𝗦𝗘𝗖𝗥𝗘𝗧𝗦 ¹ | 𝖲𝗍𝖾𝗏𝖾...

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## 𝗦𝗘𝗖𝗥𝗘𝗧𝗦 𓂃 🍧. ⤹ 🕰️ ❛ Ella era perfecta para ese trabajo, pues su mayor habilidad era ocultar se... More

𝗦𝗘𝗖𝗥𝗘𝗧𝗦
━━ 𝖦𝗋𝖺𝗉𝗁𝗂𝖼 𝖺𝗋𝖾𝖺
❝ 𝖯𝗋𝗈́𝗅𝗈𝗀𝗈 ❞
▬▬ 𝗽𝗮𝗿𝘁 𝗼𝗻𝗲: 𝗌𝖾𝖼𝗋𝖾𝗍𝗈𝗌 𝗒 𝗆𝖾𝗇𝗍𝗂𝗋𝖺𝗌
❝ Capítulo Uno ❞
❝ Capitulo Dos ❞
❝ Capitulo tres ❞
❝ Capítulo Cuatro ❞
❝ Capítulo Cinco ❞
❝ Capítulo Seis ❞
❝ Capítulo Siete ❞
❝ Capítulo Ocho ❞
❝ Capítulo Nueve ❞
❝ Capítulo Diez ❞
❝ Capítulo Once ❞
❝ Capítulo Doce ❞
❝ Capítulo Trece ❞
❝ Capítulo Catorce ❞
❝ Capítulo Quince ❞
❝ Capítulo Dieciséis ❞
❝ Capítulo Diecisiete ❞
❝ Capítulo Dieciocho ❞
❝ Capítulo Diecinueve ❞
❝ Epílogo ❞
▬▬ 𝗽𝗮𝗿𝘁 𝘁𝘄𝗼: 𝗌𝖾𝖼𝗋𝖾𝗍𝗈𝗌 𝗒 𝖼𝗂𝖼𝖺𝗍𝗋𝗂𝖼𝖾𝗌
━━ 𝖦𝗋𝖺𝗉𝗁𝗂𝖼 𝖺𝗋𝖾𝖺 ²
━━ 𝖦𝗋𝖺𝗉𝗁𝗂𝖼 𝖺𝗋𝖾𝖺 𝟤 ²
━━ 𝖦𝗋𝖺𝗉𝗁𝗂𝖼 𝖺𝗋𝖾𝖺 𝟥 ²
❝ Capitulo uno² ❞
❝ Capitulo dos² ❞
❝ Capítulo tres² ❞
❝ capitulo cuatro² ❞
❝ Capitulo cinco²❞
❝ Capitulo seis²❞
❝ capitulo siete² ❞
❝ Capitulo ocho² ❞
❝ Capitulo nueve² ❞
❝ Capitulo once² ❞
❝ Capitulo doce² ❞
❝ Capítulo trece² ❞
❝ capitulo catorce² ❞
❝ Capitulo quince² ❞
❝ Capitulo dieciséis ² ❞
❝ capitulo diecisiete² ❞
❝ Capítulo dieciocho² ❞
❝ Capitulo diecinueve² ❞
❝ Epílogo² ❞

❝ Capitulo díez² ❞

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🕰️🎧 ࣪˖ 𓄴 SECRETS presents to you
▬ ▬▬ act two: chapter ten

Max's curse  ❞

24 de Marzo del 86'

Cuando Steve volvió a abrir los ojos, la luz del día se filtraba por una ventana del sótano de los Wheeler. Y,  a pesar de eso, debían usar la luz artificial de las lámparas para poder con claridad ahí dentro.

—Buenos días bello durmiente —saludó Dustin, quien ya se encontraba despierto junto con Lucas.

—Hey —musitó Steve en modo de salido. Se removió un tanto incomodó en el sofá y estiró las piernas que sentía entumecidas—. ¿Qué hora es?

—Casi el medio día.

—¿Qué? —inquirió incrédulo Steve y se incorporó de golpe en el sofá. En eso su mirada recayó en el otro sofa individual de enfrente—. ¿Dónde está Tessa? —preguntó vagando su mirada por todo el sótano buscándola.

—Esta en el baño —le dijo Lucas señalando la puerta que estaba al otro lado de la habitación—. Hace como media hora salió, busco algo en esa caja y volvió a entrar.

Steve, extrañado, se levantó del sofá y le echó un vistazo a la caja que Lucas había señalado; dentro había un montón de folders con papeles y varios cassettes nuevos.

—Son cintas, ¿Pará que quería cintas?

—¿Para grabar algo? —inquirió Dustin de forma irónica. Steve lo miro ceñudo y devolvió la cinta que había tomado a su lugar.

—No me digas Henderson.

—Tu preguntaste —se excuso el rizado y tomó una de las copias de periódico que Nancy y Robin habían traído anoche. Steve, por otro lado, se acercó al baño y pego la oreja a la puerta, logrando escuchar, de forma muy baja, la voz de Tessa.

No se atrevió a tocar, lo que menos quería era hostigar a la chica, por lo que regresó sobre sus pasos y prefirió concentrar su atención en uno de los periódico para recapitular la información que habían conseguido las chicas anoche.

—Bueno, sean honestos —pidió el mayor tras leerlo—. ¿Entienden algo de esto?

—No —confesó Lucas.

—Es sencillo —señalo Dustin, a lo que Steve lo miro incrédulo.

—¿Sencillo? ¿Enserio? —inquirió él caminando de un lado a otro.

—¿Qué te confunde? —le preguntó Dustin—. Todos los malditos por Vecna murieron, excepto el viejo ese, Victor Creel; es el único sobreviviente. Quizá sepa cómo vencer la maldición.

