Ascenso a la victoria.
Capitulo III: "Adaptación."
AÑO 840, Sede de la Legión de Reconocimiento.
Estaba parada derecha junto a sus amigos frente al capitán Edward Evengarden. El seria su líder temporal hasta el momento, se encargaría de supervisar sus entrenamientos y prepararlos para salir de los muros. Su porte era serio y causaba que las piernas de Alida temblaran cada vez que la miraba a los ojos. Su cabello era de un color negro con tonos azulados, este estaba atado en una trenza, que no llegaba a pasar más de sus hombros. Un hombre demasiado alto, podrían faltarle unos pocos centímetros para alcanzar los dos metros.
Alida estaba muy emocionada durante la mañana por que sería su primer día, pero ahora solo tenía miedo. El capitán Evengarden no se veía como alguien bueno y paciente, parecía un demonio. Trago seco cuando los empezó a examinar con la mirada, los estaba matando con ella. Por acto reflejo se paro aún más derecha. En verdad estaba muy asustada.
— Soy Edward Evengarden, capitán de la Legión hace años. Y como verán estoy en la desgracia de entrenarlos a ustedes.— empezó a caminar frente suyo, analizando cada parte de cada uno.— Para eso vamos a establecer unas reglas. Odio que rompan mis reglas, no quiero quejas al respecto. ¿Alguna objeción?
— Me quejaría de todo, pero no permite las quejas.— contestó Daphne sin ningún tipo de temor. Edward la vio con el ceño fruncido y continuó con su discurso.
— Veo que aprendes rápido. Te mandare con la loca como castigo.— Le dijo a Daphne para luego continuar.— Mi entrenamiento va más haya de aprender a combatir a los titanes. Puedo asegurarles que es más difícil luchar contra humanos, es por eso que me aseguraré de que cuando sean elegidos para un escuadrón definitivamente, puedan sacarle la cabeza a alguien con los ojos cerrados. Despídanse de los descansos y la buena vida, conmigo entrenarán todas las horas del día, solo dormirán en las noches. Ahora vamos con las reglas, deben llegar puntuales o no comerán. Hacer los que les pido en todo momento y por supuesto no desobedecerme. Luego agregaré más.
Alida suspiro en cuanto se dio vuelta y empezó a hablar con Shadis y el hombre rubio que se acercaron a él. Observo a Hera, parecía estar a punto de desmayarse, se apoyaba dramáticamente sobre Daphne diciendo que no quería morir. Por otro lado, Evans estaba muy relajado mirando el cielo.
— Tu, cabeza de fuego.— la llamó el capitán.— Shadis te llevará con tu castigo. Hazle caso.
Daphne le dio todo igual y con casi una cara de burla para su superior se fue del lugar junto a los dos hombres. Edward camino hasta enfrente de Evans y piso su pie para que le prestara atención.
— Dime tu nombre y deja de mirar el cielo como un idiota.— sin embargo lo había tomado tan por sorpresa que no podía contestar.— ¡¿Eres sordo o que?! ¡Dime tu nombre y porque estas aquí!
— Evans Jones, señor.— contestó lo más rápido posible.— Quiero ayudar a la humanidad como primer punto y como segundo proteger a mi familia.
— No creo que puedas ayudar a la humanidad mirando el cielo como un tonto. ¡Da vueltas por el campo hasta que sea la hora del almuerzo!— de esa forma Evans rápidamente corrió por el lugar. Ahora solo quedaban Hera y Alida.— ¡Dime tu nombre, alambre!
— Hera Miller, capitán.— hizo el saludo militar para continuar.— Vine aquí para estar con los que amo y ayudar aunque sea mínimo a la humanidad.
— Ya se quien eres. La niña rica criada por sus abuelos.— se llevó dos de sus dedos a su entrecejo.— Este grupo va de mal en peor, no me pagan lo suficiente. ¡Acompaña a correr a tu compañero!— Hera obedeció al instante y ahora solo quedaba Alida, quien temblaba del miedo.— Tengo al grupo completo, un alambre, un idiota, una cabeza de fuego y una débil mariposa. Tu nombre.
