GATO: Deséalo y perderás [+18...

By thebabypes

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Una joven oficial de policía deberá entrar al mundo del boxeo clandestino en los suburbios lugares de Londres... More

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EPÍLOGO
E X T R A

T R E I N T A Y U N O | D E S T A P A N D O L A V E R D A D

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By thebabypes

«Ya no había secretos entre nosotros y me sentía perfecto a su lado, más sabiendo que nos entendíamos mutuamente»

Rhys.

Tuve que centrarme al escuchar las cosas que me decía Cronos y que había descubierto el día de la gala.

Ya había pasado 2 semanas después de eso. 2 semanas en las que había estado en la casa de Rhys mientras me curaba de las heridas y él me cuidaba a mí. Mentiría si no fueron las 2 mejores semanas de mi vida, conociéndonos, hablando como una pareja normal, a pesar de los problemas y la tormenta que se avecinaban. Me encontraba tan bien cerca de Gato, que era imposible decir lo contrario.

Y, sobre todo, ni siquiera discutimos en todos esos días. Ni uno solo. Una sorpresa para ambos, ya que siempre solíamos discutir por cualquier motivo.

Ahora que ya estaba mejor de los golpes que me llevé la noche de la gala, estaba sentada en el coche de Cronos mientras que él me decía lo que había descubierto Brown sobre el capitán Anderson. El hombre que me había dado este trabajo, el que confió en mí...

Saber esa información dolía y pensar que el topo lo teníamos mucho más cerca de lo que pensábamos.

—¿De verdad Brown te ha dicho eso? —pregunté y él asintió—. ¿Y Santana? —Volví a cuestionar.

Cronos no lo supo.

—No he hablado con ella, pero debe de haberlo sabido por Brown.

Observé el lugar donde estábamos aparcados con el coche, mirando hacia un bar alejado de Londres, donde solían juntarse borrachos y camellos para vender droga. Ni siquiera sabíamos si era fiable la información que Cronos había obtenido dentro de la gala, antes de que todo se desmoronara y de que perdiese la consciencia por el golpe.

Y pregunté sin dejar de mirar los carteles de neón que cubrían el bar por fuera.

—¿Y seguro que ese hombre que viste en la gala y que tiene toda la información sobre el caso está en este bar? —Arrugué la boca y susurré. —Me parece muy obvio.

Cronos hizo un gesto que me hizo mirarlo.

—A veces lo obvio es el mejor disfraz —contestó él y comprendí a lo que se refería—. Créeme. Además, deberías saberlo ya que eres infiltrada también.

Estábamos vestidos de forma habitual, como nos habíamos acostumbrado a vestir para infiltrarnos en el boxeo clandestino.

Nos bajamos del coche juntos, caminando uno por su lado y, al mirarnos, supimos que debíamos hacer un papel diferente al que estábamos acostumbrados.

Nada más entrar al bar, se podía oler el sudor, el olor fuerte a tabaco que debía de estar prohibido fumar dentro de cualquier establecimiento y era motivo de multa y más si no se cumplía. Pero, lo que más asco me daba, era la forma tan asquerosa que me miraban muchos de esos morbosos borrachos sin disimular siquiera.

Traté de demostrar mi desagrado pasando al lado de ellos junto con mi compañero de trabajo, hasta que vimos a un hombre que daba bastante pena, por todas las cervezas que se había tomado, lo flaco que estaba y lo mal que se encontraba físicamente. No podía imaginarme que ese hombre fuese la mano derecha de Magnus, antes de que Magnus lo retirase de su lado para que fuese un camarero.

Cronos me echó una mirada de complicidad y caminó hacia atrás para luego colocar las manos suyas sobre los hombros de aquel hombre.

—¿Murphy? ¡Colega, cuanto tiempo! —gritó Cronos, con sus manos sobre sus hombros. —¿Conoces a mi novia Erika?

El hombre miraba hacia Cronos y luego miraba hacia mí, con el nuevo nombre ficticio que me había puesto rápidamente mi compañero.

