Soy otra mujer

By EasyCuteWat

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La alocada hermana gemela de Camila se había quedado embarazada para atrapar a un rico playboy. Pero su amant... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 15
Final

Capitulo 14

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By EasyCuteWat

Los siguientes días transcurrieron de la misma manera. Cada mañana, Camila se despertaba con Lauren abrazándola. Después del desayuno, la llevaba a dar una vuelta mientras que Lucía cuidaba de Georgia para que Vito pudiese pasar tiempo con la niña.

Camila se quedó fascinada con Pompeya; con su trágica historia.

—Es tan triste —Dijo Camila al terminar de visitar la ciudad—Pensar que no tuvieron tiempo de escapar, ningún sitio hacia donde correr o escapar, ninguna esperanza de proteger a los que querían...

Lauren la miró, pensando que en momentos como ése era difícil pensar de ella otra cosa que no fuese que era una joven amable y bondadosa, que se preocupaba por los que sufrían, y se preguntó dónde estaría en aquel momento la mujerzuela egoísta.

Durante las primeras noches, Vito Jauregui cenó a solas en su suite. Pero la cuarta noche que estuvieron allí, cuando Camila bajó poco después que Lauren, se encontró a ambos sentados esperándola.

Al principio, todo fue un poco forzado, pero Camila se dio cuenta de que Vito Jauregui se esforzaba en intentar arreglar lo mal educado que fue la primera noche que llegaron. También parecía hacer un esfuerzo para no beber demasiado.

—Georgia es una niña preciosa —Habló Vito en un determinado momento—He disfrutado del tiempo que he pasado con ella cada mañana. Gracias por permitirme el privilegio de conocerla.

—Me alegra que haya disfrutado con ella, signore Jauregui —Expresó Camila suavemente—Ella es muy especial.

—Lucía me ha dicho que es usted una buena madre. Y, como mi hija me ha dicho que habla nuestro idioma, le ruego me disculpe por la forma tan insultante en la que me referí a usted la otra noche —Se disculpó Vito, dirigiendo una prolongada mirada a Camila.

—No pasa nada. Ya me he olvidado de todo aquello.

—También debo disculparme por la carta que le mandé. Algunas de las cosas que dije eran... imperdonables. Todavía me sorprende que accediera a casarse con Lauren cuando tenía un arma como ésa contra nosotros —Terminó de hablar Vito en un tono cálido.

Camila sabía que existía aquella carta, pero Nadia no se la había enseñado. Se preguntó si su hermana le habría escondido el modo de haber podido evitar casarse con Lauren.

—Todos decimos y hacemos cosas sin pensar —Le contestó Camila a Vito.

—Es muy amable —Dijo Vito—No creía que fuera capaz de ser así. Me temo que André no describió muy bien su personalidad.

A Camila le fue difícil mirar a Vito. Mentir a un anciano, que además se estaba muriendo, le parecía demasiado y no sabía cómo iba a ser capaz de aguantar el resto de la cena. Justo en ese momento, alguien del personal llamó a la puerta para informar de que Camila tenía una llamada.

Cuando se levantó de la mesa, sintió el peso de la mirada de Lauren sobre ella.

Tomó el teléfono más cercano que encontró, en la biblioteca.

—¿Hola?

—Camila, soy yo, tu alter ego —Se burló Nadia riéndose tontamente.

—¿Cómo has conseguido este número? ¡Te dije que no me llamaras! Es peligroso.

—Digo yo que puedo llamar a mi propia hermana —Refutó Nadia malhumorada—Mi, casada con una multimillonaria, hermana —Añadió entrecortadamente.

—Tú planeaste todo esto, ¿verdad? No me enseñaste aquella carta a propósito —Espetó Camila entredientes—Me dejaste pensar que no tenía otra opción más que hacer lo que Lauren y su padre me pedían, sin decirme que había un modo de escapar de todo esto.

—Te lo creíste tan fácilmente. ¿Ahora quién es la gemela más inteligente? Te crees muy lista por tener una licenciatura universitaria y por lo bien que se te dan los idiomas, pero no fuiste capaz de encontrar la manera de escapar del plan de los Jauregui —Nadia se rio tan malvadamente que la morena sintió cada vello de su cuerpo erizarse.

—¿Qué es lo que quieres? —Soltó con rabia—Ya te he transferido el dinero a tu cuenta bancaria. No me digas que ya te lo has gastado.