—Si, suponiendo que estaba maldito, lo cual no sabemos —puntualizó Steve—. ¿Vecna existía en los años 50? No tiene sentido —indicó él sobándose la cabeza por no entender como es que eso era posible.

—Hasta donde sabemos, Once no creó el Upside down. Solo abrió un portal —recordó Dustin—. El Upside down debe existir hace miles de años. Millones. Quizá sea anterior a los dinosaurios.

—¿Dinosaurios, qué...?

—Bueno. Si no existía un portal en los años cincuenta, ¿Cómo entró Vecna? —cuestionó Lucas.

—¿Y cómo entra ahora? —Preguntó Steve estando de acuerdo con Lucas.

—¿Y por qué ahora? —agregó Lucas.

—¿Y por qué antes? —señaló Steve—. Aparece en los cincuenta, mata a una familia y dice: "ya está" y pum... ¿Desaparece? ¿Para regresar treinta años después a matar adolescentes? No lo creo. "Sencillo" un carajo —espetó y miró a Dustin—. La verdad, un poco de humildad de vez en cuando no te haría daño.

—Perdón —respondió el rizado. A lo que Steve lo miro como todo un padre regañando a su hijo. En eso, la mirada de Dustin viajo hacia la pelirroja que aún permanecía sentada en el escritorio detrás de Steve—. ¿Saben qué está escribiendo?

Tanto Lucas como Steve voltearon a verla.

—¿Durmió algo? —preguntó Dustin—. ¿Tessa durmió algo? —y señaló el baño al otro lado del sótano.

— A ver... ¿Tu dormirás? —le preguntó Lucas.

En eso la puerta del sótano se abrió y el trío de chicos levantó la mirada para ver a Nancy y Robin bajando por las escaleras.

—De acuerdo, tenemos un plan —les dijo Nancy tras compartir una mirada cómplice con Robin, en eso su mirada viajo por todo el sótano y frunció el ceño ligeramente nerviosa—. ¿Y Tessa? —preguntó temiendo que la chica al final si se hubiera ido en la noche.

No obstante, Steve señaló la puerta del baño.

—Esta grabando unas cintas, creo.

Nancy, quien recordó que la chica le había pedido una grabadora y unas cintas anoche, asintió con alivió y prosiguió a tomar asiento para explicarles junto con Robin el plan.

—Gracias a los colegas de Nancy, somos estudiantes de Psicología de la Universidad de Notre Dame —explicó Robin entregándoles a Dustin y Steve los folders que llevaban con ella.

—Soy Ruth —dijo Nancy.

—Y yo soy Rose.

—¿Ruth? —inquirió Steve con una ceja alzada. Nancy se encogió de hombros con una pequeña sonrisa.

—Buen promedio —halagó Dustin viendo el expediente de Ruth.

—Gracias —respondió Nancy y continúo explicando—. Llamamos a Pennhurts y pedimos hablar con Victor Creel para una tesis sobre esquizofrénicos...

—Se negaron —aclaró Robin.

—Pero hoy veremos al director —informó Nancy.

— Solo tenemos que convercerlo de que nos deje hablar con Victor —dijo Robin.

—Y asi averiguar como librar a Max y a Tessa de la maldición —afirmó Nancy viendo a la pelirroja que seguía enfrascada en su escritura.

—Si, sobre eso; Estuvimos leyendo acerca de Victor Creel y, tenemos preguntas —dijo Steve.

—Muchas preguntas —concordó Lucas con él.

—Nosotras también —les aseguró Nancy—. Ojalá Victor las responda.

—Esperen un segundo —irrumpió Steve al percatarse de un detalle—. ¿Y el mío?

Pero Nancy lo miro con una sonrisa que no le gustó nada a Steve. Y vaya que asi fue cuando escuchó la respuesta de la castaña.

—¿Estás loca? No seré la niñera otra vez —protestó Steve entrando al cuarto de Nancy tras haberla seguido por toda su casa cuando está le dijo su papel en toda la misión.

—Primero, ya no son niños—objetó Nancy volteandolo a ver—. Segundo, Max y Tessa corren grave peligro. No pueden estar solas.

—¿Y crees que no lo sé? —protestó Steve.

—¿Entonces por qué estás discutiendo?

Sin embargo en ese mismo momento Robin entró en el cuarto de Nancy y se emocionó al ver un póster de Tom cruise que la mayor de los Wheeler tenía pegado en su pared.

—Es viejo. Solo... —respondió Nancy tras escuchar el tono pícaro en la voz de Robin. Sin embargo la chica se rió y comenzó a hurgar en la mesita al lado de su cama—. ¿Puedes no tocar nada? —y continúo buscando algo en su clóset.

—Quiero ayudar Nancy y no puedo hacer nada desde aqui —objetó Steve respondiendo la pregunta que ella le había hecho antes—. Quizá podría ayudarlas con el director. No sé, podría desplegar mi encanto.

Pero Nancy volteo a verlo con una sonrisa ladeada.

—No es el encanto que necesitamos.

—Auch.

—No, solo que... Anoche investigue un poco y resulta que el doctor Hatch es miembro distinguido de la Asociación Psiquiátrica Americana y un erudito de Harvard, ¿Si? —le contó ella, pero Steve no parecía entender su punto—. Es un intelectual. Para ganárnoslo, nosotras también debemos parecerlo. Debemos convercerlo de que, como él, somos eruditas académicas —explicó.

—¡A la mierda! Esto tiene una pequeña bailarina —habló Robin con emoción mientras sostenía una pequeña caja músical perteneciente a la castaña.

