Atracción Fatal (Yaoi/Gay) (A...

By sunimi

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||2ª parte de Atracción Peligrosa|| Siete años han transcurrido desde que Uriel Blackwell se reencontró con L... More

Capítulo 1 ''Locura desatada''
Capítulo 2 ''Miedo''
Capítulo 4 ''Besos compartidos''
Capítulo 5 ''Pasado''

Capítulo 3 ''Vacío''

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By sunimi

¡Hola! Asdfjld, por fin publico el tercer capítulo (Lo siento por la tardanza, por cierto u_u) Pero de verdad que tengo excusa :'l Si he tardado es bc of escuela (Ugh.) y por falta de inspiración(?) y también por qué estuve ocupada con el especial de Online.


En fin, cambiando de tema, en este capítulo podréis notar que la historia está avanzando a paso lento(?) y por eso los capítulos son cortos y eso :v

Anyway, espero que os guste ^-^


Y.... también he dejado la canción de Toxic - District 78 .feat Cheesa para que la escucheis con el capítulo, sobre todo por la mitad y la última parte del capítulo :) . Si no os funciona por alguna extraña razón el reproductor de wattpad(?) Buscadla en youtube.


-La foto del capítulo es de Uriel y Axel ( #UXEL ) *-*


————————————-


ALISTAIR


Cuando terminaron las clases, Levi y yo, enseguida nos dirigimos a casa. Sin embargo, en el camino algo hizo detener mi paso.


—¡Hey! ¿Por qué te has parado tan de repente? —se quejó Levi algo irritado.


Rodé los ojos y seguidamente lancé un suspiro en respuesta.


—Shh —lo silencié esta vez posando un dedo sobre mis labios y me acerqué a lo que hizo que me detuviera.


Levi me miró perplejo y se acercó a mí.


—¿Qué es lo que ha captado tanto tú atención? —decidió mantener la compostura y preguntármelo tranquilamente.


Ni siquiera tuve que decirle palabra alguna. Recogí al gato pelirrojo de la caja de cartón y lo tomé entre mis brazos para enseñárselo a Levi.


—¿U-Un gato? —levantó una ceja —. ¿Qué haría un gato aquí?


—¿No lo ves? Lo han abandonado —murmuré taciturno —. Aunque en su collar pone el nombre del dueño.


—Mejor dicho de los dueños... —corrigió Levi inspeccionado el accesorio —. Los que los abandonaron son los Vandeviere aparentemente.


—¿Crees que deberíamos regresarlo a los Vandeviere?


Levi me miró incrédulo.


—¿Bromeas? —espetó —¿Para qué esos hijos de puta lo vuelvan a abandonar?


Asentí levemente en de acuerdo con él.


—¿Entonces qué pretendes que hagamos?


—Por ahora... lo mejor será es que lo llevemos a casa —repuso Levi pensativo.


—¿Uriel estará bien con eso?


—¿Por qué no iba a estarlo? —enarcó una ceja.


—Sí a mi no me soporta de vez en cuando... ¿Crees que vaya a soportar a un gato? —respondí mordiéndome un labio de la frustración.


En ese momento Levi dejó escapar una risa.


—Bueno, supongo que Uriel prefiere más a los gatos... —insinuó todavía con una sonrisa burlona en sus labios.


Al pillar la indirecta, me entró un tic en la ceja derecha y lo miré con cara de pocos amigos.


—¡Maldito enano! ¡No soy un perro!


—¿Enano qué enano? Ya no soy un enano —sonrió más ampliamente —. En todo caso lo único enano aquí es tu entrepierna.


Me sonrojé de la rabia y apreté los puños.


—¡Leviathan! —grité dándole a entender que me estaba empezando a enojar.


—Y tu trasero también es muy pequeño... no sé cómo diablos te la puedo meter ... —murmuró para si mismo con una sonrisa pervertida.


