No estaba durmiendo bien los últimos días, por lo que cuando escuché el timbre de llamada, aún algo somnoliento, no demoré en tomar mi celular de mi mesita de noche para responder.
En plena oscuridad mis ojos dolían un poco por el brillo de la pantalla, evitando verla directamente, atendí sin ver quién era.
--¿Sí? --pregunté en un bostezo.
--Soobin... --susurró. Era Heejin, su voz se escuchaba más fina de lo usual, parecía aliviada de que atendiera.
Sabía que era tarde, pero no qué tan tarde, imaginaba que era de madrugada. Vi la hora para matar la duda y el número en la pantalla era 2:45 am: ¿Qué habría pasado para que Heejin me llamara a esa hora? Las llamadas no eran algo frecuente entre nosotros, y por la hora, imaginé que era algo importante .
--Heejin, ¿qué pasó? ¿Estás bien?
--S-Sí... --Solo con eso ya supe que no era cierto --, solo quería llamarte...
El poco sueño que tenía se me fue, así que me senté en la cama.
--Heejin, ¿pero qué pasó?
--N-Nada, oppa, solo... Tuve una pesadilla horrible y n-no sabía a quién llamar, mamá está de viaje, estoy sola y-
--¿Pesadilla? ¿Estás asustada? ¿Quieres hablarlo?
--Fue... Alguien me- --Su voz cambió para volverse llorosa.
--No --la interrumpí --, no tienes que hablar de ello si te sientes mal. ¿Tranquila ok? Solo fue una pesadilla, ya terminó.
--¿C-Crees que podamos hablarlo mañana, Binnie? ¿Por favor?
--¿Mañana?
--Sí, por favor, donde siempre íbamos antes. Podemos tener una cita después s-si quieres.
Tenía cosas que hacer, pero no podía decirle que no.
--Está bien --suspiré.
--Gracias, oppa.
--No hay de qué.
--Y Oppa... ¿Crees que nos podamos quedar en llamada hasta que me duerma? S-Si te molesta, no tienes que hacerlo.
--No te preocupes, no sueño de todas formas, está bien.
Puse un poco de música tranquila para que ella pudiera dormir bien, yo en cambio, sabía que me esperaba una noche de recuerdos que hubiera preferido olvidar.
Heejin y yo solíamos ir a un parque inmenso cerca de la avenida principal cuando estábamos en secundaria, nos gustaba pasar el rato ahí como amigos, conversábamos o a veces solo paseábamos y alimentabanos a los patos del lago. Ahora que éramos una pareja, se sentía totalmente diferente; me sentía cómodo porque siempre me sentí cómodo con ella, pero no era ese sentimiento.
Después de haber ido a comprar unas cuantas cosas a una tienda cercana, Heejin me dijo que estaba cansada porque las pesadillas del día anterior la habían privado de sueño y la habían mantenido despierta y ansiosa gran parte de la madrugada. Como yo también me sentía cansado últimamente por la falta de sueño, sugerí ir a recostarnos contra un árbol, en el pastito. Era cómodo, lo sabíamos porque habíamos ido ahí antes a observar el cielo, esta vez sería para descansar.
El plan de solo descansar no salió muy bien porque como Heejin estaba tan cansada, terminó rindiéndose ante la fatiga, se acomodó para dormir tranquilamente sobre mi pecho. No me molestaba, no era la primera vez que pasaba, pero de alguna forma ahora se sentía diferente, más como una tarea que debía cumplir como novio.
Mientras Heejin dormía sobre mí, yo peinaba sus cabellos distraídamente mientras miraba el frente. El clima era bueno, y felizmente el lugar estaba casi vacío a excepción de unos niños que jugaban con sus padres. No obstante, incluso si todo a mi alrededor era calma, yo tenía que disentir. Los momentos que se supone debían ser bellos, no podían serlo porque me faltaba esa pieza que todavía extrañaba y pensaba todo el tiempo.