Su rostro de estupefacto era visible y no sabía para nada quienes éramos. Era obvio y más si llevaba muchos meses sin ser la mano derecha de Magnus.

Poco a poco íbamos llegando a resolver las dudas que teníamos y ahora teníamos a una joya para la investigación, para descubrir que escondían todos ellos, los secretos y quien demonios era el jefe supremo.

—¿Qué...? ¿Pero quienes...? —preguntó dudoso, sorprendido.

—Cariño, está muy borracho —dije, sabiendo Cronos a lo que se refería.

—Si, creo que será mejor que nos lo llevemos antes de que se quede tirado por alguna esquina.

Cronos y yo lo ayudamos a levantar de la butaca y, como el hombre estaba bastante borracho, apenas podía ponerse en pie, pero trataba de moverse para que no nos lo llevásemos de allí.

Nadie sospechaba nada porque la gran mayoría se encontraban borrachos y el camarero parecía estar más pendiente al partido de fútbol, por lo que llevárnoslo de allí no era difícil para poder tener una charla larga con ese hombre.

Cuando salimos a la calle, fue cuando empezó a hacer más esfuerzo por no entrar al coche.

Y gritó;

—¡Tíos!

Una vez dentro del coche, miré al hombre que apestaba a alcohol y le dije;

—Llámame agente Bécquer.

Cronos se giró desde el lado del conductor y respondió;

—Bianci.

El rostro del hombre era completamente sorprendido.

—No jodan...

—Vamos a tener una charla larga y tendida en comisaría —contestó Cronos, aun sabiendo que no estaría bien lo que estábamos haciendo.

Pero ambos, hartos del rumbo lento que tomaba la investigación y de las vidas que corrían peligro, incluido las nuestras, debíamos hacer ciertas cosas que en otras ocasiones no haríamos.

Al llegar a comisaría, y aprovechando que el capitán estaría unos días fuera por trabajo, metimos al hombre en la sala de interrogatorios y, una vez listos cambiándonos de ropa por una más policial con Cronos vestido de traje y yo con una camisa remangada y unos pantalones largos, con nuestras placas colgadas del pantalón, miré la ventana donde podía ver lo que hacía el hombre que habíamos metido en la sala de interrogatorios y, dudosa, no dejé de pensar.

—¿Crees que ha sido buena idea mostrarnos con un hombre que fue mano derecha de Magnus?

Cronos, con sus manos en los bolsillos, dijo;

—Apuesto mi sueldo de todo el año a que Magnus ya sabe quienes son los policías infiltrados. Y creo que lo sabe desde hace meses. Por eso nos ha hecho más pruebas que a otros —respondió, comprendiendo las cosas.

Yo, sorprendida, asentí.

—¿Por el capitán?

Cronos me miró y parecía muy preocupado por descubrir todas esas cosas.

—Empiezo a pensar que hay más peces gordos en la policía. No hay pruebas con lo del capitán, pero podemos encontrar todo lo relacionado con esto con ese hombre que está ahí —susurró.

Asentí y Carlo no dejó de mirarme, como si fuese una buena policía.

—Serías una buena inspectora.

Sonreí por lo que acababa de decirme.

—Tiempo al tiempo, Carlo. Tú, en cambio, serías un buen capitán.

Cronos sacó todo el aire que tenía dentro y respondió;

—Capitán es algo que me quedaría grande.

Negué con la cabeza.

—No lo sabes.

Gracias a que un soplón habló con Carlo en la gala para soltarle quien fue la mano derecha de Magnus, ahora estaban a punto de hablar con ese hombre. Estábamos esperando que se le pasara un poco la borrachera y con el café malo que teníamos de la comisaría, ayudaría un poco a despejarse a esas horas de la tarde.

Habíamos encontrado lo más importante para el caso y no paraba de pensar que él sería crucial para lo que vendría a continuación en el caso y descubrir, de una vez por todas, quien sería el jefe supremo.

Preparados, entramos a la sala, cerrando Cronos la puerta consigo y nos sentamos uno a cada lado en aquel lugar.

