Esclava

Von Nicolebrayden

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Libro 2 Saga Mentiras. El tiempo no ha dejado de moverse, los enemigos se acercan. Ángel y Alex no tienen un... Mehr

Sinopsis
Trigger Warnings
Multimedia
Prefacio
Prólogo.
1 | Celos.
2 | Un buen padre.
3 | Culpa.
4 | Funeral.
5 | Trato.
6 | Lejanía.
8 | Huida
9 | Encuentro
10 | Ataque
11 | Culpa.
12 | Desición.
13 | Castigo
14 | Esclava
15 | Muerte
16 | Sangre por sangre.
17 | Canción
18 | Recuerdos a la basura.
19 | Declaración de amor.
20 | Pérdida.
21 | Promesa
22 | Reclamos
23 | Contacto
24 | Baños
25 | Tratamiento
26 | Confesiones
27 | Viaje.
28 | Castigos
29 | Primer castigo

7 | Estallido.

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Von Nicolebrayden


"Palabras hirientes en momentos dolorosos"

Alex.

— ¿Siente algo, señor Deberaux?

Con los ojos cerrados, intento desesperadamente soportar el dolor que atraviesa mi cuerpo en diferentes corrientes de electricidad.

— Está bien, ya puede abrir los ojos.

La doctora me mira, cada vez que nuestros ojos se conectan, nos quedamos mirando en un incómodo silencio.

— ¿Tiene en claro los efectos de este medicamento, verdad? — mientras me acomodo la ropa, ella suspira — Está arriesgando su vida — me advierte.

Aclaro mi garganta mientras me siento en una de las sillas de su consulta, frente a su mesa.

— Lo sé — murmuro.

Hace semanas, cuando nos encontramos por primera vez, ya me puso al tanto de los efectos secundarios del medicamento, no entiendo la necesidad de recordármelo cada vez.

— Sigo pensando que se está arriesgando demasiado. Existen otras formas de lograr lo que quiere.

Por un momento me niego a mirarla — vine aquí por ese tratamiento, como médico, su obligación es otorgarlo.

— Mi obligación es hacerle entender a un paciente que se está matando a él mismo por un porcentaje de éxito del diez por ciento.

— Usted no lo entiende — gruño, levantándome — y si no tomo este tratamiento aquí, lo haré en otra ciudad.

— Existen otras formas, señor.

— No quiero otra forma, quiero que esto funcione.

Con una última mirada, me levanto de la silla y camino en dirección a la puerta. Una vez afuera, intento calmarme antes de entrar en el coche. Como de costumbre, el único que me acompaña es Robert. Me siento cómodo cerca de él porque no correrá a contarle a nadie mis secretos más ocultos.

— ¿De vuelta a casa, señor? — demanda mientras abre la puerta para mí.

— Sí — suspiro.

Ángel está sobre mí, llenándome de besos que ahora mismo no puedo tolerar.

— ¿Alex? — demanda, obligándome a mirarla a los ojos una vez ha tomado mi cara entre sus manos —¿Qué tienes, estás bien? Te ves pálido.

«Por supuesto, no es un tratamiento fácil, después de todo. Lo menos que me puede pasar es estar pálido»

— Estoy bien, Ángel, ¿porqué mejor no vas a descansar?

Ella frunce el ceño y los labios al mismo tiempo — ¿Estás enfadado conmigo?

— No, claro que no, mujer.

— ¿Entonces?

— Necesito un respiro.

— ¿De mí?

Tomo un suspiro y Ángel se levanta de mi regazo — está bien, no voy a molestarte más.

— Ángel... — la llamo, pero ella ya ha salido de mi despacho y carezco de fuerzas para seguirla.

Apenas puedo mantener los ojos abiertos así que solo me recuesto en mi silla y cierro los ojos. Necesito dormir. Todo esto está drenando mi energía demasiado rápido.




Ángel.

Conozco el carácter de mi marido, es un gruñón aburrido y nunca le he culpado por ello o me he molestado de forma seria, porque cuando le hago un berrinche, él cede fácilmente. Cuando le hago drama por cualquier cosa, él viene detrás de mí para quitarme el enfado.

Ha sido de esa forma por años, siempre.

