cerro de golpe y la transmisión empezó a fallar, el vídeo se cortaba cada pocos segundos y no tenía sonido alguno.
Elián parecía no haberse dado cuenta de su situación, seguía embelesado mirando el suelo de madera, sus ojos se veían nublados y desenfocados, sus movimientos eran pausados y débiles.
Las cámaras, tanto la que grababa la puerta del sótano como la que sostenía Elián en su mano, dejaron de transmitir. Su walkie talkie se había vuelto loco, se apagaba y encendía, hasta que dejo se funcionar.
La linterna de mano y la lampara en su cabeza titilaba. Cada vez que la estancia quedaba en plena oscuridad las marcas en las paredes y piso parecían brillar en rojo sangre con macabra intensión.
Elián empezó a sentir un ligero picor en todo el cuerpo, haciéndose cada vez mas insoportable, al punto de sentir un agudo dolor recorriéndole de pies a cabeza.
No sabía que le estaba pasando, no recordaba que es lo que estaba haciendo y eso le asustaba.
Un grito de absoluto pánico y pavor le desgarro la garganta.
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