Soy otra mujer

By EasyCuteWat

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La alocada hermana gemela de Camila se había quedado embarazada para atrapar a un rico playboy. Pero su amant... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Final

Capitulo 9

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By EasyCuteWat

A la mañana siguiente, Lauren observó cómo Camila bajaba las escaleras vestida de novia. Al llegar a los últimos escalones, ésta miró a Lauren de manera desafiante.

—Estás muy bonita —Admitió Lauren, sin embargo, dirigiéndole una mirada irónica—¿Vas a algún sitio especial?

—No, simplemente me sentía con ganas de arreglarme—Contestó ella con igual ironía.

Lauren pensó que estaba totalmente sensacional, justo como debería ir una novia de verdad, y se preguntó por qué se habría arreglado así.

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Media hora después, Camila estaba de pie junto a Lauren mientras la ceremonia se celebraba.

—Pueden besarse las novias—Anunció el padre, con su característica voz angelical.

Lauren se volvió hacía ella, que estaba hecha un manojo de nervios, y le levantó el velo.

—No creo... —El susurro de Camila se cortó cuando Lauren acercó su boca a la suya.

Ella hizo todo lo posible para no responder a aquel beso, pero le fue difícil, por no decir imposible, ignorar la calidez de los labios de Lauren. Tal vez el beso no duró mas de cinco segundos, pero fueron los cinco segundos más deliciosos y lentamente rápidos de su vida. Su estomago dio un vuelvo al sentir los húmedos y acolchonados labios de Lauren atrapar los suyos, el aliento a menta y natural de ella misma la hicieron delirar, pero así como empezó, terminó.

Una vez hubo dejado de besarla, Camila pensó que, para bien o para mal, ya estaba casada con Lauren Jauregui.

Después de la ceremonia, sólo hubo una pequeña comida con algunos de los colegas de Lauren, tras la cual Camila se cambió de ropa, poniéndose uno de los conjuntos de su hermana: un vestido de seda. Mirándose en el espejo, se pasó la lengua por los labios. No podía dejar de pensar en aquel beso y en cómo sería sentir la lengua de Lauren tratando de encontrar la suya.

Cuando terminó de arreglarse se dirigió al coche de Lauren, donde ya estaba Georgia. Lauren condujo hasta su casa de Mosman, sin pronunciar palabra durante el trayecto.

—Le he dado a Lucía el resto del día libre —Anunció Lauren, por fin, cuando llegaron a la casa—Hay comida preparada.

—Creo que Georgia necesita que le cambie los pañales y que le dé de comer —Formuló Camila, inquieta ante la idea de estar con ella, en aquella casa, con la única compañía de Georgia.

—Tengo que hacer un par de llamadas —Soltó Lauren, igual o más incomoda que la morena, pero no queriendo darse a notar—Dime si necesitas que te eche una mano en algo. Estaré en mi estudio.

Un rato después, mientras Camila estaba todavía dando de comer a su sobrina, Lauren entró en la cocina. Se había cambiado de ropa y estaba irresistible, aún mas de lo que era normalmente.

—¿Quieres que continúe yo para que así te puedas cambiar de ropa antes de cenar? —Se ofreció Lauren al verla con la misma ropa que cuando regreso.

—No, ya casi hemos acabado —Suspiró la morena con cansancio—De todas maneras, no creo que quiera más.

—Parece cansada —Observó Lauren mientras Georgia se frotaba sus pequeños ojos.

—Sí —Concordó Camila bajando la miraba para evitar la de Lauren.

—Camila...

—Si no te importa, creo que no voy a cenar —Le cortó queriendo evitar cualquier plática con ella.

Lauren le tomó la mano, haciendo que Camila no tuviera más remedio que mirarla.

—Aunque decidas no comer, tengo cosas que hablar contigo —Sostuvo Lauren mirándola profundamente.

—¿Q... qué clase de cosas? —Camila no podía creer que aún hubiera más cosas.

—Normas que hay que establecer, esa clase de cosas. No quiero que haya malentendidos —Aclaró en un intento de no agobiarla demasiado.

—No sé qué quieres decir con eso—Cerró los ojos tan cansada de escucharla con respectivo odio hacia ella.

—¿No lo sabes?

—No.

—El vivir en la misma casa va a significar que, como es normal, tengamos un cierto grado de intimidad. No querría que te llevaras una impresión equivocada—Expresó con tanta incomodidad que se vio contagiada a Camila, aunque la rabia en la morena era más que la incomodidad.

—¿Exactamente a quién le estás recordando los términos de nuestro acuerdo, a ti o a mí? —Preguntó Camila con sarcasmo abriendo los ojos para verla.

—Por lo que me dijo mi hermano, parece ser que tú no siempre respetas las reglas del juego. Sería bueno que las recordaras —Contestó Lauren, tratando de serenarse.

—Pues hablando de romper las reglas, creo que tu beso fue un poco inapropiado para la ceremonia —Alegó resueltamente Camila.

—Habrá ocasiones en que tengamos que guardar las apariencias—Se excusó inmediatamente la mujer de ojos verdes, sin soltar su agarre en ella.

