cigarette daydreams ━━ eddi...

By -poisxn

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CIGARETTE DAYDREAMS | en donde aspen caldwell empieza a ver a vecna mientras ayuda a eddie munson a huir ... More

cigarette daydreams
mixtape
graphics
act i
i. heart of glass
ii. hawkins high school
iii. ghost clock

iv. on edge

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capítulo cuatro,
( on edge )










               EL LAPIZ SE MOVÍA CON AGILIDAD SOBRE EL papel, trazos de grafito que conformaban figuras antes solo vistas en su imaginación. La música sonaba por toda la casa mientras Aspen se encontraba acostada boca abajo sobre su cama terminando el dibujo que había comenzado estando en el bosque. No tenía ni idea cómo era el reloj que Chrissy había alucinado ver en el árbol, más se lo imaginó antiguo y de color caoba. Era tan ancho como el tronco y su color se fundía con él, midiendo alrededor de un metro y medio. Aspen imaginaba que había sido abandonado allí por alguien y habían tallado figuras con una navaja, los cuáles representaban los tatuajes de Eddie.

Aspen solía dibujar lo que veía, pero ciertamente los eventos de aquélla tarde habían atraído su atención y se preguntaba si Chrissy realmente estaba bien.

Cuando volvió a elevar la vista de su cuaderno, Aspen se dio cuenta que ya era de noche y que su hermana había vuelto a la casa, de modo que tanto el campeonato como su partida habían acabado. Quitó los libros de la escuela de su mochila y metió su cuaderno de dibujo con algunos lapices y se apresuró a buscar ropa para la fiesta que tendría aquélla noche.

—¿Vas a salir? —inquirió Victoria desde el umbral de la puerta.

—Si. Me voy a preparar a lo de Aimee para la fiesta y después me quedo a dormir ahí. Si mamá viene avísale.

Victoria soltó un suspiro a la vez que rodaba sus ojos. Solían ver a su madre solo los domingos, los otros días trabajaba o ellas simplemente no se quedaban en la casa.

—No creo que lo haga. Pero de acuerdo.

—Nos vemos mañana. Portate bien, Vicky.

—Si, si.

Aspen tomó su walkman, lo metió dentro de su mochila y luego tomó su cassette del equipo. Salió de su casa y se dirigió al tráiler donde Eddie vivía, a tan sólo cinco cuadras de su casa. Debía abastecerse antes de ir de fiesta.

Lo primero que notó al llegar fue que su camioneta ya estaba ahí, de modo que simplemente ingresó al tráiler. Había ido tantas veces que incluso su tío ya la conocía, y ninguno se molestaba con su súbita presencia.

Sin embargo, se sorprendió cuando fue Chrissy a quién encontró en el living-comedor del tráiler, luciendo completamente fuera de lugar.

—Oh, hola. No esperaba verte aquí. ¿Y Eddie?

—Allí atrás.

Aspen asintió con su cabeza y simplemente se dirigió a la habitación del joven, siguiendo el sonido de estantes abriendo y cerrándose. Sin duda Eddie había olvidado de nuevo donde había dejado su mercadería. De hecho, Aspen lo halló arrodillado en el suelo revolviendo entre sus pertenencias.

—Eres bastante malo como dealer, ¿ya te lo habían dicho?

Eddie alzó su mirada a ella, para nada sorprendido con su presencia, y rodó sus ojos antes de resumir lo que hacía.

—¿Acaso conoces muchos?

—Bueno, Canuto Rick siempre encontraba lo suyo.

—Si, también la policía.

—Touché.

Sus miradas se encontraron y compartieron una pequeña risa.

—De acuerdo, déjame ayudarte. ¿Dónde busco?

—En cualquier caja que encuentres.

Aspen asintió con su cabeza y se arrodilló a su lado para buscar entre sus pertenencias. Descubrió que Eddie de hecho tenía muchas cajas y que la mayoría simplemente estaban vacías.

—Acá está.

Al alzar su mirada, Aspen notó que tenía el producto en su mano. Sonriendo, la joven guardó la caja en sus manos y siguió a Eddie al living-comedor de su tráiler donde Chrissy esperaba.

—La encontré. Paz y felicidad en tan sólo unos minutos.

De pronto Eddie se detuvo y Aspen chocó contra su espalda. Separó sus labios para preguntarle que había sido eso, pero entonces su mirada halló los ojos blanquecinos de Chrissy y sintió su corazón saltarse un latido.

