The scent of your skin || Ome...

By birdyfics93

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Ser beta no es fácil. No cuando estás obligado a obedecer a los alfas. No cuando eres un esclavo. Jimin y Tae... More

~ Primera parte ~
~ Ser un beta ~
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19. ~El beta que decidió quedarse~
• Segunda parte •
• Conflicto Beta •
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Namjoon acarició su sien con sus dedos ante el creciente dolor de cabeza que le azotaba. Sus compañeros alfas estaban sentados frente a él en las sillas de su habitación en una pequeña reunión de emergencia. Era más que evidente que no estaban contentos con él, a juzgar por sus expresiones ofuscadas. Eun-ji, uno de sus acompañantes, se puso de pie con el rostro enrojecido.

—¡Sabíamos que esto podía pasar! —se quejó después de que Namjoon expresara su intención de volver a Seúl. — Todos sabíamos que era una posibilidad que un ataque así pudiera ocurrir y, aún sabiendo eso, accedimos a cumplir con nuestro deber.

Mi única intención es conocer las repercusiones que todo esto tendrá políticamente—respondió Namjoon.

No le sentaba bien mentir. No obstante, tampoco creía correcto confesar que sus verdaderas motivaciones tenían mucho más que ver con un omega desconsolado que la causa misma. En su mente, todavía podía recordar el rostro afligido del omega, temblando profusamente al mostrarle aquel periódico.

—Lléveme a Seúl, por favor—le había urgido Seokjin, después de que lograra sentarlo en una de las sillas del hostal en el que estaba, fuera de la mirada atenta de sus compañeros, con una taza de té humeante en la mano. Su voz era apenas un hilillo cuando murmuró: —Se lo ruego.

El lobo de Namjoon, preocupado, le envolvió en un aura de feromonas tranquilizadoras.

—No sabemos si Taehyung estaba en esa madriguera, Seokjin—le tranquilizó Namjoon en ese momento.

El omega abrió los ojos al mismo tiempo en que negaba con la cabeza, luciendo infinitamente vulnerable.

—No me mienta, señor Kim—le había dicho, con los dientes apretados—. Sé que estaba en esa madriguera. Lo sé, porque Tae alguna vez me lo dijo. Por favor, lléveme. No puedo quedarme aquí sin saber qué pasa. No puedo quedarme aquí y pretender que mi beta está bien. Yo necesito viajar a Seúl—murmuró, rogándole con aquella mirada herida.

Un profundo sentimiento de deja vú le embargó en ese instante.

Como despertando de un pequeño sueño, volvió a mirar la silla donde hacía apenas unas horas había estado sentado Seokjin. Esta vez era Eun-ji quien se desparramó en el lugar, visiblemente frustrado.

—Usted sabe que llegará un reporte, señor Kim—le recordó—. Lamento tener que ser el aguafiestas y sé muy bien lo preocupados que estamos todos, señor. Pero también es mi deber recordarle que debemos hacer esto, que es nuestro deber y que juramos cumplir con ello.

—Además—dijo Misuk, el otro alfa sentado en la habitación—, las repercusiones políticas son obvias, señor Kim. El grupo de los conservadores intentará usar este evento como una victoria para su propia agenda política, mientras que nosotros -por más frío que suene-, tendremos que utilizar este evento a nuestro favor también. El ministro Jung está cavando su propia tumba, una matanza como esta va a tener repercusiones terribles en su aprobación como líder.