—¡Sin sexo un mes! —exclamé finalmente.


Levi se quedó mudo de inmediato.


—¡Oh venga ya es un jodido mes entero! ¿Crees que lo vayas a soportar?


Me mordí mentalmente la lengua y no contesté por varios segundos.


—No... —admití resignado.


Él volvió a reír y se adelantó dejándome atrás.


Ugh, Malditos hermanos sádicos.


 Ya verás... ¡un día de estos te violaré hasta dejarte en silla de ruedas! B-Bueno, tampoco en silla de ruedas. ¡Cómo sea! Le iba a dar una lección un día de estos...


Se acabó el romanticismo.


AXEL


El timbre de la casa sonó, por lo cual puse cara de fastidio y caminé a paso lento a abrir la puerta.


Era mi madre y su amante.


—Os estaba esperando —esbocé mi mejor y más sonrisa falsa y los invité a entrar.


—Huele bien —comentó el desgraciado —. ¿Acaso preparaste algo, mocoso?


—Sí —asentí manteniendo la sonrisa —. Os he preparado la cena.


—¿Qué preparaste? —preguntó mi madre esta vez.


—Carne...—mi sonrisa se amplió y cambió a una más bien tétrica.


—¿En serio? ¡Me encanta la carne! —se fue a sentar en la mesa con los platos ya servidos.


—¿Tú no vas a comer? —me miró mal mi madre quién ya se encontraba sentada al lado de él.


—No, yo ya he comido —mentí —. Espero que os guste.


Ya que después de todo lo hice con todo el cariño del mundo.


—Veo que también limpiaste la cocina... —puntualizó aquel hombre —. ¿Alguna razón especial por la que estás tan servicial hoy? —añadió con claras intenciones de burlarse de mí.


Reí internamente de lo patético que se estaba viendo en ese momento. ¿Molestarme a mí? Ya nada me molestaba por qué ya no podía sentir nada. Era un humano, pero había perdido mi humanidad hace tiempo. Ahora era como un muñeco sin vida incapaz de sentir sentimientos a excepción de la sed de sangre y el dolor emocional. Ese último sentimiento siempre estaba presente en mí, desde el día en que nací.


¿Era quizá ese sentimiento lo único que seguía haciéndome humano? ¿O realmente estaba completamente vacío?


—Ninguna —negué con la cabeza y mientras tenía las manos escondidas detrás de mi espalda que aún tenían rastro de la sangre de mi compañero de clase —. Simplemente quería hacer una especie de celebración a mi regreso. Para mí mismo.

Por qué no es como si a mi madre le importara una mierda si volviese o no. O lo que me pasara tampoco.

—Joder... sabe muy bien ¿Qué carne es?


—Carne de cerdo.


O algo parecido.


Una siniestra y ladeada sonrisa se me formó en los labios ante aquel pensamiento y me retiré a mi habitación. Entré al baño, y posé ambas manos en el lavabo. Alcé la mirada y me encontré cara cara frente al espejo. Noté, entonces, que ese cerdo me había dejado un último regalo de despedida en la mejilla derecha mientras intentaba zafarse de mí y escapar.


—Mierda —maldecí —. ¿Y ahora como tapo esto?


Bufé y terminé de lavarme las manos ensangrentadas. Cogí las vendas del cajón que quedaba cerca del lavadero y me vendé la muñeca izquierda que tenía cicatrices de las heridas que yo mismo me había hecho hace días.


Una vez que acabé de vendarme la muñeca, me fui a tumbar sobre la cama. Entonces me quedé mirando el techo del cuarto cómo si fuese lo más interesante del mundo.


—Uriel... Uriel... Blackwell... —lo nombré en un murmuro con tal afecto que hasta yo me vi sorprendido —. Me pregunto si podré verte mañana también...


No lo entendía. Ni yo mismo lo entendía, pero era algo... había algo que me atraía de aquel hombre. Algo que todavía no alcanzaba a comprender.


