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By JeanRedWolf

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0. ยซIniciando...ยป
1. Atรญpico a lo convencional [*]
2. Sobrevive a cualquier precio [*]
3. No me abandones [*]
4. La peculiaridad de un Amo [*]
5. Tan joven y estรบpido [*]
6. Renacido y jodido [*]
7. Adiestra a un gato [*]
8. Algo peor que el ego [*]
9. Sujeto de pruebas [*]
10. ร‰rase la bรบsqueda de un oficio [*]
11. Un mal momento para el placer [*]
12. ร‰rase un cortejo y un momento de lรกstima [*]
13. Cuando el castigo sobrepasa la crueldad [*]
14. Saborea tu culpa [*]
15. Engaรฑos y trampas [*]

16. Obligado a luchar [*]

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By JeanRedWolf

Dicen que el karma es una maldita perra sin corazón, pero yo soy de los que opinan que el karma no hará una mierda salvo si eres tú el que le pega una patada a la pelota para que gire. Todo depende de la fuerza de empuje que hayas hecho, y yo he tenido la suficiente paciencia para que las cosas tuvieran que funcionar a un buen ritmo con el menor número de bajas posibles.

Sin embargo, obviamente las cosas no pueden ir así de fáciles, y toca hacer las cosas que a la gente no le gusta.

Una de mis dudas era saber si esta ciudad estaba preparada para entrar en contacto con una horda de monstruo, y por lo que he terminado viendo la respuesta es no. Resulta incluso gracioso cómo las personas viven con la guardia tan baja, especialmente cuando tienes varios puntos donde te pueden venir monstruos de todas las clases en tropel. 

Fácilmente podría enviar a Crimson y hacer que el solo, a base de patada y bofetones, mande escuadrones de monstruos por los aires para así terminar antes de que caiga la noche. Pero es que hacer eso me haría ver como un héroe aprovechado, y yo no soy nada de ello. Yo mismo me he colocado la corona de villano porque al parecer hacer buenas acciones y no meterme en la vida de nadie, de alguna manera, consigue hacer el efecto contrario en el mundo de las Bestias. 

Así que mi misión es muy sencilla: Crimson se quedará siendo un mero observador, al igual que yo, y esperaré para ver cómo se desenvuelve Toga frente a los monstruos. Pues bien sé que el Tigre tiene un extraño pánico a las criaturas y eso es algo que lleva tiempo causándome curiosidad, quizás siendo un trauma mal curado. 

Mi problema es este cuerpo de mujer, siendo un auténtico problema: La ropa interior es incómoda, sentir que no tengo mi pene en su lugar me hace sentir extraño, odio que el pecho pese como si tuviera una cadena de malla encima cada vez que me muevo, y me he percatado que ser una mujer en una ciudad no dista demasiado de la Tierra. Eso me hace reflexionar que aquí tampoco ha cambiado mucho la visión que tienen las personas sobre las mujeres, y con ello todas las problemáticas que nadie parece cuestionarse.

Por ejemplo, no puedes caminar fácilmente entre las calles sin que alguien, quien sea, se me quede mirando las tetas o dedicándome un silbido al igual que lo harías con un perro. No hablemos de los acercamientos no deseados o los piropos que causan más asco que halago. Que te halaguen como si fueras un unicornio, única y especial, me resulta repulsivo. ¿Pero sabes que es peor que eso? Que, pese a todo lo que se hace "por cortesía" o "cómo halago" termina en la misma mierda de siempre: Que le debas un polvo a un tipo aleatorio que se cree que necesitas escuchar esas gilipolleces que en realidad no necesitas.

No me importa si eres un tipo guapo como Brad Pit, o tan poco agraciados como Simon Helberg. Tampoco con un buen cuerpo como lo verías en Chris Hemsworth o un tirillas al puro estilo Christian Bale en la película "El maquinista". El resultado es el mismo: Darte algo que no has pedido, porque si lo pides a lo mejor eres una creída o no tienes confianza en ti misma.

Miradas lascivas, rozamientos en lugares angostos, comentarios repugnantes susurrados... No estoy diciendo con esto que una mujer no pueda pegarle una buena patada en los cojones al imbécil de turno, pero es que en el mundo de las Bestias es tan descarado que me causa rechazo.

Lo peor es que Toga está en ese bote de babosos, perdiéndose parte de su raciocinio por unas tetas que podría tener cualquier mujer. ¿Cómo demonios alguien como él es tan deseado entre las chicas? Pues mira, la respuesta es simple: Costumbrismo, y porque físicamente tiene atractivo. 

Aprovechando el ajetreo, Crimson y yo subimos por los tejados para tener una mejor vista, degustando el caos que se está formando en menos tiempo de lo esperado. En realidad, siendo completamente honesto, no pensé que esto fuera a desmadrase tanto, pero a veces estas cosas pasa cuando no conoces el número exacto de enemigos en el lado contrario.

