Soy otra mujer

Door EasyCuteWat

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La alocada hermana gemela de Camila se había quedado embarazada para atrapar a un rico playboy. Pero su amant... Meer

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Final

Capitulo 15

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Cuando, aquella noche, Camila bajó las escaleras, vestida con un vestido de raso negro, Lucía le dirigió una sonrisa de aprobación.

—¿Voy bien? —Preguntó Camila al ama de llaves mientras miraba su propio vestido, insegura si había elegido el correcto.

—Lauren no va a ser capaz de resistirse esta noche, Camila —Sonrió Lucía.

—Tú sabes la verdadera razón por la que se casó conmigo, Lucía—Recordó con pesimismo.

—Sí, pero las cosas han cambiado, ¿o no es así? Compartes su cama como una esposa normal. Eso está bien.

—Ella no me ama. Ella me odia por... por lo que le hice a su hermano —Murmuró Camila con la vista en el suelo.

—Pero tú no le hiciste nada a su hermano, ¿verdad, Camila?

—¿Qué quieres decir? —Levantó la mirada, confundida.

—Tal vez hayas engañado a la signora Jauregui, pero a mí no se me engaña tan fácilmente. Me llevó unos pocos días darme cuenta, pero tú no eres la madre de Georgia, ¿verdad? —Lucía sonrió con complicidad.

—¿P... por qué dices eso? —Camila se agarró con fuerza al pasamanos de la escalera.

—No es posible que seas la mujer que sedujo a André.

—¿P... por qué no?

—Porque yo conocí a la mujer por la que tú te estás haciendo pasar—Explicó calmadamente.

—¿Has conocido a Nadia? —Camila se la quedó mirando perpleja.

—Sí—Afirmó con desagrado ante el recuerdo—Fue a la casa para ver a André. Yo me había quedado despierta más tarde de lo normal aquella noche y me acerqué a ella. Era como esperaba; superficial y vanidosa. Para ella, yo sólo era una sirvienta sin nombre. Los primeros días después de que tú llegaras a la casa estaba confundida. Te comportabas como ella, tenías su apariencia e incluso hablabas como ella—La miraba con curiosidad y complicidad—Tuve mis sospechas cuando recibiste aquella llamada telefónica; aquella voz era muy parecida a la tuya. Entonces comprendí lo que pasaba—Hablaba con un tono de misterio—Yo tengo hijos gemelos y cuando eran pequeños solían hacerse pasar el uno por el otro.

—¿Se lo has dicho a Lauren? —Camila tragó saliva.

—No. Pensé que eso te lo dejaría a ti—Camila se mordió el labio, insegura—Se lo tienes que decir, lo sabes —Recordó Lucía con una mirada y tono de voz que usaría una madre con su hijo.

—Lo sé —Murmuró mirando con angustia al ama de llaves—Pero no sé cómo hacerlo. Ha pasado por tanto últimamente... que no quería hacerle más daño. Me siento tan culpable.

—La que se tendría que sentir culpable es Nadia, no tú. Me imagino que te dejó a Georgia, ¿no es así? —Concluso.

—Sí. Créeme, es lo que ha hecho siempre —Camila suspiró—Nuestra madre era exactamente igual: inquieta, malhumorada, impulsiva e irresponsable.

—Ella lo entenderá —Le aseguró Lucía—Es una buena mujer, Camila. Será buena contigo una vez que sepa quién eres realmente.

Camila deseó ser tan optimista como ella. No veía a Lauren tomándose la noticia tan bien.

—Deséame suerte, Lucía —Pidió Camila sonriéndole tímidamente cuando oyó que Lauren se aproximaba.

—Simplemente sé cómo tú eres —Le recomendó Lucía—Eso es todo lo que tienes que hacer.

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La cena se celebró en un pequeño, pero elegante restaurante. A Camila nunca antes le había apetecido menos tratar con gente. Permaneció al lado de Lauren, tomándola por el brazo y sonriendo a todos los que le presentaron.

Pero estaba pensando en otra cosa y estaba deseando que la cena terminara.

En un determinado momento fue al servicio y, mientras estaba allí pensando en lo que le tenía que decir a Lauren cuando volvieran a casa, pudo escuchar la conversación que mantuvieron dos mujeres, que aunque era en italiano, lo entendió todo.

—Oí que bailaba en toples en un club cuando su hermano la conoció. Por lo visto, tuvieron una aventura amorosa durante un tiempo, pero André decidió volver a los brazos de su novia para recuperar la decencia.