Sabía que no tenía que acercarme a él, qué no podía pensar en él de esa forma, pero qué podía decir...


Me encantaba jugar con fuego.


URIEL


Les abrí la puerta a Levi y a Alistair solo para sorprenderme al ver que no solo estaban ellos dos. En los brazos de este último se encontraba un gato pelirrojo.


—¿Un gato? —arqueé una ceja entre extrañado y sorprendido.


—Es uno abandonado...—masculló Levi con la mirada perdida —. Lo siento, pero simplemente no pudimos dejarlo allí —explicó cruzando el umbral de la puerta junto a Alistair.


—¿Seguro que fue abandonado y no está perdido?


—No —dijo firme a su opinión Levi —. El gato fue abandonado. Concretamente por los Vandeviere.


Me tensé al escucharle decir eso.


¿Acababa de decir Vandeviere?


Solo conocía a una persona con aquel apellido que vivía por estas zonas de la ciudad... Axel Vandeviere.


Agarré al gato de entre los brazos de Alistair y analicé su collar de cerca.


Sin duda alguna, en ese collar ponía el apellido de Vandeviere. La cuestión era si era ese mismo Vandeviere.


Mañana se lo preguntaría. Después de todo... no perdería nada, ¿cierto?


¿Ocurre algo, Uriel? —preguntó Alistair mirándome fijamente con sus orbes dorados.


—Nada —negué —. Es solo que...


Me vi interrumpido al alzar y clavar mi mirada en Alistair.


Mierda.


Realmente esos dos eran demasiado parecidos.


—¿Solo qué? —intervino Levi.


—Es solo... que tengo una ligera idea de quién puede ser el dueño —dije finalmente con una sonrisa y los ojos entrecerrados.


Los dos intercambiaron una mirada de confusión entre ellos a lo que yo volví a sonreír divertido.


—No os preocupéis —les aseguré —. Yo me ocuparé de este asunto.


—¿Acaso tú sabes algo que nosotros no sabemos? —cuestionó Levi cruzándose de brazos.


No le respondí. En vez de eso forcé una sonrisa que resultó fría y me dirigí a mi habitación. Una vez allí me encargué de cerrar la puerta y me senté en mi escritorio. Ajusté mis gafas y dejé escapar un suspiro de cansancio con mis manos sobre el teclado del ordenador.


No era suficiente la información que me había otorgado la señorita Peterson. Necesitaba investigar más de esto. Necesitaba saber que ocurría exactamente con la clase supuestamente maldita.


¿Qué era lo que hacía que la clase fuese maldita?  O mejor dicho... ¿Quién?


Ese era el misterio todavía no resuelto. Pero había otro enigma más que no me dejaba tranquilo. Y ese era: Axel Vandeviere.


¿Qué tenía ese chico que hacía que me interesara tanto por él?




    

                                                                    *     *     *



Llegué al instituto más temprano de lo usual, por lo qué ni siquiera pude ver a Levi o a Alistair ya que todavía se encontraban dormidos.


El instituto a esta hora estaba tan vacío que daba la sensación de realmente estar maldito de lo oscuros y lúgubres que se veían los pasillos.


Entré a clase —por qué me tocaba a primera hora impartir matemáticas— y me senté en mi asiento. Cerré los ojos cruzándome de brazos y eché la cabeza hacia atrás esperando que los minutos pasaran hasta que los estudiantes comenzaran a entrar.


Para mi sorpresa, alguno de los estudiantes decidió también llegar muy temprano al instituto también. Abrí los ojos de par en par y fijé mi mirada en ese estudiante quién resultó ser el mismo chico en el qué no había dejado de pensar desde ayer.


El mismo chico de los ojos vacíos y a la vez tristes.


Buenos días, profesor —me saludó indiferente y casi en un murmuro.