Sigo la mirada del vampiro, quien observa a las Bestias ya armadas gritando bastantes órdenes a varios grupos y ordenándoles que se prepararan para el combate. Crimson parece un arma perfecta andante, pero nada está lejos de la realidad ya que un gran poder conlleva muchas restricciones: Los vampiros necesitan beber sangre constantemente para alimentarse y reponer su poder, sino no lo hacían diariamente el cuerpo comenzaría a resentirse hasta volverse lentos y mucho más débiles que una Bestia adolescente; hasta que, en el caso extremo de no consumir nada, terminan cayendo en un estado de hibernación que los expone a todo tipo de peligros. Por otro lado, su parte demoníaca lo obliga a cumplir constantemente las peticiones de su Amo. No importa la clase de petición sea. Puedes pedirle que te traiga una taza de té, corte un árbol o se ponga a bailar desnudo sobre un montículo de nieve mientras hace sonidos de gallina. Suena estúpido, pero cada pequeña petición cuenta.

Obviamente todo esto lo sé porque Crimson me lo contó cuando estuvimos en el laberinto. También me habló de los problemas de tener el maná bajo: Experimentan sensaciones como la tristeza y escalaba hasta un estado depresivo, la sensación agónica de que todo lo que intentan hacer se hace con torpeza, hasta que alcanzan un nivel absurdo de letargo.

Eso explica que, cuando volvió y le llevé a la tienda para que bebiera de mi sangre, se volviera tan eufórico. Recuerdo que le pregunté muy seriamente sobre el por qué gastó demasiado maná y no se alimentó de alguien, aunque tuviera que hacerlo en pequeñas dosis, pero el vampiro se defendió de que su habilidad innata le obliga a consumir únicamente sangre de primera calidad o sino mataría a la persona aunque aquello no sumara casi nada de su maná.

Crimson conlleva un alto costo, más del que imaginaba, así que no me importa haber quedado exhausto durante toda la noche una vez terminó de beber hasta casi dejarme temblando y caer sobre sus brazos con un alto estado de debilidad.

―Amo, ¿puedo preguntarle algo?

―Hazlo ―respondo sin apartar la mirada de los guerreros.

―Esto no lo ha hecho sólo por esa hermosa piedra antigua, ¿verdad? ―Ante sus palabras, muevo vagamente la cabeza y lo miro por el rabillo del ojo con un aspecto serio―. En el fondo quiso que Toga abandonara su miedo, obligándole a luchar, para que así supiera que estar con nosotros es mucho mejor que quedarse muerto de asco en esta ciudad que lo limita a placeres terrenales. ¿Estoy... equivocado?

Vuelvo a desviar la mirada, aunque esta ocasión más centrándome en el enorme cúmulo de monstruos que se están formando en la linde del bosque. Deben de haber al menos cien goblins y treinta trasgos de todos los tamaños y cuerpos, lo que significa que la batalla va a ser a gran escalada. El número es lo bastante grande para hacerme preguntarme si no me he pasado provocando a esas criaturas, pero después aparto ese pensamiento al recordar que las bestias de Belekhia no son precisamente criaturas tan débiles. Muchos son rápidos y otros poseen una fuerza demoledora que levantaría la tierra en cuanto los mandobles y hachas golpearan el suelo.

¿Sobreviviría Toga? Una parte de mí cree que Toga tiene posibilidades, ya que su estadística en fuerza es bastante alta, sumado a que su oficio como Berseker lo vuelve un bruto con posibilidad de descontrolarse en cuanto entrara en estado de ira.

Pero hay otra parte de mí, mucho más oscura y desapegada, que en realidad no le importa si él finalmente muere. Sin drama. Sin esperanzas depositadas en él.

―Fue una casualidad ―miento descaradamente, porque en realidad no es totalmente falso que he pensado en esa posibilidad―. Pero no estoy seguro de si sacará el valor suficiente para luchar junto a los suyos. 

―¿Lamentaría si muriera?

Volteo de nuevo, y esta vez observo al pelinegro con una expresión inexacta. Es más bien caucásica. No le importa su vida, pero sí mi opinión sobre él.

―¿Debo de sentirme celoso, Crimson? ―bromeo con una pequeña sonrisa burlona, lo que le hace soltar un jadeo falsamente ofendido―. No sabía que tú y Toga tenéis ya un tipo de relación hecha a mis espaldas. 

―Mi señor, no quiero sonar deslenguado, pero antes prefiero que usted me perfore estómago antes de tener una relación romántica o sexual con esa bola de pelo llena de músculos ―sonríe levemente, con una leve expresión de asco acentuada en sus ojos―. No tiene que darme explicaciones si no lo desea, pero intuyo que usted y el gato han tenido varios acercamientos y, sin cuestionar sus decisiones, temo que haya despertado algún tipo de amabilidad ante tal bruto. ―No respondo a ello, por lo que continúa―. Decida lo que decida, usted bien sabe que lo seguiré y cumpliré todas sus órdenes para verle ser el hombre más poderoso del mundo.

La respuesta es complicada. Perder a Toga no me hace sentir intranquilo, y tampoco lamento en su totalidad su posible ausencia, pero sí me hace preguntar si perderlo realmente afectaría mis propósitos a grandes rasgos. Sabio me ha confirmado que el tigre tiene mucho potencial, pero por cuestiones que el sistema desconoce, no sabe encontrar la causa de su terror ante los monstruos. Se intuye que es algo que tiene que ver con su pasado, detalle que él jamás de contará.

Toga es un Berseker, un oficio que requiere mucha disciplina, y soy consciente de que él no es la bestia con más ataque en toda Belekhia. Yo mismo he visto a usuarios que superan los mil quinientos puntos de ataque en bruto, lo que es una bestialidad, pero al mismo tiempo carecen del carisma que él posee. Es un bro en toda regla.

