Yo No Me Enamoro

By andygh05

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Es aconsejable salir de nuestros refugios cuando lo requiere, no es sano mantenerse atado a esos "vicios" a l... More

♡ Dedicatoria♡
Presentación
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Extra "Cameron"
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Epílogo
//Alternativo//

Capítulo 19

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By andygh05

“Un buen amigo es el que te escucha, te entiende, te aconseja y a pesar de todo, sigue a tu lado”.


Habían pasado dos días desde la premiación, Edrick había dejado un mensaje en el buzón de Idunn, pero ella lo ignoró. No quería hablar con él, sentía que se merecía una disculpa, al menos por una vez, la otra ocasión había sido ella quien se disculpó mientras estaba ebria, así que había pedido a Elliot que la alejara de cualquier cosa que la pudiera orillar a que hiciera una estupidez.

Cuando intentó hablar con su mejor amigo sobre la confesión que hizo,el moreno se había negado, le pidió que le diera tiempo, quería contarle todo lo que había pasado, pero que lo haría en su momento. Así que lo respetó. A penas era martes y aunque todos los días su padre se comunicaba con ella, admitía que los extrañaba por muy locos que estuvieran. Su madre no había tenido la oportunidad de hablar con ella, en el “retiro terapéutico” no le permitían tener comunicación con la familia, aunque la castaña sospechaba que con su papá si había podido hablar. ¿Ilógico? Un poco, nada más.

Tenía la esperanza que el castaño llegara por ella a la escuela, pero no había pasado y de seguro, no lo haría en los próximos días. Su actitud de mierda arruinaba los planes, el viernes era su cumpleaños y el que estuviera enojado con ella traía grandes consecuencias.

A diferencia de Idunn, luego de la premiación, Cameron le pidió a Dimitri que la llevara a casa de Edrick, para la mala suerte de la mulata, no estaba. En las últimas semanas había hablado con su amigo, sabía que algo estaba pasando y que traía alguna cosa entre manos, pero no había ahondado. Sin embargo, aquello no justificaba el actuar del chico ante la tal Meyli, ¿de dónde carajos había salido esa estúpida?

Lo había llamado, pero tampoco atendía las llamadas, ni por teléfono, ni a través de RallyForce, incluso estando en línea. Sabía que no hablaría con ella porque conocía el motivo de su insistencia, pero no podía dejarle pasar semejante estupidez, y también sabía que si no la escuchaba a ella, sí hablaría con Max. Así que al día siguiente, había ido a la empresa de Dick a buscar a su otro amigo, necesitaban que Edrick entrara en razón, podía ser el grano en el culo de quien sea, cuantas veces quisiera, pero no hacerle pasar un desaire así a la chica tierna de mirada ámbar que lo veía con ojos de amor.

Pero Edrick estaba tan enfrascado en lo que hacía, que no pretendía hablar con nadie, el día de la premiación había llegado hasta tarde a la casa. Dick lo estuvo esperando hasta esa hora y terminaron bebiendo en el despacho de su papá, relató todo lo que había pasado en el evento y el único consejo que el de ojos grises dio fue: “A veces hay que dejar que las chicas sufran por los hombres, para que se den cuenta que no son indispensables en la vida de otros”. La verdad era que, Edrick sabía que el consejo no venía al caso, principalmente porque era todo un juego, y tampoco era un consejo sano y correcto, pero le daba igual.

   —Además, Idunn es un juego, ¿no? —dijo su padre antes de abandonarlo en la habitación.

Esas palabras se repetían en la mente de Edrick, era cierto. La chica sólo era un estúpido juego, uno que tendría fin cuando Dick aceptara que las cosas con Hanna terminarían.


●●●


Por inercia, Idunn volteaba hacia el estacionamiento en busca de los cabellos ondulados de su novio y con un toque de decepción se dirigía hacia donde la esperaban sus amigos. Hasta que…

   —¡Rarita! —se escuchó la voz irritante de Irina.

La castaña no volteo a ver, siguió su camino ignorando todo.

   —¡Holden, te estoy hablando! —gritó de nuevo y la seguía ignorando—. ¿Acaso tu novio ya te dejó? —la tomó del brazo y la volteo para verla de frente—. Se dio cuenta de lo rara, simple y rústica que eres, ¿no?

   —No digas estupideces, Irina. Si no quieres que te rompa la nariz, creo que será mejor que te calles —le advirtió.

   —¿Lo harás? Idunn, no te tengo miedo.

   —Ah, ¿sí? ¿Quieres que te lo recuerde? —dijo subiendo las mangas de la polera.

   —Idunn, ¿te has visto? —alzó la voz—. Cariño, no sé si son cosas mías o si todos ya lo notaron, pero estás de mal en peor —la castaña hizo una cara de confusión y ante esto Irina rio.

   —Qué bien que tengas tiempo para ver a otros, pero no a ti —contestó y chasqueó la lengua.

   —Cariño, no desperdiciaría mi tiempo en ti.

   —A ver —sonó una voz femenina que denotaba enojo y poder—, sólo yo puedo decirle cariño a Idunn —sentenció.

   —¿Y tú quién mierdas eres?

   —Soy su amiga, perra —respondió Cameron, empujando a la pelinegra—. Así que déjala en paz, que Idunn es hermosa tal y como es, sin necesidad de usar accesorios, maquillaje o ropa fina para llamar la atención, como otras, ¿no crees? También tiene amigos que están dispuestos a meterse en cualquier lado para poder ayudarla a dejarte en el piso, aunque claro, ella solita es capaz de dejarte tirada, porque si mal no recuerdo, tú eres la prima de Ivania a quien le dio una golpiza, ¿no es así? —alzó su ceja al terminar.

   —Amor, ¿nos vamos? —preguntó Dimitri desde el auto y esta sonrió y asintió.

   —¿Nos vamos, Idunn? —la castaña trataba de articular palabra alguna, pero estaba confundida—. Ya les he dicho a tus amigos, mientras observábamos la discusión me tomé la libertad de decirles que te irías con nosotros, necesitamos hablar.

Idunn sólo asintió, saludó a Dimitri que siempre traía una sonrisa en el rostro. El chico era carismático, no por gusto hacía amistades a donde sea que fuera.

   —¿Cómo crees que estuvo eso? —cuestionó Cameron viendo sus uñas—. Tengo tanto tiempo de no pelear con otra chica.

   —La última vez peleó con una chica que estaba coqueteando conmigo —informó Dimitri y Cameron rio.
   —Ustedes hacen una linda pareja —la mulata la volteó a ver y el chico la miró por el retrovisor.

