Debía admitir que Eddie Munson era divertido, inteligente y charlatán. Agradecía que jamás había tenido en cuenta los rumores sobre él
Habían pasado más de cinco horas, llevaban más de cuatro tazas de té de canela e iban por la unidad tres de español, hasta ahora había entendido la gran mayoría de cosas o al menos eso le había dicho. Así que ahí estaban ellos, con unas cuantas hojas llenas de colores vivos, sus cuadernos de teoría abiertos, y las lapiceras sobre la mesa junto a dos tazas, una de color negro con líneas en verde manzana y otra de color lila con corazones en amarillo.
La risa del muchacho era algo cautivante, era cálida y alegre pero por sobretodo era contagiosa. Su acento en español era sumamente divertido, además de que en la práctica era muy malo pero todo sonaba divertido.
-Daisy daisy - llevó la taza a su boca sin quitarle los ojos de encima -.
-¿Por qué siempre dices mi nombre dos veces? - preguntó con completa curiosidad -.
-Oh, bueno había un comercial que decía "Daisy Daisy" al final la canción se volvía algo tétrica - hizo un raro gesto con su boca mientras movía su mano - aunque fuese tétrica me gustaba mirarlo y me gustaba que fuese tétrica-.
En esas pocas horas Daisy había notado que hablaba con demasiados gestos y articulaba con sus manos. Hacía muecas raras, y su voz podía subir de tono y bajar con tanta facilidad así y todo su voz era super dulce o al menos para ella.
-¿Soy tétrica? - se confundió-.
-Bueno, es que - suspiró apenado - de hecho, fuiste la primer niña que me gustó, siempre me dijeron que las niñas tenían piojos pero recuerdo que la primera vez que te vi pensé "wow, dudo que ella tenga piojos, es demasiado rubia para tenerlos " y debo admitir que fue tétrico, un niño descubriendo sus gustos, raro y tétrico - hacia círculos en la mesa con su dedo índice mientras observaba la taza - y cada vez que te veía me recordaba ese comercial, no tiene sentido alguno, ¿cierto? - levantó la vista hacia ella, la cual lo miraba sonriente -.
-No mucho - de hecho no entendía y tampoco recordaba dicho comercial - no he visto ese comercial - levantó sus hombros -.
-¿Qué? - abrió su boca sorprendido - ¿No había televisión en Florida o qué? Era un comercial super popular sobre un calesita, sabes yo quería que mi padre me la comprase pero no teníamos el dinero para hacerlo - fingió tristeza mientras ponía la mano en su frente -.
-No es eso, ¡si había televisión en Florida! -rió- solo que bueno, no recuerdo mucho de cuando era niña - fijó su vista en las manos del chico para luego levantarla y observarlo - cuando era pequeña tampoco teníamos mucho dinero - llevó su cabeza a sus manos apoyando todo el peso en sus codos - o al menos eso dice mi mamá - rodó sus ojos - yo recuerdo que con mi papá íbamos al mercado y siempre me compraba golosinas, nunca iba al sector de los juguetes porque sabía que eso era abusar de él -.
-Vaya, yo creí que eras una niña de mamá pero resulta que eres una niña de papi - la observaba admirado, escuchando atentamente a cada palabra que salía de su boca -.
La rubia rió para negar lentamente, llevó la vista hacia el cuaderno de español para finalmente abrir su boca.
-No se nada de mi papá desde que me mudé aquí, salvo por las postales que envía para mi cumpleaños- intentó articular una sonrisa pero se vio demasiada forzada, calló al chico cuando vió que su sonrisa abandonó el rostro intentando encontrar palabras de consuelo - tranquilo, no pasa nada - mentira, era una terrible mentira-.
-Que mierda - silbó intentando ocultar su incomodidad- pero bueno, eres toda una niña de mamá entonces - sonrió tranquilo cuando ella volvió a reír genuinamente -.
-Se podría decir que si - ladeo la cabeza- ¿que hay de ti? - preguntó completamente curiosa -.
-Bueno, no mucho de hecho - suspiró- ¿no tendríamos que estar terminando con las lecciones, Dai? -.
Daisy se sintió como una intrusa, había sobrepasado su confianza y por eso el chico le había cortado todo.
-Oh - asistió- si, lo siento, es solo que creí que estábamos - calló abruptamente -.
-¡No! No pienses que -se apresuró el chico sin embargo fue callado cuando la puerta de la entrada se cerró-.
La madre de Daisy se encontraba frente a ellos con una clara confusión en el rostro, no era preocupación por el contrario, bolsas del supermercado en la mano izquierda y en la derecha algunas de KFC.
-¡Ma! - La muchacha se levantó alegre a recibir a su progenitora, la cual había vuelto exactamente tres horas antes de que su turno terminara, y la envolvió en un cálido abrazo - El es Eddie, es un amigo de la escuela, estoy ayudándolo en español - adelantó el cuestionario -.
El corazón de Eddie brincó varias veces pero por sobretodo cuando ella abrazo a su madre con tanto amor y aún más más ella lo llamó amigo con tanta naturalidad y felicidad.
-Hola cariño - la señora Phillips le sonrió amable para acercarse a él y abrazarlo cortamente, fue demasiado amor para alguien que estaba acostumbrado a los "hola" y "adiós"-.
-Hola señora - se sentía incómodo -yo, ya iba a irme, solo - comenzó a juntar sus cosas apurado -.
-Descuida cielo, no hay apuro - la mirada maternal le llegó al corazón, ya entendía de donde sacaba tanto cariño Daisy, tenía la misma mirada que su madre - ¿quieres quedarte a cenar? -.
Iba a negarse cuando la rubia respondió por él, "si quiere", la miró confundido.
-Daisy, deja que Eddie responda por si solo - reprendió con cariño - ¿entonces, quieres, cielo? -.
-Oh, es que - llevó sus manos a sus bolsillos- no he traído dinero y luego se hará tarde para volver entonces - balbuceaba nervioso -.
-Tonterías- movió su mano - no necesito dinero, y podemos acercarte hasta tu casa, ¿quieres quedarte? -.
-De acuerdo - admitió tímido finalmente -.
Daisy sonrió a su lado para luego ayudarlo a terminar de juntar los cuadernos y hojas, sus manos se tocaron por unos segundos logrando que el muchacho se sonrojase. Le parecía algo increíble el hecho de que había estado prácticamente obsesionado con ella durante cinco años y de la nada había tenido tanta química, Daisy siempre le había parecido aquella persona que ilumina en la oscuridad e intentaba de lejos que nadie apagase aquella luz.
Cuando él le dijo a sus amigos que ese sería su año no se imaginaba que Daisy Summer se pondría en su camino pero lo agradecía aunque, él prácticamente le había rogado a la profesora que su tutora fuera la rubia.
Volvió a sonreírle a la chica junto a él, de verdad le parecía hermosa e inocente algo que en combinación era casi inexistente.