El Juego de Hades

By SabrinaMiicaela

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Aaron siempre fue el centro de las miradas y no por los mejores motivos. Entre otras cosas, tiene fama de ser... More

El Juego de Hades
〘Capítulo I〙
〘Capítulo 2〙
〘Capítulo 3〙
〘Capítulo 4〙
〘Capítulo 5〙
〘Capítulo 6〙
〘Capítulo 7〙
〘Capítulo 8〙
〘Capítulo 9〙
〘Capítulo 10〙
〘Capítulo 11〙
〘Capítulo 12〙
〘Capítulo 13〙
〘Capítulo 14〙
〘Capítulo 15〙
〘Capítulo 16〙
〘Capítulo 17〙
〘Capítulo 18〙
〘Capítulo 19〙
〘Capítulo 20〙
〘Capítulo 21〙
〘Capítulo 22〙
〘Capítulo 23〙
〘Capítulo 24〙
〘Capítulo 25〙
〘Capítulo 26〙
〘Capítulo 27〙
〘Capítulo 28〙
〘Capítulo 29〙
〘Capítulo 30〙
〘Capítulo 31〙
〘Capítulo 32〙
〘Capítulo 33〙
〘Capítulo 34〙
〘Capítulo 35〙
〘Capítulo 36〙
〘Capítulo 37〙
〘Capítulo 38〙
〘Capítulo 39〙
AVISO
〘Capítulo 41〙
〘Capítulo 42〙
〘Capítulo 43〙
☾Capítulo 44☽
〘Capítulo 45〙
〘Capítulo 46〙
〘Capítulo 47〙
〘Capítulo 48〙
〘Capítulo 49〙
〘Capítulo 50〙
AGRADECIMIENTOS
Epílogo
CONTINUACIÓN: El Infierno de Hades

〘Capítulo 40〙

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By SabrinaMiicaela

Samuel se congela en su lugar, y me mira. Ver sus ojos inyectados en sangre por las hemorragias me hace compadecerme de él. Realmente una parte de mí esperaba que él salga sin cuestionarse nada de lo que había pasado y cómo yo había llegado hasta allí, en un galpón abandonado en el medio de la nada para salvarlo, pero otra parte sabía que él era policía, que es un policía mejor dicho, y como tan no iba a ser fácil que confiara en mí o sienta que le estaba dando una probada de libertad para luego arrebatársela.

Ahora me compadecía el alma de Samuel más que la mía propia, mi abuelo no desataría su furia conmigo, sino con él. Pero lo intenté, lo intenté, si tan solo me hubiera escuchado y aprovechado la pequeña oportunidad de libertad que le estaba otorgando, ahora mismo no tendría a Aaron en sus espaldas, con un arma apuntando a su cabeza y a mí, con su mano en mi cabello, y el dolor del impacto de su patada en mis costillas que hacen que respirar sea tan doloroso que preferiría no haber venido.

Samuel suelta mi cabello, y mi cuero cabelludo parece que estuvo al límite de desgarrarse de mi cráneo, el dolor es casi aturdidor y hacer algún gesto como levantar un poco las cejas hace que mi piel se tense y duela. Quiero llorar, pero eso sería muy teatral de mi parte. No quedaría bien después de haberme infiltrado en este lugar.

Pensé, realmente pensé que iba a poder salirme con la mía. Todo estaba tan bien... pero tuve que olvidarme de Aaron.

¿Qué iba a pensar que iba a estar aquí? El abuelo no pasó las noches en casa desde el campamento, esta semana es muy intensa. La abuela me dice que hay problemas con una mercadería pero la verdad es que se que es porque no encuentran a Hades.

Piensan que alguien lo secuestró. Incluso sé que se lo imaginan muerto.

¿A estas alturas sabrá que lo traicionó?

Hades desapareció hace tres días, el primero fue normal, el segundo el abuelo me preguntó si lo vi en el campamento y luego, cuando Aaron me trajo a casa, pude percibir cierta incomodidad. No me dejó ir con él al trabajo, y no desayunó con nosotras tampoco.