   —Tú también la haces con Edrick, aunque sea un hijo de puta. Tú eres… como un remedio, reduces su actitud de mierda —respondió Cam y la castaña bajó la mirada—. Edrick es difícil —siguió—, su pasado lo lleva ser como es, la forma en que Dick lo educó lo hizo construir una coraza indestructible o eso creíamos.

   —Hasta que llegaste tú —añadió Dimitri.

   —La última vez que se dio una oportunidad en el amor, le fue mal, Ivania le pagó mal. Después de eso, intentó ligar con una que otra chica, pero ninguna cumplía con lo que él considera necesario para estar al lado de él.

   —Tú rompiste esquemas —comentó el chico y la cabeza de Idunn estaba vuelta un lío, no entendía nada de lo que pasaba.

   —Exacto, en fin. Vamos a ir a casa de Max.

   —¿Max no trabaja hoy? —la mulata asintió—. ¿Por qué iremos?

   —Porque tengo que ir por unas cosas, su madre me estará esperando —dijo él.

El resto del camino hablaron de cosas comunes, Idunn tenía muchas dudas, jugar con las mangas de su polera le recordaba a todas las veces que Edrick se daba cuenta que ella quería preguntar, aquello la molestó, así que se dedicó a ver por la ventana. Cameron la veía de reojo y su novio lo hacía por el retrovisor, para luego compartir miradas.

   —¿Sabes donde vive Max? —le preguntó el chico y ella negó—. Este tío vive en un buen barrio, tiene dinero, no sé porqué ha dejado de jugar.

   —Hace unos meses no tenía dinero para jugar —comentó Cam y rio—, pero más que todo, necesitaba el trabajo por todas las cosas que se nos vienen encima.

   —¿Qué cosas? —preguntó la castaña—. Si puedo saberlo.

   —Lo sabrás en su momento, cariño.

Se estacionaron frente a una casa y Cameron le pidió a Idunn que la acompañara hasta la puerta, después de llamar esperan unos minutos, pero es Max quien les atiende.

   —¿Qué tú no deberías estar trabajando? —pregunta Cameron.

   —Como sea, pasen —dice el chico sin el entusiasmo que le caracteriza.

   —Entra —pide la mulata—. Iré por mi móvil y a decirle a Dimitri que venga.

   —De acuerdo —contesta Idunn.

Max le abre paso y ella se adelanta, de pronto escucha como se cierra la puerta y al voltear el chico ya no está.

   —¿Max? ¿qué carajos pasa? —pero nadie contesta—. ¿Chicos?

La casa esta a oscuras, y aunque intenta abrir la puerta, no puede y por la ventana ve como el auto de Dimitri se marcha con los otros dos abordo.

   —¿Qué? Dios, ¿qué pretenden? Maldición, eso te pasa por no irte con Elliot, Idunn.

La castaña saca su móvil para marcarle a su mejor amigo, cuando alguien se aclara la garganta justo detrás de ella, se voltea lentamente con los ojos cerrados, esperando ser reprendida por estar en un lugar en el que no debería estar. Pero a escasos centímetros de ella se encuentra una silueta que aún sin luz lograría distinguir, el gris conecta con el amarillo de sus ojos y él esboza una sonrisa que a ella la derrite.

   —Sorpresa —habla la voz ronca de Edrick en un susurro y ella sonríe ante lo que dice—. Tal vez los métodos no son los más adecuados, pero no tenía una jodida idea de cómo hacerte venir sin que tus amigos se dieran cuenta. Más porque algo me dice que tu amigo me ha de detestar.

   —¿Qué quieres? —borró la sonrisa de su rostro y él enarcó una ceja.

   —¿A la defensiva? ¿en serio, novata?

   —Puedes abrir la puerta, le pediré a Elliot que venga por mí.

   —Mmm —el chico asentía—, abriré la puerta cuando hayamos hablado y luego te iré a dejar —sentenció.

   —No quiero Edrick, quiero irme a casa.

   —¿A casa? Tus padres no están, novata.

   —A la de Elliot.

   —Irás a casa de Elliot cuando acabemos.

   —Esto es un secuestro —él rio.

   —¿Qué carajos dices? Es secuestro cuando te traen a fuerza, has venido por tu voluntad.

   —Pero no quiero estar aquí.

   —Bien, te irás, pero tengo esto para ti —dijo extendiendo una anémona azul—. Quiero pedirte perdón por ser tan idiota —Edrick sentía como se le atoraban las palabras en la garganta—, no fue muy correcto de mi parte hacer lo que pasó en la premiación.

   —¿Por qué me estás dando explicaciones? —alzó ambas cejas ante las palabras de la castaña.

   —Porque soy tu novio, ¿no? Te estoy pidiendo que me perdones, ¿aceptas o no? Porque no pretendo repetirlo.

   —Edrick Meyer disculpándose, eso es nuevo.

   —A veces uno comete errores —habló bajito.

   —¿Edrick cometió un error? —dijo sarcástica.

   —Soy perfecto, novata. Pero a veces me equivoco, según los demás —ella rio—, bien… ya me disculpé —se movió en dirección a la puerta y dejando la flor en la mesita que estaba al lado de esta—, puedes irte ya.

Caminó hacia dentro de la casa y al pasar al lado de ella no la volteó a ver.

   —Cierra la puerta cuando te vayas —añadió antes de desaparecer en el corredor.

Se acercó a la mesa y tomó la flor, recordó que aquellas eran de las mismas que le había dado para su cumpleaños, sonrió. Edrick no era de pedir disculpas, pero lo había hecho, obligado o no, valoraba aquello, pues había notado lo mucho que le había costado decir esas palabras. Volteó a ver hacia donde él se había perdido, sacó de su mochila un lápiz y en un pedazo de hoja para escribir algo. Después de dejar la nota sobre la mesa, salió de la casa y caminó hasta una tienda que se encontraba por allí, llamó a Elliot y le mandó la dirección para que fuera por ella, mientras esperaba pensaba en cómo se cobraría aquello con Cameron, Max y Dimitri.

Al llegar Elliot subió al auto y dijo:

   —Vamos al centro comercial, ¿podemos ir por Young-mi y Nina?

   —¿A qué iremos? No se estrena ninguna película hoy.

   —¿Y? No vamos por una película, también podríamos pasar a mi casa, por favor.

   —De acuerdo.

Edrick escuchó como cerró la puerta y no se inmutó de su sitio, sólo mandó un mensaje a Max para avisarle que se había ido. No pretendía ir detrás de ella, hasta mucho había hecho con pedir disculpas, seguía sin entender por qué, si había sido ella la que había dejado la baba regada por Emerson. Minutos más tarde iban entrando los que se habían ido en el auto, pero ahora Nicholas se les había unido.

   —¡Necesito detalles! —gritó Cameron—. ¿Tan rápido follaron? Dios, eres precoz —soltó con sorna.

