-Empezamos bravas -comenta el director-. Te voy a cobrar alquiler de tantas veces que vienes a mi despacho.
-Profesor -le llama la atención McGonagall-, está aquí por la agresión a un alumno de mi casa. Compórtese, por favor.
-Ese alumno está en ese grupito que no deja de molestar a cualquiera que habite este colegio -defiende Slughorn, el jefe de mi casa-. ¿Ya olvidaste lo que hicieron al joven Lovegood?
-Los de Slytherin sois todos iguales, siempre tenéis la excusa ideal para cualquier situación.
-Sé que la violencia no es la solución, al menos la mayoría de las veces. Si se llega a ella, es por algún motivo -Dumbledore se levanta de su silla y abre la puerta-. Ahora, compañeros, salgan de mi despacho. Les mantendré informados de cualquier novedad.
Los profesores salieron y nos quedamos los dos solos.
>>¿Y bien? -se sienta en su silla-. ¿Qué ocurrió?
-Son motivos personales -respondí.
-Te recuerdo que para mi no hay secretos -sonríe-. Sé quien es tu pareja, sé quien es tu amigo, y también sé quien es el señor Pettigrew.
-No me gustó lo que dijo.
-Te metiste en la clase que no te correspondía y, por si fuera poco, le lanzaste a Peeves encima.
Flasback
Nos juntamos Slytherin y Gryffindor en clase de Pociones. No sé a qué genio se le ocurrió poner juntos a los rivales de toda la vida.
Me senté con Severus y Regulus, y de paso se unieron sus amigos. Os preguntaréis: si van un curso por debajo, ¿por qué están en la misma clase que Severus?
Pues muy fácil, para ver al culpable de todo esto. Después de burlarse de mi por intentar leerles la mente y de mucho insistirles, terminaron diciéndome que es Pettigrew.
-¿Seguro que no os pillarán? -pregunta Snape.
-No te preocupes -responde Regulus-, solo venimos a observar. ¿Te queda claro? -me miró.
-Que sí, que sí -resoplé-. No voy a hacer nada.
Igual me puse nerviosa, amenazante e ideé en mi cabeza trece planes de como matar a esa mierdecilla, por eso Regulus no me dejó salir de la habitación hasta que juré que no haría nada. Pero crucé los dedos mientras se lo prometía.
-Ahí llegan -avisa Avery.
Les miramos fijamente porque no se iban a incomodar. Están acostumbrados a ser el centro de miradas... todos menos Pettigrew que no le molaba tanto. Este se giró hacia nuestra mesa y comenzó a temblar cuando se dio cuenta que Regulus estaba ahí. El muy idiota no sabe que soy la única persona a la que debe temer en este momento.
Apenas un segundo antes de que Slughorn entrara por la puerta, me cambié de mesa y me senté al lado de la sucia rata.
-Hola hijo de puta -saludé-. ¿Qué te parece si me cuentas todo?
-No sé de qué me hablas -me esquivó.
-No me iré de aquí hasta que me digas porqué te metiste en mi habitación transformado en Regulus y nos lanzaste un confundus. Seré tu peor pesadilla.
-¿Esta qué hace aquí? -habla Potter-. Es la novia de tu hermano.
-Se aburriría de él -dice Sirius.
-Responde ya -volví a hablarle a Pettigrew.
Slughorn entró en el aula y comenzó la clase. Peter estuvo nervioso porque no dejé de mirarle con mi cara pegada a la suya. Entonces decidió escribir una nota.
Quería besarte.
-Se lo voy a decir a Regulus.
-No, por favor. Si se entera me mata -suspira- Cuando entré estabas dormida. Hice ruido con la puerta al salir para que te despertases y vieras todo -susurra para que no le oigan sus amigos-. Pensé que si te enfadabas con Regulus, tendría alguna oportunidad.
Entonces cogí mi varita y empecé a lanzarle hechizos, él se defendía. La clase se revolucionó por completo, incluso Peeves y la señora Norris entraron para ver la pelea. Todo paró cuando Horace nos desarmó.
-Esto es intolerable -dijo el profesor.
Sus amigos se acercaron a él para sujetarlo porque estaba mareado, pero pudo fingir sabiendo lo buen mentiroso que es.
-¡No quería hacerlo, de verdad!
Y Regulus junto a sus amigos me sujetaron porque iba a empezar a lanzarle calderos a diestro y siniestro.
-Estas de coña.
-Fue sin querer.
Esa excusa de mierda me hizo sacar fuerzas de donde no las tenía. Me zafé del agarre de todos y cogí lo primero que tenía a mano: Peeves. Le sujeté por la pierna y se lo lancé a Pettigrew como si fuese una bola de beisbol.
-¡Esta te la guardo, cabrón!
Fin Flaskback
>>Debo admitir que hay que tener buen dominio de la magia para sujetar a un Poltergeist por el pie y lanzárselo a alguien.
