La amplia palma de Seokjin me cubre la boca cuando alguien llama a la puerta de su habitación, obligándome a contener los jadeos.
— ¡Jungkookie! —La inconfundible voz de Sushi se oye desde el otro lado—. ¡Kim Seokjin!
—Carajo. —Gruño, tratando de incorporarme, pero mi novio parece que no quiere dejar de embestirme.
— ¡Estamos ocupados! —Seokjin exclama.
— ¡Se hace tarde para la cena de cumpleaños de Nahyun! —Minjoo vocifera esta vez.
— ¡Muevan el trasero! —Yunbi acota.
"¡Arriba el matriarcado!" diría mi abuela en estos momentos. Y cuánta razón tiene. Sin Yunbi y sin Minjoo, Seokjin y yo estaríamos volando constantemente por una nube de desatención.
—Si supieran... —Murmura, en compañía de una firme nalgada que me obliga a reprimir un jadeo.
—Apúrate. —Le digo de mala manera. ¡Sabe que yo odio llegar tarde a cualquier lugar!
No sé cuánto tiempo nos lleva acabar, pero apenas lo logramos, Seokjin abandona la cama y va directo a vestirse para la cena que compartiremos con su ex asistente y su mejor amigo. Por mi parte, me quedo sobre el colchón, con el trasero levantado y lamentando todas las decisiones malas de mi vida como siempre. Pero tener sexo con mi novio no es una de ellas.
Cuando logro incorporarme, mis miembros inferiores duelen como si me hubiese arrollado un tren. Me acerco al amplio espejo existente en el cuarto para echar un vistazo a mi figura, notificando que la piel de mi culo está teñida de un rojo intenso.
Ruedo los ojos cuando mi novio se acerca a dejar un fugaz besito en mi espalda.
—Te amo. —Alarga, notablemente contento, mientras corre hacia el baño.
—Se nota.
Pasado el inolvidable polvo —porque me marcó como si fuese una acera recién pavimentada—, me doy una ducha de un minuto y diez segundos, para luego vestirme. Para nuestro sexto aniversario, Seokjin me regaló unos trajes increíbles de diversas marcas de sus colegas. Algunos los tengo en mi casa, y algunos los he dejado aquí, por si acaso.
Como si fuera poco, y especialmente para no levantar sospechas en caso de que alguien nos vea, Jin me permite conducir su Hyundai Equus de color negro para que Joo y yo nos traslademos hasta el restaurante donde cenaremos esta noche. Él y Sushi toman otro de sus tantos vehículos.
En el viaje de treinta minutos que comparto con la mayor de mis noonas, conversamos sobre diversos temas. Pero sin duda, el asunto que me resulta más destacable, es el de su deseo por querer casarse con Yunbi. No obstante, es algo que se ve imposible, puesto que el matrimonio igualitario no está legalizado en nuestro país y al parecer seguirá de esa manera por un tiempo.
Sí, ellas podrían ir a algún lugar en donde personas del mismo género sean capaces de casarse, pero no tendría ningún tipo de valor en Corea del Sur. Y, por obvios motivos, no tienen pensado mudarse de nuestro país por el momento, mucho menos con la llegada del bebé.
Pero hoy no es noche para que mi ansiosa mente se desvíe a causa de esos pensamientos. Hoy es el cumpleaños de mi piscis mujer favorita, quien casualmente es pareja de mi piscis hombre favorito. Esta velada solo debo enfocarme en pasarla bien.
Cuando llegamos al restaurante que Yoongi reservó para que cenemos esta noche, un mayordomo nos recibe y nos muestra el camino hacia la mesa.
Allí nos recibe con una sonrisa la chica del cumpleaños, junto con su hermoso novio y su mejor amiga.
El regalo para Nahyun consistió en unos aretes diseñados por Sushi y un pijama que le compré yo, el cual vio una vez que caminábamos juntos hacia la empresa luego de haber almorzado juntos. Se puso feliz por ambas cosas, pero algo me dice que el conjunto para dormir con estampados de cebras le gustó más.
Todos nos ubicamos en la mesa redonda y nos entregan el menú para que podamos escoger nuestras respectivas comidas.
—Gracias a todos por venir. —Yoongi es el primero en hablar.
—Gracias por la invitación. —Seokjin replica.
—En realidad, ella solo invitó a Jungkook-ah, Yunbi-ssi y Minjoo-ssi —el rapero acota, frunciendo el ceño y adoptando una expresión pensativa al mismo tiempo que analiza a mi novio—. No comprendo qué haces tú aquí.