Estaba jodido.
¿Se supone que así sería mi vida de ahí en adelante? ¿Yo manteniendo ese maldito vacío imposible de llenar? ¿Por qué no podía seguir con mi vida cómo quería?
Mis ojos se llenaron de lágrimas. Claramente había un problema conmigo.
Repentinamente sentí un movimiento brusco proviniente de mi pecho, un golpe. Parpadeé dos veces desconcertado y entonces Heejin se sentó y empezó a empujarme y golpearme el pecho, como intentando zafarse de mí, como si quisiera escapar desesperada.
--¡Sueltame! ¡Sueltame! --lloró.
Había tenido otra pesadilla.
--¡Heejin! --La sostuve de las muñecas y gritó, los demás presentes observando la escena que ella estaba creando --¡Heejin basta!
--¡No me toques! ¡No me hagas daño, no!
La inmovilicé en un abrazo hasta que dejó de removerse.
--Heejin ya pasó, ya acabó, aquí estoy. ¡Aquí estoy!
Los movimientos se detuvieron abruptamente. Dos segundos después escuché un sollozo por su parte y luego sentí a sus brazos rodearme el cuello en un abrazo. Empezó a llorar en mi hombro.
--Binnie, Binnie, Binnie --repitió mi nombre como si fuera un mantra, como si eso le diera seguridad. Me abrazó con más fuerza.
Afirmé el agarre en su espalda y di caricias tranquilizadoras. Quería que su dolor terminara.
--Ya pasó, ¿sí? --calmé con voz dulce --, aquí estoy, nadie va a hacerte daño.
--L-Lo siento, oppa.
--Fue una pesadilla de nuevo, ¿verdad?
Asintió sobre mi hombro.
--Se van a detener --dije confiado. Por alguna razón molesto al ver como las ramas de los árboles eran movidas con agresividad por el viento --. Te lo prometo.
Siempre su recuerdo tenía que volver a mí. Siempre. No importa lo que hiciera, terminaba pensando en su comportamiento de niño, en sus berrinches, en cómo disfrutaba burlarse de mí, en sus pucheros y caritas tristes manipuladoras, en sus labios acolchados y en su sonrisa, esa sonrisa... esos ojos.
Necesitaba que alguien devolviera el tiempo atrás por favor. No podía seguir adelante sin él. En serio intenté, lo intenté más que nunca esta vez, pero después de lo de Heejin, supuse que no sería posible.
Después de la crisis fui a dejarla a su casa y le pedí que por favor descansara. Se supone que yo me iba a ir a la mía luego, pero simplemente no pude.
Porque a veces aunque no queramos, los sentimientos pueden más que nosotros, y a mí me estaban consumiendo vivo.
Un mirador, dos árboles, un atardecer.
Caminé un poco más hacia el barranco, ese que era una de las pocas cosas reales que tenían un lugar especial en mi corazón. Tomé el último sorbo de mi cuarta botella de soju y una vez descartado todo su contenido, la solté hacia al vacío, observando cómo esta reventaba contra las rocas.
Suspiré tragándome mis lágrimas y me acerqué al auto de nuevo para sacar la quinta botella, la destapé deleitándome con el fin de guitarra de "More than words" proviniente de los parlantes de ese auto alquilado. Otra cosa que se volvió real fue aquella vez que me enseñó a manejar, no tenía brevete aún, pero por lo menos podía hacerlo.
Pensé en ese día. De hecho, lo hice desde que fui a alquilar el auto; quería volver a esos tiempos, y eso era lo más cercano que tenía. Tan solo podía acariciar el tiempo como si fuera una fina capa de polvo sobre mis pestañas.
Me sorprendió mantener mis lágrimas taciturnas cuando "Iris" empezó a sonar. Amaba la canción y claro que estaba en mi USB. Debí sacarla.