Steve apretó los labios ligeramente a la vez que se volvía hacia Nancy.

—¿Eruditas? ¿Ella te parece una erudita académica? — señaló él con impaciencia. Robin bufó y cerró la cajita para ponerla en su lugar.

—No, pero... Se verá como una —respondió Nancy sacando un atuendo de su clóset que sin duda contrarrestaba con la personalidad de Robin.

—Dime que es una broma —suplicó ella.

Pero Nancy la miró con una sonrisa inocente en labios y Robin supo que no jugaba.

—Mierda.

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Tessa era consciente de que no había dormido nada en toda la noche y que era más de mediodía; sin embargo había logrado quitarse algo del peso sobre los hombros que llevaba cargando con ella desde hace tiempo con esas cintas.

Cuando la última cinta que le faltaba por grabar dejo de girar tras darle Stop a la grabadora, soltó un gran suspiro de cansancio. Tenía la garganta reseca de tanto hablar y seguramente el rostro hinchado por haber llorando mientras lo hacía; no es algo que pudo haber evitado. Estaba grabando sus últimas palabras dirigidas a las personas que ella amaba y su sentimentalismo salió a luz.

No obstante colocó todo sobre la tapa del WC y se lavo el rostro con agua fría para limpiarse el rostro y quitarse el poco sueño que sentía. Una vez hecho eso y secado la cara con una toalla, Tessa tomó las cintas y la grabadora y salió del baño encontrandose con la mirada de Max, Steve, Dustin y Lucas puesta en ella.

Justo cuando iba cuestionarles el porque la miraban de esa forma, Max se acercó a ella y le tendió un sobre café.

—Es para ti —le dijo Max.

Tessa dejó las cosas que estaba cargando sobre la mesa donde la mochila de Dustin estaba, y tomó el sobre que Max le extendía con gesto extrañado.

—¿Qué es esto, Max? —le preguntó Tessa observando el sobre con su nombre escrito en la parte trasera.

Max vaciló un poco de responder.

—Es... Por las dudas —dijo ella—. Para después. Por si las cosas no salen bien.

Al oir su respuesta, el corazón de Tessa se estrujo. Y si bien ella había hecho algo parecido, no pudo evitar decirle:

—No hables de esa forma.

—¿Cómo... —pero ella no dejo que Max protestará.

—Como si fueras a morir a hoy. Eso no pasará.

—Las cosas van a salir bien —añadió Lucas, pero Max los detuvo abruptamente.

—No —espetó ella con la voz temblorosa—. No necesito que ninguno de los dos intente tranquilizarme y me diga que todo saldrá bien. Porque la gente me lo dijo toda la vida y casi nunca es cierto. Nunca es cierto —aseguró ella tras una breve pausa. Entonces añadio—. Por supuesto que este imbécil me maldice a mí. Debí haberlo anticipado. Soy una tonta.

—Más tonta fui yo entonces —aseguró Tessa mirando a Max afligida. Entonces tragó saliva, desahaciendo el nudo que quería formarse en su garganta y regresó hacia la mesa para tomar cuatro cintas en específico. Le entregó a cada uno la suya, ignorando la mirada incrédula y dolida de Steve al recibir la suya.

—¿Me reclamas por escribir cartas de despedidas cuando tú grabaste cintas? —protestó Max elevando la suya a la altura de su rostro.

Tessa desvío la mirada hacia abajo y se mordió el labio inferior derecho, sin embargo eso no evito que una pequeña risa nerviosa brotará de sus labios.

—Lo siento. Es solo que... —su voz tembló por los nervios. Alzo la mirada hacia ella y sonrió con tristeza—. No puedo ni pensar en que algo malo te pase Max. No a ti. Si Vecna tiene que llevarse a una de las dos, esa seré yo.

—No digas eso Tess. Todo estará bien para las d...

—No, Steve. Máx tiene razón —objetó ella volteandolo a ver con dolor—. Llevo meses escuchando ese maldito reloj y al estúpido de Vecna en mi cabeza —confesó para sorpresa de todos. Sin embargo continúo antes de que alguno pudiera decir algo—. Creía que me estaba volviendo loca. Que todo era producto de mi imaginación tras todas las pérdidas que había sufrido. Nunca lo relacione con el Upside Down porque... ¡Maldición! —masculló con exasperación—. Creía fielmente que todo lo relacionado con eso había acabado con la muerte de Billy y Hopper y no es así. No es así, Steve —recalcó con la mirada empañada—. Vecna me quiere tanto a mí como a Max. Y si puedo hacer algo para evitar que se la lleve a ella, entonces lo hare, aunque eso signifique que yo muera —aseguró con convicción.

Un silencio sepulcral se apoderó de la habitación entera en cuanto Tessa terminó de hablar. Sus palabras habían dejado a todos con un malestar en sus pechos, que ninguno sabía que responder con exactitud. Todos eran conscientes del riesgo en el que ambas chicas estaban envueltas. No obstante, que Tessa revelará que llevaba meses escuchando a Vecna, y que no hubiera comentado nada antes, hacia que sus preocupaciones aumentarán más.

Sobretodo para Steve, que no podía ni siquiera imaginar que algo malo les pasará a ambas.

Tessa, incómoda por el silencio que se había formado, volvió a regresar a la mesa y tomo cinco cintas más, las cuales les entrego a Dustin.

—Hay una para a Will, Jonathan, El, Mike y Joyce. Cuando cuando vuelvas a verlos, entregárselos, porfavor.

No esperó a que Dustin aceptará hacerlo, regresó sobre sus pasos y tomo las últimas cinco cintas que quedaban. Tres las guardo en los bolsillos de su chaqueta, quedándose únicamente con dos en mano.