—Oí que tuvo un bebé —Dijo la otra mujer.

—Sí. Se rumorea que por eso Lauren se casó con ella. Quiere a la niña de su hermano y casarse con la madre de la niña era la única manera de tenerla.

—Espero que no se arrepienta. Las mujeres como Nadia Cabello son problemáticas.

—Parece ser que ahora se hace llamar Camila —Se burló la otra mujer con una risita—No hay duda de que se quiere distanciar de su pasado. Pero la verdad es que tiene un cuerpo estupendo teniendo en cuenta que no hace mucho tuvo un bebé. Me pregunto si Lauren habrá estado tentada de acostarse con ella.

—Están casadas, ¿no es así?

—Lauren Jauregui es conocida por ser muy exigente con las mujeres con las que se acuesta —Comentó la mujer—Sólo se ha casado con ella para poder estar con la niña. Pero ya sabes lo que dicen sobre los Jauregui: que no piensan con la cabeza, sino con lo que tienen entre las piernas.

—A mí no me importaría ver lo que Lauren tiene entre las piernas —Rio la otra mujer mientras salían del servicio.

Camila se tapó la cara con las manos y gimió, pensando en la posibilidad de que las cosas empeoraran.

Lauren se levantó cuando Camila volvió a la mesa.

—¿Quieres bailar?

En un primer momento, deseó poder poner alguna excusa, pero decidió que sería mejor bailar que quedarse allí sentada con el resto de los invitados. A saber qué más habrían oído decir de su hermana.

—Está bien —Aceptó Camila—Pero debo advertirte, bailo muy mal.

Lauren la llevó a una esquina del salón dónde había menos gente y bailaron con tranquilidad. La italiana evitaba reír al ver el rostro sonrojado de Camila de las tantas veces que tropezó o la piso.

—André me dijo que eras una bailarina estupenda —Comentó Lauren casi con burla.

—No sé nada sobre eso —Contestó Camila, apartando su mirada de ella.

—Has estado como ausente toda la noche. ¿Qué es lo que pasa? ¿Te preocupa tener que quedarte en Sorrento más tiempo del que habíamos planeado? Lo siento, pero no he podido hacer otra cosa. Tengo asuntos que arreglar aquí antes de que podamos volver.

—No, no es eso —Camila miró a Lauren y finalmente tomó una decisión—¿Nos podemos ir a casa? Tengo que hablar contigo... a solas.

—¿Es eso lo que quieres? —Preguntó Lauren acercándola más a ella.

—Sí—Camila ya lo había decidido.

Mientras se dirigían de regreso a la casa, Lauren apenas habló.

—Estás muy guapa esta noche —Le alagó finalmente nada más llegar a la villa.

—Lauren... —Camila se humedeció los labios y, antes de que se diera cuenta, Lauren estaba besándola, allí mismo, nada más salir del coche.

Sintió cómo se derretía por aquel beso cuando empezó a besarla con más pasión. Empezaron a tocarse mutuamente, la italiana acarició sus pechos mientras que ella acariciaba su cuerpo. Lauren le apartó el vestido, tocó su sexo, acariciando cada centímetro de aquella íntima parte de su cuerpo. En instantes, se desabrochó rápidamente el pantalón que usaba mientras la besaba sin pudor. Al liberarse, la penetro violentamente, desesperada sintiendo las uñas de la morena rasgar su nuca, aferrándose a ella en cada embestida mientras trataba con ganas de quedarse en silencio.

Estuvo penetrándola después hasta que Camila ya no pudo aguantar más y volvió a sentir de nuevo aquella explosión de placer, como si en vez de sangre fueran burbujas de champán las que recorrían sus venas. Se sintió desconectada de todo, como si nadara en un océano de placer.

Cuando abrió los ojos, se encontró con los dilatados ojos de Lauren mirándola; la italiana también iba a alcanzar su pináculo de placer, su éxtasis.

—No te escondas de mí, Camila. Me gusta ver el brillo del placer en tus ojos —Le rogó Lauren tomándola por la barbilla cuando ésta trató de apartar su mirada.

—No me estoy escondiendo de ti —Le aclaró Camila soltándose de ella—Vamos adentro, tengo frío.

Lauren la siguió hacia la casa frunciendo levemente el ceño.

—¿Qué pasa? —Le preguntó Camila a Lucía, que estaba dando vueltas en el vestíbulo—¿Está bien Georgia?

