Se escuchó en la amplia casa el sonido de la puerta principal siendo abierta, entrando seguidamente por ella un hombre portador de un elegante traje.
— ¿Dónde está Jin? — Preguntó al mayordomo amigo suyo que salió a recibirle.
— No lo sé, Namjoom, quizás en el parque. — Respondió el mayordomo con notable sarcasmo.
— No tienes porque contestarme así, solo dime que está en donde corresponde, y ya. — Bromeó.
Aunque tal parece que al mayordomo tan amigo suyo no le causó ni la más mínima gracia. Su expresión malhumorada lo confirmaba.
— Ya, Jimin, no seas tan amargado. — Lanzó antes de dirigirse hacía las escaleras. — Voy a tomar un baño, cenaré luego de ver a Jin.
Detuvo su andar para pregúntale al mayordomo. — ¿Él ya cenó?
— Si, señor, ya cenó.
— Hoy Jin te extrañó más que nunca.
— Me dí cuenta de ello. — Le dijo a su amigo que se encontraba leyendo un montón de papeles, sentado en el sofá del elegante despacho. — No quería que saliera cuando me llamaste para cenar.
— ¿Por eso lloraba? — Preguntó Jimin, recibiendo un asentimiento por parte del castaño sentado enfrente del escritorio.
— Ya es tarde, deberías ir a descansar. Aún no comprendo porqué te gusta ayudarme a leer ese montón de documentos.
— Me gusta lo que haces. — Dijo el pelinegro mirando a su mayor con una leve sonrisa en los labios.
— Te he dicho miles de veces que vayas a la empresa conmigo, pero las mismas mil veces me has dicho que no.
— ¿Estás dispuesto a que Jin sea atendido por cualquier otro sirviente? — Cuestionó burlón levantando la ceja derecha.
Namjoon no respondió nada.
— Eso creí. — Murmuró en un tono bajo pero lo suficientemente alto para que el moreno escuchara. — Te voy a hacer caso, me voy a descansar. — Habló tras un suave bostezo, para luego caminar con dirección a la puerta.
— Descansa, Jimin.
— Espero que tú también lo hagas, Nam.