—Iré a buscar a Robin y a Nancy —indicó dirigiéndose a la escalera, sin embargo Lucas la detuvo.

—Se han ido.

—¿Qué? —preguntó ella volviéndose hacia ellos.

—Han ido a Pennhurts a intentar hablar con Victor Creel —le dijo Steve.

Entonces, entre los tres, le explicaron el plan que ambas chicas habían formado y que estaban llevando a cabo. Cuando terminaron, Tessa asintió y le extendió ambas cintas a Steve.

—¿Se las darías tu?

Y sin bien Steve quería negarse a aceptar aquellas cintas de despedidas, terminó tomándolas al ver la súplica en los orbes avellana de Tessa.

Nuevamente un silencio se apodera de la habitación, pero Max lo rompió casi al instante.

—Si vamos al este... —dijo acercándose a la mesa y señalando la radio de Dustin—. ¿La señal llegará a Pennhurst?

—Claro —respondió el rizado.

—Un momento, aguarden —intervino Steve, desconcertado—. ¿Por qué hablamos de ir al este?

Y observó a los demás, que tenían su mirada puesta en el. Fue entonces que comprendió lo que Max quería hacer, y comenzó a negar frenéticamente con la cabeza.

— No —sentenció—. Ni pensarlo. No. No. ¡No!

Pero Max no era de las que aceptaba un no por respuesta. Bajo la atenta mirada de todos, tomó su mochila y subió las escaleras con todas las intenciones de irse.

—¡Max, espera!

Pero la pelirroja no lo escucho, por lo que Steve salió corriendo para seguirla. Tessa se giro hacia ambos chicos.

—Tomen sus cosas, vamos.

Y los tres se apresuraron a seguir Steve y a Max al exterior de la casa.

—¡Max, de verdad! —protestó Steve alcanzandola

Y si bien Max lo escuchó, se limitó a rodar los ojos, más no se detuvo.

—Hablo enserio. No te llevaré a ningún lado.

—Si crees que pasaré el posible último día de mi vida en el sótano apestoso de Mike Wheeler, estas loco —refutó Max—. Así que, o me llevas o tendrás que atarme, lo cual sería secuestrar a una menor. Y si sobrevivo, Steve, te juro por Dios que te denunciaré —entonces intentó abrir la puerta del auto de Steve pero está tenía puesto el seguro. Se giró hacia el chico con el sembrante serio—. Abre la puerta.

—Eh... No.

—Conozco a un buen abogado.

—Un momento, paren los dos —indicó Tessa deteniendose junto a ambos—. En primera, nadie va a secuestrar a nadie. Y en segunda, nadie va a llamar a su abogado —puntualizo mirando a ambos con el gesto serio. Steve abrió la boca para protestar, pero Tessa lo mando a callar con un gesto—. Yo me encargo.

Entonces se acercó a Max y la guió a un costado para hablar con ella en privado.

— ¿A dónde quieres ir? —le preguntó en voz baja.

Max resopló antes de responderle.

—Tengo más cartas que entregar. Necesito ir a mi casa y al cementerio.

—¿Al cementerio? —inquirió Tessa, desconcertada, pero basto una mirada al rostro de Max para entender lo que quería hacer. Su corazón se estrujó dentro de su pecho, y Max pareció notarlo.

—No tienes que venir si no quieres.

—No —objetó Tessa rápidamente—, no quiero dejarte sola. Además, yo también tengo que ir a casa —agregó ella entre dejando ver las cintas en sus bolsillos. Max las miró y asintió en su dirección.

—¿Le dirás a Steve que nos lleves?

—Lo haré.

Entonces ambas chicas regresaron al auto y Tessa se paró justo enfrente de Steve, quien esperaba oir que había logrado convencer a Max de quedarse.

No obstante:

—Necesitamos ir al Este.

—¡Dijiste que te harías cargo!

—Y eso haré, no dejaré que vaya sola —espetó Tessa y rodeo el auto para detenerse en la puerta del copiloto. Volteo a verlo—. Venga Steve, abre la puerta.

—He dicho que no.

—Por favor, Steeve —suplicó Tessa con cara de cachorro lastimado; Era muy consciente que aquello era jugar bajo, usar el apodo que le había puesto cuando comenzaron a salir, pero tanto ella como Max necesitaban ir a su casa.

Steve, tras salir de la impresión al oir la forma en que ella lo había llamado, terminó suspirando en forma de derrota y saco las llaves de su chamarra.

—Henderson, más te vale que ese superaparato tenga buena señal.

Y entonces abrió las puertas, permitiendo que tanto ella como Max y los demás subieran.

Tessa le guiño un ojo a Max antes de subir.

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El camino hasta Forest Hills fue incómodamente silencioso. Únicamente la música en la radio del auto se escuchaba, pero Tessa apenas fue consciente de esta. Estaba más preocupada por Max, y las cartas que había escrito para ellos, que en la canción que salia por parlantes.

—Mas vale que se apuren —ordenó Steve una vez que estacionó el auto en medio del remolque de Max y del de ella.

—Veinte segundos —respondió Max saliendo del auto.

Tessa, sin embargo, se volteo a verlo con una ceja alzada.

—A veces eres muy mandón.

Steve volteo a verla con una ceja alzada y un gesto ofendido.

—Mira quien habla —reclamó él.

Sin embargo Tessa rodó los ojos y bajo del auto para alejarse con dirección a su tráiler. No obstante, el atisbo de una pequeña sonrisa surgió en sus labios durante el camino.

