concéntrate
- ¿Ya casi sales? - gritó desde afuera del baño.
- ¡Déjame ducharme en paz maldita sea!
Dio otra serie de vueltas en la habitación para guardar, pero el cenizo siguió sin emerger. Se estaba impacientando , ¿qué tanto se podía tardar ahí dentro?
Se detuvo delante de la puerta para preguntar nuevamente y ser correspondido con groserías.
El pelirrojo revisó la cerradura de la ducha, al darse cuenta de que no tenía seguro, entró escandalosamente. El vidrio de la regadera estaba empañado por el vapor del agua caliente por lo que, lo único que era capaz de ver era la silueta de Katsuki y un poco del color de su piel, quedó inmóvil unos segundos para admirar la vista, sin embargo, los gritos no tardaron en llegar.
- ¡¿Qué sucede contigo maldito, pervertido?!
- Katsuki- dijo dramático- necesito que me prestes el teléfono.
- Ya te dije que sí imbécil, solo espera a que esté vestido para dártelo. - un jabon volo a su cabeza que, por suerte, logró esquivar.
Habían pasado cuatro días desde la última vez que se comunicó con Sero, si no reportaba su estado de vida a su familia se alarmarían y quién sabe cuánto daño harían a la ciudad con tal de buscarlo.
- No es como si no te hubieras desnudo antes.
Bakugo salió hecho una furia de la cortina de humo envolviéndose con una toalla y cogiendo a Eijiro por la oreja, arredrándolo fuera.
Se dejó ya que lo estaba jalando demasiado fuerte, sus gemidos de dolor fueron música para los oídos de Katsuki que, con fuerza bruta, arrojo al pelirrojo en el sillón como trapo.
- ¡Te daré el maldito teléfono cuando este vestido!
El rubio buscó su ropa e hizo lo que dijo: vestirse. Los colores le subieron al rostro al ver como Bakugo retiraba la toalla de su cintura para secarse el cuerpo entero y buscaba prendas para cubrirse. Ni siquiera se vio preocupada de que él estuviese mirando.
En su espalda estaba tatuada una granada rodeada de rosas blancas, tatuaje que todos los miembros de su mafia portaban, era del tamaño de la palma de su mano, ya no había visto anteriormente, pero no con tanta iluminación.
Sentía su cabeza caliente de sólo verlo.
¿Cómo se sentiría ese tatuaje bajo las yemas de sus dedos?
- ¿Por qué el sonrojo, pelos de mierda? - le preguntó burlón mientras se ponía una camiseta- ¿creí que no habría problema?
Katsuki se recargó en la cabeza del sofá, acorralándolo y quedando cara a cara.
- Después de todo, ya me has visto desnudo, ¿no?
Su aliento era una fresca brisa sobre su rostro, un olor a menta, recién levantado de la cama, la cama que había estado compartiendo con él.
Y no con su novia
- Aquí está el teléfono- susurró
No notó en que momento había cerrado los ojos, pero al abrirlos el cenizo se estiró para alcanzar el móvil y quitarle la contraseña. De inmediato marco. Sonaron tres timbrazos antes de que su amigo cogiera la llamada.
Sero sabía quién era, por lo que las preguntas de cómo se encontraron fueron las primeras palabras compartidas. Katsuki hizo una seña en silencio para que el pelirrojo pusiera el altavoz, este obedeció de inmediato, no tenía nada que ocultar.
- ¡Si ese maldito te hizo algo lo mataremos! - ante la oración, Bakugo hizo mueca de interrogación, esperando de igual manera la respuesta de él.
- Estoy bien, te digo que no te preocupes, él no me hará nada. - le aclaró, y estaba seguro de ello.
- Claro que me preocupo, yo estoy preocupado, Kaminari y Jirou están preocupados, tus madres están preocupadas- quiso responder, sin embargo, el pelinegro continúo hablando- le dije a tu madre que estabas en un viaje, pero no has llamado, además se preguntando por qué demonios no fui contigo. Necesitas llamar o grabar un mensaje para que no...
El chico exhaló, aparentemente afligido por todo el lio. Su silencio duro unos segundos.
- ¿Sero?
- Para que no piensen que este muerto... o que estas en peligro. Ei, por favor...
A Eijiro se le escogió el corazón al escuchar a su amigo preocupado. Amaba a sus amigos y sabía que todos sentían lo mismo por él, sin embargo, la amistad que entablaba con Denki y el resto era distinto a la que poseía con Sero. Habían crecido juntos después de que su madre lo encontrara en la calle al borde de la muerte, no era solo un amigo, era su hermano. Lo amaba demasiado para mentirle, escucharlo de este modo le partía el alma, haber ido con Katsuki sin que este supiera el contexto de sus decisiones en los últimos meses.
- Hermano- hablo suavemente- en serio estoy bien.
Un suspiro se escuchó atreves del teléfono.
- No me mientas, Ei
- No miento- cerro los ojos para tratar de explicar lo que sucedió, y tal vez su amigo lo ayudaría con algunas cosas- ¿recuerdas lo de la cabaña?
- ¿Sí? - respondió dudoso. - Me corriste.
- Es porque estaba esperando a alguien.
Las palabras del pelirrojo alteran a Bakugo. Este trato de callarlo con lengua de señas olvidando que no todos conocían el idioma. Por lo que Kirishima continuó.
- Esperaba a kats.. Bakugo- corrigió- estamos averiguando quien está detrás de los asaltos
El cenizo siguió protestando en silencio mientras era ignorado.
- Yo sé quién está detrás de ellos- refiriéndose a la familia rival.
- No fueron ellos
- Vas a creer en su palabra, ¿acaso estás loco?
