❘❙❚ ISSUE #03 ░░░░ VOL. 1
❛ CORONAS Y CUENTOS DE HADAS ❜ ┆🌹
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Los meses habían pasado desde que descubrió su habilidad y, a partir de entonces, las cosas por la base militar tomaron el curso natural esperado por Rosie. Hacía unos días había cumplido diez años y la muchacha del cabello rubio los sacó al exterior y le trajeron un pastel rosa que compartió con Ben en una hermosa tarde primaveral, acompañada de una decoración sacada de sus propias manos: hizo crecer el pasto más verde y brillante en las áreas resecas, creó unos discretos arbustos con pequeñas flores blancas y creció unos troncos para usarlos como sillas y mesas y allí pusieron el pastel y un juego de ajedrez. Ese día fue el mejor de toda su vida. Ben se portó extremadamente bien con ella, significando, no hacer ninguna de sus rabietas al ganarle en el ajedrez. Ni siquiera tiró el tablero o le arrancó la cabeza a su reina.
—Feliz cumpleaños Rose —el doctor Lang se había acercado a los niños que disfrutaban del pastel y eran los únicos afuera: los soldados del otro lado de la vaya estaban en combate y solo quedaban algunos y, ese día, no los veía por allí. Era como un milagro cumplido para Rosie—. Te traje un regalo —el joven hombre, que Rosie no le daba más de veintiún años, le entregó un libro—. Estoy seguro que te gustará, es una recopilación de los cuentos de hadas de los hermanos Grimm. ¿Sabes quiénes son?
Rosie aceptó el regalo encantada, era el primer regalo que recibía en toda su vida. En cuanto lo tuvo en sus manos no le importó no ser una fanática de los libros y la lectura, ya quería volver a su habitación y leer hasta quedarse dormida. Cuidaría el regalo como cuidaba la primera rosa que hizo. Contestó la pregunta del doctor negando tímidamente y pasando las yemas de sus dedos por el relieve dorado del titulo
—¿Por qué yo no recibí ningún regalo en mi cumpleaños número diez y ella sí? —exclamó Ben, rompiendo con el buen comportamiento. Rosie vio que apretaba los puños y su tono de voz se volvía demandante y fuerte, haciendo que Rosie se tirara para atrás por precaución. En cualquier momento volaría el tablero y las piezas—. Yo merezco un regalo más que ella, mi habilidad es más útil que crecer plantas y flores. ¿De que sirve para los soldados? ¡Yo voy a ser un soldado! ¡El mejor de todos! Merezco un regalo.
El doctor se puso de cuclillas para quedar a la misma altura que el niño que, al ver lo que hizo, se enojó aún más. Ben odiaba ser tratado como un niño, quería ser tratado como uno de los soldados. Rosie apretó el regalo a su pecho y se preparó para salir corriendo en caso de que Ben hiciera una rabieta.
—Oye hijo, quejarse por un regalo no es apropiado de un soldado. Todos los muchachos uniformados que ves ni siquiera reciben un feliz cumpleaños, y mucho menos un pastel. Las mujeres adoran los regalos, así las mantienes contentas y Rose algún día será una hermosa mujer.
—¡Pero su habilidad sigue siendo una mierda comparada a la mía!
Los ojos de Rosie se abrieron de impresión por la mala palabra.
—Ben —el doctor rio como si supiera algo que los niños no—, tu eres un niño todavía. Los doctores como Stein o Fisher te estarán alagando porque quieren a un super soldado. ¡Toda América quiere un super soldado! Pero tu solo no puedes contra cientos de hombres, necesitas un ejército ¿y cómo piensas alimentar a tu ejercito en las trincheras? Cientos de hombres pasando hambre y frio, muriendo. Rose tiene no solo la habilidad de crear frutas y vegetales, también ayudará a los químicos en la creación de nuevas toxinas para la guerra química. ¿Entiendes? Tú la vas a necesitar si tenemos una futura guerra y toda américa te va a necesitar a ti. Compórtate como un soldado muchacho. ¿Sí?
—Si señor —respondió Ben a regañadientes, pero mas calmado que hace un momento.
—Lee los cuentos Rose, es lo que hacen todas las niñas. Estoy tratando de que renueven la educación que tuvieron de pequeños, necesitan educarse sobre la sociedad y el mundo. ¿Cómo se supone que serán la siguiente raza de humanos si no saben los errores que estamos cometiendo como sociedad? Disfruten lo que les queda de tarde niños.
El doctor Lang regreso al interior de la base militar.
—¿Puedes hacer frutas y vegetales? —le preguntó Ben genuinamente.
—Si, ¿Qué quieres que haga?
—Una naranja, me gustaría jugo de naranja. No nos dan desde los cinco años, me gustaba mucho.
Rosie tocó la tierra y pensó en una apetitosa naranja llena de jugo. En cuestión de segundos, delante de los niños se formó un pequeño árbol de naranjas con la fruta madurando desde el verde hasta el brillante naranja. Una vez estuvo lista, arrancó una y se la dio a Ben que la observaba con una sonrisa de punta a punta. El niño la partió a la mitad con sus manos y exprimió el jugo en su boca, resbalando por sus labios.
—¿Cómo está?
—¡Deliciosa! ¿Por qué no me lo habías dicho antes? ¡Puedo tener frescas naranjas en el desayuno!
—Tu dices que mi poder no es impresionante...
—Bueno —vaciló debatiéndose entre la niña y la naranja—, es más útil de lo que había imaginado. Es tu turno de mover.
