CAPÍTULO VEINTE
APOLO
Hablar sobre esa noche sigue siendo difícil.
Así que después de la segunda cita con mi terapeuta, me siento drenado mentalmente y sin energías. En las últimas dos semanas me he convertido en un pequeño zombi de nuevo, voy a la universidad, vuelvo al apartamento, duermo y repito el ciclo. Ya ni siquiera troto en las mañanas, que era algo que me solía gustar mucho, y me inspiraba a empezar el día con buen pie.
Gregory ha intentado romper el ciclo, invitándome a miles de cosas, desde fiestas hasta noches de pelis y otras actividades. Érica también ha hecho sus intentos en la universidad. No he ido a Nora porque no sé si pueda ver a Xan a la cara, y no decirle que su novio fue el que me golpeó hasta casi morir. Y Rain...
Intento no pensar en ella en lo absoluto.
He indagado con mi terapeuta sobre cual es la emoción principal que me corroe cuando se trata de Rain y es engaño, me siento traicionado. Si hay mucha rabia porque ella no haga nada con lo que sabe, pero lo que más me hiere es que no haya sido honesta conmigo desde el principio. No me gustan las mentiras y que Rain haya pasado tanto tiempo conmigo, teniendo tantas oportunidades de decirme la verdad y que aún así decidiera no hacerlo, duele.
Y luego está el hecho de que mamá esté involucrada en todo esto. Soy el único que la visita de la familia.
—Pasa, hijo —dijo mamá con una gran sonrisa la ultima vez que la visité—. Acaban de poner esas cortinas en los ventanales, ¿qué te parecen?
—Son... bonitas. —Le devolví la sonrisa.
Nunca me habían interesado los lujos o nada que tenga que ver con decoración, en cambio, mamá moría por esas cosas. Estaba acostumbrada a un estilo de vida con mi padre y el arreglo del divorcio le permitía mantenerlo. Papá le dio suficiente con tal de que ella se olvidara de acciones en la compañía Hidalgo.
—Cuéntame, ¿cuándo empiezas la universidad?
—La semana que viene.
—Oh. —Ella rodeó la isla de la cocina, se puso un delantal y empezó a preparar una mezcla de panqueques—. Siéntate, te prepararé tus favoritos, con fresa y banana picada, ¿no?
Asentí. No esperaba que lo recordara, y era la primera vez que la veía cocinar.
—¿Estás asustado? —preguntó, batiendo la mezcla.
—Un poco, ya sabes... que no soy bueno en eso de hacer amigos.
Mamá sacudió la cabeza.
—Estarás bien, ya verás que cuando vuelvas a visitarme, me contarás que tienes un montón de amigos.
Bufé.
—Claro.
Hubo un silencio y ella se lamió los labios. Sabía que quería preguntar.
—Ellos están bien, mamá.
Su expresión decayó un poco.
—Claro, yo...sigo a Claudia en Instagram, sube unas fotos preciosas de Hera.
—Sí.
Ella sigue preparando y cuando termina me sirve un plato con una torre de tres panqueques con fruta picada en la cima.
—Gracias, se ve delicioso.
Ella asintió y sonrió, limpiándose las manos con el delantal. Sin embargo, el brillo de sus ojos se había esfumado desde que mencionamos a Hera. Y a pesar de que ella era responsable de este resultado, de que ahora estuviera en esta posición, no pude evitar sentirme mal, era mi madre.
—Necesitan tiempo, mamá —dije con honestidad—. Artemis y Ares... fueron los más afectados con lo que pasó entre tú y papá.
—Lo sé... me merezco esto, es solo que... —Ella dejó salir una bocanada de aire, ojeando la ventana—. Estoy muy sola, Apolo.
—Lo siento, mamá.
—No lo sientas, yo coseché esto. Solo desearía haber tenido esta claridad mucho antes, haberme dado cuenta del daño que les causaba... a ustedes, a Juan... —Ella se lamió los labios—. Estar aquí tan sola me ha dado tanto tiempo de reflexionar, de mirar atrás y ver los errores tan gigantes que cometí. Pero ya es muy tarde, Apolo.
Extendí mi mano hacia ella por encima de la isla y tomé la suya.
—Estoy aquí, mamá. Y no puedo hablar por mis hermanos porque ellos tienen derecho a procesar lo que pasó como puedan, pero creo que nunca es tarde para darte cuenta de tus errores.
Mamá le dio la vuelta al mesón y me abrazó.
—Te quiero.