   —No creo que hayan hecho el frutifantástico —dijo Nicholas.

   —¿Por qué? —preguntó Max.

   —Por esto —respondió tomando la nota entre sus dedos, pero sin leerla.

   —¡Meyer! —alzó la voz la mulata y el resto se voltearon a ver y rieron—. ¿Qué mierdas hiciste? —él se levantó del sofá donde se había acomodado en la sala familiar, mientras ella caminaba a grandes zancadas—, ¿qué le hiciste a esa niña?

   —Lo que haga o deje de hacer, no es de su incumbencia.

   —Meyer —habló tomándolo del cuello de la camisa y este chasqueo la lengua, enarcando una ceja.

   —Mira Cameron, pedí perdón por “mis actitudes de mierda” —hizo comillas con los dedos— como ustedes lo llamaron. Le di la puta flor que traje y ella se fue porque quiso, porque no quería estar aquí —su tono de voz denotaba enojo—, no puedo retener a nadie a mi lado, quien quiera irse puede regresarse por donde vino. Me vale una mierda estar solo, ¿entienden o no? —dijo dirigiéndose al resto—, no ruego, no voy detrás de las personas, porque simplemente nadie merece ir detrás de alguien que no quiere estar.

   —¿Pero los demás si merecen ir detrás de Edrick Meyer? —soltó la mulata.

   —Te repito, quien quiera irse puede irse por donde vino. Si ella se fue, lo hizo porque así quiso y ya —tomó la nota de las manos de Nich y se marchó de la casa.

   —¡Es que es un cabrón! —gritó la mulata.

   —¡Sí, soy un cabrón y qué! —respondió él desde la entrada de la casa y seguido de esto, cerró la puerta.

Los cuatro amigos se quedaron en la sala viéndose entre todos, nadie sabía que decir. Cameron y Max eran los únicos que podían decirle a Edrick las cosas tal y como las pensaban, pero al único que toleraba cuando algo así pasaba, era a Max.

   —¿Leíste lo que decía la nota? —preguntó ella y Nich negó—. Te falta curiosidad, idiota —dijo y salió de la casa.

Esa noche Edrick no llegó a casa, Max lo había ido a buscar y Dick se negó a decir donde estaba, claro que el hombre sabía donde se había metido, pero desde luego su hijo se fue sin decirle nada al mejor amigo, era por algo.

Había conducido por bastante tiempo, no tenía problema en alejarse demasiado de la ciudad, es más, estaba acostumbrado, necesitaba estar a solas y en momentos como esos, la carretera, su auto y la mochila que traía consigo, eran la mejor compañía. No había leído lo que decía la nota, no quería leerla todavía, no estaba para juegos ñoños de parejas, Idunn sólo era un juego, así que cualquier cosa que ella hiciera y fuera parecida a las estupideces que hicieran los demás, a él le causaba repugnancia.


●●●


Idunn no dejaba de ver la flor, había hablado con su padre para poder quedarse en casa y tras una larga charla y prometerle ciertas cosas, Malcom accedió. Aquella noche le había pedido a Elliot que se quedara en casa, a regañadientes y a duras penas, la mamá del moreno aceptó.

   —Aún no entiendo por qué nos hemos venido.

   —Porque tenemos cosas que hacer, pero Cameron no contesta.

   —¿Para qué la necesitas?

   —Para que nos ayude, ¿no?

   —Pudimos decirle a Young-mi —Elliot seguía resentido porque según él, el castaño no se había disculpado.

   —No la dejan. Cameron no me contesta, así que pásame tu móvil.

  —Tu novio y sus amigos, con esas mierdas de “cosas de ganadores”, ¿también si uno es un imbécil el resto lo son?

   —Elliot, tu teléfono —le pidió y este se lo pasó.
Tres timbres después la voz de la mulata se escuchó:

   —Cameron —dijo Idunn.

   —Número equivocado —habló inmediatamente.

   —¿Podemos hablar?

   —No acepto reclamos o cosa similar.

   —Debería reclamarte, pero… lo dejaré para otro día. ¿Puedes venir a mi casa y quedarte por hoy?

   —¿Para qué?

   —Necesito tu ayuda, ¿sí?

   —Bien, pero Dimitri está de testigo que he ido a tu casa y cualquier cosa que me pase, está bajo tu responsabilidad —bromeó—, ya llego.

Elliot la veía con el entrecejo fruncido y esperando una respuesta a las interrogantes que no había soltado aún.

   —Quiero respuestas, pero primero te daré las respuestas que estuviste pidiendo desde hace unos días.

   —Te escucho —contestó la castaña.

   —Hace unos meses comencé a consumir nicotina, de alguna manera Edrick y Max se dieron cuenta —confesó—, fue justo para las vacaciones de Semana Santa —el castaño no le había mentido con aquello—. Después de aquel día comenzamos a interactuar más, a tal grado que nuestra relación mejoró en gran medida, supongo que fue en ese entonces, que notaste cómo había cambiado nuestra forma de comportarnos con el otro.

   —¿Edrick te ayudó? —el moreno asintió—. ¿Cómo?

   —Él no es tan mayor, pero sabe cosas como si de un anciano se tratara, conoce gente y lugares que a su edad, no imagino creer conocer por mi cuenta.

   —¿Y cómo vas con la adicción? —cuestionó, tenía más preguntas sobre su novio, pero Elliot era su mejor amigo, le importaba más…

   —Muy bien, ha sido un poco difícil, porque nadie lo sabía, digamos que se trata de un proceso largo y duro porque no están las personas a quienes más quiero —la mirada triste del chico encogió el corazón de Idunn—. Aunque no he estado solo porque Edrick y Max han estado conmigo, lo que es muy raro, porque bueno, son personas a quienes acabo de conocer, ¿no? —soltó una risa amarga—. Pero han sido de gran ayuda.

   —Ahora me tienes a mí —lo abrazó.

   —Idunn, sé que estás conmigo y para mí, pero no quiero arrastrarte a algo que mate más tu cabeza.

   —¿De qué hablas?

   —Sabes a lo que me refiero, tienes mucho en tu vida y no lo exteriorizas, esa parte de ti la admiro. Fuerte, valiente, discreta y entusiasta, eso eres y en verdad es grandioso saberlo, por ello no quería contarte lo que sucedía. Digo, eres un ejemplo de muchas cosas, diosa, has guardado tan bien las cosas, que ¿por qué no podría yo guardar uno?

   —¿Me lo ocultarías por tanto tiempo?

   —Sólo hasta donde considerara que fuera capaz de sobrellevarlo.

   —Entiendo.

   —No quiero que te enojes, ni que creas que no he confiado en ti.

   —Ya.

   —Idunn, tú le has ocultado a todos… —lo interrumpió.

   —Calla.

