Tan cerca, aunque estés tan l...

By jakirasaga

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historia corta creada para el reto multiperfil "Fans de las voces a ficciones" More

Nota de Autor
Bebito fiu 🎶
No hay distancias grandes para nuestro amor 🎶
No estés con un famoso que, además, es Tiktoker 🙈
Lo que está en la web, no se puede detener
Esto es un reto que superaremos juntos
Tan cerca, aunque estés tan lejos 🎶

Cuando pensés que la cagás, acordate de mi propuesta

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By jakirasaga

Los cinco años de universidad pasaron volando, fue difícil acostumbrarse a una relación a distancia; sin embargo, ambos le pusieron empeño y mientras la carrera como modelo del argentino se fortalecía, el rubio avanzó con muy buenas calificaciones.

Solo quedaba presentar el proyecto final y se sentía aterrado.

Cerraba los ojos y aparecía el jurado, reprobando su trabajo, así que no podía dormir. Su novio tampoco, llevaba horas intentando calmarlo a través de una llamada mientras le ayudaba a repasar apuntes.

—Rulito, a todos nos sorprendió que escogieras estudiar agronomía… —Las palabras de su novio le sacaron una leve risita—. Pero lo has hecho re joya, Rulo, ningún jurado sabe más de tu proyecto que vos.

—No estaría tan seguro, Rob.

—¿A posta? ¡Estalo, Rulo! Es tu investigación, tu libro, tu proyecto, cada cosa salió de tu cerebro, ¿cómo van a saber más que vos?

—Estoy asustado, voy a paralizarme y arruinarlo.

—¿Vos? Rulo, cuando pensés que la cagás, acordate de mi propuesta y así sabrás que no hay peor vergüenza ajena que esa.

Los chicos compartieron una estruendosa carcajada, Johan se ganó un insulto de su compañero de alcoba, quien se levantó enojado y lo botó a empujones de la recámara. Al rubio no le importó, siguió muerto de risa mientras se acostaba en el sofá, recordó aquel día acontecido a mediados del tercer año de carrera:

—Rulito, casate conmigo —expresó el argentino con la respiración entrecortada, la luz de la tarde primaveral, colada entre las persianas, pintaba sombras sobre sus pieles desnudas y teñía el lugar en tonos naranja.

Le tomó un momento procesar la pregunta y por un instante lo creyó una broma, así que una risita fue la respuesta.

—¿De qué te reís, pelotudo? —preguntó su novio con el ceño fruncido, gesto que le provocó más risa.

—¿Es en serio?

—¡Claro que sí, che! ¿Te parece una idea del orto? ¿Acaso no has pensado en nuestro futuro?

—No me estás entendiendo —le interrumpió con ironía—, quiero decir, ¿en serio lo preguntas, justo ahora, cuando sigues dentro de mí? —La burlesca risa no se hizo esperar—. ¡Podías escoger otro momento! Solo digo.

La blanquecina piel del argentino lucía enrojecida luego del clímax, pero con la pregunta y aún más, la burlesca risa del rubio, se tornó casi escarlata. Sin embargo, ya no había vuelta atrás, solo restaba esperar a que dejara de reír.

—¡Rulo, ya, pará y contestá!

—Perdón, perdón, lo siento —expresó Johan, intentó respirar para calmarse; luego de un suspiro, abrió la boca, pero volvió a reír burlesco.

—Boludo, con vos no se puede…

El irónico rubio se quejó entre risas cuando su novio le impactó un puñetazo al hombro, pero estas mermaron al verle levantar e ingresar al baño de un portazo.

Se apresuró a darle alcance y por algunos segundos lo observó en silencio. Su novio permanecía cabizbajo y en voz baja, no paraba de recriminarse; probablemente, su lado temerario decidió atreverse sin pensar, aunque nunca imaginó que obtendría burlas como respuesta.

—Lo siento —dijo el rubio luego de ingresar, pero Robert lo ignoró—. Rob, perdóname, anda; me sorprendiste —añadió, repartiéndole besos por la espalda.

—¿Tenés idea de lo difícil que fue preguntarte?

—Lo sé, a veces soy un idiota, perdóname —suplicó en un susurro y continuó besando al argentino quien ya no sabía cómo hacerse el rudo ante los cariñitos de su pareja—. Debiste escoger otro momento, tonto.

Robert rio bajo antes de girarse para responder, pero le tocó guardar silencio y contemplar sorprendido. Johan sonreía, sosteniendo una sortija dorada entre los dedos.

—¿Q-qué, qué es eso, Rulo?

Johan respondió con ironía:

—¿Esto? ¡Ah, sí, un anillo de compromiso que intento darte hace un mes, pero más nada!

—¿Q-qué?

—Me rebané el cerebro, ideando la mejor propuesta… —continuó en tono burlón—, pero luego de tu fiasco de hace rato me dije: “nada es peor que esa”, así que, sí, pienso en nuestro futuro —murmuró el chico.

Desvió la vista hacia el anillo dorado y un largo suspiro dejó escapar antes de continuar:

—El sujeto de la joyería dijo que es el… ¿kanji? De la felicidad, no pude evitar pensar en ti, amas las cosas chinas y también es lo que significas para mí.