Namjoon volvió la vista hacia la ventana, observando a la gente caminar por las calles de Busán tranquilamente, sin tener una idea de la tormenta interior que estaban viviendo. Observó a Misuk a través del reflejo de la ventana, sabiendo que tenía razón. Un ataque como este era un arma política necesaria, a pesar de que el dolor en su cabeza no residía mientras que el ligero temblor de sus manos tampoco paraba. No solo tenía miedo por Taehyung, había otros muchos betas que conocía y que eventualmente se volverían un nombre en una terrible lista de fallecidos o desaparecidos. Ni siquiera quería pensar en quiénes eran los afectados, porque su estómago no iba a aguantarlo. A pesar de lo racional que Minsuk sonaba, le costaba trabajo verlos como parte del ajedrez que se estaba jugando en lo político. Eran personas con las que había compartido no solo sueños, sino que también risas y comidas. Seokjin cruzó por su cabeza fugazmente y Namjoon supo que no podía dejarse llevar por su lobo. Había muchísima gente que dependía de él, a la que debía proteger. Su causa era mucho más grande que un capricho de su lobo.

Namjoon suspiró cuando su dolor de cabeza solo aumentó. El primer ministro Jung realmente iba a pagar por todo esto, por todas las muertes y sus atrocidades. Su carrera política iba a comenzar a desmoronarse, de aquello no había duda, porque el mismo Namjoon se iba a encargar de eso aunque fuera lo último que hiciera en su vida.

—Tienes razón—murmuró con nueva determinación—. Sigamos adelante. 

Más tarde, mientras caminaba hacia la perfumería, notó que su dolor de cabeza había residido bastante. Su lobo tenía mucho que ver con aquello, lamentablemente, ansioso por ver al omega. Ni siquiera tuvo que tocar la puerta, porque Seokjin la abrió antes de que fuera capaz de tocar.

—¿Cómo está Taehyung? —preguntó brusco, mirándolo con ansiedad. Luego sus ojos se ampliaron un poco y sus mejillas se sonrojaron—. Lo siento, señor Kim. No pretendía... Por favor, pase.

Namjoon esbozó una sonrisa cansina y, a pesar de los quejidos mentales de su lobo, entró en aquella estancia que olía a flores silvestres y perfumes de todos los tipos.

—Tengo té preparado. Hace frío afuera, ¿le gustaría una taza? —escuchó a Seokjin, mientras se sentaba en una de las sillas que apuntó el omega. 

—Debo declinar la oferta esta vez—dijo una vez estuvo sentado—. No quiero ocupar tu tiempo. Solo vengo a decirte que no podré ir a Seúl. Nuestro viaje aún tiene tres semanas más antes de poder volver.

Los ojos de Seojkin se abrieron como platos.

—¿Qué? —murmuró, antes de ponerse de pie y dar vueltas, mirando el suelo—Ellos son sus amigos. ¿Cómo es que no irán? ¡Usted tiene una responsabilidad con ellos! —se aceleró el omega mirándolo fijamente a los ojos con rabia brillando en ellos.

—Es por esa responsabilidad que debo quedarme y terminar la agenda que nos propusimos, Seokjin. Otras personas en Seúl son las encargadas de ayudar en emergencias como estas. Ellos cuidarán de todos los heridos. No puedo ofrecerte más, porque así es como funciona nuestro engranaje, así es como finalmente lograremos el objetivo final.

Vio al omega debatirse interiormente, hasta que de pronto, se acercó a él, arrodillándose en el suelo tomando sus manos. Para incomodad de Namjoon, su corazón se aceleró al sentir las manos más pequeñas del omega.

—No importa. Solo dígame cómo llegar, por favor. Entiendo que esto es más grande que Taehyung y que es una causa justa, pero no puedo quedarme con los brazos cruzados. —Una nueva determinación brilló en sus ojos, cuando se puso de pie. —Iré solo. Tan solo dígame como llegar.

Namjoon tomó aire profundamente.

—Seokjin, odio decir esto, pero es demasiado peligroso que un omega viaje solo.

—No importa—respondió resuelto—. Tal vez otra persona pueda llevarme, solo necesito llegar hasta Seúl.

Namjoon pestañeó lentamente, dando un gran suspiro. Se puso de pie y volvió a tomar las manos del omega.