La indignación se esparce por el rostro de Jin.
— ¿Así tratarás a tu mejor amigo? —Le reprocha.
Y Yoongi ríe. ¡Ah, hermoso de mi corazón!
—Sabes que te adoro, hermano.
—Sí, seguro. —Jin replica luego de haber rodado sus preciosos ojos.
Uno de los mozos aparece con una botella —costosa, claro— de vino tinto y llena casi todas las copas, excepto la de Yunbi, quien debe conformarse con agua.
—Dime la verdad, Seokjin-ssi... —Yoongi prosigue luego de darle un sorbo a su bebida—. La extrañas como asistente, ¿verdad?
—Mucho —afirma y se relame los labios—. El asistente que tengo ahora es...
Automáticamente, Yunbi lo fulmina con la mirada.
—Cuidado con lo que dirás sobre Jungkookie.
Fingiendo inocencia, mi novio hace un puchero ante la advertencia de su mejor amiga y, agachando la cabeza, murmura:
—Es maravilloso.
—Yo extraño tener de compañero a Jungkook. —Nahyun, con una nota evidente de melancolía, agrega.
—Pero si nos vemos a diario. —Le recuerdo.
—Pero estamos en sectores distintos.
—No empiecen a llorar, por favor —Seokjin habla con aquel tono soberbio que continuamente lo caracteriza, chequeando los platillos que ofrece el menú—. Arruinarán mi cena.
—Coman con libertad —Yoongi nos dice—, que hoy pago yo.
Escuchar aquello no me resulta un consuelo, pues todo en este restaurante es carísimo. Debo recordarme una y otra vez que casi todas las personas con las que estoy compartiendo la mesa son millonarios.
Mi salario como jefe del departamento de recursos humanos es un poco más —bastante— elevado que lo que cobraba siendo el segundo asistente de Seokjin, así que con ello espero, pronto, invitar a cenar a mi familia y allegados.
Escojo samgyetang para cenar esta noche y, para acompañar a Yunbi-ssi y su dura tarea de no ingerir alcohol, elijo jugo de manzana como bebida principal.
La charla se desenvuelve con fluidez entre los presentes, las risas lo inundan todo en nuestra mesa y no puedo sentirme más feliz de estar compartiendo el cumpleaños de una mujer increíble que, en poco tiempo, se convirtió en una de mis amigas más queridas.
—Disculpen, tengo que atender, son mis padres. —Les informo a los presentes mientras me levanto, efectuando una reverencia respetuosa.
—Adelante, pequeño. —Yoongi dice.
Y Seokjin se transforma en un ser vil cuando espeta, pausada y roncamente:
— ¿"Pequeño"?
El rapero se ríe y las bromas estallan en la mesa cuando me retiro para atender.
Es la segunda llamada que hacen desde que abordaron el crucero –ese que pude darles gracias a la enorme ayuda de Yunbi y Minjoo– hacia Filipinas hace una semana. Aparentemente se la están pasando de maravilla.
— ¿Mamá?
— ¡Jungkookie! —Vocifera Hyanie. Hay música de fondo y me cuesta un poco oír, así que me cubro un oído con mi mano libre—. Lamento llamar a esta hora, pero quería saber cómo estabas.
Una sensación que es mezcla de gratitud y alivio me recorre al escuchar la voz de mi madrastra, y es entonces cuando caigo en cuenta de lo mucho que los extraño a ambos. No obstante, estoy feliz de que disfruten como es debido del viaje que siempre quisieron hacer.
—El país se cae a pedazos cuando ustedes no están —bromeo—. ¿Qué tal es Filipinas?
— ¡Una maravilla! Las playas son lo mejor que mis ojos han visto... Después de ti, claro —su tono dulce y divertido me roba una risa—. Las personas son muy amables y cálidas, parece que todos los días aquí son una fiesta.
—Me hace feliz saber que lo estén disfrutando tanto, se lo merecen. ¿Y papá?
—Se está preparando un coctel, ¿puedes creer que cada habitación tiene un minibar personal?
—Procura no beber tanto, Hyanie. —Le sugiero.
Cuando ella se emborracha empieza a hablar maravillas de todos sus crushes, entre ellos, Seokjin.
—No, cielo, yo no puedo. —Suena genuinamente entretenida, pero de repente, el silencio se hace protagonista de la charla telefónica.
