Una dulce espera

By LadyYuuKatsuki

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Yuuri Katsuki y Viktor Nikiforov son un matrimonio que desde hace tiempo ha visto su sueño de ser padres como... More

Una dulce espera

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By LadyYuuKatsuki

Eran las siete de la noche en la ruidosa Tokio por lo que una multitud de personas se amontonaban en las paradas de autobuses y en la estación de metro tal como es de esperarse en las horas pico de una gran ciudad. En uno de los vagones un alfa de origen ruso con cabellos color plata y ojos azul océano cabeceaba al arrullo del suave vaivén del vehículo mientras abrazaba la mochila que llevaba sobre sus piernas, estaba fatigado por la larga jornada laboral pero aún asi se levantó con rapidez cuando sintió el vagón detenerse en la estación Shinbashi que se encuentra en el centro. Al salir vio su reloj y se dio cuenta de que debe darse prisa si quiere llegar a tiempo al sitio planeado, caminó de prisa y al dar la vuelta a una esquina vio con alegría que un gran negocio de ropa seguia abierto por lo que entró de inmediato.

--Bienvenido.-- lo recibió una amable empleada.

--Gracias señorita, ¿me podría indicar por favor en que piso se encuentra la ropa infantil?.-- preguntó con la intención de ahorrar minutos en buscar en la inmensa tienda.

--Tercer piso al fondo.--

--Muchas gracias.-- agradeció haciendo una reverencia.

Al instante subió por una amplia escalera eléctrica hasta el tercer piso y se dirigió al fondo donde grandes hileras de colorida ropita de bebé esperaba por los felices compradores que ven aquellas prendas con el corazón lleno de alegría.

--¿Le puedo ayudar en algo?.-- se acercó una chica.

--Eh...¿podría mostrarme conjuntos como para gemelos?.--

--Con mucho gusto, pero dígame, ¿es para niños o niñas?.--

--Es una niña y un niño.-- contestó con cierto orgullo.

--¡Ya entiendo!, sigame por favor.--

La empleada lo guió hasta un mostrador donde le mostró varios conjuntos para ambos sexos en colores diversos ideal para futuros papás que como él espera a un par de mellizos.

Eligió diez piezas, cinco para cada bebé teniendo cuidado en que armonizaran perfectamente entre si al ser similares pero a la vez adecuado para cada sexo. Antes de pasar a la caja la sección de maternidad le llamó la atención asi que se dirigió hacia allá para inspeccionar un traje de dos piezas de color azul en delicada lana de cachemira convenientemente amplio para la comodidad de un omega embarazado. Lo vio con detenimiento y tras comprobar que efectivamente era de la talla correcta lo puso en la canasta junto con un par de pantuflas, dos pares de botines de tela para bebé y un par de toallas con capucha en forma de osos.

Unos minutos después salió triunfal de la tienda con su paquete de compras para a toda prisa volver a la estación y asi dirigirse a su hogar el cual se encuentra en los suburbios de Tokio cerca de una zona llena de graciosas tiendas de té y de ramen que suele visitar con su esposo japonés los fines de semana aunque en los últimos meses esto ha sido poco frecuente ya que las náuseas han sido una constante en el embarazo de Yuuri Katsuki un omega de 24 años casado con Víctor Nikiforov desde hace tres años.

Al salir de la estación caminó a paso rápido las tres calles que lo separan de su pequeña vivienda de dos pisos rodeada de un hermoso jardín cuidadosamente cultivado por ambos esposos. Al entrar dejó sus zapatos en el vestíbulo y se puso unas cómodas pantuflas de casa no sin antes acariciar la cabeza de un gran caniche que reclamaba atención, enseguida se adentró a la sala donde su amado omega reposaba sobre un sofá vestido con un camisón blanco y holgado que no obstante dejaba ver su prominente vientre tal como era de esperarse en alguien que llevaba a dos pequeños seres dentro de el.

--¡Al fin estás en casa!.-- exclamó con alegría el japonés abriendo los brazos para recibir a su esposo.

--¡Lo siento pero hoy tuve demasiado trabajo, el señor Yamada nos ordenó revisar las cuentas de la semana.-- contestó mientras besaba la frente de su pareja.

--No tienes por que disculparte.--lo tranquilizó el nipón.

--¿Mejor dime cómo te has sentido hoy?.-- preguntó el ruso.