—Buenos días, Vandeviere —le devolví el mismo saludo y entonces me di cuenta de que tenía un  pequeño y poco profundo rasguño en su rostro.


Axel levantó una ceja como signo de extrañeza.


—¿Pasa algo? No dejas de mirarme.


—Déjame ver tu rostro —lo tomé del mentón.


El chico ni se inmutó.


—Es una pena que tengas un rasguño en ese rostro tan lindo que tienes —observé y lo miré fijamente con ojos penetrantes.


Esta vez sí que reaccionó. Vi sus hombros tensarse y como su boca se entreabrió para luego cerrarla por completo.


—¿Lindo? —rió fríamente —. No me llamarías lindo si supieras quién soy realmente... —susurró.


—¿No eres tú, sin embargo, él que no se deja conocer? —me acerqué más a su rostro.


—Eso es quizá por qué no quiero que me conozcan... —respondió con una sonrisa divertida —. Además... ¿Lindo? ¿En serio? No me llames lindo. No soy lindo, en todo caso soy atractivo...


Que dijera algo semejante con una expresión tan seria...


 —Pftt... —retuve una risa —. ¿Así que atractivo, eh?


—No te rías —amenazó asesinándome con la mirada.


Con esa amenaza solo haces que me den más ganas de reírme, ¿sabes?


—Además... ¿no cree que está usted muy cerca, profesor? —sonrió pícaramente.


—¿Te incómoda que esté tan cerca? —murmuré seductoramente sobre sus labios.


—¿Le molestaría si le dijese que no?


Al obtener esa respuesta de su parte, rompí la distancia entre nosotros.


Solo pretendía molestarle un poco...


Realmente no pensé que iba a responderme con eso.


—Deberías ir a la enfermería a que te revisen ese rasguño —cambié de tema sintiéndome incómodo.


Axel volvió a reír seco.


Solo es un mísero rasguño, no me voy a morir por esto —le restó importancia —. De todas formas... gracias por preocuparse. Es usted un buen profesor.


En eso te equivocas Axel...


Yo no soy un buen profesor. Por qué realmente no me importa el bienestar de mis demás alumnos. Solo me preocupo por el de uno, y ese eres tú.


Vandeviere —lo nombré —. Quiero preguntarte algo.


—Sí, claro, ¿qué? —se volteó a mirarme.


—¿Eres tú el dueño de un gato pelirrojo con el collar que pone que le pertenece a uno de los miembros de la familia Vandeviere?


Axel se vio levemente sorprendido.


Vaya, por fin hasta que por fin reaccionaba a algo.


—¿Dónde lo encontraste? —quiso saber aunque con el tono de voz que había usado más bien parecía haberlo exigido.


—Eso no importa —evadí la pregunta —. ¿Es tuyo o no?


Pasaron segundos y ninguna respuesta de su parte.


—¿Podría verlo? —terminó por responder causando que esta vez yo fuese el sorprendido.


—¿A mí casa?  —pregunté lo que parecía ser obvio.


—¿A dónde si no? —repuso burlón —. ¿O es qué tiene miedo?


—¿Miedo a qué exactamente?  —sonreí divertido.


—Miedo a que sepa dónde vives, profesor...


Inevitablemente fruncí el ceño.


¿A qué venía eso?


—¿Por qué iba a tener miedo, Vandeviere? —cuestioné cruzándome de brazos y con una ceja arqueada.


—Por nada... —negó con la cabeza y sonrió como si nada.


En ese momento, Axel, sonrió falsamente. O al menos eso es lo que a mí me había parecido.


———————-


La tensión sexual entre esos dos se puede oler desde aquí(?) :v x'D *cof*UrielPedobear2.0*cof*


Ah, y si lo de la carne no quedó claro. Sí, es carne humana. De Andrew especifícamente. Y no, Axel no la ha comido.


No sé si me pasé con esto del canibalismo(?) pero ya advertí que esta segunda parte iba a ser más gráfica xD




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