Habían días, cuando lo observaba, me preguntaba el por qué alguien como él no aspiraba a ser el más fuerte de todos, el mejor. Sólo quiere dinero y gastarlo en tonterías que duraban un momento. Un pensamiento propio de un perdedor que jamás aspiraría a nada. Pero, a sabiendas de su propio potencial, ¿por qué no tomaba el valor de cambiarlo y alcanzar nuevas metas?

―¿Considerarías a Toga un buen aliado para mis propósitos, Crimson? ―Lo pregunto muy enserio, porque sé que él es lo bastante inteligente para darme una buena respuesta.

Crimson lleva su mano al mentón picudo, propio de todos los vampiros, y se lo aprieta un poco conforme alza la mirada para observar el ciego que está comenzando a parecer anaranjado. Sé perfectamente que él y Toga no se llevan bien, siempre se están picando como niños, pero estoy seguro que no se dejará llevar por esos detalles y me dará la respuesta que quiero.

―Me gustaría serle honesto, así que... ¿puedo?

―Para eso quiero saber tu opinión, Crimson ―asiento―. Soy consciente que no siempre tenemos los mismo puntos de vista, pero confío en tu criterio.

―Toga es soez, lascivo, gruñón, caprichoso, sucio, a veces creo que su punto flaco no lo tiene en el cerebro sino en la polla por dejarse embobar por placeres mundanos ―expresa directamente sin siquiera pensárselo. Tiene razón en todo eso―. Sin embargo... opino que si cambiara sus hábito podría ser una incorporación interesante. El oficio de Berseker es complejo, requiere muchos requisitos tanto en la vida personal como en batalla, pero si es entrenado podría ser tan efectivo como una explosión a gran escala. El simple hecho de hacer misiones como un pseudo-Cazador dice mucho de su falta de diligencia, y también de que en el fondo quiso impresionarle pero ya no pudo volver atrás en su elección. ―Se endereza tras haber estado sentado en el alero del tejado, y con una elegancia gatuna echa las manos hacia atrás para agarrarse sus propias muñecas. Ambos sabemos que la batalla va a empezar, ya que todos se están organizando en las puertas―. Los Bersekers son catástrofes bélicas en batalla porque se ciegan y atacan con una fuerza hercúlea. Toga no ha explotado su potencial, y podría ser muchísimo más fuerte si le entrenara yo mismo adecuadamente. Potente, monstruoso, y al mismo tiempo que dejara de ser tan frívolo y simplón.

Eso sí es una sorpresa. ¿Crimson está dispuesto a entrenarlo personalmente? ¿Qué está tramando este tipo que, en el fondo, sé que lo detesta porque él y yo nos bañamos juntos dos veces al día?

―¿Cuáles son esos requisitos de los que hablas?

―Son bastantes, pero me temo que no soy muy versado en cuanto a toda la ramificación de habilidades que pueden poseer las Bestias ―lo dice tan serio que, en mi opinión, eso no ha sonado demasiado bien―. En el ámbito bélico necesitaría entrenamiento físico diario, entrenamiento psicológico, maximizar su destreza con las arma, presionarle para que aprenda la habilidad «control de la bestia» para que no rompa todo lo que toque... ―Se detiene un momento para tenderme la mano, a lo que yo se la acepto para levantarme también y observar cómo se desarrolla esta obra de teatro que se ha salido de control―. En cuando al ámbito personal, siendo una Bestia, requerirá de mucha atención aunque éste se niegue a recibirla por cuestión de orgullo. Necesitara tener una higiene óptima para mejorar su autoestima, enseñarle protocolo cuando entremos en otras sociedades, algo de mimo para no sentirse desplazado o utilizado, y soportar su Celo. He oído que el Celo de los felinos es intenso, ruidoso, y no es para todo el mundo por su nivel de exigencia; lo que significa que puede presionarle para que le acaricie durante horas, mantengan sexo bastante doloroso para sofocar su ardor, o que hagan actividades juntos. Repito: Juntos. Es decir, sin ningún compañero de grupo.

―Pero si es él es un Berserker significa...

―Que puede matarlo al abrazarlo con demasiada fuerza para alejarlo de mí ―espeta, quedándome bastante helado al conocer esta información―. , y desgraciadamente a mí no se me permitirá estar demasiado cerca de usted. Me considerará como un rival, arremeterá con toda su furia para que no esté cerca cuando exija intimidad, y eso significa que si me defiendo puedo matarlo. Él no dudará en hacerlo aunque yo sea casi inmortal.

Eso complica bastante las cosas, sinceramente. En mi cabeza me imaginé en algún momento que las posibilidades de tener una Bestia como compañero eran escasas por su nivel de desconfianza, pero lo su Celo cada vez me resulta más horrible por momentos. Yo que sé, pensaba que un tipo como él se pondría mimoso y cansino, ronroneando bastante rato y volviéndose asfixiante. 

Me mantengo callado por un momento, quizás uno o dos minutos, hasta que murmuro:

―Dependiendo de cómo se mueva en combate, sopesaré si viene con nosotros o lo abandonamos a su suerte aunque esos signifique que muera.

―Acataré sus órdenes sin cuestionarlas, mi señor.