El tráiler, a diferencia del día anterior, se encontraba limpio y en orden. No había señales de Leila, ni mucho menos de DJ. Por la hora que era, y el día, Tessa dedujo que ambos chicos se encontraban aún trabajando, cosa que le hizo recordar un pequeño detalle: el señor Wallace regresaba ese día de su viaje, y Tessa debía entregarle las llaves del local esa misma tarde.

—Mierda —masculló por lo bajo. Ya no había nada que pudiera hacer, más que rezar para que su jefe no se enfadara con ella por haber faltado al trabajo.

Tessa resopló y se apresuro a ir a su habitación para buscar una hoja y una pluma, donde escribió una nota para Leila y regresó a la sala para dejarla en la mesa de centro junto con las dos cintas; una para ella y otra para DJ.

Una punzada de culpabilidad la atravesó al leer la nota; Ninguno de los dos sabría la verdadera razón de su muerte, pero ella lo prefería así.

Tessa se incorporó del suelo y se dio la media vuelta dispuesta a irse, cuando vio a Leila parada detrás de ella.

—¡Mierda! Me asustaste Lei—exclamó Tessa tras saltar del susto. Luego miró a la cintas y a su amiga con nerviosismo—. Creí que seguías en el trabajo.

—El señor Wallace nos dejó salir temprano —respondió Leila, mirándola con preocupación—. ¿Dónde estuviste? No volviste por la noche y no fuiste al trabajo hoy.

—No, lo siento. Me quedé en casa de Nancy.

—¿De Wheeler? —preguntó Leila, extrañada—. No sabía que eran amigas.

—Lo somos, pero nos distanciado un poco y quisimos retomar el tiempo perdido anoche, tras organizar la fiesta para Mike.

Tessa suspiro aliviada cuando Leila asintió en su dirección. Al parecer le había creído. Sin embargo, en ese momento, los orbes azules de Leila se posaron sobre la mesa.

—¿Qué es eso? —señaló la nota junto a las cintas.

Tessa, nerviosa, se movió a un lado y le tapo la vista.

—Son unas cintas, para ti y DJ.

—¿Para nosotros?

—Si, pero debes prometerme que no las escucharán hasta mañana.

Leila frunció el ceño, extrañada.

—¿Por qué?

—No tengo tiempo para explicárlo —respondió Tessa mirando el reloj de la cocina, entonces rodeo a Leila para dirigirse a la puerta—. Solo... Prometelo.

Sin embargo Leila la miró con preocupación.

—Tessa, me estas asustando. ¿Qué está pasando?

—Enserio Leila, ahora no puedo explicartelo. Confía en mí.

— Eso hago últimamente y sigues sin decirme nada —objetó la azabache—.  Ayer te esperamos para la cena y nunca apareciste. El otro día te fuiste en medio del trabajo y tampoco dijimos nada, pero no somos estúpidos, Tessa. Sabemos que algo pasa y que está relacionado con Steve y lo demás. Y no quieres decirnos.

—Eso no es cier...

—Y por si fuera poco, hay un asesino suelto en el pueblo y tú desapareces por todo un día sin decir nada. ¿Sabes lo preocupados que estábamos DJ y yo? A nada estuvo de hablar con su padre para que te buscarán.

Tessa empalidecio con eso último.

—¿Habló con él?

Leila negó.

—Le dije que esperará hasta la noche. Si no aparecías, hablaríamos con él.

—No lo hagan —pidio ella acercándose a Leila con gesto nervioso—. Se que están asustados con los asesinatos del pueblo, pero yo estoy bien, ¿Si? No hace falta que hablen con el padre de DJ. Todo tiene una explicación y prometo dartela cuando vuelva. Pero por ahora, no salgas de la casa y no le abras a nadie. Si alguien viene y te pregunta por mi, no sabes dónde estoy.

—¿Qué...?

—Por favor, Leila. Te pido una vez más que confíes en mí.

La azabache inspiró profundo, y terminó aceptando.

—De acuerdo. Pero regresa en la noche, ¿De acuerdo?

—Lo haré —mintió Tessa y la abrazó fuertemente.

Le dolía hacerle eso a Leila, mentirle. Pero tampoco podía decirle la verdad sin ponerla en peligro y revelar información que podría afectarle: como la verdad tras la muerte de sus padres.

¿Cómo podía decirle que sus padres habían muerto por culpa de su ex novio y una criatura de otro dimensión que querían destruir a una niña con superpoderes? La tomaría como loca, o bien podría reabrir heridas que ya habían cerrado.

No, Tessa no quería que Leila volviera a sufrir por su familia. Ella ya se había despedido de ellos y había dado por sentado que murieron en un incendio.

No obstante, y si era honesta consigo misma, también tenía miedo de la posible reacción de Leila al saber que ella sabía, todo este tiempo, la verdad, y nunca se lo dijo.

Sin duda prefería que Leila siguiera sin saber nada.

—Volveré para la cena —murmuró Tessa e hizo el ademán de separase de Leila, pero la azabache la sujeto con fuerza.

—Mentirosa —masculló junto a su oído.

Tessa frunció el ceño.

—¿Qué? —inquirió, pero entonces su mirada se poso sobre la ventana de enfrente y vio que la luz del sol se había ido.

Y no solo eso, la temperatura en el tráiler habia descendido de forma precipitada.

—Es lo único que sabes hacer, Tessa —gruñó Leila sin soltarla. Es más, había aumentado su agarre alrededor de ella—. Solo mientes, mientes y mientes. Le mientes a Steve. Le mientes a tus amigos. Le mentiste a Billy y mira como terminó. Y ahora le estás mintiendo a Max.

—No.... Eso no es cierto —tartamudeó Tessa con la voz afligida por lo que Leila le estaba diciendo—. Sueltame Leila.

