Mel no entiende lo que ocurre. La música sigue alta, pero las personas que bailaban delante de ella, han comenzado a correr, en medio de gritos y empujones se escabullen por la puerta a toda velocidad y a otras direcciones. Puesto que no tiene la menor idea de que sucede, prefiere quedarse quieta justo donde está. No puede ver a Perry por ningún lado, el hombre que le presto la ropa y lo zapatos y que se suponía le enseñaría a bailar.
―Arriba las manos ―Le ordena una voz masculina. Lo busca con la mirada entre la poca iluminación de ese lugar y logra encontrarlo, justo debajo del escenario.
―Disculpe...
―Levante las manos ―Repite con severidad. Ve como se acerca a donde está, sin dejarle de apuntar con un arma― Levante las manos ―De nuevo repite, mientras toma un par de esposas de su cintura.
"¿Qué esta pasado?"
Se pregunta sin poder entender. Mira a su alrededor y descubre como varios hombres, que portan trajes de policías llevan a hombres y también a mujeres con las manos esposadas y los conducen a la salida. Mira sus manos, que aún permanecen sobre la superficie de metal justo en la mitad del escenario, su diminuta falda y los enormes tacones que usa, entonces todo parece tomar sentido. Parece una de las chicas del lugar.
―Yo...
―Está detenida ―Dice el chico colocando una de las esposas en su muñeca― Tiene derecho a permanecer callada, todo lo que diga podría ser utilizado en su contra. Tiene derecho a un abogado, si no puede pagarlo, el estado se lo proporcionara.
― ¿Qué? Espera un momento... yo... ―Intenta inútilmente explicarse. Acaba de comprender que él piensa que ella trabaja ahí y todo parece indicarlo.
―Le recomiendo que guarde silencio ―Repite con brusquedad. Toma su otro brazo y pone ambos en su espalda. Escucha como se cierran las esposas y ahora esta inmovilizada.
―Yo no soy lo que usted piensa... ―Balbucea.
―Lo que usted diga ―Dice él con ironía.
―Detective Ji ―Lo llama otro policía.
― ¿Qué pasa?
―Los tenemos a todos, pero al parecer el camaleón escapo.
―No importa. La tenemos a ella ―Contesta Wook mirándola. Mel lo mira extrañada― Buen trabajo. Llévatela y no le quites los ojos de encima ―Dice empujándola hacia el otro hombre, quien la recibe.
―No se preocupe. La vigilare.
―Pero... yo no he hecho nada malo...
―Todas dices eso ―Se burla el policía con una risa sarcástica. Eso la hace enfurecer y le da un punta pie en la espinilla― ¡Oye! ―Protesta el hombre zarandeándola.
―Hey ―Lo reprende Wook.
―Me golpeo.
―Yo me hago cargo de ella ―Dice tomándola del brazo― Vámonos.
― ¿Adonde? ―Pregunta Mel.
―A la delegación ―Responde Wook.
"¿Cómo fue que termine aquí?" se lamenta Mel.
***
― ¿Qué pasa? ―Le pregunta Esteban pasándole el brazo por los hombros y abrazándola. Ella le sonríe apenada. Pues él es la única razón por la que ha aceptado ese repentino viaje.
―Nada. Es que nunca había estado aquí ―Contesta Mel.
― ¿Nunca? ―Pregunta San― Creí que si habías venido a las vegas.
―Sí, pero no a esta parte de la cuidad ―Responde mirando la calle que parece insegura y donde muchos chicos con aspecto extraño pasean.
―Te encantara ―Asegura Sandra guiñándole el ojo.
―Seguro.
Después de entrar a varios lugares, donde se encuentra con toda clase personas y situaciones. Entran a un antro donde la música es un poco más relajada y no parece haber mucha gente. Cosa que la conforta.
―Iré por las bebidas ―Grita Esteban.
―Yo voy con él ―Dice Laura. Mel ve como se alejan juntos y siente una punzada de celos.
―Son solo amigos ―Le susurra Sandra. Mel se remueve incomoda sobre su asiento.
―Sí, claro ―Ahora que los ve un poco mejor, se da cuenta de la familiaridad que existe entre ambos. "¿Por qué nunca me he dado cuenta?" se pregunta― Voy al baño ―Le notifica a Sandra quien asiente sin mostrar intención de acompañarla.