—¿Chrissy? ¿Chrissy?

Al no obtener respuesta, Eddie observó a Aspen buscando una solución, más la joven simplemente lo rodeó y se acercó a Chrissy luego de un momento de vacilación. 

Nunca había visto nada como aquéllo.

Su tieso cuerpo se encontraba de pie, víctima de recurrentes espasmos que lo sacudían. Sus blanquecinos ojos parpadeaban sin ritmo y la piel de su rostro se había vuelto cenicienta. Aspen sintió terror adueñarse de su cuerpo, erizando los bellos de su nuca.

—¿Hola? —inquirió Eddie pasando una mano frente al rostro de la chica—. Aspen, ¿qué hacemos?

—N-No tengo idea.

Aspen tomó con suavidad uno de los hombros de la porrista y la sacudió. Pero los ojos blanquecinos de Chrissy siguieron parpadeando y ella sin responder.

—¿Chrissy? ¿Puedes oirnos? ¿Qué tienes?

—Ey, Chrissy, despierta —pidió Eddie chasqueando sus dedos en su rostro—. Vamos, despierta. Chrissy.

De pronto, las luces comenzaron a parpadear y Aspen retrocedió un paso quedando junto a Eddie y se aferró de su brazo en búsqueda de seguridad. Tan asustado como ella se sentía, el joven comenzó a sacudir a la porrista en un intento por sacarla del trance en el que se encontraba. Más no dió resultado alguno.

—¡Chrissy, despierta! ¡No me gusta esto, Chrissy! ¡Despierta!

—¡Ey, Chrissy! ¡Reacciona!

Aspen dio un resigno en su lugar y arrastró a Eddie con ella hacia atrás cuando los pies de Chrissy se separaron del suelo y comenzó a levitar. Sus palpitaciones se aceleraron aún más y un sudor frío comenzó a recorrer su columna vertebral. Nunca había sentido tanto terror en su vida. ¿Qué carajo estaba pasando? ¿Cómo podía estar levitando?

Por un momento, Aspen se dijo a sí misma que se trataba de una broma, una broma terrible y espantosa, pero Eddie no le haría algo así.

Y, entonces, Chrissy salió disparada hacia el techo con una fuerza sobrenatural. Aspen retrocedió dando un grito ahogado, la mochila que seguía en su espalda chochando contra la mesada de la cocina, amortiguando el golpe. Eddie se separó de su agarre y trás chocar con una banqueta cayó al suelo.

—¡Por el amor de Dios!

El brazo de Chrissy se giró en un ángulo extrañó y se oyó su hueso crujir al quebrarse. Con su cuerpo entero temblando, Aspen cubrió su boca con ambas manos para evitar soltar un grito. El otro brazo de Chrissy se quebró, seguido por sus piernas y cuando la sangre comenzó a brotar de sus ojos y Eddie gritó, Aspen apartó su mirada sintiendo lágrimas escurrirse por sus mejillas.

Era como una maldita pesadilla, pero cien veces peor. Y necesitaba salir de allí.

Sin pensarlo demasiado, Aspen tomó el brazo de Eddie y, evitando mirar el cuerpo de Chrissy, lo arrastró fuera de la casa. Tras sentir el aire impactar contra su rostro y despertándolo de su estupor, el joven tomó el control y se subió con apuro a su camioneta. Aspen se subió en el asiento de copiloto y simplemente permitió que condujera.

Ninguno emitió siquiera un sonido en todo el trayecto, tratando de comprender lo que había sucedido mientras trataban de olvidarlo, sin éxito.

¿Era así como una posesión lucía? ¿Acaso tenía que ver con las alucinaciones del reloj? ¿Por eso lucía tan alterada y asustada? ¿Pero como había levitado? ¿Y qué había sucedido con sus extremidades? Con tantas preguntas su cabeza comenzaba a doler de nuevo.

—¿Dónde estamos yendo? —preguntó Aspen en un susurro.

—A lo de Canuto Rick. Tiene un cobertizo donde podemos quedarnos.

—Sólo deja el vehículo en otro lado.

Siguieron el trayecto en silencio hasta que Eddie se desvió al bosque donde apagó el motor luego de unos metros.

—Su casa está a dos cuadras —explicó en voz queda—. Aquí no encontraran la camioneta.