—En realidad, sí que me lo he gastado —Contestó Nadia—Por eso te llamo. Quiero más.

—¿Más? —Interrogó Camila con énfasis.

—Ya me has oído, Camila. Quiero que me pagues regularmente, empezando desde mañana.

—Pero yo no tengo...

—Pídele a tu esposa que te pague la asignación —la cortó Nadia—Quiero que me des casi todo el dinero. Es justo, ¿no crees? Tú tienes a mi hija y yo me quedo con tu asignación.

—No me puedo creer lo que estás diciendo. ¿Qué ha pasado con Bryce Falkirk y tu gran carrera como actriz?

—Como casi todos los hombres con los que he estado, ha demostrado lo que realmente es y me ha dejado compuesta y sin novio —Explicó desinteresada Nadia—Por eso es que confío en ti para que le des un giro a mi vida.

—¿No depende eso de ti?

—Una llamada telefónica, Camila —Le recordó Nadia con frialdad—Eso es todo lo que tengo que hacer. O tal vez le haga una visita a tu esposita. Eso sería incluso más efectivo, ¿no estás de acuerdo?

—No te atreverías —Gruñó Camila con rabia.

—Oh, ¿estás segura? —Provocó Nadia.

—Me quitaría a Georgia sin pensarlo —Exclamó Camila—La destruiría; ella piensa que soy su madre.

—¿Crees que me importa lo que le pase a esa niña? Camila, esto es una cuestión de dinero. Sólo haz lo que se te dice y tu pequeño secreto estará a salvo. Ciao por ahora.

Camila volvió hundida al comedor. Sabía que no tenía otra opción más que decirle a Lauren la verdad primero, antes de que su hermana lo hiciera, pero no sabía cómo.

—¿Está todo bien, Camila? Parece que te han dado malas noticias —Comentó Lauren al ver su estado.

—No... no era nada importante —Camila se esforzó en sonreír—Siento haber interrumpido la cena.

—No pasa nada —Reparó Vito despreocupado—De todas maneras, yo me voy a retirar temprano. Estoy muy cansado. Buonanotte.

—¿Sabes lo que creo que debemos hacer, cara? —Interrogó Lauren, una vez que su padre hubo abandonado el comedor, tomando a Camila de la mano.

—N... no... ¿qué debemos hacer?

—Creo que debemos hacer lo mismo que mi padre y retirarnos temprano. Mientras estabas hablando por teléfono, Lucía me aseguro que Georgia está plácidamente dormida, así que tenemos el resto de la noche para estar juntas. Es hora de que comience nuestro matrimonio; en el estricto sentido de la palabra —Murmuró Lauren sonriéndole y sus ojos pareciendo anhelantes.

—Lauren... yo... —Camila no terminó la frase. Después de pasar una noche en sus brazos se lo diría. Se arrepentiría el resto de su vida si no hacía que la italiana le hiciera el amor como era debido aquella noche.

—Esta vez no te haré daño —Prometió creyendo que esa era su incertidumbre.

—Lo sé —Camila se acercó a ella. Adoraba que la abrazara.

Subieron juntas a la suite de Lauren, que cerró la puerta una vez que estuvieron dentro. Camila sintió como si se le fuese a salir el corazón del pecho por lo deprisa que le latía. Empezaron a besarse, sin preocuparse de pasados amantes. Ambas tan anhelantes y deseosas del cuerpo de la otra. En momentos los besos dejaron de ser tiernos para ser desesperados y hambrientos, y conforme pasó el tiempo, la ropa fue restando, saliendo de sus cuerpos, desnudándose mutuamente.

El algún punto se sentaron en la cama, y Lauren, besando a Camila, hizo que se tumbara. Empezó a disfrutar de la belleza del cuerpo de la morena, besándoles los pechos, lamiendo y chupando esos marrones pezones, los jadeos se Camila únicamente la hacían anhelar sus gritos de pasión. Siguió besándoles, alimentándose de sus pechos y cuando bajó su mano hacía el sexo de Camila, ésta, aunque sentía miedo, estaba emocionada.

—Camila, relájate —Pidió Lauren suavemente alejándose de los manjares—Déjate llevar.

