ALIADOS. (CORRIGIENDO)

By albardelamo

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Brooke no tenía nada en común con aquellos chicos. Sabía que lo más sensato era no acercarse a ellos, mantene... More

Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20.
Capítulo 21
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50.
Capítulo 51
Capítulo 51 (parte 2)
Capítulo 51 (parte 3)
Capítulo 51 (parte 4)
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58 (parte 1)
Capítulo 58 (parte 2)
Capítulo 58 (parte 3)
Epílogo.

Capítulo 47

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By albardelamo

-¿Quién ha sido? -preguntó Brooke en cuanto el chico abrió la puerta. El rostro de Cory se iluminó un poco al verla, como solía sucederle siempre que ella aparecía, pero esa sonrisa que comenzaba a formarse en su sonrisa no llegó a aparecer pues, en su lugar, una expresión de confusión floreció en el rostro del muchacho. -Solo nosotros sabíamos donde estaba guardada, solo nosotros cuatro.

-¿De que estás hablando? -quiso saber, aún confuso, cerrando la puerta.

-La fotografía, Cory, no está. Alguien la ha cogido.

-¿Y por qué piensas que yo sé quien ha sido? -le reprochó, con cierta indignación en su tono. Brooke no contestó y entonces Cory pareció comprender todo. -Espera, ¿es que acaso piensas que he sido yo quien la ha robado? -Brooke en realidad no pensaba eso, pero tampoco pudo desmentirlo del todo pues una parte de ella sentía que tampoco podía negarlo del todo.

-Yo... -logró decir, pero Cory la interrumpió.

-No me jodas, Brooke, después de todo ¿aún sigues sin confiar en mi? -y realmente pareció molesto con eso último, dolido.

-¡Por supuesto que confío en ti! -le hizo saber ella de inmediato porque era la verdad.

-¿Y por qué siento que no es así? ¿Por qué siento que has venido hasta aquí tan solo para culparme de algo que no he hecho?

Una vez más, Brooke se quedó sin palabras y la culpabilidad la golpeó de repente. Sí, quizás debería haberse calmado un poco antes de llamar a su puerta, quizás debería haberle hecho saber desde el primer momento que no le estaba culpando de nada, que lo único que pretendía era intentar encontrar una solución, juntos, como siempre. Se acercó un poco a él y durante un instante, la chica temió que Cory la rehuyera, que diera un paso hacía atrás, que no quisiera que lo tocara... pero él simplemente se quedó allí, mirándola, no pudiendo evitar desear su toque.

-Perdóname, -le murmuró, posando su mirada directamente en sus ojos, esperando que estos transmitieran que de verdad lo sentía. -No quería culparte, de verdad que no, simplemente me he puesto nerviosa y...

-¿Has pensado por algún momento que podía ser yo? -volvió a interrumpirla y Brooke pudo notar la mirada fría del chico puesta en ella.

En un principio pensó en mentirle, pero sabía que no serviría de nada pues no había manera alguna de engañar a Cory, a él no, pues la conocía tan bien que solo bastaba una mirada, un simple vistazo a sus ojos para que supiera lo que estaba sintiendo o pensando.

Así que, con dolor, vergüenza y culpabilidad, contestó:

-Sí, durante un momento lo pensé. -musitó y si hubiese mirado a Cory a la cara, hubiera visto como la mirada del chico pareció apagarse durante unos segundos para luego volver a poner su característica máscara, aquella que ocultaba todos sus sentimientos. -Pero sé que no has sido tú. Sé que tú nunca harías algo así, es solo que todo esto me vuelve... algo paranoica.

Brooke podía sentir como su corazón latía demasiado rápido; estaba asustada, pero no lo estaba por el paquete que había recibido, por la fotografía o por esas personas que estaban detrás de ella, estaba asustada por ellos, por quizás haber perdido la confianza de Cory, por haber roto el vínculo que ambos tenían, por haberlo estropeado todo. Le aterrorizaba el hecho de perderlo, de haber hecho cualquier cosa que provocara que él se separara de ella.