--Podría decirse que bien, solamente tengo mis tobillos un poco inflamados y un ligero dolor de espalda.--

--Entonces mañana te compraré un nuevo cojín.--

--Descuida, este es muy cómodo.--

--Nada de eso, mañana tendrás otro mejor.-- respondió el ruso con firmeza.

--Bien como tú quieras.-- contestó Yuuri con una bella sonrisa.

--¿Quieres ver lo que compré?.-- dijo el ruso con entusiasmo e impaciencia por ver la reacción de su pareja.

--¡Claro que sí!.--

Yuuri tomó el paquete de manos de Víctor y lo primero que sacó es el traje de cachemira.-- Es tan suave y caliente, perfecto para este invierno.--

Víctor vio con satisfacción la sincera alegría de Yuuri.-- ¿Y qué opinas de esto?.-- lo cuestionó mientras sacaba el par de toallas.

--¡Pero que adorables!.-- Yuuri las tomó con delicadeza para observarlas bien.-- las capuchas en forma de osos son tan tiernas, además compraste una azul y una rosa.--

--Es lo tradicional para una niña y un niño.-- añadió el ruso.

--También compraste mamelucos.--

--Sólo unos cuantos.-- respondió sacando las prendas que dejó sobre el regazo del nipón.

--Son preciosos pero...--

--¿Pero qué?.-- lo interrumpió el peliplata con preocupación.

--Es sólo que has comprado demasiada ropa y tú sabes que los bebés crecen muy rápido así que pronto dejará de quedarles.-- respondió tímidamente.

--Es cierto pero...hay tantas cosas lindas que no puedo resistirme.-- dijo el ruso haciendo un gracioso puchero.

--De acuerdo, compra todo lo que desees, de cualquier manera siempre está la opción de donar.-- aceptó finalmente el nipón abrazando a su esposo.

--Nunca antes me había sentido tan feliz, y mas ahora que dentro de pocas semanas seremos padres.-- añadió el ruso después de unos minutos.

--Asi es, seremos una familia completa.--

--Al fin lo seremos.-- repitió Víctor besando la frente de su esposo con infinito amor.

¿Pero cómo inició aquella historia?. Pues bien, poco más de tres años antes Víctor Nikiforov originario de San Petersburgo Rusia decidió solicitar empleo en una compañía aeroespacial asentada en Tokio, fue difícil obtener el puesto dada su condición de extranjero aunque finalmente fue aceptado en el área administrativa donde permanecía hasta la fecha, sin embargo los primeros meses fueron terribles para el ruso ya que le costaba bastante adaptarse al duro estilo de trabajo japonés motivo por el cual decidió presentar su renuncia y regresar a Rusia. Pero el destino es caprichoso y cuando menos se espera se presentan sucesos o personas que vienen a cambiar el rumbo de nuestras vidas sea para ventura o desventura, afortunadamente para Víctor la felicidad se presentó en la forma de un lindo omega de 21 años empleado de una cafetería pet friendly a la que el ruso entró en compañía de su enorme caniche justo un par de semanas antes de la fecha señalada para su regreso a Rusia. Su atracción fue inmediata por ello después de unas cuantas visitas del ruso al local una tarde decidió probar suerte invitando al nipón a su tienda de ramen favorita cosa que este aceptó con alegría. A partir de ahí los eventos felices se sucedían uno a uno, como por ejemplo los paseos al centro de la ciudad, las idas al cine, compartir un tierno abrazo debajo de uno de los cerezos del parque Hibiya e incluso un rápido beso cuando este se encontraba más solitario o culminar su cita en el departamento de Yuuri donde en mas de una ocasión se entregaron a la pasión y donde Víctor marcó al omega como suyo una noche al regresar del cine.
Por fin una tarde de verano teniendo como testigos sólo a unos pocos familiares y amigos unieron sus vidas en una conmovedora ceremonia que hizo derramar lágrimas de felicidad a la madre de Yuuri y a la de Víctor que viajó desde Rusia. Después de una maravillosa luna de miel en la isla de Okinawa regresaron a su vida cotidiana, esta transcurría de forma tranquila en su pequeña pero confortable casa que pudieron adquirir gracias a que la madre de Víctor decidió entregarle la parte que le correspondía de la modesta herencia familiar con la intención de evitar que su hijo lidiara con una agobiante hipoteca. Pese a eso al año de casados una ligera preocupación comenzó a rondar por la cabeza de Yuuri, eso era que en mas de una ocasión llevados por el deseo habían terminado cediendo a este sin ninguna protección, sin embargo el embarazo parecía estar evadiendo al nipón hasta que decidió hablar claro con su esposo sobre su temor. Al día siguiente acudieron a una clínica donde les confirmaron que efectivamente; el japonés tenía un problema de fertilidad que aunque tratarían no era posible asegurar un resultado positivo. Esto deprimió a Yuuri no obstante su esposo estaba dispuesto a darle todo su amor y su apoyo el cual le brindaba incondicionalmente cada que acudían con un nuevo médico para probar otro tratamiento que generalmente solía fracasar, aun así la felicidad volvería cuando fue a consulta después de un par de días en los que las nauseas y los mareos lo asolaron pero que a la vez resultaron ser el aviso inequívoco de que al fin su lucha había sido recompensada cuando tuvo en sus manos el resultado del laboratorio confirmando su embarazo. Pero ahí no terminaron las sorpresas, unas semanas después les fue comunicado que en realidad tendrían mellizos y a los cinco meses supieron que se trataban de una niña y un niño. Ahora ya sólo falta un mes o quizás menos para que Anya y Seiyi (estos son los nombres que eligieron) lleguen a este mundo a llenar de dicha la vida de sus ilusionados padres.