Mel se escabulle entre la gente y logra entrar al baño. Recuerda los rumores acerca de que Esteban y Laura salen. Rumores que Sandra siempre le niega, pero que ahora parecen no ser tan absurdos. Se toma su tiempo y se mira en el espejo antes de disponerse a volver con sus amigos. Al llegar a la mesa, descubre que ellos no están. Los busca entre los que se mueven en la pista, pero no logra encontrarlos por ninguna parte. Sintiéndose un poco desesperada, se dirige a la salida, el pánico comienza a crecer mientras se acerca para descubrir que no están por ninguna parte.
"Esto es malo"
―No pudieron dejarme ―Se dice a si misma comenzado a caminar.
Su única opción es ir al hotel en donde se registraron esa misma tarde. Camina por la calle, los zapatos la matan y su cuerpo se sacude a causa del frio. Ahora se arrepiente de no haber llevado una chamara consigo.
Esta demasiado concentrada en lo que su cuerpo experimenta y en el pensamiento de que la han abandonado, que no se percata que un par de tipos la siguen de cerca. Llega a un trayecto desierto y entonces siente hundirse en sus costillas la punta fría de un arma.
― ¡Ah!
― ¡Cállate! ―Le ordena una voz ronca y grosera― Dame todo lo que tengas y no hagas estupideces ―Su primer impulso es aferrar con fuerza su pequeño bolso. Pues ahí dentro lleva su teléfono, pasaporte y dinero.
― ¡Por favor! ―Suplica esperanzada.
―Dámela ―Dice el tipo arrebatándosela. Se echan a correr y contra todo pronóstico, Mel echa a correr detrás de ellos.
― ¡Por favor! ―Grita con la esperanza de que se apiaden de ella y la devuelvan. Sin ella estará perdida, más ahora que no encuentra a sus amigos. Corre cerca de 3 calles, hasta que el tacón de sus zapatos cede y su pie de dobla― ¡Ah! ―Gime apoyándose en la pared― ¡No! ¡No!
― ¿Necesitas ayuda? ―Se repliega a la pared al escuchar la voz y observa al desconocido que la mira fijamente. Parece un poco mayor, le recuerda a Fran, su mayordomo.
―Es el tacón ―Explica. "No puede ser una mala persona" piensa.
― ¿Puedo verlo? ―Pregunta manteniendo la distancia, lo que hace que se sienta en confianza. Desabrocha la correa del tacón y se lo pasa― Mmm... creo que tienen solución.
― ¿De verdad?
―Si. Tengo un poco de pegamento en mi negocio.
―Pero... ―Titubea― No tengo dinero. Me acaban de asaltar ―Confiesa afligida.
―No te preocupes. Yo te ayudo. Vamos.
La toma del brazo y la ayuda a caminar por la banqueta.
Minutos más tarde, Mel entra con él a lo que parece un bar. Al fondo hay un escenario con tubos plateados, donde algunas chicas bailan de forma sugerente engullidas en ajustados trajes. Las mira con admiración, siempre ha querido probar y aprender pole dance.
― ¿Qué pasa? ―Pregunta el hombre al ver que se detiene.
― ¿Es difícil aprender a bailar así? ―Él sonríe con malicia, pero ella no se percata.
―No tanto. Puedes aprender si tú quieres.
― ¿Enserio? ―Pregunta entusiasmada.
―Claro. ¿Quieres intentarlo?
―Si.
―Entonces sígueme que te llevare con quien las entrena.
― ¡Genial!
Sintiéndose entusiasmada, Mel lo sigue a la parte trasera del lugar. Camina por un angosto pasillo, donde varias mujeres con poca ropa caminan de prisa de un lado a otro. Entran a lo que parece un camerino.
―Perry ―Llama y un tipo alto y de aspecto delicado aparece.
―Dígame ―Contesta mirando a Mel de pies a cabeza.
―Tengo aquí a una chica, a quien le gustaría aprender a bailar.
― ¿De verdad? ―Pregunta con sarcasmo.
Ambos hombres se dedican una mirada cómplice mientras Mel observa los coloridos atuendos y accesorios que hay por toda la habitación. Algunos le parecen demasiado atrevidos, pero otros resultan verdaderamente interesantes.
―Si ―Asiente ella, sin despegar los ojos de las prendas.