Todo era muy bueno para ser verdad.

Caigo de espaldas al suelo, y me arrastro más allá, cerrando los ojos unos instantes para intentar olvidar el dolor. Mi sien late, dolorosa.

—¿Estabas jugando un poco? —curiosea Aaron con maldad y mira a Samuel, quien se detiene en seco y cierra los ojos.

—¿Qué haces aquí? —pregunto, poniéndome de pie y mirando de reojo al policía, quien me mira a mí y luego sus ojos se llenan de lágrimas.

—¿Yo? Vine a pasear —Aaron empieza a caminar, alrededor de nosotros y mantiene el arma en lo alto. Solo camina a una distancia prudente hasta terminar frente a Samuel—. Algo me dice que tu abuelo va a estar contento cuando se entere lo que estabas haciendo.

Mi corazón late con fuerza al oír la malicia en su voz. Samuel se encuentra paralizado a mis espaldas, y esta vez no me toca, solo mira a Aaron con el ceño fruncido y las manos hechas puños, a los lados de su cuerpo.

—No tenías que estar aquí —siseo entre dientes, con mi respiración volviéndose errática—. Déjalo irse, olvidemos lo que pasó aquí Aaron.

No acepta negociaciones, solo niega con la cabeza chistando. Se encuentra con una pequeña piedrita, la cual patea con su bota de combate negra. Está vestido enteramente de ese color, y su cabello negro parece adrede despeinado. Mantiene el ceño fruncido, la mirada ensombrecida. Sus tatuajes son difíciles de ver en la oscuridad a nuestro alrededor.

—Tú tampoco, princesa, pero aquí estamos los dos, ¿Verdad? —me sonríe y yo niego con la cabeza, confundida.

—¿Cómo supiste que estaba aquí?

—Te seguí —dice sin más, y luego mira a Samuel quien se encuentra a mis espaldas.

—No me sorprende —murmuro por lo bajo. Aaron se detiene y me mira como si estuviera confundido.

—¿Cómo descubriste esto? —al decir "esto" apunta a Samuel con el arma. El policía no se inmuta, aunque su vida pende del humor de este idiota él no se inmuta, parece indiferente, creo que mucho tiene que ver con su formación como oficial de la policía.

—Te seguí —miento, poniéndome delante de Samuel para impedir que la bala llegue a su cuerpo en caso de que Aaron quiera disparar, la ventaja es que a mí no me va a hacer daño. Él chico frente a mí parece analizar mis palabras, así que cuando esboza una sonrisa me doy por victoriosa.

No me detengo en pensar en las consecuencias de mis actos, solo quiero darle a Samuel la oportunidad de no morir aquí, en este agujero por mi culpa. Se que no debería culparme, pero estoy segura de que si él está aquí es porque yo le di el nombre de Hades cuando me esposó y escapé de esa fiesta. No ayudó tampoco que Hades le haya disparado a su auto para evidenciar claramente que algo no andaba bien.

—Debo confesar que te subestimé un poco, princesita —el sarcasmo en su voz es evidente. Me dan ganas de lanzarle la botella de agua en la cabeza al muy cabrón.

Aaron no me cae bien, eso es más que perceptible.

Y yo tampoco le caigo bien a él.

Esa es la combinación perfecta para querer que desaparezca de la faz de la tierra, más ahora, que está jodiendo todo mi estúpido plan.

—No te preocupes, imbécil, hice lo mismo contigo —sonrío falsamente—. Ahora, ¿Qué te parece si dejamos esto por la paz y bajas el arma y nos dejas salir de aquí? —levanto mis manos para intentar apaciguar las cosas.

Aaron me mira unos instantes y luego deja escapar una carcajada sin mucha gracia. Su mirada se ilumina con burla.

—Conmovedor —murmura él con cierta gracia—. Casi se me cae una lágrima, digo, que se joda Robin Hood, tú estás aquí intentando liberar a un tipo que ni siquiera conoces solo porque tu moral te impide cerrar los ojos un momento mientras le reviento los sesos, es tan cliché.

