21 besos; jenlisa

By jennietop

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Según Lisa, Jennie le debe veintiún besos que no le ha dado en toda la semana. adaptación © 2Yeonista More

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By jennietop

Estaba segura ahora.

Iba a hacerlo, ese día.

Ya había estado todo el día anterior pensando en todo, en qué quería con Lisa y en qué sentía por ella.

Y ahí llegó a la conclusión, le gustaba, mucho.

Desde su molesta personalidad hasta su más hermosa sonrisa. Se había carcomido la cabeza durante horas pensando en razones por las cuales esos sentimientos son algo más y razones por las cuales no.

Y definitivamente hubieron muchas más en la primera categoría.

Tragó.

Era una mañana de domingo normal, el último día de la caótica pijamada con sus amigas.

Estaban todas mirando una película antes de cada una irse y seguir su rumbo.

Lisa se encontraba con su cabeza en el hombro de la castaña.

—Lisa... —llamó en voz baja, la menor levantó la mirada.

—Dime.

—¿Quieres salir conmigo un momento en la tarde? —las mejillas de Lisa se enrojecieron, pero aquello no se notó por el ambiente oscuro de sala de películas.

—Claro —asintió con una sonrisa.

Jennie plantó un pequeño beso en su mejilla, haciendo el corazón de ambas latir frenéticamente.

—Te buscaré en tu casa luego de que te arregles, por ahí de las cinco, ¿si? —Lisa asintió y se abrazó al brazo de esta, volviendo a mirar a la pantalla.

***

Limpiaba constantemente el sudor de sus manos con el pantalón que cargaba puesto, mientras esperaba impaciente a que su mejor amiga pasara a por ella.

¿Le daría una respuesta?

No, no puede ser. Es muy rápido. Quizás solo es una pequeña salida de domingo casual.

El timbre sonó y se sobresaltó. Tomó con rapidez y torpeza su bolso y sus cosas y corrió hasta la puerta.

Una vez se paró en frente de la madera, suspiró y acomodó un poco su cabello.

¿Qué estaba haciendo? No es como si fuese a ir a una cita.

Pero un "Te ves linda" de Jennie no estaría mal...

Suspiró, intentando alejar el calor de rostro ante haber imaginado aquello y golpeó suavemente sus mejillas para despertarla de su propio sueño, y nuevamente el timbre la hace sobresaltar.

Abrió, sonrió al ver a su mejor amiga al otro lado y se sonrojó al ver su cabello suelto y alborotado, seguramente secado al aire.

—Creí que te pondrías lo primero que vieses —sonrío y Lisa se arrepintió. ¿Se notaba mucho que quería algún cumplido suyo?—. Tranquila, te ves preciosa.

Ella la miró con ojos abiertos y mejillas, rojas, sorprendida y, al darse cuenta de lo que dijo, Jennie también se sonrojó.

—G-Gracias —se abofeteó mentalmente ante su propio tartamudeo.

La otra recuperó la compostura y estiró su mano hacia la tailandesa.

—Vamos —Lisa, disimuladamente, limpió el sudor de su mano y tomó la de su unnie, con una pequeña sonrisa incapaz de borrarse y rubor en su rostro.

Cuando la rubia cerró la puerta y caminó hacia ella, Jennie se acercó y plantó un repentino beso en su mejilla antes de empezar a caminar juntas, dejando a Lisa con un fuerte rojo en su rostro que se posó en ella segundos después.

¿Por qué hacia eso? Solo agregaba más besos que quería obtener y la ponía nerviosa. ¡Jennie lo sabía!

Idiota, idiota, idiota. Pensaba mientras poco a poco se acercaba a ella hasta abrazar su brazo, incoscientemente.

Amaba demasiado a aquella idiota. Y "aquella idiota" podía decir que también la amaba a ella.

Tras caminar varios minutos, a Lisa ya le entraba curiosidad saber a dónde iban.

—¿Por qué querías salir conmigo? —se atrevió a preguntar.

—¿No puedo simplemente hacerlo?

—No es eso, solo que me entró, ya sabes, curiosidad —miró al suelo.

—Ya sabrás. Falta poco.

Unos cuantos minutos y finalmente habían llegado a la playa.

Lisa se sorprendió una vez se detuvo el paso de la mayor ahí y caminó por encima de la arena.

El sol ya estaba casi ocultó en su totalidad y el cielo tenía una hermosa mezcla de colores entre naranja, rojo y amarillo.

Caminó lentamente detrás de Kim, hasta estar más o menos cerca de las olas.

Jennie sacó de su bolso una manta delgada doblada, que desplegó y colocó con cuidado y suavidad sobre el suelo.

—Ven —Lisa sonrió y quitó sus zapatos para pararse en la tela y sentarse. Posteriormente, la otra hizo lo mismo, sentándose a su lado—. ¿No te parece lindo?

Asintió sin despegar su mirada del atardecer.

—Es hermoso.