Aún con su cuerpo temblando, Aspen asintió con su cabeza y se bajó del vehículo seguida por Eddie. Juntos caminaron hasta la casa de Canuto Rick y entraron en el cobertizo. Era bastante amplio, aunque frío. Pero estaba alejado del pueblo y nadie pensaría en buscarlos allí. Era el único plan que tenían hasta que armaran uno más sólido.

Eddie destapó una canoa y tomó asiento en ella sin emitir una palabra. Cubriendo su cuerpo del frío con sus brazos, Aspen se sentó entre sus piernas con su espalda contra su pecho, permitiendo que él la abrace.

—¿Qué carajo acaba de pasar? —susurró Eddie—. ¿Qué vamos a hacer?

Eran preguntas excelentes a las que no podían responder. ¿Cómo debían proceder ahora? Acaban de presenciar un asesinato más no habían sido capaces de ver al asesino. ¿Pensar en la invisibilidad era acaso una opción? No podía descartar nada.

Lo único que Aspen sabía con certeza era que no podía convertirse en una sospechosa de asesinato y mucho menos en una fugitiva. Debía impedirlo a toda costa.

—Por el momento debo irme.

Aspen alzó su mirada a él para notar que su ceño se encontraba fruncido, siendo capaz de observar la confusión en sus orbes chocolate amargo.

—A menos que alguien me haya visto entrar o salir de tu casa, nada me vincula con lo que pasó —explicó Aspen—. Lo mejor que puedo hacer es tratar de actuar normal mientras trato de descubrir qué carajo pasó y si podemos solucionarlo.

Comprendiendo lo que decía, Eddie asintió con su cabeza. Notando el temblor de sus manos, Aspen las tomó en las suyas dándole un apretón que él devolvió. Eran ásperas contra las suyas, pero mucho más cálidas.

—Mañana volveré a verte. Traeré comida y mantas. Trata de dormir.
















               ERA TARDE CUANDO LLEGÓ A LA CASA DE SU MEJOR AMIGA, pero seguir con la noche como la había planeado parecía ser la mejor opción que tenía. Así, al menos, podría despistar a los demás el mayor tiempo posible mientras investigaba lo que había sucedido, en un intento por salvar a Eddie, quien sabía sería el principal sospechoso. Después de todo, el cuerpo de Chrissy sería hallado en su trailer. Siquiera pensarlo era doloroso.

Fue Dustin quien abrió la puerta, luciendo confundido tras verla allí parada.

—¿Aspen?

—Hola, Dustin. ¿Aimee está?

—Uh, si, está en su habitación. Pasa.

Con una pequeña sonrisa que no alcanzó sus ojos, Aspen le agradeció y se dirigió a la habitación de su amiga. Tocó la puerta con sus nudillos y la abrió levemente asomando su rostro. Acostada en su cama viendo una película, Aimee apartó la mirada de la pantalla para encontrarse con el rostro de Aspen.

—¡Aspy!

Aimee saltó de la cama y fundió a Aspen en un necesitado abrazo cuando entró a la habitación. La joven Caldwell cerró sus ojos y tomó una honda bocanada de aire. Actuar normal nunca le había resultado tan dificil como en aquél momento, cuando la imagen de Chrissy en el techo del trailer se seguía repitiendo una y otra vez en su mente y sus latidos seguían acelerados.

—Estaba tan preocupada. Llamé a tu casa y Vicky dijo ya habías venido para acá. ¿Qué sucedio?

Negando con su cabeza, Aspen se separó de su amiga.

—Lo siento, me distraje en el camino. ¿Qué veías?

A pesar de que se encontraba más tranquila con la presencia de su amiga en su casa, Aimee aún estaba preocupada, sobre todo cuando Aspen cambió de tema.

—Las Pesadillas de Freddy. Agarra un pijama y ven.

Aimee se metió en la cama y Aspen tomó un pijama como su amiga le había indicado. Al verla acercarse, Aimee alzó los cobertores y Aspen se metió a su lado. Aimee enseguida apoyó su cabeza sobre su hombro.

—Sólo para que quede claro, me gustan los hombres.

Ambas soltaron una carcajada con la broma que había comenzado con el rumor de que Aspen era lesbiana. Y, por primera vez en toda la noche, las manos de la joven dejaron de temblar y su ansiedad disminuyó.

Con el pasar de los minutos y la tranquilidad y seguridad que le generaba estar junto a su amiga, Aspen se sumió en un sueño que pronto se convirtió en una pesadilla.