— Alida Blouse, capitán.— suspiro antes de continuar, ese hombre la aterraba.— Vine aquí porque quiero descubrir que nos espera detrás de los muros. Además de que me gustaría crear artefactos que mejorarían las probabilidades de las personas de sobrevivir detrás de los muros.
Edward la miró de arriba hacia abajo de forma despectiva. Era como si sus palabras no le hubieran gustado para nada y que su aspecto físico no la ayudara para nada. En ese momento ella era una mosca a punto de ser aplastada.
— Veo que eres una pobre chica llena de sueños. Se nota que eres débil y que morirás en tu primera expedición.— dijo de forma dura, clavando cada una de sus palabras como estacas en el corazón de Alida.— Lo más probable es que no ayudes a nadie y solo estorbes. Creo que mejor deberías encontrarte un esposo y formar una familia, ese papel se le da perfecto a las personas como tu. Veamos cuanto duras, creo que para dentro de dos meses tu presencia no me molestara más y serás tragada por un titán.
Apretó sus puños a sus costados. No podía creer lo que estaba escuchando, sus ojos empezaron a cristalizarse, quería largarse a llorar. Pero no iba permitir caer a ese nivel. Fue por eso que miro a su capitán firme y sería, no quería permitir que nadie la tratara de esa forma.
— Ya lo veremos.— dijo finalmente, su contestación hizo ofender más a su capitán.— Nunca pensé que algo tan repugnante saliera de su boca. A nadie se le desea que un titán lo devoré. Usted no tiene corazón. Pero yo si lo tengo, por lo tanto yo si llegare hasta el final.
— Corre hasta colapsar, tragaras tierra por decir esas cosas.
Alida aunque le costó, ignoró sus palabras y se fue a correr junto a sus amigos. Esas palabras habían cambiado algo dentro de ella. Comprendió que debía hacerse más fuerte para que no la vieran como una hormiga fácil de aplastar. Se esforzaría y cumpliría sus sueños, eso era lo ideal para aplastar las palabras de su capitán. Le demostraría que ella podía contra todos y volvería viva de cada expedición. Ya lo había decidido y nadie podría detenerla.
Alida Blouse cumpliría todos sus objetivos y sueños, nadie podía detenerla. Aunque se tratara de un agonizante sufrimiento, lo haría lucir como uno legendario. Y se aseguraría que todos en la tierra se acordarán de ella. Alida estaba lista. Lista para empezar con su camino hacia la victoria.
Alida estaba caminando por los pasillos de la sede de la Legión. Era un antiguo castillo viejo pero muy bonito. Vestía el uniforme y en sus manos llevaba una carta. Sus piernas dolían bastante, pero cumplió con la desesperada decisión de su capitán, el día anterior corrió de la mañana hasta la noche, se detuvo cuando colapsó. En ningún momento freno, quería demostrar lo resistente que era. Simplemente estaba en el camino correcto, por el momento no había nada que Edward Evengarden pudiera reclamarle.
Volviendo a la actualidad, estaba llevando una carta hacia el despacho para que se la entregaran a sus padres. En ella les contaba como estaba yendo su periodo de adaptación y los problemas que iban surgiendo. Aunque también se tomó el tiempo de preguntarles como estaban y si necesitaban de algo. Aprovecharía su primer día libre para ir a visitarlos, los extrañaba demasiado.
Su camino relajante se vio interrumpido, por instinto sentía que alguien la seguía. Disminuyó su paso y empezó a detectar los pasos que no eran de ella. Doblo hacia la derecha y se metió en la habitación en donde estaban las cartas para enviar. Suspiro y se adentro entre los pasillos llenos de muebles. Al llegar al fondo colocó su carta junto a las demás para enviar. En ese momento lo confirmo, había una presencia humana cerca de ella.
Salió como si nada de la habitación, quería averiguar hasta que punto sería esa persona capas de seguirla. Sus pasos eran lentos, tan solo necesitaba anticipar su puntería. No quería que nadie la atacara por la espalda. Cuando la sintió más cerca de ella no lo dudo ni dos segundos, metió la mano en el bolsillo de su pantalón y de ella sacó una pequeña daga. Y sin pensarlo mucho la lanzó en dirección de donde estaba la persona, aunque claro, no para que caiga en su cuerpo; solo necesitaba asustarlo un poco para que no la volviera a molestar.
