Capítulo 3. "Frank Morgan".
Se levantó angustiado esa mañana en la que madrugar era su costumbre. Una bonita casa y en ella una habitación donde esa misma noche descargó su ira. Su mujer y él se habían separado de mutuo acuerdo hace apenas tres meses y aún no estaba por la labor de superarlo.
Casi cada noche lo hacía, rompía fotos que tenía en común con ella y golpeaba sillas contra la pared rompiendo sus cuadros y todos sus diplomas. Facultad de psicología; facultad de derecho, diploma oficial de detective. Fotos con el presidente estrechando su mano por ser condecorado con la estrella Carmesí, galardón a la rama de espionaje a favor de la nación.
Se dedicó esa mañana a recoger algunos cristales para tirarlos a la basura. En uno de esos momentos se cortó con uno de los cristales. Maldijo en voz baja y se chupó el dedo para limpiarse la sangre. Una papelera comenzó ser llenada con fotos antiguas de su ex-pareja y con los cristales que había recogido del suelo. Ese era el lado oscuro de Frank Morgan.
Se dio una ducha, se preparó. Tomó un café y recibió al primer paciente mental de la mañana. Ya era otro, no quedaba rastro del Frank Morgan nocturno que tenía un oscuro lado perverso y desatado.
Pasadas unas horas y distintos pacientes, una llamada de su secretaria le hizo espabilar.
-¿Sí? -Dijo a través de su teléfono fijo.
-Señor, es el jefe de policía Carl. Te manda un regalito.
-¿Un regalito? -Preguntó él extrañado.
-Sí. Su sobrino Jay Marvin Black, -la voz de la secretaria sonaba como si conociese a Marvin-. Un nuevo paciente.
-No me suena... ¿Es sobrino de Carl?
-Sí, -Afirmó y cambió de tema- recuerde que a las tres tiene que tomarse su pastilla.
-Gracias Carla, ¿A qué hora viene?
-Será de los últimos del día. -Dijo. Y colgó el teléfono.