—¿Y luego qué? No sabes dónde están las madrigueras e incluso si solo te mencionara dónde están, sería peligroso para ti. —Los ojos del castaño se llenaron de lágrimas. Namjoon quiso extender sus manos y enjugarlas. No lo hizo. No era algo que correspondiera hacer. —Te llevaré—dijo, no obstante—. No puedo desviarme del camino y probablemente nos llevará varias semanas llegar a Seúl. Pero si realmente necesitas comprobar qué sucede con Kim Taehyung, sea bueno o malo, entonces te llevaré.

El omega lo miró directamente a los ojos, lágrimas brillando en ellos. Namjoon supo en ese instante que jamás iba a poder olvidar la ciega esperanza en ellos.

🐺🐺🐺

Era curioso como la intranquilidad podía asentarse en tu estómago, como una comezón que no te puedes quitar. Yoongi miró a Jimin de reojo varias veces durante el camino, tenso por su rostro serio. El beta no había soltado ninguna palabra a lo largo del viaje y, por alguna razón, al alfa le sentaba mal. Tenía ganas de conversar con Jimin, de preguntarle su opinión sobre algunas de las cosas que habían visto durante ese día, pero no parecía correcto hacerlo cuando el rubio se veía tan distante.

—¿Tienes frío, beta? —le preguntó Yoongi en algún momento del viaje, solo por preguntar algo.

Su lobo interno alzó sus orejas en su mente, esperando intranquilo la respuesta de Jimin. Este último alzó la mirada, dando un pequeño respingo.

—No, señor Min, no tengo frío—respondió breve y volvió a mirar hacia el frente sin decir una palabra más.

El camino hacia la casa de su tío habría sido completamente silencioso si no fuera por el sonido de los cascos del caballo contra las piedrecillas y el ligero sonido agudo que hacían las ruedas de la carreta al pasar por la tierra. Apenas llegaron, la intranquilidad de Yoongi se sentía ya como una pesada piedra en el estómago. Jimin saltó de la carreta apenas llegaron y comenzó a bajar las maderas diligentemente. Yoongi le ayudó en silencio, observándolo en busca de algún cambio en su conducta, pero no hubo suerte.

—¿Necesita algo más de mi, señor? —preguntó Jimin cuando terminaron.

El alfa aprovechó el momento para preguntar con genuina preocupación:

—¿Estás bien? ¿Te sientes bien?

El beta le miró con sus grandes ojos castaños.

—Sí, señor Min.

Yoongi dio un suspiro decepcionado ante la evidente mentira, así que se dio vuelta y caminó rodeando la carreta, hasta quedar unos metros alejado de Jimin.

—No creo que te necesite durante la tarde, beta—le dijo, como quien no quiere la cosa, a pesar de los quejidos mentales de su lobo—. Ve a leer esos libros que compraste, si quieres. La biblioteca es toda tuya por hoy.

Eso iluminó el rostro del beta y se vio recompensado con una pequeña sonrisa.

—Gracias, señor Min —contestó este último. Se dio media vuelta para retirarse, pero antes de hacerlo murmuró: —Sabe que esta noche habrá luna llena, ¿verdad? Sería buena idea que vaya a ver el campo de Esmeraldos.  

Yoongi asintió.

—¿Te gustaría ir a verlos también? 

Jimin ladeó la cabeza, confundido.

—Si usted así lo desea, lo acompañaré, señor.

—Sí—respondió Yoongi enseguida—, así me explicarás más sobre esas flores. 

Jimin volvió a sonreír.

—Por supuesto, señor.

Yoongi observó a Jimin entrar a la casa, mientras se limpiaba las manos en el pantalón, sin darse cuenta de que también estaba sonriendo.

🐺🐺🐺

La noche cayó en Busán y Jimin, sentado en uno de los sillones de la biblioteca, se preguntó si debía ir a buscar a Yoongi a su habitación o no. Pronto se alzarían los esmeraldos y era mejor que se pusieran en marcha pronto para poder aprovechar la noche. Estar sentado con tanta tranquilidad en la biblioteca le hacía sentir extraño. Era un hábito suyo pasar tiempo ahí antes de la llegada del alfa, pero desde que estaba fuera de los límites, le parecía que era un milagro volver a tocar el mullido sofá. No sabía que se había metido en la cabeza del alfa al permitirle estar ahí tan libremente, pero no pensaba reclamar, puesto que no quería tentar a su suerte. Iba a aprovechar cada una de las oportunidades que se le fueran dando.