- No estoy loco- miro a Bakugo que seguía maldiciéndolo a lo bajo para decir lo siguiente: - confío en él.
El corazón del rubio se detuvo al igual que sus gestos, dejando solo una mueca de confusión. ¿Eijiro confiaba en él?
Mantuvieron contacto visual en lo que Sero transportó de dar mil y un motivo por las cuales eso era una estupidez, sin embargo, el pelirrojo no lo escuchaba, solo observaba embarnecido los ojos de su enemigo, ¿acaso era necesario aun llamarlo así? talvez hanta no estaba equivocado y debia ser precavido, ya lo habia engañado una vez haciéndose pasar por alguien mas, pero el habia hecho lo mismo, estaban a mano, ¿no?
Ver a Katsuki y sus preciosos ojos rubí lo cautivaban, lo hacían sentir que la única cosa que lo materia sujeto a la tierra no era a la gravedad, sino él y eso lo aterraba.
Parpadeó intentando acallar sus pensamientos y volver a la conversación. Debía llamar a su familia para que creyeran que estaba fuera del país y pedirle al pelinegro que le enviase sus archivos.
Debía dejar de lado a Katsuki.
Luego de que los pelos de mierda terminen la llamada el cenizo bajo a arreglar algunos asuntos con su equipo, tienen una reunión. Al parecer Deku y el bastado mitad mitad habían obtenido la dirección de Hawks y planeaban una redada.
Las voces de su equipo llenaban la sala, su madre estaba ahí también, al lado de Kenji.
Y Katsuki no estaba ahí, no totalmente. Las palabras de Eijiro hacían eco en su cabeza, este había pedido sus archivos y lista de contactos que revisarían juntos cuando el ojirubí regresara a la habitación, si ya tenía los archivos de los Kirishima a su disposición y aun integrante de la familia, ¿qué tan relevante era Hawks en esos momentos?
"Confió en él"
¿Debería confiar también?
Una mano lo devolvió al mundo real. Mina se había acercado sin que se diera cuenta.
- ¿Estás bien? - susurró para que nadie la oyera. Katsuki asintió- ¿es por lo que hablamos la otra noche?
El cenizo reviso que nadie los mirase y cogió a su amiga por la muñeca para arrastrarla lejos.
- Si ya tenemos al cabello de mierda arriba, ¿para que la redada?
La mirada del mapache reflejaba confusión y molestia que no pudo comprender.
- ¿Pusiste atención a algo de lo que dijo Todoroki?
No
- Hawks no solo tiene información de los Kirishima, también de nosotros. Esa fue la garantía que dejo el imbécil de Dabi, si alguien lo encuentra antes de nosotros estamos acabados.
- Si es que no lo han hecho.
- No es así- las redadas, asaltos, las trampas, nada de eso es lo que posee, eran informes demasiado recientes.
El cenizo se sintió frustrado al no haber puesto atención a nada de la junta, no recordaba ni en lo que pensaba, había divagado en algo realmente importante para su familia.
- ¿Entonces qué? - paso su mano por la cara fastidiada. - ¿Qué información es la que Dabi le dio?
- Los archivos de Masaru. La investigación de tu padre.
Las cosas en la mansión habían estado demasiado densas las ultimas semanas y la "desaparición" de Kirishima lo había empeorado. Estaba nervioso todo el tiempo al igual que Jirou y sentía que todo era su culpa, si el no se hubiera distraído a su amigo no se entregaría.
Desde hace tiempo que buscaba una excusa para no estar ahí, así que después de esa noche Kaminari no había vuelto. Solo se llamó Jirou para saber si Eijiro estaba devuelta. El pelirrojo ere inteligente por lo que sintió que encontraría una manera de salir, sin embargo, la culpa lo abrumaba hasta el punto en el que ni siquiera podía hacer otra cosa que no fuera dormir, incluso Shinsou se preocupaba y ni siquiera había pasado una semana . Creía que a este punto su amigo estaría de vuelta.
Al sexto día de que Eijiro no llegó y las nulas palabras de Sero sobre que " estaba bien" , pues este se había comunicado con él, el rubio decidió salir a buscarlo. Fue difícil pero consiguió la dirección del contacto con ayuda del equipo de su mejor amiga, esperaba que esta no se enterase que tocó sus cosas, lo mataría. E ra incomodo volver a la mansión con toda la tensión de por medio, pero ya que su equipo estaba ahí no había de otra.
Hubo un instante en el que deseaba armar un escuadrón de rescate, pero el riesgo era alto y la culpa era suya, por ello era su responsabilidad rescatar a su amigo, ya estando dentro podría salir con ayuda de su colega.
Al salir de la casa fue lo mas sigiloso posible, pasaron de las tres de la mañana. Le pidió a Shinsou que dijera que el rubio estaba con él en caso de que preguntaran, su recorrido a la salida iba excelente hasta que paso por la oficina de Azumi, la madre de Eijiro, se detuvo al oír unos sollozos.
No estaba espiando, estaba asegurándose de que estuviera bien.
Se acerco al umbral tratando de ver que sucedía. La mujer sostenía algo contra su pecho mientras lloraba en silencio, Azumi, a diferencia de Kyoko, era muy amable con Denki, era amorosa y sensible con sus seguidores, verla así provocaba una necesidad de consuelo en el rubio, sin embargo no podía hacer eso . Por lo que con un nudo en la garganta, Kaminari se obligó a salir de una vez por todas la propiedad, no sin antes darse cuenta cuanta que lo que sostenía la mujer era una fotografía de un hombre y un bebé que no reconoció y escuchar a la dama disculpase con estos llamando, al que su ponía era el hombre de la foto, mi amor.