Solamente Corazones Solitario...

By Megara_Seshat

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Con el fin de ayudar a salir a su hermana Kushina de una profunda depresión; Sasori Uzumaki accede a servir c... More

ACLARACIONES
Tchaikovsky - Solo un corazón solitario.
Debussy- Clair De Lune
Beethoven - Fur Elise.
Liszt - Liebestraum No.3 (1)
Liszt - Liebestraum No.3 (2)

De Senneville - Mariage d'Amour

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By Megara_Seshat

Aviso: La verdad Itachi no es mi personaje favorito, y me la pasé evitándolo los capítulos anteriores, jejeje... Así que para dejar de dilatar esta situación, se me ocurrió usarlo para reunir a la familia, en lugar de separarla como... bueno, en el canon. XD Pero tuve que usar a mi OC para ello, pido disculpas. :(

Solamente Corazones Solitarios

EPÍLOGO

—Parece que tomé diez tazas de café... —se quejó el pelirrojo mientras se echaba a la boca un chicle de nicotina. —¿Sabes cuánto tiempo tengo sin ir a una entrevista de trabajo? ¡Como diez años! Ya ni siquiera estoy seguro de querer ese trabajo.

—Lo harás bien, Sa. —le respondió su prometido, tomándolo por los hombros para que quedara frente a él y poder ayudarlo a ponerse la corbata. —Sasuke, dile a Sasori lo que me dijiste en la noche.

—¿Qué? —cuestionó el joven de cabello negro mientras daba retoques a su peinado en el espejo del baño de la planta alta, desentendiéndose a pesar de saber a la perfección de qué hablaba su tío. —Yo no dije nada... —Kakashi suspiró.

—Sasuke me dijo que no hay ningún otro profesor en esa universidad que merezca más el puesto que tú. Yo lo creo. Gracias a ti, él pasó de tener calificaciones de seis y siete, a nueve y diez. Además lograste hacer que le interesara un poco algo que claramente no es y nunca ha sido lo suyo. Ya ni siquiera quiere cambiarse de colegio. Eres muy inteligente y capaz, mi vida. Todos lo vemos. No dejes que tu peor enemigo... —puso su dedo índice sobre una sien de Sasori. —te engañe diciéndote lo contrario. Además fue el director quien te buscó para la entrevista sin que tú lo pidieras.

—Pero...

—Nada. Irás a la entrevista y deslumbrarás a todos. Saliendo, te compraré otro de esos rompecabezas musicales de madera armables que tanto te gustan, y lo armaremos entre los tres. Querías el gramófono, ¿no? —el pelirrojo asintió con su cabeza. —Entonces eso haremos. —besó su mejilla. —Si no te contratan, mal por ellos. Perderían un maestro de verdad. —Sasori sonrió de lado. Que alguien apreciara sus capacidades le daba la confianza que le hacía falta, al menos para ese día salir y enfrentarse al mundo. —¿Sabes? Ese traje te sienta muy bien.

Sasuke no se lo había dicho a nadie, pero cuando se enteró de que el profesor de historia del arte se iba a jubilar, fue a hablar con el director para recomendar a su "nuevo tío". El director ya ubicaba al muchacho bien por su cambio drástico de calificaciones, y teniendo a dicho alumno como muestra de la efectividad del trabajo de Sasori, se interesó en él y le mandó una carta con Sasuke solicitando su presencia la semana siguiente para una entrevista de trabajo.

Kakashi suponía que algo así había ocurrido, pero Sasori estaba muy nervioso como para cuestionarse cualquier cosa.

—¿Qué dijiste al final? —preguntó el pelirrojo, pues estaba perdido en su nerviosismo. Parecía que su cabeza estaba llena de ruido blanco.

—Que te ves bien con ese traje. —repitió, dejando un beso pequeño sobre sus labios. —Ya vámonos, se nos va a hacer tarde. —comentó, yendo a tomar su maletín.

—¿Quieres que maneje? —sugirió el pelirrojo.

—Eh... No lo sé. —respondió Kakashi, quien sonó pensativo, pero no porque estuviera considerando la idea, sino porque estaba buscando maneras de rechazar cordialmente su propuesta, sin embargo Sasuke lo interrumpió.

—Mejor luego. Aunque no lo parezca, quiero seguir viviendo.

Horas después, Kakashi moría de ganas por llamar a la casa y preguntarle a su prometido cómo le había ido en la entrevista, pero apenas terminaba de hablar con un paciente, ya tenía otro más en la sala de espera. Fue hasta las dos de la tarde, cuando estaba despidiendo a su último paciente antes de salir a comer, que vio a alguien casi queriendo esconderse sentado al lado de la planta purificadora, ocultando su rostro fingiendo leer una revista.

Cuando la persona salió, su querido pelirrojo por fin se descubrió, soltando un suspiro.

—¿A qué se debe tanto misterio? —preguntó divertido el psiquiatra.

—La gente no puede vernos juntos aún, ¿recuerdas? Eres el ex marido de un violinista famoso...

—Como si me importara. —se hizo a un lado en la puerta que daba al consultorio, y con un ademán invitó a su prometido a pasar.

—Te traje algo de comer. —le dijo el pelirrojo, dejando una bolsa de papel con comida en su escritorio.

—Eso veo. —lo abrazó por la espalda con cariño y lo guió al diván para que se sentaran un momento a hablar. —¿Y? ¿Qué pasó?

Por un momento Sasori no pudo entender a qué se refería, hasta que recordó el asunto de la entrevista.

—Ah... Bueno, quieren que empiece el siguiente semestre, luego de que el maestro se jubile. En... Enero, creo. —comentó, como si no fuera nada importante, aunque sólo de recordarlo estallaba de nervios y emoción internamente.

Kakashi volvió a abrazarlo mientras lo felicitaba, ahora empujándolo de tal manera que el pelirrojo quedó casi acostado en el diván, con el psiquiatra usando como almohada su pecho.

—Así que pronto serás el "profesor Uzumaki" otra vez, eh. —festejó su prometido.

—Sobre eso... —comentó el pelirrojo, girando un poco su rostro hacia la ventana. Le daba un poco de pena admitirlo. —¿Podría...? Cuando nos casemos. —aclaró. —¿Tomar tu apellido...? —pidió.

Kakashi se sorprendió por un momento, pero después de poco pensarlo, comprendió bien el porqué de su decisión. Le sonrió con calidez.

—Si eso es lo que quieres, amor; por mí no hay ningún problema. —subió un poco para poder besar su mejilla.

El domingo llegó. Por lo pronto, el único día en el cual la nueva familia se reúne completa desde la mañana hasta en la noche.

Sasori trata de dormir a las doce para despertar a las ocho o antes, y el otro par son más bien de dormirse hasta la madrugada, despertar pasadas las diez de la mañana, y todavía se tardan media hora o más para levantarse de la cama.