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Era una fria tarde de principios de enero; Yuuri descansaba en la cama apoyado en una pila de almohadas ya que la incomodidad era bastante fuerte en este punto de su embarazo.

--Te traje un poco de fruta y té.-- Víctor en ese momento entró a la recámara con una bandeja que dejó sobre la mesita de noche.

--Gracias amor.-- Yuuri enseguida tomó el té de menta.

--¿Y cómo te sientes?.-- lo cuestionó.

--Aburrido.-- responde el nipón.

--¿Aburrido?.--

--Claro, tú pasas gran parte del dia en el trabajo mientras yo sólo veo televisión y leo libros.--

--Sé que te es difícil estar inactivo y más ahora que tuviste que dejar tu empleo pero recuerda que el médico te ordenó reposo.--

--Lo entiendo pero...nunca había estado desocupado por tanto tiempo, ahora tengo todo el día para rascarme la barriga, al menos es una buena ocupación y mas ahora que está tan grande-- añadió el nipón con una sonrisa divertida.

--¡Oh Yuuri!.--aquí Víctor comenzó a reír.-- sabes que una de las cosas que mas me gustan de ti es tu sentido del humor.--

--Bueno, eso es algo de lo que los Katsuki nos enorgullecemos, recuerda que mi abuelo era payaso en un circo.-- dijo riendo sonoramente.

Víctor lo rodeó con sus brazos para besar sus labios aunque enseguida apoyó suavemente su cabeza en la pancita de Yuuri agudizando el oído ya que en ese momento los pequeños Anya y Seiyi se movían de forma bastante fuerte haciendo que el nipón se acomode en las almohadas con un ligero gesto de dolor.

--¿Quieres que vayamos al médico?.-- le sugirió con preocupación.

--Aún no, aunque creo que ya no pasará de mas de una semana.--

--Ojala tu madre no se tarde en llegar.-- (Hiroko la madre de Yuuri esa mañana les había llamado avisandoles que esa noche llegaría a Tokio para estar presente en el nacimiento de sus nietos).

--No dejo de pensar en que debí ir por ella al aeropuerto.-- mencionó el peliplata.

--No te preocupes, ella conoce la ciudad muy bien.--

En ese instante el teléfono de Víctor suena a lo que el ruso contestó al momento.-- Acaba de salir del aeropuerto y ya viene en el taxi.-- dijo ya más calmado.

Media hora después Hiroko llegó bastante cansada pero feliz de ver a su hijo y a su querido yerno que la consideraba como una segunda madre.-- Pero que bien luces, la verdad cuando vine la vez anterior recién que cumpliste 3 meses estabas muy pálido, pero ahora tus mejillas están rojas y te ves muy saludable.-- la mujer se tranquilizó al constatar la buena salud de su hijo.

--A decir verdad los primeros meses fueron difíciles pero ahora me siento mejor, excepto por mi espalda que a veces me duele.--

--Estás tan redondo que es lo más lógico que te duela.--

--¡Mamá!.-- Yuuri se sonrojó hasta los cabellos tanto que mejor se cubrió con la sábana.