— ¿Por qué no?... —Pronuncio con cuidado y frunzo el ceño cuando la línea parece perderse de a poco—. ¿Mamá?
— ¡Jungsoo, la cagué! —La escucho exclamar.
— ¿Qué cagaste? —Cuestiono alterado, pero ya no consigo escuchar otra cosa que nono sea el pitido que me indica que me ha colgado—. ¿Hola?
Me obligo a ignorar la punzada molesta de preocupación e inquietud que se clava en mi estómago, y también me recuerdo que estoy celebrando el cumpleaños de mi amiga. Tengo que tener buena cara. Estoy seguro de que mamá está bien y, obviamente, me dará explicaciones cuando vuelva a llamarle. Si fuese algo grave, ya lo sabría. Ellos nunca me ocultarían algo que se considere importante.
Como era de esperarse, de pronto, mi cuerpo siente ansioso hasta la mierda. Oh, no, no esta noche, me digo a mí mismo. Inhalo y exhalo un par de veces para acompasar mi respiración, antes de regresar con los demás.
Cuando mis ojos se encuentran con los de mi novio, la expresión vacilante y seria que está pintada en su rostro me da a entender que ya se dio cuenta de que algo ocurrió durante la llamada con mis padres. Le guiño un ojo en un gesto coqueto y disimulado, para demostrarle que todo anda bien, y vuelvo a tomar mi lugar junto a Yoongi.
Seokjin me conoce con mucha exactitud. Siempre ha sido así, y no entiendo cómo lo hace.
A pesar de que previamente me sentía ansioso por la misteriosa llamada que mantuve con mi mamá, la comida soluciona todo en mi inestable sistema. Este samgyetang es delicioso y la presentación es digna de un restaurante de primera calidad como es este. Varias charlas se desenvuelven simultáneamente en la mesa y, por increíble y maravilloso que suene, la persona con la que más diálogo tengo es Yoongi. Quizás porque está sentado a mi lado, o por el video que lanzará en una semana en el cual yo hago una pequeña aparición. Recuerdo que aquel día Seokjin no pudo asistir porque tenía muchas cosas para hacer, pero aun así, le envió un camión de malteadas a su mejor amigo para felicitarlo.
Cuando es la hora del postre, Yoongi toma su copa con champaña y la hace sonar suavemente con ayuda de la cuchara que sostiene entre sus dedos.
—Disculpen, ¿pueden darme tu atención por un minuto? —Musita.
—El tiempo comienza a correr ya. —Seokjin replica y posa la mirada en su reloj de muñeca.
— ¡Seokjin! —Vocifero a modo de regaño. ¡Es un irrespetuoso!
La mano de mi hyung viaja hasta mi hombro, en gesto cariñoso, mientras me da una palmadita en dicha sección.
—Jungkookie, aprecio tu lealtad hacia mí.
—Es un placer, Yoongi hyung. —Desde asiento, le dedico una tímida reverencia.
—En primer lugar, aprecio muchísimo que todos estén aquí para celebrar a esta increíble mujer que tengo a mi lado —dice, dedicándole una mirada fugaz a Nahyun—. Como algunos de ustedes sabrán, me costó muchísimo enamorarla.
—Eso sólo lo sé yo, perdedor. —Mi novio insiste con interrumpir a Yoongi.
—Calla, calla —él hace un ademán con la mano, para restarle importancia a los acotes—. Continúo. Me costó, pero no me rendí, porque además de ser jodidamente preciosa, tiene una personalidad que me pone de rodillas —espeta, y puedo ver que mi amiga sonríe un poco—. Con el correr del tiempo que compartíamos juntos, comencé a sospechar que ni siquiera con mil canciones alcanzaría para explicar todo lo que siento por ella.
—Aburres. —Seokjin dice, fingiendo un bostezo.
Yoongi rueda los ojos y parece darse por vencido. Aunque su discurso seguramente era genial, su paciencia no le permite terminarlo.
—Vete a la mierda, Kim. Nahyun y yo nos vamos a casar.
Y repentinamente, se respira una atmósfera de total sorpresa. Nadie logra decir nada, la mesa se compone de varios pares de ojos abiertos con amplitud ante la noticia. Una emoción resplandeciente se expande por mis venas, mientras hago el intento de modular alguna respuesta coherente y rápida, para acabar con la ausencia de charla.
Sin embargo, Seokjin se adelanta.
— ¿En serio? —Cuestiona con aire cauteloso, analizando detenidamente las facciones de Yoongi.
El bello hombre de piscis se encoge de hombros.