-¿Podría decirme mi castigo?
-Ordenar el aula de Pociones.
-¿Ya está?
-Sí. He de admitir que no esperaba esto. Creí que sería Regulus quien empezaría la pelea.
-Ahórrese el discurso -pedí-. Todos me dicen que es mala compañía, incluso él mismo, pero me da igual. Le quiero, y prefiero estar con malas compañías que volver a estar sola.
-Regulus no es una mala compañía, solo tiene un pasado complicado y un futuro incierto.
-¿Me está apoyando? -dudo.
-Alguien tiene que hacerlo.
El viejo se pone de pie y acaricia a su fénix.
>>La mayoría de las veces es mejor tomar decisiones y arrepentirse luego, que quedarse con la duda de "¿qué podría haber sido?". ¿Tú te arrepientes?
-¿De lanzar a Peeves? No.
-De tener esa compañía.
-A veces sí -confieso-. Odio que me oculten las cosas aunque crean que lo hacen por mi bien. Cada vez que tienen algo raro entre manos me preocupo, pero ellos no lo notan.
-Lo entiendo, señorita Prayed, pero los mortífagos son una secta peligrosa por muy buenas que sean las personas que hay en ella -se pone de pie-. Aún así, debo pedirle un enorme favor -me pongo de pie-. Cuida a Regulus. No cometa el mismo error que yo.
-Gracias, profesor -es la primera vez que no le llamo viejo-. Es el único que lo ve desde mi perspectiva.
-Ahora debo pedirle que salga. Estoy convenciendo a Peeves para que no te ponga una orden de alejamiento -ríe-. Mientras vaya a cumplir su castigo.
Salí del despacho de Dumbledore. Creí que habría alguien esperándome fuera, pero la única presencia era la de Peeves, que esperaba impaciente su turno para hablar con el director.
Me fui para el aula de Pociones. No fui consciente de lo que había liado hasta abrir la puerta.
-Mierda...
-¿Te prohibieron usar la varita? -pregunta Regulus entrando por la puerta.
-No.
En lugar de recoger yo, lo hizo él.
-La que has liado -comenta-. Creí que teníamos un trato.
-Veo que todavía no te enteraste de por qué lo hizo.
Me senté con las piernas abiertas sobre una mesa y Regulus se puso frente a mi.
-Sorpréndeme.
-Veamos -hago que pienso-, ¿cómo te lo digo de forma que no lo mates?
-Inténtalo.
-Quería meterse en mi cama.
Su sonrisa se ensanchó, se mordió el labio y me pegó contra él.
>>¿Es broma?
Hizo lo de siempre, sus mágicos movimientos con su lengua sobre la frágil piel de mi cuello.
-¿No quieres? -susurra.
-Sí, pero pueden pillarnos y...
-...y me da igual. Cerré la puerta cuando entré -sonríe-. Sé que te gusta el morbo, pequeña pervertida.
No vamos a engañarnos, soy una cerda pervertida y morbosa. Esto de hacerlo con riesgo me pone. Solo tengo inquietud por una cosa.
-Soy virgen.
-Lo sé. Te mojas cada vez que rozo tu piel.
Metió una de sus manos por debajo de mi falda y empezó a jugar con el borde de mi ropa interior. Por inercia y nervios, intenté cerrar las piernas, pero lo único que logré fue apretarlas alrededor suyo. Sacó sus manos de ahí, me dio un beso y rodeó mi cintura con sus brazos.
-Lo siento.
Intenté apartarle, pero no me dejó.
>>A veces odio mi cabeza por darle tantas vueltas a todo -Regulus me miró sonriente sin decir nada-. ¿De qué te ríes?
-Eres la primera chica con la que estoy. Yo también soy inexperto en esto, y me da tanta vergüenza como a ti.
-Ya, ya... deja de hacerte el modesto.
-¿Por qué no quieres creerme?
-Porque estás mintiendo -me cruzo se brazos.
-Te he cambiado, pero sigues igual de idiota -ríe-. He conseguido que olvidases todas tus inseguridades y que te quieras más.
-Yo me veo igual.
-¿Segura? Cuando nos conocimos, no hacías daño ni a una hormiga, y hoy lanzaste a Peeves contra Peter.
-Se me fue la oya.
Una mierda, fui consciente de todo y no tenía pensamiento de parar.
-Me gustas así. Snape fue el que dijo de sujetarte, los demás queríamos que le zurraras.
Yo también me quedé con las ganas de partirle un par de piños.
>>No sabes como me puso -sonríe con picardía-. No te preocupes -acaricia mi mejilla-, esperaré a que estés cómoda.
-Pero si yo estoy cómoda -respondo-, lo único que ocurre es que nunca me tiré a nadie, y también está el bulo de que duele, y sangra, y...
-Y da placer. No te calientes la cabeza con viejos mitos de brujas, la realidad es otra muy distinta -me mira de arriba abajo-. ¿Quieres probar?