El hombre, mirándonos con enfado, escupió;

—Mirad quienes son las ratas asquerosas... Si Magnus lo supiera...

Cronos comenzó con el interrogatorio.

—Eras la mano derecha de Magnus. ¿Qué pasó para convertirte en un simple camarero? —Le provocó Cronos.

Murphy, el hombre que teníamos en la sala de interrogatorios, sopló y negó con la cabeza. Podía ver odio en su mirada, como si algo hubiese pasado en su vida que le tuviese rencor a alguien. Pero mucho más de lo que me imaginaba.

—No pienso hablar nada. Seguiré siendo fiel a Magnus, aunque me torturasen.

Entonces, mirando su expediente y, el cual, había estudiado con antelación las 2 horas que lo habíamos tenido en esa sala, saqué una foto y se lo puse delante de su vista, viendo como su expresión cambiaba drásticamente.

Con Cronos mirándome, comencé;

—Creo que Magnus ha sido el motivo principal y el culpable de la muerte de su mujer —inicié, calcándome en la información que había en su expediente—. No me quiero ni imaginar la de atrocidades que le hizo cuando prefirió quitarle la vida y las mil cosas que hizo después con ella —susurré, no pudiendo imaginarme lo que debió sufrir aquella joven y luego lo que debió sufrir el hombre que tenía frente a mí que había visto como se encontraba su mujer—. Lo que me hace preguntarme, ¿por qué a usted? ¿Por qué prefirió que usted fuera su mano derecha? Eso me hace pensar que, quizás, él no lo sabía y al ver lo que sufrió el amor de su vida por un engendro como Magnus, decidió ganar su confianza y matarlo desde dentro.

Silencio.

Al ver como ese hombre solo miraba la foto de aquella joven deseando que saliera esa muchacha de la foto y lo abrazara. Pero era una foto y eso no pasaría, por desgracia.

—¿Me equivoco? —cuestioné.

El hombre, callado, negó con la cabeza.

—Siento lo de su mujer —contesté con dolor, sin poder imaginarme lo que debió sufrir ese hombre al encontrarse al amor de su vida muerta—. Por eso estamos aquí, para hacer justicia para esas víctimas y para esas personas que están esclavizadas bajo la orden de Magnus y el jefe supremo.

Notaba como Cronos me miraba como si fuese un padre orgulloso por el interrogatorio que estábamos teniendo con ese hombre.

Y el hombre empezó a hablar;

—Estábamos intentando tener hijos. —Sus ojos comenzaron a llorar y tomó la foto entre sus manos temblorosas—. Llevábamos toda una vida juntos, 4 años de casados. 4 años maravillosos y ese hombre me la arrebató... Le quitó la vida como si fuera un mero objeto. Ella iba a ser diseñadora... La mejor. Y el día que llegué de trabajar... —Lloró con fuerza mientras pensaba en ese momento y me sentí mal por habérselo recordado.

Pero muchas vidas corrían riesgo y las que seguiría arrebatando si no hacía este interrogatorio.

—Ese cabrón merece una tortura eterna... No la muerte. Eso es muy fácil. Merece que lo torturen de una forma cruel y lenta, muy lenta. Por cada vida que arrebató... —murmuró Murphy.

Asentí.

—¿Qué sabe sobre los presuntos corruptos de la policía? —cuestionó Cronos.

—¿Buscan corruptos? Hay muchos... Muchos más de lo que piensan.

—Nombres.

El hombre negó ante las advertencias de mi compañero.

—Antes, quiero que me prometan que ese hombre se pudrirá en la cárcel y que sufrirá ahí.

—No podemos prometerle eso porque somos agentes, pero sí le podemos decir que pagará por lo que ha hecho —contesté.

—Me matará desde que salga de aquí. Pero me da igual... Con esa promesa me basta —dijo Murphy.

—Haremos lo posible porque... —Cronos no acabó la frase.

—Hagan lo que hagan, desde que les cuente lo que sé, nada más pisar un pie en la calle...

Silencio nuevamente.