―Entretenla hasta que venga Braulio por ella ―Susurra el hombre a Perry.
―Descuide. Lo hare.
―Linda. Me llevare tu zapato para arreglarlo. Perry te prestara un par y también ropa para que puedas bailar.
― ¿Me prestara ropa? ―Pregunta sorprendida y gustosa ante sus palabras.
No es que ella sea fetichista, más bien su curiosidad es demasiado grande y meramente inocente. Ha visto en muchas películas, la vida de aquellos lugares y desde luego tiene la fantasía de poder utilizar un traje de esos y bailar como esas mujeres. Pero Mel está muy lejos de imaginar las verdaderas intenciones de esos hombres.
―Claro. Escoge ―Le dice Perry.
Mel se maravilla y encuentra una hermosa y diminuta falda que mira desde todos los ángulos. Le parece demasiado atrevida, pero sabe que nadie la reconocería y eso le resta un poco de preocupación. Recuerda a las otras mujeres que vio al entrar y lo seguras y cómodas que se mostraban con sus atuendos, que son por mucho mas atrevidos.
― ¿Crees que se me vería bien? ―Le consulta a Perry quien permanece apoyado junto a puerta, observándola.
―Tienes lindas piernas ―Dice mirando sus entallados pantalones de piel― Creo que te quería perfecta.
―Genial ―Toma una blusa con lentejuelas de muchos colores y se la muestra― ¿Qué tal?
―Maravilloso. Pruébatelos.
―Listo ―Anuncia una vez que se ha cambiado y puesto unos tacones plateados que hacen juego con su colorida blusa y su entallada falda negra.
― ¡Perfecta! El jefe nunca tiene mal ojo.
― ¿Cómo? ―Pregunta extrañada.
―Nada. Digo que tienes buen gusto.
―Gracias. ¿Y ahora? ¿Me enseñaras como se baila?
―Por supuesto. Vamos.
Caminan hasta llegar a la pista. Justo en ese momento no hay ninguna chica ahí, la mayoría se encuentra en la pista bailando o acompañando a algunos hombres en las mesas. Algo que no había visto antes y que ahora le resulta un poco inusual.
―Adelántate ―Le dice Perry, mientras observa el lugar― Ahora regreso.
―No tardes ―Le grita ella antes de que él se aleje. Camina sobre la plataforma y se planta frente al tubo. Algunos hombres la miran, pero justo en ese instante, se escucha un estruendo y las puertas se abren de golpe.
― ¡La policía! ―Escucha gritar a alguien y el caos comienza.
***
Chang Wook esperaba dentro de un auto, cerca del bar llamado Batucada, le habían informado que el tipo conocido como el camaleón, había entrado al lugar junto con su querida. Lo había estado siguiendo por más de un año, sin tener noticias de él. Era un tipo involucrado en narcotráfico de mujeres, drogas y demás delitos. Un peligro para la sociedad en todos los sentidos.
―Los equipos están en posiciones ―Le informa Henry impaciente.
―Perfecto.
―Cuando des la orden.
―Esperen un poco más ―Dice mirando la calle.
―Tienes que hacerlo ahora ―Lo presiona Henry con nerviosismo― No podemos perderlo esta vez.
―No lo haremos ―Asegura― ¡Ahora!
Los policías se despliegan por el lugar y abren con violencia la puerta principal del lugar. Han cubierto la parte trasera y detenido a varias mujeres y hombres que se encontraban en el lugar y que intentaban escapar.
Ji ve a la mujer de la fotografía que le mostraron, la supuesta amante del camaleón. Esta inmóvil en el escenario, aun sujetando el tubo.
―Arriba las manos ―Ordena. Pero ella sigue inmóvil.
Su aspecto lo desconcierta. Es demasiado joven y su expresión es ingenua y casi infantil, pero su aspecto coincide con el tipo de mujeres con las que se relaciona el camaleón.
A pesar de que el tipo escapo, tener en su poder a su mujer, hará que él regrese o al menos intente rescatarla.
―Por favor. Yo no trabajo ahí ―Replica desde la parte trasera del auto. Wook intenta ignorarla, pero no dejado de repetir las mismas palabras.
―Guarde silencio.
―Pero...
―Cuando lleguemos a la estación de policía, podrá decir todo lo que quiera ―Le explica.
―Yo no hice nada.
―Eso lo veremos ―Sentencia.