—¿Qué quieres decir? —Cuestionó Camila temiendo lo que se podría venir.

—A veces, tendremos que actuar, y tú, como mi mujer, tendrás que comportarte de un determinado modo respecto a mí—Explicó viendo la mirada marrón de su mujer frente a ella llenarse de rabia.

—¿Quieres decir que te tendré que adular? —Camila la miró indignada.

—Yo no lo diría exactamente así—Hizo una mueca ante la acusación de la morena.

—¿Cómo lo dirías, entonces? —Interrogó con voz gruñona.

—Todo lo que pido es que muestres un poco de madurez cuando estemos con más gente—Frunció el ceño al no darse de entender.

—Haré lo que pueda, pero no te prometo nada—Advirtió mirándola con tanto asco que Lauren sintió un estremecimiento recorrerla.

—Bien, mientras que las dos sepamos a qué atenernos.

Después de decir eso, Lauren la soltó y se marchó mientras Camila observaba a su sobrina, que la miraba con sus brillantes ojos verdosos, tal como eran los de Lauren.

—Mujeres italianas —Bufó tomando a la niña en sus brazos—¿Quién las entiende?, tal vez debería intentarlo —Pensó mientras abrazaba a Georgia—Parece que a ti te funciona. Tú sólo tienes que mirarla y se derrite—Sonrió con cariño al escuchar la risilla coqueta de Georgia como si supiera lo que Camila decía.

Una vez que Georgia se hubo dormido, Camila se dio una ducha. Se puso uno de sus cómodos chándales y se arregló su pelo marrón en una coleta. Cuando se disponía a bajar a la planta baja de la casa, Lauren salió del salón y se quedó mirándola desde la puerta.

—¿Te has vestido para la tarde? —Interpeló Lauren irónicamente.

—Una se cansa de la alta costura —Se argumentó Camila, forzando un bostezo de aburrimiento—Aparte de que todo ese material tan caro acaba con mi energía.

—Parece que tienes quince años.

—¿Quieres que me cambie? —Preguntó Camila con ironía, mirándola a los ojos.

—No —Rechazó Lauren sin haber captado la ironía, al verla fijamente, se apartó para permitirle el paso al salón, donde Camila decidió entrar—Estás bien. De hecho, muy bien—Halagó con un suspiro que pudo haber sido de anhelo, si no fuera porque Camila supiera que Lauren la detestaba.

—Gracias —Murmuró ella, tratando de disimular cómo le había afectado aquel halago, fuera falso o no, la hizo sentir increíble.

—¿Quieres algo de beber? —Interrogó Lauren mirándola fijamente, en ningún momento había apartado su mirada de la preciosura de mujer que tenía a unos metros de ella.

—Algo ligero —Respondió Camila fijando su mirada en cualquier cosa que no fuera Lauren.

—¿Sin alcohol?

—Yo no bebo bebidas con alcohol—Replicó la morena, al instante reprendiéndose pues Nadia si lo hacía.

—Una bebedora rehabilitada —Comentó Lauren al darle un vaso de agua mineral—Digno de elogio—Se burló al verla sostener el vaso.

Camila deseaba tener la valentía de tirarle el vaso de agua a la cara, pero sabía que, aunque aquellos comentarios eran desagradables, estaban probablemente justificados por la actitud de su hermana durante los últimos meses.

—Hay muchas cosas que he cambiado en mi vida últimamente —Admitió Camila.

—Me atrevo a pensar que la muerte de André ha debido tener un gran impacto en ti para que cambies tanto.

—Sólo a una persona realmente insensible no le afectaría la muerte de alguien conocido —Dijo Camila, a ella únicamente le afectaba pues su pequeña sobrina jamás podrá conocer a su padre biológico, de ahí en fuera, le daba igual.

—¿Lo echas de menos? —Interrogó viéndola con curiosidad.

—Trato de no pensar sobre ello —Contestó Camila, pensando que así hubiese respondido Nadia.

—No, claro que no —Expresó Lauren—Si piensas en ello, tendrías que cargar en tu conciencia con parte de la responsabilidad de lo ocurrido, ¿no es así?

—Yo no tuve nada que ver con la muerte de tu hermano —Renegó Camila mirando al suelo para no ver su horrible rostro y propinarle una bofetada bien merecida.

—¿Crees que porque lo repitas muchas veces va a cambiar lo que hiciste? —Escupió nuevamente con su típico rencor. Camila deseaba poder contarle la verdad, pero cada vez que lo iba a hacer recordaba a Georgia y reprimía decir una verdad que hubiera significado perder a la niña—Tienes la culpa escrita en todo tu cuerpo —Continuó Lauren—Casi no puedo mirarte sin pensar en la agonía que sufrió mi hermano antes de morir.

Camila se puso enferma. No tenía la fortaleza de su hermana para soportar aquello.

—¿Adónde te crees que vas? —Instó Lauren cuando Camila se disponía a abandonar la sala.

—Creo que sería prudente dejarte solo para que reflexiones, haber si así razonas bien—Acusó manteniendo su voz ronca de furia.