Si Toga no participa en esta pelea y termina escondiéndose, ni siquiera me detendré para saber el resultado final. No necesito un cobarde que no está dispuesto a cambiar, porque eso sólo significaría que es un lastre para mí y yo tengo muchas cosas que hacer. Mi grupo de batalla tiene que ser interesante, fuerte y variado. 

Durante la siguiente hora y cuarto, Crimson y yo nos quedamos observando cómo la batalla se desarrolla bajo nuestros pues. Como bien he supuesto, las Bestias se aprecian más o menos habilidosas, aunque las mujeres son las que brillan a la perfección por sus movimientos ágiles y los golpes consecutivos. Son elegantes y fatales. Los hombres, como es de esperarse, resisten bien los choques y son lo bastante brutos para crear destrozos, aunque se les nota mucho más lentos que sus mujeres.

En todo ese tipo transcurrido, no hemos visto a Toga ni una sola vez.

Ni cuando se prepararon todos en las murallas de la zona este, ni cuando los trasgos echaron la puerta abajo con enormes troncos en forma de ariete, y tampoco cuando los monstruos invadieron la ciudad. La mayoría de los goblins caen como piedras gracias a los arqueros en forma aves, mientras que los trasgos resisten gracias a su musculatura. Los más escurridizos no dudan en ocultarse tanto en los puntos ciegos como el interior de las casas para demostrar que no son tan estúpidos como parecen, aunque eso obliga a las Bestias en forma de insecto que rápidamente se muevan para sanar a los heridos.

Mi primer pensamiento al ver todo esto es que, quizás, le he dado a Toga un voto de confianza no merecía.

En estos veinte años en el mundo, he aprendido que uno debe de superarse a sí mismo al ser una regla en la vida. No importa cuán bueno seas, ya que siempre habrá alguien menor que tú, pero no por ello debes de claudicar. Debes de vivir sabiendo que, con esfuerzo, puede que no quedes en el pódium de los mejores, pero al menos no seas un lastre para la gente que te rodea. Es por eso que soy como soy: Sé que los Dioses favorecen a unos pocos, y éstos no quedarán desamparados como me ha ocurrido a mí. A mí nadie me ha llevado de la manita. He dado todo lo que estaba en mi mano. He sufrido. He llorado. Perdí una pierna por sobrevivir. He soportado arrastrarme en la inmundicia del mundo, a solas... 

Esto no es la Tierra. Aquí la policía y los militares no van a venir a protegerte, como tampoco puedes esperar que lo hagan allá porque si eres pobre a lo mejor el que recibe el peso de la ley eres tú.

Supongo que esto es una pérdida, ya que Toga se habrá escondido. A la próxima elección, espero ganar algo que valga la pena y que mi siguiente compañero valga realmente la pena, mostrándome los frutos de mi paciencia y estudio. No puedo abarcarlo todo. No soy omnipotente, ni omnisciente, ni omnipresente. Me tengo a mí con mis limitaciones.

Estoy a nada de decirle a Crimson que mejor recojamos el campamento y nos larguemos de aquí, ya que no estoy interesado en conocer el futuro de la ciudad. Sin embargo, antes de que yo abra la boca, el mueve su mano y señala con su dedo hacia un punto en concreto. No soy capaz de verlo pese a la alta altura en la que nos encontramos, pero sí aprecio un vago movimiento de alguien grande usando un hacha y dos pequeñas figuras detrás.

―Al parecer sólo se ha desviado, y tiene problemas ―comenta, dejando de señalar el lugar―. Quizás usted no puede verlo bien, pero le aseguro que la zona donde está él es, para mí, como una chimenea de tono carmín que asciende hasta arriba a diferencia de los cadáveres de la calle. ―Voltea a mirarme―. Intuyo que se alejó porque algunas crías se perdieron y quiso defenderlas, lo cual es encomiable sabiendo el pánico que le tiene a los monstruos.

―Acerquémonos y observemos un poco, para ver qué hacemos después.

Crimson me toma en brazos, y como si el viento me llevara con facilidad, me hace sentir muy ligero conforme me sujeta. Aunque grande en tamaño soy, mi peso femenino puede parecer engañoso. El cabello largo se agita con el movimiento, y el estúpido vestido también. 

Quiero que desaparezca de una vez y me devuelva a mi cuerpo original.

Todo huele demasiado mal a causa de la sangre que está manchando las calles que no están defendidas. Los goblins más escurridizos sorprenden a los curanderos, a los trabajadores sin experiencia en batalla, mujeres que no saben manejar un arma y niños. Se aprecian alimentos pisoteados en los caminos de tierra y arena, ropa teñida de carmín, puertas dañadas y bastante cadáveres desollados por pequeños agujeros de armas pequeñas como puñales o dagas.

Quizás una persona al ver esto se le despierte un sentimiento de empatía, pero en mi caso no siento nada. Ni pena ni asco. Belekhia es una capital grande, la cual sé que con el tipo de noble que está escondido en su casona, las cosas se repondrán en unos cuantos meses. También sé que las Bestias forzarán la natalidad y la protección para suplantar a los que murieron, lo que llevará tiempo.

No es mi casa.

No es mi gente.

No me ata nada ni nadie.