Le creí, pensé que había cambiado. Y ahora me entero de esto. ¿Es que no se puede confiar en nadie? Cojo una botella de agua y me voy a mi habitación, necesito dejar de pensar. Y por ahora, dormir es la única forma de lograr eso.
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—Apolo... —Alguien me sacude el hombro—. Ey.
Gruño y me giro en la cama, dándole la espalda a quien sea que me esté interrumpiendo. No quiero despertar.
—¡Apolo! —Es un susurro con urgencia y mientras me vuelvo un poco consciente, me doy cuenta de que es Gregory.
—¿Qué? —murmuró con la cara semienterrada en la almohada.
—Despierta, tenemos una... situación. —Greg me sacude con más fuerza. Y jadeo en frustración, sentándome de mala gana.
—¿Qué pasa? —Me froto los ojos para ver su figura en la oscuridad.
—Se trata de Xan.
En el momento que escucho ese nombre, las alertas se disparan en mi cerebro y me despierto por completo porque esto no puede ser bueno. Miro el reloj en la pared y son las cuatro de la mañana, la expresión preocupada de Gregory tampoco es buena señal.
—¿Qué pasó? —El corazón me late desbocado antes todos los escenarios posibles.
—Xan está aquí.
—¿Qué?
—Bueno, está en la puerta, no quiso entrar, me pidió que te llamara.
—Pero que—Me levanto de golpe, y ni me molesto en ponerme una camisa. Salgo con mis pantalones de pijama y nada más, apresurándome a la puerta. Y ahí está él, tembloroso, frotándose los brazos con ambas manos mientras se abraza a si mismo. Su cabello es un desastre, su rostro tiene moretones frescos, su cuello está rojo, como si... sus ojos están hinchados y ha estado llorando, eso es obvio.
—Dios, Xan, ¿qué pasó? Estás herido, estás—
—Lo siento... lo siento por venir a esta hora... no sé porque lo hice, pero... no tenía a donde ir... Y Rain me dio tu dirección hace tiempo cuando quise disculparme por haberte tratado mal en la fiesta, y... no sé como llegue aquí... estaba caminando... he estado caminando mucho... por horas.
Ojeo sus pies y está descalzo, de donde sea que salió no fue planeado, está huyendo. Él tose, y hace una mueca de dolor.... Su cuello... estoy seguro de que Vance es el responsable de ese enrojecimiento en su cuello.
—Lo siento, Apolo.
—No, no, no tienes que disculparte por nada, vamos, pasa.
—No... no es buena idea, no quiero involucrarte en mis problemas... yo—
—Xan, pasa, descansa un poco, come algo y ya después podemos pensar que hacer.
Él duda.
—Me da mucha vergüenza aparecer en tu puerta así, pero... tenía tanto... miedo. —Su voz se rompe—. Solo... corrí.
—Hiciste lo correcto, Xan. Vamos —Le extiendo mi mano y él duda de nuevo, pero finalmente la toma y entramos.
Gregory nos recibe en la cocina y Xan baja la mirada. Y por un segundo, recordé a mi visita a casa, al abuelo, a Hera, Claudia y Artemis, a lo que necesité en ese momento. Cuando estamos en nuestros peores momentos, lo menos que necesitamos es preguntas. Xan mantiene su mirada en el suelo, abrazándose a si mismo.
—Lo siento de verdad, no debí venir así, es muy tarde, yo—
—¿Pan tostado o normal? —interrumpo, caminando hacia el otro lado de la isla. Xan alza la vista, confundido, yo sigo—: Prepararé el desayuno hoy un poco más temprano de lo normal porque como diría mi abuelo: todo mejora con la barriga llena.
Le doy una sonrisa de entendimiento a Xan y sus ojos se enrojecen.
—Pan tostado —murmura.
—Excelente opción. —Gregory se une y me señala—. A ver, Apolo, saca los huevos y pica los vegetables, yo empezaré la sartén. Toma asiento, Xan.
El chico de cabello azul se sienta en las sillas altas frente a la isla mientras Greg y yo cocinamos. Bueno, Greg es el que hace todo y yo sigo sus instrucciones y agradezco su intervención porque no soy bueno con ello, solo sé hornear postres.
—¡Así no! —Me regaña Gregory—. Dios, ¿cómo es que no sabes hacer tocino? Es tan simple como voltearlo, Apolo.
Xan no habla, pero nos observa con intensidad como si todo esto lo mantuviera entretenido lo suficiente. Y es lo que quería, él no necesita la presión de las preguntas, o que indague. Él hablará cuando esté listo y estaré aquí para escucharlo.
