Muy profundo © COMPLETA

By Themma

19.7M 488K 101K

¿Y si te enamoras de quien no es la mejor opción para ti y puede compicarte la vida entera? Kyana debe mudars... More

│Nota de la autora│
│Muy profundo │
PARTE I: "TÚ Y YO"
1. El comienzo
2. Confundida
3. Inesperadamente deseado.
4. Difícil verdad.
5. Nuestro secreto.
6. Avanzando.
7. ¡Quema!
8. Libre.
9. Te amo.
10. Nuestros planes.
11. Deuda saldada.
12. Inquebrantable.
PARTE II: "ESTÁS EN MÍ"
13. Algo imprevisto.
14. Es mi pesadilla.
15. Fin de mi primavera.
16. Odiado invierno.
17. Sin final feliz.
18. Construyendo sobre fango.
20. Regresando el miedo.
21. Inconsciente.
22. Pruebas.
23. De nuevo en mí.
24. Luchando por mi cielo.
Puntos de venta
"Eterno, Muy profundo II"
-Galería Muy profundo-

19. Cerca de la felicidad.

296K 12.8K 2.2K
By Themma






Así que comencé a salir con él. Íbamos a cenar, al cine. Los domingos trotábamos por el parque, sí, yo, eso ya no me desagradaba como solía, aunque tampoco era mi hobby preferido. Salíamos a comer a diferentes lugares, algunas veces elegantes y otras veces a sitios urbanos y completamente informales. Conocía muy bien la ciudad, siempre encontraba algo que hacer. Veíamos obras, asistíamos a museos, a exposiciones o eventos de la empresa. En fin... nos acoplábamos sin problemas.

Me sentía bien a su lado, sonreía todo el tiempo, hablaba más con él que con cualquiera. Me aceptaba y me respetaba. No volvió a preguntar nada que no saliera por mi cuenta, aunque con el tiempo me fui abriendo. Con Santiago me sentía segura, algo que hacía años no sucedía. En el trabajo no descansábamos y nos gustaba estar al lado uno del otro, era como tener una ilusión por primera vez en años.

Mi cumpleaños fue en agosto, me llevó un gran arreglo de flores y comimos juntos en el que él sabía era mi restaurante favorito, a pesar de que teníamos muchísimo trabajo. No me sentía presionada, Santiago dejaba fluir las cosas y se iba adecuando a lo que yo podía ofrecerle. Me divertía a su lado, era tierno, paciente, considerado y muy guapo, ¿podía pedir más? Comenzaba a pensar que podría llegar a sentir algo más profundo por él.

Una noche de octubre, los dos seguíamos trabajando en los últimos detalles de un proyecto. Pedimos comida china para cenar, ya que no quedaba nada más abierto a esas horas, reíamos por alguna broma que él había dicho.

Estábamos muy cerca, casi hombro con hombro, cosa usual ahí, recargados en la gran mesa, intentando comer con los palillos chinos. No era mi especialidad. Se acercó más a mí. Tomó mi mano midiendo mi reacción y con exquisita ternura comenzó a mostrarme cómo agarrarlos, sentía su aliento muy cerca de mi mejilla, las manos comenzaron a sudarme.

Notó mi reacción y se puso serio. Miró mis labios con extrema atención y comenzó a romper la distancia lentamente. Me sentía petrificada, no me quité aun con el miedo que sentí. Poco a poco fue avanzando y cerré los ojos despacio. Enseguida sentí su roce; era agradable y lo hacía con cuidado, midiendo mi resistencia. No hubo estrellas, ni mariposas desbordadas en mi estómago, aun así, me gustó y lo seguí. Me acercó más a él tomándome delicadamente del cuello. Me sentía tan extraña, no había vuelto a besar a nadie después de él, era como si me estuviera traicionando a mí misma.

Se apartó de mí unos segundos después y me miró con los ojos llenos de deseo, sentía su aliento demasiado cerca, su respiración lenta.