En este transcurso de tiempo, Sasori ya vio una película, preparó el desayuno e incluso hizo algo de quehacer.

Aquella vez, Kakashi y Sasuke abrieron la puerta de sus respectivas habitaciones al mismo tiempo. Ya que se habían bañado en la noche, ambos estaban cambiados ya y listos para iniciar el día.

—Vaya, los hámsteres por fin salieron de su jaula. —se burló el pelirrojo de los dos, levantando su vista del periódico, el cual leía acompañado de un café cargado y sin azúcar. –Seguramente el desayuno ya se enfrió, tendrán que calentarlo.

Kakashi se dirigió a la ventana. El día estaba nublado y probablemente llovería, por lo tanto salir no era la mejor opción.

"Bueno, hoy es el día en el que vamos a armar ese rompecabezas." pensó el platinado, dando por hecho que no podrían ir a dar un paseo.

—¿Cuándo se van a casar? —preguntó Sasuke de la nada. —Necesito saberlo para negociar la entrega de los proyectos finales para antes o después en caso de que las fechas coincidan. —La verdad es que sólo se sentía curioso por saberlo.

—Eh... —su tío quiso responderle, pero en realidad no lo sabían. Hace un par de semanas se habían comprometido, pero no volvieron a hablar de detalles de la boda luego de eso. —Por mí no habría problema si nos casamos hoy en la tarde, pero quiero que empecemos bien, con una boda discreta pero hecha y derecha así que... ¿Qué te parecería en octubre? —le propuso a su querido pelirrojo.

—¿En mes y medio? —su futuro marido asintió.

—Así tendremos tiempo de sobra para organizar todo. ¿No lo crees?

—Una boda en octubre, en medio de nuestros cumpleaños... Me agrada la idea. —respondió Sasori, con una linda sonrisa sutil.

Aquel día se divirtieron juntos. Además de que todos ayudaron a preparar la comida con un disco de blues en el estéreo, coincidieron con que a todos los presentes les gustaban los días lluviosos y con truenos, así que disfrutaron mucho de la vista y el sonido tan agresivo pero acogedor que les ofrecía el cielo.

Mientras cocinaban, Pakkun dormía y Sasuke, que había amanecido hablador, les contaba a sus tíos cosas de la escuela y sus puntos de vista algo polémicos en todo. Aunque Sasori estaba tranquilo, Kakashi estaba nervioso de que su sobrino sin quererlo llegara a un terreno delicado que pudiera decaer emocionalmente al pelirrojo.

—Pero si vas a entrar como maestro de mi grupo, déjame advertirte que hay una compañera que... Es demasiado extraña, ¿sabes? —le decía a su tío Sasori.

—¿Sí? ¿Por qué? —Sasuke se encogió de hombros.

—Se llama Karin. Dicen que le gusto, bah... Yo qué sé. Pone nervioso al café, es gritona y siempre está metiéndose en problemas. Todo el tiempo usa un horrendo suéter morado aunque el calor sea infernal, pero es para tapar sus cicatrices. Se rumora que... Bueno, de hecho las he visto. Tiene unas cicatrices de mordidas en los brazos. Dicen que su padre...

—Oigan, ¿y por qué no salimos a... A dar la vuelta por ahí? —improvisó Kakashi, visiblemente nervioso y algo desesperado por cambiar de conversación. Ya se imaginaba el rumbo que estaba tomando. Justo aquello que temía que Sasuke dijera, estaba por ocurrir. —Ahora que lo pienso, no se me antoja mucho comer esto. Preferiría un ramen o... Algo.. Así... —Sasori entendía muy bien lo que estaba pasando. Pero había algo que deseaba más que nada en el mundo en ese preciso momento: demostrar que podía trascender. ¿Demostrar a quién? A sí mismo, para empezar. Y a su amado también.

—Eso te pasa por no decirlo antes. Y vaya que estuvimos un par de horas planeando qué comer; así que no quiero oír quejas ahora. —le respondió su sobrino, un poco molesto.

—¿Qué me estabas diciendo, Sasuke? —le dijo Sasori con delicadeza.

—Ah, sí. Dicen que su padre era un lunático que la violó cuando niña. —su tío platinado abrió los ojos con susto por un instante, y desde el horno volteó a ver de reojo la reacción de Sasori que estaba impasible, como se acostumbró a actuar. —Cuando entramos, a la semana de clases la hospitalizaron porque supuestamente trató de suicidarse. Pero... Sin el afán de ofender a tu hermana, porque es un caso distinto, creo que lo que esta chica hizo fue algo muy cobarde. Total, eso quedó ya en el pasado, ¿no? No entiendo a esa gente, es hasta tonto seguir cargando con eso, como si estuvieran enamorados de sus problemas...

—Sasuke Uchiha —le llamó la atención Kakashi con dureza en su voz, quien trató de contenerse y seguir con lo suyo para comprobar si Sasori podía manejar la situación, pero finalmente no pudo más. Su sobrino lo miró, confundido. No entendía lo que estaba pasando, y luego de tratar de buscar una explicación, recordó que el padre de su tío había terminado con su propia vida, y creyó que se había ofendido por su comentario cruel. Quiso disculparse, pero no quería abrir más la herida. —Ya dijiste demasiado.

—Está... Está bien, Kashi. No te preocupes... —titubeó el pelirrojo, con ese mismo rostro tan tranquilo que en esas ocasiones resultaba sombrío. Mientras hablaba, seguía pelando con parsimonia las manzanas para la ensalada. —Verás, Sasuke. Para algunas personas es más difícil de lo que parece. Quizá te daré más detalles de los que te interesa saber, pero... Ya que tendremos una relación cercana los próximos años, y no me gustan los secretos familiares; te contaré que yo, al igual que tu compañera, crecí con una familia inestable y fui abusado por un desconocido cuando era niño. No es algo fácil de superar, o al menos para mí no lo ha sido. No es una situación sencilla que sucede y olvidas al día siguiente, y tampoco te "abrazas" a ese dolor por gusto. En mi experiencia, fueron años de trauma. Te sientes sucio, débil, odias tu cuerpo, y te vuelves tu peor enemigo. Alguna vez leí en un poema que tú eres todo lo que tienes. Probablemente tu tío te ha dicho que eres tu propio templo y debes cuidar lo que permites que entre a él. Física y mentalmente. —El muchacho, atento, pensativo y con la mirada perdida en el recipiente con manzanas, asintió con su cabeza. —Cuando alguien irrumpe en ese lugar sagrado con tal violencia, sea quien sea... El daño puede ser irreparable. No es algo fácil de enfrentar, no debe tomarse a la ligera y tampoco es un juego. Consideré el suicidio alguna vez, al igual que mi hermana. Yo no lo llamaría un acto de cobardía, sino la búsqueda de una salida desesperada. Aún así... Ahora que he madurado, considero que siempre existirá otra opción, y no está mal buscar ayuda...