—¿Crees que puedes escabullirte tan fácilmente? No voy a dejar que te vayas por las buenas. Voy a hacer todo lo que esté en mi mano para hacerte pagar por la destrucción que has causado en mi familia—Gruñó Lauren detrás de ella.

—No veo de qué manera el casarte conmigo va a ayudarte a hacerme pagar. A no ser que me vayas a encerrar en una torre y a tenerme a pan y agua —Se burló seriamente Camila con una forzada indiferencia.

—¡Maldita seas!—Exclamó Lauren agarrándola y besándola por segunda vez aquel día.

Camila trató de apartarla con sus manos, pero fue imposible, tenía el cuerpo de Lauren pegado al suyo, imprimiéndole su feminidad. El beso empezó a ser muy íntimo y Camila sintió cómo una corriente eléctrica le recorría por todo el cuerpo, sintiendo la indomable fuerza y poder del cuerpo de Lauren.

Camila sentía sus pechos contra el cuerpo de Lauren, que empezó a besarla incluso más profundamente, tratando de provocar una respuesta que Camila no pretendía dar. De repente, Lauren se apartó de ella bruscamente. Inmediatamente, la morena sintió un profundo dolor en su labio que la hizo alejarse unos pasos de la mujer. Con desprecio sacó un pañuelo para secarse la sangre que Lauren le había sacado en el labio inferior, intentando demostrarle que no la afectaba todo aquello.

—Perdóname —Pidió Lauren con firmeza al ver los ojos de la morena empañarse de odio—No quería hacerte daño.

—¿Hasta dónde querías llegar, lo suficientemente lejos como para tener que doblar el dinero de mi asignación? —Escupió la morena mirándola con tanto odio que Lauren sintió un dolor removerse en su pecho.

—No tengo intención de darte más dinero de lo que hemos acordado. Ya te lo he dicho... nuestro matrimonio no se consumará —Aseguró Lauren torciendo el gesto.

—Por mí está bien —Repusó bruscamente Camila—Pero te sugiero que primero se lo dejes claro a tu cuerpo —Señaló mirando la pelvis de Lauren—Creo que no ha recibido el mensaje—Se burló con el rencor empañando sus ojos aun más.

—Camila, te advertiría de que no vayas tan lejos. Quizá no te gusten las consecuencias—Amenazó posándose unos pasos cerca de ella.

—Vas a tener que intentarlo un poco más si quieres atemorizarme. No olvides que estoy acostumbrada a tratar con hombres despiadados —Camila alzó desafiante su barbilla guardando el pañuelo con su sangre en unos de sus bolsillos.

—Te puedo destruir —Le recordó Lauren hoscamente—Puedo dar una exclusiva que haría que ni en una ciudad tan grande como ésta tuvieras un lugar donde esconder tu vergüenza.

—No sé en qué te beneficiaría destruir la reputación de la mujer con la que te acabas de casar —Señaló Camila con burla, una sonrisa malvada saliendo de la comisura de sus labios.

—No voy a cumplir mi amenaza, a no ser que te pases de la raya.

—Que amable de tu parte —Se burló Camila soltando una risotada falsa—Pero... ¿y qué pasa con tu comportamiento? ¿Eso también cuenta?

—Te doy mi palabra de que no ocurrirá de nuevo —Aseguró Lauren con determinación—A no ser que tú me lo pidas, desde luego.

—¡Qué típico! —Carcajeó la morena con ironía—¡No te puedes controlar y me echas a mí las culpas!—Negó con incredulidad molestando profundamente a Lauren.

—Estabas comportándote de una manera muy provocadora—La miro de arriba a abajo, con la mandíbula apretada.

—Ah, ¿sí? ¡Pues tú te has comportado como una completa bárbara! —Le espetó Camila señalándola con brusquedad—No me sorprende que tu hermano tuviese a todas las mujeres detrás de él. Al contrario que tú, por lo menos tenía un poco de finura.

Al terminar de hablar, la miro con odio y trató de marcharse de la sala, pero Lauren se lo impidió caminando a zancadas para cerrarle la puerta.

—Deja que me marche, Lauren. Quiero ir a ver cómo está Georgia —Protestó Camila, tratando de que ella no viera las lágrimas de rabia que se asomaban a sus ojos. Lauren soltó la puerta y puso su mano en el hombro de Camila—No hagas que te odie más de lo que ya te odio —Le advirtió Camila susurrando.

Ésta se quedó mirándola durante un largo rato. Justo cuando Camila creyó que ya no podía más, Lauren se apartó de ella.

—¿Lauren? —Susurró Camila después de unos segundos.

Ésta se volvió hacia ella, sacando un papel del bolsillo de su pantalón y acercándoselo. Era un extracto bancario en el cual se detallaba que ese día se habían depositado unos cuantos miles de dólares en la cuenta de Camila. Su asignación.

Camila se quedó mirando el documento durante un largo rato, sin darse siquiera cuenta de que Lauren se había marchado de la habitación cerrando la puerta tras de sí.

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