No soy un héroe para estas personas, no les debo nada grande. Las cuestiones me importan una mierda si chocan con mis intereses. Tengo una misión, un viaje muy largo, y el saber que este cuerpo todavía es débil sólo significa que no puedo proteger a nadie que esté bajo mi yugo. Se siente como que alguien me ha maldecido desde el principio, y cada vez estoy más convencido de que esa Diosa hija de puta ha tenido algo que ver para que tantas cosas malas me pasen sin que yo pueda reaccionar a todo con soltura. 

Nada más alcanzar el lugar, Crimson me deja caer con una elegancia innecesaria, aunque lo bastante rápido para que sea testigo de la ineptitud del tigre. Agitar un arma no te hace un guerrero, al igual que llevar un bastón con una gema en la cúspide no te hace un mago en pleno derecho. Es la aptitud en sí, no el arma.

No es divertido ver como esas cosas enanas y debiluchas, llevando pequeñas porras, se ceban con él porque es demasiado torpe y lento. Se aferra a la idea heroica de no permitir que toquen a los pequeños cachorros con forma de perro que están detrás de él. No le importan que sus heridas se abran cada vez más y sangre, su pómulo esté con una herida horrible con la piel colgando y cada vez que escupe lo hace lanzando sangre contra el suelo.

El problema no son los rivales, sino la técnica. No los está estudiando, no comprende que sus patrones son erráticos y aleatorios pero no dejan de ser simples. Tampoco parece que tenga demasiada confianza consigo mismo para que alguien como él, grande y musculado, pueda con tres monstruos enanos y enjutos.

―Su técnica es paupérrima ―opina Crimson, sentándose con pereza en el borde del edificio, siendo exactamente lo que yo he pensado―. Si sigue resistiendo así terminará desangrándose por completo, y al final todos terminarán muertos. 

―¿Qué hubieras hecho en su situación?

―Claramente observar todas las opciones que tengo para que las crías salgan ilesas o se guarezcan en un lugar seguro ―lo dice con total seguridad. Y es la respuesta correcta, en el caso de que quieras lucirte como alguien bueno, por supuesto―. En el caso de que las cosas no sean de ese modo, lo correcto es usar el arma en horizontal en lugar de vertical para abarcar más amplitud del arma. Golpear en línea recta deja demasiados puntos ciegos, y dado que el arma pesa, lo vuelve un combatiente lento.

Todo es correcto, sin ningún fallo. 

―¿Cuánto crees que puede durar en su estado?

―Eso... depende de cuánta sangre haya perdido durante un tiempo, pero no creo que dure más de quince minutos a ese paso ―comenta con una expresión dudosa.

Sabio, abre ficha de Toga. Necesito vigilar su vitalidad

«Orden recibida. Calibrando datos actuales»

Una vez obtengo su ficha, expongo una mueca de disgusto por lo que veo.

―Su vitalidad está bajando demasiado rápido, pese a que sean unos debiluchos, ya que le han metido un estado de sangrado constante y no parece que tenga pociones encima. ―Me siento a su lado, al mismo tiempo que abro el almacén dimensional. Al hacer esto, Crimson me mira con una sonrisita burlona― No voy a intervenir, si eso es lo que estás pesando. Sólo voy a hacer un poco de trampas, ya que no es divertido que nuestro circo cierre tan pronto, ¿verdad?

 ―Me senté a su lado, al mismo tiempo que abrí el almacén dimensional. De paso, también metí la mano para buscar algo―. No voy a intervenir, si eso es lo que estás pensando ―le advertí en cuanto me miró Crimson de reojo con una sonrisita burlona―. Sólo vamos a hacer un poco de trampas, ya que no es divertido que la función termine tan pronto, ¿verdad?

―Es usted un hombre muy piadoso, mi señor.

―Más bien caprichoso. Supongo que debo de premiarlo por su heroicidad, temo que esto se vuelva un problema si sigue siendo un cabeza de piedra tan terco... ―suspiro, sacando el libro. El encuadernado es un básico de cuero negro, nada simplemente a simple vista. Las cenefas de un suave tono azul celeste, asemejándose a látigos acuoso, serpentean por toda la extensión del viejo tomo. Abro el libro, más o menos a la mitad, y con la mano abierta en dirección a Toga recito―: Chützebes ned Grekie, wie se ide Ruema in Nemmei tebige utt. Re skrätt nensei körpa, wandelnver sein Wertsch in Mötall, dun hone Chuldigundsent fehlebe chi rid, Werstandi rov Stërka zu llesnte. (Protege al guerrero, como el muro lo hace en mi territorio. Refuerza su cuerpo, transformando en metal su espada, y sin excusa te ordeno que prime la resistencia antes que la fuerza). ―Conforme voy recitando el conjuro, el cuerpo de Toga emana un aura celeste, tan brillante como lo haría una bombilla de neón. Su cabeza se voltea por un momento, buscando quién le estaba haciendo algo a su cuerpo, pero obviamente no nos encuentra de momento. O al menos eso creí yo―. Chi behfle rid, dass ineme Schimede sad sit, saw red Überbendel buchta, denn chi nib nie Hemmar dun re sit miene bendlee Weffa. (Te ordeno que mi forja sea lo que el superviviente necesite, pues yo soy martillo y él mi arma viviente). Volumen uno de la forja enana: Capa de Helmäineff.

