Ella :
según he escuchado por ahí , una joven doncella esta extrañando mucho a su querido caballero ha dejado su suerte a una botella encargada de llevar un sencillo pero significativo mensaje " te quiero "
El:
Rumores de entre silbidos salieron, preocupados ante la situación, preguntaron y sin mucho más esperaron. El suspiro dijo al angustiado silbido: ese incomprensible y clandestino sentimiento en el que suelo materializar en frases sueltas aquella doncella, que por temas de calidez y muerte terminan ahogándome. Entonces el silbido exclamo: de los peores vicios existentes extrañar esta, así que sonríele un silencio y confía en sus palabras, comas y puntos...
asi dentro de la inmensidad de su mirada, hallo una recóndita botella , yéndose silbando y suspirando
el joven encontró la felicidad.
Ella:
La joven sonrió.
hace ya un buen no disfrutaba de la calidez de sus palabras y la bella forma en que convierte una charla en sencilla poesía.
El :
Es menester mio velar por su felicidad y goce, de los maravillosos regalos de la vida, los cuales no deben ser los mas grandes para cautivar. Basta con un te quiero en una botella o una discusión entre el silbido y el suspiro. Basta con ellos para alumbrar un día, aunque usted, usted es luciérnaga, capaz de capacidad de emitir luz en el instante deseado.
Ella
Bendecida soy, si puedo darte luz. Bendecida la joven doncella que pudo entregar el mensaje perdido en la botella. Bendecido nosotros que sabemos encontrarnos en las letras.
El
Privilegiado aquel quien posee una amistad, una amistad de mujer llamarada, de luciérnaga incandescente.