Español no se le daba mal, de hecho, casi ninguna materia se le daba mal, ella lo justificaba con que tenía demasiado tiempo libre como para estudiar y reforzar aquellas cosas que no comprendía. De hecho, ahora tenía mucho más tiempo libre ya que sus salidas eran muy limitadas, con todo el asunto de las desapariciones y del incendio en el centro comercial su madre se había vuelto paranoica así que Daisy se vió obligada a dejar el asilo y estar aún más tiempo en su casa, si es que eso era posible.
Su mamá trabajaba más de doce horas de corrido, solo la veía en el desayuno y cuando llegaba a las diez de la noche para darle el beso de buenas noches. Tenía doble turno en el hospital y estaba pensando seriamente en conseguir uno más. No la pasaban mal, por el contrario, se daban todos los lujos que querían, pero era de esas que opinaban que era mejor tener de más a que no alcanzara el mes completo. Además, Susan no quería que Daisy trabajará, ella quería que solo se enfocara en sus estudios para luego ir a una buena universidad, a Sarah Lawrence para ser más precisa, así que sacrificaba su tiempo para ser lo más materialista posible. Ella estaba completamente agradecida que su hija jamás le diese un problema o dolor de cabeza, jamás le presentó a un muchacho, y era completamente responsable en sus estudios, era sumamente independiente y hacía todo por su cuenta desde los diez años. Era un orgullo.
Como había dicho, Español no se le daba mal pero había materias donde su promedio era muchísimo mejor y en aquella clase habían estudiantes con mejor promedio que el de ella, así que su sorpresa fue automática cuando la profesora Smith la sentó junto a Eddie Munson y le ordenó prácticamente que fuese su tutora para que el muchacho no volviese a reprobar la asignatura. La muchacha no se quejó, por el contrario, solo asintió con una sonrisa para dirigir la mirada al susodicho el cual miraba con cara de aburrimiento a la conversación.
Daisy había oído rumores sobre el chico del cabello largo, no eran para nada positivos, pero ella no les había tomado importancia y volvía a confirmar que no debía tomar en cuenta aquellos rumores sobre todo cuando observó sus ojos, aquellos con tristeza y bondad.
La muchacha soltó una risa pequeña cuando vió el rostro del joven burlandose del discurso de su profesora sobre cuando iba a dignarse a terminar el secundario y conseguir una vida.
Cuando él notó que ella estaba completamente cautivada con sus payasadas siguió: hacia muecas, movía sus manos, movía su boca logrando que la chica riese más intentando callar con sus manos en la boca.
-¿Estamos de acuerdo? - La mujer de sesenta años cortó el pequeño ambiente que se había creado entre ellos, levantó una ceja esperando una respuesta- ¿Señor Munson? ¿Señorita Summer? -
-Completamente de acuerdo, Eddie pasará su clase - sonrió complaciente la rubia intentando calmar a la docente -.
Apenas la mujer dejó la sala, la chica tomó su bolso para sacar su cuaderno con el fin de poder empezar con una pequeña tutoría.
-Daisy - sonrió divertido el muchacho- Daisy, Daisy - su sonrisa se hizo aún más grande cuando logró captar la completa atención de la mencionada -.
Eddie estaba fascinado por la escena, frente a él estaba la única muchacha que realmente había llamado su atención, la única muchacha que jamás lo había mirado con asco, la única muchacha que siempre que cruzaba miradas le sonreía. Su niño interior chocó las palmas con su adolescente interno, ambos inhalaron disimuladamente el aire que compartían para ver si realmente olía a vainilla como él supuso, no se decepcionó del todo cuando descubrió que olía a frambuesa, era también de esperarse.
-¿Si? - dejó el cuaderno sobre el pupitre para apoyar su cabeza entre las palmas de sus manos -.
-Nada, solo - levantó los hombros- es que es interesante el hecho de que hay mejores alumnos en español y justamente te ha tocado a tí darme tutorias, ¿estas enamorada de mi o algo así? - se acercó a la muchacha intimidandola completamente -.
-¿Ah? - su voz fue completamente confusa- ¿de qué hablas? ¿qué? - se hizo hacia atrás, reclinando todo su peso en el respaldar de la silla- no, es que - balbuceo unos segundos-.
-Eh - rió- tranquila Daisy Daisy, estaba bromeando - levantó sus manos - Estoy seguro de que te ha pedido que seas tú porque tienes paciencia y te ves como toda una flor delicada - hizo comillas con sus dedos - y que los demás se han negado completamente a enseñarme - tomó asiento junto a ella -.
-¿Por qué se negarían? - cuestión curiosa -.
-Oh, vamos - la sonrisa repleta de arrogancia adornó su lindo rostro- ¿por qué querrían enseñarle al bicho raro? Sumado al hecho de que corre el rumor de que soy un traficante ilegal que seguramente asesinará a alguien por puro placer - el sarcasmo jamás abandonó la oración-.
-Bueno, la gente cree demasiadas cosas Eddie - por el contrario a él, su voz detonaba felicidad y sus ojos derrochaban amor, el muchacho quiso que jamás nadie apagara aquello- Pero dudo mucho que asesines a alguien por puro placer, o simplemente el hecho de que asesines a alguien, te ves como un pequeño bicho raro pero eso no significa que este mal, ¿quién quiere ser normal en los casi noventa? Nuestra generación está arrastrando con los cambios, no creo que seas un bicho raro solo no encajas en lo que se considera "normal"- sonrió ampliamente mientras tocaba la mano de chico, lo primero que notó fue la cantidad de anillos que llevaba y lo suave que era su piel-.
-Siempre tuve la idea de que eras alguien completamente superficial, Daisy Summer - observó sus manos juntas - pero creo que me he equivocado - separó el contacto para luego levantarse del lugar - en tu casa a las tres pasadas, ¿hecho? - se alejó del salón sin darle la espalda al rostro sonrojado de la chica-.
-Pero - pestañeo varias veces - no sabes donde vi - no terminó de decir la oración ya que el de cabello largo había abandonado el lugar - vo - la última sílaba se la dijo al viento así que solo suspiró para volver a guardar su cuaderno y salir del salón hacia su próxima clase-.
El pasillo estaba inundado de alumnos, algunos se encontraban apoyados en sus respectivos casilleros y otros en medio del camino cortando el paso, debía admitir que era lo que menos le gustaba del colegio: las multitudes. Apresuró el paso hasta su casillero para poder guardar el cuaderno de español y sacar el de química, logró hacer todo a su tiempo para cuando el timbre que indicaba que el receso había finalizado así que cerró su casillero y emprendido el corto trayecto hacia su materia menos favorita.
holi, soy una ansiosa y no se esperar para publicar capítulos, perdón