 Las páginas del libro comienza a agitarse como locas del mismo modo que lo haría durante un vendaval, provocando que un rayo de un tono más fuerte que el aura de Toga salga disparada de nuestra dirección para amplificar el efecto. Es ahí, justo en ese momento, cuando su mirada pilla la mía pese a la distancia, y con todo el descaro del mundo lanzo el libro a la nada para que sepa que ahora me debe otra vez algo.

En ese momento, cuando parece entender algo en esa cabeza de chorlito, voltea a mirar a los goblin que no dejan de gritarles frases. Es mejor que ni los entienda, porque son todo burlas sobre su raza y algunas guarradas que son propias de un niño repelente.

Del mismo modo que lo haría un ariete, Toga carga con toda sus fuerzas contra los tres mientras mueve el arma en medio de un grito. Las dos cabezas salen al mismo tiempo volando por los aires, expresando una expresión sorpresa, y la sangre verdosa salpica gran parte del cuerpo de la Bestia que cae directamente al suelo.

―Creo que esto es a lo mucho que puede aspirar alguien tan deficiente ―comenta él sin demasiado entusiasmo, mientras su dedo señala al goblin que ha escapado de ese último ataque mientras se dirige a los niños que se abrazan gritando. 

Sonrío un poco ante esas palabras, lo que desconcierta al vampiro.

―Todavía no ha terminado, Crimson.

Él está equivocado, porque justo cuando el cuerpo de Toga cambia el aura azul en un violento rojo sangre, se aprecia que acaba de despertar la habilidad locura de Berserker. Ser testigo de ello consigue erizar el vello de mi nuca, consiguiendo que mi sonrisa se agrande un poco más cuando toma el hacha y sale disparado hacia la criatura. El corte está mal calibrado, ya que no le ha partido la cabeza pero si ha conseguido que el filo consiga rasgarle el cuerpo justo en la aorta. 

Por tanta fuerza, el arma sale volando y el filo sale volando, provocando que parte de la muralla cree un cráter donde la torre flanqueante ceda y caiga al otro lado.

Harstein (Piedra dura) ―acoto, golpeándole con un trozo de teja al cuello de Toga para dejarlo inconsciente cerca de los niños―. No me gustaría que Toga se traumara al saber que asesinó a dos niños por no sabe controlarse.

Crimson se levanta de un salto, con elegancia, y tiende su mano para que yo me pongo de pie. No lamento haberme metido en medio, como tampoco provocar un poco de caos en la ciudad, pero soy consciente que el vampiro está un poco celoso.

―Es una lástima que su cita se haya estropeado por tal acontecimiento ―responde con una sonrisa sarcástica.

―Los celos te afean, Crimson ―respondo yo también con una sonrisa similar, lo que le hace avergonzarse por haber sido pillado―. Un buen soberano da lo que sus seguidores merecen, así que no pierdas tu valioso tiempo en un sentimiento tan humano y vulgar.

Él no dice nada, y yo tomo su mano para así darle la espalda a los niños que llaman a Toga para que se despierte. Observo lo que se ha transformado la ciudad: Grandes columnas de humo se aprecian desde diferentes distritos, la cortinas de muchos hogares está teñida de sangre conforme el aire las ondea, y la ciudad da un aspecto desolado pese a que antes se viera grandiosa y viva. 

La guerra es terrible, pero esto no es nada comparado a lo que he llegado a ver en la televisión o internet. Aquí no existen bombas, pero sí hay magia. No existen pistolas, pero si cañones. El mundo es demasiado grande, hay demasiadas cosas que comprender desde un cierto atraso en los avances tecnológicos... y a veces, cuando me despierto durante las mañanas, me pregunto si todo esto es real.

Lo es.

El tacto, el olor, el sonido de las voces de las personas, las emociones transmitidas de diferentes formas, el sabor de la ceniza invadiendo mi boca una y otra vez. 

A veces unos pierden y otros ganan, pero en esta ocasión el único que ha ganado algo soy yo: Tengo el Asur, Toga sigue vive, he crecido como individuo aunque todavía no sea demasiado poderosos como Crimson, y estoy dispuesto a averiguar que ha hecho esas maldita Diosa conmigo para ser lo que soy ahora.

―¿Crimson?

―¿Sí, mi señor? ―pregunta él en un tono suave.

―Lleva a esos mocosos llorones a una zona libres de monstruos, y si es necesario que levantes una barrera puedes hacerlo ―informo―, y también quiero que traigas a Toga al campamento lo más rápido posible. 

―¿Algo más?

―Cómprame una poción de vitalidad intermedia, ya que todavía no sé fabricarlas y algo me dice que tendremos que hacer una visita muy especial en cuanto nos larguemos de estas tierras... ―murmuro esto último, ya que tengo un par de ideas pero no estoy demasiado seguro de que realmente valga la pena el esfuerzo.

Crimson salta del edificio como si nada le importara, sin siquiera quejarse de mis órdenes, y yo sólo me quedo mirando el horizonte que está oscureciéndose con el paso del tiempo. No lo lamento, porque todo esto es necesario aunque algunas cosas pueden escaparse de mis manos. 

Sin embargo, una pregunta termina alcanzándome entre gritos y rugidos de la gente peleando: ¿Qué es lo que me depara el futuro, cuando una Diosa me odia, soy el enemigo natural de los humanos, y mi suerte es estúpidamente alta para considerarse justo?

Pues claramente no lo sé, porque esas cosas vendrán por sí solas.