--Bueno, mientras Yuuri se esconde iré a descansar unos minutos y enseguida les prepararé de cenar.--

--No se moleste ya hice algo de sopa.-- respondió el ruso con timidez.

--Pero yo haré Katsudon.--

--¿Katsudon?.-- se escuchó la voz del nipón desde debajo de la sábana.

--Vamos Yuuri, levantate con cuidado y ayúdame a picar unas verduras, te hará bien hacer un poco de actividad.--

--Ahora voy.-- Yuuri se levantó pesadamente ayudado por Víctor y se dirigió a la cocina donde se sentó a la mesa para ahí comenzar a picar las verduras mientras su madre se ponía cómoda.

--Me alegra tanto que tu madre haya llegado.-- mencionó el ruso mientras sacaba un paquete de carne de cerdo del refrigerador.-- ¿está todo en orden.-- preguntó al notar el silencio del japonés.

--Claro que si es sólo que...--

--¿Estás preocupado?.--

--Sinceramente tengo miedo.-- admitió Yuuri.

--¿Al parto?.--

--Sí, estoy feliz por supuesto pero también tengo miedo.--

--Mi querido Yuuri, cuando llegue la hora no me separaré de ti.-- el peliplata rodeó por los hombros al nipón.

--¿No lo harás?, ¿me lo prometes?.--

--Te lo prometo.--

--Gracias Víctor.-- ambos intercambiaron un dulce beso ante la vista de Hiroko que en ese preciso instante entró a la cocina.

--Bien, necesito a un ayudante.-- dijo la mujer fingiendo que no había visto nada.

--Lavaré el arroz.-- se ofreció el ruso.

--Y yo terminaré las verduras.-- añade el nipón.

La cena estuvo deliciosa, Yuuri tomó una buena ración para satisfacción de Hiroko que como toda madre era feliz al ver que su hijo disfrutaba su tan celebrado Katsudon.
En punto de las once de la noche se retiraron a sus habitaciones donde Yuuri después de ponerse un amplio pijama entró a la cama dispuesto a dormir, sin embargo eso le era difícil en contraste con su esposo que apenas probó la almohada se quedó dormido. Él por su parte no podía conciliar el sueño aunque cerca de la una de la madrugada finalmente comenzó a sucumbir al adormecimiento pero fue entonces que un fuerte dolor lo despertó bruscamente.-- ¡Víctor!.-- llamó al ruso tocandolo del hombro.

--¿¡Qué pasa!?.-- preguntó despertando de golpe.

--Es la hora.--

--¡Llamaré a tu madre!.-- Víctor se levantó de un salto y salió de la recámara con tal prisa que ni siquiera pensó en que no era muy adecuado presentarse ante su suegra en ropa interior.

Enseguida regresó detrás de Hiroko que entró a la habitación a toda prisa.-- ¡Tranquilo!.-- exclamó la mujer al ver a su hijo retorciendose en la cama por una fuerte contracción.

--¿¡Donde está la pañalera!?.-- gritó el ruso mientras daba vueltas por la habitación.

--En el closet del pasi...-- respondió el japonés sin embargo no pudo terminar la frase a causa del dolor.

--¡Víctor tranquilizate por favor!.-- le pidió Hiroko.-- yo buscaré la pañalera mientras tú enciendes el auto y no te olvides de los documentos de Yuuri.--

--Eso mismo haré.-- Víctor de inmediato tomó un folder y salió de la recámara.

--¡Víctor! no puedes ir asi al hospital debes vestirte antes!.-- le gritó Hiroko desde la puerta.

--¡Oh por Dios!.-- Víctor regresó con la velocidad de un rayo y tomó unos jeans, una camisa tipo polo y una gruesa chamarra lo cual se puso durante el camino.

Unos minutos después colocó a Yuuri con cuidado sobre el asiento trasero del auto y salió de la casa a toda prisa rumbo al hospital que afortunadamente les quedaba cerca, apenas llegaron el nipón fue colocado en una camilla y conducido por un angosto pasillo donde después de intercambiar unas palabras con un médico le fue permitido ingresar obviamente después de cambiar su ropa por una proporcionada por el nosocomio. Enseguida se adentraron a una sala no muy grande pero perfectamente equipada con todo lo necesario para recibir a los pequeños, ahí es cuando comenzó la parte más difícil ya que en ese instante los dolores se intensificaron provocando lágrimas en el japonés, Víctor fiel a su promesa se sentó a la cabecera y depositó un delicado beso en la frente cubierta de sudor de Yuuri.