—Le prometiste ayudarla, le dijiste que nada le pasaria pero sabes perfectamente que no eres capaz de cumplir tu palabra.

—¡No! ¡No es cierto! —protestó ella y comenzó a forzajear para soltarse de su agarre, pues la voz de Leila se volvió más profunda y rasposa—. Sueltame. ¡Sueltame!

—¿Cuando se terminarán los secretos, Tessa? ¿Cuándo dejaras de mentir? —siseo la voz de Vecna en su oído, logrando que Tessa finalmente sucumbiera al terror—. ¿Crees que unas cintas arreglaran las cosas?

Tessa tembló y miró con profundo terror el rostro Vecna.

—Tu tiempo se agota. Muy pronto te unirás a mi, Tessa. Y no podrás hacer nada para evitarlo.

—¡No! ¡Sueltame! —gritó.

Entonces sucedió.

Tessa cayó abruptamente en el suelo alfombrado de su tráiler y notó que se encontraba completamente sola; no había señal alguna de Leila ni de Vecna. Todo había vuelto a la normalidad a su alrededor, como si nada de eso hubiera pasado.

Sin embargo, su corazón latía velozmente en su pecho y no tardó nada en salir corriendo de su remolque para buscar a Max; si Vecna había llegado a ella... Entonces Max podría estar en peligro.

Y tal como lo sospecho, cuando llegó al jardín trasero de los Mayfield, vio a la pelirroja caer al suelo con la respiración agitada.

—¡Max! —corrió hacia ella y la abrazó pegándole a su cuerpo de forma protectora—. Estoy aquí, tranquila. Estoy aquí.

—Él... Mi mamá.... —tartamudeo Max y Tessa acaricio su cabello con suavidad.

—Lo sé, yo también lo vi —le dijo ella—. Pero estoy contigo Max. Soy real.

—Fue aterrador, Tess —musitó la menor.

—Lo fue, Max. Lo fue.

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Aún después de que dejaron la zona de tráileres atrás, el terror seguía presente en su cuerpo.

Ya no había forma de negarlo. Había visto a Vecna en persona y estaba completamente aterrada; su voz, rasposa y fría como un hielo; Su piel putrefacta que parecía tener vida propia. Su cuerpo, igual al de un muerto viviente.

Había estado tan cerca de él, que Tessa dudaba que algún vez podría olvidarlo. Es más, ya no se sorprendería que sus pesadillas fueran sobre él.

Ni el desuellamentes llegaba a tanto.

Tessa inspiró profundo, y miró a Max por el espejo retrovisor; la chica tenía la mirada perdida en un punto fijo. Al igual que ella, no había emitido palabra alguna durante el camino más que para darle cortas indicaciones a Steve.

Se encontraban de camino al cementerio, lugar que solo Max y Tessa sabían pues ninguna le había dicho directamente a Steve a donde iban.

El ambiente en el auto desde que dejaron Forest Hills se había vuelto tenso, reinaba un silencio sepulcral el cual ninguno de los chicos se atrevía a romper. Y es que, desde que ambas chicas habían regresado de la casa de Max, con la respiración acelerada y el terror plasmado en sus ojos, los tres no tardaron en deducir que ambas habían visto algo que las había perturbado.

Y por más veces que Steve les pregunto al respecto, ambas aseguraban estar bien.

—Dobla aquí —indicó Max tras varios kilómetros en silencio.

Dustin, quien pareció reconocer el camino que señalaba Max, volteo a verla con duda.

—¿Aquí?

—Si, aquí —respondió Tessa en el asiento de copiloto y con la mirada en el camino.

Tanto Steve como Dustin voltearon a verla, más ella hizo caso omiso de ellos.

De este modo, el auto de Steve paso el letrero que ponía: "Cementerio de Roane Hill", y en cuanto las lápidas aparecieron en la visión de Tessa, un escalofríos subió por su espalda.

Antes de que la muerte estuviera presente en su vida, Tessa siempre evitaba pasar cerca de un cementerio: el simple pensamiento de saber que había personas que alguna vez respiraron el mismo aire que ella, y que ahora estuvieran sepultadas, pudriéndose en el olvido y a vete saber a cuantos metros bajo tierra, la hacía sentir afligida.

Pero ahora que la muerte le respiraba literalmente en la nuca tanto a ella como a Max, lo único que Tessa sentía era miedo; cómo si él simple hecho de pisar aquel lugar le diera una señal a la muerte para ir por ellas.

—¿Quieres que te acompañe? —le preguntó Tessa a Max en cuanto Steve estacionó el auto en el lugar que la menor le indicó.

—No, iré sola —respondió Max y bajo del auto sin esperar alguna respuesta de su parte. Tessa lo comprendió, ella también hubiera preferido ir sola como Max.

No obstante, cierto chico pareció no importale la petición de ella.

—¿Max? —escuchó a Lucas llamarla. Sin embargo en cuanto la puerta se cerró detrás de él, ninguno de los tres fue capaz de oír algo más.

Y aún así, tanto Tessa como Dustin y Steve, observaron desde el auto al par de chicos discutir en medio del cementerio. Era triste pensar que alguna vez ambos habían sido una feliz pareja que disfrutaba pasar su tiempo juntos.

Ahora parecía que Lucas era un simple conocido para Max. Y que aquellos momentos juntos habían pasado al olvido para ella.

Pero Tessa conocía muy bien a Max; sabía que la menor no había olvidado del todo a su ex novio aunque demostrará lo contrario.

¿Qué como lo sabía? Pues a ella le pasaba lo mismo con Steve; podían pasar días, meses, años... Y ella nunca podría olvidarlo.