   —Creo que sería buena idea que los demás supieran, deben hacerlo.

   —Pero no ahora, no en este momento.

   —¿Y cuándo será el momento? —preguntó molesto.

El timbre de la puerta sonó y les interrumpió la conversación, Idunn dio gracias al cielo porque Cameron llegara en el momento más oportuno, pero el chico maldecía que llegara en el momento menos indicado. Elliot sabía tantas cosas de Idunn, podría decir que la conocía en su totalidad y que ella no guardaba secretos hacia él, pero había una gran excepción, el reto y algo más…

Su mayor temor en la vida era no ser parte de la felicidad de otros, hace casi un año se había prometido ser parte de los motivos que le dieran felicidad a sus amigas, esto nació principalmente por Idunn, cuando la castaña dejó de asistir a clases dejó un gran vacío, no sólo en el salón de clases, sino en los corazones de los demás estudiantes, más que todo en el de él y Young-mi. Aunque él la veía todos los días, al menos cada que Malcom y Melissa le permitían, poco después de aquel acontecimiento, los padres le habilitaron una habitación en su casa, para que pudiera convivir más tiempo con ella.

Idunn estaba agradecida por aquello, era un gran gesto de amistad, vaya que lo era, pero a pesar de tenerlo a él a su lado, al chico que quería como hermano y quien en muchos días grises le sacó una sonrisa. Era infeliz. Aunque no soportaba a Irina, llegó a extrañar los momentos en los que la pelinegra era un mosquito, también extrañaba las largas horas al lado de Youg-mi, mientras la asiática se encargaba de enseñar cada cosa sobre la cultura coreana y sobre su grupo favorito BTS.


●●●


Faltando un cuarto para la medianoche, Cameron salía de la casa de la castaña. Elliot se quedaría a dormir aquella noche, habían arreglado gran parte de lo que tenía Idunn planeado, a pesar que el resto de la noche era para ellos, se durmieron temprano, no volvieron a tocar el tema que habían dejado en puntos suspensivos.

La vista que le regalaba aquel balcón era asombrosa, se había dado cuenta que no sólo los videojuegos le servían como un refugio para protegerlo de los nubarrones que cubrían la poca alegría que su corazón poseía. No le importaba tener que conducir tantos kilómetros para poder encontrar paz en su alma, la cámara y los implementos que traía en aquella mochila se habían convertido en sus aliados y compañeros de fugas.

Desde que salió de la casa de Max había avisado a Dick que esa noche no llegaría a casa, compró comida en el camino y eso le serviría para sustentar sus necesidades hasta el siguiente día. A pesar de salir molesto y tomar la nota que Nicholas tenía en las manos, no la había leído, la curiosidad no era parte de él en aquel momento, tenía cosas más importantes en que pensar y qué hacer.

A eso de las tres de la mañana, cuando ya se había desocupado y terminado de hacer todo lo que debía, se dispuso a leer la nota. No era un gran papel, no podía decir gran cosa.


“Te perdono ojos locos, tu forma de pedir perdón es… peculiar, sé que te cuesta decir las cosas, así que valoro el esfuerzo que haces. Gracias por la flor, aún no entiendo cómo logras conseguirlas”.
Nos vemos, besos <3.


A la noche siguiente Edrick apareció en casa como si nada hubiese pasado, no escribió más a la castaña, tenía llamadas perdidas de Cameron, pero no devolvió ninguna. Las únicas dos personas que no buscaban la forma de comunicarse con él, eran Dick y Max, ambos sabían que él se alejaba cuando necesitaba despejar su mente.


●●●


Aunque Max sabía que para Edrick el día de su cumpleaños era como un día cualquiera, siempre se esmeraba por hacer algo que le sacara una sonrisa. El viernes por la mañana se instaló en el jardín delantero de la casa Meyer, encendió las bocinas y con gran volumen, sin importarle que los vecinos se despertaran y luego reclamaran aquello, la canción Happy Birthday comenzó a sonar y con voz alegre y diversión gritó:

   —¡Feliz cumpleaños, Meyer! ¡Feliz cumpleaños al tipo más grandioso de toda la jodida existencia! ¡Te amo, mejor amigo!

Edrick no era nada afectuoso, lo contrario a Max. Siempre apuntaba que Dick y su mejor amigo eran los encargados de dar amor, cuando él era quien regaba el mal genio. Y como no podía faltar, el castaño se levantó de la cama con el entrecejo fruncido.

   —Max, son las seis de la mañana ¿qué mierda quieres?

   —¡Feliz cumpleaños, ojitos misteriosos! —gritó el chico desde el jardín.

   —Mete tu trasero apestoso a la casa —habló con molestia.

   —Aún no me explico como puedes ser tan desgraciado y no apreciar lo que hago por ti con todo mi amor —fingió sentirse dolido ante aquellas palabras.

El de rizos se adentró a la casa y subió hasta la habitación del castaño.

   —Siempre diré que te ves sexy sin camisa —dijo al ver al chico sólo con bermudas.

   —A veces me extrañan las cosas que dices.

   —No aceptas cumplidos de nadie, sólo los míos —hizo una pausa—. Y supongo que los de Idunn —el otro alzó los hombros—. Feliz cumpleaños, hermano —se acercó para abrazarlo y el castaño correspondió.

   —Gracias Max. Te quiero —aquellas palabras sorprendieron al rizado y lo abrazó más fuerte.

   —¿Quién eres y qué le has hecho a mi mejor amigo? —preguntó Max fingiendo llanto.

   —Estúpido —carraspeo.

   —He esperado tanto el día en que ustedes salgan del closet —les interrumpió Dick con un tono divertido en la voz.

   —Cállate papá —le reprendió el menor de los Meyer.

   —Feliz cumpleaños al consentido de la casa —respondió ignorando a su hijo y acercándose para abrazarlo.

   —¿Acaso has consentido a alguien más en toda tu jodida vida? —le cuestionó Max.

   —Buen punto —admitió el hombre—. Vayan a dormir —ordenó—, recordemos los viejos tiempos.

A la mente de Edrick vinieron las noches de hace algunos años, cuando después de jugar hasta tarde y Max se quedaba a dormir en su casa, los tres dormían en la cama luego de ver una película, si es que la veían, porque se quedaban dormidos.

Despertó cuando el reloj marcó las ocho con treinta minutos, su mejor amigo seguía durmiendo, pero su padre ya no estaba. Tenía algunos mensajes de varios seguidores, como de algunas personas que alguna vez lo habían llamado amigo, también de sus compañeros de estudio.

Durante los años anteriores Edrick no solía salir de su casa, en esta ocasión no haría la excepción. Su padre le había dejado un desayuno especial antes de irse de la casa, a él y a Max. Supo que su mejor amigo había despertado cuando los sonoros bostezos llenaron el corredor que venía de las gradas del segundo piso.