—Aaron, razona un poco, la policía está en camino —miento de nuevo, mirándolo a los ojos e intentando verme convincente.

Lo pensé, demonios que sí lo hice pero algo dentro mío... no puede entregar a mi familia. Realmente eso implica quedarme sola en el mundo... No sé si estoy lista para eso. Mi redención es sacar a Samuel y seguir con mi vida, aunque eso implique atenerme a las consecuencias de mis actos.

—No te creo —da un paso adelante—. No entregarías a tu abuelo, de hecho, tú y yo sabemos que sabes de todo este circo desde hace mucho tiempo. Pudiste haber entregado a Hades, a mí, e incluso a tu abuelo, pero no lo hiciste, ¿Por qué debería pensar que vas a hacerlo ahora?

—Porque pueden arreglarlo, dejen ir a Samuel y él no dirá nada de lo que pasó aquí —me giro y veo de reojo al policía, el cual me mira negociar. Realmente no estoy tan serena como aparento, mi corazón late con fuerza en el pecho y los vellos de mi cuerpo están de punta.

Todo en mi ser está alerta, en guardia, esperando a cazar o a ser cazada. Y no quiero perder, no voy a perder.

—¿Le vas a creer? ¿Realmente piensas que esto funciona así? —murmura Aaron, con su voz ronca resonando en el ambiente.

Samuel no emite sonido alguno, se limita a permanecer en silencio unos metros detrás de mí, justo fuera del alcance del arma de Aaron porque yo estoy bloqueando todo.

—Ni siquiera sabes lo que iba a hacerte si yo no estaba aquí, niña estúpida, crees que puedes jugar a la heroína y casi te mata.

—No me sorprende, tuvieron a un inocente siendo torturado por no sé cuánto tiempo, psicópata asqueroso, sabía que esto podía pasar.

Aaron asiente, y luego vuelve a caminar en círculos lentamente alrededor mío. Yo me mantengo interponiendo entre él y Samuel. Veo que asiente un par de veces más y me mira, sereno, clavando sus ojos oscuros en los míos. Ya puedo ver claramente en la oscuridad, ahora puedo percibir e intentar adivinar sus movimientos.

—¿Cómo estás tan segura de que es inocente? —curiosea con cierta gracia—. ¿Qué sabes tú de él? —espera que le responda, pero no lo hago. Aaron implanta en mí cierta duda, pero cualquiera que fuera esa duda estoy segura de que no merece ser torturando por lo que sea que posiblemente haya hecho—. ¿Sabes lo que hizo Gianna?

—Gianna —oigo el susurro en la voz herida y ronca de Samuel. Me giro a verlo de reojo y él me mira con el ceño fruncido. Vuelvo la vista al frente, confundida.

—Ilumíname —miro a Aaron quien niega con la cabeza y luego chasquea la lengua en signo de desaprobación.

—La ignorancia hace más feliz a las personas pero, si tu quieres saber, te lo diré —hace una pausa mientras saca su móvil y me lo tiende, desbloqueado. Me acerco recelosa para tomarlo y en ese momento, veo las fotos de una serie de papeles de una investigación policíaca, con expedientes. Uno de ellos tiene mi fotografía, el día de la fiesta en la playa mientras estoy bailando con Alex—. No es casualidad que nos hayamos topado con nuestro amigo policía, princesa.

—¿A qué te refieres? —pregunto mientras paso las imágenes para ver más fotos mías.

Me giro confundida al ver a Samuel, mirándome, sus ojos expresan arrepentimiento, eso es lo que puedo ver en su mirada.

—El querido Samuel tenía órdenes de secuestrarte, Gianna, y así la policía iba a poder negociar tu rescate —comenta Aaron—. Él es quien lidera la investigación y bueno... creo que no fue tan inteligente cuando se dejó seducir por Leia y terminó aquí, confesando todo a cambio de libertad. ¿Quieres saber qué más planeaba hacer Gianna?

No digo nada, me mantengo en silencio cuando las fotografías se acaban.

—Quería asesinar a tu abuela.