-¿Te molestó? -lucía preocupado. Negué atónita por mi respuesta, era verdad, no me molestó, al contrario, me agradó. No era un beso como los que recordaba, sin embargo, lo prefería, no quería volver a sentir nada igual nunca. Algo diferente era perfecto-. Kyana... llevamos un tiempo saliendo y... tú sabes que me atraes, más de lo que me gustaría reconocer... no quiero presionarte... es solo que... ¿Me darías una oportunidad?... -sabía que pronto diría algo así, llevaba seis meses tras de mí, ya había aguantado bastante, me alejé un poco intentado poner distancia.

-Santiago, tú también... me gustas... pero... no deseo lastimarte... -sujetó mi mano y se la llevó sonriendo hasta su boca.

-No te preocupes por mí... sé muy bien lo que hago, sé que... hubo alguien que dejó una enorme huella dentro de ti... pero no me importa, ese es tu pasado, me gustaría ser tu futuro... Quiero hacerte feliz... sé que puedo... Te he visto abrirte conmigo de una forma diferente que con los demás, aunque he de confesarte que no tanto como me gustaría, sin embargo, sé que es cuestión de tiempo... Dame una oportunidad... no te defraudaré.

Me mordí el labio sintiendo mucho miedo, no quería herirlo, sabía que mi corazón jamás funcionaría como antes, pero tenía razón, debía intentarlo y quería hacerlo con él.

-Sí... -logré decir con un hilo de voz observándolo fijamente, solo esperaba estuviera haciendo lo correcto.

-¿En serio? -parecía perplejo. No me era indiferente, al contrario, tenía demasiadas cualidades, incluso más de las que esperaba. Santiago me ofrecía paz, serenidad, seguridad y yo ya no quería estar sola, necesitaba rehacer mi vida.

Se acercó a mí y rodeó mi cuerpo. Sentir sus brazos en torno a mí, fue... cálido, muy agradable. -Prometo que no te arrepentirás, haré todo para que funcione y seas feliz con esta decisión, estoy dispuesto a intentarlo, yo... te quiero... -No me dio tiempo de reaccionar ante su confesión y me besó. Puse mis manos sobre su pecho y le correspondí dejándome llevar. Me gustaba la sensación de estar tan cerca de él, sin embargo, no podía evitar que su recuerdo regresara a mí. Le di todo y ahora sentía que no tenía nada que ofrecerle a Santiago. La sensación era tan frustrante como la de querer exprimir un limón sin jugo...

A las pocas semanas le presenté a mi padre y mi familia. Carla no paraba de hacerle mil preguntas a mi ahora novio, mientras él respondía todas pacientemente. Ya no era una niña, tenía veintiún años, era extrovertida, inquieta y bastante simpática. En Navidad mi madre y Ralph lo conocieron. Ya les había hablado acerca de él, así que en cuanto llegaron lo llevé para que lo conocieran. Él también me invitó a su casa, un mes antes, y todos se mostraron muy complacidos con nuestra relación, su familia era muy unida, lo adoraban, fue asombroso ver cómo me aceptaron enseguida, por lo menos en eso no habría problemas, todo era... perfecto.

Los días junto a él comenzaron a ser más rápidos. Jamás parábamos, si no estábamos en medio de la locura que era el trabajo, salíamos a hacer cualquier cosa. Era sumamente cariñoso y atento conmigo. Procuraba hacer todo para que yo saliera de mi burbuja y me abriera a él.

Me sorprendía constantemente o improvisaba cosas que jamás hubiera imaginado. Buscaba que viviera intensamente, yo lo intentaba y sorprendentemente comenzaba a conseguirlo. En realidad me divertía mucho, más que en los últimos ocho años, aun así, algo seguía faltando, algo no andaba bien dentro de mí.

Por las noches, sola, regresaba esa sensación de vacío que Santiago poco a poco intentaba cada día llenar. Y es que por mucho que lo buscaba no conseguía sacarlo de mi cabeza, aun sabiendo que ya era algo muy lejano, algo que jamás volvería a estar a mi alcance, algo imposible y absurdo.

Lo amé con cada parte de mi cuerpo, de mi mente, de mi alma, era imposible hacerlo a un lado y seguir. Trataba, juro que lo hacía, pero regresaba a mí una y otra vez cada noche como una maldición de la que no podía escapar por mucho que lo intentase.