   —¿Qué haremos hoy? —preguntó sentándose en una de las sillas.

   —Nada, como todos los años.

   —¿Por qué siempre tienes que ser aburrido?

   —No soy aburrido, sólo que no le encuentro sentido a celebrar un día con cosas de ese tipo.

   —Bueno, entonces hagamos de cuenta que… es un día normal, común y corriente.

   —Ah, ¿si?

   —Ajá, vamos a beber, ya sabes, con Cam, como siempre lo hacemos, es más, podemos decirle a Nicholas y Dimitri.

    —No tengo ganas de nada, Max.

   —Me vale una mierda si tienes o no ganas, vas a levantar ese asqueroso trasero de creación divina y nos vamos a emborrachar hasta olvidar que hoy es viernes.

Ambos chicos rieron y se dedicaron a comer. Dick le había dado el día libre a Max para que pudieran hacer lo que hacían la mayor parte del tiempo, jugar RallyForce y también hacer cualquier cosa que quisieran.

Horas más tarde Cameron llegó a la casa, con globos y un obsequio. Tomaron el auto para salir a almorzar juntos y así iniciar con su día, al salir del restaurante y estando a punto de subirse al vehículo, el castaño les dijo:

   —¿A dónde vamos? ¿qué planes tienen?

   —Dijimos que nos dedicaríamos a beber toda la noche, ¿no? —habló Max.

   —Cam, ¿tienes planes? Me refiero a si tenías algo en mente.

   —Eh… creo que no, ¿por qué?

   —Podríamos, no sé… ir a otro lado. ¿Y si llamas a tu madre para decirle que iremos a un lugar fuera de la ciudad? —propuso el ojiazul.

   —¿Quieres que viajemos?

   —Ajá —contestó con desdén.

   —Paso —se atrevió a decir a sabiendas que aquello le molestaría.

   —Bien, ¿y tú, Max?

   —Yo acepto todo lo que me pidas, menos eso que ya sabes… no eres de ese tipo y yo tampoco, te halago y todo eso, pero…

   —Bueno, vamos a dejar a Cam a su casa y luego nos vamos. ¿Sí?

Todos asintieron y subieron al auto, hasta entonces no había buscado a Idunn, tampoco ella se había comunicado con él. A pesar que alguna vez ella insistió tanto en saber cuándo era el cumpleaños del castaño, él le comentó que solía pasarlo como un día normal, sin festejarlo, ni cosa por el estilo. Cuando llegaron a casa de Cameron ambos bajaron y la acompañaron hasta la casa, allí dentro la madre de la mulata los esperaba, la señora quería demasiado a ambos chicos y sabía que se trataba del cumpleaños de Edrick, así que había preparado una tarta de tres leches para que comieran juntos.

Aunque el castaño quería irse a otro lado, aceptó la propuesta de la mujer. Comieron todos juntos y conversaron de todo tipo de cosas, aquella señora había sido un gran ejemplo femenino para Edrick, al igual que la madre de Max, así que ninguno de los chicos se sentía incómodo conviviendo con ellas.

Cuando estaban por retirarse, Cameron le pidió a Edrick que la llevara a casa de Dimitri para ir por unas cosas, al chico le parecía estúpido porque no era el chofer de nadie, pero no podía negarse a un favor, menos si se trataba de su amiga.


●●●


Idunn había ido a la escuela y luego de eso se dirigió a casa de Elliot para poder hacer sus tareas, no había olvidado el cumpleaños de su novio, pero aquel seguía sin comunicarse con ella, sabía que no estaban peleados, que todo se había arreglado aquel día en la casa de Max, aunque por momentos llegó a pensar que la nota no había sido suficiente para el engreído de su novio. Sin embargo, ya tenía todo planeado, después de terminar sus tareas se reunió con sus amigos.
Cuando Edrick y Max estaban por irse, Cameron habló:

   —¿En serio se irán?

   —Sí —respondió el castaño.

   —¿No estarás con tu papá? —cuestionó y aquello ya lo estaba desesperando.

   —¿Debería? Nunca le aviso que saldré, sólo dejo un mensaje o una llamada y todo listo.

   —Pero es tu cumpleaños, amigo —intervino Max—. Tal vez quiera acompañarnos.

Edrick les dedicó una mala mirada y resopló para finalmente decir:

   —Bien, le llamaré y depende de lo que diga, pasamos por él.

Sin que él se diera cuenta, Cameron y Max se dedicaron una mirada cómplice. En el camino decidió llamar a Dick y hasta la segunda llamada atendió:


■■■


   —Saldré de la ciudad con Max, ¿quieres venir?

   —Hola padre, hola hijo, ¿tienes planes para esta noche? No, ¿por qué? Quería salir de la ciudad con Max, ¿vienes? —fingió un diálogo—. Pasa por mí, voy a preparar unas cosas para antes de irnos.

   —Ya llegamos —contestó tajante.


■■■


Se dirigió hasta su casa y al llegar llamó a su padre para que avisarle que estaban fuera, pero este no contestaba. Se estaba desesperando. Sus dedos tamborileaban sobre el volante y Max lo veía ansioso.

   —¿Y si lo vas a traer?

   —¿Para? —enarcó una ceja.

   —Tal vez no ha visto su móvil.

   —No tengo tiempo para eso.

Max salió del auto y se dirigió hacia la casa, pero cuando llamó a la puerta, nadie abrió. Las luces del segundo piso estaban encendidas, se volteó a ver a su amigo y alzó los hombros, ante esto Edrick rodó los ojos y se bajó.

   —Esto es una estupidez —se quejó y sacó las llaves de su bolsillo.

Max dejó que él entrara primero y las luces del despacho, la cocina y el pasillo que llevaba a las gradas del segundo piso también estaban prendidas.

   —¿Dick? —habló y al voltear a ver a su amigo, Max seguía en la puerta sin entrar —¿qué haces ahí? Mueve tu trasero y ayúdame. Ve al despacho, iré al segundo piso.

   —Bueno —respondió el chico.

Edrick estaba subiendo las gradas cuando escuchó un sonido que provenía de la que alguna vez había sido la sala familiar.

   —Dick no tengo tiempo para tus juegos —dijo molesto.

Avanzó unos cuantos pasos más y al llegar los gritos y risas lo ensordecieron:

   —¡Sorpresa! —gritaron entre risas.

Aunque Idunn había imaginado muchos escenarios sobre la reacción de Edrick, por su mente nunca pasó aquella. Los ojos grises del chico estaban oscuros y brillantes, su mandíbula estaba tensa y su entrecejo fruncido «Mierda», pensó.

   —Feliz cumpleaños, ojos locos —se acercó a él con cierto temor.