—¿Y qué hiciste para... mejorar? —preguntó en voz baja, tímido y como si recién hubiera recibido un regaño.

—Para serte honesto, me casé por primera vez buscando tontamente que el amor me rescatara. Los años pasaron, mi ex pareja y yo ya no éramos compatibles y... En fin, las relaciones humanas son complejas. Pero un empujón del destino me guió a la persona correcta. —el pelirrojo se sonrió ligeramente y guió su mirada hacia Kakashi quien estaba observándolo atento y orgulloso por ver que estaba manejando la situación tan bien. —Con ayuda de tu tío, saqué todos esos trapos sucios y viejos a la basura. Tuve que hablarlo, llorarlo, y... Estoy en proceso de perdonarlo, y dejarlo ir. —suspiró.

El silencio reinó por un momento, hasta que el chico de cabello negro volvió a hablar.

—¿No está vetado que los psiquiatras se enamoren de sus pacientes? —los molestó, tratando de romper la tensión en el ambiente.

—¡No era mi paciente! —Sasori soltó una pequeña risa luego de que Kakashi se escudara de inmediato, caminando hacia ellos para situarse detrás del pelirrojo y acomodó el abrigo ajeno tejido color negro, que estaba deslizándose a los lados y amenazaba con caerse. Frotó con delicadeza y cariño los hombros de su prometido con sus pulgares, en un acto involuntario de consuelo y protección. —Y si sí, ¿qué te importa? —le dijo a su sobrino evidentemente en juego, haciendo que ambos rieran ligeramente.

Sasori cortó un pedazo de manzana casi en forma de semicírculo y lo guió a la boca de su prometido, quien lo aceptó tomándolo con sus dientes.

—Era el psiquiatra de mi hermana. —aclaró Sasori. —Pero probablemente ya lo sabes.

—Sí. Eh... —Sasuke rascó su nuca, incómodo por lo que estaba por hacer. —Yo... Lo siento. No imaginé que fuera algo tan complicado.

—No te preocupes. Al fin y al cabo, para eso se es joven. —le contestó su tío "politiquismo", encogiendo sus hombros.

—¿Ser joven es un permiso para ser tan idiota como sea posible?

—Y aprender en el camino. No hubiera podido decirlo mejor. —complementó Kakashi, procediendo a seguir con sus cosas, pero no sin antes dejar en la suave mejilla de su prometido un beso fuerte, mimoso y cargado de su amor y apoyo, felicitándolo por mantenerse tranquilo ante ese abrupto golpe del pasado, y a la vez recordándole que lo amaba. Esto en una sola acción.

Sasuke estuvo toda la tarde algo pensativo pues tenía miles de preguntas en su cabeza. Preguntas que serían descortés hacer, y que honestamente podría mantener sin respuestas. No obstante al ser un dato tan impactante y reciente, deseaba tener más información al respecto.

La familia comió junta, charlaron con música de fondo, y luego de ordenar la mesa comenzaron a armar ese gramófono de madera.

—Y... ¿Qué hay de tus demás compañeros? ¿Hay alguien que te guste? —cuestionó Sasori, a lo cual Sasuke respondió con una espontánea expresión de asco. Los mayores rieron ante esto.

—Si hubiera, lo sabría. —respondió Kakashi. —Mejor pregúntale si hay alguien a quien tolere. —bromeó, pero a la vez no.

—Lo único que sé, es que las mujeres son especialmente molestas. Hay una tipa inaguantable que no deja de pedirme citas. Es tan fastidiosa. —se quejó. —Y a veces se ponen a competir por mí, como si fuera un trofeo.

—Qué raro. Cuando era profesor, conocí a muchos chicos a los que les encantaría estar en tu lugar.

—Y no sabes cuántos pacientes he tenido que se atormentan por no ser tan populares como quisieran. —Suspiró Kakashi, cansado de sólo pensarlo.

—Pues a mí no me gusta. —mencionó el muchacho, molesto.

—¿Y qué te gustaría entonces? —cuestionó el pelirrojo. Sasuke se quedó pensando un momento, procesando su pregunta.

—No es algo que entre en mis prioridades. —aclaró, tajante. —Pero si así fuera, elegiría a alguien interesante, maduro, independiente, con sus propias metas y que no me esté molestando pidiendo atención o cariño.

—No son muchos requisitos, y casi todo lo que dijiste va pegado, pero será algo un tanto difícil de encontrar. —contestó el platinado, terminando de pegar la pieza que hace unos minutos había roto por accidente.

En eso se entretuvieron unas horas, hasta que decidieron dejar la figura a la mitad y se pasaron al sofá, donde sintonizaron el programa favorito de su sobrino.

Más tarde, cada quien tomó una ducha y posteriormente leyó un libro con música de fondo. Sasori trató de mantenerse despierto con ellos, pero su reloj biológico lo traicionó, haciendo que cayera rendido a la una y media de la madrugada en la esquina del sofá que estaba pegada a la pared.

Cuando Sasuke y Kakashi decidieron irse a dormir, al caballero platinado no le quedó más opción que cargar a su futuro esposo y acostarlo con delicadeza en la cama que compartían, como si el pelirrojo fuese de cristal pues no quería perturbar su sueño.

Mientras trataba de dormir, se percató de que su prometido movía inquieto su cabeza de un lado a otro. No decía nada, tampoco se quejaba; pero tenía el ceño fruncido, y su cuello y frente estaban perlados de sudor.

—Sa... —lo llamó, tocando su hombro para despertarlo. Ya que la primera vez no funcionó, tuvo que intentar otras dos.

Sasori abrió sus ojos con susto en un principio, el cual se fue calmando al notar que sólo era una de las malas pasadas de su cabeza y no tenía nada que temer. —¿Qué estabas soñando?

—Fue... Muy raro. —respondió una vez más calmado y riendo quedito. —Teníamos como... ¿poderes? Tú tenías un ojo rojo que hacía cosas raras y decían que eras el... ¿Cómo? Ah, sí... "el ninja que copia", y Sasuke era tu alumno. —su acompañante soltó una risa. —Y yo... Yo era un terrorista que era una marioneta y marionetista a la vez, que... Claro, tenía marionetas y estaba dentro de una marioneta. ¿O cómo era? —Kakashi no podía parar de reír con las ocurrencias de su amado.

—¿Y por qué reaccionaste así? –quiso saber.

—En un punto el sueño fue muy gráfico. —recordó. —Comencé a desmembrarme para diseccionar mi piel y convertirme en una marioneta... Pero fue muy angustiante... Era tan infeliz, y estaba tan solo que perdí mi humanidad.