--Tome esto.-- una enfermera le pasó al ruso un pañuelo.

--Gracias.-- enseguida limpió suavemente el rostro del nipón al que gruesas lágrimas lo recorrían.

Seis horas pasaron desde su ingreso y aún no parecía llegar el momento por lo que el médico se acercó al peliplata para hablar discretamente con él.-- Señor Nikiforov, ha pasado mucho tiempo desde que el señor Katsuki comenzó con el trabajo de parto, sin embargo no es conveniente que se alargue demasiado por ello será necesario que si dentro de una hora más todavía no da a luz recurriremos a la cesárea.--

--Haga lo que sea necesario.--

--¡Doctor!.-- dijo de pronto una enfermera.

El médico rápidamente se acercó a Yuuri mientras este tenía una contracción que hasta el momento era la mas fuerte.

--Víctor...-- dijo con un jadeo.

--Aquí estoy, tú puedes eres muy fuerte.-- lo reconfortó tomando su mano.

--Al parecer no será necesaria la cesárea.-- dijo de pronto el doctor.

--¿Lo oiste?, lo estás haciendo bien sólo un poco más y todo terminará.-- lo animó.

Unos minutos después los dolores eran más intensos pero a la vez indicaban que pronto terminarían, mientras tanto Víctor tomaba la mano del nipón que correspondía con fuerza buscando consuelo en el toque de su esposo a la vez que hacia su mejor esfuerzo.

--¡Ya casi, siga así por favor!.-- intervinó el doctor.

Yuuri luchaba con todas sus fuerzas aunque para Víctor le era imposible ver su rostro contraído por el dolor asi que prefirió voltear hacia otro lado obviamente sin soltar la mano del nipón hasta que el llanto de un recién nacido le hizo volver la vista.

--¡Es una bebé hermosa!.-- dijo una de las enfermeras envolviendo a la nena que lloraba suavemente en una toalla.

Pocos minutos después el llanto mucho más enérgico de un niño de cabellos color azabache se unió al de su hermana mientras ambos eran cuidadosamente aseados y pesados por las diligentes enfermeras.

Mientras tanto Yuuri lentamente se recuperaba, su cabeza dolía y se sentía completamente exhausto pero feliz, inmensamente feliz.

--Lo logré.-- dijo volteando hacia su esposo que no se separó un sólo segundo tal como lo había prometido apenas unas horas antes.

--Te lo dije, yo sabía que lo lograrias.-- respondió el ruso.-- estoy muy orgullo de ti.--

--Gracias, ¿podrías salir a decirle a mamá que todo está bien?, estoy seguro que debe estar preocupada.--

--Claro, ahora mismo voy.--

Víctor salió de la sala en busca de su suegra la cual derramó múltiples lágrimas de felicidad al saber que era abuela de dos preciosos y saludables bebés.-- Llamaré a mi esposo.-- añadió la mujer sacando su móvil.

--Mientras lo hace iré a la cafetería, ¿desea algo?-- preguntó el ruso.

--Un café americano por favor.--

Víctor al poco rato volvió con un par de vasos de café y un par de donas, realmente disfrutó aquella bebida caliente además necesitaba algo de cafeína ya que la noche había sido larga y pesada sobre todo para Yuuri.

--Disculpen la interrupción, pero el señor Katsuki ya está en su habitación asi que pueden pasar.-- se acercó una enfermera.

--Ve tú primero.-- dijo Hiroko.

--Pero...--

--Anda ve.-- Hiroko estaba ansiosa por conocer a sus nietos pero comprendía que Víctor y Yuuri seguramente deseaban privacia en ese íntimo momento.

--Acompañeme por favor.-- le indicó la enfermera.

Entraron a un ascensor el cual los llevó hasta el quinto piso donde en la habitación marcada con el número 23 Víctor se detuvo unos segundos antes de entrar, se sentía feliz eso era indudable pero también necesitaba calmarse, finalmente abrió la puerta y lo primero que vio fue al nipón cuyo rostro delataba cansancio absorto contemplando a los dos pequeños seres que estaban a su lado ataviados con sus suaves mamelucos y cubiertos de una ligera sábana con tierno estampado de cerditos.  En ese instante levantó la vista para posarla sobre el peliplata y le dirigió una mirada de infinito amor a la vez que extiendío su mano indicándole que se acercara

--Mira, ¿verdad que son hermosos?.-- dijo Yuuri con orgullo mientras levantaba la sábana con cuidado.