El sensor plateado que traía en su rostro sólo veía con detenimiento a cada uno de los presentes, Dick, Cameron, Elliot, Young-mi, Dimitri, Nicholas, Hanna, ¿Max? e Idunn. La castaña redujo el espacio entre ellos y se atrevió a abrazarlo. Si algo había aprendido en estos meses de su novio era que, el chico sólo abrazaba cuando a él se le daba su jodida gana o cuando tenían algún momento tierno o de triunfo, por el contrario no, y en ese preciso instante, no habían vivido nada de eso.

El chico aceptó el abrazo y depositó un beso en la cabeza de la chica, murmuró un corto: “Gracias”, y no la soltó de su agarre a pesar que los demás estaban ansiosos por acercarse a él. Fue Dick quien rompió aquel momento incómodo ofreciendo bebidas con y sin alcohol, Cameron los observaba con detenimiento, no podía dejar pasar que Idunn había estado con gran emoción durante la organización y aunque estaba abrazada a él, no parecía realmente cómoda. La mulata comenzó a caminar en dirección a donde la pareja estaba, pero inmediatamente Edrick caminó en dirección contraria, hacia donde estaba la mesa de postres que habían colocado al costado de la habitación.

   —¿A qué se debe todo esto? —preguntó cuando estuvieron alejados de los demás.

   —¿Ah?

   —Ya sabes, los pastelillos, la comida, bebidas, etc.

   —Son parte de una sorpresa, ¿no ves? Si comprendes lo que es una celebración sorpresa, ¿no? —las mejillas de Idunn se tornaban coloradas por la molestia.

   —Novata, te lo agradezco, en serio —habló con un tono de voz relajado pero cansado—. Pero creí que te lo había dicho, no suelo celebrar mi cumpleaños.

   —Yo no solía hacerle caso a los idiotas y mírame, soy tu novia.

   —Tu lo quisiste, no yo.

   —Eres un malagradecido —dijo soltándose de su agarre, pero él no se lo permitió porque jaló su brazo para estampar sus labios contra los de ella.

Él sabía que los estaban viendo, pero no le importaba en realidad. Sólo quería evitar discusiones con ella y con Cameron, que si sabía que estaba siendo un idiota, lo colgaría. Se separó de ella y susurró:

   —Te he dicho que gracias, así que no soy un malagradecido, me hubieras dicho —ella alzó una ceja.

   —¿Sabes cuál es el significado de sorpresas?

   —Lo sé, pequeña. Pero me refiero a que, hubiéramos hecho algo distinto, tú y yo, ya sabes. Pero, gracias, novata.

Nuevamente dejó un beso en los labios de la chica y ambos comenzaron a disfrutar del momento, los demás se acercaron a él para felicitarlo y poder conversar un rato. Las bebidas embriagantes estaban haciendo efectos en unos y las que no contenían alcohol se estaban acabando, varios de ellos se quedarían en casa de Edrick, otros tendrían que volver a sus casas. Young-mi, Elliot y Hanna.

Max se había ofrecido a llevar a Young-mi a casa, pero el alcohol ya estaba haciendo efecto en su organismo, así que aprovechando que Elliot traía su auto, se fueron juntos. Después de despedirse de su mejor amiga, de Edrick y el resto de chicos, pasaron al lado de Dick y Hanna que conversaban muy cómodamente.

Idunn había formado buenos lazos con Cameron desde la última vez que se vieron, alguna vez había pensado que la mulata sería como ese tipo de amigas que se entrometen en las relaciones de sus amigos o que en algún momento Edrick se iría con ella y la dejaría de lado, pero no, no había sido así. Tampoco entendía porqué tenía aquel tipo de pensamientos, si el castaño sólo era un reto, no significaba nada, el tiempo que sus padres le habían impuesto estaba por acabar y hasta cierto punto, aquello le entusiasmaba, por otro sentía que no quería alejarse de él, ni de los demás.

Dick se acercó a Edrick y le pidió que lo acompañara, salieron de la sala y se dirigieron al cuarto de juegos del menor.

   —Iré a dejar a Hanna —informó el hombre.

   —De acuerdo, ¿para eso me llamaste?

   —No, ve a ver tu regalo —señaló a una caja de gran tamaño que había al costado de la cama que había ahí.

   —¿En serio, Dick?

   —Así es —asintió.

El castaño rompió el envoltorio y abrió la caja, lienzos, óleos, pinceles, arcilla, cinceles y cuanta cosa pudiera servirle a Edrick para realizar su arte. Después de detallar cada una de las cosas se alejó de los objetos y fue hacia donde estaba su papá y lo abrazó.

   —Gracias, papá.

   —Para el consentido de papá, todo lo que quiera.

   —Pero no lo he pedido —dijo divertido.

   —Sé que lo necesitarás.

   —Gracias —repitió.

   —No agradezcas nada —respondió sentándose en una de las sillas.

   —De acuerdo.

   —¿Qué te parece la sorpresa de tu novia?

   —Nada mal, no sé porqué lo hizo.

   —Tal vez te quiere —apuntó el mayor.

   —Qué dices, eso no puede pasar.

   —Eres capaz de robar sonrisas, suspiros y corazones, Edrick.

   —Eso yo lo sé, pero no tendría porqué quererme. No soy el tipo de novio que las chicas quisieran tener.

   —Pero sí el que muchas quieren.

   —Pero nadie lo tiene.

   —Idunn te tiene, eres su novio.

   —Idunn es un juego papá, tú lo sabes.

   —Juego o no, es tu novia.

   —Necesito que esto terminé, te empecinas tanto en que es mi novia, que hay sentimientos involucrados y eso no es así.

   —El juego termina cuando alguno termine su relación, pero creo me he enamorado de Hanna, hijo —Edrick lo volteó a ver y sonrió.

   —O eso crees, sólo para joderme la vida.

   —No, lo digo en serio Edrick. No fue buena idea este juego, no puedes jugar con cosas que involucran sentimientos, te terminas enamorando.

   —Tú y los demás, pero yo no me enamoro, es estúpido.

   —No me digas que no sientes nada por Idunn.

   —¿Desesperación?

   —No seas cruel, que te ha hecho bien convivir con ella.

   —Sí, quizás, pero no siento nada por ella. Idunn es un juego que acabará cuando tú termines tu relación con Hanna.

   —Mi relación con Hanna no acabará, Edrick. Así que, pierdes o aceptas que te estás encariñando con la chica de ojos amarillos.

Después de estas palabras Dick se levantó y se dirigió a la salida, antes de irse volvió a decir:

   —Iré a dejar a Hanna, Idunn se quedará a dormir.

La charla había terminado y el castaño se quedó en su habitación pensando en formas de ocasionar que su padre terminara su relación, no podía haberse enamorado, sólo quería joder su existencia y alargar más toda esa mierda.