No tuvo que tomar una decisión sobre la salida, porque apenas un segundos después la cabellera negra del alfa y unos ojos gatunos se asomaron por la puerta de la biblioteca.

—Buenas noches—saludó este último, entrando a la habitación en su completa presencia—. Deberíamos partir al campo de los esmeraldos, ¿no es así?

—Si queremos llegar a buen tiempo, sí. Le aconsejo abrigarse, porque la noche estará fría. Y será mejor no llevar a los caballos porque se asustan con el brillo de las flores. Aunque no se preocupe, el campo no está muy lejos de aquí y podemos llegar a pie. Yo iré por algunas mantas y fruta, ¿le parece bien?

El alfa asintió, permaneciendo un momento más en la puerta, hasta que, con una expresión difícil de descifrar, salió sin decir más.

Está actuando extraño, se le debe haber zafado un clavo, pensó Jimin, negando con la cabeza y moviéndose hacia su tarea.

Ambos se reunieron en la entrada cuando estuvieron listos. Jimin enrolló una bufanda en su cuello antes de salir y se encontró a Yoongi mirándole. Cuando sus ojos se encontraron, el alfa desvió la mirada, tosiendo discretamente.

Jimin alzó una ceja, confundido.

—¿Está bien? —preguntó y Yoongi simplemente asintió. —De acuerdo—dijo alargando las palabras, no tan convencido—, podemos irnos.

El alfa asintió, alzando una lámpara de gas que traía entre las manos.

—Vamos—le escuchó decir al alfa, antes de ponerse en marcha.

Afuera, la noche olía a tierra húmeda y viento.

Jimin estaba decidido a caminar en silencio. No había perdonado el comportamiento de Yoongi durante su salida en la tarde. Al menos, no todavía. El problema era que Jimin nunca había sido del tipo callado, así que se moría de ganas por hablar. Duró unos buenos minutos con su propósito hasta que abrió la boca para decir que la noche estaba hermosa, pero fue Yoongi quien rompió el silencio primero.

—¿Así que... cómo fue que llegaste a trabajar para el tío Min? —preguntó este último, sin mirarle. Sus ojos se veían aún más felinos con la luz que proyectaba la lámpara de gas.

Vaya. Un pequeño nudo se asentó en el estómago del beta. No era una pregunta fácil de responder. Era difícil porque no tenía ganas de seguir mintiéndole al alfa. Decidió decir la verdad a medias, solo omitiendo las partes importantes.

Hizo una pausa en la que el alfa le esperó paciente.

—Fue... circunstancial—respondió, tratando de buscar las palabras exactas que explicarían su situación sin dar demasiada información—. Tenía nueve años cuando llegué aquí. Necesitaba desesperadamente un lugar donde estar seguro. El señor Min me recibió en su casa y ha cuidado de mi durante estos siete años en que he vivido aquí. La verdad es que no me quejo. De todos los lugares a los que podría haber llegado, este es lo mejor que me podría haber pasado.

Yoongi volteó la cabeza para observarlo, asintiendo con un atisbo de sonrisa en sus ojos.

—Uno podría pensar que, al vivir con un viejo excéntrico como el tío Min, las quejas estarían por montón.

Jimin no pudo evitar soltar una risita. 

—Bueno, no digamos que el señor Min es la epítome del buen humor, pero ha cuidado muy bien de mi. ¿Cómo podría quejarme? —Guardó silencio un momento y ladeando un poco el rostro pregunto: —¿Alguno de sus betas se queja de usted?

Vio a Yoongi pensativo por un momento, pero terminó encogiéndose de hombros.