Comemos en silencio, disfrutando de este desayuno improvisado que le ha quedado increíble a Gregory, sus habilidades culinarias siempre me sorprenden. Aún está oscuro afuera y el reloj marca las cinco. Con un bostezo, Greg se despide.
Dudo por un momento en que hacer, sé que Xan no querría estar solo así que lo llevo a mi habitación, es espaciosa y tiene un sofá largo cómodo a un lado. Dentro, él se queda parado cerca de la puerta ya cerrada. La luz está apagada, solo nos ilumina una lámpara encendida en la mesa de noche.
—¿Puedo usar tu baño? —pregunta, su voz está decaída y se ve destrozado, no hablo solo de sus heridas, sino de todo él. El Xan alegre que me sonríe cuando voy a Nora, no está por ninguna parte y odio que Vance lo destruya así.
—Claro.
Cuando Xan sale del baño, se queda ahí parado sin saber que hacer.
—Puedes descansar en la cama —digo y me siento en el sofá.
Él se lame los labios, sobándose los brazos de nuevo.
—Xan. —Me mira—. Estás a salvo.
Él asiente y se tumba sobre su espalda en la cama, sus ojos fijos en el techo.
—No tienes que estar el sofá, —susurra—. Tu cama es grande, puedes acostarte aquí, si... no te incómoda.
—Claro que no me incomoda —aclaro y voy a la cama.
Me acuesto como él, sobre mi espalda. La pequeña luz de la lámpara crea pequeñas sombras en la superficie. El silencio que nos envuelve no es incómodo, es tranquilo y espero que le dé el espacio a él para procesar lo que sea que haya pasado.
—Yo... —Xan empieza, pero se calla.
Descanso ambas manos sobre mi estómago y giro la cara para verlo. Él mantiene su mirada en el techo. Puedo ver lágrimas rodando por el lado de su cara y como tiemblan sus labios.
—Xan, no tienes que explicar nada, tomate tu tiempo.
—¿Cómo... llegó a esto? ¿Cómo... llegue a esto? ¿Cómo puedo seguir amando a alguien que me hace esto?
—Eso no es amor, Xan. Lo que tienes con Vance, quizás empezó como amor, pero te aseguro que ya no lo es.
—Entonces, ¿qué es? —Él gira el rostro para observarme—. Porque siento que no puedo vivir sin él... me siento atrapado.
—Porque él lo ha hecho todo para que te sientas así, para que no lo dejes.
—Él no era así... no siempre es así, cuando estamos bien... todo... es perfecto. —Él vuelve a mirar el techo, inhalando por su nariz congestionada—. Él prometió no volverlo a hacer y esta noche... él... pensé que me mataría, Apolo. Tuve... —Él rompe en sollozos, cerrando los ojos—. Tanto miedo.
Con cautela, extiendo la mano en la cama y tomo la suya.
—Estás a salvo, Xan. —Aprieto su mano con gentileza—. Descansa.
Por un buen rato, él llora desconsoladamente, y solo puedo sostener su mano y estar ahí para él.
Finalmente, Xan se duerme. Sus largas pestañas le rozan los pómulos, y sus labios están entreabiertos. Suelto su mano y me siento para arroparlo. Xan se estremece un poco, pero sigue durmiendo, su rostro ahora girado en mi dirección. Su cabello azul le roza la frente y los morados ya se están haciendo más obvios en su rostro, y en su cuello.
No tengo idea de que voy a hacer, pero alguien debe detener a Vance. Y cada vez me convenzo más de que esa persona debo ser yo.
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Nota de la autora: Está muy soleado por aquí, cero lluvia en este capítulo, ¿entienden? Porque no salió Rain, ¿eh? HAHAHA doy los mejores chistes, ¿okay?
Chamas, yo tengo como que un mal presentimiento, yo no sé ustedes. Que diría mi mamá, tengo un palpito. Algo va a pasar.
Por aquí, chismecito de Xan, ¿cómo estamos con mi peliazul? Yo quiero abrazarlo tanto.
Bueno como ya saben, (o por si no lo saben) A través de la lluvia sale en papel en Octubre :D ¡Apolo en librerías! No se preocupen que el borrador estará completo en Wattpad también como siempre hago con mis libros a pesar de que estén en físico.
Esta semana el meme time será representado con un solo meme porque estoy en Nora y no encuentro los demás, no me juzguen, tranquis les daré un saludo a Xan de parte de ustedes. also, es el final de la trílogia T.T
Muakatela,
Ariana G.