Y Cory, por mucho que trató de esconderlo, en su rostro aún se podía ver un deje de dolor aunque una parte de él tampoco podía culpar a Brooke; al fin y al cabo, las personas nunca habían confiado en él demasiado y gran parte de culpa era solo suya pues él mismo se había formado esa reputación, esa imagen. Sin embargo, el hecho de que Brooke pudiera dudar, aunque tan solo fuera un poco, de él, le dolía y cabreaba mucho más de lo que jamás se atrevería a aceptar.

-Que te quede clara una cosa, Brooke. -comenzó a decir Cory y por la manera en la que habló, el tono duro y frío que usó, parecía como si estuviera a punto de amenazarla de la peor forma. Pero fueron otras las palabras que salieron por la boca del joven mientras la miraba directamente a los ojos. -Yo nunca haría algo que pudiera perjudicarnos... nunca haría algo que pudiera perjudicarte a ti. Así que quizás no llegues a creer del todo lo que digo y creo que, aunque me joda, no puedo reprochártelo del todo pero nunca, pase lo que pase, de ninguna manera, permitiría que te pasara nada malo. Y nunca me uniría a gente.

Tras esas palabras, Brooke se sintió aún más culpable y creyó estar a punto de echarse a llorar. Dios mío, ¿cómo podía ser tan estúpida? ¿Cómo se le podía haber pasado por la cabeza, aunque tan solo fuera durante un fugaz instante, que él la había traicionado de ese modo?

-Te creo. Te creo, Cory. -le dijo, con firmeza. -Perdóname, he sido una autentica estúpida.

-Sí, la verdad es que sí. -agregó el muchacho y a pesar de todo, hubo una cierta mirada divertida entre ambos. -Pero, a decir verdad, a veces eres bastante estúpida.

Brooke le pegó un pequeño pellizco en el brazo, que hizo que Cory se retorciese, riendo.

-Bueno, supongo que me merezco el insulto. -reconoció ella y le miró con cierta vergüenza. -Entonces, ¿me perdonas? -se atrevió a preguntar, de una manera inocente, como si de una pequeña niña se tratase. El chico tuvo que reprimir una vez más una sonrisa. Cory la miró, de pronto demasiado serio, tanto que en un principio la asustó. Quizás si que había destrozado todo, pero entonces, su rostro se suavizó y puso los ojos en blanco. Si, lo cierto es que esa pequeña desconfianza le había dolido al muchacho pero sin embargo, sabía que no había manera en la que él pudiera estar enfadado con ella, que probablemente nunca lo lograría. -¿Qué te parece si te invito a un helado mientras hablamos todo? ¿Te hará eso sentir mejor? Puedes cogerte ese de unicornio que tanto te gusta, ya sabes, el que se piden los niños pequeños...

Una vez más él sonrió y ella se relajó.

-A veces eres insoportable, Brooke. -murmuró él pero su cara parecía decir todo lo contrario. Cory comenzó a ponerse la chaqueta y se dirigió hacía la puerta, ella siguiéndolo.

Eran las únicas personas en el local y mientras ambos compartían un helado, fuera había comenzado a llover de una manera casi exagerada; quizás deberían quedarse allí dentro un poco más de lo que habían pensando.

-Bueno, ahora que ya sabes que yo no he sido quien ha robado la foto...

-Nunca dije que hubieras sido tú. -le cortó Brooke, taladrándole con la mirada. Aún así, Cory decidió ignorarla.

-¿Quien es nuestro sospechoso ahora? -preguntó y la chica solo pudo suspirar.

-No lo sé... quiero decir, que yo sepa, solo nosotros cuatros sabíamos donde estaba escondida al igual que solo nosotros sabíamos donde estaba la llave. -en realidad, había dos: una que siempre llevaba Brooke con ella y otra guardada en el bolsillo de un viejo abrigo que guardaba en el fondo de su armario. Era casi imposible averiguar que la llave se encontraba allí. -La habitación estaba intacta, como si ya supieran donde se encontraba, como si no hubieran tenido que buscarla.

-Ni Paul ni Aaron la han cogido, eso es imposible. -sentenció Cory, con una total seguridad. -No, ellos no.

En realidad, Brooke tampoco pensaba que los chicos habían sido pero sin embargo, le parecía admirable la confianza ciega que Cory tenía en sus amigos, como podía poner la mano en el fuego por ellos.