—¿Por qué?

—Porque como en el ajedrez, el rey se debilita al perder a su reina. El rey es el más importante, claro, pero sin dudas la reina es la más poderosa. ¿Imaginas el dolor que podría haber causado a tu familia eso? Tu inocente abuela estaba condenada a morir —niega con la cabeza, y yo me encuentro estupefacta—. Y tú casi desatas el infierno, Gianna.

—¿Qué dices? No te creo, déjalo ir —digo yo, retrocediendo hasta llegar nuevamente delante de Samuel—. No voy a creerte Aaron, no hay pruebas sobre eso.

—Acabas de ver el expediente.

—Eso no es real—me giro a ver a Samuel quien me observa en silencio—. ¿No es cierto?

—Soy un policía de honor, Gianna, lo único que quería era salvarte de tu familia. Te he estado vigilando, y te mantienen al márgen por una razón —empieza a hablar, apresuradamente.

—¡Miente! —grita Aaron, acercándose más—. No le creas nada Gianna, piensa en tu familia, en tu abuelo, en tu abuela. Ellos nunca te lastimarían.

Miro a Aaron de reojo y él me apunta con el arma.

—Me han mentido toda mi vida, toda. Tú también, ¿Cómo conociste a mi padre? ¿Por qué hay fotos juntos? —inquiero molesta—. Tú eres igual de mentiroso que todos, así que ¿Por qué habria de creerte?

Aaron abre los ojos y aprieta la quijada al oírme decir eso.

—¿No lo sabes? —pregunta Samuel a mis espaldas—. Gianna te está mintiendo. Seguí un rastro, recabé información y Aaron Draven ha trabajado para tu padre desde que era un niño, pero no hay registros de su hermana. ¡Las cadenas de supermercados son una tapadera Gianna!

—Ella no te cree —gruñe Aaron. Samuel se paraliza a mis espaldas y la tensión sube. Intento procesar la información lo más rápido que puedo, porque no tengo tiempo como para dar vueltas en lo que me dice.

—Mi papá no era un mafioso —murmuro por lo bajo, sin entender ni un demonio lo que está pasando—. Él no era un mafioso.

Samuel niega con la cabeza y me mira, con lástima.

—¿Qué sabes de él?

—Mi-mi papá trabajaba en la tienda de mi abuelo, pero él no era un mafioso. Murió cuando yo tenía quince años en un accidente de auto. Era un buen padre.

—Te han mentido toda tu vida, Luca Morrigan no murió en un accidente, teníamos órdenes para exhumar su cadáver pero no encontramos cuerpo en el ataúd Gianna, nada tiene sentido —la voz de Samuel se va apagando—. Sé que me crees, no estarías aquí si no tuvieras dudas y yo puedo aclararlas, solo ayúdame a salir de aquí —continúa y eso me da una chispa de esperanza, esa esperanza que pensé que se estaba perdiendo.

Algo es seguro.

Samuel tiene piezas claves para resolver este rompecabezas en el que se ha convertido mi vida.

Todos me mienten y lo han hecho desde que nací. Ya no me sorprende nada de lo que oigo, pero sí me decepciona. Y si él es la pieza que le falta al rompecabezas para resolver todo lo que pasa a mi alrededor, lo voy a hacer. Estoy cansada de vivir entre las sombras, después de todo. ¿Por qué dijo que a ellos les conviene que yo me mantenga ignorante?

¿Por qué no conozco nada de mi vida?

¿Por qué es tan importante mantenerme en la ignorancia?

—No puedes herirlo sin herirme a mí, Aaron, así que elige, o bajas el arma y nos dejas ir o vas a tener que matarme, porque no voy a dejar que le sigan haciendo más daño —amenazo con la voz dura, casi sintiéndome indestructible con el shock de adrenalina corriendo por mis venas.

Aaron se mantiene inexpresivo ante mi amenaza, hasta que esboza una sonrisa y niega con la cabeza.