—Ciertamente fue muy raro. —respondió al cabo de unos segundos. —Pero yo no soy un ninja, y tú no eres un Pinocchio terrorista, te lo aseguro. —rieron juntos. —Y lo más importante: no estás solo. —se acercó a él y dejó un beso en su frente antes de envolverlo en sus brazos. Sasori sintió una paz y protección tan grande que se acurrucó con él. Haciéndose pequeño correspondió a su suave abrazo y cayó plácidamente dormido en su pecho.

***

Lunes cinco de septiembre.

Luego de atender a mi último paciente del día, saqué de uno de los cajones de mi escritorio la agenda donde tenía apuntados todos los números de mis contactos, y llamé a la primera persona que invitaría a mi boda, sin contar a Minato y Rin que vivían a unos minutos del consultorio.

—Hola. —saludé con cierto tono alegre en cuanto escuché que Guy levantó el teléfono.

—¡¿Hola?! ¡Hace meses que no me hablas, Kakashi! —reprochó.

—Bueno... Tenía cosas que hacer en mi vida familiar.

—Te lo perdonaré, pero sólo porque eso es lo único más importante que nuestra eterna rivalidad. —contestó al cabo de unos segundos. —Yo también he estado ocupado con mis queridos alumnos ¡Lee, Neji y Tenten acaban de volverse cinta negra! —presumió con orgullo.

—Vaya, enhorabuena. Me encantaría llevarte a Sasuke, pero estás muy lejos. —me sonreí a pesar de que no podía verme. Me agradaba saberlo feliz.

—Pero llamaste por algo, ¿no es así, Kakashi?

—Sí... Veamos, ¿recuerdas que hace unos meses te dije sobre mi pelea con Obito y mi relación con...?

—El maestro Sasori. —terminó de decir, probándome que sí me había puesto atención.

—Exacto.

—¿El que me dijiste que tiene la voz más caliente que has escuchado jamás y que tienes como nueva fantasía que te diga cosas sucias al oído mientras...?

—¡Sí, ese! —lo interrumpí tan avergonzado que me paré exaltado de mi escritorio. Le tenía confianza a Guy, pero no sé qué demonios pasó por mi cabeza cuando se me ocurrió contarle algo tan privado. Seguramente él me dijo algo similar que ya olvidé, o al menos tenía que estar algo bebido; pues de otra forma no me lo explico. Me aclaré la voz y seguí hablando. —En fin. Nos vamos a casar el veinte de octubre, y...

—¡No! ¡¿De verdad?! ¡Felicidades! ¿Lo ves? ¡Te dije que tu juventud volvería a arder cuando tú lo decidieras! —casi pude sentirlo abrazarme y gritarme todo al oído.

—Y además de invitarte, quería que me pasaras el contacto de la chica que estaba con nosotros en el colegio... la que ahora es organizadora de bodas.

—¿Kurenai?

—Sí. Lo malo es que aún no estamos muy seguros de dónde queremos la ceremonia, así que si tienes alguna idea...

—¡Por supuesto que sí! —me interrumpió. —¡Yo me ofrezco a ser tu padrino de traje! Es más, ¿quién necesita a Kurenai? ¡Mañana mismo comienzo a hacer uso de mis influencias para conseguir un buen lugar, invitaciones, decoradores, viaje...! ¡Ya lo tengo! ¡En un crucero!

—Queremos algo bonito, pero sencillo. —aclaré de inmediato. —Y no te estoy pidiendo que gastes nada, ¿bien? Sólo contácteme con ella o ayúdame a conseguir opciones, tenemos dinero para costearlo. Serás uno de nuestros tres padrinos, pero de una forma más bien... Simbólica. No podía dejar de lado a mi eterno rival.

—Kakashi. —Al otro lado de la línea, podía escuchar a mi exagerado amigo llorando. Luego de despedirnos, cerré mi consultorio y conduje a casa, donde sería recibido por el delicioso aroma de la cena que cocinó mi prometido con ayuda de mi sobrino, y melodías de piano sonando en el estéreo.

La primera piedra con la que nos topamos en el camino a nuestra boda, fue el número de invitados. Kurenai nos dijo que teníamos que tener un número aproximado para poder cotizar el lugar, por lo tanto una noche después de la cena nos sentamos a pensar en nuestros invitados y a apuntar en nuestras respectivas hojas.

Estuvimos como una hora tratando de pensar en quienes invitar, hasta que finalmente me rendí y dejé la pluma de lado.

—Ése es el problema de casarse con un introvertido, ¿lo ves? —Le di mi hoja. —Sólo pude pensar en catorce invitados. ¿Y tú?

Cedió a darme a cambio su mitad de página, con una sonrisa apretada como denotando que se sentía en medio de una situación embarazosa.

Sólo un invitado: Kushina.

—Vaya. Tú sí que eres introvertido, maridito. —bromeé. —Eh... creí que invitarías a... Deidara.

—Eso veo. —respondió mi prometido con la mirada fija en el nombre de Obito en mi hoja. —Lo consideré, pero no quería incomodarte.

Al unísono, él me dijo que anotara el nombre de su ex, y yo le dije que si quería podía borrar a Obito.

Oh, oh...

Eso nos va a traer problemas.

—Mejor hay que pensarlo. —le propuse, con una sonrisa nerviosa. —No tengo ningún problema con invitar a Obito porque es el tío de mis sobrinos y estoy seguro de lo que siento por ti. —le dije, tomando sus manos. —Pero si no te parece, puedes quitarlo.

Permaneció reflexivo por un instante.

—Yo... Estoy en una situación similar. La única diferencia es que... Ya sabes, me estreso por todo. —rió bajito. —Es algo en lo que tengo que trabajar. Pero no tengo problema con que invites a Obito, ni con invitar a Deidara. Es más, hay que presentarlos. —bromeó.

—No sería tan mala idea. —reí un poco. —Y... Piensas... ¿Invitar a tus padres?

—Mis padres... —casi susurró. En ese instante, su rostro se tornó serio.

—O a tu hermana menor. Me hablaste de ella una vez, ¿recuerdas? Dijiste que te hubiera gustado mantenerte en contacto con ella.

—Debe tener como veintiún años ahora... —alcanzó su caja de chicles y se llevó uno a la boca. —No sé ni cómo llegar a su paradero sin tener que preguntárselo a mi madre.

—Podrías buscar en las páginas amarillas. —sugirió Sasuke, que estaba preparándose un pan con mermelada. —O si no, tal vez mi hermano o Minato puedan acceder a las bases de datos y buscarla.

—Ni si quiera recuerdo su apellido. Pero si de algo sirve, se llama Sora. Tenía un curioso cabello color rosa perlado, casi blanco y ojos cafés, como los míos.

—Le preguntaré a mis invitados si conocen a alguien así. —concluí —¿Y qué hay de ti, Sasuke? ¿Vas a llevar a tus amiguitos? —lo quise molestar, obteniendo un gruñido en respuesta.

