Luego de que Draco me diera la otra mitad del bombón desmayo, desperté en la enfermería. Draco me explicó que Madame Pomfrey avisó a Snape que tuve una recaída y que Draco estuvo ayudando.
Gracias a Merlín que creyó todo, no tendré más encuentros calenturientos con Draco mientras esté en clases. Ahora caminaba junto con Dylan y Logan hacia nuestras clases, cuando en los pasillos notamos una gran cantidad de estudiantes, nos encaminamos hacia el tumulto de gente y vemos como la profesora Trelawney está con sus todas sus pertenencias en el lugar.
— ¿Qué está pasando? –pregunta Dylan.
— Umbridge ha corrido a la profesora Trelawney –dice un chico de Ravenclaw.
— Ella no puede hacer eso –digo.
— Llevo 16 años dando clases y viviendo aquí, Hogwarts es mi hogar. Por favor, no puede hacerlo –suplica.
— De echo ya lo hice.
La profesora Trelawney rompe en llanto cuando la profesora McGonagall la abraza.
— ¿Quieres decir algo, querida? –pregunta Umbridge.
¿Tanto es el descaro para que diga eso? Maldita vieja idiota.
— Hay demasiadas cosas que querría decirle –responde McGonagall.
Y justo a tiempo, las puertas del castillo se hacen sonar dando paso al profesor Dumbledore, quien se acerca rápidamente hacia donde está Umbridge.
— Profesora McGonagall. ¿Puedo pedirle que escolte a Sybill de vuelta al castillo?
— Gracias, muchas gracias, muchas gracias –responde.
— Dumbledore, le recuerdo que según los estatutos del decreto...
— Tiene derecho a despedir a mis maestros, lo que no tiene es la autoridad para desterrarlos de aquí. Ese poder sigue siendo del director.
— Por ahora –sonríe Umbridge.
— ¡Ahora vayan a sus salones! –grita Dumbledore.
— ¡No puedo creerlo! Esa maldita cara de sapo quiere despedir a los profesores de Hogwarts –dice Dylan.
— Por eso asistía a todas nuestras clases, los estaba evaluando –dice Logan.
— No le da el derecho, se ha entrometido a nuestro colegio, nos ha quitado el poder de defendernos del mal con su estúpido libro aprobado por el ministerio, nos ha instaurado decretos inútiles y aún se sigue saliendo con la suya –digo enojada.
— ¿Es que crees que debamos hacer algo esta vez? –pregunta Logan curioso.
— Sí, es lo que haremos exactamente –sonrío.
— Esa sonrisa no me gusta, significa que tienes planeado algo y esa sonrisa no me gusta, ¿Ya dije que esa sonrisa no me gusta? –dice Dylan.
— Los veo hoy a las 5 de la tarde en la entrada del castillo, no le digan a nadie. Sólo vengan.
— ¿Nos queda de otra?
— Son mis amigos y es lo que los amigos hacen, buscan soluciones juntos ante los problemas existentes.
— Ya qué.
[...]
Ya eran las 5 y me encontraba en la entrada del castillo, vestía unos pantalones negros junto con unas botas altas color café, un chaleco color gris y un gorro de lana rosa pastel que tenía un pompón. Estaba mirando a todos lados hasta que veo a tres chicos caminando en mi dirección y sin más me entusiasmé.
— Hola, Leen –saluda Ron.
— ¿Vamos? –dice Harry.
— Esperen, estoy esperando a unas personas.
— No digas que le contaste a Malfoy sobre esto –dice Hermione con un tono acusador.
— ¿Cómo crees Hermione? Por quién me tomas –contesté.
— ¿Entonces?
— ¡Aileen, ya llegamos!
— ¡Lo siento por la tardanza! Dylan se atoró en la puerta de la sala común.
— No lo digas así, se cerró sobre mi pie.
— ¿Aileen, estás segura? –pregunta Harry dudoso.
Miro a mis amigos serpientes y veo como ambos me sonríen y elevan sus pulgares.