—¿Qué te hace pensar que tienes el poder de ordenarme qué hacer Gianna? —da un paso adelante, y mi reacción es retroceder, sintiendo el sonido de los pies de Samuel arrastrarse hacia atrás, haciendo lo mismo. No quito mis ojos de Aaron ni por un segundo, viéndolo en la oscuridad de la habitación, caminando firme con su mano derecha alzada apuntando con su arma justo en mi dirección.

Cualquier movimiento brusco de mi parte haría que mi cuerpo deje de bloquear directamente el camino de la bala que podría acabar con la vida de Samuel. Y no estoy dispuesta a dejarlo morir, no ahora.

—No eres más que una niña estúpida, que no sabe lo que hace —murmura Aaron en voz calma, mirándome con el ceño fruncido. Me lanza dagas con la mirada que me hielan la sangre.

—Se muchas más cosas de las que crees —sonrío, retrocediendo lentamente. Mi corazón late fuerte en mi pecho, y la garganta se me cierra un poco al respirar y percibir el olor de la tierra en el lugar, junto al olor a gasolina junto con la sangre que emana el cuerpo de Samuel.

No quiero pensar en las torturas inhumanas a la que lo sometieron.

—¿Ah sí? ¿Qué sabes, princesita? —la burla en su tosca voz es evidente, pero no me dejo amedrentar. Nunca quito de mi cabeza que el objetivo es distraerlo tanto como para salir de aquí.

Por lo que veo, Aaron camina en línea recta, siguiéndome, así que mi mejor táctica es detenerme y casi sin mucho movimiento, enterrar mi talón en la tierra seca del galpón, y hacer un pozo, lo suficientemente profundo como para que no lo note en la oscuridad pero sí para que se distraiga y esa distracción me de una ventaja.

—No me vas a matar —sonrío, y le guiño un ojo, atrayendo su atención a mi rostro. Él levanta las cejas y sonríe con burla.

—¿Cómo estás tan segura?

—Soy muy importante para tí, Aaron, para todos —continúo, detenida en mi lugar, oyendo la respiración pesada de Samuel apenas unos centímetros detrás de mí. Mi talón se clava en la tierra, y cambiando el peso de mi cuerpo muevo el pie ligeramente—. Soy la nieta del jefe, y tú le debes... todo, hasta tu miserable vida a él —mi rostro se desfigura en una expresión poco ensayada entre la lástima y el asco— ¿Qué pensaría si supiera que le lastimaste si quiera un pelo a su nieta? Te mataría, después de todo, tu no eres más que un despreciable sirviente al igual que tu hermana —la burla en mi voz es capaz de tapar el titubeo en mis palabras, lo temblorosa de mis cuerdas vocales y el temor a que se vuelva irascible.

—Realmente me sorprendes Gianna, pero te equivocas en algo —levanto las cejas al oír eso y muerdo mi labio inferior.

—Ilumíname, capullo.

—No soy tan reemplazable como tú quieres, princesita. Voy a disfrutar tanto ocupar el lugar de tu abuelo.

—Genial, ¿Lo matarás? Vaya cliché, pero debí imaginármelo, tienes cara de que te hace falta no sé... ¿Un psiquiatra? —pongo los ojos en blanco, observando que Aaron se detiene a dos metros de mí.

Aaron niega con la cabeza y sonríe, pero no dice nada más por unos segundos y mi desconcierto sube.

—¿Qué pensará el abuelo si se entera que planeas matarlo para quedarte con su poder? —inquiero chasqueando la lengua al final, en señal de fingido descontento.

—No necesito matarlo, Gianna, Andrés Morrigan me crió por una sola razón.

—No me jodas con que eres mi hermano, porque te recuerdo que me besaste y eso estaría del asco —ironizo mientras arrastro el pie hacia atrás, dándole profundidad al hueco.

Aaron niega con la cabeza, y ladea la cabeza, para observarme con detenimiento.

—No —espeta, dando otro paso más adelante y apuntándome con el cañón. Su pie deja una huella en la tierra seca sobre la que caminamos—. Yo no soy tu hermano.