-Bueno, el hecho es que la fotografía ha desaparecido y que ahora se dedican a enviarme paquetes anónimos a mi casa.

De un momento a otro, el rostro de Cory pareció volverse más blanco y pudo ver como apretaba su mandíbula.

-¿De qué estás hablando? -preguntó y entonces Brooke cayó en la cuenta de que no le había contado lo otro, algo que sin duda, también era importante. Se lo contó de manera bastante resumida pero eso no hizo que el rostro del muchacho se relajase, al contrario, parecía cada vez más tenso. -¿Cuando pensabas contarme esto?

-Bueno, te lo estoy contando.

-¿Y no te parecía algo lo suficientemente importante como para no habérmelo contado antes? Joder, Brooke. -el chico se pasó la mano por la cara y fue directo a encenderse un cigarrillo para calmar los nervios hasta que escuchó una voz de fondo llamando su atención.

-Perdone, pero aquí dentro no se puede fumar. -le comunicó la dependienta de la heladería, lo que hizo que Cory se levantara de su asiento, cogiera a Brooke de la mano y la levantara también de la silla.

-Cory, está lloviendo demasiado. -le informó la chica mientras ambos se dirigían a la puerta, aún con las manos entrelazadas algo que hizo que un reconfortante calor recorriera el cuerpo de ambos.

-Necesito un cigarro, Brooke. -defendió el muchacho y al abrir la puerta del local, el fuerte ruido del agua cayendo contra el suelo les dio la bienvenida.

-Nos vamos a empapar. -se quejó Brooke.

-No seas exagerada, el coche está aquí al lado. -y tras darla un pequeño apretón a su mano, quizás para así asegurarse de que ella no le había soltado. -Vamos.

Ambos se dirigieron con rapidez hacía el coche, agarrados de la mano, bajando sus cabezas como si eso pudiera refugiarles de la fuerte lluvia. Una vez que llegaron al coche, ambos estaban completamente mojados.

-Te voy a matar. -amenazó la chica, tiritando.

-Ponte a la fila, al parecer hay bastantes personas que quieren hacerlo. -bromeó Cory, ganándose una vez más una mirada dura de ella. Él encendió con rapidez la calefacción de su coche y entonces, se quitó su chaqueta negra de cuero que estaba empapada y bajo la atenta mirada de Brooke, se sacó por la cabeza la seca sudadera que llevaba, quedándose tan solo en manga corta, y se la pasó a Brooke que no dudó en aceptarla. Sintió un reconfortante calor cuando se la puso.

-Gracias. -musitó.

Se quedaron así durante un rato, en silencio, Cory fumando el ansiado cigarrillo y Brooke perdida en sus pensamientos, los cuales no eran pocos ni tampoco buenos.

-Tendremos que hablar con los demás... a ver que opinan ellos. -comentó, mirándole de reojo.

Cory soltó un ligero suspiro.

-De acuerdo, pero ellos no han sido. -volvió a asegurar y Brooke, una vez más y sintiéndose demasiado culpable, se dio cuenta de que ella no podía estar tan convencida, de que a ella le resultaba imposible poner la mano totalmente en el fuego.

Aaron se reunió con ellos nada más informarles lo sucedido.

-No puedo contactar con Paul. -les informó. -Le he llamado a su teléfono pero no lo coge y le he enviado varios mensajes pero tampoco ha respondido a ninguno de ellos. Llevo dos días sin verlo.

-Yo tampoco le he visto. -murmuró Cory con la frente arrugada y el rostro lleno de preocupación. Lo cierto es que en todos esos años que habían sido amigos, no habían pasado más de dos días sin verse aunque tan solo fuera un momento.

-¿Qué le pasa? Le he notado muy raro estos días. -comentó Brooke que aunque no conocía a Paul tanto como los otros, aun así se encontraba preocupada por el chico al cual ya había llegado a considerar amigo. Había algo que faltaba cuando Paul no estaba cerca, una luz que no se podía ver con su ausencia.

-Creo que tiene que ver con Ezra... Hablé con su hermana hace unos días y me dijo que una vez más, lo estaba pasando mal. Al parecer, han vuelto a pegarle.