Era el diez de diciembre de 1984, cuando aún vivía con su familia en Fairview, Carolina del Norte, pero en aquél sueño su casa se veía diferente, más oscura, más tenebrosa. Lucía sin vida, vacía y por alguna razón la luz de su habitación brillaba en rojo.

¿Por qué me haces esto?

Aspen apartó su mirada cargada de lágrimas de la luz, para observar al adolescente frente a ella. Scott había sido su novio por un año y medio, pero el momento de romper la relación había llegado. Era manipulador, abusivo y tóxico, y por su propio bienestar mental, por más que su corazón aún le perteneciera a él, Aspen sabía que debía dejarlo ir o la historia no acabaría bien.

Tú no puedes dejarme a mí, Aspen.

En dos zancadas Scott acortó la distancia entre ellos y tomó sus muñecas con un agarre vicioso que dejaría marcas al otro día.

Te amo, Aspen, y sé que tú me amas.

Scott acercó su rostro intentando besarla, pero Aspen retrocedió librándose de su agarre, sintiendo las lágrimas escurrirse por sus mejillas. Le tenía miedo y estaba harta.

No, no te amo mintió. Lo siento, Scott, pero lo nuestro terminó.

Si tú me dejas me mato. ¿Lo entiendes? No puedo vivir sin ti, Aspen. Eres el amor de mi vida y no puedes dejarme.

Pero él no podía ser el amor de su vida porque quedarse a su lado era darse por vencida consigo misma y Aspen había sacrificado suficiente por su amor a él. La había consumido, se había convertido en su única razón para vivir, pero ya no más. Merecía ser libre y merecía ser capaz de tomar sus propias decisiones, dejarlo siendo la primera de ellas.

Me mataré, lo juro. No me dejes.

Vete de mi casa, Scott. Lo nuestro terminó. No queda nada por discutir.

Pero en vez de lucir tan triste como ella se sentía, su rostro se contrajo con furia.

Lo que pase será tu culpa.

Aspen se despertó sobresaltada, con su respiración acelerada, su cabeza palpitando adolorida y el pijama pegado a la transpiración de su cuerpo. Era la tercer noche que tenía la misma maldita pesadilla, o mejor dicho recuerdo, y no quería hacer más que olvidar. Le había llevado un tiempo dejar de amarlo y había creído superarlo, pero entonces los sueños habían comenzado. Sólo quería que se detuvieran.

La puerta de la habitación se abrió y Aimee entró con una bandeja cargada. Al notar que su amiga se encontraba despierta una sonrisa apareció en su rostro.

—Buen día, Aspy. Mí mamá preparó pancakes cuando supo que estabas aquí. Te hice el café como te gusta y también traje jugo.

Ignorando su dolor de cabeza, Aspen sonrió mientras Aimee volvía a meterse en la cama junto a ella, depositando el desayuno de ambas en el medio.

—¿Ya te he dicho que eres la mejor?

—Alguna vez. Pero me gusta que me lo recuerdes.

Aspen rió negando con su cabeza mientras tomaba su taza de café. Llevó la bebida a sus labios y tomó un sorbo. Estaba preparado justo como le encantaba, con una cucharada de crema y un poquito de canela.

—Vaya, Aimes, está delicioso.

—Especial para ti —dijo la joven prendiendo la televisión.

Aspen se sumió en una conversación trivial con Aimee, pero ni bien acabó de desayunar volvió a ponerse su ropa, poniendo como excusa que su madre no trabajaba y quería pasar tiempo con ella. Al bajar las escaleras seguida por su amiga, se encontraron a la madre de Aimee y a Dustin sentados frente a la televisión en un canal de noticias.

—Como pueden ver, el jefe Powell y la policía de Hawkins, están investigando la escena...

—Debo irme.

Antes de que alguno pudiera reaccionar, Aspen ya se encontraba fuera de la casa. Había reconocido el tráiler de Eddie detrás de la periodista. Habían descubierto el cuerpo mucho antes de lo que había previsto. No esperaba que el tío del joven volviera hasta mucho más tarde.

Aspen regresó a su casa por un cambio de ropa, una ducha y unas matas, pero no se encontró ni con Victoria ni con su madre, lo que de hecho no fue una sorpresa.