Que justo sonara en ese preciso momento, tal cual aquella noche, me hizo cuestionarme muchas cosas, pero de algo sí estaba seguro esta vez: No era obra suya.
Era destino.
Sonreí de lado porque el sentimiento feo que planeaba matar con alcohol tan solo se acentuó por culpa de la canción, sin embargo, no la quité.
Me acerqué de nuevo al borde de aquel barranco, toqué mi cuello sintiendo que algo faltaba y di dos tragos más antes de mirar al vacío.
Lágrimas secas, lágrimas nuevas, una sonrisa de lástima.
--Me has vuelto un masoquista, Choi Yeonjun.
Cerré los ojos y juré escuchar su voz arrogante. No quise abrirlos por miedo: una parte de mí creyó que si los abría, lo vería allí de nuevo, junto a mí, con su sonrisa de estúpida suficiencia, o tal vez con una de esas muecas caprichosas, o sonriendo, haciendo que sus ojos desaparecieran...
Juraba que si tan solo me dejaba ir, podría volver a verlo.
Pero no pasó, por supuesto.
Cuando abrí los ojos, me encontré solo, con la canción golpeando justo donde era necesario.
Estaba harto de sentirme tan miserable sin él.
Reí y puse una mano sobre mi frente por lo mareado que estaba. Sentía que me caería en cualquier momento.
Daba pequeños pasos adelante, atrás, no me di cuenta de que estaba tan cerca del borde. Di dos pasos más adelante y ya empezaba a sentir el vacío en mi vientre... Pero de repente mucho viento comenzó a soplar hacia mi dirección y una rama grande de los árboles que estaban en las esquinas cayó justo en mi delante, obligándome a retroceder y a caer sentado.
Volví a reír, a carcajadas hasta que se detuvo, porque el vacío en mi pecho fue simplemente demasiado. Sonreí viendo la botella en mi mano.
--¿Por qué no puedo olvidarte? --le pregunté en calma. La piel bajo mis ojos ardía por la sal, pero mi cuerpo no quería detenerse por nada del mundo. Necesitaba dejarlo ir --¿Por qué no puedo dejarte ir, Yeonjun? ¿Por qué?
¿Por qué carajo esperaba una respuesta? No iba a recibirla, nunca más iba a recibir nada suyo, nada. Su imagen, su voz...
--Odio admitirlo, pero te necesito --Sonreí más --. Te necesito tanto que... Ya no sé qué hacer, Yeonjun --Hablarle a él de esa forma dolía diferente, así que poco a poco fui abriéndome más, fui soltando ese nudo en mi garganta de la manera correcta, sin retener nada --. Me duele --lloré mirando al atardecer que se supone debería estar apreciando a su lado --, me duele mucho y tú fuiste un cobarde, pero incluso después de todo lo que me has hecho, yo todavía te amo, te amo, maldito idiota, así que ven, ven ahora mismo a darme una respuesta, una explicación... Y-Yo necesito verte, Yeonjun, quiero verte. O-Olvida todo lo que dije antes, ¿sí? No te odio, nunca podría hacerlo, pero vuelve a mí aunque sea esta noche, una última vez...
No volví a decir otra palabra en lo que restaba de la noche. Mis ojos cansados lo decían todo. Esperé que anocheciera para poder irme a casa.
Me levanté del suelo tambaleándome por los tragos de la noche, me metí en el coche y lo encendí para irme a casa. Pero como si fuera obra del destino, el motor no quiso prender. Intenté una y otra vez, pero el motor simplemente no prendía.
--Nada me sale bien --susurré burlándome de mi desgracia. A mi cabeza que se sentía como plomo la dejé caer en el timón esperando a que el dolor se fuera. Quería irme a casa antes de que anocheciera.
Lo que no sabía era que mis plegarias serían escuchadas. Porque después de un tiempo sentí un toque en mi hombro y luego a una dulce voz que había extrañado decir:
--Hola, Soobin.