Tessa desvío la mirada del par y soltó un suspiro profundo.

—¿Estás segura de que estás bien?

Volteo a ver a Steve, quien ahora la observaba a ella con preocupación. Tessa asintió y esbozo una pequeña sonrisa para hacerle ver que no pasaba nada.

Sin embargo Steve no lo creyó.

—No tienes que mentir Tess —le dijo él—. Sé que algo paso en tu casa y puedes contarmelo si quieres. Tal vez... Ya no estamos juntos como pareja, pero eso no significa que no puedas recurrir a mi si algo te pasa.

Tessa, impresionada de que él le estuviera diciendo eso, tragó saliva y desvío su mirada hacia sus dedos, que habían empezado a jugar entre ellos de forma nerviosa.

Steve espero a que Tessa hablará, pero ella no lo hizo. Soltó un suspiro decaído y desvío su mirada hacia la ventana, de forma que vio a Max subir colina arriba.

Lucas regresó al auto al cabo de un par de minutos con el gesto decaído. Sea lo que sea que hablo con ella, parecía no haber salido bien. Más ningún hizo el ademán de preguntarle al respecto.

Cuando los tres se disponían a esperar en silencio, Tessa volvió hablar.

—Apareció en mi casa —dijo ella en voz apenas audible.

Los tres voltearon a verla con interés y preocupación, pero ella mantenía su mirada en sus manos

—¿Quién...?

—Vecna —aclaró ella cortando la pregunta de Lucas. Sin embargo su respuesta dejó helados a los tres—. No estuvo ahí tal cual, sino que... fue más bien una especie de visión.

—¿Te hizo algo? —preguntó Steve, angustiado de que la chica estuviera herida y no lo hubiera comentado.

Tessa negó.

—Además de asustarme por el resto de mi vida, no. No me hizo nada. Solo me dijo que... —tragó saliva—. Mi tiempo estaba agotandose. Que me uniría a él pronto y no podría hacer nada para evitarlo.

—Eso no es cierto —objetó Steve con el rostro serio. Estaba tan serio, que Tessa lo miró sorprendida—. Encontraremos una forma para evitarlo. Ni tú ni Max se unirán a él.

—Steve...— Pero el chico sonaba tan convencido, que Tessa no fue capaz de decirle lo contrario. Esbozo una pequeña sonrisa nerviosa—. Gracias.

Steve asintió levemente y desvío su mirada al frente. Por otro lado, Dustin y Lucas compartieron una mirada determinada, al igual que Steve, encontrarían una forma de salvar a ambas chicas.

Nadie volvió a hablar después de eso. Así que de ese modo, los cuatro esperaron a que Max terminara de hacer lo que había ido hacer. No obstante, el tiempo pasaba y Max no daba señales de volver pronto. La espera comenzaba a ser inquietante y desesperante para Tessa, más mantuvo la calma y prefirió bajar del auto para esperar al aire libre que seguir esperando dentro con un ambiente tenso. Dustin y Lucas terminaron imitandola.

Steve, por otro lado, se mantuvo dentro del coche.

Al cabo de unos minutos, Steve bajo del auto.

—Bueno, ya pasó mucho tiempo.

—Steve, espera —lo llamo Tessa—. Dale tiempo.

—Ya se lo di, Tessa —decretó él volteando a verla—. Se acabó. Si quiere, que llame a un abogado. No me importa —y continúo su andar.

Los tres lo vieron subir rápidamente por la colina en dirección a Max. Tessa soltó un bufido y negó con la cabeza ligeramente en cuanto vio que Steve llegaba con Max. No obstante, su ceño comenzó a fruncirse al notar que el chico le hablaba a la menor y está no parecía oírlo ni moverse de donde estaba.

Y en cuanto vio a Steve hincarse junto a ella y tomarla del hombro llamándola a gritos, supo que algo no estaba bien.

—Algo anda mal —señaló ella, y en cuanto Steve se giró hacia ellos y vio el terror plasmado en sus orbes avellana, Tessa salió corriendo en su dirección con Dustin y Lucas detrás de ella.

—¡Max! —gritó Tessa llegando a junto a ellos, pero su alma cayó a sus pies en cuanto vio que Max estaba en trance; la descripción que Eddie les había dado días atrás regresó a su mente de golpe, haciendo que la angustia y el terror de que Max sufriera la maldición de Vecna ahí mismo la embargara de pies a cabeza.

—¡Max, despiertan! ¡Por favor, despierta! —suplicó Tessa tomándola por los hombros y sacudiendola con desesperación—. ¡Max! ¡Vuelve!

Entre los cuatro le gritaban y suplicaban que volviera en si, pero Max parecía no poder oírlos. Su cuerpo estaba a presente, pero su mente parecía estar tan lejos, que sus voces no eran incapaces de alcanzarla; sus ojos, antes azules, ahora estaban pálidos como la nievep y perdidos en algún punto sin retorno.

Con cada segundo pasaba, Tessa sentía como poco a poco su desesperación se volvía agonizante.

—¡Max! ¡Max, sal de ahí!

—¡Max! ¿me escuchas?

—¡Max!

—¡Debes salir de ahí!

Steve, en medio de la desesperación de perder a una de los niños a su cuidado, tomó a Dustin por el cuello de su sudadera y señalo su auto.

—¡Llama a Nancy y Robin! ¡Ve! ¡Llámalas! ¡Corre!

Tessa escuchó a Dustin alejarse, pero en ningún momento apartó su mirada de Max.