—¿Entonces qué coño haces aquí jodiéndome la vida? —pregunto analizando sus movimientos—. ¿Qué tienes que ver con Luca Morrigan?

—Me gusta más cuando haces las preguntas correctas, princesa —Aaron sonríe y luego suspira, mordiendo su labio inferior para verme. Algo en su expresión me hace pensar que está jugando conmigo, buscando el momento de flaqueo—. Tu madre y la mía eran mejores amigas en el instituto —empieza a decir y yo no entiendo qué tiene que ver eso en el relato.

—¿Y eso qué?

—Y luego, dejaron de verse porque mi madre tuvo que dejar el instituto para criarme, desafortunadamente, hasta que conoció a otro hombre. Un tipo bueno, o eso pensaba —niega con la cabeza—. Ya sabes, esas mierdas del amor que joden todo —no hay expresión alguna en su rostro, así que no logro entender a qué viene tanto cuento.

—Pues que mala suerte Aaron, pero eso no tiene nada que ver conmigo —doy un paso atrás dejando el hoyo en el suelo destapado, listo para que Aaron lo pise y se desestabilice, mientras yo me mantengo intentando recordar que me está apuntando con un arma y que todo esto es una completa mentira para distraerme con su tonto monólogo.

—El punto es que tu padre engañó a mi madre con su mejor amiga, y ella se quedó embarazada de tí. Por alguna razón ella se ganó el afecto de Andrés y Marianne y a tí sí te reconocieron, tal vez porque la zorra de tu madre era de buena cuna y no como mi desgraciada madre —sonríe con amargura—. Así que sí, Gianna, todo en tu existencia me jodió la vida, pero no solo a mí, también a mi hermana. ¿Sabes lo que es vivir a la sombra de alguien? ¿Sabes lo que es no tener el amor de tu padre porque tus abuelos te desprecian? —su tono de voz empieza a perder la calma y yo doy otro paso atrás, sintiendo que Samuel no se mueve, así que lo miro de reojo, viendo que está casi contra la pared y no hay una puerta cerca.

Mi corazón empieza a latir con fuerza, zumbando en mis oídos. Tenemos que salir de aquí.

—Leia era solo una niña buena, y no se merecía eso. Y ahora tú, vienes y te follas al imbécil del que siempre estuvo enamorada —gruñe con molestia y yo abro los ojos.

—¿Qué mierdas dices?

—No te hagas la tonta —Aaron da un paso adelante—. Sabes bien que ella está embarazada del mal nacido de Hades y luego apareces tú a joderlo todo, ella por un momento iba a ser feliz... ella merecía ser feliz —sisea y veo que la mano con la que sostiene el arma tiembla un poco. Aaron está inestable.

—El niño no es de Hades —murmuro por lo bajo, confundida mirando sus mirada sombría y amenazante.

—Deja de mentir, maldita zorra —espeta él, levantando la voz.

—¡Es cierto! ¡El niño no es de Hades! —me defiendo levantando las manos—. Pregúntale Aaron, te mintió, el niño es de Dimitri, el padre de Hades —suelto la información sin filtro alguno—. Ella se está acostando con él y Dimitri obligó a Hades a mentir para que piensen que el niño es suyo.

—¿Qué mierda dices? —niega él con la cabeza, molesto—. Leia no me mentiría.

—Te lo juro Aaron, es cierto, tengo pruebas si quieres —miento mirando de reojo el suelo, notando que el pequeño pozo está a un pie de distancia.

Él da un paso adelante y su pie se hunde, logrando que su cuerpo se desestabilice pero no es lo suficiente como para que caiga, así que sin saber realmente cómo Samuel se abalanza sobre Aaron y lo tira al suelo, golpeando su sien hasta que él queda inconsciente, luego se pone de pie quitándole el arma para después tomar mi mano y correr hasta la salida. Sus pasos son irregulares, pero no importa, igual sigue así que yo lo guío hacia la salida.

—Corre Samuel, corre —grito y él me sigue de cerca. Cruzamos la puerta y la luz me encandila. Tardo un tiempo en acostumbrar mi visión cuando de repente siento una presión en la espalda que me hace caer de rodillas.