Nunca quise meterme en una pelea de esta índole, ni siquiera tenía intenciones de salir de la taberna pese a que estaba completamente vacía. Pensé que los cinco escuadrones de grado B y los siete de grado C podrían con todos ellos sin ningún problema, ya que están habituados al combate pese a que muchos de ellos fueran padres de familia retirados, o algunos se habían vuelto comerciantes para tener una vida más calmada después de tanto derramamiento de sangre.

Es por eso que yo siempre tomaba las clásicas misiones aburridas de Cazador, ya que son rápidas y puedes evitar las batallas. Aunque a mayoría es cazar monstruos, también abundaban las de recolección. Por supuesto que yo no tengo ese oficio, pero uno se aferra a lo que más le gusta aunque el beneficio sea pequeño mientras conserves la vida.

Podía escuchar los sonidos de exterior: Gente gritando que habían ingresado monstruos, alaridos desgarradores, sonidos de golpes y pies agitándose para largarse tan rápido como pudieran. Hubiera estado bien quedarse aquí, aun cuando los cristales se teñían de rojo por la sangre de la gente que caía abatida, pero mi tigre estaba cabreado. Él era un luchador, salvaje y descocado que no le importaba que el cuerpo se pintara de color carmín en el pelaje blanquecino; era un temerario.

Sin embargo, en el momento que dos niños entraron por la puerta trasera, supe que al menos tendría que salvar a dos aunque saliera malherido de esta.

Para cuando los goblins echaron la puerta abajo, junto a un trasgo, mi único movimiento por impulso fue tomar un cuchillo de la cocina y lanzárselo a la cabeza. Fallé. Tener cuatro enemigos y dos niños que proteger hizo que mi supervivencia tuviera un porcentaje bajo de éxito. Lo que mejor se me ocurrió fue esconder a los niños en la despensa bajo el suelo y llamar la atención de los monstruos para que me siguieran por la parte trasera; lo cual conseguí, pese a que algún idiota había apuntado mal con su arma y algunos cristales reventados me hirieron en un brazo al cubrirme.

Sólo pensé en correr, esconderme y defender el minúsculo territorio hasta que viniera la ayuda.

Pero otra vez tuve mala suerte. 

Habían dos niños intentando salir por la ventana que daba al tejado, y el trasgo los escuchó. Iba a matarlos. Si no era capaz de defender a unos simples niños, ¿cómo esperaba que otros confiaran en mí? Quizás fue esa pregunta lo que me hizo blandir el hacha que tenía a mi espalda y la agrandé con mi habilidad «Crecimiento». Inútil por su nivel de uso, pero al menos cualquier cosa tomaba un buen tamaño aunque la estadísticas del objeto en sí no cambiara en absoluto.

Luché cómo mejor pude, aunque recibiera cortes y golpes por los enemigos. El pensamiento de abandonar a los niños tintineaba en un rincón de mi mente, a lo que tuve que desecharlo para no sentirme peor conmigo mismo.

Me esforcé lo mejor posible, pese a mi torpeza, y el trasgo terminó muriendo aunque eso me hizo que tomara a los niños y huyera con ellos todo lo lejos que pude. Era la primera vez que presenciaba una batalla de tal magnitud. Nunca, jamás en toda mi vida, en Belekhia habían venido tantos monstruos como lo haría un batallón militar.

Creí que iba a morir, después de un largo rato arrinconado en el extremo de la muralla. Todo me dolía, estaba perdiendo demasiada sangre, y esas malditas cosas no dejaban de moverse mientras mantenían la distancia; querían a los niños, hacer daño a los más débiles que ellos para luego a lo mejor comérselos.

Lo siento... ―les murmuré a los niños que estaban sollozando tras de mí. Temblaban―. No soy un guerrero, y no sé pelear bien... Ojalá pudiera salvaros, pero creo que terminaremos muriendo los tres.

La niña gimoteó, escondiéndose tras el niño que tenía la nariz moqueando y enrojecida. Verles perder la esperanza era terrible, pese a que resultaba lamentable que mi sinceridad intentara crear algo diferente en esta situación.

Pero entonces, cuando decidí intentar hacerles ganar tiempo, alguien desde algún lugar envió energía mágica para que recorriera mi cuerpo hasta la punta del hacha. Era fuerte, intensa. Mi corazón latía muy rápido por la emoción que emanaba una habilidad de refuerzo; raras entre las ciudades, aunque comunes en batalla. No era una que hubiera escuchado por parte de los escasos guardias.

Y la vi, a ella, encima de un tejado a lo lejos con ese vampiro esmirriado que se creía la mejor mierda del mundo. Aunque estaba agradecido por su esfuerzo, no querría que se metiera en la batalla. A ningún hombre le gustaría que un compañero, fuera una mujer u otro macho, quitara el mérito de esforzarse.

De alguna forma destaqué, antes de que la oscuridad me invadiera tras sentir un golpe seco detrás de la cabeza que me hizo caer al suelo sucio.

Un sabor dulce se desliza por mi lengua hasta bañar mi garganta. Es suave y energizante, al mismo tiempo que consigue hacer que la sensación de sentirme vivo invada mi cuerpo. Todavía me duele todo por la batalla, y las heridas me pican demasiado, por lo que a lo mejor eso significa que se han terminado y la persona que está ahora conmigo ha aplicado algún tipo de tratamiento.