— Más que segura –sonrío.
— Muy bien, vamos.
Nos dirigimos a Hogsmeade, en el camino Dylan no paraba de hablarle a Ron sobre unas nuevas golosinas que había probado la otra vez en Honey Dukes, cosa que al pelirrojo le interesó y le prestó atención desde ese momento. No quería relacionarse con serpientes, dice que todos somos igual que Malfoy, a excepción de mí. Logan estaba manteniendo una muy buena conversación con Harry sobre Quidditch, ellos son unas excelentes personas que, a pesar de ser de distintas casas y sobre todo Slytherins, ven más allá del simple status de la sangre, ellos son personas de verdad y eso es lo que valoro de mis amigos. Es una gran instancia para que mis amigos vean más allá de los prejuicios.
— Ya vamos llegando –dice Hermione.
— ¿Vamos por unas cervezas de mantequilla, no? –pregunta Dylan– O tal vez pase a Honey Dukes, Weasley podríamos ir a ver si tienen de los dulces amarillentos.
— ¡Si! –responde.
— Primero venimos a hacer lo que habíamos planeado, luego pueden ir a comprar sus golosinas –dije.
— Está bien –dicen ambos resignados.
— ¿Estás preparado? –le pregunto a Harry.
— Es una locura –dice Harry– ¿Yo enseñarles? Estoy demente ¿Recuerdan?
— No te hables así, Harry. Confiamos en ti.
— Si, vamos. Tranquilízate, lo harás mejor que la cara de sapo –lo anima Ron.
— Gracias, Ron.
— Es un placer.
— ¿Y quién se supone que vendrán? –pregunta Harry.
— Sólo unos cuantos chicos –responde Hermione.
Hermione abre la puerta de la taberna "Cabeza de puerco" y pudimos observar un lugar con muy poca luz y solitario.
— Esto es hermoso –dice Ron.
Suelto una pequeña risa.
— No te burles, yo creí que sería más seguro en un lugar privado.
— Es perfecto –dije.
— ¿En qué cosas están metidos, leones? –pregunta Logan curioso.
— Ya verás.
Nos adentramos en la taberna y nos acomodamos para esperar a los chicos que vendrían, poco a poco las sillas del lugar empezaron a ser utilizadas por unos cuantos estudiantes.
— Hola –dice Hermione– Mh, ya saben a que vinieron. Por un maestro, un maestro de verdad. Alguien con experiencia en defensa contra las artes oscuras.
— ¿Por qué? –pregunta un chico.
— ¿Por qué? Porque quién-tú-sabes regresó, tonto.
— Eso dice él.
— Eso dice Dumbledore –responde Hermione.
— Y Dumbledore lo dice porque él lo dice. Lo importante es, ¿Dónde está la prueba? –pregunta.
Un silencio reinó en el lugar, Harry estaba cada vez más seguro en no hacer esto, su cara mostraba que nada saldría bien.
— ¿Y qué hacen serpientes aquí? –pregunta un chico.
— Yo los traje. ¿Tienes algún problema? –respondo.
— Tú eres una de ellos también.
Ruedo los ojos y le levanto el dedo de al medio.
— ¿Y si Potter nos dijera más sobre la noche que murió Diggory? –pregunta un chico.
Siento como mi pecho se aprieta.
— Si todos ustedes, idiotas. Vinieron aquí a hacerles preguntas sobre Cedric será mejor que se vayan, esto no es un juego para nosotros, si lo es para ustedes, no perderemos el tiempo en idioteces.
Sin más me levanto y Harry me acompaña.
— Nos largamos. Vámonos Hermione, sólo vinieron porque me creen un fenómeno.
— ¿De verdad sabes hacer el encantamiento Patronus? –pregunta Luna.
Todas las miradas se posan nuevamente en Harry, quien no sabe qué decir.
— Sí –responde Hermione– yo lo he visto.
— Harry, yo no tenía idea de eso –dice Dean Thomas, un Gryffindor.
