—¿Ya te enteraste? —susurró la chica acercándose un poco más a su amiga y curvando la mano junto a su boca para que nadie más escuchara— dicen que alguien murió en este videoclub y que su fantasma ronda por las noches.
La joven respiró hondo en un intento de mantener la calma. Apretó el bolso que cargaba en el brazo y tragó saliva mientras su compañera seguía con su historia.
—Ha atacado a varias personas. La semana pasada a una chica se le cayó una pila de películas en la cabeza de la nada. Estaba parada justo donde tú estás ahora.
—Eso no es nada —dijo otra chica que había dejado lo que estaba haciendo para intervenir— yo escuché que hace un mes empujó la escalera de uno de los trabajadores que estaba limpiado las repisas más altas. Se golpeó en la cabeza y quedó en coma.
Incapaz de seguir soportando, la atormentada joven se cubrió los oídos con las manos para no seguir escuchando las historias de su amiga y aquella desconocida. Era la noche de un viernes 13, las luces de las calles titilaban por un pequeño fallo eléctrico y nadie la esperaba en casa. Si tenía que escuchar una palabra más sobre fantasmas y cosas aterradoras, se desmayaría ahí mismo.
—Tranquila —le dijo su compañera luego de soltar una risa relajada. Le dio unas palmaditas en la espalda y continuó— solo son historias, nadie ha visto al fantasma en realidad.
—Además —añadió la desconocida— no existen cosas tan aterradoras.
Entonces les llegó una voz desde sus espaldas que resonó por todo el lugar.
—Si ninguna de las tres va a elegir una película, hagan el favor de moverse.
Las tres chicas se voltearon despacio, temiendo haber despertado a alguna entidad de ultratumba, pues con aquella voz profunda y autoritaria, no podía tratarse de otra cosa. Sin embargo, cuando lo vieron de frente, se dieron cuenta de que era algo mucho peor: un pandillero.
—¿Oigan, me escucharon?
Tenía la cabeza rapada a los costados y una larga trenza rubia. Sus ojos eran profundos e intimidantes, casi tanto como su estatura, que debía rondar los dos metros. Llevaba el uniforme de la escuela desarreglado con la camisa por fuera del pantalón y la mochila colgando de un solo hombro. Las chicas apretaron fuertemente sus bolsos y retrocedieron sin darle la espalda. Todo era amenazante en aquel muchacho; todo, especialmente el tatuaje de dragón que tenía en la sien.
—¿Y ahora qué fue lo que hice mal? —preguntó Draken, con el ceño fruncido un segundo antes de que Emma se recargara en su costado mientras ojeaba el catálogo de películas de terror.
—Tal vez es por tu voz —dijo ante la mirada indignada del más alto— nadie quiere ser amigo de alguien que habla como un yakuza.
—¿Y qué puedo hacer al respecto? —preguntó. No es como que pudiera cambiar su voz.
La joven se había llevado una mano al cabello para enroscar las puntas rubias en los dedos. Se había comprometido a enseñarle a Draken a no ser tan intimidante hace más o menos un mes y había estado fallando rotundamente, aunque si era sincera, no todo era su culpa. Draken era un algodón de azúcar en el interior, pero por fuera parecía que podía matarte de mil maneras diferentes en cuestión de segundos.
—Creo que tendremos que pensar en un mejor plan. Intentar ser amable con extraños no ha dado muy buenos resultados hasta ahora —dijo recordando la vez en la que una ancianita por poco muere atropellada por intentar correr de su amigo en la calle.
Draken suspiró. Emma le agradaba muchísimo, aunque de un tiempo a esta parte sentía que lo estaba estafando con eso de las clases de etiqueta.
—He seguido todas tus instrucciones y todo sigue igual —dijo cruzándose de brazos— parece que voy a pedir un reembolso.
—B-bueno... —dijo ella mientras miraba en todas direcciones en busca de una escapatoria, la cual llegó en forma de su amigo Mitsuya, quien sostenía en alto y con mucho orgullo un DVD de una película de Barbie.
—Lo conseguí —dijo respirando entre cortado, como si hubiera corrido una maratón. Ni Emma ni Draken pasaron por alto las marcas de arañazos que tenía en los brazos y en la cara.
—La sección infantil es un lugar peligroso —comentó Emma, a lo que Draken asintió y Mitsuya se encogió de hombros.
—Tuve que luchar contra unas cuantas señoras y sus hijas, pero al final les enseñé quién manda —dijo con una sonrisa satisfecha. Todo valía la pena si así podía llevarle a sus hermanitas la última película de Barbie que tanto habían esperado ver.