Al escucharlo, Brooke pudo ver como Cory convertía sus manos en puños, como si el dolor que estuviera pasando su amigo le llegara directamente a él y es que, durante un instante, Cory no pudo evitar ponerse en la piel de Paul. Se imaginó como sería todo si él estuviera en su lugar y viera a la persona que quería sufrir, viera como la hacían daño y él no podía hacer nada... se imaginó como sería si supiera que alguien estaba haciendo daño a Brooke, como él querría hacer cualquier cosa para pararlo, para destrozar a esa persona, pero en su lugar, tal y como le pasaba a Paul, no pudiera hacer nada. Eso lo mataría, estaba seguro.

-Tenemos que buscar a Paul. -dijo entonces. -Tenemos que estar con él... no puede estar solo.

-Pero, ¿donde podemos encontrarle? -preguntó Brooke y los dos chicos se miraron entre si.

-Supongo que en su casa. -contestó Aaron.

Brooke nunca había ido a casa de Paul, de hecho, ni si quiera tenía del todo claro que éste tuviera una pues siempre que lo veía era o bien en el antiguo apartamento de Cory o en la casa familiar de Aaron. Tampoco estaba del todo segura de que tuviera si quiera una familia: él nunca hablaba de ellos, nunca hablaba de su vida en realidad, para él todo su mundo eran los chicos y Ezra. No sabía nada acerca de unos padres, hermanos o incluso abuelos. No sabía demasiado de Paul ahora que se ponía a pensar pues a pesar de lo abierto que él siempre se mostraba, nunca lo había hecho consigo mismo, nunca se había abierto en lo que a su vida personal se refería.

El edificio donde su amigo vivía no se encontraba demasiado lejos de donde había vivido Cory aunque aún así, Brooke pudo ver que a pesar de encontrarse en el mismo barrio, parecía haber algo distinto en esa nueva zona que ahora veía... parecía un lugar mucho más apagado, más pobre. Había suciedad por los suelos, la fachada de los edificios estaban destrozadas y varías personas yacían sentadas en el suelo, algunas sin hogar, otras pocas parecían estar bajo los efectos de alguna droga. No pudo evitar sentirse algo incomoda de repente, como si supiese que aquel no era su lugar, que era muy distinto al lugar de donde ella pertenecía... y lo cierto es que así era. Sin embargo, a su lado, Cory y Aaron lucían totalmente normal mientras se dirigían al lugar donde probablemente se encontraba Paul.

La puerta del portal estaba abierta, como la gran mayoría en esa zona, y el ascensor estaba roto por lo que tuvieron que subir las escaleras hasta el cuarto piso. Tuvieron que recuperar un poco el aire cuando se pararon en frente de la puerta. Brooke estuvo a punto de llamar al timbre que había al lado de esta, pero en su lugar, Cory dio dos golpes a la puerta y comenzó a llamar el nombre de su amigo.

-¡Paul! -siguió llamando y golpeando la puerta la cual Brooke temió que no fuera a soportar mucho más. -¡Abre la puerta!

Pero nadie abrió.

-Quizás no está. -murmuró la chica al ver que pasaban los segundos y Paul seguía sin aparecer, pero Cory no paró.

-Hazme caso, está en casa. -habló esa vez Aaron, que tampoco parecía tener ninguna duda.

Y entonces, después de un par de minutos, la puerta se abrió, pero quien apareció tras ella no fue Paul, sino un hombre ligeramente parecido a él pero que al mismo tiempo, no tenían nada que ver.

Cory y Aaron parecieron ponerse más serios al verlo.

-¿Está Paul? -preguntó Cory con una fría y dura voz.

El hombre los miró por primera vez, como si al escucharlo se hubiera dado cuneta poro fin de que alguien había delante de él.

-¿Y yo que coño sé?-respondió, arrastrando las palabras. Estaba claro que aquel hombre había bebido mucho más de la cuenta y quizás algo más.

Sin esperar a que dijera nada más, Cory le empujó hacía un lado, provocando que éste se tambaleara un poco y casi cayera al suelo y dejando así vía libre, entró a la casa, haciéndole un gesto a Brooke y Aaron para que los siguiera. Ella dudó durante un instante pues, en realidad, ni si quiera les habían dado permiso para entrar, pero aún así siguió caminando sabiendo que tampoco deseaba quedarse atrás.