Pero en esta ocasión... nadie me sigue mientras camino en dirección al jardín. Alex lleva algunas semanas llegando tarde y sin ganas de nada más que dormir. Lo único que hace es llevar a Ámber al colegio por las mañanas e independientemente de la hora a la que haya llegado el día anterior, nunca vuelve a casa después de dejar a Ámber en el colegio.

Estoy acostumbrada a que trabaje durante largas horas o a su ausencia durante algunos días, conozco muy bien su trabajo. No me preocuparía, pero cada vez está menos en casa. Y cuando está aquí, siempre está cansado.

Además, apenas me ha tocado desde hace semanas... ese hombre que me devoraba por las noches y al que siempre he tenido sediento por mí, se ha evaporado.

— Jade — susurro.

Acabo de salir al jardín, estoy en una zona donde Alex no puede verme. Jade aparece entre las sombras de los grandes árboles.

— Señora — me dice, mirándome.

— ¿Ha... habido algo raro últimamente? — pregunto, tengo el corazón en la boca.

— Muchas cosas raras pasaron últimamente.

Con un suspiro y una de mis piernas temblando, asiento — adelante.

— Sebastian está en contacto con Camille, aunque desconozco los detalles.

— ¿Estás segura? Esos dos se odian.

— Sebastian se reúne con uno de los hombres de Camille todas las semanas en Estonia. Al parecer, Camille está en Rusia.

Asiento.

Desconozco el objetivo de Camille pero aún así jamás creí que acabaría aliándose con Sebastian. Aunque no soy diferente a ella, mis ansias me pudieron y he acabado coludiendo con Massimo a espaldas de Alex en busca de respuestas que no me dejan dormir por la noche.

— Massimo...

— Ha estado ausente. Desde que salimos de Hawaii, no ha vuelto a ejercer en ningún negocio ni cerca ni por los alrededores de Italia. Ha desaparecido.

— No sé si eso es bueno o malo.

— Imagino que... es malo. ¿Qué tal si está muerto?

— No lo creo.

— ¿Recuerda el motivo por el que lo devolvimos con su familia?

— Era demasiado inocente, pero de ese chico ya no queda nada, Jade. El hombre que tuve delante todo ese tiempo, era alguien totalmente diferente.

— Si usted lo dice.

— ¿Hacia dónde fue?

— ¿Massimo?

— Sí.

— Rusia.

— Como Camille.

— Exacto.

Yo suspiro, Jade contiene el aliento.

— Me preocupa que se alíe con un hombre como Massimo.

— Dijiste que era un tipo inocente.

— Es un hombre que está obsesionado con usted, lo cual lo convierte en alguien peligroso.

— Todo lo que quieres es que te envíe para investigarlo porque no aguantas haberte convertido en la niñera de Ámber.

— Su hija es adorable solo cuando está dormida, ¿no es por eso que le puso pequeño demonio?

Sonrío al escucharla, porque Ámber no es alguien a quien todo el mundo pueda soportar y las palabras de Jade no son malintencionadas. En realidad estoy segura de que daría la vida por mi pequeño Demonio.

— Te mantendrás aquí hasta que surja algo, Massimo no tardará mucho en querer contactar con nosotras y te quiero aquí hasta entonces.

— Está bien... — dice, a regañadientes — pero pienso castigar al demonio sin chocolates cada vez que me obligue a estar cerca de esa gallina.

— Como quieras.

Nadie puede prohibirle a Ámber comer chocolate, cualquiera que lo haya intentado ha desistido casi enseguida.

Jueves por la mañana, han pasado dos semana desde que Jade me informó acerca de los movimientos de Camille y el resto. Pero mi vida ha ido a peor. Alex ya no pasa por casa, Bjorn se está encargando de llevar a Ámber al colegio y cuando está aquí, solo es para recoger ropa y ducharse con tal de volver a marcharse de nuevo.

Ahora mismo estoy escuchando la ducha de nuestro baño, él está aquí. Son las seis de la tarde y ni siquiera sabía que iba a estar aquí.

Nuestra comunicación como matrimonio siempre ha sido pésima, pero esta situación está alcanzando otros niveles.

Conteniendo el aire de mis pulmones alzo mi mano para tocar la puerta del baño, aunque es un gesto en vano, porque Alex abre antes de darme el tiempo suficiente de hacerlo y nos quedamos mirando el uno al otro.