Víctor se sentó al borde de la cama y se inclinó sobre los pequeños.-- Son los bebés mas lindos del mundo.-- afirmó mientras discretas lágrimas acudían a sus ojos y su corazón se llenaba de una desconocida felicidad.

--Anda, tocalos.--pidió el nipón al notar que su esposo titubeaba un poco ya que le parecían unos seres tan diminutos y frágiles que temía lastimarlos al simple toque.

Muy lentamente tocó las mejillas de ambos al mismo tiempo, estas eran tibias y suaves. Fue cuando con sumo cuidado tomó a la pequeña Anya la cual era una bebé de cabello delgado y claro indicando que sería una linda niña de cabellera platinada con finas facciones tal como las de Víctor pero con grandes ojos castaños tal como lo de Yuuri.-- Hola bebé, a partir de hoy serás la princesa de papá.-- dijo mientras besaba sus mejillas.

--Se parece tanto a ti.-- observó el japonés.

--Tienes razón.-- respondió dejando a la nena en la cama, enseguida tomó al bebé al que también besó con ternura en una de sus carnosas mejillas.-- Hola mi pequeño Yuuri.--

--¿Yuuri?.-- lo interrumpió el nipón ya que no era el nombre que habían acordado para su bebé.

--Sí, porque es como verte a ti, se parece tanto.-- Víctor tenía razón, el pequeño era casi como una réplica en miniatura de su esposo excepto por sus ojos que eran azules tal como los del ruso.

Víctor cuidadosamente dejó al bebé junto a su hermana sólo que en ese momento una minúscula manita tomó su dedo provocando una sonrisa llena de ternura en su orgulloso padre.

Enseguida Víctor dirigió la vista hacia el nipón mientras que de sus ojos brotaron numerosas lágrimas de felicidad, muy en su interior llegó a creer que jamás viviría esa dicha, tantas veces probaron el amargo sabor de la decepción cuando enfrentaban un resultado negativo, tantas veces Yuuri lloró de frustración cuando su esperanza se desvanecía por el fracaso de tratamientos que prometían el éxito. Sin embargo él jamás pensó en abandonarlo, por el contrario, siempre estuvo a su lado para reconfortarlo y para decirle que la esperanza era algo que nunca debían abandonar y que aun si su destino era no ser padres siempre estarían juntos para amarse y cuidarse tal como lo prometieron años atrás en aquella ceremonia donde unieron sus vidas.

Pero ahora...ahí estaba el fruto de su amor materializado en dos bebés que eran como sus propios retratos a los que dedicarán sus vidas y que a la vez llenarán su existencia de dicha pero también de retos, de eso estaban conscientes.

Lentamente se inclinó sobre el nipón para besar sus labios con un amor matizado de agradecimiento.-- Gracias Yuuri por hacerme la persona más feliz del mundo, a veces pienso en que si la reencarnación existe, en mi vida pasada debí hacer algo muy bueno, sólo asi se explicaría el que haya sido recompensado contigo.-- dijo hundiendo su rostro en el cuello del nipón.

--Entonces yo también hice algo muy bueno porque fui recompensado contigo.-- respondió acariciando la espalda de su esposo.

Fue asi que en aquella habitación de hospital una nueva vida inició para Víctor Nikiforov, una donde al fin tenía la familia con la que tanto había soñado.

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Muchas gracias por leer este one shot, esta es la primera vez que escribo omegaverse asi que aún no estoy muy familiarizada con el género aunque me agradó hacerlo por lo que en el futuro habrá algunas historias más largas.

En esta historia Yuuri y Víctor por fin han sido padres después de luchar por lograr su anhelo por lo que un feliz futuro le espera a nuestra bella familia.

Quiero dar las gracias a mi amiga Karito Katsufurov por su maravilloso dibujo que engalana la portada de este one shot, fue un regalo muy especial💖💖 asi mismo dejó este trabajo como obsequió para ella💖💖.

Nuevamente les doy las gracias y cuidense mucho😘



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