Un cruce de miradas y Rob sonrió emocionado ante el enrojecido rostro de su pareja, todo rastro de ironía desapareció. Johan sintió un cosquilleo cuando el argentino posó las manos en su atlético vientre y fue deslizándolas hacia la cintura para acercarle y juntar sus frentes.

—Rulo —murmuró—, también sos mi felicidad…

Un suave beso compartieron, los brazos de Johan rodearon el cuello de su pareja, entonces el argentino continuó:

—Pero eso no se llama kanji, sino hànzi y ese no es felicidad, es xìng, significa afortunado, pero sí… —Un nuevo beso—. Lo soy por tenerte en mi vida.
El rubio rio bajo al escucharlo y se separó un poco para contestar:

—Tonto, no sé chino, pero eso me lo explicó el sujeto, falta , ¿cierto? O sea, bendición. —Rob asintió con la cabeza—. Si ves el interior…

Robert contempló sonriente la inscripción, el carácter fú completaba el mensaje.

—Claro que me caso con vos, pelotudo.

Johan sonrió emocionado ante el recuerdo, por un momento el miedo que sentía a la presentación se disipó.

—Tienes razón, eso fue un desastre —le dijo entre risas a su novio.

—¿Lo ves? Vos sos mi pilar, Rulo, sé que vas a estar bien.

—¿Lo juras?

—Con mi vida. Dormite, Rulito.

—Ño, no quero.

El argentino suspiro y una risita le siguió por el aniñado tono que  Johan empleó.

—Debería estar enojado con vos.

—No, deberías estar entrando por mi balcón ahora —replicó el rubio haciendo puchero y Robert se soltó a reír.

—¿Te acordás cuando tu jefa se ortivó por eso?

Las palabras de su madre resonaron dentro de sí: «Muchachos, sé que se quieren, pero no pueden usar esta casa como hotel». Todos los colores subieron al rostro de un apenado Johan mientras Robert se mordía un nudillo, ambos coincidían en lo mismo: «Nada pasó». Lo cual era cierto.

Aquella noche, el argentino tuvo una pesadilla, así que decidió colarse por el balcón del rubio, bastó oír los latidos de su corazón para tranquilizarse.

Sin embargo, el irónico rubio decidió retar a su madre y la pena en el argentino se tornó superior cuando Johan interrumpió la charla para invitarlo al hotel más cercano.

Los chicos no dejaron de reír por recordar tal momento, se divertían demasiado juntos, pese a estar al teléfono.

—Ya, Rulito, dormite, ¿o querés que te patee? —le dijo Robert cuando las risas comenzaron a mermar.

—Si así te tengo aquí, entonces sí —contestó el rubio sin más.

—Abrí la puerta.

—¿Qué? Son las tres de la madrugada.

—Dale, abrí la puerta.

—Rob, no bromees.

—¡Que abrás, te digo!

El rubio se levantó y con premura dirigió sus pasos a la entrada, una nerviosa sonrisa nació antes de atreverse a abrir, pero lo que encontró fue un solitario corredor, un par de jóvenes consiguió divisar en las escaleras.

—¿Qué se supone que debería ver?

—¡Sorpresa! —gritó el efusivo argentino a través del auricular.

—¡Eres un tonto! —replicó molesto y su novio se carcajeó.

Cerró la puerta fastidiado por la bromita y volvió al sofá luego de colgar sin despedirse. Le pareció de mal gusto que su pareja decidiera burlarse.

Un mensaje del argentino saltó en el celular, cerca de diez minutos después: «andate a la puerta y recogé la caja», decía. Johan vaciló un instante.

«¿Te podés apurar con la caja, rulo?», recibió unos dos minutos más tarde, así que suspiró cansino ante la insistencia. Abrió la puerta sin ningún tipo de expectativa y se sorprendió al ver una caja en el suelo. Dudó en abrirla, también de preguntarle a su novio, pero decidió agacharse junto al paquete a revisar.

—¿Una linterna? —preguntó para sí mismo y menos de un segundo después las luces se apagaron, dando paso a la tenue iluminación de emergencia— Ok, esto es más extraño.

Una nueva notificación apareció en la pantalla: «Prendé la linterna». Johan sonrió al leer y comprendió que todo era un plan de su pareja. Hizo caso al mensaje y una risa baja se le escapó en cuanto la luz negra mostró flechas a lo largo del pasillo, en suelo, paredes e incluso escaleras arriba.

—¿Qué demonios? —volvió a preguntarse con una sonrisa y se apresuró a seguir. Rio a carcajadas al ver la palabra “¡¡¡Sorpresa!!!” escrita en la puerta de acceso a la azotea.

Las luces volvieron a encenderse en cuanto ingresó de golpe y el ambiente se inundó con un tema de Sin bandera , Amor real, el barandal frente a él estaba tapizado por un gran banner repleto de dibujos hechos por el argentino. Johan no dejaba de sonreír, lágrimas le ganaron de la emoción y se acercó a detallar cada uno.

La voz entonando la canción tras de sí, le provocó un vuelco al corazón, no se atrevió a girar y tampoco fue necesario porque bastó un segundo para ser envuelto entre los brazos de su pareja, ese calor lo llenó de paz.

—Venía en camino cuando me llamaste hace horas —le confesó al oído—. Los pasajeros me apoyaron, Rulo.

Una risa nerviosa se le escapó al rubio.

—Y solo para que sepás, dijeron que soy el mejor pololo…

***

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