— Alex... — susurro.

— Hola — murmura.

Luego, evita mirarme y pasa por mi lado. Por un momento no reacciono pero estoy cansándome de su... no sé qué sea esto.

— ¿Dónde has estado? — demando mientras le sigo hacia nuestro vestidor.

— Ángel... — murmura, sin darme ninguna respuesta.

— Eso no es una respuesta — le digo, alzando la voz.

Por primera vez en días, él realmente me presta atención. Está mirándome a los ojos, como si esta fuera la primera noticia que tiene de nuestra situación actual.

— Ahora... ¿me controlas? — inquiere.

Sus palabras atraviesan mi corazón y se clavan en mi pecho de una forma casi desgarradora. Pero su rostro, está acusándome de desconfiar de él.

— Solo quiero saber si estás bien — mi voz apenas sale.

— Estoy bien — gruñe.

Su siguiente movimiento es darme la espalda para buscar una camisa de su armario y ponérsela. Lo veo rebuscando en el cajón de sus corbatas hasta que encuentra una adecuada. Sus pasos lo encaminan hacia un gran espejo, donde empieza a atar su corbata.

— Puedo ayudarte — me ofrezco, en un intento por no seguir discutiendo.

Aunque a él parece darle igual mis intentos, porque me responde de manera tosca.

— Puedo solo.

Muerdo mis labios y me quedo en silencio, apenas me muevo cuando pasa por mi lado y deja la habitación.

Las dudas vuelven a asaltarme. Tal vez se ha cansado de tener que soportar mis llantos. O tal vez... está culpandome por la muerte de nuestros hijos, después de todo, el siempre quiso tener bebés.

Con un nudo en mi garganta, me apresuro hacia las escaleras y lo encuentro al final de estas. Está hablando con Bjorn, aunque no escucho lo que hablan.

— ¡Te dije que esto pasaría! — chillo.

Alex se gira para encararme. Su ceño está fruncido. Por primera vez puedo ver con claridad su rostro. Tiene ojeras bajo sus ojos y una expresión de cansancio en su rostro.

— Ángel... no tengo tiempo para esto — advierte.

Con gran esfuerzo lucho para que las lágrimas no salgan de mis ojos e intento hablar con voz firme al enfrentarle.

— ¿Por qué no puedes hablar de forma clara? ¿Tan difícil es decir: Ángel, te odio, tu tienes la culpa de su muerte? — Alex se queda en silencio, Bjorn retrocede y acabo de bajar la mayoría de los escalones, pero me quedo a la altura de donde puedo ver su rostro — ¡Dilo! ¡Habla de una maldita vez! ¿Piensas que puedes hacer lo que te de la gana conmigo? ¡No soy tu maldita sumisa!

— Ángel...no sé de qué me estás hablando.

— Te hablo de tus malditas ausencias, de... tu forma de ignorarme. ¿Por qué? ¿Por qué tienes que tratarme así? Ni siquiera dormimos en la misma cama.

— No te culpo por la muerte de nuestros hijos — asegura.

— ¿Entonces qué es? ¿Acaso tienes una amante? ¿Es eso? ¿Te has cansado tan rápido de ser un padre de familia?

— Ángel, basta — gruñe, alzando la voz.

— ¡Quiero una maldita explicación, porque estoy cansada de tu maldita forma de ignorarme! ¡Me dijiste que tendríamos hijos, que todo iba a estar bien! ¿Entonces porqué?

— ¡A lo mejor es que ya no quiero tener hijos contigo! — brama — ¡¿Te has parado a pensar que estoy cansado de tu maldita insistencia?!

Ambos nos miramos por un momento, pero luego el me da la espalda y abandona el vestíbulo en dirección a uno de los pasillos.

— Señora... — susurra Bjorn.

— No digas nada — le pido.

Buenas tardes a todas. De verdad lamento que tengáis que esperar tanto por cada capitulo de esta novela, pero realmente me está costando mucho estas escenas. Cómo narrar el dolor de Ángel y la parte de Alex es realmente complicado. 

Bueno espero que sigais leyendome.

Os amo a todas.

Soy un amor.

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