Se dio vuelta y entonces lo comprendió, no era nadie peligroso. Nadie buscaba hacerle nada malo. Miró a esa persona la cual tenía los ojos abiertos, se notaba que estaba sorprendido.
— Buena puntería. Algo me dice que diste al punto que planeabas.— alago el hombre frente a ella.
En ese momento recordó de inmediato quien era. Lo había visto el día de la ceremonia, estaba junto a Shadias. Era imposible no reconocerlo con esas pobladas cejas y su actitud. Estaba serio como aquella vez, pero lo único distinto es que sus ojos brillaban como si hubiera encontrado un tesoro.
— Lo siento mucho, espero no haberte dañado. Solo es que sentía que alguien malo me seguía, pero al parecer solo era usted.— se disculpo Alida. Ni siquiera sabía el nombre de aquel hombre, pero el respeto estaba ante todo.
— No deberías preocuparte.— sacó de forma cuidadosa la daga de la pared y se la tiro de forma en que Alida la pudiera agarrar con facilidad.— Aún no tuvimos la oportunidad de presentarnos, soy Erwin Smith, capitán del escuadrón de operaciones especiales.
Alida asintió con la cabeza, el nombre del hombre rondaba por su cabeza. Cuando recordó a Daphne, de forma rápida lo ubico. Ayer en el castigo de la pelirroja esta tuvo la oportunidad de conocerlo, había asegurado de que era un hombre demasiado aburrido. Dejando de lado que casi se muere por estar con la loca de Hange Zoe. No podía negar que la descripción que Daphne le había dado pegaba a la perfección. Había sido demasiado exacta.
— Alida Blouse, un gusto.— hizo el correspondiente saludo militar. No quería sonar grosera, pero le urgía saber porque un hombre que se suponía que debía estar ocupado la estaba siguiendo, necesitaba la respuesta de inmediato.— No quiero sonar irrespetuosa, pero me gustaría saber porque usted me estaba siguiendo. Me sentiré incomoda hasta no saberlo.
— No es irrespetuoso, lo mío de hecho si. Tu amiga Daphne mencionó que eras buena creando artefactos o innovando objetos nuevos. Por lo tanto quería saber si podrías ayudarme a hacer realidad un aparato que nos ayudaría en las expediciones cuando salgamos de los muros.
Alida lo miró sorprendida, no podía creer que alguien estaba pidiendo que hiciera lo que más le gustaba en el universo. Agradecía a Daphne por haber abierto de una vez por todas su molesta boca. Era su oportunidad de que todos conocieran su talento y poder empezar a llevar a cabo sus ideas con un poco de ayuda. Si salía bien lo que el capitán Smith le pedía no tenía duda de que podría hacer tragar las palabras del capitán Evengarden.
— Sería un honor para mi esta tarea. Solo necesitaría tiempo y los materiales. Además de que usted pueda brindarme información sobre el artefacto que diseñare.— dijo con entusiasmo escondido entre sus palabras formales.— Usted solo dígame esas cosas y se lo tendré listo la más rápido posible.
— Me alegra escuchar que estés dispuesta. La idea es que sean algún tipo de aparato que lancen distintos humos de colores.— informó para que empezará a tener una idea.— Mañana te pasaré toda la información y en base a eso tu me pedirás los materiales.
— Perfecto, gracias por confiar en mi para esta tarea. Nos vemos mañana capitán Smith.— se despidió con una sonrisa y se dio vuelta emocionada.
No podía creer lo que estaba sucediendo. En cuanto encontrara a Daphne se tiraría y la abrazaría hasta que no pudiera respirar. Al fin podría crear algo y quizás en un futuro le esperaban grandes proyectos. Estaría eternamente agradecida con el capitán Smith, la primera persona en pedirle que creará algo para ella.
La adaptación estaba resultando ser todo un éxito.