La italiana la acarició con suavidad y cuidado, haciendo que Camila gimiese de placer, eran tan sensuales las caricias en su centro que hacían de su cuerpo mantequilla bajo el sol. Caricias en su centro húmedo causando erupciones de lava en sus venas, el calor nublándole la vista y los sentidos, dejándola únicamente a la deriva del placer.

Una vez que Camila se hubo relajado totalmente, los espasmos dejados atrás y exclusivamente su respiración jadeante y su vista en el techo, rogando a un Dios más placer. Su diosa se puso encima y se introdujo dentro de ella con tal delicadeza que casi le hace llorar de la emoción.

—¿Estás bien? —Examinó Lauren, parándose un momento.

—Estoy bien... estar contigo me hace sentir tan... tan... bien —Jadeó Camila, estrechando aún más el cuerpo de Lauren.

Para Lauren, aquello era más que bueno, era perfecto.

Se introdujo en ella con más fuerza, ante lo que Camila suspiró de placer. La besó de nuevo, entusiasmada por la sensación de la suave boca de Camila invadida por su lengua.

A pesar de su inexperiencia, Camila podía sentir cómo Lauren estaba haciendo esfuerzos para no dejarse llevar por la locura y el placer. Pero ella quería que se dejara llevar. Quería que cuando la llenara por dentro gimiera su nombre.

Quería volar con Lauren.

La besó con fervor, abriendo todavía más sus piernas para que la italiana pudiese penetrarla más profundamente y, en ese momento, fue Camila la que perdió el control.

La sensación de sus pechos rozándose con los de ella junto a la brutal embestida de su amante era el inicio de su explosión, los toques cariñosos, el sudor de sus cuerpos y los gemidos y jadeos de ambas únicamente avivaban mas la llama del orgasmo.

Sintió un primer cosquilleo y después un segundo antes de que una explosión de placer la invadiera por todo el cuerpo. A los instantes, sintió cómo Lauren se ponía tensa sobre ella; era la quietud de su cuerpo que presagiaba que iba a sumergirse en el paraíso. Dejó que la llenara por dentro y una vez que hubo terminado, la abrazó tan estrechamente como pudo.

Sintió que su amor por Lauren impregnaba toda la habitación. Pero con dolor recordó que a la italiana no le importaba ella. Su prioridad era Georgia y siempre sería así. Se dio la vuelta para mirarla, pensando en lo que le iba a confesar, cuando se dio cuenta de que, en segundos, se había dormido.

—¿Lauren? —La agitó un poco.

No contestó.

Suspiró levemente y se acurrucó sobre ella; se lo diría al día siguiente por la mañana, pero aquella noche se quedaría en sus brazos, que era donde ella deseaba poder quedarse para siempre.

---

Tan pronto como, a la siguiente mañana, Camila abrió los ojos, supo que algo muy grave estaba ocurriendo. Lauren no estaba en la cama y oía voces de gente disgustada. Se levantó de la cama y fue corriendo a la habitación de Georgia, que justo se estaba despertando y tomó a la niña en brazos. Se dio la vuelta y vio cómo Paloma entraba en la habitación con una expresión desolada.

—Paloma, ¿qué es lo que pasa? —Preguntó aterrorizada.

—El signore Jauregui falleció anoche mientras dormía. Lauren está ahora con él—Informo con desolación pura.

—¡Oh, no! —Gritó sin poderlo creer, tan solo anoche estaba perfecto.

—Sabíamos que iba a pasar, pero es tan triste —Dijo Paloma, que estaba lívida—Aunque tenía muchos defectos, todos los miembros del personal le tenían mucho cariño.

—¿Puedo hacer algo?

—Ya ha hecho mucho durante el tiempo que ha estado aquí, signora. Ha muerto mucho más que feliz y en paz por el hecho de haber conocido a su única nieta—La sinceridad en sus ojos era única.

Durante los días que siguieron al fallecimiento de Vito Jauregui, a Camila le resultó terriblemente doloroso ver cómo Lauren trataba de sobrellevar el dolor por la muerte de su padre mientras mantenía el negocio familiar y los asuntos de la casa. Lo que había planeado contarle era inconcebible en aquel momento. 

Apenas podía soportar el estrés de arreglar todo para el funeral de su padre y la afluencia de llamadas de todo el mundo para darle condolencias. Camila hizo lo que pudo, tratando de quitarle algunas cargas, abrazándola por las noches mientras que ella se acurrucaba en su cuerpo, como si el estar con ella fuese la única válvula de escape que podía encontrar para hacer más llevadero el dolor por la muerte de su padre.