Tenía que volver a buscar ayuda psicológica, era evidente que sola no estaba lográndolo, todo lo ocurrido años atrás se salió de mis manos. Ahora no podía tener una vida como cualquier otra, simple y sencillamente, porque no era esa la que habría elegido si hubiese tenido el control de mi destino. Y así fue, busqué un terapeuta, decidida a poner esta vez más de mi parte, aunque omitiendo lo de siempre. Pero con todo y eso, sabía bien que el problema residía en que necesitaba volver a entregar mi corazón y me dolía no poder dárselo sin reservas.

Algunas veces en su apartamento, donde solíamos encontrarnos para cenar o ver alguna película, la temperatura subía, nos besábamos necesitando más uno del otro, sin embargo, cuando eso sucedía y ambos estábamos prácticamente entregándonos despojados de ropa y con la necesidad a tope, lo detenía.

Existía algo que me hacía parar, no podía explicárselo y pronto me ponía demasiado nerviosa y ansiosa, incluso llorosa. Deseaba darle todo de mí como él lo hacía, se lo merecía. La situación se tornaba, por demás, patética... pero lo cierto era que no podía. La peor parte llegaba cuando él me abrazaba intentando tranquilizarme, disculpándose por presionarme. Dios, eso me hacía sentir aún peor, pues al sentirme más serena entre sus brazos, me decía una y otra vez que me esperaría, que él tenía todo el tiempo del mundo. Por supuesto los días subsiguientes siempre me sentía miserable y mezquina, sentía que lo estaba usando, que no debía arrastrarlo a lo que mi mente enferma aún mantenía con vida. ¿Pero cómo cambiarlo?

Las terapias no funcionaban y sabía que tenía que ver con el hecho de que yo no era completamente sincera. Aún, muy dentro de mí, el miedo hacia aquella mujer permanecía intacto, grande, pulsante y fuerte. Creía que si se lo contaba a la psicóloga que me atendía, estaría poniendo en riesgo lo que había logrado, pues aunque los correos electrónicos hacía un par de años dejaron de llegar, yo no podía sacarla de mi mente... Por otro lado, hablar de... «él», resultaba terriblemente doloroso y solo servía para abrir más la herida. Sí, ya sé que estaba en un enorme y gran lío, lo que me tranquilizaba era que Santiago iba avanzando, yo le permitía hacerlo, así que con el tiempo, debía, en teoría, lograrlo ¿no?

Un día antes de que mi madre se regresara a Myrtle Beach ese diciembre, terminamos las dos solas conversando, en la mesa de la cocina en casa de los abuelos, cosa ya muy esporádica entre ella y yo.

Ralph era todo para ella, la cuidaba y no se separaba nunca de su lado. Ahora tenían su propia agencia y no les iba nada mal. Ambos eran muy inteligentes y tenaces, era obvio que la vida les sonreiría. Esa era la única parte que me hacía sentir bien, era el resultado del enorme esfuerzo que realicé años antes. Ella era feliz y encontró el amor, ¿qué más daba lo que hubiera tenido que hacer para que mamá tuviera esa vida?

-Hija, por primera vez en años me voy... más tranquila... Santiago se ve que es un buen hombre y te quiere... -nuestra relación con el tiempo se tornó lejana, yo no regresé en más de ocho años a Myrtle Beach y ella intentó rehacer su vida con lo que allá tenía y por lo que tanto luchó.

-Lo sé... yo también lo quiero... -sujetó mi mano que descansaba sobre la mesa.

-Kyana... intenta ser feliz, probablemente a su lado lo logres... -no estaba muy segura de eso, pero era lo que pretendía.

-Eso es lo que quiero, mamá...

-Hija... ya han pasado más de ocho años y aunque nunca he tocado el tema siento que debo hacerlo... Por favor, te lo ruego, olvídalo... olvida lo que sea que allá haya pasado -enseguida me puse tensa y quité mi mano seria. Ella siempre supo que algo sucedía, que mi actitud no fue normal al igual que mis decisiones, pero nunca le diría la verdad, aunque eso implicara sentirla tan lejos como entonces-. No me mires así, yo sé quién eres, sé que estás ahí adentro, eres mi hija, te crié, te vi crecer, en todo este tiempo has logrado engañar a todos, no a mí. Sé que aún sufres, que lo que sucedió no te deja vivir en paz... Mucho tiempo pensé que lo superarías, nunca fue así. Ahora sé que se metió muy dentro de ti y que te marcó para siempre... no lo demuestras, veo que has logrado ser feliz a tu manera. Sin embargo, te conozco y sé que te limitas todo el tiempo, que no te dejas llevar, sé que esos meses te transformaron y tratas inútilmente de enterrarlos.