— ¿Por qué mentiría?
—Fe... Felicidades. —Espeta en voz baja, como si tratase de asimilar los hechos.
Yoongi ríe y mira a su prometida.
«¡Wow!, ¡prometida!, ¡carajo!»
—Hemos dejado en shock al gran Kim Seokjin.
—Y también al gran Jeon Jungkook. —Ella añade, con su tierna mirada fija en mí.
Aunque todavía me siento incapaz de disimular el asombro que me embarga, una sonrisa amplia se desprende por mis labios.
—Estoy feliz por ti, noona —le digo—. Y felicidades también Yoongi hyung, eres muy afortunado.
Con una expresión llena de dulzura adueñándose de su lindo rostro, Nahyun me extiende la mano para que compartamos un pequeño apretón, pero yo termino dándole un corto beso al dorso de la misma, consiguiendo que ella sonría.
Y de pronto, luego de terminar la champaña restante en su copa, Yoongi vuelve a hacer uso de la palabra.
—Gran Kim Seokjin... ¿Te gustaría ser el padrino?
El largo y exagerado grito ahogado que mi novio emite hace que Sushi expulse una carcajada.
— ¡¿Cómo dijiste?! —Exclama, en una muestra clara de confusión y alteración.
—...De la boda, idiota —el rapero pone los ojos en blanco—. No está embarazada aún.
— ¿En serio? —Ahora Seokjin se ve consternado, en sus labios forman ese puchero inconsciente que siempre aparece cuando algo lo toma por sorpresa—. ¿Estás segura? Voy a robarme toda la atención. —Le avisa a Nahyun, utilizando aquel matiz altanero y egocéntrico que tanto me gusta.
Aunque... No miente. Él siempre se roba la atención, no importa dónde se encuentre.
—Segura. —Nahyun asiente.
—Será un placer —se inclina levemente hacia adelante, efectuando una reverencia—. Me agrada tu táctica de manipulación, Min Yoongi.
Oh, esa expresión altanera se ha instalado en su rostro... ¿Qué es lo que va a decir?
— ¿De qué hablas, Kim Seokjin?
—Me escoges a mí porque quieres ser el padrino de mi hijo.
Los restantes estallamos en carcajadas. Yoongi, por su parte, abre la boca ampliamente, expresando de tal forma su indignación.
— ¿Cómo puedes pensar una cosa así? —Se lleva una mano al pecho—. Hieres mis sentimientos.
—Lo serás, quédate tranquilo —Yunbi se suma al diálogo y yo siento que mi corazón se detiene—. Solo tenemos que pensar una forma no tan agresiva de decírselo a Seokjin.
¡Min Yoongi padrino de la bolita! ¡Carajo, Dios existe!
—Oh, le romperán el corazón —Yoongi dice con fingido pesar y de repente vuelve a posar su mano sobre mi hombro derecho—. Jungkook-ah, ¿recuerdas cuando grabamos el MV? El hombre no dejaba de hablar sobre eso.
Asiento con la cabeza, recordando aquel momento tan chistoso en el parque Dae Jang Geum. «Sé que Seokjinie y Yunbi-ah me elegirán como padrino, pero no quiero que eso cambie nuestra amistad, Yoongi Min.», decía Taehyung.
—Por cierto, Min Yoongi —Seokjin espeta, levantando su dedo índice—, mi artista no ha visto su remuneración por su participación especial en tu vídeo.
Oh, carajo...
Ahora, las facciones del rapero se contraen en lo que deduzco como asombro absoluto. Parece que está a punto de balbucear mientras mira atónito a su amigo. Claramente no esperaba ese golpe bajo.
¡Seokjin estaba loco si pensaba que yo iba a aceptar dinero por parte de Yoongi por la participación en el dinero! Se lo dejé en claro desde el primer día.
—Pero, me dijiste que...
— ¡Seokjin! —Vocifero, dedicándole una mirada furiosa a mi novio antes de volverme hacia mi ídolo, para comenzar a pedirle perdón a base de reverencias—. Perdónalo, Yoongi hyung, este sujeto no sabe lo que dice.
El resto de la velada, hasta que la misma concluye, la atención se centra en la novedosa y reciente noticia de boda. Por supuesto, Yoongi y Nahyun nos pide que no hagamos ningún comentario en redes sociales, pues decidieron que todavía no lo harán público. Ni saben si lo harán.
Como era de esperarse, Minjoo y Seokjin están un poco pasados de copas cuando es nuestro turno de retirarnos. Mi novio mucho más.