El día después del funeral, Paloma informó a Camila de que Lauren quería hablar con ella en su estudio. Cuando llegó, le impresionó ver lo cansada que estaba.

—¿Querías verme, Lauren?

—He estado pensando—Suspiró antes de continuar—Quiero hablar contigo del futuro de Georgia.

A Camila le dio un vuelco el corazón al pensar que, tal vez, la muerte de su padre le había hecho darse cuenta de que no podía estar casada con alguien a quien no amaba.

—¿Q... qué pasa con su futuro? —Indagó Camila con cautela.

—Quiero adoptar formalmente a Georgia. Quiero ser su madre, no su tía—Lauren prosiguió—No puedo hacer nada para devolverle a su verdadero padre y, cuando llegue el momento, le hablaré de él. Pero, por ahora, quiero ser su segunda madre de todas las maneras posibles.

Camila no sabía qué decir. Nadie podía cuestionar la capacidad de Lauren para ser una buena madre, pues trataba a su sobrina con un infinito amor, pero ella no le podía decir que siguiera con los trámites de la adopción cuando ni siquiera era la madre de la niña.

—No parece que te entusiasme mucho —Observó Lauren tras un largo silencio.

—Yo... yo no creo que sea tan buena idea.

—¿Por qué no?

—Nadie puede ocupar el lugar de André. Es su padre aunque ya no... esté aquí—Vaciló.

—Cristo, Camila, estoy haciendo todo lo que haría un padre en su lugar. La estoy manteniendo y cuidando. No entiendo por qué me tiene que llamar tía por el resto de su vida—Su rostro estaba rojo al hablar, no podía siquiera pensar en que Georgia la llamara tía en lugar de madre.

—Tú no eres su padre.

—No, tienes razón, jamás seré su padre, pero seré una madre para ella—El tono característico de ira dio a luz de nuevo.

—No confío en ti lo suficiente como para dejarte dar ese paso —Mintió Camila, pues ella confiaba en la italiana, pero no estaba lista para que ella descubriera la verdad.

—Me casé contigo, ¿no es así? Eso es más de lo que hizo mi hermano —Lauren suspiró exasperada.

—Sólo lo hiciste porque te sentías obligada.

—¿Y qué hay de malo en ello? ¿A qué no te esperabas que me enamorara de ti?

—No, claro que no—Negó inmediatamente—Pero no puedo evitar pensar que escondes algo. En cuanto baje la guardia, vas a apartarme de Georgia. Me has amenazado con ello muchas veces.

—Entiendo tus miedos y me disculpo por haberte amenazado de tal manera, pero créeme—El ruego es su voz hacia doler a Camila—Tenía que asegurarme de que Georgia estuviera bien. Había oído tantas cosas sobre ti que no confiaba en que la cuidaras del modo que ella necesita.

—¿Y ahora qué? —Preguntó Camila mirándola—¿Confías ahora en mí?

—Ya no tengo las dudas que tenía antes—Negó con la cabeza viendo directamente a la morena—De todas maneras, estaría más contenta si fuera oficialmente la madre de Georgia.

—Pensaré en ello —Añadió Camila para ganar tiempo.

—Supongo que me tendré que dar por satisfecha por el momento—Suspiró pesadamente—Pero te advierto, Camila, que no voy a descansar hasta que no consiga lo que quiero.

Camila sabía que lo decía en serio y el problema era que ella estaba en el camino de que lo consiguiera. Nunca podría llegar a ser la segunda madre de Georgia, a no ser que se enterara de su engaño.

—Hay algo más que deseo decirte —Dijo Lauren después de un corto, pero tenso silencio—. Tengo una cena de negocios esta noche en Positano. No me puedo escapar... hay gente que desea verme antes de que vuelva a Sidney. Sé que te aviso con poco tiempo, pero me gustaría que vinieses conmigo—La miro viendo lo tensa que lucía la morena—Lucía cuidará a Georgia; ya lo he hablado con ella.

Camila se quedó pensando.

—¿Tienes otros planes? —Inquirió Lauren con un tono un poco duro.

—No. No, claro que no.

—Salimos a las siete. Vístete con algo que sea largo; es una cena formal.

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