Lo que ninguno de los dos Meyer se había dado cuenta, fue que Max había escuchado accidentalmente la conversación, pues había ido al baño que estaba en la habitación y se había quedado encerrado en este. Tal vez estaba ebrio, pero nada le quitaba la seguridad de lo que había escuchado y salió con una expresión de molestia del espacio en el que se encontraba.

   —¿En serio, Edrick? ¿Un maldito juego? —el aludido lo volvió a ver y aunque pensó en muchas cosas que sirvieran como justificación, no dijo nada—. ¿No dirás nada?

   —¿Qué quieres que te diga? —contestó poniéndose de pie—. Has escuchado todo y creo que es estúpido tratar de crear un argumento para toda esta mierda.

   —Creí que esto era real, lo digo en serio. En tus ojos, en los de ella. ¿Ella lo sabe? —negó—. ¿Ella no sabe que es tu maldito juego? —se exaltó y Edrick se acercó a la puerta para asegurarse que nadie escuchara.

   —Sí, es un juego, Max. ¿Qué más te puedo decir? Lo escuchaste.

   —Edrick, esto va en contra del estúpido juramento que hicimos hace años.

   —¡Éramos unos críos, Max!

   —Unos críos que estaban decepcionados porque tu puto estado de ánimo estaba de la mierda —alegó—. ¡La estás dañando! —gritó.

   —No estoy dañando a nadie.

   —¿No? Ah, disculpe usted, joven yo todo lo sé. Ella te quiere, que tú seas un maldito hijo de puta que no tiene sentimientos, no significa que ella no sienta.

   —¡Ella no siente nada por mí!

   —¿Por qué tan seguro, Meyer? Sus ojos brillan cuando te ve, es feliz a tu lado.

   —Todos son felices al lado de personas que las sacan de su mierda, Max.

   —Eres un desgraciado.

   —Lo sé, siempre lo he sabido y tú también lo sabías, ¿no? Eres mi mejor amigo, no creo que eso te sorprenda.

   —No me sorprendería si no se tratara de mujeres, Edrick. Pero estás jugando con esos seres por quienes prometimos no hacerle daño a ninguna —el castaño chasqueó la lengua—, estás jugando con una chica. Al final, terminarás haciendo daño igual que tu madre te lo hizo a ti.

   —No digas estupideces, Max.

   —¿Estupideces? Al menos yo las digo, pero tú las haces. Y grandes cagadas también, adiós, Edrick. Que disfrutes tu mierda y espero reflexiones lo que haces —el otro soltó una risa sarcástica—, no me vuelvas a llamar, ni pedir ayuda de nada.

El de cabello rizado salió de la habitación dando un portazo, Edrick no se movió de su puesto y sólo rio ante aquello. Inmediatamente Cameron y Nicholas estaban en la habitación y Dimitri iba tras de Max, pero el chico iba hecho furia y no hizo caso de las llamadas que el otro le hacía.

   —¿Qué mierda hiciste, Meyer? —habló la mulata desde la puerta.

   —¿Acaso te importa, Cameron? —su tono era pesado.

   —No le hables así, Edrick. ¿Qué carajos contigo?

   —¿Qué carajos? Estoy harto de toda esta mierda —se abrió paso entre ellos y al final del corredor estaba Idunn con un gesto de preocupación.

Se acercó a ella y dio un beso en su frente y dijo:
   —Gracias por todo —la ira le corría por su organismo—, lo siento. Regreso al rato, Dick ya vendrá.

Seguido de esto, bajó y del armario tomó una chaqueta. Idunn y el resto se quedaron en la puerta viendo cómo tomaba la motocicleta y se perdía por la calle. Los ojos de la castaña se llenaron de lágrimas, Cameron la consoló y distrajo hasta que llegó Dick y este no entendía qué mierda había pasado, pero les pidió amablemente a todos que se fueran, menos a Idunn.
En los sofás de la sala de estar estaba sentado con un vaso de vodka en la mano, Idunn se había recostado en uno de los muebles y dormía. Tuvo que distraerla y conversar de diferentes cosas, como el porqué de que Edrick no celebrara sus cumpleaños.

A eso de las dos de la mañana el cerrojo de la puerta sonó, y ambos se despertaron, era Edrick. A pesar de que venía en una sola pieza, su cuerpo se tambaleaba y sus pies estaban torpes.

   —¿Qué diablos, Edrick?

   —¿Qué? —masculló.

   —Idunn, ve a la habitación, cariño. Ya llegaremos nosotros, tengo que hablar con él.

La castaña lo veía y la mirada gris parecía perdida, no la veía o si lo hacía no tenía la misma chispa que en otros momentos. Nunca había visto a Edrick ebrio, al menos no de esa forma, había examinado con la mirada que no tuviera algún golpe o sangre en su ropa, pero gracias al cielo no tenía rastros de haber sufrido algún percanse.

Media hora más tarde su suegro llegó a la habitación donde ella estaba, olía a alcohol, de seguro por el vodka que había estado bebiendo horas antes. Ella estaba sentada en la orilla de la cama, ya no traía la misma ropa que durante la celebración, sino una pijama.

   —¿Está bien? —preguntó cuando el hombre se acercó sin decir nada.

   —Sí, sólo necesita dormir y sufrir una buena cruda —soltó una risa amarga—. ¿Tú cómo estás?

   —Yo bien, ¿puedo ir a verlo?

   —Claro, está dormido, pero servirá para que quites esa carita de angustia.

   —Lo siento.

   —No, no digas eso. Hiciste algo bonito y lo hiciste sentir especial, pero hay varias cosas de Edrick que lo hacen ver como un ojete en algunos momentos. No creas que hiciste algo malo, porque no fue así.

   —Gracias —murmuró.

   —Levanta ese ánimo, al menos no te perderás la oportunidad de ver a Edrick Meyer en una resaca —rio—. Ya sabes donde encontrarlo, yo iré a dormir, te quedas en tu casa niña, duerme donde te parezca conveniente.

   —Que descanse, señor Meyer.

   —¿Señor?

   —Dick, perdón —ambos rieron y el hombre abandonó la habitación.

Entró a la habitación y en la cama estaba cubierto hasta medio cuerpo, dejando ver su torso desnudo. Se acercó con un poco de nervios, no quería despertarlo, algo le decía que si eso ocurría, sería como despertar la furia de un monstruo. Al estar al costado de la cama se sentó y comenzó a detallar el rostro de su novio, las pestañas rizadas del chico eran envidiables, también hacían que resaltara su mirada loca y misteriosa.

Con sus dedos comenzó a recorrer el perfil del chico, se veía tierno, dulce, encantador, perfecto e inofensivo, alguien a quien se debía cuidar, pero cuando se despertaba era algo contrario.