-Mamá, no digas más... te lo suplico... -sentía un nudo en la garganta, en todo ese tiempo jamás se refirió a tales días y no quería escucharlo, si pronunciaba su nombre sabía que estaría perdida.

-No, Kyana, ya me callé demasiado, te he visto andar por la vida intentando engañar a todos, incluso a ti misma. Nunca supe qué pasó y ya perdí la esperanza de saberlo. Jamás entendí el porqué de tu decisión, pero sea lo que sea, estoy convencida de que no merece la pena que te hayas dejado de esta forma. Kyana, vive, sé feliz, olvida, dale una verdadera oportunidad a Santiago y a la vida que tienes por delante.

-Eso es lo que intento, te lo juro... -tenía la mirada perdida en mis manos, sus palabras estaban llenas de razón, pero... ¿cómo olvidar?... Irme jamás fue una opción para mí, tenía una vida planeada, sueños por cumplir y metas por las cuales luchar, no tuve otra salida y me forzaron a dejar todo lo que yo era y eso me cambió por completo, sin siquiera darme cuenta.

-Lo sé y creo que es un gran paso. Pero por favor sal de esa penumbra en la que te has metido todos estos años, enséñale lo que realmente eres a ese muchacho, sé que le encantará conocerte...

-Créeme que lo intento -le confesé con absoluta sinceridad. Se levantó de su silla y me abrazó.

-No sabes todo lo que hubiera dado para que las cosas hubieran sido diferentes, para que no hicieras lo que hiciste, para que no huyeras y no sufrieras de esta forma... para poder ayudarte a superar lo ocurrido -una lágrima resbaló por mi mejilla al sentirla tan cerca y al revivir todo lo que me atormentaba.

-Yo también... créeme...

Los meses continuaron pasando, me sentía... contenta y con más ánimos que en mucho tiempo. Él era mucho más de lo que estaba segura merecía, dedicaba cada minuto a intentar arrancarme una sonrisa, a buscar la raíz de mi encierro y hacerme sentir amada. También lo quería, no puedo negarlo y ¿cómo no hacerlo?... Era maravilloso, aunque no lograba alcanzarlo en la intensidad de su amor por mí, eso me hacía sentir impotente; no obstante, estaba decidida a seguir intentándolo y a dejarme llevar. A mi manera y dentro de mis limitaciones... sabía que estaba muy cerca de la felicidad, eso me hacía sentir bien.

En la empresa nadie se opuso a nuestra relación, al contrario, parecían muy contentos de saber que éramos un verdadero equipo. Sin darme cuenta me fui abriendo más, le dije casi todo sobre mí y podía hablar con él por horas, a nadie le tenía esa confianza. Lo quería, lo quería mucho, más de lo que llegué a pensar que volvería a ser capaz. Y aunque me daba cuenta de que no era con la misma intensidad, ni desesperación, con la que amé hacía muchos años, comenzaba a sentir que era suficiente para toda una vida. Su amor me brindaba paz, tranquilidad, seguridad y certeza. Pero aún existían noches que lo soñaba, sin poder evitarlo, me perdía en sus ojos grisáceos y rogaba porque el sueño nunca terminara.

Continue Reading

You'll Also Like

4.6K 366 26
Emberly es la chica extraña fría y sin sentimientos.Sus padres la maltratan, la hacen sentir como basura la comparan porque no pasa sus expectativas...
494K 21.2K 45
¿Como algo que era incorrecto, algo que estaba mal podía sentirse tan bien? sabíamos que era un error, pero no podíamos estar sin el otro, no podíamo...
4.8K 446 19
El destino es algo extraño; El destino es aún más extraño. ¿Quién puede decir hacia dónde podría conducir el propio camino? A la deriva de un mundo a...
8.7K 418 6
Una chica fiestera + un chico.....En un bosque, sin nada ni nadie mas que ellos... PERDIDOS EN EL BOSQUE