Luego, tomó su bicicleta y se dirigió a la biblioteca del pueblo. Preguntó por el sector de historia y cuando la bibliotecaria se distrajo fue en busca de los libros sobrenaturales, los cuáles eran muy pocos y se hallaban lo más escondidos posibles. Tomó los tres que más llamaron su atención: "Los Cultos y su Historia", "Las Brujas de Salem" y "Historia de lo Oculto"; y tomó asiento en uno de los rincones del establecimiento.

Le tomó tres horas revisarlos, pero sólo se llevó una decepción y el dolor de cabeza que tenía sólo se incrementó. Al salir de allí fue a comprar aspirinas y luego al supermercado por algunos sándwiches, snacks y bebidas.

En su bicicleta se dirigió a lo de Canuto Rick, siendo ya pasado el mediodía cuando ocultó su transporte entre los arbustos y se adentró en el cobertizo. La puerta se cerró detrás suyo y el silencio se hizo presente en el pequeño espacio. La luz que entraba por las ventanas era suficiente, más no veía a Eddie por ningún lado.

—¿Eddie? —inquirió de manera dubitativa.

—Oh, gracias al cielo.

De pronto, Eddie hizo su aparición de debajo del cobertor que se encontraba sobre la canoa. Aspen fue capaz de notar sus ojeras enseguida y se prometió que se quedaría con él el mayor tiempo posible para que pudiera dormir. Debía seguir tan aterrado como ella por lo que había pasado y su paranoia debía ser peor al saber que sólo era cuestión de tiempo antes de que la policía comenzara a buscarlo. Era esperable que no hubiera sido capaz de pegar un ojo en toda la noche.

—¿Dormiste algo? Te traje comida.

Eddie le arrebató la bolsa de la mano y se apresuró a abrir el paquete de los sándwiches.

—Poco y nada. ¿Tú?

Viéndolo comer y beber con algo de desesperación, Aspen se sintió culpable porque de hecho ella sí había dormido bien gracias a Aimee, a pesar de su pesadilla.

—Dormí en lo de Aimee, estuvo bien.

Eddie asintió con su cabeza engullendo la comida. La noche anterior no había cenado y aquél día se había perdido la hora del desayuno y el almuerzo.

—Si esta noche puedes traerme una hamburguesa, te lo agradecería.

Rodando sus ojos, Aspen se subió en la canoa y tomó asiento frente a él antes de descolgarse su mochila.

—Te traje mantas —dijo la joven sacándolas de su mochila—, imagino que hace frío de noche.

Eddie sonrió dejando las mantas a un lado.

—¿Sabes qué más podría propocionarme calor?

Alzando una de sus cejas, Aspen cruzó los brazos sobre su pecho.

—Woah, no tendré sexo contigo aquí.

—Iba a decir alcohol, pero no me negaría a ello tampoco.

Aspen parpadeó atónita y entonces soltó una carcajada a la que él se unió. Eddie debía admitir que a pesar de encontrarse en una situación horrible, le alegraba que Aspen estuviera a su lado.

—Vaya —dijo Eddie en un suspiro—, si tan sólo hubiera traído mi guitarra.

—Bueno, no tengo una guitarra pero sí mi walkman si quieres compartir.

—Si, claro.

Tomaron asiento en el piso de la canoa el uno junto al otro y se taparon con las mantas para compartir los auriculares. Dancing in the Dark de Bruce Springsteen comenzó a sonar y ellos movieron sus cabezas al ritmo de la canción.

—Tengo que saberlo. ¿Cuál es tú canción favorita? Nunca me lo has dicho.

Aspen se mantuvo en silencio unos segundos, pensando cuál sería su respuesta, tomando la mano de Eddie en la suya de manera distraída para jugar con sus anillos.

Your Love de The Outfield.

Durante unos momentos, Eddie simplemente se quedó observándola con la comisura de sus labios alzadas y Aspen sintió sonrojarse ante la intensidad con la que la miraba. Sus ojos café la intimidaban y alteraban su estómago de una forma que no creyó que podría volver a sentir, lo que a decir verdad la aterró.

—¿Qué? —inquirió en un susurro.

Eddie sacudió su cabeza provocando que sus rulos reboten con el movimiento, callando que de hecho estaba apreciando lo hermosos que lucían sus ojos mieles cuando brillaban por pensar en su canción favorita.

—Nada, sólo que es una excelente opción.

















author's note !

bueno tengo que admitir que es difícil empezar un romance así jajajaja pero creo que tienen mucha química mis bebés <3

depositen nombres para el ship porque se me da horrible a mí xd

espero que les esté gustando ❤️

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