Mitsuya había encontrado lo que había ido a buscar. También Draken, quien no se había calentado demasiado la cabeza y había tomado la primera película de terror que tuvo al alcance luego de que aquellas groseras colegialas salieran huyendo de él. Solo faltaba Emma, quien no lograba decidirse entre llevar una película de suspenso o ver Titanic por décima vez.
—Deja que revise las reseñas y termino —le había dicho a Draken mientras sacaba el celular de la mochila, aunque el más alto sabía que no tenía sentido hacerlo: Emma siempre terminaba escogiendo Titanic.
La muchacha le dio la espalda y él se había quedado con la mirada fija en el piso sin mirar nada concreto en realidad. Le habían quedado dando vueltas las palabras de aquel grupo de chicas, pues aquella no era la primera vez que escuchaba historias similares sobre fantasmas.
—Qué tontería —dijo en voz baja mientras recargaba la espalda contra la pared— los fantasmas no existen.
* * * *
Las burbujas de agua caliente explotaban dentro del hervidor. Acababa de lavar los platos de la cena y se disponía a servirse un té para ver la película que había rentado esa misma tarde. Draken se secó las manos y dejó que el agua se tiñera con la bolsa de té. Aquel era un viernes muy tranquilo, incluso considerando que vivía en un prostíbulo.
—Kenny, tienes teléfono —dijo una de las chicas que trabajaban ahí y Draken presintió que su noche tranquila había llegado a su fin— es tu novia.
Y no tuvo que preguntar para saber que se trataba de Emma. No importaba la cantidad de veces que él dijera que no eran novios, las personas con las que vivía simplemente hacían oídos sordos.
—Diga —dijo cuando estuvo en el teléfono y comenzó a escuchar el llanto lastimero (y más bien fingido) de su amiga.
—Keeeeeeeeen —dijo Emma sorbiéndose los mocos— lo perdí, todo está acabado para mí.
—¿Qué fue lo que perdiste?
—Mi celular...
—¡Tu celular!
—Sí, mi celular. No hace falta que lo grites.
—Pero es el cuarto que pierdes este año —dijo Draken sacando cálculos a la rápida.
—Es el tercero, no exageres —respondió ella, con el orgullo herido antes de volver a echarse a llorar como Magdalena— pero eso da igual, el abuelo va a matarme si se entera.
—Bueno, no le faltarían motivos —respondió Draken y el silencio del otro lado de la línea le hizo entender que había hablado demás— ¿Recuerdas cuándo fue la última vez que lo viste?
—En el videoclub.
—Entonces puede que siga ahí, fuimos casi los últimos clientes —dijo el más alto— estoy seguro de que si vas mañana a buscarlo...
—¡No puedo esperar hasta mañana! —chilló estallando en llanto, esta vez sí parecía real— mañana tengo una entrevista importante y no puedo retrasarme esperando a que abran el video club.
—¿Entonces qué vas a hacer? —preguntó ingenuamente y otro largo silencio en la línea lo siguió. Draken no tardó en entender que la llamada de Emma no era solo para comunicarle la triste noticia— no creas que voy a ir a buscarlo. Es tarde, estoy cansado y está cerrado, no hay forma de que entre en el videoclub sin hacer algo ilegal y no quiero más problemas de los que ya tengo.
—Pero...
—No, Emma —dijo tajante— vas a tener que esperar a que abra como todo el mundo.
Esta vez el silencio fue más largo y un escalofrío le recorrió la espalda al joven del tatuaje. Hasta entonces, no se había percatado de lo sucias que podían ser las artimañas de la rubia. Lo supo en cuanto volvió a abrir los labios y dijo:
—Tal vez las personas dejarían de tenerte miedo si les hicieras más favores.
Draken apretó los puños y maldijo para sus adentros. Las cosas se habían vuelto mucho más difíciles desde que comenzó a intentar ser amable.
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Llevo un siglo sin publicar nada :'D por varios motivos dramáticos que no vienen al caso ahora.
¿Cómo están? Yo los extrañaba mucho! Espero que les haya gustado el cap y que sigan leyendo los otros dos que publicaré hoy mismo >:3 Me di cuenta de que hay muy pocos fanfics de Draken y Mikey en comparación a la gran cantidad de fanfics BajixChifuyu (no me quejo, esos dos son unas guaguas que merecen todo el amor del fandom), así que mi meta es remediar eso. Voy a colaborar con mi granito de arena.