Mike y Dustin estaban eufóricos, sumamente intensos y alborotados, se había escapado de ellos varias veces en el transcurso de la mañana encerrandose en el baño de mujeres.
Para alguien como Daissy, que estaba acostumbrada al silencio abrumador y a la soledad eterna salvo por la compañía de su madre, le era cansador el sonido de los muchachos. No la juzguen, si bien ella anhelaba estar rodeada de gente le era difícil de acostumbrarse a vivir en un grupo y vivir con gente la gran parte del día así que había veces donde se escapaba y disfrutaba del silencio.
Aquella jornada no había cruzado más de dos palabras con Eddie, y debía admitir que comenzaba a extrañar su presencia pero al mismo tiempo disfrutaba su ausencia, ella sentía que así podían conversar de una manera más íntima y terminar de conocerse bien. En poco tiempo había descubierto que el muchacho tocaba la guitarra, una de sus bandas favoritas era AC DC, no era fan de ABBA, odiaba la pizza con hongos y le gustaba fumar aunque nunca le especificó qué cosa, anhelaba graduarse e irse del pueblo, tal vez formar una banda, enamorarse y que rompan su corazón, quería estar en dos estados al mismo tiempo y hacer sentir orgulloso a alguien. No había costado mucho que se revelarán sus debilidades, era como una conexión que tenían ambos, cada vez que estaban juntos ella sentía una calidez inexplicable.
Pero como dije, solo había cruzado dos palabras en todo el día, incluso el se había molestado por el hecho de que Daissy iría al juego en vez de pasar la tarde con él. Luego de ello se dedicó a ignorarla o responder con monosílabos las preguntas, la rubia tampoco se gastó en preguntar cual era su molestia porque al igual que Eddie, Daisy era orgullosa.
-Daissy - la voz de una mujer la detuvo en el momento que salió del baño - ¿cómo te encuentras? -.
Volteó sonriente al ver a la terapeuta de la escuela, siempre amable con una sonrisa, su característico collar de una cerradura y sus manos finas.
-Hola - se acercó hacia ella - estoy bien - pausó unos segundos confundida - ¿Está todo bien? -.
-Oh si cariño, es que, tus profesores me han dicho que has estado llegando tarde y estás algo despistada, ¿te parece bien si lo hablamos mejor en el consultorio? - sin esperar una respuesta dio media vuelta haciendo que la estudiante la siguiese confundida -.
Solo había llegado tarde una vez, no estaba despistada, ¿o lo estaba? Le gustaba ir al consultorio pero no le gustaba que siempre terminaba angustiada y llorando por alguna herida sin sanar. Volvió en sí asustada cuando alguien frenó su paso.
Eddie la observaba preocupado, miraba fijo su rostro a pocos centímetros de distancia.
-¿Estás bien? ¿Todo bien, Daissy? - escaneó su rostro para luego tocar su frente - ¿te duele algo? - abrió la boca para soltar otra pregunta-.
-Señor Munson - la mujer observaba entretenida la escena - todo esta perfecto con la señorita Summer, solo vamos a charlar un poco, no hay de qué preocuparse, ¿verdad, Daissy? - La miró a la joven, la cual asintió-.
-Puedes esperarme aquí si quieres -le sonrió sin enseñar sus dientes, intentando calmarlo -.
-Iba a hacerlo de todas formas, cariño -despeinó su cabello para apoyarse en la pared continua a la entrada del consultorio -.
Sin esperar más la muchacha se adentró cerrando la puerta tras sí. La silla roja, los dibujos colgados en las paredes de color manteca, varios libros, unas cuantas golosinas en un recipiente y el olor distintivo a limón, todo seguía de la misma manera que hacía cuatro meses.
Habló, habló de su relación con Eddie, habló de la preocupación de su madre ante los sucesos extraños que estaban sucediendo, habló sobre su padre. Se preguntó si a su padre le hubiese gustado Eddie, se preguntó qué hubiese opinado su padre respecto a Sarah Lawrence, se preguntó si él tendría canas o arrugas, si seguiría igual de infantil como ella lo recuerda, y cuando quiso acordar estaba llorando preguntando porqué siempre se sentía tan desechable, como si fuese un objeto, habló sobre su miedo de que Eddie también la abandonara, que le entregara su corazón y lo rompiera, le confesó que no sabía qué quería hacer de su vida pero que iría a Sarah Lawrence sólo para hacer feliz a su mamá, lloró cuando admitió que no se veía en un futuro y que honestamente no sabía qué sentía salvo por la calidez o la frialdad de su pecho en distintos momentos.
La terapia dolía, dolía demasiado, el hecho de escarbar una y otra vez en la herida que creyó sanar. Con el corazón destrozado, sus ojos vacíos y rojos, su garganta ronca de sollozar y sus manos temblando abandonó el lugar sin saludar a la mujer o sin observar si su amigo estaba allí, solo quería ir a su casa, ya no le importaban sus clases o el partido, solo quería llegar a acostarse y llorar un poco más. ¿Cómo algo que había pasado hacía años seguía afectandole tanto? "Es el trauma del abandono" le dirían.
Y mientras se hundía en su mente, en sus lagunas, mientras se ahogaba en su dolor no sentía la presencia del chico de rulos a su lado, aquel que la observaba como si fuese cristal. Vino a notarlo cuando sacó su mochila con los libros del casillero y junto a ella el rostro fue visible, con el ceño fruncido y los brazos cruzados.
-Hey Eddie- no pudo ni disimular una sonrisa - me siento mal del estómago, creo que iré a casa, ¿nos vemos en la noche? - luego se disculparia con Jason y Chrissy -.
-Iré contigo - miró tras la chica para suspirar - solo dame cinco minutos e iré contigo, ¿de acuerdo? - tomó el rostro de la muchacha para sonreírle tímidamente esperando una respuesta-.
Daissy asintió para luego observar los pasos del chico, los cuales se acercaban a la porrista, aquello la confundió demasiado, ¿desde cuando Eddie Munson y Chrissy eran amigos?
Cinco minutos se hicieron diez, diez luego se hicieron veinte y mientras el tiempo se esfumaba su paciencia también, no esperó más y comenzó a caminar hacia su casa. Estaba agotada mentalmente, su cabeza dolía demasiado y sus manos aún seguían temblando.
Cada paso que arrastraba repetía la conversación en su cabeza junto a una imagen ficticia que ella se había inventado claramente, pero volvía a lo mismo, ¿desde cuando Eddie y Chrissy eran amigos? No tenía porque pero le causaba curiosidad y molestia, se confundió cuando la imagen de ellos dos besandose le causó cosquillas.
A unos pasos de su casa pudo oír como le seguían el paso a gran velocidad, algo asustada se volteó directa para golpear a quien fuese topandose con un agitado Eddie que la miraba con molestia y un brillo en sus ojos, allí sintió nuevamente aquellas cosquillas pero no fueron como las primeras y eso le aterró.