—Georgia está bien —Contestó Lucía, dirigiendo su mirada hacia el salón.

—¿Qué es lo que está pasando? —Inquirió Lauren mientras cerraba la puerta tras de sí.

—La signora de Jauregui tiene una visita —Contestó Lucía tras mirar a Camila con angustia.

A Camila le invadió el pánico, se quedó blanca y le temblaron las piernas. No conocía a nadie que la pudiera visitar más que...

—¿Quién es? —Investigó Lauren frunciendo el ceño, sintiendo unos celos al pensar en un amante de su esposa—¿Alguien que yo conozca?

La puerta del salón se abrió. Lauren alzó la mirada y vio a una persona exactamente igual a su esposa. Solo que esta sonreía malvadamente mientras las miraba.

—Hola, Lauren —Susurró Nadia.

Camila sintió el peso de la mirada de Lauren posándose en ella, con un gesto de incredulidad, impresión e inconfundible enfado.

—¿Me vas a decir qué demonios está pasando o se supone que lo tengo que adivinar? —Exclamó Lauren con un tono de voz muy agudo.

—Te lo iba a decir... —Contestó Camila tragando saliva.

—¿No es una pequeña muy traviesa, Lauren? Haciéndose pasar por mí para así poder quedarse con algo de la herencia de Georgia —Al terminar de hablar, Nadia chasqueo la boca acercándose a la italiana.

—¡Eso no es verdad! —Gritó Camila, agarrando el brazo de Lauren para que ésta la mirara.

Lauren miró con desprecio la mano que Camila había puesto en su manga mientras la apartaba de ella y le pidió al ama de llaves que las dejara solas.

—Las dos —Lauren indicó hacia la puerta del salón—Entren aquí... inmediatamente.

Camila estaba horrorizada mientras Nadia hacia de todo para evitar reírse en la cara de ambas. Las gemelas siguieron a la italiana y entraron donde pidió, una mas segura que la otra.

—Ahora, vamos a empezar desde el principio —Dijo Lauren una vez se hubo cerrado la puerta—¿Cuál de las dos es la madre de Georgia?

—Soy yo —Nadia dio un paso al frente—La dejé con Camila por un corto periodo de tiempo para encontrarme con que se había hecho pasar por mí a mis espaldas.

—¡Yo no hice eso! —Chilló Camila, con los ojos echando chispas—¡Tú la abandonaste!

—No la escuches —Pidió Nadia, fingiendo estar a punto de llorar—Yo quiero a mi hija; es todo lo que me queda de André. Camila estaba celosa. Lo que siempre quiso fue casarse y tener un hijo. Te engañó para que te casaras con ella.

—¡Lauren! —Camila se volvió para mirarla—. ¡No debes escucharla! ¡Se lo está inventando!

—Me gustaría hablar con mi... Camila a solas un momento. ¿Nos disculpas? —Dijo Lauren a Nadia después de mirar un segundo a Camila.

—Te contará más mentiras para tratar de encubrirse. Lo hizo por dinero. A pesar de lo que ella dice, es detrás de lo que va —Refutó Nadia levantando la barbilla.

Lauren agarró a Camila por el brazo y subieron a su habitación. Camila esperó a que la italiana hablara.

—Será mejor que puedas explicarme tu comportamiento o le juro a Dios que desearás no haber nacido —Gruñó Lauren, mirándola con dureza.

—Te lo iba a decir...

—¿Cuándo? —La interrumpió Lauren—¿Cuándo me ibas a decir que me has engañado de una manera tan despreciable?

—No lo hice a propósito... —Empezó a decir Camila sintiendo la desesperación en cada célula de cuerpo.

—¡No me mientas! —Gritó Lauren alejándose de ella cuando la morena hizo ademan de tocarla—Me has tomado el pelo desde el principio. No me puedo creer que hayas caído tan bajo. ¿Ha merecido la pena? ¿Te has reído mucho a mis espaldas por la manera en la que me has engañado?

—¡No! Yo...

—Maldita seas, Camila —Escupió acercándose a ella sin tocarla—Me has tomado el pelo y no te lo voy a perdonar.

—Lauren... por favor, déjame que te explique —Le pidió Camila, agitando las manos—. No pretendía llevar esto tan lejos. Cuando te presentaste en mi piso aquel día, yo estaba tan preocupada de que me fueras a quitar a Georgia que tenía que hacer algo. No sabía que iba a conducir a todo esto. Te juro que no lo sabía.