-¿Quién era ese? -le susurró a Aaron mientras caminaban por un desordenado y algo sucio salón. El desagradable olor a alcohol la golpeó de inmediato e hizo que arrugara un poco la nariz.

-Es el padre de Paul. -le respondió, aunque en realidad, ella ya lo imaginaba. Cuando echó la vista hacía atrás, vio que el hombre se había quedado completamente dormido, como si no le hubiera importado que tres personas hubieran entrado en su casa. Aunque tal y en el estado en el que se encontraba, era bastante probable que ni si quiera hubiese sido totalmente consciente de ello.

Quizás ahora entendía un poco mejor porqué Paul no había hablado nunca demasiado de su familia.

Cory seguía llamando a gritos a Paul y en su voz se podía reconocer la preocupación que sentía por su amigo. Iba con paso seguro hacía una puerta la que supuso que sería su habitación. En realidad, el apartamento era bastante pequeño, incluso más que el que había tenido Cory y también parecía mucho más viejo y abandonado. El chico ni siquiera llamó a la puerta, simplemente la abrió con fuerza y Brooke agradeció que ésta no estuviera cerrada pues estaba segura de que si no, Cory la hubiera podido tirar a cabezazos.

Y allí estaba Paul, tirado en el suelo aún habiendo una cama a su lado, con varías botellas de alcohol vacías. Se encontraba de espaldas a ellos por lo que no podían verle la cara pero por la manera en la que su pequeño cuerpo parecía sacudirse, dedujeron que estaba llorando.

-¿Paul? -musitó Cory y esa vez su voz cambió por completo; se volvió suave, delicada e incluso tierna. La misma voz que alguna vez había utilizado con Brooke. Se acercó lentamente a su amigo y Aaron le siguió mientras que ella tan solo pudo quedarse allí parada en la puerta, sintiéndose de repente una extraña. No sabía porqué no se veía capaz de acercarse, de darle ese abrazo que tanto quería darle.

Cory y Aaron se agacharon hacia su amigo y éste primero se atrevió a tocarle la espalda.

-¿Qué ha pasado, Paul? -preguntó Aaron con la misma voz suave. Brooke se dio cuenta de que estaba haciendo un gran esfuerzo por retener las lagrimas, por no desmoronarse: era algo aterrador el ver destrozada a una persona que siempre se encargaba en sacar sonrisa a los demás.

Y entonces, el chico se dio la vuelta y sin decir palabra, abrazó a sus amigos, mientras él seguía tirado en el suelo y ellos arrodillados a su lado. Los abrazó con fuerza y al mismo tiempo las lagrimas caían por sus mejillas.

-¿Es Ezra? -preguntó Cory, que le había devuelto el abrazo y junto con Aaron habían conseguido reincorporarle. Ahora, los tres se encontraban sentados en el suelo mientras ella seguía observando la escena.

Paul asintió y fue en ese instante cuando su mirada se cruzó con la de Brooke y algo pareció romperse en el rostro del chico.

-Lo siento. -murmuró. -Lo siento.

En un primer momento no sabía a quien se refería, pero él la estaba mirando directamente, él le estaba diciendo esas palabras a ella.

-¿De qué hablas? -reprochó Aaron. -No tienes que disculparte de nada, Paul. Todo va a ir bien, Ezra va a estar bien.

Pero entonces, Cory y Brooke se miraron como si de repente ambos hubieran conectado las dos piezas que estaban perdidas y con sus miradas, parecieron transmitirse lo mismo. Aaron no sabía nada de la fotografía, no sabía lo que había sucedido y ellos sí.

No puede ser. Pensó Brooke.

-No, nada va a estar bien. -lamentó. -Yo... yo no quería.

Aaron parecía más confuso mientras que Cory sintió que algo se rompía dentro de él. A Brooke le resultó imposible hablar.

-¿No querías el qué? ¿De que estás hablando, Paul? -siguió preguntando Aaron.