Me dediqué a llamar a mis invitados en ratos libres en la oficina, dejando al último a Obito y a Itachi en el penúltimo lugar, pues mi sobrino estaba constantemente ocupado y cada que hablábamos estaba a la carrera.

Como le prometí a mi querido pelirrojo, le pregunté sobre su hermana a todos mis invitados, obteniendo cada vez una respuesta negativa a la interrogante de si conocían a alguien con esa descripción. Imaginé que eso sucedería, y aunque él trató de ver si Kushina sabía algo al respecto, ella estaba peor puesto que nunca siquiera conoció a la niña. Con nulas esperanzas de que alguien supiera algo de la mujer en cuestión, seguí preguntando hasta que por fin llamé a mi sobrino, a quien pude atrapar con calma solamente un domingo a las seis de la mañana, cuando seguro estaba regresando de su trabajo.

Hablé con él encerrado en mi oficina para no despertar a mis niños.

Itachi me felicitó y me dijo que asistiría sí o sí a la ceremonia, y que incluso iba a pedir vacaciones para que nadie, ni si quiera su novio, lo molestara, y así poder cuidar de Sasuke mientras nosotros estamos de luna de miel. O eso es lo que él cree, no tenemos contemplando salir de luna de miel.

Nos pusimos al corriente de lo que habíamos hecho los últimos meses sin habernos hablado. Él me contó de algunos casos en su trabajo, y yo le hablé de todo el asunto sobre lo que pasó conmigo, Obito y Sasori. Fue hasta el final de la conversación que le pregunté si conocía a alguien con la descripción de la hermana menor de mi prometido, cuando extrañamente recibí un "sí, creo que la conozco."

Al parecer, la chica era parte del cuerpo de la policía municipal, y se había encontrado con ella en algunas escenas del crimen. Casi no habían cruzado palabras, pero la conocía.

—Pero no le digas al tío Sasori. —qué bonito se oye mi sobrino mayor llamándolo así. —Hablaré con ella primero para asegurarme de que sí sea.

—Tú eres el detective. —respondí, mientras hacía que Pakkun persiguiera un láser rojo.

Nos despedimos poco después, y ya que sabía que no iba a poder volver a conciliar el sueño, ni siquiera hice el esfuerzo por meterme a la cama de nuevo.

La verdad es que me sentía un poco nervioso, como aquella primera vez que iba a casarme. Me preocupaba que el amor entre nosotros dos fuera a esfumarse apenas nos convirtiéramos en esposos, sin embargo también estaba consciente de que si ése era nuestro destino, no había nada que pudiéramos hacer para afrontarlo. Me consolé a mí mismo llegando a una conclusión importante: Cuando Obito y yo nos casamos, aún éramos jóvenes muy inmaduros y soñadores creyendo que íbamos a tener una vida soñada. Con Sasori, las cosas no son así. Ambos somos hombres adultos, hemos pasado por un millón de cosas, hemos crecido por separado y conocemos bien nuestros defectos. Sería sumamente difícil que con ese panorama, las cosas pudieran cambiar para mal.

Un día, al regresar a casa después del trabajo, Sasori estaba fumando en el patio delantero. Apenas me vio estacionarme, como un adolescente escondiéndose de sus padres, tiró su cigarrillo y lo pisó, fingiendo demencia.

Suspiré antes de salir del auto. Eso no era una buena señal.

—Bienvenido, Kashi. —me recibió, con sus manos detrás de su espalda, escondiendo la cajetilla de cigarros y el encendedor. No le respondí, sólo extendí la mano pidiéndole que me entregara los cigarros. Accedió a hacerlo, rendido y con el mismo aire de un niño regañado.

—Llevabas mucho tiempo sin fumar, Sa. ¿Qué pasó? —cuestioné, tomando sus manos.

—No es nada... Es que... —suspiró. —Kushina llamó a nuestros padres para organizar una reunión con ellos con motivo de... Ya sabes, la boda. ¡Pero no me consultó! —se quejó. —Será la siguiente semana, un par de días antes de que nos casemos. Dijo que querían aprovechar para hacer un solo vuelo, o algo así.

—¿Y tú estás bien con eso? —pregunté, con suavidad.

—No lo sé. ¿Tú qué me aconsejas? —preguntó, cabizbajo.

—Depende. No hay nadie mejor que tú para decidir si lo ideal sería verlos o no. Valora si te sientes listo para ello. No está mal decir que no, pero también es bueno hacer frente a los traumas y tabúes para dejarlos ir y poder trascender. —respondí, peinando un mechón de cabello detrás de su oreja y depositando un beso en su frente. —Además, recuerda que me tienes a mí para acompañarte en el proceso. —Él se sonrió de lado.

—Mi futuro esposo es muy sabio. —reí bajito.

—Y no olvides que está loco por tí.

Nos abrazamos de vuelta y nos dimos un pequeño beso, que interrumpimos al notar a Sasuke observándonos con disgusto desde la entrada, pues al parecer iba a sacar a Pakkun a pasear.

—Jamás, escúchenlo bien, jamás me voy a casar. —bromeó cuando pasó al lado de nosotros, y no perdimos la oportunidad para molestarlo de vuelta.

—El día que te cases vas a tener que regalarnos un lingote de oro. —le dijo Sasori, también de broma.

—Mejor un diamante rosado. —respondió mi sobrino. —Puedes subir la apuesta sin problemas, de cualquier manera se quedarán esperando.

—Yo tengo un plan mejor. —interrumpí antes de que se fuera con Pakkun. —El día que te cases mi discurso tratará sobre la primera vez que te cambié el pañal.

—Excelente, acepto los retos. —respondió, con una sonrisa socarrona.

—¿Qué pasó la primera vez que le cambiaste el pañal? —preguntó Sasori con curiosidad cuando Sasuke se fue y procedimos a entrar a la casa.

—Ah... Créeme que no quieres saberlo, y yo no quiero recordarlo. —contesté de juego.

La noche del reencuentro de los hermanos Uzumaki con sus padres llegó. No hubo lágrimas, no hubo abrazos, no hubo disculpas, no hubo reclamos, nada. Únicamente hablaron como si no tuvieran años sin verse, incluso con algo de indiferencia de por medio. La incomodidad y tensión se podía casi respirar de lo pesada que era.

Minato también estaba ahí acompañando a Kushina, pues se habían vuelto pareja por fin unas semanas atrás. Tanto él como yo estábamos tratando de analizar a las personas frente a nosotros y su convivencia familiar, sólo que yo estaba callado y casi me limitaba a responder preguntas, pero él, por otra parte, buscaba hacer tema de conversación para evitar los tendidos y múltiples silencios incómodos que hubieran estado presentes si Minato no nos hubiese acompañado.