—Es muy probable que más de alguno se queje de mi.

Jimin volteó la mirada hacia Yoongi, frunciendo el ceño. 

—¿Y hay alguno que se haya quejado directamente con usted?

El alfa resopló.

—No. Solo un beta loco haría algo como eso.

Jimin se detuvo un momento y mirando el cielo con una sonrisa triste, murmuró:

—Exacto.

Notó a Yoongi fruncir el ceño por el rabillo del ojo. Antes de dejarle mencionar algo, notó el brillo de los esmeraldos que se filtraba a través de los árboles. No les quedaban más que un par de metros para llegar.

—Es por ahí. Hay un brillo azulino en esa dirección, ¿lo ve? Esas hermosuras son los esmeraldos.

Caminaron hasta llegar al más bello campo de Esmeraldos. La flor nocturna que solo brillaba de noche. Ese lugar era uno de sus favoritos y de cuando en cuando, mientras hubiera luna llena, iba a sentarse ahí a observar su belleza. Era también el momento exacto para cortar alguna de las flores y llevárselas a Seokjin. Sus perfumes de Esmeraldos eran los más hermosos y, por alguna razón, el aroma lograba que sus corazones se sintieran más tranquilos y menos nostálgicos. Era un pequeño consuelo cuando extrañaban a quienes ya no estaban por distintas circunstancias.

Yoongi extendió la manta que llevaban y ambos se sentaron en el suelo. Jimin arregló la fruta. Posaron la lámpara entre ellos y tras algunos segundos, el alfa la apagó, quedando únicamente iluminados por la luz de la luna y el reflejo débil de los Esmeraldos.

Hablaron en susurros durante esa noche, porque incluso si las flores no podían escucharlos, no querían perturbar su suave vaivén.

—Es hermoso—murmuró el alfa.

El rubio sonrió, flectando las piernas y apoyando su mentón entre sus rodillas.

—Lo es, ¿no es así? Siempre he pensado que los Esmeraldos son mágicos. Esperan todo un mes para revelar su brillo. Tiene que haber algo de magia en eso, ¿no cree?

Yoongi asintió, los ojos brillantes.

—Sé que a mi madre le encantaría ver algo como esto. Siempre le han gustado mucho las flores de todo tipo. Mi padre solía comprarle algunas semillas exóticas para que plantara en su jardín, pero estoy seguro de que jamás ha visto algo tan hermoso como esto. Sé que le encantaría.

—Tal vez podría llevarle algunas. No son tan difíciles de cuidar.

—Podría hacerlo, sí.

Jimin se sorprendió un poco de la soltura con la que el alfa se estaba comunicando. Había algo en su interior que se sentía bien con esto, así que empujó su suerte y continuó hablando, en un murmullo suave.

—¿Es usted cercano a su madre?

—Sí. Bastante cercano.

—¿Y cómo es ella?

Yoongi sonrió, mirando los esmeraldos. Su mirada parecía mucho más lejana, en su mente. Tomó una pausa antes de continuar.

—Ella es muy soñadora. Si soy honesto, es gran un misterio que se casara con papá. Él es... —Frunció los labios, como si no encontrara las palabras—­ Siempre tan práctico. Tan con los pies en la tierra. ¿Y mi madre? Adora inventar mundos que no existen y tiene esta idea de que las personas son inherentemente buenas... es un poco inocente, sí, pero es algo que siempre he admirado de ella en secreto. Tal vez es por eso que papá se enamoró de mamá alguna vez. Fuera lo que fuera, la realidad es que son dos personas bastante opuestas. Pero... la vida es mucho más complicada que eso, ¿no es así?

Jimin no se había dado cuenta de que ahora era su mejilla la que apoyaba en su rodilla derecha, mirando directamente al alfa. 

—Ajá. —coincidió y con verdadera curiosidad, preguntó: —¿Usted ha estao enamorado alguna vez, señor Min?