   —Acosar a la gente podría considerarse delito, novata —murmuró y ella se sobresaltó.

   —Duerme —«Mierda»—, es todo un sueño —dijo en el mismo tono.

   —Si fuera un sueño no sintiera tan reales tus caricias —seguía sin abrir sus ojos, pero una sonrisa se dibujó en su rostro.

   —Creí que estabas demasiado ebrio.

   —Tal vez lo esté, pero eso no quita que pueda hablar y decir las cosas con la verdad.

   —Pero si a duras penas hablabas.

   —Novata, estoy ebrio, pero no soy estúpido.

   —Bueno, en ese caso, descansa.

Ella hizo el intento de levantarse pero él la tomó del brazo.

   —Duerme acá.

   —¿Para? No quiero despertar vomitada.

   —No vomito cuando bebo, sólo acuéstate, no es necesario que te pegues a mí.

Después de esto, el chico cayó en un profundo sueño y ya no volvió a hablar, también aflojó el agarre de la muñeca de ella. A pesar de todo y que no entendía cómo había hablado de forma tan lúcida, Idunn optó por quedarse a dormir en la habitación de él, no sin antes colocar una muralla de almohadas entre ambos.


●●●


Los padres de Idunn estuvieron de vuelta en la ciudad el sábado por la noche, así que desde ese día había vuelto todo a la normalidad, al menos para ella. Edrick se había disculpado por su comportamiento y por emborracharse y a pesar de como lo habían visto, sólo despertó con gran sed. Sin embargo, el castaño no podía decir que sus días volvieron a lo que eran antes, Max no le hablaba, al parecer si había tomado en serio lo de no volverse a hablar, Cameron le seguía hablando, de manera que estaba seguro que su amigo no había hablado con nadie de aquello, pero necesitaba arreglar las cosas, no le gustaba pelear con sus amigos, mucho menos enojarse. Quizás Edrick no era de buscar a una chica para arreglar las cosas, pero sí de buscar a Max para resolver el problema.

El miércoles por la tarde, después de visitar a Idunn, se dirigió a la casa de su amigo, al llegar la madre de este le indicó que no estaba, que había salido con su novia. Esperó varias horas y finalmente, el chico llegó y aunque estuvo por regresarse por donde venía, Edrick logró convencerlo para poder hablar.

   —¿Podemos hablar?

   —¿Qué quieres?

   —Hablar, ¿no es obvio?

   —No tengo tiempo —el de mayor estatura casqueo la lengua.

   —Max, no seas así.

   —Te doy diez minutos.

   —De acuerdo.

Comenzaron a caminar por la calle y Edrick le explicó cómo había iniciado todo, qué había pasado, cómo se había dado la relación de ambos y cómo estaba manteniendo todo. Habló del porqué no había explicado nada, también que no quería causarle daño a Idunn.

   —Te juro, lo que menos quiero es hacer sufrir a Idunn.

   —Entiendo, esto es confuso, loco y fuera de lo normal.

   —Lo sé, pero creo que era algo bueno, ¿no?

   —No lo sé, en parte creo que sí, pero siento que traerá muchos problemas.

   —¿Por qué?

   —¿Y si uno de los dos se enamora? —cuestionó el rizado.

   —No creo, esas cosas no pasan.

   —Eso puedes decir de ti, pero ¿qué hay de ella?

   —¿Crees que se enamore? —preguntó el ojiazul con la mirada fija al atardecer.

   —Yo creo que ambos están enamorados, Edrick.

   —¿De qué hablas?

   —Sus ojos, sus acciones, sus gestos, todo. La forma de comportarse de ambos.

   —No te entiendo.

   —¿Cómo te sientes tú con ella?

   —Bien —respondió sin más.

   —¿Sólo bien?

   —No sé, es complicado. En ocasiones logra sacarme de quicio, luego me hace reír, es tan ocurrente, linda, tierna, inocente e ingenua, pero muy orgullosa.

   —¿Te gusta algo de ella? —negó y luego asintió—. ¿Qué te gusta?

   —Su forma de ser es muy alegre y es lindo —una sonrisa se dibujó en el rostro de Edrick—. Y sus ojos, ¿sabes? Son hechizantes, me encantan —confesó—, te pueden atrapar y hacer sentir muchas cosas.

   —¿Te escuchas? Edrick, ¿te has enamorado de Idunn? —el castaño lo volteó a ver con el cejo fruncido.

   —No sé, contestar tu pregunta sería muy precipitado y fuera de lo acordado, ¿no crees?

   —¿Me estás diciendo que sí? Pero aún no lo aceptarás.

   —Sería algo prematuro de mi parte afirmar algo de tal magnitud.

   —¿Entonces?

   —Creo que ahora me encuentro en un limbo de sensaciones, donde desconozco la mitad de ellas y el resto me producen emociones de las que yo ya era conocedor.

   —Vale, entiendo. Entonces estás confundido.

   —Qué va, la confusión no entra en le perímetro de sensaciones que mi cuerpo y mente procesan. Esas van más allá de lo que es certero —la mirada confusa de su mejor amigo le hizo entender que no estaba siendo claro—, lo que quiero decir es que, aunque desconozco una parte de lo que mi ser percibe, estoy seguro de a dónde me dirige este camino.

   —¿Y cuál es? —preguntó Max.

   —Ese lugar en el que por primera vez podré decir…
El teléfono de Max sonó, era su madre pidiéndole que llegara a casa, pues tenían que salir a una cena familiar. De regreso a la casa de su mejor amigo terminaron aquella conversación, Max a veces no solía entender a Edrick, pero en esta ocasión estaba seguro de a dónde iba la situación y aunque al principio se había molestado por lo que había escuchado aquella vez en la habitación, tener el contexto de todo y la otra parte de la historia, le hacía entender todo.

   —Ya sabes, no puedes decirle nada de esto a nadie. Por favor, Max.

   —¿Cuándo he revelado nuestros  secretos? —preguntó divertido.

   —Gracias Max.


ᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖ💜🎮💙ᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖᨖ

Holiwis uwu
¿Qué tal están? Espero que bien <3

Alto ahí... ¿qué esconde Idunn a Elliot? Y más curioso, ¿qué esconden este par al resto?

¿Qué les parece la actitud de Edrick en su cumpleaños?

¡Max lo sabe! ¡Ahora él lo sabe! ¡Dioooos!

Esa conversación entre nuestros chicos bellos :0

¿Creen que hay sentimientos entre nuestros gamers? 👀🤔

El lunes les tengo una sorpresita <3 y una noticia :3

Ojo, preparárense, estén atentxs a lo que leen o.0

Con amor:
Andy 🍀🤍

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