Así, se reveló que el padre no volvió a casarse, y la madre ya tenía una tercera familia.

El punto de encuentro fue una cena en nuestra casa. Todos estábamos vestidos de traje. Había pedido a Obito que cuidara de Sasuke mientras terminaba la reunión, y en algún punto de la noche, Sasori me pasó una nota por debajo de la mesa avisándome que tenían cosas que tratar "en familia", por lo que me pedía que los dejáramos a solas hasta nuevo aviso.

Kushina también había dejado a Minato sobre aviso, por lo que apenas dieron las nueve en punto, mi amigo salió de la escena alegando que tenía trabajo, y yo me robé su excusa.

Salimos de mi hogar casi comiéndonos las uñas, nerviosos por los sentimientos que está situación pudiera remover en los hermanos Uzumaki. Kushina solía ser mi paciente, por lo que también me preocupaba por ella.

Decidimos esperar caminando por la ciudad, y buscando con qué entretenernos, llegamos a unos bolos y rentamos un espacio por una hora. Debido a lo dispersos que nos sentíamos, ninguno de los dos hizo demasiados puntos. Mientras tanto hablámos de nuestras respectivas vidas, relaciones, trabajo y los planes para mi boda. Fue hasta un par de horas después luego de haber abandonado la reunión que a Minato le llegó un mensaje de Kushina avisando que ya podíamos volver; justo la señal que buscábamos para regresar corriendo al estacionamiento. Al llegar, nuestros suegros ya no estaban, y el único rastro de la discusión que quedaba, era una mancha de vino en la pared y vidrios rotos de una copa en el piso. Ambos tenían los ojos rojos por haber llorado, y permanecían con la mirada fija en la nada.

Nos hablaron de lo acontecido. Al parecer las cosas no habían resultado tan mal, pero definitivamente fue una situación difícil de enfrentar.

Apenas su padre comenzó a levantarles la voz, se transportaron a aquellos niños de antaño, con un Sasori temeroso y una Kushina agresiva que le respondió con el mismo tono y arrojó la copa de vino del señor Uzumaki a la pared, amenazándolo. Así inició la plática, hasta que se dieron cuenta de algo: ya no eran niños desprotegidos. Teniendo esto en mente, fue menos complicado continuar con aquel cierre. El señor Uzumaki, indispuesto a escucharlos más, se marchó al cabo de unos minutos, pero se que quedaron hablando con su madre, dándole un cierre digno por fin a aquellos tormentosos recuerdos del pasado.

Sasori y yo nos casamos en octubre al aire libre, con el paisaje de colores cálidos del otoño. Yo usé un traje negro, y él se vistió de blanco, lo que lo hacía resaltar majestuosamente como un ángel.

***

Antes de que diera inicio la ceremonia, Itachi fue de los últimos invitados en llegar. Esta vez su retraso no se debió al trabajo, sino a que tenía algunos asuntos del regalo secreto para su tío que pulir, y además se perdió cuando fue a recoger a la hermana menor de Sasori a su casa, en el barrio más feo de la ciudad.

Fueron cinco horas de camino a la ceremonia, de las cuales tres fueron de tráfico debido a un accidente en la carretera. En ese lapso de tiempo, el hambre los invadió tanto a él como a su acompañante, por lo que no se resistieron a comprar varias bolsas de dangos a los vendedores ambulantes que habían sacado provecho de la situación. Así, cuando llegaron a la ceremonia, lo primero que notó Kakashi cuando fue a recibir a su sobrino, fueron unas bolsas de papel que salieron casi volando, y los palitos de madera que rodaban en su asiento.

Se abrazaron gustosos, pues no se habían visto en mucho tiempo, Sasuke también corrió a encontrarse con su hermano, y Sasori iba detrás de él.

La chica no se atrevía a salir del auto, y sólo se dedicaba a mirar por la ventana, protegida por el polarizado. Básicamente, el compañero con el que nunca habla la había llevado a la ceremonia de su hermanastro con el que había dejado de tener contacto hace muchísimo tiempo, si bien quería reencontrarse con él, todos ahí eran desconocidos en un lugar que jamás había visitado.

Cuando Kakashi presentó a Sasori con su sobrino mayor, la chica comenzó a respirar nerviosa en la vacía bolsa de papel de sus dangos, con el propósito de guardar la calma pues sabía que era su turno para salir.

Sasori no podía creer lo que veían sus ojos cuando su hermana salió del auto. La recordaba tan pequeña que podía cargarla, y ahora era una mujer de veinte o veintiún años casi tan alta como él. Ni si quiera estaba seguro de que fuera ella.

—¿Sora? —preguntó algo incrédulo el pelirrojo para cerciorarse de que Itachi había traído a la persona correcta.

—Pues... Claro, ¿quién más? —le respondió la joven mujer con una sonrisa, tratando de alejar su vergüenza.

Viéndola bien, seguía pareciendo esa misma bebé que lo buscaba y admiraba tanto. Al menos ante sus ojos.

—Eres tú... —concluyó con ternura en su voz antes de que se abrazaran. —Lamento haberme ausentado...

Y de verdad que lo lamentaba, en especial de un tiempo a la fecha que a veces deseaba tener una bonita relación fraternal como la de Kakashi y Sasuke. De no haberse separado de ella, probablemente así sería.

—Bah, me conformo con que no lo hagas de nuevo. —respondió Sora, aún sonriente. —Vamos a mantenernos en contacto, ¿sí?

Luego de unos segundos de plática sobre su distanciamiento, Sasori le presentó a su familia. Empezó con Kakashi, su (dentro de unos minutos) esposo.

—Hola. —la saludó Hatake con cordialidad, tendiéndole su mano. —Entonces tú eres su hermana menor, ¿no? —ambos hermanos se miraron.

—¿Cómo sabes? —preguntaron al unísono, sarcásticos.

—Mentiras que se me ocurren. —respondió, también con sarcasmo. A diferencia de Kushina, que se parece mucho a su padre; ellos, aunque no del todo, sí eran muy similares. Los mismos ojos, el mismo tono de piel y casi el mismo corte de cabello. La gran diferencia era que, si bien ambos tenían una complexión delgada, ella estaba entrenada y parecía un poco musculosa.

—Y él es Sasuke, su... mi... Nuestro sobrino. —corrigió varias veces. No se acostumbraba a esa nueva familia aún.

Sasuke estaba en todas partes, menos presente. Con sus manos sostenía el juego de su mascota virtual, pero su mirada estaba clavada en los hombros y brazos bellamente tonificados de la mujer.

"Con un puñetazo me puede mandar al futuro." pensó, con agrado.

—Sasuke. —lo llamó Kakashi, sacándolo de su trance. Fue hasta entonces que reaccionó y torpemente dejó caer su llavero para corresponder al saludo, en lugar de guardárselo en el bolsillo como haría una persona normal.