—Pero no tanto como tú —voltea hacia ella y Lisa se tornó del mismo color rojo del sol. Jennie sonrió ante eso—. Quise traerte aquí para darte una respuesta —devolvió su mirada al atardecer a la vez que la coreana ahora la miraba.

—¿T-Tan rápido?

—Era algo que venía pensando un poco, solo necesitaba un par de horas para terminar de procesarlo —sevolteó completamente hacia Lisa.

—Jennie, es muy pronto, a penas ayer te hice pensar en eso. No puedes tener una respuesta tan rápido —le da una pequeña mirada de preocupación, le daba miedo que Jennie no hubiese organizado bien sus ideas y terminara lastimandola.

—Pero lo pensé lo suficiente, ya lo dije, Lisa —tomó su rostro con ambas manos y empezó a acariciar sus mejillas con sus pulgares.

Poco a poco, la vergüenza de lo que iba a decir la invadía, hasta que su rostro se tornó rojo y miró al suelo.

Lisa, ante aquellas reacciones, se hizo pequeñas ilusiones, pero tampoco quería darse tantas.

—Lisa...

Joder, que difícil era decir esas palabras.

Suspiró, ahora tomaba los hombros de la rubia.

—M-Me gustas... Ya sabes, también... —su voz se había vuelto un susurró que causó una sonrisita a la extranjera. Hasta que cayó en cuenta de los que había dicho.

—¿En serio? —cuestionó con el corazón latiendo a mil. Jennie, tímidamente, asintió.

Y reinó el silencio unos segundos, pues Lisa realmente no sabía cómo reaccionar.

—¿Te gusto?

—¡Ya basta! —le rependió—, me gustas, sí, me gustas.

—Entonces... ¿Nos gustamos? —seguía sin comprender y Kim solo la sacó de todo pensamiento de que aquello era un sueño, besándola.

Sus labios se estrecharon con las de la menor, tomando de nuevo el rostro de esta con sus manos.

Lisa abrió los ojos por sorpresa, pero tras un par de segundos, la tomó de los hombros y correspondió.

Latidos frenéticos y revueltos en el estómago era lo que había en los cuerpos de ambas al sentir los labios de la otra.

Lisa estaba feliz, demasiado feliz. Estaba besando a Jennie, no a Jennie dormida, a Jennie, una Jennie completamente consciente que la había besado primero.

Una pequeña sonrisa en sus labios al pensarlo.

Jennie gustaba de ella también.

Con eso en mente, abrazó el cuello de la coreana, y separó levemente sus labios para volverlo un pequeño beso de media luna que hizo que se separaran.

Lisa pudo llorar de felicidad ahí mismo. Había cumplido uno de sus múltiples sueños: Besar a Jennie Kim.

Ambas pegaron sus frentes con los ojos cerrados aún.

—Lisa... —Jennie fue la primera en romper el silencio—. Ahora que ambas... Nos sentimos igual... ¿A ti-...?

—¿Quieres ser mi novia? —soltó sin pensarlo dos veces, ella sonrió.

—Iba a decirte de salir primero. Pero si quieres ir a ello directamente, no me voy a quejar —ahora ambas tenían sonrisas bobas.

—Ahora ese beso solo va a la deuda. Dame el primer beso de novias.

***

Entró y, al ir a cerrar la puerta, se impresionó al ver a Jennie parada del lado del interior de la casa.

—¿No me puedo quedar un rato? —sobreexageró un puchero que hizo a Lisa soltar una pequeña risa.

—¿Por qué no?

Tras entrar, Jennie se sentó en el enorme sofá de la sala de los Manoban.

—Ven —le llamó a su, ahora, novia y esta, sin pensarlo mucho más, hizo caso y se sentó al lado.

Ambas, con sus cabezas y torsos pegados al espaldar del mueble, voltearon a mirarse.

—Hey, sé bien que tienes la cuenta —Lisa la miró confundida—. ¿Cuántos besos te debo?

—Más de doscientos —respondió sin chistar y Jennie negó divertida.

—Esta semana.

—Um... —recapituló—. Veintiuno besos. Me debes veintiún besos en toda la semana, Jennie.

—Son muchos... —se acercó más y acarició su mejilla—. Debería empezar a pagar la deuda ya.

Con una sonrisa boba y sus mejillas sonrojadas, Lisa respondió.

—Si, deberías.

Jennie volvió a pegar sus labios a los contrarios.

Una sesión de pequeños besos para pagar esa deuda que había acumulado. Veintiún besos que se aseguró de repartirlos en veintiún minutos.

Veintiún besos que Lisa estaba esperando gustosa y que recibía con toda la felicidad que tenía en su pequeño cuerpo.

Amaba a Jennie, amaba sus labios y ahora, estaba segura de que también amará besarla hasta el cansancio, amará ya no recibir tontos besos en las mejillas, sino finalmente poder recibirlos en sus labios.

Simplemente amaba a Jennie, y Jennie también la amaba.

Y aquellos veintiún besos que se dieron sin parar, lo demostraban.

Fin

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