— Y-Y mató a un basilisco, con la espada que estaba en la oficina de Dumbledore –dice Neville.
— Es cierto –responde Ginny.
— Y peleó contra cien dementores a la vez –añade Ron.
— Y el año anterior peleó contra quién-ya-saben en persona...
— Y yo estuve ahí –finalicé.
— Basta –dice Harry– Oigan, eso suena sencillo cuando lo dicen así, pero... la verdad es que sólo fue suerte. Algunas veces no sabía lo que hacía y siempre tuve ayuda.
— Es simple modestia.
— No Hermione, es la verdad. Enfrentar esas cosas en la vida real no es lo mismo que en la escuela..
Siento como las palabras de Harry me llegan, en lo más profundo. Siento como cada palabra le duele a él y siento como a mí me pesa.
— ¿Él ha vuelto?
Harry asiente con la cabeza, el ambiente se tornó completamente distinto al de antes. Todos se levantaron de sus asientos para escribir sus nombres en el pergamino que decía "Ejército de Dumbledore". Sonreí con Hermione mientras Dylan y Logan escribián entusiasmados.
Al terminar la reunión nos dirigimos hacia las tres escobas para beber unas cervezas de mantequilla.
— ¡Salud! –dice Hermione.
— ¡Salud por ED! –dice Harry.
Todos juntamos nuestras cervezas de mantequilla para hacerlas sonar y luego beber de ellas. ¡Están exquisitas!
— Me alegra que todo se dió como esperábamos –dice Ron.
— Yo también, sólo tenemos que ser precavidos –susurra Harry– Dylan y Logan, sé que son amigos de Leen y ella confía en ustedes por lo que hace que yo lo haga también, pero ... ¿Puedo confiar en ustedes?
Logan y Dylan se miraron y rápidamente contestan.
— ¡Pues claro!
— Todo sea por acabar con la vieja de Umbridge –contesta Dylan.
— Ellos son de fiar, Harry. Créeme que lo son –sonrío.
Luego de terminar nuestras cervezas de mantequilla, nos dirigimos nuevamente al castillo.
— Bien, primero necesitamos donde practicar sin que Umbridge se entere –dice Harry.
— La casa de los gritos –comenta Ginny.
— Es muy pequeña.
— El bosque prohibido –dice Hermione.
— Ni lo pienses –dicen Ron y Dylan al unísono.
— Miedosos –comenté.
Pude observar a lo lejos como una cabellera platinada estaba apoyada en la entrada de la escuela, mirándome fijamente sin despegar sus ojos sobre mí. Me despedí de los chicos y Hermione me dijo que me mantendrá al tanto de las próximas noticias del ED. Me dirigí hacia Draco quien al acercarme desvió su mirada hacia el horizonte.
— Hola –sonreí.
Sus ojos vuelven a conectar con los míos, pero esta vez con una mirada triste. Frunzo el ceño y con mis manos tomo la cara de Draco para sostener su mirada firme y sin más lo abrazo. Trato de envolver a Draco lo más que puedo, cosa que me es difícil, sus manos buscan aferrarse en mi espalda buscando refugio.
— ¿Qué ha pasado? –susurro.
Draco toma una gran bocanada de aire, sintiendo como trata de evitar pequeños suspiros.
— Lo siento, Leen...
Lentamente nuestro abrazo empieza a romperse, frunzo el ceño y lo miro directamente a los ojos en busca de respuestas.
— ¿Q-Qué sientes? ¿Qué pasa Draco? Me estas asustando...
— Yo, realmente no quería que esto pasara...
— ¡¿QUÉ ES LO QUE ESTÁ PASANDO?!
Draco cierra fuertemente los ojos.
— Mis padres entregaron a los tuyos a Voldemort.
Y siento como si un balde de agua más que fría cae sobre mí.
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HOLAAA MI GENTEEE BELLAAA❤️
Se que he sido una ingrata por no actualizar, no he estado muy presente ya que he tenido otras cositas que cumplir:(
Espero les haya gustado!<3333