La fachada del genial chico sombrío que aparentaba ser en el colegio, se caía con dos factores:

Uno, estando con su familia, pues mantiene su guardia baja.

Dos, que un chico o chica bonita lo tome desprevenido.

La segunda no suele ocurrirle muy seguido.

—Se te cayó tu... —la joven se agachó para recogerlo luego de un breve apretón de manos. —¿Tamagotchi? ¿Qué es esto? —preguntó, con curiosidad.

—Ah, es su mascota virtual. —respondió Kakashi por su sobrino, quien sabía que se estaba muriendo de vergüenza. Sora rio enternecida.

—Qué lindo. Cuando tenía su edad no dejaba por ningún motivo mi View Master.

—En realidad no se llevan mucho... —respondió Itachi. —Sólo cuatro o cinco años. Él tiene dieciséis.

—¿De verdad? Pensé que era más pequeño. Bueno, aún es joven... ¡En fin! Ya nos desviamos mucho del tema, me parece que tenemos que ponernos al corriente. —le dijo a Sasori.

El pelirrojo asintió y comenzaron a caminar juntos hacia el salón, con el propósito de presentarla con Kushina. Kakashi y sus sobrinos sólo los vieron alejarse.

—"Más pequeño..." —repitió Sasuke entre dientes, con una mezcla de vergüenza y molestia por la hilarante situación. Los mayores sólo se rieron de él.

—No puedes culparla. Te ves como de catorce años aún y actúas como tal. —lo molestó Kakashi.

—Y si a eso sumas tu mascota virtual, te ves como de... Doce. —calculó Itachi, revolviendo el cabello de su hermano.

—¡Agh! ¡Déjenme en paz! —se retiró el muchacho, apenado, dando paso a que los mayores pudieran conversar.

Cómo era de esperarse, el festejo fue pequeño y de poca duración. Después de la comida y música en vivo, iniciaron los discursos de los invitados, donde Guy se adueñó del micrófono más que nadie hablando con conmoción sobre la juventud resplandeciente que había vuelto a nacer en Kakashi, soltando de paso algunas anécdotas de su etapa estudiantil. No le hizo falta tomar un trago de alcohol para llorar en medio de todo lo que decía, cosa que no extraño a la mayoría de los presentes pues lo conocían y sabían que él era así.

Fue al término de la noche cuando todo se vio interrumpido por el mismo Guy, anunciando que la reunión había terminado pues los novios iban a perder su vuelo.

Ciertamente, esto extraño al matrimonio Hatake, pues no habían previsto irse de luna de miel. Kakashi iba a tomar unos días de vacaciones, pero nada más. Hasta entonces se les explicó que, ya que no habían nombrado padrinos de nada, todos los invitados que trabajaban habían cooperado para pagarles su luna de miel, cosa que había sido idea de Rin. Kushina, Minato y Guy los habían ayudado a hacer las maletas por la tarde, con ayuda de Sasuke, quien les había prestado su copia de las llaves de la casa. Absolutamente todo estaba listo para que se marcharan sin más. Sólo faltaba una cosa.

—¿Sasuke no va a venir con nosotros? —cuestionó Kakashi, extrañado.

—Es su luna de miel. Me quedo, por salud mental. —bromeó el muchacho.

—¿Estarás bien solo? —preguntó Sasori, acomodando el cuello desarreglado del traje de su sobrino.

—Qué lo duden me ofende. —lo dijo con tranquilidad, pero sí le molestaba que lo creyeran tan inútil, a decir verdad. O él lo veía de esa forma.

—No se preocupen, yo me quedaré mientras ustedes no están. Sólo disfruten su semana. —los tranquilizó Itachi, estando de pie junto a su hermano menor.

—¿Y tú? —le preguntó el pelirrojo a su familiar que, desafortunadamente, acababa de reencontrar hace unas horas y ya tenían que separarse. —¿Tienes dónde quedarte?

—Pues... —nerviosa, la chica se rascó la nuca. Estaba consciente de que todo eso iba a suceder, y su plan era esperar a que saliera un camión de regreso al estado donde trabajaba con el Uchiha.

—Puedes quedarte también con ellos, si quieres. —le dijo Kakashi, con calidez. Parecía ser una buena chica, y además, Sasuke y su casa estaban seguros bajo la supervisión del mayor de sus sobrinos. La joven agradeció, y una vez con esto en claro, la pareja de novios se marchó directo al aeropuerto.

Mientras miraba por la ventana el oscuro paisaje, Sasuke no podía evitar sentirse un poco incómodo con la idea de compartir su espacio con una desconocida. Poco importaba si era una noche o siete días, o si la mujer era algo bonita. Prefirió alejarse de la realidad poniéndose sus audífonos y permitiendo que su Dixman continuará con la reproducción de uno de los discos que llevaba en su carpeta. Al cabo de unos minutos, la mujer, que estaba en el asiento del copiloto, extendió su mano hacia atrás, en dirección a Sasuke. Abierta y con la palma hacia arriba, como pidiéndole que le diera algo.

—¿Qué escuchas? —trató de romper el hielo. —Itachi, ¿puedo poner el disco en el estéreo del coche? No me siento cómoda si no hay ruido.

—Por favor. —respondió el Uchiha mayor, dándole su aprobación.

Aunque Sasuke trató de decirle que no era música muy agradable, ella insistió y terminó ganando.

Al empezar la primera canción, para sorpresa del joven, la hermana de Sasori comenzó a marcar ligeramente el ritmo subiendo y bajando su cabeza un poco, aún con la mirada fija al frente. Fue más raro aún cuando llegó al coro y, en voz baja, comenzó a cantarlo.

"Si te casaras conmigo

¿Me enterrarías?

¿Me llevarías hasta el final?"

—¿Te... Gusta esa música? —le preguntó Sasuke, luego de haberse armado de valor para hablar.

—Claro. Cuando era más chica disfrutaba de la música para ahogarte en tu propia miseria. —comentó, de broma. —Y me aprendí todas las canciones de ese disco. —Sasuke se sintió extrañamente afín. Por el momento, a nadie le había gustado su música.

—Parece que encontraste algo en común con tu tía, Sasuke. —trató de acercarlos Itachi, pero sólo logrando que la situación se sintiera más rara de lo que ya lo era. El joven no había caído en cuenta de que ahora aquella chica y Kushina eran sus tías también. Entonces... Si la hermana menor de su tío Sasori le parecía un poco linda... ¿Contaba como pensamientos incestuosos? Su árbol familiar iba a volverlo loco si seguía así.

—Es tan extraño... —volvió a hablar la chica. —Casi de un momento a otro, tengo un hermano y dos sobrinos que son por poco de mi edad. —rio bajito.