Me pongo de pie velozmente e intento enfocar, hasta que me doy cuenta de que Samuel no me sigue, sino que se mantiene en su lugar, observando a todos lados por una salida.

—Ven, por ahí está la salida —le indico y lo veo frotar sus ojos y mirarme con dificultad. En la luz aún parece más deplorable—. Samuel tenemos que irnos —me desespero un poco, pero recobro la cordura rápido para salir de aquí.

En ese momento me doy cuenta de que él tiene mi móvil en su mano, y está llamando por teléfono, al 911.

—¿Qué demonios haces? ¡Vámonos! —grito y él se detiene a mirarme con el ceño fruncido, acto seguido me mira con el ceño fruncido y me apunta con el arma que le robó a Aaron quien quedó tendido en el suelo—. No hay mucho tiempo.

Samuel me mira con el ceño fruncido y luego niega con la cabeza.

Lleva el móvil a su oreja mientras yo lo miro confundida y petrificada en mi lugar.

—Soy el oficial 819, quiero hablar con el sargento Deiler, dígale que es urgente —habla lento, pausado—. Sargento, aquí tengo una sorpresa para usted, sí... La nieta de Andrés Morrigan, creo que tenemos una jugosa moneda de cambio para desbaratar la banda de los Morrigan, señor, pero algo me dice que sabe más de lo que aparenta —me mira y luego sonríe—. Voy a disfrutar hacer sufrir a la nieta de Morrigan, como el hijo de puta hizo conmigo... —Samuel hace una pausa y me mira. Yo no puedo creer lo que acaba de decir, ¿Me van a secuestrar? Yo lo ayudé, ¡Le salvé la vida!

—No puedes hacer esto —lo interrumpo y él me mira.

—Así funciona esto, Gianna, nada fue casualidad —sonríe y luego, vuelve su atención al móvil—. La dirección es...

Y no termina de pronunciar palabra porque se queda serio, mirándome a los ojos. Su boca se cierra y pasa saliva, pero luego parpadea un par de veces y el arma se desliza por su mano.

El sonido del metal impactando el suelo se escuchó como un sonido ahogado, casi desolador, y luego... El cuerpo sin vida de Samuel cayó al suelo al lado de mi cuerpo. Aún arrodillada en el piso levanto la cabeza para verlo.

Aaron me mira con el ceño fruncido y cierra los ojos.

—¿Estás bien?

—Me-me i-iba a la-lastimar —murmuro por lo bajo—. Me iba a lastimar. Y-y yo lo ayudé a él. Lo-lo salvé pe-pero prefirió quedarse y-y quería ha-hacerme daño —no entiendo por qué, no entiendo. Si pudo haberse salvado... y ahora está muerto

Aaron suspira y luego me mira con pesadez. Acercándose a mí lentamente. Luego se arrodilla a mi lado y me mira a los ojos. Enfojo sus ojos marrones y veo que está preocupado.

—No debes confiar en nadie, Gianna —pasa saliva—. No había confesado hasta ahora para quién trabajaba, el hijo de puta estaba comprado por alguien para meterse con tu familia y no hablaba, hasta ahora.

—Pe-pero...

—Gianna —Aaron sujeta mi rostro entre sus manos ásperas y fuertes, me mira a los ojos con tal intensidad que me asusta—. Tu abuelo descubrió que Hades le robó un millón de dólares y va tras él, necesito que me digas donde está para ayudarlo —me dice y yo frunzo el ceño, aturdida. Niego con la cabeza.

—No lo sé...

—¿Estás segura? —inquiere él. No digo nada, y él suspira—. Fue mi culpa que Hades esté aquí, cuando lo conocí apenas era un niño y estaba robando. Yo había salido de eso con ayuda de tu abuelo y él depositó su confianza en mí, pero no ha sido fácil.

—¿Po-por qué me dices eso? —no entiendo lo que ocurre y mis ojos se empañan al igual que mi garganta se cierra.