-Paul, ¿qué has hecho? -preguntó Cory y a diferencia de lo tierno que había sonado antes, ahora parecía todo lo contrario. Brooke estaba convencida de que nunca le había oído utilizar esa voz con Paul, nunca. Y por la manera en la que el chico se tensó, pudo ver que estaba asustado. Asustado por primera vez de su amigo. No se atrevió a responder. -Contesta, Paul. -ordenó, poniendo mucho énfasis en cada sílaba.

El chico levantó la cabeza y miró con vergüenza a Brooke, tanto que tuvo que apartar la vista de inmediato.

-Fui a ver a Ezra hace unas semanas. Él... su cara estaba totalmente destrozada. Me dijo que lo habían cogido entre unos cuantos y que le habían dado una paliza. Él pensó que lo mataban. -comenzó a hablar, con cierta dificultad. -Cuando salí, recibí un mensaje... eran ellos. No sé como consiguieron mi teléfono pero eran ellos y a partir de ese día no pararon. -se quedó en silencio durante unos instantes, sacó el teléfono que guardaba en su bolsillo, el cual tenía la pantalla destrozada, y les enseñó el mensaje. Como acabe él, todo depende de ti. -Estaban amenazando a Ezra. Ellos habían sido los que le habían pegado... no sé como, quizás pagaron a algunos presos para que lo hicieran, pero todo fue por ellos... y yo hice lo que me pidieron. Avisé de que estábamos espiando la casa de Bryan para que así él no apareciese por allí y yo he robado la fotografía, se la he dado a ellos. He ido haciendo todo lo que me han ido pidiendo por proteger a Ezra.

El silencio reinó durante un instante en la habitación, ninguno de ellos sabía que decir, como si aún estuvieran tratando de analizar lo que Paul les había revelado.

-¿Qué más te han mandado hacer? -preguntó Brooke que poco a poco se había ido adentrando en la habitación.

Aún así, el chico aún parecía no poder mirarla.

-No lo sé, aún no han vuelto a ponerse en contacto conmigo... pero sé que no tardaran.

La imagen que Paul transmitía era la de una persona completamente rota, una persona con el peso de la culpa encima de él. Levantó la cabeza, sus ojos estaban algo vidriosos, quizás por las lágrimas derramadas o por el alcohol en su cuerpo.

-Sé que me odiáis... Creerme, yo también lo hago... pero tenéis que saber que nunca hubiera hecho algo que pudiera haceros daño que yo... simplemente quería ayudar a Ezra, necesitaba hacerlo. No podía soportar que le hicieran daño por mi culpa. Y lo siento, lo siento tanto. -Sollozó el muchacho.

La habitación seguía en silencio, los tres mirando a su amigo.

-Entiendo si a partir de ahora no queréis tener nada que ver conmigo, entiendo si incluso tú quieres partirme la cara, -le dijo a Cory -y entiendo cualquier cosa que hagáis pero simplemente quiero que sepáis que lo siento.

Y Paul cerró los ojos, probablemente esperando un puñetazo de su amigo, algún que otro grito, un portazo y la soledad... pero Cory, Aaron y Brooke se quedaron allí, sin moverse. Se sorprendió mucho más cuando de repente sintió como Brooke, que había estado parada todo ese tiempo, se lanzó a sus brazos, en un apretado abrazo. Él no tardó en devolvérselo, anhelando un gesto de cariño.

-Tranquilo, Paul, tranquilo. -murmuró ella mientras enterraba su cara en su cuello. Mientras seguía abrazándolo, notó como el cuerpo de su amigo volvía a sacudirse, una vez más había roto en llanto. -Estamos aquí.

-Yo... yo lo siento. -repitió y Brooke temió que fuera a repetir esas palabras durante el resto de su vida.

-Lo sé. -consoló.

Y entonces, Aaron, que en un principio había palidecido, ahora parecía volver a sentir la sangre correr por sus venas. No podía enfadarse con Paul, no podía hacerlo incluso aunque lo intentase. Y tampoco quería así que simplemente se unió a ese abrazo, cogiendo la cabeza de su amigo y acariciándole un poco el pelo rubio, intentando calmarlo mientras le susurraba palabras tranquilizadoras, todas éstas haciéndole saber que todo estaba bien, que iba a ir bien.