Con pereza abro uno de mis ojos, observando una figura femenina tras una capa emborronada. Sea quien sea, es ella la que me está dando de beber aquella cosa que me hace sentir bien por un momento paulatino. Difusa en apariencia, aunque los detalles como los labios marcados en una línea recta, y los ojos del color del fuego, evocan un vago recuerdo en mi mente de que ya la he visto en otro lugar.

―No te cobraré la poción ―aclara ella, consiguiendo que sonría un poco―. Esto sólo es un pequeño premio por tus acciones, ya que los cobardes merecen que los maten. Y tampoco merecen mi ayuda, aunque en esta ocasión no ha sido tu caso.

La imagen de la chica se va aclarando, y me parece la mujer más hermosa del mundo. Pese a su seriedad y esa mirada salvaje, hay algo en ella que la hace magnética y perfecta. A lo mejor no tiene un carácter que a muchos les gustaría, y tampoco una belleza típica de una elfa, pero puedo decir que esta mujer quiere ser dueña de su vida y destino sin la necesidad de tener un hombre a su lado.

Típico de una dragona... ¿Es una dragona? ¿Quizás estoy equivocado?

―Entonces creo que hoy es mi día de buena suerte ―murmuro, observando que se pone derecha―. No todos los días una chica guapa me cuida, y... ―Mis palabras se quedan atascadas en mi garganta cuando me percato del techo de lona, perteneciendo a la tienda de Kay. Pero eso no es lo peor, sino observar que la imagen de la mujer fiera y perfecta se derrite del mismo modo que lo haría una vela, arrancando toda su imagen hasta dejar ver una piel bronceada en lugar de pálida, y el cabello blanco en lugar de casi negro. Kay es lo que veo ahora mismo―. ¿Pero qué...?

―Parece que andas un poco mejor, sobre todo porque ya tienes esa energía para balbucear estupideces siendo típicas de ti. ―Enarca ambas cejas, dejándome con la mandíbula un tanto desencajada por la sorpresa―. No creas que voy a ser siempre amable contigo sólo porque quisiste jugar a los héroes, ¿entendido?

La poción vacía desaparece en el aire y Kay, sin importarle en absoluto esta situación, se da la vuelta para dirigirse a la entrada de la tienda. 

No sé como sentirme. ¿Agradecido? ¿Manipulado? ¿Insultado? ¿Burlado? ¿Confuso? Es difícil encontrar una palabra exacta cuando esta mañana estaba persiguiendo a una chica que me parecía digna de ser cortejada, pese a verse malhumorado, y ahora me termino enterando que en realidad era él. Ese maldito dragón del demonio que me calentó durante días, ridiculizándome con sus estúpidas ataduras, y dejándome colgando como una piña en un pino.

―¡Kay! ―le llame en voz alta, cuando está a punto de aparta la cortinilla de la entrada para así voltear y mirarme con expresión neutra―. ¿Por qué... me ayudaste, pese a engañarme con esa habilidad tan cruel?

En realidad no quiero preguntarle eso. Quiero insultarlo por todo lo que me ha hecho, ponerme de pie y darle de puñetazos hasta que me duelan los dedos por jugar con mis emociones y hombría. Eso de jugar con las hormonas de una Bestia que no ha tenido sexo en un puto mes es terrible, mezquino y reprochable en todos los niveles posible.

―En realidad no quieres saber eso, sino golpearme por haber dañado tu ego de macho herido ―se encoge de hombros, y tiene razón, pero no quiero admitirlo.

―Quiero saberlo ―gruño con molestia. Quizás es capaz de saber con antelación mis intenciones, pero de momento es mejor esperar a que baje la guardia para golpearlo aunque sea una vez―. Tú no eres tan amable, y tampoco ayudas a otros gratuitamente. Ya he visto eso muchas veces mientras os acompañaba.

―Tiene razón con eso, porque hace mucho tiempo que dejé de ser amable con los demás ―confirma, lo que me hace sentir confundido―. Pero también soy caprichoso, sobre todo cuando veo algo que creo que vale la pena conservar antes de que otros me lo roben.

Entrecierro los ojos con sospecha.

―¿Qué quieres decir con eso?

Kay decide darse la vuelta, caminando en mi dirección. Se le aprecia decidido, y también con una expresión burlona en los labios que me irrita. Aunque no más cuando me toma del mentón y para que levante la cabeza y nuestras caras se aprecien muy cercanas.

―Aunque seas un tipo básico y un gymbro de manual, sé que tienes mucho que ofrecerme ―murmura, utilizando esa palabra que no conozco―. También soy muy tramposo para alcanzar mi objetivos. Así que mañana tendremos tú y yo una charla seria cuando nos vayamos al lago a bañarnos, pero te daré una advertencia para que la pienses mientras tanto: Si no estás dispuesto a luchar por mí, sea cual sea el destino que consigas por tus acciones, entonces no vengas al lago mañana y aléjate de nosotros. No te daré otra oportunidad.

Suelta mi mentón y se larga, dejándome solo en la cama con una única pregunta que ronda por mi cabeza una y otra vez, ya que no estoy muy seguro de saber el por qué hace las cosas que hace.

Si no quiso dejarme morir, y ahora me da la oportunidad de irme con él... ¿Significa que no soy tan inútil como la gente piensa, y él ha visto algo de lo que yo no soy capaz de fijarme?

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