Yoongi se abrió los ojos como platos y soltó una gran carcajada.

—Qué preguntas haces. No, yo... no. Bueno, a papá le encantaría que me casara, ¿sabes? Ha estado urgiéndome con un heredero desde que tengo dieciséis. —Juntó una risa con un resoplido. —Lleva años intentando que Surán y yo nos casemos, pero somos amigos, ¿sabes? Y ella está enamorada de alguien más. Sé que sería miserable casándose conmigo y yo no tengo intenciones de atar el nudo. Al menos no todavía. —Hizo una pausa y sus ojos se encontraron con los de Jimin. El alfa fue el primero en desviar la mirada—. Surán es muy divertida—dijo, a pesar de que parecía querer decir otra cosa—. Si la conocieras, te darías cuenta de que es muy fácil estar alrededor de ella.

Jimin sonrió, asintiendo.

—Me pregunto si, en un mundo que funcionara distinto a esto, ella y yo podríamos ser amigos.

—Tal vez. Aunque sé que le caerías bien—respondió Yoongi.

—¿Ah sí? —preguntó el beta, juguetón.

Yoongi solo asintió.

—¿Y tú?

—Yo, ¿qué?

—¿Has estado enamorado?

Jimin miró el campo de esmeraldos. Las flores refulgían a la luz de la luna con un brillo etéreo. Tomó aire profundo.

—Una vez—contestó pasado un rato. Notó al alfa voltear la mirada hacia él con curiosidad. Tiró una hebra de césped y la lanzó hacia el frente antes de volver a hablar—. Más bien fue un enamoramiento. Sucedió cuando tenía como... ¿ocho años? Algo así. Era un beta muy alto, tanto que a veces me dormía pensando en preguntarle si era capaz alcanzar las nubes. —Jimin miró sus manos que se veían azules con el resplandor de las flores—. En cierto modo las alcanzó, supongo.

—¿Sigues hablando con él?

Jimin miró las flores detenidamente, con una sonrisa triste en el rostro.

—No. Lamentablemente, eso sería imposible.

—¿Por qué? —inquirió Yoongi, confundido.

—La comunicación entre personas del más allá con los del más acá todavía no se inventa—murmuró.

A Yoongi solo le tomó un par de segundos comprenderlo:

—¿Falleció?

—Es más complicado que eso. A Channie... —Era increíble que a pesar de todos los años que habían pasado, aun fuera difícil mencionar su nombre— ... lo mataron. En la calle, a plena luz del día. Pero eso le pasa a muchos betas, ¿no es así? —Había algo de nostalgia y rabia en su tono de voz, pero no pensaba ocultarle eso a Yoongi. Así era su vida después de todo—. Él era increíble. Siempre estaba haciendo bromas y yo lo seguía a todos lados —contó, sin poder contener una risita—. Si él me miraba, yo enrojecía, pero aún así quería que sus ojos siempre estuvieran sobre mí. De un modo inocente, de todos modos. Yo era tan solo un niño. Además, Channie jamás me habría mirado con ojos románticos, pero le gustaba molestarme y hacerme enrojecer.

—Se me hace un buen chico. 

—¡Lo era! Él era... excelente. Esa fue la primera vez que se me rompió el corazón, ¿sabe? Y el tiempo es una cosa tan curiosa. Siempre pensé que dejaría de dolerme, que el tiempo sería el encargado de curar las heridas y en cierta parte así lo fue. Pero me duele pensar que cuando cumpla diecisiete, tendré que la misma edad que Channie antes de morir. Curioso, ¿no? A los dieciocho seré más viejo que él. 

Jimin notó que Yoongi lo estaba mirando directamente y que había una luz genuina en sus ojos cuando murmuró:

—Lo lamento mucho. De verdad.

—No lo lamente, señor Min. Usted no le hizo nada a Channie. Fue esta sociedad en la que vivimos. Algunos tienen más suerte que otros y yo he de decir que, a pesar de todo, soy de los afortunados.