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La habitación de Rosie era lo que los psiquiatras consideraban adecuado para una niña. La base militar era oscura y triste, no llamaba la atención de nadie y la niña estaba segura que la hacia poner de mal humor, pero su habitación era el espacio en el que se sentía protegida y acompañada y, ni siquiera, había podido decidir los colores predominantes y la posición de los muebles. Dentro de todo lo malo, era lo mejor que Rosie tenía. Le gustaba la alfombra que abarcaba todo el suelo, era peluda y de un rosa muy clarito, sus pies se hundían como si estuviera pisando una nube y las paredes estaban forradas de un patrón de diferentes tipos de rosas. Una gran cama se llevaba la atención vestida de un acolchado verde escabeche mostrando bordados pajaritos posados en ramas y, la estética verde se transfería a una mesa redonda en el centro con patas de madera caoba iguales a las dos sillas. Tenía un closet que se difuminaba entre las paredes y un baño propio. Los estantes y otros muebles de cajones estaban repletos de los libros que los doctores la obligaban a leer sobre las plantas, diccionarios y muñecas de trapos y de porcelana que nunca tuvieron la oportunidad de jugar con Rosie. La única decoración que había sido suya fueron las macetas con nuevas flores y, una noche, se volvió loca de remate y creó una enredadera llena de flores rojas que recorría toda su habitación, el techo, el dosel de su cama y las lámparas. ¡Era magnifico!
La maceta con la rosa que había hecho el día que descubrió su habilidad, reposaba en la mesa de noche, al lado de un reloj despertador que estaba hecho en Alemania y, ahora, también tenía el libro de cuentos de hadas. Rosie se bañó para sacarse la tierra del cabello, lavó sus dientes y se colocó un pijama largo de rayas. Apagó todas las luces excepto la de su velador, así podía leer un cuento.
Leyó Blancanieves, La Cenicienta, La Bella Durmiente, La Inteligente hija del Campesino, La Doncella de Oro y la Doncella de Pez, La Muchacha Sin Manos, El Novio Bandido y La Niña de María hasta que el reloj marcó la una de la mañana. La niña se había perdido en las ilustraciones de bellos castillos con salones de techos altos y tronos que la hacían sentirse como un pulgarcito —un personaje que conoció de los cuentos—, los vestidos de las reinas eran preciosos y despampanantes y sus coronas ¡Que bonitas eran las coronas! Le había gustado tanto las coronas que se armó una con ramas y flores y se echó a dormir con ella. Pero también se había quedado en el subconsciente de la niñita, después de calmar el estimulo visual de las ilustraciones, que las chicas bonitas y hermosas conseguían un rey que las llevaba a su castillo y la vestían con elegantes vestidos, le daban un banquete para comer, le profesaban su amor y se casaban al poco tiempo y tenían hijos. Las chicas que los reyes salvaban, las que eran ayudadas por Dios, los ángeles y María, y a las que por arte de magia conseguían una vida feliz, eran las amables, piadosas, serviciales y hermosas; y las que eran maldecidas eran las muchachas feas y perezosas —como la doncella de pez—, o las hermanas de cenicientas que eran repugnantes y negras de corazón. Rosie no sabía lo que era el casamiento, que era un rey, que era una reina y que era un campesino. Buscó las definiciones en el diccionario.
Rey: m. Monarca soberano de un reino.
Reina: f. Monarca soberano de un reino.
Casamiento: m. Referido al matrimonio, acción de casar o casarse.
Matrimonio: m. Unión de hombre y mujer, concertada mediante ciertos ritos o formalidades legales, para establecer y mantener una comunidad de vida e intereses.
Campesino: adj. Dicho de una persona: Que vive y trabaja de forma habitual en el campo.
Entonces, al día siguiente antes de ser llevada a los exámenes del grupo II que se dedicaba al estudio de su habilidad, le hizo a Ben una pregunta.
—¿Tu crees que yo soy hermosa? —acomodó su corona de flores y se quitó del cabello unas hojas que se habían desprendido. Rosie nunca había pensando en que había niñas mas hermosas que otras y que su belleza le conseguiría una vida feliz.
—¿A qué te refieres? —El niño comía un pedazo de pan con mantequilla y desde que le trajeron el desayuno a la sala de convivencia no le estaba prestando atención. Cuando Ben comía, el mundo a su alrededor se cerraba.
—¿Soy fea? El doctor Lang dijo que algún día seré una mujer hermosa, ¿tú me ves bonita ahora?
Ben apartó su comida y la miró confundido.
—¿Las niñas se suponen que deben de ser hermosas? —Rosie asintió sin realmente terminar de entender lo que estaba preguntando, lo único que ella deseaba era ser sacada de la base militar y que la llevaran a un castillo y si era hermosa, un rey aparecería porque ella era buena, piadosa y servicial y tenía una vida desgraciada, como todas las muchachas de los cuentos—. No he visto a otra niña para poder compararte.
—¿Entonces soy fea?
—Yo no creo que seas fea —respondió Ben, todavía intentando descifrar la pregunta, y, de todas formas, su respuesta fue honesta—. Para mi eres bonita, me gusta tu cabello pelirrojo y tus pecas. Eres bonita.
Rosie sonrió y en sus mejillas sintió el calor empapar todo su rostro. Aquel sentimiento que surgía en la soledad de su habitación mientras creaba plantas apareció en ese instante. El regocijo que inundaba su cuerpo y la hacia sonreír y tener la esperanza de que algún día un rey aparecería y la encontraría tan hermosa que se casaría con ella y la llevaría a su castillo. Sin embargo, la niña aprendió muy rápido lo que era una fantasía y lo que era la vida real.
💬！▬ @vesnax
(author's note)
que les está pareciendo la historia hasta ahora? xo