En el camino a la casa, la mayor de mis noonas se la pasa tomándose selcas y alabándose a sí misma por su belleza. Honestamente, yo haría lo mismo en su lugar. Su cara es perfecta en todos los aspectos.
Cuando llegamos, me ocupo de limpiar el popó que Miranda nos dejó como obsequio en la cocina —la cachorra todavía no entiende que afuera es el lugar indicado para hacer sus necesidades—, y luego le ofrezco a mi borracho novio que se suba a mi espalda para llevarlo a la habitación, así se ahorra la terrible misión de enfrentarse a las escaleras.
—Estoy tan borracho. —Dice entre risas.
Él es adorable.
—Te dije que no bebieras tanto.
—Me parezco a ti en Nueva York. —Continúa soltando carcajadas mientras rezonga en el colchón, batallando para lograr desabotonar su camisa.
—Cállate. —Murmuro agraciadamente.
— ¿Todo bien con tus padres? Te noté raro cuando regresaste.
—Sí, sí, eso creo... —Sueno y estoy dubitativo; ese asunto todavía me sigue dando vueltas en la cabeza—. De hecho, debería llamarlos. ¿No es muy tarde?
Seokjin se gira para mirar el reloj en su mesita de noche, el cual marca las once de la noche en punto.
—Es medianoche en Filipinas. Inténtalo.
Asiento ante su consejo y me pongo de pie, tomando mi teléfono.
—Espera —mi novio me llama—. Antes de que me desmaye, necesito decirte algo.
— ¿Qué ocurre?
—Hoy fui con el doctor Choi —espeta.
—Sí, lo sé, tú me avisaste.
—Dijo que está muy orgulloso de mí y de los progresos que he hecho, así que va a cambiar mi medicación y a reducir las dosis. —No me pasa desapercibido el brillo alegre que se apodera de su preciosa mirada. Su semblante suave me conmueve.
—Eso es excelente, mi amor —le digo y me inclino hacia él para darle un beso en la frente—, es una increíble noticia.
Se queda observándome durante un instante antes de hablar.
—Te lo agradezco eternamente, Jeon Jungkook.
Frunzo el ceño con diversión, analizando su expresión con un poco de confusión.
—Pero yo no soy tu doctor.
—No, eres mi salvación.
Luego de decir aquello, me dedica una pequeña sonrisa antes de caer en un profundo sueño.
Me quedo quieto en mi lugar, pensando en qué le hubiese respondido. En lo único que puedo pensar es en las ganas que tengo de despertarlo y expresarle el íntegro y concreto amor que siento por él.
Este hombre egocéntrico, inteligente, dañado y totalmente valiente es, sin duda, lo mejor que me ha ocurrido en mi pobre vida.
Así que esto es amor, me digo a mí mismo. No me importa tener que haber esperado veintidós años para averiguarlo. Pero ahora sé que no quiero cortar nunca este intenso y sorprendente sentimiento.
Para cuando me doy cuenta, he pasado siete minutos mirando al hombre que amo dormir, con mis ojos inundados de lágrimas. Carajo, ¡qué llorón! Me limpio las mismas con la mano y me deslizo hacia el baño de la habitación mientras busco el contacto de mi papá.
Al cabo de unos instantes, la voz familiar me contesta.
—Hola, hijo.
—Padre, ¿estás lo necesariamente sobrio para charlar? —Trato de sonar autoritario, pero la risa es evidente en mi tono. Mi padre borracho siempre ha sido una versión increíble de él.
—Sí, creo.
—Hace rato hablé con Hyanie y dijo algo que me dejó preocupado. ¿Ella está bien?
Suspira. Aunque no puedo verlo, asumo que se está rascando el cabello.
Esto no está bien. Mi cabeza ansiosa y pesimista comienza a armarse catastróficos escenarios. Trato de ignorar la sensación de malestar que se está apoderando de mi cuerpo.
—Íbamos a decírtelo apenas regresáramos al país, Kookie.
Carajo. Dios. ¿Por qué las desgracias tienen que existir? No quiero vivir sin Hyanie.
— ¿Decirme qué? —Inquiero con agresividad.
—Ella está embarazada.
¡¡AAA¡¡ ¡¡YOONGI Y NAHYUN SE NOS CASAN Y JUNGKOOK VA A SER HERMANO MAYOR!! Es que a mí se me va a explotar el corazón con tanto dios mio xD
¡Nos vemos el lunes!