—Tendremos que acostumbrarnos. Supongo. —suspiró Sasuke. Se sentía algo nostálgico. Kakashi lo había criado durante diez años o más, y en ese lapso de tiempo no se había alejado de él por más de un día. Era como una mamá para él, por lo que hasta cierto punto, le preocupaba que se fuera tan lejos. Esperaba que todo saliera bien en su viaje, y confiaba que Sasori lo cuidaría pase lo que pase.

En el aeropuerto, Kakashi y Sasori estuvieron algo inseguros del lugar que iban a visitar. Pocas veces habían escuchado el nombre, y sus conocimientos del país eran casi completamente nulos. Sin mencionar que serían siete horas de vuelo sin escalas. Por fortuna, su querido sobrino se había ocupado de meter a su equipaje de mano los tres volúmenes de Icha Icha y algunos otros libros para distraerse. Les puso, además, uno de sus Dixmans con algunos discos que a ellos les gustaba oír. Esto hizo que el viaje fuese un poco más ameno, aunque Sasori estuvo dormido casi todo el tiempo.

También a Kakashi le preocupaba separarse de Sasuke, pero antes de irse, Obito se acercó a él y le prometió que alcanzaría a sus sobrinos en la casa para pasar tiempo de calidad con ellos. No estaba seguro de si era buena o mala compañía, pero le tranquilizaba pensar que al menos no estarían solos en compañía de una jovencita desconocida.

"Más vale que sean caballerosos." Pensó el platinado con pesar, recordando instantáneamente aquella vez que Sasuke, pequeño, gruñón, traumado y recién adoptado, llegó a casa con un citatorio. Esto se debió a que una niña estaba insistiéndole en receso con que quería pasar tiempo con él. El pequeño, que no sabía nada de las diferencias entre la anatomía masculina y femenina, no le importaba relacionarse con las niñas, y se encontraba irritable por la pérdida de sus padres, le dio una fuerte patada baja a su compañera para ver si así lo dejaba en paz. Kakashi soltó un suspiro y, avergonzado de recordar eso, solo le quedó el tener fe en su crianza los últimos años, y concluir que llamaría a sus sobrinos apenas aterrizara el avión para verificar que las cosas estuvieran bien, y pedirle a Itachi que estuviese al tanto de su hermano. No quería llegar a casa y tener la sorpresa de que su joven cuñada se hartó de las majaderías de su sobrino y tomó el primer autobús para huir del diablillo.

Una vez se encontraron en tierra, lo primero que hizo el platinado fue llamar a sus sobrinos para verificar que todo estuviera en orden, y al bajar del avión, se encontraron a una persona sosteniendo un letrero que ponía "Kakashi y Sasori Hatake". Las mejillas del profesor de artes se colorearon igual que su cabello, y caminó hacia su guía mirando al piso y tomado de la mano de su esposo. Obito les había contratado un guía e intérprete que los estaría acompañando durante sus recorridos turísticos por la ciudad, y por si fuera poco, al salir los esperaba un transfer privado que los llevaría a un hotel algo lujoso. También por cuenta de Obito. Estaban tan agradecidos como incómodos por el regalo del ex esposo de Kakashi.

Durante el camino al lugar donde se estarían hospedando, por la ventana pudieron apreciar el hermoso paisaje que parecía salido de un cuento medieval, con plazuelas, calles empedradas e iglesias donde predominaba un estilo de arquitectura gótico.

Llegaron a un grande y majestuoso hotel-castillo, donde el alumbrado de las lámparas amarillas le daba al ambiente un toque cálido, avejentado y acogedor.

El guía les había dicho que el lugar tenía quinientos años de antigüedad, y había sido remodelado para su uso en la época actual.

Sasori no podía estar más contento. Aunque lo demostrara poco, se sentía como un niño en dulcería. Era el lugar soñado para un artista como él.

Registraron su llegada en la recepción, llevaron sus maletas a la habitación mientras esperaban, les dieron sus llaves, y saliendo del elevador, sin previo aviso Kakashi cargó a su marido, quien completamente rojo y poniendo resistencia, le exigió que lo bajara. Cosa que no ocurrió.

Aún con Sasori en brazos, pudo abrir y cerrar la puerta con sus hábiles manos, y después de esto, procedió a depositar a su amado en la cama con algo de brusquedad.

Sasori ya no se quejó en lo más mínimo. Tomó a su esposo por la corbata y lo jaló para posicionarlo encima de él, uniendo sus labios con los ajenos en un beso fogoso que despertó rápidamente el deseo de la pareja de recién casados.

Horas más tarde, Kakashi despertó a las seis de la madrugada, y lo primero que observó, fue a su esposo mirando el precioso paisaje a través del ventanal. El psiquiatra bostezó, frotó sus ojos y fue hacia donde su pareja, abrazándolo por la espalda y dejando un beso en su mejilla.

—Es un lugar precioso. —habló Sasori. —Parece que se quedó congelado en el tiempo, y que vivirá inalterable toda la eternidad...

—Eso parece. —respondió Kakashi, que en realidad no apreciaba el paisaje, sino el perfil de su bello esposo.

—Y tú estás a mi lado para apreciarlo... Me siento como el hombre más afortunado del mundo. Cuando entré a tu consultorio, jamás en la vida hubiera imaginado que podrías fijarte en mí.

—Era imposible que no lo hiciera. —respondió el psiquiatra, rozando la punta de su nariz en el cuello ajeno. —Aunque parece que ya olvidaste que nuestro primer encuentro no fue en mi consultorio, sino en el hospital.

—¿En serio? —arqueó una ceja.

—En serio. Pensé que eras atractivo, pero me caíste algo mal. —rio ligeramente el platinado, y su marido lo siguió, avergonzado.

—Sí, creo que ya lo recuerdo. Lo siento por eso, me sentía algo tenso.

—Me di cuenta. —habló Kakashi suavemente, subiendo sus manos por debajo de la floja camisa de dormir de su esposo, hasta que Sasori lo detuvo, tomando sus manos. Ya habían tenido demasiado contacto pasional unas horas atrás, por el momento sólo quería disfrutar de la paz que le traía el dejar su mente en blanco y contemplar aquel magnífico lugar con los brazos de su amado rodeando su cintura, sabiendo que aquella noche se quedaría grabada en un pedazo de su memoria hasta el final de sus días.


*

Nos despedimos de esta pequeña historia con este epílogo, subido en el cumpleaños de Sasori. Felicidades, rojito querido. ^^<3

Si esta ship fue de su agrado, tengo más historias de ellos juntos en mi perfil, y a veces también subo cositas de Sasuke y mi OC (sorry, es que para él no me acomodo escribiendo con algún personaje oficial, y tiendo a encasillarme en las parejas. xD). Por el momento no son muchas, pero espero seguir actualizando. Nos leemos, bellas almas. Recuerden que valen mucho. <3

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