—De todas formas, lamento tu pérdida.

Jimin hizo un gesto con la mano, restándole importancia.

—Han pasado siete años de eso. Tranquilo. —Guardó silencio un momento y luego, volvió a mirar al alfa—. ¿Puedo seguir haciendo preguntas?

El alfa asintió con una sonrisa.

—Adelante.

—¿A qué se dedica usted en Seúl?

—Trabajo en la empresa de mi padre la mayoría de las veces. Produce té y brotes de soja. Es un negocio bastante rentable.

—¿A usted le gusta trabajar ahí?

Yoongi se encogió de hombros.

—Sí, bueno. Debo hacerme cargo porque heredaré la empresa y no exactamente terrible, pero siendo honesto, disfruto más escribiendo en el periódico de mi tío.

—Me da curiosidad leer sus escritos—confesó Jimin.

—No son para tanto. Pero si sirve de algo, desarrollé el mismo placer de mi madre por escribir sobre mundos maravillosos que no existen. ¿Sobre qué escribes tú?

Jimin se sentó sobre sus piernas, tomando una frutilla de la canasta. Mordió un pedazo y se encogió de hombros.

—Sobre muchas cosas. Sobre lo que sé, lo que he hecho y... lo que no he hecho.

El alfa alzó una ceja.

—¿Cuáles son las cosas que no has hecho?

Jimin sintió sus mejillas enrojecer y le rogó a la Diosa que la luz de la luna ocultara su rubor. Pensó seriamente en mentir y evadir la pregunta, pero Yoongi le había hablado con tanta honestidad que, de una manera extraña, sintió que le debía lo mismo.

—Uhm... por ejemplo, ehm, besos.

Yoongi alzó ambas cejas esta vez.

—¿Besos? ¿No has dado besos? —Jimin negó. —¿Ni siquiera una sola vez? —Volvió a negar. —Bueno, no hay nada de malo con ello.

—¿Usted tampoco ha dado besos? —preguntó Jimin, esperanzado.

Yoongi soltó una carcajada, pero no había ni una sola nota de malicia en ella.

—¿Yo? Pues sí, soy un alfa.

—¿Ser alfa asegura besos?

Escuchó otra vez la risa del alfa, pero esta vez más suave.

—Bueno, no. Tienes razón, pero sí hace más probable que los des, por... ya sabes. Los celos y esas cosas.

Jimin se quedó pensando en ello durante un momento.

—Es interesante. Esa necesidad del cuerpo. El señor Min me contó una vez que era su lobo interior el que lo llevó hasta su omega, que el instinto era muy fuerte y que  no tuvo otra opción que hacerle caso. Yo... nunca he sentido algo así. Me pregunto cómo se sentirá ese tirón de atracción, por eso es que escribo sobre... uhm, lo que se debe sentir besar a otra persona. ¿Seré capaz de sentir la necesidad como lo hacen un alfa y un omega? ¿Sentiré ese empujón que sienten desde sus lobos? He leído muchas historias de amor entre alfas y omegas, pero, ¿y qué pasa con los betas? —preguntó de manera retórica y pronto agregó—: No tengo la oportunidad de conocer a muchos otros betas, así que es probable que me tome un tiempo antes de descubrir la verdadera esencia de un beso para un beta.

Cuando alzó los ojos, se dio cuenta de que Yoongi le miraba con un brillo diferente en la mirada. 

—¿Está bien, señor Min? —tuvo que preguntar.

—La noche se está poniendo más fría—respondió en cambio, poniéndose de pie y desviando la mirada hacia otra parte—. Volvamos.

Jimin frunció el ceño ante el cambio abrupto de conversación.

Pero como solo era un beta, se puso de pie y obedeció.

🔶🔶🔶🔶🔶🔶🔶🔶🔶🔶🔶🔶🔶

Meanwhile in Birdieland: *Desaparece otros mil años más*

(Gracias por la espera 💖💖💖)

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