—Les puedo escribir una lista de todos esos corruptos. Pero tienen uno aquí dentro de esta comisaría que pasa información de los infiltrados.

Arrugué la frente nada más escucharlo, aunque ya nos lo esperábamos.

Cronos preguntó;

—¿Es el capitán Anderson?

Murphy rio ante lo que acababa de decir;

—¿Anderson? —rio—. No... Y seguramente que el que les ha pasado esa información es el topo. —Se tomó su tiempo para luego soltar—. Es Jon Brown, un fiel amigo de Magnus.

Tanto yo como Cronos, nos quedamos sorprendidos. Tanto que si me pinchaban para sacarme sangre, no sacarían ni una sola gota de ella.

—El más cabrón, muchas veces es el que menos esperamos. Anderson es un simple capitán que podría hacer mejor su trabajo.

Asombrados, Cronos se levantó y empezó a hacer unas llamadas a varios policías, cuando le pregunta;

—¿Y el jefe supremo? ¿Sabe quien es?

Silencio. Otra vez.

Había bastante tensión y por la mirada de ese hombre, podía imaginarme que debía saber quien era ese cabrón, el que hacía la vida imposible a las personas, a los ciudadanos que solo querían vivir tranquilamente, con sus problemas. Pero no como los tenían ellos.

Y cuando los minutos pasaron, él me preguntó;

—¿Quién ha dicho que sea un hombre?

Cronos colgó el teléfono observando al hombre y yo arrugué mi frente por la respuesta de él.

—¿El jefe supremo es una mujer?

—La mandamás. —Asintió mientras observaba la foto de aquella joven, acariciándola con sus dedos—. Pero no sé quien es, solo la he escuchado con la voz verdadera un par de ocasiones hablando con Magnus. Creo que tendría entre 40 y 50 años, pero no estoy seguro.

Nos miramos tanto Cronos como yo y supimos que ahora las cosas iban a cambiar drásticamente. Más ahora que teníamos una pista importante, quitando los posibles sospechosos que teníamos desde el principio.

🥊

MAGNUS.

Observé la ventana desde aquel edificio, mirando la ciudad de Londres como anochecía y las vistas tan increíbles que tenía. Era todo para mí, yo era el amo de ese lugar, teniendo a los políticos y los policías comiendo de mi mano. Me sentía poderoso y sabía que nada ni nadie podía arrebatarme ese poder.

Observé las imágenes que tenía desde hacía meses sobre la información que me había pasado Brown y arrugué mi entrecejo por ello.

Hablaba con la jefa por teléfono, la cual solo había visto en 2 ocasiones y asustaba mucho más que oír su propia voz por teléfono.

—¿Por qué no los has matado, Magnus? —preguntó, refiriéndose a los policías infiltrados que tenía dentro del lugar.

—Me gusta cocinar las cosas lentamente. Saben mucho mejor.

—Sé creativo. No dejes ni un solo hueso en su sitio —contestó, siendo tan gore como de costumbre.

Sonreí.

—Cronos y Felina pagarán por todo eso, y a su vez lo harán Gato y el idiota de Magno.

—Gato es nuestro mejor luchador. Ya sabes el trato —contestó con aquella voz elegante y macabra que la caracterizaba.

—Lo sé, lo sé, jefa... No lo mataré, pero haré que sufra viendo como le arrebato la vida a su amada policía —anuncié.

—¿Qué harás? —preguntó, deseosa de saber el final.

Sonreí más todavía.

—Primero, un combate final para Gato con el único luchador que lo ha vencido sin trampas y que podría matarlo.

—Te dije que nada de...

—Lo sé, jefa. Y no le ocurrirá nada. —Le prometí. —Porque cuando Felina vea que está en serios peligros, empezará el apocalipsis. Y lo voy a disfrutar.

***

Aquí tienen un nuevo capítulo de GATO.

¿Que les ha parecido?

¿Quieren más escenas de ella y Gato y Afrodita y Serpiente?

¿Y que Magnus narrase?

¿Y que el mandamás, realmente, sea una mujer?

Nos leemos el domingo :3

Patri García

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