—¿Por qué no me lo explicaste cuando tuviste la oportunidad? —Preguntó Lauren con rabia—Me has estado contando una serie de mentiras durante todo el tiempo. Has tenido numerosas oportunidades para decírmelo y aun así no lo hiciste.

—¡Lo sé! Lo siento... tenía miedo. Pensé que no me dejarías ver a Georgia nunca más. Estabas amenazando con llevártela; no tuve otra salida—Su voz desgarrada mientras le explicaba la razón de su mentira.

—Debes pensar que soy la más tonta del mundo, pero no te olvides que sé que en cuanto te ingresé el dinero en tu cuenta te lo gastaste —Recordó Lauren, apartándose de ella.

—¡No me lo gasté! Se lo di a Nadia porque estaba insistiendo...

—Lo planeasteis las dos juntas, ¿no es así? —Lauren estaba colérica, sus ojos verdes llenos de rabia y su rostro rojo de coraje.

—¿Qué? —Camila lo¿a miró desconcertada.

—Ya veo lo que has estado haciendo. Has jugado muy bien al juego de hacerte pasar por tu hermana gemela. Cambiabas de personalidad con sólo guiñar un ojo.

—No estoy orgullosa de lo que he hecho, pero...

—¿Te divertiste, Camila? ¿Fue divertido tomarme el pelo? ¿Te lo pasaste bien? ¿Disfrutaste con el hecho de ver que, a pesar de mi intención de no hacerlo, me acosté contigo? —Le inquirió Lauren ofendida.

—Nunca tuve la intención de acostarme contigo. Tienes que creerlo.

—¡No me creo nada de lo que digas! —Espetó Lauren —¿Cómo podría, después de todo lo que has hecho?

—No pretendí hacerte daño.

—¿Hacerme daño? —Lauren la miró con desdén—Si quisieras hacerme daño, lo tendrías que intentar mucho más, Camila. Estoy acostumbrada a las mujeres de tu naturaleza y sé cómo protegerme —Se dio la vuelta para abrir la puerta—Te doy de plazo hasta mañana al mediodía para que te marches de mi casa. Te mandaré los papeles del divorcio en cuanto me des una dirección donde poder mandarlos.

Camila se le quedó mirando. No se podía mover por la impresión.

—¿No me has escuchado? —Gritó Lauren con tanta furia que la morena se encogió de lugar.

—Quiero ver regularmente a Georgia —Pidió Camila, tratando de no llorar.

—Eso dependerá de su madre.

—A Nadia no le importa Georgia. Sólo le importa ella misma. Abusó de ella y lo hará otra vez como solía hacer nuestra madre.

—Tu hermana es la madre de Georgia y por lo tanto su tutora legal. Tú no tienes nada que decir.

—Ni tú tampoco—Le alegó con rencor, Lauren era su tía al igual que ella.

—Sin ninguna duda, tu hermana y yo llegaremos a un acuerdo que nos satisfaga a ambas.

—Mientras que haya mucho dinero por medio, Nadia estará muy satisfecha —Espetó Camila con amargura—Pero debes pensártelo dos veces antes de dejarla a solas con Georgia. No se puede confiar en ella.

—¿Y tú crees que... —Dijo Lauren con desdén—Tú, que me has mentido cada vez que has tenido la ocasión. ¿Por qué debería creer una sola palabra de lo que dices?

—Yo quería lo mejor para Georgia. Ése era mi único objetivo. No me importa si no me crees.

—Preferiría que no tuviese que verte más. Voy a disponer que un coche te lleve al aeropuerto, pero por lo que a mí respecta, no quiero tener que verte más.

Camila se dio cuenta de que a Lauren le salía el odio hacia ella por cada poro de su cuerpo. Se marchó a su habitación sin dejar que la italiana se diera cuenta de lo hundida que estaba. Se echó en la cama llorando. Unos minutos después, tomó unas pocas cosas y las metió en una mochila que se colgó del hombro.

Fue a la habitación de Georgia y se quedó mirando a la pequeña, con el corazón en un puño, durante un momento.

—Adiós, cariño. No me olvidaré de ti mientras viva. Haría lo que fuese para que te quedaras conmigo, pero Lauren... —Camila se mordió el labio—Lauren no me quiere. Te quiere a ti, cielo. Te quiere mucho. Sé que será una madre maravillosa contigo.