—¡Max, por favor! ¡No puedo perderte a ti también! —suplicó Tessa con la mirada empañada por las lágrimas. Pero sus intentos seguían siendo en vano, por lo que jugó una carta muy arriesgada para ella, pero por Max haría lo que fuera—. ¡VECNA!

Tanto Steve como Lucas se giraron hacia ella desconcertados, pero Tessa miraba desenfrenadamente a su alrededor, como si supiera que Vecna estaba cerca.

—¿Qué crees que haces, Tessa? —le cuestionó Steve, pero ella lo ignoró.

—¡VEN POR MI MALDITO COBARDE! ¡¿QUIERES A ALGUIEN?! ¡ENTONCES TÓMAME A MI Y DEJA A MAX TRAQUILA! ¡TÓMAME A MI!

—¡Tessa!

—¡LLEVAME A MI, MALDITO!

—¡Tessa! —Y fue jalada por Steve, quien tomó su rostro con un gesto desencajado por el terror—. ¿¡Qué mierda haces!?

Pero ella se apartó de él bruscamente.

—¡No voy a dejar que ella muera!

Steve estaba apunto de protestar que no podía cometer aquella estupidez, cuando escucharon a Dustin gritarles.

—¡Chicos!

Los tres se volvieron rápidamente a él y lo vieron traer consigo el Walkman y los cassettes de Max en brazos, los cuales aventó sobre el césped justo en medio de todos.

—¿Y esto? —cuestionó Lucas.

Pero Dustin en lugar en responder su pregunta, preguntó por la canción favorita de Max.

—¿Por qué?

—Robin dijo que... ¡Es largo para explicar! —refutó él con exasperación. Por lo que volvió a gritar—. ¡¿Cuál es su maldita canción favorita?!

—¡Running up that hill, de Kate Bush! —bramó Tessa sin pensarlo mucho.

—¡¿Estás segura?! —le cuestionó  Dustin.

Tessa asintió, muy convencida.

—¡Entonces busquen la canción! —ordenó Dustin.

Y entre los cuatro comenzaron a rebuscar a la desesperada entre todos los cassettes

—¡Busquen más rápido!

—¡No la encuentro!

—¡Tiene que estar aquí!

Finalmente, Lucas encontró la cinta.

—¡Aquí está! ¡La tengo!

—¡Dámelo! —ordenó Tessa, quien prácticamente le había arrebatado el cassette de las manos a Lucas para colocarlo dentro del walkman—. Auriculares, ya.

Y en cuanto Dustin le puso los auriculares a Max sobre la cabeza, Tessa reprodujo la cinta.

—Venga, Max... —suplicó ella con la voz entrecortada—. Despierta... ¡Despierta!

—¡Max!

—¡Max, despiértate!

—¡Reacciona Max!

—¡Estamos aquí!

—¡Max!

Pero entonces, para desconcierto y el terror de todos,
el cuerpo de Max se despegó del suelo y comenzó a elevarse en el aire.

—¡NO! —chilló Tessa sintiendo como su garganta se desgarraba en un grito de impotencia al no poder alcanzarla a tiempo—. ¡MAX!

Los demás estaban igual que ella, o tal vez Tessa se encontraba peor que los demás; no se molestó en averiguarlo tampoco. Toda su atención estaba centrada en Max, quien seguía flotando arriba de ellos.

—¡MAX, PORFAVOR! ¡DESPIERTA! —chilló Tessa.

El pecho le ardía por la agonía de poder perder a Max para siempre. Se había prometido a si misma cuidar a la menor como no había podido hacer con su familia y Billy. Y estaba fallando estrepitosamente.

Su vista ya se había nublado a causo de las lagrimas que no dejaban de deslizarse por sus pálidas mejillas.
Su garganta amenaza a con romperse en cualquier momento debido a los desesperante gritos y suplicabas que soltaba.

—¡MAX! ¡REGRESA!

Y tras varios minutos llenos de agonía para todos, Max finalmente abrió los ojos y se precipitó al suelo de golpe. Tessa, sin pensarlo ni un segundo, se lanzó adelante para amortiguar su caída.

Y tan pronto tuvo a Max entre sus brazos, ambas comenzaron a llorar y aferrarse entre si con desesperación; una temiendo que Max volviera a escapar de sus brazos. Y la otra intentando aferrarse a la realidad a la que estaba de regreso.

—Estas de vuelta Max. Te tengo. Estoy contigo —gimoteó Tessa abrazando a la pelirroja como si su vida dependiera de ella—. Estás bien.  Estás bien —repitió intentando tranquilizarla tanto a Max, como a si misma.

En eso Lucas se acercó a ellas, y tanto Max como Tessa lo atrajeron para abrazarlo.

—Estamos aquí... —murmuró Lucas con la voz temblorosa—. Creí que te perdíamos.

—Sigo aquí —musitó Max con la respiración agitada—. Sigo aquí...

—Lo estás. Estás aquí, Max —afirmó Tessa, sintiendo como su alma volvía a su cuerpo.

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𝐁𝐚𝐫𝐛𝐬 © | 𝟐𝟎𝟐𝟐

A partir de hoy las actualizaciones dejan de ser los viernes y serán cuando tenga los capítulos listos, la razón es muy simple... Me quedé sin capítulos de reserva y últimamente me está costando un poco escribir tras lo que paso el fin de semana pasado.

Pido de favor que no me manden mensajes preguntando cuando habrá nuevo capítulo. Si no actualizo de aquí al próximo viernes, no me comenten aquí o en mi perfil cuando estará el nuevo capítulo disponible. Ni yo lo sé, de acuerdo.

Les prometo que en cuanto esté el próximo terminado, lo publicaré. Pero tampoco me quiero presionar.

Gracias.

BARBS HARRINGTON

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