Fue Cory quien tardó en reaccionar, como si aún no supiera muy bien que hacer. Una parte de él sentía que debía de estar furioso con Paul por esa traición, por no haber dicho nada, por habérselo guardado todo para sí mismo. Pero él bien sabía que hubiese hecho lo mismo, que de haber estado en la situación de Paul, él hubiera hecho exactamente lo mismo. Si alguien hubiera amenazado a Brooke, si alguna de esas personas le hubiera pedido cualquier cosa a cambio de su bienestar, él no hubiera dudado ni por un segundo.

Sintió como de repente, Paul le miraba entre avergonzado y arrepentido. Sabía que no soportaría el hecho de que Cory no le perdonase, que no soportaría que se alejara de él, que no quisiera saber nada más de él. No, Paul no podía soportar una vida sin aquel malhumorado chico, no creía que fuese capaz de ello. Pero sin embargo, entendería que así fuera, entendería que ahora mismo él se levantara, le echara una última mirada, no pronunciase ni una sola palabra y desapareciera por la puerta.

Pero Cory no era así, no era así con ellos, sus hermanos. Así que durante un instante simplemente le miró, no porqué quisiera intimidarlo o hacerle sentir aún peor sino porque las palabras parecían haberse atorado en su garganta.

-Cory... -murmuró Paul, quizás en un último intento de mantenerlo cerca.

-Cállate. -cortó Cory, sonando mucho más brusco de lo que había pretendido. Aquella sola palabra hizo que el cuerpo de Paul se sacudiese un poco y bajara la cabeza, casi rendido, mientras sentía la atenta mirada de Brooke y Aaron. -No vuelvas a disculparte, Paul, no vuelvas a hacerlo. -continuó diciendo, aún sonando demasiado frío. Y entonces, con delicadeza, comenzó a acercar su mano al hombro de su amigo, haciendo que éste levantara la cabeza de repente, con algo de curiosidad. Su mirada parecía haber recuperado cierto brillo. -Si alguien amenazara con hacer algo a la persona que quiero... -murmuró y en un fugaz instante, su mirada se cruzó con la de Brooke, que seguía mirándolo con atención. -yo hubiese hecho exactamente lo mismo. No tienes que culparte.

-Siento que soy una persona horrible. -musitó Paul que aún seguía sin perdonarse a si mismo y Cory supo que tardaría bastante en hacerlo.

-Eres la mejor persona que he conocido nunca. -le hizo saber con rapidez Cory. -Eres un incordio a veces, es cierto -bromeó y sintió una sacudida en su cuerpo cuando vio que Paul sonrió un poco. -pero aún así, no voy a dejar que te alejes de nosotros por esto. Por esto, ni por nada.

Los ojos de Paul volvieron a aguarse pero esa vez no era por la tristeza sino por la emoción debido a las palabras de su amigo.

-No lo merezco... merezco que me odiéis.

-Pues es una pena, porque eso nunca va a pasar. -le hizo saber. -Así que llora todo lo que quieras ahora, te vendrá bien, pero una vez que termines de hacerlo, quiero que te levantes y vuelvas a ser ese tío que sabe que nada va a poder con él... porque esa es la verdad. ¿De acuerdo? -y por la forma en la que habló, parecía mucho más como una orden.

Paul asintió con debilidad, aún sin saber muy bien como iba a conseguir eso, pero por el tono de su amigo supo que tampoco iba a aceptar otra respuesta.

Y entonces, Cory le abrazó y Paul se aferró a él con fuerza, tanta que temió romper la camiseta que su amigo llevaba. Tan solo hicieron falta un par de segundos para que sintieran como otros dos cuerpos se unieran a ellos, en uno de esos abrazos que eran capaz de recomponer a una persona tan rota como Paul estaba en ese momento. Porque aunque aún sentía que todo era un desastre, porque aunque aún se sentía como un cobarde, un traidor y mala persona, con ellos a su lado por lo menos pudo sentir que era querido, que a pesar de todo, seguía habiendo gente que lo quería, esa misma gente que él quería también, por los que haría cualquier cosa.

Así se quedaron abrazados en el suelo de su habitación, rodeados de botellas vacías, envueltos en un gran dolor pero teniéndose los unos a los otros, sabiendo que eso era un gran consuelo, quizás todo lo que necesitaban.

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