No pudo evitar dejar un suave beso en la frente de la niña, era una bebita angelical, con su mata de cabellito negro y dormidita con un puchero, se le quedo viendo unos instantes más , guardándose la imagen de su nena para después voltearse y dirigirse a la puerta. Camila cerró la puerta de la habitación de la niña con cuidado y, sin apenas hacer ruido, salió de la casa y de la vida de Lauren cómo si nunca hubiese estado en ellas.

Lauren volvió al salón, donde encontró a Nadia sirviéndose un vaso de su mejor vino.

—¿Has resuelto todo, Lauren? ¿Ha confesado? —Preguntó Nadia, con una seductora sonrisa. Lauren no contestó y se pasó una mano por el pelo de una manera distraída—Ella siempre ha tenido celos de mí —Continuó diciendo Nadia—Yo siempre he sido la que ha tenido novios. Nadie se fija en ella porque es muy vergonzosa. Patético, ¿no crees? —Se burló con una risa tan macabra que uno no pensaría que estuviese hablando de su hermana gemela—Todavía es virgen, a no ser que tú te hayas encargado de eso. ¡Con veinticuatro años! ¿Te lo puedes creer?

Lauren se quedó helada, pasmada ante lo que escucho.

—¿Creo que te quieres quedar con Georgia? —Preguntó Nadia mirándola con desden.

—Sí.

—Yo no puedo darle lo que tú le puedes dar —Dijo Nadia, mirando a Lauren—Pero si quieres adoptarla... bueno... —Nadia sonrió avispada—Yo no me voy a poner en tu camino si el precio está bien, hay que hablarlo.

—Pon un precio.

Nadia dijo una cifra que, en otras circunstancias, hubiera dejado impresionada a Lauren.

—Tendré los documentos legales preparados por la mañana —Habló Lauren.

—¿Por qué no me das un adelanto ahora? Necesito encontrar un sitio donde quedarme... a no ser que tú tengas una cama que yo pueda usar —Se ofreció descaradamente Nadia, todavía sonriendo.

—¿Cuánto? —Preguntó Lauren con asco, buscando su cartera.

—Ya sabes... —Murmuró Nadia acercándose a Lauren—Eres mucho más amable que tu hermano. Él no me dio nada al final.

—Te dio una hija —Gruñó Lauren apartándose de ella.

—Nunca quise a Georgia. Sólo la tuve porque Camila insistió.

Lauren no podía creer cómo dos hermanas, que además eran gemelas, podían ser tan diferentes. No se había dado cuenta hasta aquel momento.

—Voy a pedirte un taxi —Anunció Lauren, acercándose al teléfono.

—¿Estás segura de que no quieres que me quede y te haga compañía? —Nadia le guiñó un ojo.

—No, no quiero —Lauren sujetó la puerta para que Nadia saliera—Ya nos veremos.

Una vez que Nadia se hubo marchado, Lauren subió a zancadas a la planta de arriba en busca de Camila, dispuesta a disculparse. Camila no era como Nadia. Era leal, capaz de casarse con una persona a la que ni siquiera conocía para proteger a su sobrina.

Era desinteresada, vergonzosa y, Lauren tragó saliva al pensarlo, había sido virgen hasta estar con ella.

—¿Camila? —Llamó a su puerta pero no hubo respuesta. Abrió la puerta y se encontró con que Camila no estaba en la habitación, que estaba revuelta, con signos de que ésta había agarrado unas pocas cosas para marcharse, sin preocuparse por llevarse todo consigo—¡Camila! —Gritó Lauren mientras se dirigía a la habitación de Georgia.

Georgia se despertó por el ruido de la puerta al abrirse y comenzó a llorar desesperadamente, buscando a alguien.

—Hola, pequeña —Lauren tranquilizó a la niña en sus brazos y se la llevó consigo a buscar a Camila por toda la villa.

Georgia no paraba de llorar y cada vez lo hacía de una manera más desesperada, no quería que Lauren la cargara, estaba buscando a alguien más, a alguien más que ya no estaba con ella.

—No llores —Suplicó Lauren desesperada tratando de tranquilizar a le pequeña, pero esta no hacia más que llorar más fuerte y agitar sus pequeñas manos, de su boca salían balbuceos inentendibles a la par que gritaba—No te preocupes, la vamos a encontrar. Tenemos que encontrarla.

Después de estar buscándola durante veinte minutos, supo que no había nada que hacer. Camila se había ido y ella estaba allí, con la pequeña en brazos llorando por la que Georgia consideraba su madre.

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