—Porque quiero que sepas que puedes confiar en mí, sé que estás confundida, pero por favor, confía en mí, he estado protegiéndote desde que ambos éramos apenas unos niños y voy a hacerlo aunque para eso tenga que lograr que me odies —sonríe con pesadez—. Gianna, lo que te dije es cierto, todo es cierto —sus manos acunan mi rostro y me mira fijamente, veo que tiembla y que su ser empieza a resquebrajarse, débil, como si una grieta se abriera en su cuerpo y me enseñara su alma—. Quería odiarte, crecer con Leia y ver su rencor hacia tí me hizo odiarte pero tú no tienes la culpa de todo esto. Ahora debes irte, debes irte y yo debo solucionar esto. Gianna, tu abuelo no debe saber que estuviste aquí, ¿Me entiendes?

Aaron acomoda mi cabello hacia atrás y me mira, despejando mi rostro. Su aliento cálido me choca el rostro.

—Gianna, ¿Entiendes lo que acabo de decirte?

—Sí...

—Está bien, ve a casa, finge que nada de esto pasó. Tu abuelo va a estar ocupado rastreando a Hades mientras tanto tú olvídate de todo esto, y finge normalidad —sonríe él con pesar. Yo me pongo de pie y evito ver el cuerpo sin vida de Samuel. Aaron lo mira con pesadez y lo veo temblar—. Nunca había matado a nadie —susurra con temor y yo abro los ojos, para verlo—. Dios... ¿Qué hice? —se lamenta y luego niega con la cabeza.

—Me salvaste —susurro y él niega con la cabeza.

—Vete, Gianna por favor —murmura con la voz entrecortada y yo obedezco, dejándolo débil y temblando al lado del cuerpo sin vida del policía que yo quería ayudar y que él mató para salvarme.

Antes de irme por la puerta su voz me detiene.

—Deja la ventana de tu habitación abierta esta noche.

—¿Por qué?

—Voy a ir a visitarte.

—¿Por qué? —me mira sobre su hombro y sonríe con pesar.

—Si la única manera en la que me voy a asegurar de que vas a estar segura es contándote toda la verdad, entonces lo haré, aunque me maten por eso —lo miro y luego asiento con la cabeza, para desaparecer por la puerta.

Ahora el dilema es el siguiente...

¿Quién mueve la siguiente pieza del ajedrez?

¿Quién más está jugando este juego?





Advertencias para el público sensible: El Juego de Hades es una novela +21 que contiene temas delicados como sexo explícito, lenguaje vulgar, ilícitos, violencia, etc.

Es una novela ficticia en la cual NO se GLORIFICAN, ENALTECEN, MINIMIZAN o INCITAN a cometer ilícitos. Todo ilícito que se encuentre en esta novela debe ser penado como tal.

Recuerden en todo momento que esto es FICCIÓN, por favor, sepan separarla de la REALIDAD.

Capítulo dedicado a ElyRondoy Ig en_rb03 <3 Gracias por leer bebecita, se te ama con el corazón.

¿Y qué les pareció?

¿Intenso?

¿Todo tranquilo?

¿Se lo esperaban? Si, no, justifique jajaja

Por favor, voten y comenten. Esa es mi paga por dedicar mis días a esto que me encanta y es lo que me ayuda a crecer cada día. (Además es gratis)

Me pueden pedir dedicatorias de capítulos a IG <3

¡Las amo!

Ahora vamos a la sección donde ustedes opinan!!!

De:

Hades

¿Dónde creen que fue?

El abuelo Andrés

Aira

Bruno

Nika

Leia

Alex

Gigi, Aaron le voló el coco

Aaron

Hablando de AARON, ¿QUÉ OPINAMOS?

Samuel

¿Se esperaban lo que pasó?

Magnolia

Y la abuela Marianne

Luca (el padre de Gianna)

¿Tienen alguna teoría?

¿Algo que quieren que pase?

¿Sexo con Aaron o no? jajaja yo solo digo

¿Qué piensan de la novela?

Un beso desde el infierno de Hades,

La autora,

Sabrina Micaela

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